24 julio, 2006

Más música de cine

Hablábamos en nuestro anterior artículo sobre los bandos, equipos y coleguitas que conforman buena parte de la afición por la música de cine en España. Mala señal para quienes simplemente pretenden disfrutar de un arte cada vez más popular. Y mucho nos tememos que estas "vendetas" vuelven a surgir tras la celebración del Congreso de Música de Cine de Úbeda.

Este fin de semana se ha celebrado el II Congreso de Música de Cine de Úbeda, iniciativa que alabamos y a la que deseamos no sea fagocitada por los vaivenes de la política (como otras en nuestro país), ya que básicamente se sostiene con dineros públicos y los que tenemos cierta experiencia en actividades culturales sometidas a los caprichitos de los políticos podemos garantizar que el patrocinio público es lo más desastroso (por suerte o por desgracia, SONCINEMAD, la otra propuesta de música de cine de este año, es totalmente de capital privado). En todo caso, suponemos que si hay alguna crítica a la organización del Congreso de Úbeda no serán tan sonoras ni tan voraces como las que recayeron como granizo helado sobre el Festival de Madrid.

La ventaja, en este sentido, de los de Úbeda es ese aire de compadreo que pulula por el encuentro, que sus organizadores denominan el "espíritu Úbeda" mientras que un amigo presente en el mismo lo calificaba como de "excursión de instituto". Lo cual es una virtud, sin duda, porque elimina todo ese aire altivo de los compositores de música de cine, muchas veces provocado por la equivocada divinización que de ellos hacen la mayoría de los aficionados a las bandas sonoras. ¿Se imaginan a Hans Zimmer jugando a los bolos con su guardaespaldas? Pero también hay que decir que una actividad cultural, si pretende tener algo más entidad que la de simple divertimento, debe también ejercitar cierta seriedad que no se puede tapar con colegueo.

Lo que resultaría poco lógico es que entre partidos de bolos y cañas de chocolate, se acabara solapando la necesaria reflexión en torno a los resultados del Congreso. Pero ¿alguien se preguntará en alguna Editorial si ha valido la pena el Congreso de Úbeda? ¿Alguien lanzará al aire la palabra "fraude" por haber pagado por ver dos conciertos y haber asistido sólo a uno?

¿Y por qué ese empeño (inútil, por otro lado) entre los organizadores de Úbeda de que a los invitados ni se les mencionara la existencia de SONCINEMAD? ¿Acaso temían comparaciones odiosas?

Y para que no quedemos como criticones, tras los tirones de oreja de nuestros anteriores comentarios sobre SONCINEMAD, hay que dar la enhorabuena a sus responsables por haber conseguido esas magníficas retransmisiones de los dos conciertos del Festival en TVE, aunque fuera a horas algo intempestivas y la información sobre los mismos haya brillado por su ausencia.

23 julio, 2006

La revolución ha llegado

Universal y Telefónica han anunciado esta semana un acuerdo para descargar películas a través de internet. La revolución de las nuevas formas de distribución da sus pasos lentamente, pero promete ir implantándose sin remedio en nuestra forma de consumir cine.

Otra cosa es que lo vaya a hacer pronto o tarde. Lo cierto es que ya no hay vuelta atrás. La mayor revolución de la historia que provocó la llegada de internet y la posibilidad de "globalizar" los contactos entre usuarios ha puesto en pie de guardia a distribuidoras de música y cine. Es más, empresas destacadas de telefonía móvil y nuevas tecnologías obtienen pingües beneficios con las descargas de música e información.

El cine, por su parte, lleva años experimentando con timidez algunos cambios, prometiendo otros y llevando a cabo ciertas pruebas para conocer las tendencias de los usuarios. Al margen de romanticismos hipócritas (aquellos cinéfilos que enfatizan el horror de la pérdida de las salas convencionales son precisamente los que se refugian mayormente en sus casas para deglutir sus películas preferidas una y otra vez, y por tanto, protagonistas también de esta revolución), lo cierto es que habrá que acostumbrarse (algunos ya lo han hecho) a ver cine de forma distinta a la habitual.

Se han desarrollado experimentos más o menos (más bien menos) logrados como la edición del DVD al mismo tiempo que el estreno en cines de una película, pero los ejemplos han sido tan poco atractivos para el gran público que no se pueden sacar conclusiones reales; habría que ver cómo funcionaría si lo hicieran con una película de Steven Spielberg, por ejemplo, o con la próxima entrega de "Harry Potter". Entonces sí se podría dilucidar si el público está dispuesto a comprar el DVD de la película que acaba de ver en los cines, o si le apetece verla simplemente en su casa.

Estos días se ha anunciado un acuerdo entre Teléfonica y Universal por el que las películas distribuidas por esta multinacional podrán descargarse desde una página web. Qué duda cabe que las descargas desde internet son el futuro (para muchos, el presente), y se remarca el hecho de que ahora sí los aficionados podrán hacer lo mismo que estaban haciendo, pero legalmente (¿estará incluido también el dichoso anuncio que compara a los usuarios de internet que descargan películas con ladrones, y que se incluye en todas las ediciones comerciales de DVD?).

Claro que las restricciones son notables, por ahora, y comenzar con "King Kong", una película que ya lleva meses en DVD tampoco es muy valiente que digamos. Pero está claro que veremos cómo la salida al mercado en formato DVD y las descargas legales serán simultáneas en un futuro próximo.

El problema, una vez más, son los canons, los derechos de autor, los precios en definitiva. Y, realmente, si descargarse la película "King Kong" cuesta 16,95 €, mientras que la edición especial en DVD está ya a 18 €: ¿qué gracia tiene la cosa? ¿Cuál es la ventaja? ¿Por qué los precios son parecidos si la producción de carátula, DVD, caja y demás elementos físicos son sustituidos por un simple archivo para el ordenador? ¿Es ésta otra tomadura de pelo como la de los CD de música?

Lo que sí parece una tomadura de pelo es la manía de algunos directores por marear al espectador con supuestas autorías visuales. La última película de Tony Scott, "Dominó" es el no va más de la banalización del estilo visual. La película acaba siendo confusa, no porque el guión sea muy elaborado, sino porque la forma de presentar las imágenes, a base de un montaje frenético y distintas tonalidades de imagen terminan por marear tanto que a uno le importa un carajo quién es Domino y si su historia está basada en hechos reales. Y Keira Knightley, mal que les pese a sus fans, no ayuda precisamente a hacer creíble el personaje, en una de sus interpretaciones menos convincentes. La película, por cierto, ha llegado a España con bastantes meses de retraso, ya que se estrenó en el mercado anglosajón en Octubre de 2005. Sus escasas recaudaciones en taquilla pueden haber sido la causa.

17 julio, 2006

Donde dije digo... (Rectificaciones)

Más tarde o más temprano tenía que pasar. Y aquí están las primeras rectificaciones de nuestro Blog sobre un (parece ser que polémico) artículo que publicamos la semana pasada en torno a SONCINEMAD '06.

Aunque eso sí, tenemos que aclarar que nuestras informaciones siempre provienen de fuentes muy cercanas a los fastos en cuestión. Tras una amable aclaración por parte de los responsables de SONCINEMAD, básicamente para puntualizar algunos detalles importantes, no nos duele en prenda rectificar las informaciones dadas:

  1. No es cierto que tuvieran que hacerse arreglos para facilitar el trabajo de la Orquesta de Chamartín con las partituras de Harry Gregson-Williams, sino que en todo caso se tomó la decisión por parte de la organización (no solo de los músicos) de eliminar pasajes como el mencionado de “Hormigaz” dada la lamentable ejecución de la orquesta.
  1. Los invitados no han salido tan disgustados de su experiencia y algunos de ellos prometen volver en próximas ediciones y han hecho buenas amistades en la organización. Nos alegramos, que la amistad es algo muy bonito.
  1. Nick Glennie-Smith no fue invitado a quedarse en casa sino que asumió por falta de presupuesto del festival su propio viaje y estancia. En todo caso, sí se tuvo que decir que no a Gabriel Yared cuando su confirmación llegó prácticamente agotado el presupuesto.

Hechas las aclaraciones, y al margen de evidentes divergencias en las opiniones expresadas en el artículo entre su autor y los organizadores del Festival, tampoco queremos convertir este blog en un “dimes y diretes” constante. Eso sí, al César lo que es del César. En todo caso, la participación está abierta para todos aquellos que quieran emitir sus comentarios, aclaraciones u opiniones.

Se acerca el otro evento músico-cinematográfico del año, el Congreso de Música de Cine de Úbeda, y ya comenzamos con las sorpresas. Nos quedamos en un solo concierto, frente a los dos que estaban previstos. Pero, con el programa que se promete ¿cuánto va a durar el concierto? ¿3 horas? ¿Y qué pasa con Lisbeth Scott, viene o no viene?

Sin duda, desde “En Primera Fila” venimos apoyando este tipo de iniciativas con el interés que siempre hemos mostrado por los acontecimientos que de verdad nos parecen meritorios. Y apostamos por la continuidad de estas dos iniciativas. De SONCINEMAD nos prometen continuidad (es más, parecen ya confirmados los conciertos del próximo año), y desde Úbeda esperamos que los apoyos públicos se mantengan.

Lo que lamentamos, como siempre hemos hecho, son los corrillos, equipos, facciones o como se les quiera llamar que existen entre los aficionados a la música de cine, muchas veces promovidos precisamente por profesionales que ponderan la difusión de la música de cine, lo cual es aún más lamentable. Los organizadores del Congreso de Úbeda y del Festival de Madrid no tienen por qué ser amiguetes, pero al menos no deberían darse zancadillas o pretender invitar a quien ya ha sido invitado para el otro encuentro. Es una cuestión de ética, simplemente.

Por cierto, notable la retransmisión de RTVE en sus Conciertos de la 2 (a las 8 de la mañana!!) del que dirigió Trevor Jones mascando chicle. Lástima que muchos aficionados no se enteraran del evento, y que la revista Scoremagacine, promotora del Festival, no haya tenido a bien informar desde sus páginas en internet de cuándo tendrían lugar las retransmisiones de los conciertos. Pero bueno, ya dijimos que la organización de estos eventos suele producir daños colaterales.

12 julio, 2006

Querer y no poder

SONCINEMAD 06 se convirtió en una cita con la música de cine cuya organización se escapó de las manos de sus responsables, en un "quiero y no puedo" que debe hacer reflexionar a quienes con tesón, pero sin un rigor organizativo, pretenden involucrarse en la celebración de eventos que con mucho superan las posibilidades de sus organizadores. ¿Habrán aprendido la lección?

Madrid se convirtió a principios de Julio en una cita ineludible con la música de cine, dada la lista de invitados que se anunciaban en diversas notas de prensa facilitadas por sus organizadores, con la muy solvente página web Scoremagacine a la cabeza. Allí estaba buena parte de la plantilla de la extinguida Mediaventures, con Harry Gregson-Williams y Hans Zimmer a la cabeza, además de otros ilustres músicos destacados del panorama de las bandas sonoras: Trevor Jones, Dario Marianelli, Christopher Young, Roque Baños...

No se trata aquí de elevar una crítica oscurantista al evento (como califican los organizadores a algunos comentarios negativos sobre el Festival, en una actitud que no creemos sea adecuada, teniendo en cuenta que desde la propia organización se reconocen los errores de bulto cometidos), sino de dejar patente el hecho de que que a veces la pasión cinéfila puede acabar por nublar la razón de unos, justo es reconocerlo, esforzados responsables que un día vieron cumplido su sueño de convertir Madrid en sede de la música de cine contemporánea, ocupando así el hueco dejado por los defenestrados encuentros de Sevilla y Valencia.

En cuanto a la repercusión del evento, no hay que minimizar su presencia en webs especializadas a nivel nacional (tampoco hay muchas) e internacional, reducto final de los aficionados a la música de cine pero, ¿de verdad el público en general se enteró de que tan renombrado grupo de músicos se pasearon por Madrid esos días? Las reseñas en medios generalistas de televisión, radio o prensa fueron más bien escasas, y para que esto no ocurra debe hacerse una apuesta clara por una Comunicación menos elitista, y por unas ruedas de prensa menos improvisadas.

En todo caso, no se debería negar desde la organización que estuvieron absolutamente desbordados por las circunstancias, desde el empeño de los colegas de Harry Gregson-Williams por acompañar a su compañero (algunos, "invitados" por la organización a quedarse en casa, decidieron pagarse su propio billete, como Nick Glennie Smith), hasta la penosa actitud de la Orquesta Sinfónica de Chamartín y el afán de protagonismo de su titular, Silvia Sanz Torre.

Pero eso también es un error de organización: descargaron en una orquesta incapaz de enfrentarse a composiciones tan elaboradas, el peso de un concierto que necesitaba mejores anfitriones. El desastre, de hecho, se veía venir desde los primeros ensayos, y cuentan que la "troupe" de Zimmer-Gregson Williams no quedó especialmente contenta.

Básicamente se trata de una cuestión de actitud. Si a los músicos de la orquesta no les gusta la música que van a interpretar y la titular no pone su empeño en que todo salga lo mejor posible, mal se empieza. De hecho, tras la llegada de un asistente de Harry Gregson-Williams días antes del Festival para coordinar el concierto saltaron las alarmas: ¡la orquesta no era capaz de ofrecer una mínima calidad de ejecución de las obras del compositor! Así, se puso en marcha una maquinaria de rescate del naufragio que, todo sea dicho, estuvo más liderada por los colaboradores de Gregson-Williams que por la propia organización del evento, ya por entonces desbordada ante tanto invitado "auto-invitado".

Lo primero que hubo que hacer fue realizar arreglos especiales de los temas que se iban a interpretar para dejarlos más "sencillitos", por decirlo de una forma coloquial, y que la muy joven (demasiado) Orquesta de Chamartín fuera capaz de interpretarlos. Ni qué decir tiene que estos cambios mosquearon un poco más a los miembros de la orquesta. Aún así, algunos temas acabaron cayéndose del programa: "Hormigaz", por ejemplo, que Harry Gregson-Williams confesó después del concierto que había sido incapaz de salvar, y se redujeron algunas suites.

Lo siguiente, que el propio Harry Gregson-Williams dirigiera la orquesta, para sacar el mejor partido a su música. Pero ahí se encontró con la actitud, creemos que poco profesional, de la titular, que se negó en rotundo a que éste cogiera la batuta. Tras dimes y diretes, y por resumir, se llegó a un acuerdo de consenso según el cual parte del concierto lo dirigiría Harry Gregson-Williams y parte, Silvia Sanz.

Mientras, Hans Zimmer y sus colegas iban disgustándose con la organización del evento, día sí, día no, conscientes de que eran invitados de lujo a los que había que tratar como tales (pecaron los organizadores de una ingenuidad de principiante cuando pensaron que si invitas a Hans Zimmer éste se iba a ir solito a visitar los monumentos de la ciudad). En todo caso, justo es reconocer que, frente a la destacada humildad de Dario Marianelli, Christopher Young, Trevor Jones o Jim Dooley, la actitud de Hans Zimmer era más bien de estrella de Hollywood (bueno, al fin y al cabo lo es, ¿no?), y aparte de su muy mencionado guardaespaldas, parecía atónito ante la desorganización que estaba presenciando en un acto que le promocionaron como el gran encuentro de la música en España.

No hubo quejas, sin embargo, ni con la actitud ni con la ejecución de Trevor Jones y la Orquesta de RTVE (por cierto, ésta, mil veces más prestigiosa que la otra, dirigida por el propio compositor sin polémicas de titularidad). Pero claro, son otros niveles. Aunque la negativa de la Orquesta a preparar dos conciertos en tan poco tiempo fue la que provocó en realidad que se tuviera que recurrir a la de Chamartín. También es cierto que desde supuestos músicos de la Orquesta de RTVE se han vertido críticas muy duras sobre la profesionalidad de Trevor Jones, ausente a la hora prevista del último ensayo y, a pesar de las informaciones que publicó la propia organización, ausente también en la semana previa al encuentro, con unos pretendidos ensayos que, según estas fuentes de la propia orquesta, nunca se produjeron.

Muy altos vuelos se marcaron los organizadores de SONCINEMAD '06 desde el principio (quizás demasiados), en una especie de competición con el Congreso de Úbeda para ver quién se traía a más compositores (éstos, los organizadores de Úbeda, también están elevando tanto sus pretensiones que quizás veamos un nuevo aterrizaje forzoso dentro de unos días). Humildad es lo que se le pide a los compositores de cine para encontrarse con sus fans (al menos, la desorganización permitió que los músicos, perdidos a veces sin saber qué hacer, estuvieran a mano de sus seguidores), pero también debe pedirse a los organizadores de un evento que, autodenominado Festival, hubiera requerido equipos bien armados de transporte, relaciones públicas, prensa, producción, invitados y administración. Nada de eso se vio este año.

El Festival, ni qué decir, ha salido económicamente negativo para sus responsables. Esperamos su continuidad, por supuesto, pero también una gestión más coherente. Daños colaterales: la organización de estos eventos dilapida la importante labor que sus responsables realizan en sus respectivas revistas especializadas: Scoremagacine y bsospirit, por ejemplo, llevan semanas sin actualizarse adecuadamente.

03 julio, 2006

El Día del Orgullo

El Día del Orgullo (Gay) es una reivindicación envuelta en aires de fiesta, pero también ha sido fagocitado por el merchandising comercial, como el Día de la Madre o el Día de los Enamorados.


Estos días se ha hablado mucho de bodas gays, de separaciones gays, de militares gays... Tanta parafernalia para celebrar el Día del Orgullo, una reivindicación envuelta en aires de fiesta que no ha podido (o no ha querido) abstraerse de la aventura comercial, y ha sido fagocitada por el merchandising, como lo han sido también el Día de la Madre o el Día de los Enamorados.

Tan es así, que cadenas de televisión como Cuatro aprovechan la coyuntura para estrenar la serie Queer as folk, una provocativa incursión en el mundo homosexual que se atrevieron a producir en Inglaterra primero y en Estados Unidos después. Luego dirán que si la sociedad norteamericana es retrógada. Pues será todo lo retrógada que se quiera, pero dudo mucho que a ningún productor español se le hubiera ocurrido meterse en un berenjenal como éste, mostrando de forma más o menos explícita (muy explícita si hablamos de televisión) la vida sexual de un grupo de gays. Y mucho menos a una cadena de televisión en España se le hubiera ocurrido estrenarla. Aquí andamos aún con eso de incluir el personaje "maricón" políticamente correcto en la serie de turno, siempre en tono cómico, claro.

El caso es que, después de haber pasado por las manos de Telecinco sin atreverse a estrenarla, finalmente los derechos de emisión han acabado en Cuatro, y bienvenidas sean las nuevas televisiones si en vez de emitir deporte a todas horas, al menos sirven para que veamos una serie de culto. Aunque eso sí, con seis! años de retraso. Recordemos que la serie original, creada en Gran Bretaña, se estrenó en 1999 y constaba solo de 8 episodios. Después hicieron una secuela en 2000 en forma de miniserie en dos partes. Y ese mismo año en Estados Unidos se estrenó la que ahora podemos ver en Cuatro y que duró cinco temporadas, hasta 2005. Lo dicho, de plena actualidad, vamos.
Otra cosa es que la serie sea para tanto. Desde luego, hay que alabar la valentía de unos productores que hace seis años estrenaron un producto tan visualmente explícito en cuestiones de sexo (los de la fotografía no son los protas de Brokeback mountain, aunque cabalguen igual). Pero vista en la actualidad, cuando tantas cosas han cambiado, la cosa queda un poco sosilla. Esto no quiere decir que no tenga su lado provocativo. Pero la serie poco aporta en cuanto a "normalización", esa palabra tan fea y tan sobada por el colectivo gay. Porque está repleta de los mil topicazos de siempre sobre los homosexuales. En su momento se criticó la imagen de promiscuidad que se daba de sus protagonistas, o el hecho de que todos tengan un nivel de vida que ya quisieran muchos heteros. Pero bueno, si la serie se centra en el sexo, pues vale. Aunque los diálogos no tienen ni de lejos el ingenio de, por ejemplo, los de "Sexo en Nueva York". Y a pesar de que los tres primeros capítulos estaban dirigidos por Russel Mulcahy (recordemos, el director de "Los inmortales") a mi me pareció visualmente bastante pobre, y las escenas de sexo tienen un poco el aire de las malas películas eróticas de los 70.

Claro que uno también se sorprende de lo conservador que es el cine y la televisión recientes, cuando revisiona películas como Delicias turcas, de Paul Verhoeven, que estos días se edita en DVD, incluyendo interesantes comentarios del director. Y es curioso ver lo explícito de la desnudez de los protagonistas (un jovencísimo Rutger Hauer, que aquí vemos a punto de merendar) cuando difícilmente en una película hecha en la actualidad (ni siquiera en España), podríamos ver esas dosis de carne humana. Recomiendo especialmente retomar una película como ésta, que nos devuelve al buen cine hecho con cuatro perras (me refiero al dinero, claro).
También se apuntan a la moda gay las distribuidoras de DVD, que estos días sacan su fondo del armario (nunca mejor dicho). Ahí están por ejemplo las ediciones de La pirata, de Jacques Doillon, High Art, de Lisa Cholodenko, o Stonewall, sobre la manifestación que precisamente dio pie a la celebración del Orgullo Gay. Pero, sobre todo, se estrena Party monster, una locura queer de 2003 que pude ver en su presentación en el Festival de Berlín y que vuelve a engrosar la lista de películas hechas con poco dinero y mucho desparpajo imitando al John Waters de la etapa con Divine, aunque lejos de la gracia que aquellas tenían. Por lo menos ésta queda para ver a Macaulay Culkin (en la foto, el de la izquierda, con esa pinta de Pippi Calzaslargas a punto de salir del armario) haciendo de petarda total, y solo por eso merece la pena aguantar unos minutos la película.


Pero para gay, nada como una historia sobre militares. Tantos cuerpos en el vestuario curtidos a base de ejercicio y de insultos de sus superiores, tanta testosterona lanzada a golpe de flexiones, tanto macho y tantas armas... Y si encima los marines practican el boxeo, eso ya es el no va más de la orgía homosexual. Eso es lo que nos ofrece Annapolis, película protagonizada por James Franco, el sucesor del Duende en la serie cinematográfica Spiderman, cuya fecha de estreno en España se ha quedado en standby, quizás por eso de que ni siquiera en Estados Unidos, tan dados a este tipo de cine de reivindicación del "Todo por la patria" haya tenido éxito. Aquí hay lo que hay, otro cúmulo de topicazos sobre el esfuerzo de un muchachote empeñado en graduarse en la Escuela Naval, aunque parece que nadie quiere que lo consiga. Un bodrio, vamos, pero si yo tuviera un videoclub, lo acabaría colocando en la sección de cine gay.