31 julio, 2010

El hermano mayor del pulpo Paul

El cine es una industria que da para mucho. Tanto, que hasta pueden llegar a sobrevivir, en época de crisis, productoras que básicamente se dedican a realizar bodrios que, eso sí, tienen la gracia del despropósito y la desfachatez de la serie Z. Para una sesión de tarde fresquita con los amigos las producciones de The Asylum son perfectas para pasarlo bien y convencernos de que hacer cine no es tan fácil como parece. 

Para muchos, The Asylum es básicamente una fábrica de mierda. Sin embargo, tiene algo que gente como Uwe Boll, por ejemplo, no conoce: la honestidad de no ocultar su desvergüenza y su falta de medios. ¿Para qué tratar de hacer películas serias si sabes que no tienes ni el talento ni la capacidad financiera que necesitas? Así que The Asylum se dedica principalmente a fusilar éxitos comerciales para tratar de sacarles el rédito de las migajas. De esta forma, en su sorprendentemente amplia lista de películas encontramos títulos tan descarados y al mismo tiempo tan divertidos como Transmorphers, Alien vs. Hunter, The Terminators y, para rizar el rizo del original, Bram Stoker's Dracula's Curse. Y no podemos olvidarnos que en la actualidad preparan Sherlock Holmes (que solo con ver el trailer da grima) y Titanic 2.

La sutileza, desde luego, no es la principal virtud de esta productora asentada en California que fundaron en 1997 un trío de productores inefables: David Michael Latt, David Rimawi y Paul Bales, y que se jacta de producir unas 15 películas al año.

Pero lo que ha acabado dando cierta personalidad  a The Asylum son sus producciones "originales", sus franquicias de catástrofes y monstruos que se caracterizan por unos increíbles "defectos" visuales y por una poca vergüenza que va más allá de todo entendimiento. Entre ellas destacamos la singular Mega shark vs. Giant octopus (Mega tiburón contra el pulpo gigante), que a la postre se ha convertido en una de sus producciones de más éxito, por supuesto en el mercado del DVD y bluray. Producida el año pasado y protagonizada por Deborah Gibson (una cantante chunga de los ochenta) y un Lorenzo Lamas que ya sólo da para este tipo de películas, Mega shark es recomendable para ver en compañía de amigos o de una botella de ron.

La historia comienza de golpe, para dar cera en los primeros minutos, cuando un tiburón y un pulpo gigantes prehistóricos son descongelados tras unas pruebas militares que no se sabe por qué se hacen ni a qué vienen. Da igual. Así que a los 2 minutos de película ya tenemos a los monstruos sueltos y en el minuto 15 se produce la escena más descacharrante cuando el tiburón se devora, no un transatlántico, ni una playa de turistas, sino ¡un avión en pleno vuelo! Lástima que los productores hayan querido compensar la presencia de tan insignes estrellas del cine (la cantante chunga y el rey de las camas) a base de diálogos imposibles (atentos a la primera intervención de Lorenzo Lamas), y no se repitan despropósitos como éste, porque entonces Mega shark se convertiría en un clásico para nosotros. Pero algunos momentos, como la persecución final y la lucha entre el calamar y el tiburón resultan tan absurdos que mantienen el nivel de sorpresa. 

The Asylum es especialista en esto de los mega-bodrios, y ya el año pasado estrenaron Megafault (2009), sobre un terremoto mega-puñetero y este año presentan Megapiranha (2010), sobre una piraña mega-cabrona. 

Curiosamente, The Asylum ha sufrido en sus propias carnes la misma estrategia que ellos vienen realizando. El éxito de Mega shark vs. Giant octopus ha propiciado que la cadena de televisión Syfy acabe de estrenar otra serie Z más rebuscada si cabe que lleva por título Sharktopus (no hace falta explicar por qué, ¿no?), con la presentación de Roger Corman como reclamo y con Eric Roberts como el "estrellado" invitado. Estaremos atentos a ella y veremos si se encuentra a la "altura" de las producciones de The Asylum.

29 julio, 2010

Nos vamos al teatro

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

Cada año presentamos En Primera Fila las mejores bandas sonoras del teatro musical, aprovechando las nominaciones de los Premios Tony, que se conceden en Broadway. Este verano sin embargo, aunque nos acercaremos a alguna obra musical de actualidad en los escenarios teatrales de Londres y Nueva York, hemos querido introducirnos en la ceremonia de los Tony para escuchar estas obras tal y como se interpretaron en el Radio City Music Hall durante la entrega de los galardones más importantes del teatro en Estados Unidos. 

La temporada no ha dado estrenos especialmente impactantes como otros años, quizás motivado por la crisis que también ha afectado al número de espectadores. Sólo títulos como Fela!, en torno al controvertido creador del afro-beat, Fela Kuti o Memphis, sobre la música negra de los años cincuenta, que ganó finalmente el Tony al Mejor Musical, han sido bien acogidos por la crítica, aunque quizás no tanto por el público. 

Este año está marcado por cierta nostalgia, o mejor dicho, cierto revival, con muchos sonidos de los años cincuenta (musicales como Memphis o Million dollar Quartet), y reposiciones que han acabado resultando lo más interesante de la temporada, especialmente La jaula de las locas, con Kelsey Gramer, y A little night music, con una Catherine Zeta-Jones que cada vez se cree más una dama del teatro, cuando no lo es, y Angela Lansbury, que sí que es una institución en los escenarios.

Ni siquiera estrenos como la adaptación de La familia Addams o el musical basado en el disco American idiot de Green Day han terminado despertando el interés de los aficionados. 

En Primera Fila presentamos algunos de los momentos más destacados de la ceremonia de entrega de los Tony Awards.

27 julio, 2010

Música para jugar

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

En Primera Fila es un programa con pocas limitaciones musicales. Aunque miramos principalmente al mundo del cine, no olvidamos la influencia y la retroalimentación que otras artes audiovisuales (la televisión, el circo, el teatro musical, los videojuegos...) tienen en relación con la gran pantalla. Por eso en nuestro espacio radiofónico presentamos habitualmente los últimos trabajos musicales realizados para el mundo de las consolas, donde es cada vez más habitual la presencia de compositores de bandas sonoras cinematográficas, pero que también propone interesantes acercamientos sonoros por parte de músicos que se mueven principalmente en el terreno de los videojuegos. 

En el primero de los programas que este verano dedicamos a este formato nos acercamos a las bandas sonoras de los últimos lanzamientos que han surgido en la tan rentable industria de ocio. Por un lado, las espectaculares composiciones corales de Cris Velasco, Mike Reagan y Scott Morton para Darksiders, un juego de acción en tercera persona con apocalipsis y demás lindezas rodeando al protagonista; y de Garry Schyman para Dante's inferno, una de las sorpresas del año. 

Garry Schyman también es el autor de los excelentes trabajos de la serie Bioshock, cuya segunda parte presentamos en este breve recorrido por algunas de las partituras más interesantes del año. E introducidos ya en sonidos más electrónicos, menos grandilocuentes, destacamos la música de la última entrega de Splinter cell, escrita por Kaven Cohen y Michael Nielsen, con la colaboración de DJ Tobim, uno de los habituales en esto de las bandas sonoras para videojuegos. Música urbana, algo repetitiva pero efectiva. 

Para cerrar el programa, nos acercamos a uno de los mejores trabajos del año, junto a Heavy rain. Se trata de la música de Petri Alanko para Alan Wake, posiblemente el lanzamiento mejor valorado de esta temporada, aunque sólo disponible en Xbox. Las propuestas que pasan por plantear investigaciones policíacas con un look cinematográfico han encontrado un hueco destacado en el campo de los videojuegos, y la interactividad de los jugadores en la toma de decisiones (aunque ésta acabe siendo todavía algo limitada) supone un aliciente especial. El límite entre el cine y el videojuego es cada vez más sutil, y Alanko demuestra que a veces se pueden crear trabajos musicales que nada tienen que envidiar a las más destacadas bandas sonoras para la gran pantalla.

25 julio, 2010

¿Kárate qué?

La moda de los remakes vuelve a los cines. Muchas veces con resultados mediocres, como El equipo A, y también con tanta ambición como escaso sentido del ridículo, como en The karate kid

A una película que toma como base otra película o serie anterior lo mínimo que se le puede pedir es que tenga al menos la honestidad para plantear aspectos diferentes sin menospreciar los valores de la original. Cuando la intención, sin embargo, es tratar de superar el original a base de alargar la duración, aumentar cierta espectacularidad e introducir tramas paralelas porque sí, hay que ser muy talentoso para encontrar el punto adecuado de equilibrio entre la infidelidad al original y cierto aire referencial. En el caso de El Equipo A la fórmula pasa por parecerse lo suficiente a la serie (los personajes y ese aire alocado que tenía) pero tratando de ofrecer lo que aquélla no podía. El resultado es decepcionante porque, en la búsqueda de la acción por la acción, la película se acaba convirtiendo en una retahíla de vaivenes sin sentido que termina por aburrir. 

El caso de The karate kid es peor. La película original no es que fuera una maravilla, pero tenía esa mezcla adecuada entre lo comercial para un público juvenil y la condición de producto con pretensiones de encontrar un lugar en el panorama cinematográfico. Y sin duda lo consiguió. Ahora, esta versión actualizada llega con cambios y con una propuesta que pasa por tratar de ofrecer un producto más acorde con los nuevos tiempos. 

Algunos de estos cambios no se entienden, la verdad. Que se haya sustituido a un adolescente por un niño de 12 años sólo se explica por dos razones: 1. Porque se busca "infantilizar" el argumento; 2. porque es la edad que tiene el hijo de Will Smith y Jada Pinkett Smith, los productores. Sea uno u otro caso, y por mucho que sitúen la trama en un país donde el protagonista se siente desplazado, el cambio no tiene demasiada justificación. Se ha dicho que en esta película por fin se ven peleas de verdad, no como las que se mostraban en las cintas originales. Sin embargo, precisamente el hecho de rebajar la edad del protagonista acaba siendo un lastre para los combates, que resultan sosos y sin efectividad dramática.

Tanto los productores como el director han conseguido, eso sí, algo que parecía imposible. Que la película resulte aburrida en buena parte de su metraje. Entre tramas tontas de pseudo enamoramiento interracial, lloriqueos varios de integración difícil y postalitas turísticas de China, la película sólo levanta el vuelo cuando aparece Jackie Chan, ese clásico del cine comercial a pesar de sus notables despropósitos en los últimos años, que sin embargo, acaba siendo el mejor sucesor de Pat Morita. 

Lo de trasladar la historia a China es otra sinrazón. Por un lado, por la muy comentada contradicción con el título, ya que el protagonista acaba practicando kung-fú (el arte marcial chino). Y uno se pregunta si no hubiera sido más fácil que la historia se hubiera desarrollado en Japón (cuna del kárate), y así no habría ningún problema.

Lástima querer hacer un remake más ambicioso, espectacular y comercial que el original y quedarse sólo en una película más larga, tediosa y pretenciosa que la antecesora. 

21 julio, 2010

Toy story 3: Un nuevo clásico

Con Pixar uno siempre tiene la sensación de que no pueden llegar más lejos. Toy story 3 es otro de esos clásicos que terminarán por engrosar la larga lista de méritos de Pixar.

Hasta el infinito y más allá
Los responsables de Pixar se lo han pensado mucho antes de lanzar la que se ha anunciado como última entrega de Toy story (1995), esa película con la que John Lasseter, Andrew Stanton y sus artistas comenzaron una revolución en el mundo del cine de animación, demostrando que el agotamiento de Walt Disney no era una crisis de género, sino una apatía provocada por la falta de talento. Sí, la animación podía atraer a públicos infantiles y adultos si se volvía a historias escritas con alma. Y ése fue al regreso a un resurgimiento que permanece hasta nuestros días. 

Con Pixar uno siempre tiene la sensación de que no pueden llegar más lejos. Que Wall-e no podía ser mejor que Ratatouille, que Up no podía superar a Wall-e, que Toy story 3 no podía ser más divertida y más emotiva que sus antecesoras. Y hasta el momento uno se alegra de equivocarse. La tercera parte de las aventuras de Woody, Buzz y sus inolvidables acompañantes es otro de esos clásicos que terminarán por engrosar la larga lista de méritos de Pixar. Se puede comparar con Toy story y decir que le falta algo del sarcasmo que tenía aquélla; o con Toy story 2 y decir que deja desdibujados algunos personajes. Pero esta tercera parte tiene todo lo que esperábamos "hasta el infinito y más allá". 

El osito menos cariñoso
Lo bueno que tienen las películas de Toy story es que, independientemente de que se trate de secuelas con personajes ya conocidos, casi se podrían ver como películas unitarias. Evidentemente, Toy story 3 conecta con las anteriores en la evolución de los personajes, pero si no existieran las anteriores ésta podría ser perfectamente una película unitaria, que funcionaría igual de bien sin sus antecesoras. Porque, aunque la historia provenga del conocimiento de estos personajes, una vez que empieza y se introducen los nuevos (magnífica creación de Lotso Abracitos, con su background emocional, de un Ken desternillante y sobre todo de un bebé que resulta tan terrorífico como conmovedor...) la película adopta su propia personalidad. 

Ken luciendo palmito
Pero, al margen de que resulte divertida, entretenida o trepidante, Toy story 3 retoma esa lectura adulta hacia la infancia. Y en este caso ofrece una inteligente descripción de ese proceso difícil que separa la niñez de la madurez. En ese sentido, su historia tiene tanta profundidad como la primera, y consigue cerrar la trilogía con uno de los finales más emocionantes que hemos visto en mucho tiempo. Si en Up o en Wall-e quizás podía faltar un desarrollo menos previsible del tercer acto, la conclusión de Toy story 3 es perfecta. Y no sólo lo es para cerrar la serie, sino también, por qué no, para continuarla. Ahí está el talento de Lasseter, Stanton y Unkrich como argumentistas y del guionista Michael Arndt (perfecta elección de quien supo divertirnos y emocionarnos también con Pequeña Miss Sunshine). Porque, si consiguieran historias tan redondas como ésta, no nos importaría seguir asistiendo a más aventuras de Woody y Buzz en cuartas, quintas o sextas entregas. 

Nota: Hay dos formas de disfrutar de Toy story 3 plenamente, dada la distribución necia en nuestro país: 

1. Viéndola en formato 3D, deleitándose con la profundidad de campo que aporta la técnica, pero con el hándicap de un doblaje que, a pesar de nombres perfectos como José Luis Gil (gran actor, gran doblador) tiene intrusos sorprendentes (¿Alex de la Iglesia? ¿Manu Carreño?). 

2. Viéndola en versión original, con todos los matices de las voces principales (Tom Hanks, Tim Allen, Michael Keaton...) y con esas maravillosas secuencias en español, pero sin posibilidad de disfrutar del 3D. 

Yo recomiendo las dos.

20 julio, 2010

Melodías desde Grecia

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

Nuestra cita con la música de cine nos acerca a una de las pocas mujeres compositoras que han conseguido mantener una carrera solvente en el mundo del cine, aunque su trabajo no se circunscribe exclusivamente a la gran pantalla. Eleni Karaindrou tiene un sonido característico, repleto de melodías que te atrapan y siempre conectadas con la tradición musical de Grecia. Su colaboración con Theo Angelopoulos a lo largo de todos estos años ha dado lugar a bandas sonoras inolvidables como Paisaje en la niebla o La mirada de Ulises. Nuestro recorrido de esta semana pasa por dos de sus últimos trabajos para la televisión y el cine. 
 
Por un lado, la serie To 10, una producción de 13 episodios que se estrenó en 2007 y que contiene una extensa banda sonora que discurre principalmente en conexión con los sonidos que surgen del profundo conocimiento del folclore musical mediterráneo que caracteriza las composiciones de Eleni Karaindrou.

En el mismo programa, presentamos la última colaboración con el director Theo Angelopoulos para su película Dust of time, que protagoniza Willem Dafoe, y que pertenece a la trilogía en la que el realizador griego viene haciendo un repaso a la historia de su país. Aquí la música de Karaindrou, como en la mayor parte de sus trabajos para Angelopoulos, sigue los cauces melódicos que la han convertido en una de las compositoras más destacadas del cine europeo. Acercándose a algunas tonalidades que introducen elementos jazzísticos, pero manteniendo esa capacidad para engancharnos a través de temas de gran belleza.

Eleni Karaindrou sigue dándonos muestras de su capacidad para atrapar las emociones a través de la música. Por eso esta semana, en este homenaje que hacemos a una Grecia que intenta salir de la bancarrota, nos dejamos llevar por sus melodías.


Ambientando a Orwell

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento. 

Una de las películas de animación más interesantes de los últimos años es Metropia, una fantasía furista y fatalista realizada por el sueco Tarik Saleh. Visualmente fascinante, narrativamente irregular y visionariamente depresiva, Metropia habla de una Europa en crisis y sometida al poder de una empresa multinacional. Nada nuevo bajo el sol. Pero en estos tiempos de reivindicación de la identidad, resulta interesante como reflexión en torno a un futuro que, sin embargo, tiende a lo contrario. O lo que es lo mismo, mantener la independencia con mentalidad globalizadora.  Algo así es lo que se muestra en esta Europa atravesada por túneles de metro que conectan las principales ciudades. Y algo así es lo que reflejan estas mentes manejadas por sus propios sueños. 

La música que presentamos En Primera Fila tiene también ese componente de fusión entre lo ambiental y lo minimalista. Krister Linder es un dj y cantante sueco que ha colaborado en otras producciones del director, aunque su paso por la música de cine es más bien anecdótico. En Metropia compone una mezcla de sonidos electrónicos que nos acercan a esta Europa del futuro reciente, en uno de los trabajos más destacados del panorama musical. Ambientación hipnótica que nos presenta una mirada pesimista, casi industrial. 

16 julio, 2010

Turismo de cine en horas bajas

Este fin de semana la taquilla norteamericana ha resultado venenosa para el Ayuntamiento de Sevilla. Mientras se vendía el rodaje de Noche y día como la gran promoción internacional de la ciudad, los resultados han acabado convirtiendo a la película en uno de los mayores fracasos de la carrera de Tom Cruise.

 Resulta curioso cómo los discursos políticos pueden acabar siendo devorados por la cruda realidad sin que quienes dijeron esas palabras se den por aludidos. El rodaje de una superproducción como Knight and day (juego de palabras un poco absurdo que en España directamente se ha traducido como Noche y día), en Sevilla y Cádiz sin duda dejó beneficios económicos a la ciudad (o no, porque no se sabe bien cuál ha sido el balance entre los perjuicios provocados y los beneficios conseguidos). En todo caso, siempre resulta atractivo para una ciudad que, a pesar de los inconvenientes que pueda provocar, sus calles sean tomadas durante algunos días por el complejo y deslumbrante negocio del cine. De todas formas, no faltaron críticas contra esta invasión yanqui (por parte de ese sector que sin embargo suele poner siempre a Estados Unidos como ejemplo de todo), seguramente porque siempre viene bien lanzar órdagos contra el que manda.


El problema surge cuando quienes responden a esas críticas son los políticos. A los voceros del Ayuntamiento (entre ellos el alcalde) no se les ocurrió otra cosa que, alimentados por la sonrisa "profident" de Tom Cruise, afirmar que el rodaje de Noche y día en Sevilla iba a suponer una promoción gratuita inmensa para la ciudad, dado el éxito que se esperaba de esta superproducción que, eso sí, no ha cosechado críticas excesivamente negativas. Pero, claro, vender que tu ciudad va a promocionarse en todo el mundo de forma masiva y comprobar al final que esa promoción es bastante más justita de lo que se había anunciado, acaba convirtiéndose en un quiebro difícil de solucionar. 

La prensa especializada estadounidense discute estos días sobre por qué una película que tenía, a priori, los ingredientes prefectos para convertirse en un éxito, ha acabado resultando (a la espera de su estreno internacional) uno de los fracasos más estrepitosos del año. No, no resulta exagerado si tenemos en cuenta que hasta el Vicepresidente de Marketing de la Fox ha salido a la palestra pidiendo perdón y asumiendo toda la responsabilidad por el mal camino que lleva la película en taquilla. Tampoco resulta exagerado cuando la prensa ha afirmado que Paramount, la productora de la que sería próxima secuela de Misión: Imposible ha estado muy atenta a las recaudaciones de Knight and day y que se podrían tomar decisiones drásticas en los próximos días. La razón es que la tercera entrega de la serie recaudó bastante menos que las dos anteriores, y que una producción de perfil parecido no termine de arrancar no es buena señal para arriesgar el dinero.  


Pero, ¿cuál es el auténtico fracaso de Noche y día? Pues básicamente, que una película con un presupuesto aproximado de 150 millones de dólares recaude tan sólo 20 millones en su primer fin de semana. Teniendo en cuenta que para que una producción de Hollywood salga rentable debe recaudar el doble de su presupuesto, el panorama resulta desalentador. 

Para entenderlo mejor, pongámoslo en su contexto: 1. Toy story 3, el gran éxito del fin de semana, recaudó la friolera de 60 millones de dólares. 2. Grown ups, la comedia protagonizada por Adam Sandler destinada a un perfil de público parecido al de Noche y día, consiguió el doble, unos 40 millones. 3. Misión imposible III, que se considera un relativo fracaso, recaudó unos 47 millones en su primer fin de semana.


Dados los resultados, y las escasas opciones que tiene la película de alcanzar esos mágicos 100 millones de dólares que separan los éxitos de los fracasos, el argumentario de los políticos sevillanos según el cual la promoción que se iba a hacer de la ciudad iba a resultar espectacular se les ha venido abajo. Ahí se han tenido que tragar sus palabras, y esperemos los resultados de la taquilla internacional, no vaya a ser que también se las metan por el culo.

Al margen de los bocazas municipales, lo que también resulta sorprendente es el cabreo generalizado entre muchos espectadores sevillanos sobre la imagen de la ciudad que se presenta. Una cosa es que los políticos tengan que justificarse aunque sea a base de decir estupideces, pero otra es que realmente se busque algo de verosimilitud en una película que comienza con el protagonista cargándose a todo bicho viviente y haciendo aterrizar un avión de pasajeros en medio del campo. Sí, salen los Sanfermines en Sevilla, pero también aparece como elemento fundamental de la trama una pila mágica que es capaz de dar energía hasta el infinito. En Lawrence de Arabia la Plaza de España era un cuartel del ejército en Egipto; en El ataque de los clones era el planeta Naboo. Noche y día no se toma en serio a sí misma, así que no tratemos nosotros de tomárnosla más en serio que los guionistas.

15 julio, 2010

Sonidos desde la factoría de Hans Zimmer

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento. 

Nuestro programa está siempre atento a los trabajos musicales que salen de la factoría de Hans Zimmer y que, a pesar de estar firmados por el compositor alemán, son en realidad un trabajo colectivo en el que su presencia se limita en algunos casos a la creación del tema principal. Así ocurre en la banda sonora de la miniserie The Pacific, que le ha valido a Zimmer y a los dos músicos principales, Geoff Zanelli y Blake Neely, una nominación a los Premios Emmy. El trabajo de ambos, y el tema principal creado por Hans Zimmer, es sobrio, serio y de ejecución impecable, con aportaciones melódicas que acompañan esta historia bélica sobre la Segunda Guerra Mundial. Como siempre, la envoltura sonora funciona especialmente bien en su contexto, acompañando a las espectaculares y al mismo tiempo emocionantes imágenes de cada uno de los diez episodios de la serie. 

Por otro lado, nos acercamos en nuestro programa a la música de la película-telefilme Henri 4, en torno a la figura del rey Enrique de Navarra. Coproducción entre Alemania y España, este trabajo está principalmente compuesto por Henry Jackman, con alguna aportación de Hans Zimmer. De nuevo nos encontramos con una composición sobria que se sostiene en voces corales y en alguna que otra concesión al típico sonido zimmeriano que aquí funciona también en un contexto histórico. Destacamos la inclusión de algunas composiciones barrocas como el Te Deum que interpreta la Capeia Real de Catalunya. 

Estos trabajos musicales los presentamos en una semana bastante activa para Hans Zimmer, ya que el martes ofreció un concierto junto al guitarrista Johnny Marr dentro de la premiere de la película Inception (Origen), su última banda sonora que precisamente se publica estos días.
 

13 julio, 2010

El maestro en Venecia

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento. 

Una de las ediciones que más repercusión tuvieron a finales de 2009, hasta el punto que tuvo que aumentarse notablemente el número de ejemplares ante la demanda de los aficionados, es la que recogía el concierto que Ennio Morricone dirigió en septiembre de 2007 en la Plaza San Marco de Venecia. Ennio Morricone in Venice se editó en varios formatos (como CD de música, como DVD y CD y en una edición Deluxe que incluía un libro). La Edición Deluxe es la única que incluye tanto el DVD como los 2 CD, además de un libro que, eso sí, está escrito solamente en alemán, inglés e italiano. 

Sin duda se trata de una de las ediciones más interesantes en torno a la música de este maestro de 81 años que han salido en los últimos años, y es todo un placer asistir como espectador a este concierto que desgrana algunas de las composiciones más conocidas del maestro, con una realización cuidada y una buena imagen. En nuestro programa presentamos en su momento una selección de algunos de los pasajes musicales que se incluían en este concierto, y ahora retomamos este recorrido por esos sonidos que nos han acompañado a lo largo de varias generaciones.

11 julio, 2010

Premios Emmy 2010: Miniseries y telefilmes

Se han dado a conocer las nominaciones para los Premios Emmy, una lista interminable de categorías de las cuales a nosotros nos importan sólo unas cuantas. Las previsiones se han confirmado, no hay grandes sorpresas pero sí interesantes descubrimientos. 

En las categorías dedicadas a las miniseries y telefilmes, de las que nos ocupamos en el post de hoy, los títulos que más repercusión han tenido a lo largo de la temporada televisiva norteamericana han conseguido el reconocimiento que se esperaba de ellos, y como suele ser habitual BBC y HBO siguen siendo las representantes más aventajadas de una televisión de calidad que le da mil vueltas a las producciones chapuceras de TVE.

The Pacific (HBO). 24 nominaciones. Ahí es nada. Si con Hermanos de sangre Steven Spielberg y Tom Hanks lograron estar presentes en 19 categorías, esta vez han echado el resto y consiguen que esté nominado hasta el chico de los recados. Tan alto número de nominaciones se debe, en buena parte a que en muchas de las categorías hacen doblete o triplete. Aunque, curiosamente, ninguno de los jóvenes actores protagonistas está nominado, algo sorprendente teniendo en cuenta que se trata de una producción que se sostiene en las historias humanas. A pesar de todo a muchos (entre ellos  el que suscribe) la miniserie más cara de HBO no terminó de convencernos, aunque se aprecie la calidad de algunas de sus secuencias y la buena factura del conjunto. Pero The Pacific aporta poco a las mil historias bélicas que hemos visto en cine y televisión. 
Banda sonora: Entre las nominaciones, por supuesto, la espléndida partitura de Geoff Zanelli, Blake Neely y  Hans Zimmer (que pasaba por allí). Una banda sonora emocionante que contiene melodías sobrecogedoras.

You don't know Jack (HBO). 15 nominaciones. No se ha quedado corta la versión televisiva de la historia del polémico Jack Kevorkian, apodado el "Doctor Muerte", un médico retirado que asistió al suicidio de más de un centenar de personas argumentando el derecho a la libre decisión de morir o seguir viviendo que tenían sus pacientes, terminales o víctimas de enfermedades degenerativas. Una reflexión mucho menos sentimentaloide que Mar adentro que cuenta con un soporte principal: la mejor interpretación de Al Pacino desde su magnífico trabajo en Angels in America (2003) (que, por cierto, estaría bien que alguna distribuidora decidiera de una vez por todas editarla en España). Pacino se transforma en este doctor inteligente e histriónico y nos da toda una lección de mimetismo interpretativo, pero aportando ese grado de humanidad que el personaje requiere. Barry Levinson consigue contarnos la historia con interés, sin caer en el dramatismo, pero sin evitar algunos momentos (las entrevistas que grababa en video a sus pacientes) que te ponen los pelos de punta. Al Pacino, que tiene toda la pinta de lograr este año su segundo Emmy, está rodeado de otros actores que cumplen con talento su papel: Brenda Baccaro y Susan Sarandon (ambas también nominadas), Danny Huston (qué camaleónico es este actor) y John Goodman (que también está nominado, y que nos ha ofrecido este año otra gran interpretación en la serie Treme). 
Banda sonora: El brasileño Marcelo Zarvos aporta un minimalista trabajo que algunos han calificado como una copia de Thomas Newman. Pero la música de Zarvos (uno de los autores más interesantes del panorama actual) tiene más matices y menos parecidos que los que se han dicho. 

Temple Grandin (HBO). 15 nominaciones. La cadena de pago es especialista en elaborar cuidadas biografías televisivas. En este caso, este telefilme se basa en la vida real de una joven autista que, a pesar de sus miedos frente al mundo exterior, consiguió convertirse en una de las científicas más destacadas de su país, y actualmente imparte clases en la Universidad de San Francisco. Dirigida por Mick Jackson, esta complicada recreación de la mente de una mujer con una mente prodigiosa tiene, de nuevo, una base interpretativa como elemento principal. Y es que Claire Danes está fabulosa en el que quizás es el mejor trabajo que ha hecho en toda su ya larga carrera. Curiosamente, su marido, el británico Hugh Dancy, interpretó el año pasado a un autista en la película Adam (aquí editada directamente en DVD). Pero la recreación que hace Claire Danes es sorprendente, sobre todo si vemos algunos videos de la Temple Grandin auténtica. No sé cómo están sus competidoras en sus respectivos papeles, pero sería una injusticia que la joven actriz no consiguiera un reconocimiento por este difícil trabajo. 
Banda sonora: Al igual que los dos anteriores, la composición de Alex Wurman para este telefilme también está nominada. Quizás por la fascinación que produce el personaje, la banda sonora permanece en segundo plano, pero tiene algunos momentos verdaderamente inspirados. 

Return to Cranford (BBC). 7 nominaciones. Procedente de la prestigiosa BBC, esta miniserie de dos episodios es la continuación de una de las series más deliciosas que ha producido el canal británico en los últimos años. Cranford (2007) (inédita en España) era una comedia de época victoriana que tenía como protagonistas a algunos de los mejores intérpretes del cine y la televisión ingleses: Judi Dench, Eileen Atkins, Imelda Staunton, Michel Gambon, Jonathan Pryce...  y que este año ha tenido una continuación dentro del programa Masterpiece. Es la única nominada en la categoría de Miniserie junto a The Pacific, así que lo tiene bastante complicado, pero al menos nos presenta uno de esos trabajos pulcros, estilizados, de perfecta ejecución, que siempre ha sabido hacer la BBC. 

The special relationship (BBC/HBO). 5 nominaciones. Un poco decepcionantes han sido las escasas nominaciones que ha logrado este telefilme dirigido por Richard Loncraine en torno a la relación de amistad entre el presidente Bill Clinton y el primer ministro inglés Tony Blair. Y eso que venía avalado por el guión de Peter Morgan, autor de magníficas producciones para cine (The queen, Frost/Nixon, The Damned United) y televisión (Longford), y por las interpretaciones del siempre certero Michael Sheen (tercera vez que encarna a Tony Blair) y Dennis Quaid. Pero la cosa no ha terminado de cuajar y a pesar de los indudables valores de esta producción se ha limitado a estar presente en contadas categorías, eso sí, de las más destacadas. 

Treme (HBO). 2 nominaciones. El gran ausente de las nominaciones de este año en los Emmy es el regreso de David Simon a la televisión de gran formato. Esta maravillosa incursión en el universo musical de Nueva Orleans se ha quedado con dos únicas nominaciones: el trabajo de dirección de Agnieszka Holland en el episodio piloto y la canción principal. Ni qué decir tiene que es injusto este ninguneo, por mucho que la serie no termine de alcanzar la maestría de The wire. Pero algunas de las interpretaciones, el trabajo de guión, determinados episodios... merecían sin duda estar presentes en las categorías principales, y dejar ya de lado a una serie como Mad men que acaba siempre acaparando nominaciones cuando ya ha conseguido todo lo que tenía que conseguir en cuanto a premios. Esperemos que la segunda temporada logre el reconocimiento que no ha tenido ésta.

09 julio, 2010

Realidad y ficción: La última parada

El documental y la ficción se convierten en recursos para contar historias que tienen su reflejo en la realidad. Algunos casos recientes nos han mostrado los diferentes resultados de cada una de estas propuestas. Suele ganar el documental. 

Recientemente se editaba en DVD un pack que contenía el documental titulado El perdón. La historia del asesino de la ballesta (2009)  y el largometraje de ficción Las dos vidas de Andrés Rabadán (2008), ambos dirigidos por Ventura Durall. En este caso se ha producido un proceso contrario al habitual: primero construyendo una ficción que después ha dado lugar a la necesidad de visibilizar la realidad a través de un documental. Y aunque Las dos vidas de Andrés Rabadán aporta una buena interpretación de Álex Brendemühl y un cuidado relato de los hechos, lo cierto es que resulta más terrorífica, más impactante y más dura la realidad que se nos muestra en el documental El perdón a través de sus protagonistas, incluido aquél que un día asesinó a sangre fría a sus padres. La ficción nos permite introducirnos en recovecos emocionales que el documental no puede alcanzar. Pero el género documental tiene la ventaja de escupirnos a la cara los hechos y sus protagonistas con todas sus consecuencias. 

Otro caso reciente de confrontación ficción-documental es el de la producción brasileña Last stop 174 (2009), dirigida por Bruno Barreto y la película Ónibus 174 (2003), realizada por José Padilha. Ambas cuentan, desde la recreación ficticia por un lado y la investigación real por otro, un acontecimiento que el mismo Barreto ha calificado como el 11S de Brasil: En el año 2000, un autobús de línea regular fue secuestrado por un joven de la calle, que mantuvo en vilo a toda Brasil durante unas horas retransmitidas en directo por todas las televisiones del país. Lo que tienen en común ambas películas es la necesidad de explicar por qué se produjo ese secuestro que sirvió para despertar a todo un país sobre la realidad de muchos de los chicos de la calle, ignorados por la sociedad brasileña y maltratados por las fuerzas del "orden". 

Last stop 174, que fue la película seleccionada el año pasado por Brasil para representarla de cara a los Oscar, consigue una creíble recreación de la historia de Sandro, el joven secuestrador, desde su niñez hasta los acontecimientos que lo sacaron de la invisibilidad habitual de los niños de la calle. Con una cierta tendencia al paternalismo, y con menos interés por mostrar de forma explícita la violencia que siempre rodeó al protagonista, la película tiene problemas para mantener nuestra atención (dada su larga duración) y no termina de resolverse con acierto. Resulta en este sentido menos efectiva que otros títulos que se han acercado a la violencia surgida en las favelas como Ciudad de Dios (2002) o Linha de passe (2008).


Curiosamente, se podría pensar que es más fácil denunciar determinadas actitudes o hechos con la libertad que da la creación de una historia de ficción, pero sin embargo en este aspecto es más rotunda y ¿por qué no decirlo? mucho más valiente la propuesta del documental Bus 174, debut en la dirección de José Padilha (recordemos, el responsable de una de las películas más contundentes, duras y provocadoras que se han hecho en Brasil en los últimos años: Tropa de élite (2007)). Me provocan un tremendo respeto los directores que tienen el coraje de denunciar la realidad tal cual es. En este caso, igual que haría años después con Tropa de élite (de la que ya prepara su secuela) en Bus 174 se disparan frases envenenadas contra la policía (compuesta por analfabetos desempleados) y los políticos, culpables en buena medida del terrible desenlace de aquel secuestro. Que estas frases vengan dichas por algunos de los que conocían a los protagonistas de la historia resulta aún más demoledor. 

Last stop 174 (2009) es una aceptable crónica sobre la realidad de la supervivencia; Bus 174 (2003) es una tajante denuncia en torno a una sociedad que prefiere mirar hacia otro lado frente a la pobreza que la rodea: playas paradisíacas rodeadas de mierda infernal. El documental supera a la ficción una vez más.

07 julio, 2010

Matthew Herbert: Jazz electrificado

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento. 

Los que seguís nuestro programa de radio habitualmente ya conocereis a Matthew Herbert, músico inglés de desinhibido acercamiento a todo tipo de géneros que ha sabido construir una especial ilustración sonora de su especial carácter. Asistir a un concierto de Matthew Herbert puede llegar a ser toda una experiencia, por su descarado sentido del espectáculo (ha llegado a producir discos sampleando comida y envoltorios, sin utilizar ningún tipo de instrumento). La música de este excelente compositor-DJ se podría calificar como jazz-house, pero contiene elementos de todo tipo de influencias, y resulta por tanto sorprendente acercarse a ella. 

En 2007 Matthew Herbert publicó el album al que dedicamos nuestro programa: Score, una recopilación de sus aportaciones al mundo del cine. En este sentido, hay que destacar la conexión del músico inglés con el cine español, que ha dado lugar a espléndidos trabajos como el de Vida y color, de Santiago Tabernero. Otras colaboraciones le han llevado hasta el cine francés, con colaboraciones en algunos cortometrajes. 

Como curiosidad, en este album se incluyen dos de los temas que Matthew Herbert compuso para la película Manolete, de Menno Meyjes (cuyo estreno en España ha sido mil veces anunciado por su productora y nunca se ha producido). La iconoclasta personalidad de Matthew Herbert no fue entendida por los productores y su banda sonora fue rechazada, pero al menos nos quedan estas dos píldoras realmente maravillosas. 

En estas jornadas de calor sofocante resulta refrescante escuchar con los oidos bien abiertos la música de Matthew Herbert, que hace unos meses publicó su último album, One One, un recorrido musical por destacadas ciudades del mundo, entre ellas Valencia. 

03 julio, 2010

Villa Amalia

Lo fascinante del trabajo de Isabelle Huppert en Villa Amalia es que no intenta en ningún momento que su personaje empatice lo más mínimo con el espectador. Ann es fría, distante, apática... pero al mismo tiempo resulta admirable su arrojo a la hora de acabar con todo y resucitar desde la nada; ese par de ovarios que la convierten en una heroína de la soledad.

Benoît Jacquot es un cineasta cuya filmografía permanece inédita en nuestro país. De su notable lista de títulos protagonizados por algunas de las actrices más relevantes del cine francés, recordamos La escalera de la carne (1998) como el único que se ha podido ver en los circuitos comerciales. Y si no fuera porque existen otras alternativas a la distribución tradicional, éste sería uno más de los directores de interés usurpados a nuestra memoria cinéfila. También hay que decir que revistas que ahora reivindican su filmografía, como Cahiers du Cinéma, le ningunearon sin compasión en los años ochenta y noventa. Isabelle Huppert no necesita presentación. Es una de esas actrices que parecen componer sus personajes con una facilidad sorprendente, aportando esa corporeidad extraña, pero también seductora. Ambos son los ejes fundamentales de esta película sobre la soledad. No es la primera vez que trabajan juntos (ya tienen cinco películas en su haber) pero sí se trata de la que mejor ha sabido ensamblar la caligrafía narrativa del autor con la creación artística de la intérprete.


Villa Amalia habla, como decíamos, de la soledad buscada. Benoît Jacquot, cuyo cine camina sobre los pasos de Robert Bresson, especialmente por el inteligente uso de la elipsis, plantea el punto de partida con rapidez y con cierta sequedad (no confundir con frialdad). Y la excusa que detona el comportamiento de la protagonista (una infidelidad) es sólo eso, una excusa que no necesita de muchas explicaciones, que se plantea con trazos sutiles, breves, con pinceladas de diálogos, con frases rotundas pero demoledoras ("De ahora en adelante te voy a decir que no"). Ann, una pianista de renombre con una vida matrimonial intuimos que monótona, decide acabar con todo de forma radical, desembarazarse de su vida actual, destruir su pasado y su presente para construir un futuro impredecible que ella misma desconoce.

Y en esta aventura existencial y física, Ann descubre un lugar paradisíaco que la transporta a esa soledad buscada que se convierte en el punto de referencia de su nueva vida. Ahí es cuando esta Ann de Villa Amalia conecta con aquella Anna hastiada de La aventura, de Michelangelo Antonioni, que desaparecía sin dejar rastro justo después de decir que necesitaba “estar sola durante un tiempo”. Como si Jacquot nos colocara en la piel de ese personaje que protagonizaba también una desaparición inexplicable. Ann y Anna son dos personalidades equidistantes.

Benoît Jacquot confiesa que no sabe hacer cine sobre hombres, que no le interesa descubrirse a sí mismo, que hace cine para conocer a las mujeres. De ahí que su filmografía esté compuesta por películas que hablan de las relaciones, pero adoptando siempre una mirada hacia la mujer, hacia sus deseos y su forma de enfrentarse a la vida. Lo fascinante del trabajo de Isabelle Huppert en Villa Amalia es que no intenta en ningún momento que su personaje nos resulte simpático, que empatice lo más mínimo con el espectador. Ann es fría, distante, apática en algunos momentos. Pero al mismo tiempo resulta admirable su arrojo a la hora de acabar con todo y resucitar desde la nada; ese par de ovarios que la convierten en una heroína de la soledad.

Aunque finalmente no termina de arrojar todo el lastre. Por la presencia constante de la muerte (que se convierte en la lucha por controlar el final de la vida) y por la conexión de la protagonista con un pasado que permanece, que se manifiesta al principio como el único nexo con su anterior existencia (la relación amistoso-amorosa con el amigo de la infancia) y se exterioriza al final como cicatrización de una herida emocional. Benoît Jacquot consigue construir una película hipnótica, que nos seduce gracias a un personaje sugerente que convierte su huída en una catarsis de libertad.


Publicado en El Giraldillo, Julio 2010