31 diciembre, 2006

2007: Derecho a la felicidad

Dos películas de próximo estreno enarbolan como leit-motiv destacado la expresión “pursuit of happiness” (“búsqueda de la felicidad”), uno de los derechos inalienables que se recogen en la Declaración de Independencia de los Estados Unidos.


Con esta Carta el presidente Thomas Jefferson estableció la independencia política de las 13 colonias británicas el 4 de julio de 1776. La frase está basada en los conceptos marcados por el filósofo John Locke, que declaró: “Nadie debería perjudicar la vida, la salud, la libertad y el derecho a la propiedad del prójimo”. El presidente Thomas Jefferson sustituyó “propiedad”, un término que hacía referencia al perfil feudal ya superado en el siglo XVIII, por la “búsqueda de la felicidad”. Y ésta se convirtió en la base fundamental del denominado “sueño americano”, el derecho de todo ciudadano a lograr su felicidad con las mismas oportunidades.

Este derecho se convierte en la base del empeño del boxeador Rocky Balboa por volver al ring en la película de Sylvester Stallone que recupera al personaje que le hizo famoso y otorgó tres Oscar para el film Rocky (1976). Ahora, este regreso, que ha convencido más a la crítica que al público en Estados Unidos, supone también una mirada nostálgica a una película que marcó una de las épocas más fructíferas del cine norteamericano. Rocky Balboa (estreno en España el 12 de enero) funciona sobre todo como una dignísima coda a una serie que en sus últimas entregas llegó al ridículo más absoluto, y acierta en ese tono melancólico que convierte al personaje en una sombra de sí mismo, incapaz de soltar el lastre del pasado. Lo cual resulta aún más significativo si establecemos el paralelismo con el propio Sylvester Stallone, empeñado en recuperar a sus personajes fetiche como Rocky o Rambo. Pero esta última entrega, aunque sigue los cauces habituales en la serie (retirada – regreso – entrenamiento – pelea) tiene ese aire de recuerdo (ahí están Bill Conti en la música, Irwin Winkler en la producción, el fantástico Burt Young como uno de los pocos actores supervivientes de la película original) que la convierten en una propuesta quizás no necesaria pero al menos sí bastante menos embarazosa de lo que se pudiera esperar.

Banda Sonora: Vuelve Bill Conti a apoyar musicalmente la trayectoria del boxeador, manteniendo el tono melancólico y rescatando algunos de los temas principales que marcaron la serie. En este sentido, funciona bien como banda sonora el recopilatorio Rocky Balboa: Best of Rocky, que vuelve a reunir las canciones más populares de la serie, pero con una destacada presencia de las composiciones creadas por Bill Conti, al fin y al cabo utilizadas en la propia película con la efectividad habitual.

La otra película que asume el término de la Declaración de Independencia es, claro está, The pursuit of Happyness (En busca de la felicidad) (estreno en España el 2 de febrero) vehículo de lucimiento para Will Smith, productor y protagonista, responsable de la acertada elección del italiano Gabriele Muccino (del que hemos visto sus muy interesantes El último beso y Ricordate di me) y de la inclusión de su propio hijo, Jaden Smith, de cinco años, como coprotagonista de la película. Destinado a estar presente de alguna forma en la próxima edición de los Oscar (ha conseguido nominaciones al Globo de Oro como Mejor Actor Dramático y Mejor Canción), el proyecto desarrolla una historia de superación basada en hechos reales sobre un hombre que persigue su sueño a pesar de las mil dificultades que se le cruzan por el camino. Desde luego, la presencia de Will Smith en los Oscar parece clara como uno de los representantes de la comunidad negra, que se verá reforzada con otro título “black power”, Dreamgirls. La película es previsible pero entretenida, ajustada en su dramatismo, juega bien la baza del sentimentalismo gracias a la presencia del jovencito Jaden Smith, y aunque resulta poco creíble la bondad de los ejecutivos que apoyan al protagonista, acaba por convencer con ese formato de cuento en la línea de los clásicos títulos protagonizados por James Stewart o Clark Gable que subrayaban el orgullo yanqui frente a la penuria económica.

En la moda impuesta este año de reivindicar las aptitudes interpretativas de actores comerciales (también se ha hecho con Brad Pitt y su trabajo en Babel), quienes reivindican ahora las capacidadad drmática de Will Smith, parecen olvidar que en su primera incursión en el cine (la interesante Seis grados de separación) ya demostró un talento perdido entre tanto cine de acción prescindible (aunque resulta curioso que hasta en una película como ésta, Will Smith no pare de correr de un lado para otro).

Banda Sonora: La elección del italiano Gabriele Muccino como director propicia la presencia de su compatriota Andrea Guerra en la composición musical. Sin embargo, curiosamente ha sido el músico Paolo Buonvino (uno de los compositores italianos que más nos gustan) el habitual colaborador de Muccino en bandas sonoras tan perfectas como L'ultimo bacio (2001) o Ricordate di me (2003). Quizás por cuestiones de agenda o porque Andrea Guerra, tras su nominación al Globo de Oro el año pasado por la canción principal de Hotel Rwanda, tiene más presencia en Hollywood. En todo caso, Guerra también es experto en melódicos y bellísimos trabajos como Cuore sacro (2005). Y aquí desgrana un buen ramillete de melodías que funcionan a la perfección, especialmente el tema que acompaña a padre e hijo, de tonalidad morriconiana.

NOTA: En el título se incluye un error ortográfico: “happiness” se escribe con “i” latina, no con “y” griega, en referencia a una pintada que hay en la pared de la guardería donde aprende el hijo del protagonista. El símbolo pretende mostrar que da igual cómo se escriba una palabra, porque lo importante es el significado que se le dé. No importa la apariencia exterior, sino su contenido.

19 diciembre, 2006

MovieScore Media: Música de cine online

En el mundo de la música de cine, en particular, y la música en general, hay que aplaudir iniciativas originales que se adaptan (no atacan) a las nuevas formas de acceso a los productos audiovisuales. Nuevas formas, ya es sabido, que promocionan las propias multinacionales que lanzan hipócritas mensajes de alerta en contra del libre intercambio de información que las nuevas tecnologías ofrecen.

Existen francotiradores que inician propuestas novedosas, como el sueco Mikael Carlsson a través de su joven compañía MoviScore Media, fundada en Noviembre de 2005. Esta compañía editora y distribuidora de música de cine especialmente centrada en lanzar trabajos de nuevos compositores, inaugura por fin su propia tienda, después de unos primeros meses apoyándose en iTunes como medio de distribución. Bandas sonoras que dejan atrás el soporte habitual para pasar a descargarse directamente, con alta calidad, en mp3, y que por tanto abaratan notablemente su coste, llegando a precios que no sobrepasan los 10 dólares (menos de 9 €) por el disco completo, pero ofreciendo también la oportunidad de adquirir solo los temas que más nos interesan a 1 USD. Y con la ventaja añadida de tenerlo en el ordenador de forma casi inmediata.





Hasta el momento, MoviScore Media viene editando a razón de una o dos bandas sonoras cada dos meses, ofreciendo la oportunidad a nuevos compositores de distribuir sus trabajos para películas, en su mayor parte, de bajo presupuesto y centradas principalmente en el cine de terror y fantástico. Nombres como Mark Thomas, Brad Sayles, Caine Davidson, Francis Shaw, Brett Rosenberg, Ryan Shore (sobrino de Howard Shore), Scott Glasgow o Edmun Butt forman parte de su catálogo de propuestas musicales.







Entre algunos trabajos quizás demasiado irregulares, encontramos también interesantes composiciones como la melódica Half light (En la tiniebla), de Brett Rosenberg, la multipremiada Evil, de Francis Shaw, las eclécticas Headspace, de Ryan Shore y The roost, de Jeff Grace, la divertida Land of the blind, de Guy Farley y Doug Edwards o la intensa An american haunting, del interesante Caine Davidson.

MoviScore Media acaba de publicar otro trabajo destacado. El que ha creado el joven compositor Anthony Lledo para la película de terror vampírico Frostbiten, género poco habitual en el cine sueco. El músico danés consigue una banda sonora sinfónica de gran intensidad, siguiendo los parámetros clásicos del cine fantástico.

Una iniciativa que se encuentra entre las más atractivas del panorama de la música de cine, y que nos invita a disfrutar de nuevos trabajos musicales independientes y diversos, abriendo una ventana necesaria a compositores que abordan sus primeros trabajos serios para el cine.






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06 diciembre, 2006

La Cruzada de Bush y el baile de los pingüinos

Documentales que desgranan los entresijos de la administración Bush y que dan más miedo que una película de terror. Pingüinos que bailan y consiguen que los hombres dejen de pescar en la Antártida. ¿Nos estamos volviendo locos?


En el documental francés Le monde selon Bush (El mundo según Bush), cuya actualidad permanece a pesar de haber sido realizado en 2004, queda patente la influencia que diversas asociaciones cristianas han tenido y tienen en el presidente norteamericano, y el carácter mesiánico autoproclamado por Bush en algunas de sus intervenciones, denominando a la lucha contra el terrorismo como una auténtica “cruzada”. La película de William Karel, realizada el mismo año que Fahrenheit 9/11 y de hecho apeada de la selección oficial del Festival de Cannes cuando Michael Moore entró en liza, es mucho más incisiva, más contundente y, desde luego, mucho menos egocéntrica que el documental de Moore. Y curiosamente permanece inédita en salas comerciales de Estados Unidos o de España. Norman Mailer dice al comienzo de esta brutal lanza dialéctica contra la administración yanqui: “Tenemos el peor presidente de la historia de Norteamérica. Es ignorante y arrogante, un estúpido en todos los sentidos menos uno, es perspicaz para manejar a la población americana, especialmente al sector menos inteligente de la sociedad; ellos son felices con él porque, al verlo tan estúpido, se dicen a sí mismos: ‘Estupendo, si este imbécil puede ser presidente, yo también’”.

Al margen de las conexiones de la familia Bush con el nazismo y la familia Bin Laden, incluso después de los atentados del 11 de Septiembre, lo que realmente da miedo es la facilidad con la que un grupo de fanáticos fundamentalistas y hombres de negocios (o las dos cosas al mismo tiempo), pueden manejar a un presidente electo. Y da miedo que lo que se cuenta en este documental sea cierto.

Lo que sí está claro es el poder que ha recuperado la llamada Christian Right que engloba a aquellos grupos religiosos influyentes en la sociedad, economía y política norteamericanas. Y el cine parece estar en esa onda, con una cierta tendencia a profetizar con proyectos que acaban también en las salas de todo el mundo. Que películas como La pasión de Cristo, Las Crónicas de Narnia o Natividad, normalmente, no lo olvidemos, apoyadas y promocionadas desde sectores religiosos, tengan luz verde no es casual. Que en películas comerciales como Superman returns se subraye el carácter mesiánico de su protagonista, tampoco es casual. Nos invade una ola de proselitismo que este año tiene su representación en la anodina enésima versión del nacimiento de Jesucristo que se acaba de estrenar en nuestra pantallas.

Pero es necesario ver documentales como Le monde selon Bush o Iraq for sale (que desgrana la estafa a la que las compañías privadas que hacen su agosto gracias a la guerra de Irak, están sometiendo a las arcas públicas norteamericanas) para entender el peligro que suponen determinados personajes, decisivos también en la política de estrenos de las grandes compañías.

Afortunadamente también están de moda los pingüinos, y tras descubrir con detalle la dura travesía por la Antártica de los pingüinos Emperador en el documental El viaje del Emperador, acaba de estrenarse el que quizás sea uno de los mejores musicales que hemos visto últimamente: Happy feet, obra de George Miller, director australiano especialmente interesado en amoldar el mundo de los animales (Babe, el cerdito valiente) a los gustos de los espectadores. Este es su primer largometraje desde que dirigiera Babe, el cerdito en la ciudad en 1998, demasiado oscura para triunfar en taquilla. Pero Happy feet le ha devuelto el merecido éxito con el que en Estados Unidos es el estreno más rentable de estas Navidades. Todo ello gracias a una película cuya primera hora se pasa volando, entre bailes y escenas de animación sorprendentes, pero que quizás en la última parte acaba estancándose en su empeño de ser mensajera de buenas intenciones. Claro que también habría que preguntarse por qué la película denuncia que los hombres pescan y dejan a los pingüinos sin alimento, cuando se podría haber denunciado directamente la cruel matanza de pingüinos. Otro proyecto reciente es Farce of the penguins, una parodia de El viaje del Emperador que tiene previsto su estreno en Estados Unidos directamente en DVD el 30 de Enero, con Samuel L. Jackson como narrador. Demasiadas expectativas para un documental que cuenta en clave de humor, con imágenes documentales también, el viaje de dos pingüinos que deciden ir a buscar a las hembras antes de que regresen. Pero finalmente resulta decepcionante, porque el sentido del humor, aunque adulto, resulta bastante tonto, y el guión de Bob Saget no consigue sacar partido de una idea en principio atractiva.

26 noviembre, 2006

Festivales: 2 + 2 = 6

No se sabe por qué extraña razón, cuando se lanzan al aire las cifras de espectadores de festivales de cine, solo hay que elaborar sencillas sumas para darse cuenta de que las cantidades no cuadran. Como en el Sevilla Festival de Cine, que como se distraigan, les va a acabar saliendo más público que el que cabe en las salas de los cines.


Ahora que acaba de concluir el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva es hora de hacer cuentas. ¿Ha tenido éxito? ¿Ha habido espectadores? ¿Se han llenado las salas? ¿Quién ha cronometrado los diez minutos de aplausos que se le dieron a la película “¿Por qué se frotan las patitas?” en una gala dirigida por Kulturama Producciones, o lo que es lo mismo, La Zanfoña Producciones, que a la vez es la propia productora de la película? Cifras, cifras y más cifras. En la era de la comunicación, la competitividad y los “shares” de audiencia, hasta los eventos culturales públicos deben justificar su existencia con cifras de taquilla. Vamos, como si el hecho de ser soporte de cinematografías desconocidas, de dar a conocer a artistas olvidados o de presentar obras de calidad no fuera suficiente como para asumir la necesidad de la existencia de un Festival de Cine, por ejemplo.

Sorprende esta manía de valorar todo por su éxito de público, cuando se trata de eventos culturales necesarios para estimular la vida social en una ciudad. Ahí estaba por ejemplo la obsesión de determinados medios de comunicación sevillanos por contar literalmente el número de espectadores que entraban en las salas durante el Festival de Sevilla, Cine y Deporte. Obsesión, por cierto, que no hemos visto estos últimos años. Y todo para demostrar que aquel festival no interesaba a nadie (tampoco era cierto) y que por tanto su existencia no tenía sentido.

No sabemos aún las cifras de Huelva, pero mucho nos tememos que éstas se utilizarán como balance de la gestión de su recién inaugurado equipo de dirección. Craso error. Habría que valorar si realmente los actos, las películas, los invitados... han sido lo suficientemente interesantes como para volver a convertir a Huelva en un centro neurálgico del, en muchas ocasiones deficiente cine latinoamericano. Pero lamentablemente los políticos (y más los que tenemos por Andalucía) tienen un nivel cultural cercano al subsuelo. Y como solo saben contar electores, lo que les anima, les seduce, les pone las pilas y hasta se la pone dura son los números.

Sí conocemos, sin embargo, los números del Sevilla Festival de Cine. ¡80.000 espectadores! La hostia, vamos. Que no cabía ni un alfiler en ningún sitio, aunque la gala de Clausura estuviera medio vacía. Pero, ¿de dónde sale esta cifra? Comparecía nuestro flamante delegado de Cultura ante los medios de comunicación para dar fe de las cuentas. Un 30% más de espectadores que el año pasado. Desglosemos los datos facilitados:

Nervión Plaza – 59.000

Teatro Lope de Vega – 9.000

Seminario Fassbinder – 400

Exposición – 7.000

Clases magistrales – 100

Ciclo Mes de la Danza – 100

Proyecciones Lebrija – 155

Proyecciones Los Palacios – 155


Pues mira por donde, si hacemos la suma se nos han perdido 4.000 espectadores por el camino. O más. Porque la cifra que se está dando no es la de 80.000, sino la de “más de 80.000”. ¿Y dónde está esta gente? ¿Son los que solo fueron a los cócteles y ya no vieron nada más del festival? ¿Cómo es posible que el delegado de Cultura se presente ante los medios de comunicación con datos que no cuadran?

Hemos empezado este artículo afirmando lo absurdo que es que solo se utilicen las cifras para justificar un evento cultural público. Pero lo que tampoco se debería permitir es que la propia organización juegue con los números al alza para autojustificarse. Porque entonces sí que vamos mal. Que sea la organización la que se apunte al carro de lanzar cifras como si fueran caramelos de la cabalgata de Reyes, y encima cometan la torpeza (segunda torpeza grave, la primera fue la de dar un premio ex-aequo sin que el Reglamento lo permita) de dar cifras que no cuadran, levanta sospechas inapropiadas. Pero no se preocupen. Si seguimos así, el año que viene puede que haya hasta más espectadores que los que caben en el Nervión Plaza y el Teatro Lope de Vega juntos. O quizás se cuenten hasta los que visitan la página web del festival porque, total, como han visto un fotograma de las películas, se pueden considerar espectadores. ¿O no?

Fotos: Sevilla Festival de Cine - Lolo Vasco


20 noviembre, 2006

Huelva: buscando su identidad

El Festival de Huelva no se consolida porque no se encuentra un candidato idóneo como para sacar adelante esta importante cita pese a quien le pese, aunque le tenga que decir cuatro verdades al alcalde bailongo y a la consejera dicharachera.

Tras el repaso al más o menos reciente cine europeo en Sevilla, comienza una cita con el cine latinoamericano en Huelva. Dos festivales que generalmente se han respetado (sobre todo porque Sevilla comenzó de la mano del que fuera fundador del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva, José Luis Ruiz). Esta cita anual ha acabado siendo, eso sí, una patata caliente en medio de las trifulcas, ciscos y zapatiestas entre la Junta de Andalucía, que siempre ha apostado "de boquilla" por el festival pero nunca ha sabido qué hacer con él, y el Ayuntamiento de Huelva, que siempre ha querido apoderarse del festival, pero no se sabe muy bien para qué. En definitiva, la cita anual con el cine allende los mares, se presenta como la prueba irrefutable de que un festival, cuando no adopta un único perfil político (todo lo contrario que Sevilla o Málaga), acaba siendo zarandeado por las mezquindades de los políticos (las reuniones del Patronato en Huelva han sido auténticos rifirrafes que no han hecho más que entorpecer la estabilidad de esta importante cita cinematográfica).

Y así, mientras este año el Sevilla Festival de Cine vivía los problemas que pueden surgir cuando la mitad de su organización acaba desistiendo de seguir intentando poner en orden el continuo desorden, en Huelva andan así desde hace varios años. En este último caso, más bien porque no se encuentra un candidato con suficientes cojones para sacar adelante el festival pese a quien le pese, aunque le tenga que decir cuatro verdades al alcalde bailongo y a la consejera dicharachera.

No le faltan a Eduardo Trías (the new director) y a su inexperto pero voluntarioso equipo ganas de hacerlo bien, aunque no lo hayan conseguido del todo este año (ya se hacen notar ciertas deficiencias de organización), pero el proyecto es arduo y difícil. Sobre todo porque el cine latinoamericano está de moda (ahora algo menos), lo cual, aunque pueda parecer paradójico, juega en contra del festival de Huelva. Porque, cuando ni al sereno le importaba un bledo el cine que se hacía en Chile o Brasil, Huelva era la cita idónea para servir de punto de encuentro de cineastas esforzados que sobresalían sobre los demás. Pero ahora, todo quisqui está interesado, y así festivales que quieren abarcar lo inabarcable, como San Sebastián o Málaga, dedican secciones completas que casi son subfestivales a estas cinematografías. Y lo que queda para las fechas de Huelva son las sobras. Y con sobras no se consolida una muestra de estas características.

El Festival de Cine Iberoamericano se inauguró en lo que podríamos denominar como "la noche de La Zanfoña", ya que mientras esta misma productora se encargaba de organizar la gala, también era una producción de La Zanfoña (productora sevillana) la que abría el festival: ¿Por qué se frotan las patitas?, de Álvaro Begines. Un musical ya comentado en este blog cuando aún quedaban retoques por hacer a un montaje previo demasiado largo, pero que, al fin, no termina de solventar los errores ya citados en nuestro comentario.

La programación de esta nueva edición del Festival de Cine Iberoamericano de Huelva adolece de los problemas ya planteados. Hay lo que hay o, mejor dicho, lo que queda. Por tanto, que la Sección Oficial tenga en general (tampoco hemos visto todas las películas, hay que decirlo) una calidad mediocre no es extraño. Eso sí, que no se hayan encontrado secciones paralelas minimamente interesantes ya es un poco más grave. Y dedicar un premio Ciudad de Huelva a Ernesto Alterio nos parece excesivo.

Por destacar, podemos destacar de las películas que hemos podido ver Chicha tu madre, coproducción entre Argentina y Perú dirigida por Gianfranco Quattrini, que estuvo en el Festival de Mar de Plata y que mezcla el fútbol con el tarot contándonos una historia de interés irregular sobre un taxista aficionado a leer las cartas. Entre la comedia sutil y el drama social, la película no termina de encontrar el equilibrio adecuado. Con mayor solidez está hecha Solo Dios sabe, de Carlos Bolado, una producción mejicano-brasileña en la que ha participado como productor (también es protagonista) el actor Diego Luna. Su compañera de reparto es la actriz brasileña Alicia Braga, sobrina de Sonia Braga, y ya la pudimos ver en Ciudad de Dios. Esta imposible historia de amor pasional consigue mantener el interés gracias a un buen empaque visual y unas interpretaciones igualmente apasionadas, aunque se vuelva un poco melodramática. Y buenas posibilidades de cara a los premios tiene Cuatro mujeres descalzas, quizás la mejor de las películas seleccionadas. Santiago Loza es el director de esta película argentina de corte sencillo: cuatro mujeres relacionadas de modo diferente que se reúnen para asistir a un eclipse de luna. Cuatro historias frustradas, cuatro vidas truncadas sentimentalmente, cuatro retratos perfectamente definidos de la mujer latinoamericana. Es una película triste, pero al final surge el destello de cierta esperanza. Es también una película arriesgada, solo sostenida sobre los diálogos que mantienen, a dos o cuatro voces, las protagonistas. Pero consigue atrapar, eso sí, gracias a las cuatro protagonistas: Eva Bianco, María Onetto, María Pesack e Inés Sánchez Aizcorbe.

12 noviembre, 2006

Sevilla Festival de Cine: Burócratas vs. Cineastas

Sevilla Festival de Cine presume de ser un festival que “promociona el cine europeo”. Por eso resulta paradójico que la mitad de las películas premiadas ya tengan distribución. Pero lo peor es la falta de respeto de los jurados que este año han participado en la muestra.


Concluyó la tercera edición del Sevilla Festival de Cine con un balance diferente según provenga de la organización o de los cronistas y espectadores. Curioso distanciamiento que no hace más que plantear serias dudas sobre si existe realmente una conexión entre la dirección del festival y el sentimiento general de los verdaderos protagonistas (no los políticos, ni los ejecutivos de las instituciones europeas, sino el público que ha aguantado estoicamente las penurias organizativas).

El director del festival, Manuel Grosso, afirmó que las cancelaciones, cortes y demás desajustes de este año “son equivalentes a los de otros años”. Pero espectadores y cronistas están de acuerdo en confirmar que no recuerdan un primer fin de semana tan desastroso en los dos + tres años deportivos de historia de este evento. Minimiza también la ausencia de representantes de las películas programadas (en la clausura, ningún director premiado estuvo presente, lo cual dio lugar a una foto final de risa: Pilar Távora, Lucía Hoyos, Gervasio Iglesias... ¿qué era eso? ¿Los Premios ASECAN?). Y ya va siendo hora que se dé mayor protagonismo a los cineastas que a los ejecutivos. Se anuncia una espectacular cifra de 80.000 espectadores que ya me dirán de donde salen si ya el año pasado la de 65.000 que se dio oficialmente contrastaba con la real disminución (con partes de taquilla en la mano) en las salas. No habría que asustarse: un festival debe encontrar su público y no pasa nada porque se vaya ajustando en número. Pero aquí parece que lo importante es hacer campaña con cifras espectaculares. Eso sí ¿se cuentan como espectadores los que se han quedado sin ver las películas canceladas? ¿Y los niños que los primeros días de las sesiones de Europa Joven vieron cómo no había llegado la copia de una película porque, digamos, no se había pagado a tiempo el canon de exhibición?

Sevilla Festival de Cine presume de ser un festival “joven” que “promociona el cine europeo”. Loable labor. Por eso resulta paradójico que la mitad de las películas premiadas ya tengan distribución. Es más, el reparto entre distribuidoras ha sido equitativo: premios para Golem (Venus), Alta Films (La vida de los otros) y Wanda (Borrachera de poder, La suerte de Emma). Luego, si se pretende apoyar la exhibición de películas europeas, ¿no sería más lógico premiar títulos que no tengan distribución para promover su compra?

En todo caso, Sevilla Festival de Cine parece más preocupada por el apoyo institucional que por la labor real de difusión del cine. Se está convirtiendo en un festival de burócratas, con una evidente falta de respeto (proyecciones en DVD de ínfima calidad, no tener en cuenta los formatos de las copias...) hacia los cineastas, ausentes en su mayoría. Pero peor ha sido la falta de respeto de unos jurados que también han estado ausentes. No es de recibo que los jurados de secciones competitivas como la Oficial o Eurodoc no asistan toda la semana al evento, y que muchas de las películas las acaben viendo en sus casas en DVD porque están muy ocupados. Resulta aún más sangrante cuando algunos, como Gerardo Herrero, son productores y directores de cine, y por tanto habría que exigirles mayor respeto por las obras de sus colegas. Si Sevilla Festival de Cine quiere compararse a festivales grandes, que cumpla también con su obligación de tener jurados que al menos sean capaces de hacer su trabajo.

Lo más grave con respecto a los premios este año, sin embargo, proviene de cierta desorientación por parte de los organizadores, que acaba provocando hasta incongruentes (a ver cómo lo arreglan ahora) incumplimientos del reglamento. Porque dar el Premio del Jurado ex-aequo a las últimas películas de Claude Chabrol y Otar Iosseliani está muy bien, pero no está contemplado en el Reglamento del Festival que se puede descargar desde su página web, y en el que, literalmente, se expone: "Los diferentes premios de las categorías a concurso no podrán declararse ex-aequo ni desiertos". ¿Comorrrr? Entonces ¿qué pasa? ¿A los jurados no se les entregan los Reglamentos del Festival? ¿O son los responsables directivos quienes no se lo saben? Craso error que podría costarle al Ayuntamiento tener que desembolsar, no 30.000 euros entre las dos distribuidoras, sino 30.000 a cada una de ellas porque, si quisieran exigir el cumplimiento real del reglamento, puesto que el premio ex-aequo supone una flagrante metedura de pata, deberían pedir el pago de la cantidad íntegra prometida. Claro que quizás es que piensan que ninguna distribuidora va a tener la osadía de comprar los derechos de una película de Iosseliani.

29 octubre, 2006

Cine Inédito (III)

De nuevo, hacemos un repaso a películas inéditas en España que, en algunos casos, se han visto favorecidas por su pase en festivales de cine, pero que en definitiva no terminan de encontrar su espacio en las carteleras españolas. No obstante, nos parecen lo suficientemente interesantes como para comentarlas.

Empezamos por un trabajo cinematográfico no estrictamente cinematográfico. Me explico: en realidad forma parte de un conjunto artístico que se sostiene principalmente sobre una exposición de fotografías del artista canadiense Gregory Colbert, montada en un espacio itinerante que por el momento solo se ha visto en algunas ciudades norteamericanas y en Enero llegará a Tokio. Ashes and snow (título genérico del proyecto) es también una novela (compuesta por una serie de cartas ficticias), una banda sonora y una película de 60 minutos de duración que contiene la representación en movimiento de las fotografías que Colbert ha tomado en distintos continentes. El documento (más que documental) muestra algunas de las composiciones e imágenes más bellas que hemos visto en mucho tiempo, con un sentido de la estética digna de mención. La música creada por Lisa Gerrard (conocidas son sus aportaciones al cine en otros trabajos como Gladiator, Ali o Whale rider) contribuye al hermoso poder hipnótico de esta película narrada por Laurence Fishburne que, desgraciadamente, será difícil de ver en España.

Otra propuesta interesante es la del neocelandés Vincent Ward, que despuntó hace unos años con una curiosa historia de aventuras (Navigator), pero siempre encontró dificultades para poder terminar sus otros proyectos, con resultados irregulares (Map of the human heart, What dreams may come). Finalmente, el año pasado rodó River Queen, historia que profundiza en la relación entre ingleses e indios mahoríes durante la colonización en 1860. La historia de una mujer irlandesa (espléndida Samantha Morton) que tiene un hijo con un guerrero mahorí y se encuentra perdida entre dos civilizaciones enfrentadas, consigue trasladarnos la sinrazón de la violencia y la imposición colonizadora. Kiefer Sutherland y Stephen Rea la acompañan en una película que también tuvo problemas de producción, siendo despedido Vincent Ward a mitad de filmación, y contratado de nuevo en pleno proceso de posproducción.

Afortunadamente, el Festival de Sitges ha traído a España interesantes títulos que aún permanecen inéditos. Por un lado, la ganadora del premio a la Mejor Película y Mejor Actriz, la alemana Réquiem, de Hans-Christian Schmid, de la que el Sevilla Festival de Cine programó su interesante Lichter (Distant lights) en 2004. Lamentablemente, este año no se podrá ver en Sevilla su última película, aunque sí se estrenará próximamente en España con el titulo Réquiem (El exorcismo de Micaela). Se trata de una dramática historia ambientada en los años 70 protagonizada por una joven epiléptica a la que la férrea convicción religiosa de sus padres condujo a someterse a sesiones de exorcismo. Interesante propuesta en tono casi documental que se ve favorecida por una contundente interpretación de la actriz Sandra Hüller.

También Sitges acogió el pase de Brick, (estreno previsto para el 10 de Noviembre) Premio al Director Revelación y Premio Especial del Jurado en Sundance en 2005. Propuesta divertida la del director y guionista estadounidense Rian Johnson que traslada una típica trama de cine negro, en la que los personajes hablan como si hubieran salido de una novela de Dashiel Hammett, pero con la particularidad de que son estudiantes de instituto. Así que aquí hay investigadores listillos, macarras violentos, femme fatales, y todo el universo detectivesco, pero con acné. La película no zozobra en el ridículo (como otros intentos) gracias a los actores y a un magnífico trabajo de guión y dirección que mantienen el nivel muy alto, y acaba haciéndola más interesante si cabe que títulos más convencionales y menos logrados como La dalia negra.

Recientemente hemos podido ver una nueva historia llegada de Oriente que contiene, siempre lo hemos dicho, la más novedosa concepción cinematográfica de los últimos años. Sin embargo, The banquet, del chino Xiaogang Feng (responsable de aquella divertida propuesta titulada El funeral del jefe que se pudo ver en el Festival de Sevilla) se mueve por derroteros más clásicos; de hecho, se trata de una versión libre de Hamlet. La película ha sido elegida como representante de Hong-Kong en los Oscar y traslada una espectacular puesta en escena (el decorado construido es el mayor que se ha hecho para una película china) con hermosas secuencias, siempre con una cuidada estética y planificación, y con bien dosificadas escenas de lucha. Pero resulta más introspectiva de lo habitual y quizás por ello llega a resultar cansina. Destaca la hermosa partitura creada por Tan Dun, uno de los compositores más destacados de la música contemporánea, ganador del Oscar por Tigre y dragón, de la que también fue protagonista la bella actriz Ziyi Zhang (a la que hemos visto asimismo en Memorias de una geisha) y que aquí se desenvuelve con soltura en el papel de una pérfida Emperatriz.

Si quieres participar en nuestro blog, escribe tus comentarios y cuéntanos tu opinión sobre el último cine que has visto. / If you want to take part in our blog, write your commentaries about the last films you have watched.

12 octubre, 2006

Cabezas y patitas

Dos de las propuestas "andaluzas" de la temporada encuentran eu hueco en la cartelera entre planteamientos de cierta originalidad y arriesgada puesta en escena. Andalucía sigue ofreciendo, quizás, las películas más novedosas del cine español, eso sí, con resultados dispares.

Que Santiago Amodeo tiene la cabeza bien puesta es algo que quedaba claro desde sus primeras incursiones en el mundo del cortometraje, y sus proyectos co-escritos y co-dirigidos junto a Alberto Rodríguez. Y aunque su primera película en solitario, Astronautas, no llegara a alcanzar para nosotros el grado de interés que esperábamos, sobre todo por un final demasiado acomodaticio, lo cierto es que siempre hemos visto en este director esa capacidad para, al menos, hacer las cosas de forma diferente, plantear historias quizás mil veces vistas pero con un envoltorio arriesgado.

Así ocurre con Cabeza de perro, en realidad una historia de amor de las de toda la vida, pero protagonizada por un joven con una extraña enfermedad mental. Aunque sí es cierto que resulta más atractiva la relación tierna con el anciano (espléndido Manuel Alexandre) que con la chica de turno, bastante desdibujada (los personajes femeninos no son el fuerte de Amodeo). Aquí Santiago Amodeo logra un planteamiento visual, una narrativa y una puesta en escena con la que consigue desposeer a la historia de todo aquello que la pueda situar en el terreno del cine convencional. A Santiago Amodeo la productora madrileña Tesela le "sugirió" remontar la película porque era demasiado extraña, poco comercial. Sinceramente, creemos que cayeron en un error, porque el público de Cabeza de perro, por mucho que nos la quieran vender con el careto de Juan José Ballesta (que en esta película tampoco demuestra grandes capacidades como actor) para recoger los frutos del éxito de Siete vírgenes, no es una película para el gran público. Es una película más personal, más original, que podía haber sido más redonda si no hubiera sufrido los recortes finales.

Y ahí es donde encontramos, además, las auténticas diferencias entre Santiago Amodeo y Alberto Rodríguez, dos directores interesantes pero por distintas razones. De hecho, tras sus trabajos juntos en el cortometraje Bancos y en el largometraje El factor Pilgrim, y viendo sus carreras en solitario, se entiende que estuvieran destinados a trabajar por separado. No pueden ser más divergentes las propuestas de Astronautas y Cabeza de perro en oposición a El traje y Siete vírgenes. Particularmente, nos interesan más las de Amodeo, sin quitar méritos a las de Rodríguez.

Otra propuesta hecha en Andalucía es ¿Por qué se frotan las patitas?, primer largometraje de Álvaro Begines, director de algún cortometraje poco inspirado. En este caso, con el planteamiento defensor de los okupas y de cierta libertad de acción, se adentra en la historia de una mujer mayor (sinceramente, no vemos a Lola Herrera tan mayor como se pretende hacer en la película) que decide romper con su familia y buscar su propia identidad como mujer. Lo novedoso del tema es que se plantea como un musical andaluz que utiliza conocidos temas populares más o menos recientes para incorporarlos como números musicales al argumento. No es desdeñable la idea, aunque el "Aserejé" no sea precisamente la mejor canción para incorporar a un musical. Sin embargo, el conjunto queda irregular, por un guión que resulta en muchos momentos anodino, y porque los playblacks no están especialmente logrados.

Los personajes tampoco logran levantar el vuelo, quizás también porque hemos visto tantas veces a Antonio Dechent hacer el mismo papel que ya no resulta creíble, y porque Lola Herrera, repetimos, no da el pego como viejecita rebelde. Y ya si se ponen a cantar con voces perfectas, la verosimilitud se va al cuerno.

27 septiembre, 2006

Festivales muertos, genios muertos, músicos bocazas

El mundo de la música de cine anda revuelto. Por un lado, la muerte de Sir Malcolm Arnold, compositor de extraordinaria dimensión que sin embargo acabó siendo conocido popularmente por una melodía que ni siquiera escribió. Por otro, las declaraciones de James Horner menospreciando la música rechazada de Gabriel Yared en "Troya" y arremetiendo contra Terrence Malick. Por último, la confirmación definitiva del desinterés que ha provocado en Sevilla la desaparición de la cita más importante de la música de cine en Europa.

La programación que para la temporada ha hecho pública el Teatro de la Maestranza de Sevilla confirma definitivamente lo que ya se sabía. El Encuentro Internacional de Música de Cine, que se convirtió (lo sigue siendo aún porque no ha surgido ningún evento de su trascendencia) en la cita con la música de cine más importante de Europa, ha sucumbido ante la indiferencia de los gestores culturales y los medios de comunicación. Nadie parece echar de menos esos conciertos que trajeron a Sevilla a todos los grandes músicos de cine clásicos (verbigracia John Williams, que sigue siendo la asignatura pendiente en España, aunque hay alguna reciente iniciativa que continúa intentándolo). Por aquí pasaron Jerry Goldsmith, John Barry, Elmer Bernstein, Georges Delerue, Ennio Morricone... además de nuevas incorporaciones al universo fílmico como Howard Shore, Patrcik Doyle, Roque Baños o Gabriel Yared.

Curiosamente, aquel estreno de la Sinfonía de El señor de los anillos se convirtió en la definitiva debacle del encuentro, en cuyo seno ya se vislumbraba la verdadera razón de su deceso: El desinterés de sus promotores, principalmente la Diputación Provincial de Sevilla, reforzada por el cada vez mayor distanciamiento de su mentor, Carlos Colón, de los preceptos socialistas (contra los que viene soltando diatribas desde su púlpito en el populista Diario de Sevilla). En definitiva, lo de siempre.

Lo peor, en todo caso, es la absoluta indiferencia del mundo cultural sevillano que, como en otras ocasiones, deja pasar la oportunidad de seguir siendo referente de la música. Sí, Sevilla es promocionada desde su Ayuntamiento como la Ciudad de la Música, pero defenestra una cita que al menos en los últimos años contó con el repaldo del público.

Otra cosa es que la organización del último concierto fuera un desastre (no por los organizadores, sino por el pasotismo de los patronos), y la espantada del Coro de la Maestranza a última hora (actitud poco profesional) provocó que al final fuera un coro, digamos, rociero quien se encargara de emular los aires elfos de la banda sonora.

Lástima que la vida cultural siga pendiente de los caprichos de la vida política.

Mientras tanto, se nos fue Malcolm Arnold, a los 84 años, antes de estrenar su última obra en Londres, inspirada en Los tres mosqueteros. Este músico de exquisito prestigio, aunque tan poco programado por las orquestas españolas, acabó llegando a la popularidad gracias a la famosa Marcha del Coronel Bogey, tonada de Kenneth Alford que, como Malcolm Arnold confesaba en una de sus últimas entrevistas para Miguel Ángel Ordóñez y Pablo Nieto en la revista virtual Scoremagacine, escogió sin ninguna razón especial, y acabó convirtiéndose en sello representativo de su música aunque no tuviera nada que ver con él. Suponemos que muchos académicos de Hollywood votaron la banda sonora de El puente sobre el río Kwai para ganar el Oscar mientras silbaban la melodía, creyendo que era obra de Arnold. Paradojas que sólo el cine puede producir.

Y James Horner ha levantado la caja de los truenos con sus declaraciones para Daniel Schweiger en la radio online filmusicworld con respecto a su trabajo en Troya y poco menos que su condición de salvador del desastre. Pero lo más curioso es su absoluto desprecio por la música que había creado Gabriel Yared ("música de película de Hércules de los 50") y su relato poco respetuoso de los hechos que llevaron a Wolfgang Petersen a despedir al compositor libanés. Las declaraciones sueltan chispas, llegando a afirmar que la banda sonora de El paciente inglés es prácticamente Bach (vamos, que no tenía nada de original). Claro que si lo afirma un compositor cuyas "referencias" clásicas son más que evidentes, por no decir constantes, produce risa. James Horner afirma que tuvo sólo 10 días para componer la música de Troya, justo el mismo tiempo en el que Malcolm Arnold usó para componer la banda sonora de El puente sobre el río Kwai.

También habla de su trabajo en El nuevo mundo y cómo se despreció su música, haciendo un desaguisado tal en el montaje que, como afirma, "la película era incomprensible, no se entendía. Todo el mundo lo decía. Todo el mundo. Pero el director tenía el poder del montaje final. Y mi música ya no tenía sentido". Y sigue diciendo: "Fue una de las experiencias más decepcionantes que he tenido. A Terrence Malick le gustaba mi música, pero no tenía ni idea de qué hacer con ella, no tenía ni idea de cómo utilizarla".

Bueno, al menos de falta de sinceridad no se puede acusar a James Horner. Pero, ya lo sabemos, no es un tipo que tenga muchos amigos entre la profesión debido a su (parece que justificada) fama de prepotente.

16 septiembre, 2006

Maniqueísmo en el cine

Películas que reflejan realidades históricas desde el maniqueísmo, lo que lastra en parte sus resultados, llegan a las carteleras españolas. Manipulación de la realidad que también ofrecen los medios de comunicación en posicionamientos políticos vergonzantes. La Academia de Cine elige la terna de películas que optan a representar a España en los Oscar. ¿Se atreven a apostar?


Dos películas de estreno reciente en España tratan de reflejar dos realidades históricas a través del retrato, más o menos certero, de unos personajes por los que toman partido, adoptando actitu
des maniqueas: El viento que agita la cebada, de Ken Loach y Salvador (Puig Antich), de Manuel Huerga. Ambas presentadas con éxito en el Festival de Cannes, la primera ganadora de la Palma de Oro en la Sección Oficial y la segunda presente en la prestigiosa Un Certain Regard.

De Ken Loach ya conocemos su tendencia a inmiscuirse en el retrato de sus personajes dejando claramente palpable su posición ante los hechos que cuenta (El viento que agita la cebada tiene más de un punto en común con su tergiversada manipulación de la Guerra Civil española en Tierra y libertad). En este caso, mostrando los primeros pasos de la rebelión irlandesa contra la ocupación inglesa, que más tarde daría lugar, no lo olvidemos, a uno de los grupos terroristas mas sanguinarios de la reciente historia de Euiropa, Ken Loach y su guionista habitual Paul Laverty (marido de la actriz y directora española Icíar Bollaín), ofrecen una visión algo borrosa de la rebelión del pueblo irlandés, principalmente a través del dibujo de los soldados ingleses como perros ladradores (son constantes sus gritos y actitudes violentas) frente a la posición humanizada de las acciones terroristas (llegado el punto, en contra de sus propios vecinos) de los irlandeses.

Por su parte, Manuel Huerga ennoblece la causa protagonizada por el joven Salvador Puig Antich (dramáticamente convertido en símbolo de la rebeldía frente al régimen al convertirse en el último condenado a garrote vil de una dictadura agonizante), mostrando a la brigada policial que le detiene como brutales representantes de la represión, deshumanizados hasta extremos exagerados. Aunque, eso sí, trata de compensar con el retrato de un guardia de prisión (excelente Leonardo Sbaraglia) que se va humanizando a lo largo de la película, pero que resulta quizás el menos creíble de los personajes de esta historia.

Es legítimo, desde luego, que los autores de obras creativas tomen posiciones y dejen que se plasmen con transparencia en sus creaciones. Personalmente, sin embargo, creo que esta decisión lastra las pretensiones de películas como éstas que requerirían, a mi parecer, un necesario distanciamiento para dar mayor credibilidad a unos hechos que, recordemos, son históricos. Moldear héroes casi nunca ha servido para entender los acontecimientos históricos, y el paso del tiempo permite llamar a las cosas por su nombre y tener la posibilidad de transmitir la verdadera intensidad de personajes poliédricos que ni son ángeles ni son demonios.

Claro que si la manipulación puede resultar aceptable en la ficción del cine, sí que debería ser objeto de rechazo absoluto en la realidad, especialmente en los medios de comunicación, que estos días demuestran su descarado posicionamiento en los dimes y diretes frente a las teorías conspirativas de los atentados del 11 de Marzo. Resulta repugnante asistir al papel de correveidiles que adoptan la mayor parte de los medios, bien lamiendo la mano del gobierno actual, bien tratando de justificar las inauditas hipótesis de la oposición. En este sentido, sí sería necesaria una rebelión real en contra de la manipulación informativa.

La Academia de Cine ya ha elegido a las tres películas españolas entre las que tendrán que votar sus miembros para elegir a la representante para los Oscar de Hollywood: Salvador (Puig Antich), Alatriste y, por supuesto, Volver forman la terna de títulos que podrían optar a tal reconocimiento. Lo que demuestra al margen de los valores propios de las películas, la poderosa posición que las productoras Mediapro y Estudios Picasso han alcanzado en nuestro cine, uniéndose a la siempre aventajada de El Deseo. Las apuestas están abiertas.

07 septiembre, 2006

Alatriste, malos propósitos

El cine español se atreve a poner en marcha una gran producción que encima pretende convertirse en un éxito sin precedentes. El millón de espectadores que ha conseguido en su primer fin de semana, lejanas aún las recaudaciones (4,5 millones de euros) de los 24 millones de euros que ha costado, al menos parece haber logrado parte de sus objetivos.


Ahí está, precisamente, una de las incógnitas de Alatriste, producción que difícilmente resultará rentable aunque logre una taquilla sobresaliente en el único país en el que realmente parece tener posibilidad de interesar: España. Porque no estamos, como pudiera ocurrir con otras grandes producciones de países no muy dados a ellas como Polonia o Hungría, ante una historia fácilmente exportable (qué duda cabe que el éxito de sus precedentes literarios ha contribuido notablemente a la presencia de lectores-espectadores en los cines). En todo caso, al menos se demuestra que con la promoción adecuada, una producción española puede llenar las salas sin necesidad de pasar por festivales o ganar el Oscar, aunque esté producida (paradojas del actual sistema de producción) por dos multinacionales norteamericanas: 20th Century Fox y Universal.

En todo caso, lo mínimo que se le podría pedir a una película pretendidamente pomposa (el trasfondo de la época de Quevedo y el Conde Duque de Olivares) que se sostenga sobre una escritura de guión que sepa moldear historias de diversa procedencia (las varias novelas escritas por Arturo Pérez Reverte) para encontrar el equilibrio adecuado entre una historia de la España más oscura y cierta dosis de espectacularidad. Arduo trabajo que realmente no consigue su propósito, por mucho que se esfuerce Díaz-Yanes en tratar de introducir la máxima información posible. Mucha, desde luego, y muchas veces nada diáfana.

Pero Alatriste no pasaría de ser otro intento fallido de adaptación al cine desde la literatura, sin caer en el despropósito si no hubiera tal cúmulo de errores, de fallos de cásting, de cutres intentos vanos de hacer espectacular lo que solo se queda en pobre, de incapacidad para concretar el ritmo adecuado que no nos introduzca en el sopor... Y ahí surgen preguntas con difícil respuesta: ¿A quién se le ocurrió y por qué dar el papel de Bocanegra a la actruz Blanca Portillo? ¿Por qué algunas de nuestras supuestas estrellas, entiéndase Eduardo Noriega, Unax Ugalde... son tan pésimos actores si no están dirigidos con talento? ¿A qué se debe el empeño de tratar de otorgar espectacularidad a escenas de acción que no tienen acción? (en este sentido, habría que repasar una película tan certera como "A cock and bull story", de Michael Winterbottom, que precisamente incluye una discusión en un rodaje en el que se plantea si merece la pena o no rodar una batalla. Indispensable).

Tras numerosos descartes (Ennio Morricone, Howard Shore...) el importante trabajo musical de la película recayó en el compositor comodín de nuestro país. Como con José Nieto hace años, ahora parece que no hay otro músico en España que no sea Roque Baños para este tipo de proyectos. Escuchado al margen de la película, la música es acertada, hermosa, romántica, utiliza elementos sacados de su trabajo para Salomé, de Carlos Saura, que adapta con soltura a los pasajes de acción. En la película, la música molesta pero, sobre todo, está mal utilizada (ya ha denunciado Roque Baños públicamente que no se le permitió estar presente en las mezclas finales). Craso error, porque Díaz Yanes debe ser tan inútil (no creo que José Salcedo, excelente montador, tenga tan mal oido) como para desaprovechar una excelente partitura. El ejemplo más claro está en la escena del galeón, despropósito absoluto en el que la música aparece y desaparece sin ningún sentido. Y da la impresión de que Roque Baños, cuando la compuso, pensaba que las escenas de acción iban a ser más espectaculares de lo que son (si compones como para una batalla de El señor de los anillos y al final salen cuatro gatos dándose espadazos, la cosa se sale de tiesto).

Lástima la penosa impresión que nos ha dado esta película, porque si el cine histórico español está marcado por títulos como éste, mejor nos seguimos dedicando a las películas de Torrente. Solo destacar, porque hay que reconocerlo, el magnífico trabajo de fotografía de Paco Femenía al que, como a Roque Baños, se ha desbordado de talento para acabar desbordando un producto tibio).

30 agosto, 2006

El próximo cine

Como es habitual, los estrenos más esperados del cine español se quedan para la época otoñal, aprovechando que festivales destacados como San Sebastián o Valladolid peden servir de trampolín, pero sobre todo intentando encontrar hueco entre las grandes producciones de Hollywood. Desde Andalucía llegan este año proyectos que parten con premisas en principio atractivas.

Por un lado, Cabeza de perro, de Santiago Amodeo (LZ Producciones), que tiene a Juan José Ballesta y Manuel Alexandre como protagonistas; por otro, Ladrones, de Jaime Marqués (Maestranza Films), de nuevo con Juan José Ballesta como actor, esta vez junto a María Valverde. También podremos ver ¿Por qué se frotan las patitas? (LZ Producciones), debut en el largometraje de Álvaro Begines tras algunos cortos más o menos logrados, que supone una curiosa incursión en el terreno del musical (aquí protagonizado por unos okupas) pero con cierto gusto por la estética. Claro que con un reparto en el que “cantan” Lola Herrera y Antonio Dechent, no sabemos cómo se las ingeniaron para dar credibilidad a los play-backs.

TERROR EN LA PATAGONIA

Se rueda una de terror en Argentina. Mejor dicho, una “road-movie” de terror, que es como definen sus responsables a la película Noctámbula, que dirige el sevillano Paco Cabezas gracias a la ayuda del programa Ibermedia, que por primera vez concede apoyo a una producción de género. La andaluza Jaleo Films, las españolas Morena Films y Oberón Cinematográfica y la argentina Pensa & Rocca son las productoras que han puesto en marcha este proyecto que se rueda en diversas localizaciones argentinas como Cavihaue y Loncopue, justo en la cordillera de Los Andes, así como en Buenos Aires y Eceiza, para pasar luego a Sevilla, donde se ruedan los interiores.

Paco Cabezas, había dirigido Invasión travesti, una comedia de nimio presupuesto rodada en video pero que, lejos de su desparpajo cutre, daba vergüenza ajena, y el cortometraje Carne de neón, imitación poco inspirada del universo “tarantino”. Ahora toma las riendas de un proyecto algo más serio que cuenta la historia de dos hermanos que viajan por la Patagonia y descubren un diario que describe horrorosos crímenes, hasta que en su investigación acaban encontrándose (cómo no) con el impacto de las desapariciones que se produjeron durante la dictadura. El reparto lo forman Ruth Díaz, a la que podemos ver en la espantosa Locos por el sexo, de Javier Rebollo; y Javier Pereira, joven actor de eterna sonrisa que lleva un año bastante prolífico, y si no fuera porque las películas en las que ha trabajado, o no pasan del interés más o menos logrado, como Tu vida en 65 minutos, de María Ripoll, o son directamente mediocres, como Heroína, de Gerardo Herrero y Días azules, de Miguel Santesmases, acabaría siendo el actor español de moda.

ELSA PATAKY CONTRA LAS SERPIENTES

Tras la estela dejada por actores españoles que han conseguido ocupar un puesto importante en la industria de Hollywood (otra cosa es la calidad de sus trabajos), como Antonio Banderas o Penélope Cruz, continúan llegando a las pantallas norteamericanas rostros procedentes de nuestro país que intentan hacerse un hueco en tan monumental factoría de cine. Es el caso de Elsa Pataky que, amén de su supuesto idilio con Adrien Brody, se incorporó al reparto de una película de terror de serie B que llega ahora a nuestras pantallas: Serpientes en el avión, de David R. Ellis, film realizado con modestos recursos que solo tiene en Samuel L. Jackson su principal atractivo de cara a la taquilla. Claro que por la información que aparece este mes en las revistas españolas de cine, parecería que ha participado en una superproducción de Hollywood. Todo lo contrario, la productora confió en internet para elaborar una campaña de promoción sin altos costes. Pero aunque de la película se habló mucho antes de su estreno en Estados Unidos, y hasta la crítica fue benevolente, las cifras recaudadas no llegaron a las previsiones más modestas de la compañía. La presencia de Elsa Pataky, aunque muy promocionada en España, se queda en mera aportación secundaria. Vamos, que las serpientes salen más que ella en pantalla.

...Y OTROS ESPAÑOLES EN HOLLYWOOD

Manolete, la película de Menno Meyjes que parecía una agencia de contactos más que un rodaje (a tenor de los varios romances que la prensa rosa ha difundido por doquier), es uno de los proyectos pendientes de otra de nuestras actrices ya afincadas en Hollywood, Penélope Cruz. Mientras desde España ya se promociona una posible candidatura al Oscar por Volver (y eso que en Estados Unidos ni siquiera se ha estrenado), la actriz estrenará también Chromophobia, un drama británico de Martha Fiennes en la que le acompaña un notable reparto: Ben Chaplin, Ralph Fiennes (hermano de la directora), Ian Holm, Rhys Ifans, Kristin Scott Thomas...

Por su parte, el malagueño Antonio Banderas, repuesto de su penoso trabajo en Déjate llevar, estrenará este año Bordertown, de Gregory Nava, historia policíaca basada en la investigación de una serie de crueles asesinatos que tuvieron lugar en la ciudad fronteriza de Juárez. Jennifer López le acompaña en el reparto junto a otros actores españoles como Juan Diego Botto y cameos curiosos como el del cantante Juanes. Pero este año Banderas ha estado más dedicado a su segundo largometraje como director, El camino de los ingleses, que rodó en su ciudad natal.

Otros actores más conocidos por su talento que por sus relaciones amorosas y que han flirteado con Hollywood son Luís Tosar que ha hecho una breve aparición en la superproducción de escaso éxito Corrupción en Miami, de Michael Mann, o Javier Bardem, nominado al Oscar en dos ocasiones, y que vuelve a encarnar un personaje de carácter en la película de Milos Forman Los caprichos de Goya. Pero atención a los directores con los que tiene previsto trabajar en los próximos meses: Joel y Ethan Coen en No country for old men, Steven Soderbergh en Guerrilla, Mike Newell en la adaptación de la novela Amor en los tiempos del cólera, y Martin Scorsese en Silence.