29 octubre, 2006

Cine Inédito (III)

De nuevo, hacemos un repaso a películas inéditas en España que, en algunos casos, se han visto favorecidas por su pase en festivales de cine, pero que en definitiva no terminan de encontrar su espacio en las carteleras españolas. No obstante, nos parecen lo suficientemente interesantes como para comentarlas.

Empezamos por un trabajo cinematográfico no estrictamente cinematográfico. Me explico: en realidad forma parte de un conjunto artístico que se sostiene principalmente sobre una exposición de fotografías del artista canadiense Gregory Colbert, montada en un espacio itinerante que por el momento solo se ha visto en algunas ciudades norteamericanas y en Enero llegará a Tokio. Ashes and snow (título genérico del proyecto) es también una novela (compuesta por una serie de cartas ficticias), una banda sonora y una película de 60 minutos de duración que contiene la representación en movimiento de las fotografías que Colbert ha tomado en distintos continentes. El documento (más que documental) muestra algunas de las composiciones e imágenes más bellas que hemos visto en mucho tiempo, con un sentido de la estética digna de mención. La música creada por Lisa Gerrard (conocidas son sus aportaciones al cine en otros trabajos como Gladiator, Ali o Whale rider) contribuye al hermoso poder hipnótico de esta película narrada por Laurence Fishburne que, desgraciadamente, será difícil de ver en España.

Otra propuesta interesante es la del neocelandés Vincent Ward, que despuntó hace unos años con una curiosa historia de aventuras (Navigator), pero siempre encontró dificultades para poder terminar sus otros proyectos, con resultados irregulares (Map of the human heart, What dreams may come). Finalmente, el año pasado rodó River Queen, historia que profundiza en la relación entre ingleses e indios mahoríes durante la colonización en 1860. La historia de una mujer irlandesa (espléndida Samantha Morton) que tiene un hijo con un guerrero mahorí y se encuentra perdida entre dos civilizaciones enfrentadas, consigue trasladarnos la sinrazón de la violencia y la imposición colonizadora. Kiefer Sutherland y Stephen Rea la acompañan en una película que también tuvo problemas de producción, siendo despedido Vincent Ward a mitad de filmación, y contratado de nuevo en pleno proceso de posproducción.

Afortunadamente, el Festival de Sitges ha traído a España interesantes títulos que aún permanecen inéditos. Por un lado, la ganadora del premio a la Mejor Película y Mejor Actriz, la alemana Réquiem, de Hans-Christian Schmid, de la que el Sevilla Festival de Cine programó su interesante Lichter (Distant lights) en 2004. Lamentablemente, este año no se podrá ver en Sevilla su última película, aunque sí se estrenará próximamente en España con el titulo Réquiem (El exorcismo de Micaela). Se trata de una dramática historia ambientada en los años 70 protagonizada por una joven epiléptica a la que la férrea convicción religiosa de sus padres condujo a someterse a sesiones de exorcismo. Interesante propuesta en tono casi documental que se ve favorecida por una contundente interpretación de la actriz Sandra Hüller.

También Sitges acogió el pase de Brick, (estreno previsto para el 10 de Noviembre) Premio al Director Revelación y Premio Especial del Jurado en Sundance en 2005. Propuesta divertida la del director y guionista estadounidense Rian Johnson que traslada una típica trama de cine negro, en la que los personajes hablan como si hubieran salido de una novela de Dashiel Hammett, pero con la particularidad de que son estudiantes de instituto. Así que aquí hay investigadores listillos, macarras violentos, femme fatales, y todo el universo detectivesco, pero con acné. La película no zozobra en el ridículo (como otros intentos) gracias a los actores y a un magnífico trabajo de guión y dirección que mantienen el nivel muy alto, y acaba haciéndola más interesante si cabe que títulos más convencionales y menos logrados como La dalia negra.

Recientemente hemos podido ver una nueva historia llegada de Oriente que contiene, siempre lo hemos dicho, la más novedosa concepción cinematográfica de los últimos años. Sin embargo, The banquet, del chino Xiaogang Feng (responsable de aquella divertida propuesta titulada El funeral del jefe que se pudo ver en el Festival de Sevilla) se mueve por derroteros más clásicos; de hecho, se trata de una versión libre de Hamlet. La película ha sido elegida como representante de Hong-Kong en los Oscar y traslada una espectacular puesta en escena (el decorado construido es el mayor que se ha hecho para una película china) con hermosas secuencias, siempre con una cuidada estética y planificación, y con bien dosificadas escenas de lucha. Pero resulta más introspectiva de lo habitual y quizás por ello llega a resultar cansina. Destaca la hermosa partitura creada por Tan Dun, uno de los compositores más destacados de la música contemporánea, ganador del Oscar por Tigre y dragón, de la que también fue protagonista la bella actriz Ziyi Zhang (a la que hemos visto asimismo en Memorias de una geisha) y que aquí se desenvuelve con soltura en el papel de una pérfida Emperatriz.

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12 octubre, 2006

Cabezas y patitas

Dos de las propuestas "andaluzas" de la temporada encuentran eu hueco en la cartelera entre planteamientos de cierta originalidad y arriesgada puesta en escena. Andalucía sigue ofreciendo, quizás, las películas más novedosas del cine español, eso sí, con resultados dispares.

Que Santiago Amodeo tiene la cabeza bien puesta es algo que quedaba claro desde sus primeras incursiones en el mundo del cortometraje, y sus proyectos co-escritos y co-dirigidos junto a Alberto Rodríguez. Y aunque su primera película en solitario, Astronautas, no llegara a alcanzar para nosotros el grado de interés que esperábamos, sobre todo por un final demasiado acomodaticio, lo cierto es que siempre hemos visto en este director esa capacidad para, al menos, hacer las cosas de forma diferente, plantear historias quizás mil veces vistas pero con un envoltorio arriesgado.

Así ocurre con Cabeza de perro, en realidad una historia de amor de las de toda la vida, pero protagonizada por un joven con una extraña enfermedad mental. Aunque sí es cierto que resulta más atractiva la relación tierna con el anciano (espléndido Manuel Alexandre) que con la chica de turno, bastante desdibujada (los personajes femeninos no son el fuerte de Amodeo). Aquí Santiago Amodeo logra un planteamiento visual, una narrativa y una puesta en escena con la que consigue desposeer a la historia de todo aquello que la pueda situar en el terreno del cine convencional. A Santiago Amodeo la productora madrileña Tesela le "sugirió" remontar la película porque era demasiado extraña, poco comercial. Sinceramente, creemos que cayeron en un error, porque el público de Cabeza de perro, por mucho que nos la quieran vender con el careto de Juan José Ballesta (que en esta película tampoco demuestra grandes capacidades como actor) para recoger los frutos del éxito de Siete vírgenes, no es una película para el gran público. Es una película más personal, más original, que podía haber sido más redonda si no hubiera sufrido los recortes finales.

Y ahí es donde encontramos, además, las auténticas diferencias entre Santiago Amodeo y Alberto Rodríguez, dos directores interesantes pero por distintas razones. De hecho, tras sus trabajos juntos en el cortometraje Bancos y en el largometraje El factor Pilgrim, y viendo sus carreras en solitario, se entiende que estuvieran destinados a trabajar por separado. No pueden ser más divergentes las propuestas de Astronautas y Cabeza de perro en oposición a El traje y Siete vírgenes. Particularmente, nos interesan más las de Amodeo, sin quitar méritos a las de Rodríguez.

Otra propuesta hecha en Andalucía es ¿Por qué se frotan las patitas?, primer largometraje de Álvaro Begines, director de algún cortometraje poco inspirado. En este caso, con el planteamiento defensor de los okupas y de cierta libertad de acción, se adentra en la historia de una mujer mayor (sinceramente, no vemos a Lola Herrera tan mayor como se pretende hacer en la película) que decide romper con su familia y buscar su propia identidad como mujer. Lo novedoso del tema es que se plantea como un musical andaluz que utiliza conocidos temas populares más o menos recientes para incorporarlos como números musicales al argumento. No es desdeñable la idea, aunque el "Aserejé" no sea precisamente la mejor canción para incorporar a un musical. Sin embargo, el conjunto queda irregular, por un guión que resulta en muchos momentos anodino, y porque los playblacks no están especialmente logrados.

Los personajes tampoco logran levantar el vuelo, quizás también porque hemos visto tantas veces a Antonio Dechent hacer el mismo papel que ya no resulta creíble, y porque Lola Herrera, repetimos, no da el pego como viejecita rebelde. Y ya si se ponen a cantar con voces perfectas, la verosimilitud se va al cuerno.