31 julio, 2011

En agosto recordamos a John Barry

En Primera Fila dedicamos varios programas a repasar la filmografía de John Barry, uno de los grandes músicos de cine de las últimas décadas. Durante el mes de agosto volvemos a escuchar todos los programas especiales, ahora de forma continua. 

El comienzo de 2011 trajo una noticia triste para los aficionados a la música de cine con el fallecimiento, el 30 de enero, de John Barry, uno de los nombres fundamentales de la composición cinematográfica. Creador de un sonido peculiar en sus primeros trabajos para el cine, que recogía la cultura "beat" recién nacida en Gran Bretaña, John Barry supo rubricar la firma sonora más característica de una de las series de mayor éxito del cine inglés: la saga de James Bond. Pero también demostró su capacidad para crear composiciones complejas de base coral y sinfónica como El león en invierno (1968) o de sonoridades melódicas como Nacida libre (1966).

En nuestra serie de programas dedicamos los primeros espacios al sonido 007, con la polémica suscitada por la interminable batalla judicial contra Monty Norman por la autoría del tema principal de James Bond, y los trabajos más destacados de las décadas de los años sesenta y setenta, sin duda los más fructíferos de su carrera profesional. 

El estilo de John Barry se fue modificando a lo largo de los años, con tendencia al sinfonismo más melódico, con estructuras musicales similares que marcaban una personal manera de entender la música de cine, y que dio lugar a grandes trabajos "marca de la casa" como Memorias de África (1985) o Bailando con lobos (1990), pero que también le fueron distanciando cada vez más del cine. Pero también encontramos bandas sonoras marcadas por los sonidos jazzísticos en los que se forjó su trayectoria musical, que dieron lugar a obras imprescindibles como Fuego en el cuerpo (1982), Cotton Club (1984) o A killing affair (1986).

En nuestros programas hablamos del cada vez mayor distanciamiento entre el trabajo de John Barry y el sistema de producción moderno, haciendo hincapié en algunas de las bandas sonoras rechazadas en su última etapa. Y nos hemos acercado a las composiciones no cinematográficas de John Barry (algunas de ellas surgidas precisamente de trabajos rechazados para el cine), que se han publicado en álbumes como The beyondness of things (1999) o Eternal echoes (2001), así como en su última composición, una colaboración con la cantante Shirley Bassey que firmaba junto al letrista Don Black (uno de sus colaboradores más destacados) con el significativo título "Ous time is now" (Ahora es nuestro momento).

Nueve programas que emitimos entre los meses de febrero y marzo y que ahora ofrecemos de forma continuada durante todo el mes de agosto, para repasar la trayectoria musical de uno de los grandes compositores de bandas sonoras de todos los tiempos: John Barry (1933-2011).

27 julio, 2011

Sesión doble de verano: 1. Venganza 2. Asesinato

En nuestra sesión doble de esta semana nos acercamos a dos historias donde, una vez más, la desesperación provoca brotes de violencia: Confessions, del japonés Tetsuya Nakashima y Yellow sea, del coreano Hong-jin Na.

¿Es posible mantener el ritmo durante una hora y media cuando se comienza una película con los 20 minutos más febriles que se han visto en mucho tiempo? La respuesta que nos ofrece el director Tetsuya Nakashima en su última película parece positiva. Kokuhaku (Confessions) (2010) es un thriller psicológico de rotunda fuerza visual que construye la venganza de una profesora sobre dos de sus alumnos, responsables de la muerte de su hija, en base a una serie de confesiones que llevan a cabo cada uno de los protagonistas de la historia.

Confessions es una película relativamente inédita en España, ya que a pesar de no haber sido estrenada en cines, Mediatres la acaba de lanzar en DVD. La apuesta de esta joven distribuidora por las producciones más destacadas del cine oriental ha permitido que podamos ver en nuestro país títulos como Mother, Encontré al diablo o Space battleship Yamato, la adaptación al cine de la famosa serie nipona, éxito absoluto en la taquilla japonesa. 


Tetsuya Nakashima es conocido principalmente por sus películas Kamikaze girls (2004) y Memories of Matsuko (2006), ambas dotadas de una concepción visual trepidante e imaginativa (para algunos con cierta tendencia al concepto de videoclip), que se pone de manifiesto en todo su esplendor en Confessions, lo que le aporta una contundencia y un ritmo que hacen que la historia se desarrolle casi en un suspiro. En la película volvemos a la idea del asesinato “porque sí”, sin razones de peso, las que parecen mover a los dos adolescentes que cometen el crimen, pero también al resto de alumnos de la clase que, tras el anuncio hecho por su profesora, prefieren continuar su vida como si nada hubiera pasado (ese retrato de la adolescencia apática es uno de los más duros que se han hecho últimamente). Hay que reconocer que la trama puede resultar algo rocambolesca, un pelín retorcida y con cierta tendencia al exceso, pero también hay que mostrar la admiración que nos provoca el trabajo de un director que no se limita a contar la historia con los resortes clásicos.

Desde Corea nos llega la última película de Na Hong-jin, el debutante realizador de uno de los thrillers más impactantes de los últimos años, The chaser (2008), que nos ofrecía un duelo interpretativo inmejorable entre Yoon-suk Kim y Ha Jung-woo, dos de los actores más populares del cine coreano, rostros habituales en las producciones más internacionales del país. La cinta de la que hablamos es Hwanghae (2010), cuyo estreno internacional tiene doble título, The murderer (El asesino) y The yellow sea (El mar amarillo, que es como se denomina a la franja marítima que separa la China oriental y Corea del Sur. Bien recibida en la Sección Un Certain Regard del pasado Festival de Cannes, The yellow sea tiene nuevo como protagonistas a los mismos actores, en otro duelo en el que, ahora, intercambian los papeles de protagonista y antagonista. El primero es un taxista con problemas económicos que trata de saldar una cuantiosa deuda cometiendo un asesinato que le encarga el segundo, un mafioso callejero.

Con una duración que sobrepasa con creces las dos horas y media (en Cannes se presentó una versión recortada en unos 20 minutos) The yellow sea contiene todos los elementos que hicieron de The chaser un hito en el cine de género oriental (mundial, porque el mejor cine de género de los últimos tiempos nos está llegando de la cinematografía coreana), pero le falta perfilar mejor a los personajes, especialmente algunos secundarios, y resulta algo confusa en determinados momentos. No obstante, Na Hong-jin vuelve a demostrar su pulso envidiable en la construcción de escenas de persecución que son ya marca de la casa. Si The chaser tenía una persecución a pie insuperable, The yellow sea contiene dos momentos de auténtica magia que reflejan bien la personalidad de un cineasta que sabe extraer los mejores recursos de una historia complicada. 

20 julio, 2011

Sesión doble de verano: El terror está a nuestro lado

Nuestra tercera sesión doble de verano está dedicada a dos muestras de género inéditas en España que guardan en sus entrañas narrativas reflexiones preocupantes sobre la violencia y la venganza como elemento liberador (o quizás no tanto).  

Por cuestiones que no entendemos, el reciente cine británico encuentra pocas vías de distribución en España. Y eso a pesar de que los jóvenes cineastas ingleses (ya lo hemos comentado en alguna ocasión), vienen planteando desde hace tiempo algunas de las propuestas de género más interesantes del cine europeo. Es el caso de Eden Lake (2008), del debutante James Watkins, un thriller terrorífico que contiene algunos de los momentos más espeluznantes que hemos visto en mucho tiempo. Eso sí, sin necesidad de psicópatas invencibles,  exceso de sustos gratuitos (alguno hay), ni seres paranormales. Que James Watkins se perfila como uno de los cineastas a los que hay que tener en cuenta lo indica el rodaje de su última película, The woman in black, otra incursión en el género de horror, con un reparto encabezado nada menos que por Daniel Radcliffe, Ciarán Hinds y Janet McTeer. Y que, suponemos, sí tendrá una distribución decente.

Volviendo a Eden Lake, lo que la convierte en una atípica propuesta es su condición de reflejo de la violencia a cargo de un grupo de niñatos más peligrosos, por su sensación de impunidad, que cualquier psicópata de andar por casa. Este pandilleo violento lo ha reflejado también recientemente Daniel Barber en la cruda Harry Brown (2009), y casi al mismo tiempo volvió a ser protagonista de una producción inglesa, por lo que mucho nos tememos que el tema resulta más real y preocupante de lo que parece. El infierno en el que se convierte el fin de semana de una pareja de tortolitos a orillas del lago del título es comparable a otras muestras de terror producido por humanos, como Deliverance (1972), de John Boorman, Tarde de perros (1975), de Sydney Lumet o la poco valorada El rey de la montaña (2007), de Gonzalo López-Gallego. 


Es cierto que el desarrollo de la historia escrita y dirigida por James Watkins tiende al exceso en un segundo acto que pone a prueba la forma física de sus protagonistas, Kelly Reilly y Michael Fassbender, pero también es verdad que Eden Lake contiene un modélico primer acto que mantiene el suspense sin llegar al efectismo, dosificando la tensión hasta el enfrentamiento; y que el final es un golpe bajo que, no por esperado, nos evita una sesión de desasosiego que pocas películas de conclusiones efectistas han conseguido sembrar. Al fin y al cabo, parece querer decirnos el director, a estos cachorros terroríficos les ampara algo más que su propia crueldad. 

La segunda parte de nuestra sesión doble tiene como protagonista a una de las propuestas más interesantes del cine coreano, del que vienen llegándonos habitualmente destacados trabajos de difícil clasificación. Es lo que le ocurre a Bedevilled (2010), debut en la dirección de Chul-soo Jang, que con esta película pasa a engrosar la lista de directores de relevancia procedentes de Corea del Sur (Kim Ji-Woon (Encontré al diablo), Chan-Wook Park (Oldboy, Thirst), Kim Ki-duk (Breath), Bong Joon-Ho (Memories of murder, The host)). La película, que comienza como un drama y termina como un slasher, tiene también, como en el caso de Eden Lake, un comienzo impactante, dosificado, de narración milimétricamente estructurada, que nos introduce lentamente, sin demasiada urgencia por entrar a trapo en los momentos más duros, en la historia de unos personajes que van adquiriendo su status en la trama (la abuela tirana, el marido violento, el hermano salvaje, la mujer esclavizada...). 


De la primera parte interesa especialmente cómo construye con astucia la personalidad de la joven pija decepcionada con su vida urbana y la de su amiga de la infancia, que ha permanecido en una lejana isla rural en la que la familia y que sufre el maltrato de su marido y, en general, de una familia anclada en el peor de los pasados: "Una mujer solo es feliz cuando tiene una polla en la boca" (esto no lo dice el marido, ni un personaje masculino, sino la abuela de la familia). 


Este microespacio (la isla, exterior e interior) que exuda violencia se convierte en el catalizador de un drama que vivimos desde la mirada, incrédula pero también hipócrita, de la amiga que regresa al lugar de su infancia. Y el director, aunque sea a base de retorcer la crueldad de los personajes, consigue transmitirnos esa impotencia hasta niveles de auténtica rabia. A partir de ahí, la película podría haber caminado por los cauces habituales del género dramático, pero se decanta por otra vertiente mucho más impactante (para algunos, innecesaria). Pero, por otro lado, este discurrir nos permite darnos cuenta de que en realidad estábamos ante una historia de terror (nada hay más terrorífico que una paliza dada en el interior del hogar), y que el tercer acto no es más que la consecuencia explícita de la violencia implícita de la primera parte.  

Bedevilled y Eden Lake nos muestran un terror más cercano, sin renunciar a los elementos habituales del género. Y lo hacen con un planteamiento narrativo que consigue traspasar la pura retahíla de asesinatos sin sentido. Ahí es donde está el valor de dos de los títulos más contundentes de los últimos años.

17 julio, 2011

Mildred Pierce: La multinominada

Con 21 nominaciones a los Premios Emmy, la miniserie de Todd Haynes consigue colocarse entre las producciones de televisión con mayor número de candidaturas, aunque sin superar las 22 nominaciones que obtuvo la comedia 30 rock en 2009. Pero..., ¿cuáles son sus méritos?


Mildred Pierce es el último éxito de crítica y audiencias que ha conseguido HBO. Dirigida por Todd Haynes, adapta la novela que James M. Cain escribió en 1941, y que ya tuvo una adaptación al cine a cargo de Michael Curtiz en 1945 titulada en España Alma en suplicio, protagonizada por Joan Crawford. Aunque hay que decir que Curtiz convirtió esta historia de una abnegada madre que tiene que sacar adelante a sus hijas cuando se separa de su marido, en un thriller, introduciendo un asesinato que no estaba en la obra original.

Nada de eso hay en la miniserie Mildred Pierce. Lo que tenemos es un intenso melodrama que tiene como eje fundamental a esta madre de familia (acuciada además por una hija caprichosa) que debe tragarse su orgullo para trabajar de camarera, y a la que rodean no pocos hechos dramáticos que pondrán a prueba su personalidad. En cierto modo, Mildred Pierce es una especie de continuación formal de Lejos del cielo (2002), aquella excelente película en la que Todd Haynes resucitaba el espíritu de los melodramas de los años 40 y 50, y en la que había ya alguna referencia a la adaptación que hizo Michael Curtiz de la novela de James M. Cain. 

Ni qué decir tiene que para Mildred Pierce es necesaria una actriz de esas que saben cargar sobre sus hombros todo tipo de registros, desde la alegría más adolescente hasta la tragedia más demoledora. Si Joan Crawford logró el Oscar en 1945, no parece vano pensar que Kate Winslet conseguirá el Emmy este año. Dotada de esa capacidad que solo tienen las grandes intérpretes para trasladarnos los sentimientos más profundos de sus personajes, Kate Winslet realiza un trabajo perfecto, creíble y emocionante. Pero también está acompañada por otras actuaciones no menos solventes, y reconocidas en las seis nominaciones de interpretación que ha conseguido la miniserie: Guy Pearce (el nuevo amante), Brian F. O'Byrne (el ex-marido), Evan Rachel Wood (la hija, a la edad en la que aparece en las dos últimas partes), Melissa Leo (la mejor amiga), Mare Winningham (la compañera de trabajo) funcionan como soporte de lujo para la interpretación de Winslet, y lo hacen también dando credibilidad a sus personajes. 

En Mildred Pierce encontramos una traslación naturalista de la obra original de James M. Cain, novela que sorprendió por ser más psicológica que otras de su autor, no en vano responsable de grandiosos thrillers como "Pacto de sangre" (1936), que en cine se convertiría en la obra maestra de Billy Wilder Perdición (1944),  y "El cartero siempre llama dos veces" (1940), también objeto de notables adaptaciones al cine, que forman junto a "Mildred Pierce" el triángulo de obras mayores de su bibliografía. A Todd Haynes le interesa más mostrarnos de forma realista a esta mujer luchadora, y lo hace adoptando un cierto distanciamiento que no por ello resulta menos emocionante (ese final desolador de la segunda parte pone los vellos de punta). 

Pero es en la cuarta y quinta entregas, cuando el conflicto entre madre e hija se hace más inevitable, cuando Mildred Pierce alcanza su condición de obra grande, de magnífico retrato no solo de unos personajes complejos (ahí se nota la fidelidad a la novela original de James M. Cain), sino también de una sociedad que salía, como la protagonista, de una profunda depresión para resurgir con mayor ímpetu. Mildred Pierce merece, sin duda, las 21 nominaciones a los premios Emmy.

Nominaciones Premios Emmy:

Miniserie - HBO/A Killer Films/John Wells Production
Dirección - Todd Haynes
Guión - Todd Haynes, Jon Raymond
Reparto - Laura Rosenthal
Actriz Principal - Kate Winslet
Actor de reparto - Guy Pierce
Actor de reparto - Brian F. O'Byrne
Actris de reparto - Evan Rachel Wood
Actriz de reparto - Melissa Leo
Actriz de reparto - Mare Winningham
Fotografía - Ed Lachman
Edición - Camilla Toniolo (Parte 4)
Música original - Carter Burwell
Tema Principal - Carter Burwell
Dirección artística - Mark Friedberg, Peter Rogness, Ellen Christiansen-De Jonge
Vestuario - Ann Roth, Michelle Matland (Parte 2)
Peluquería - Jerry DeCarlo, Jerry Popolis
Maquillaje - Patricia Regan, Linda Melazzo
Edición de sonido - Elisa Riley, Tony Martínez, Thomas Younkman, Brian Dunlop, Todd Kasow, Ellen Heuer (Parte 5)
Mezclas de sonido - Drew Kunin, Leslie Shatz, Bobby Johanson, Joshua Reinhardt (Parte 5)
Efectos visuales - Lesley Robson-Foster, John Bair, Renuka Ballal, Nathan Meier, Constance Conrad, Maci Ichimura, Josephine Noh, Aaron Raff, Scott Winston (Parte 5)

13 julio, 2011

Sesión doble de verano: El odio

En nuestra segunda sesión de cine inédito proponemos un programa doble dedicado al odio, con dos películas canadienses que abordan de distinta forma este sentimiento que puede provocar auténticas tragedias.

El director Dennis Villeneuve se ha convertido ya en uno de los nombres más destacados del panorama internacional, especialmente tras la nominación al Oscar de su película Incendies (2010). Su anterior cinta, sin estrenar en España, aborda uno de los sucesos más impactantes ocurridos en Montreal en las últimas décadas. Polytechnique (2009) se centra en la masacre que tuvo lugar en 1989 en una Escuela Politécnica École. Hasta aquí, todo parece indicar que estamos ante un proyecto deudor del retrato semipoético que realizó Gus Van Sant sobre la masacre que perpetraron dos locos adolescentes en el Instituto Columbine en su película Elephant (2003). Y ciertamente encontramos en Polytechnique algunos rasgos de ensimismamiento formal que nos recuerdan a aquélla. 

Pero las circunstancias del acto violento que muestra la película de Dennis Villeneuve tienen en sí mismas unas características más insólitas. El protagonista de la matanza, que por supuesto solo tuvo cojones de pegarse un tiro después de haber matado a catorce personas, tenía un claro objetivo: las estudiantes femeninas. Obsesivo misógino (del que tampoco se nos dan demasiados datos para entender ese sentimiento, quizás porque en definitiva es imposible entenderlo), su propósito era "limpiar" la Escuela Politécnica de mujeres que en el futuro podrían ostentar cargos de responsabilidad. Y este sentimiento de odio absurdo, pero profundamente enraizado en el personaje, es el que nos mueve a una reflexión más estimulante. Una especie de pérdida de poder masculino que se traduce en odio anti-femenino, más que anti-feminista. 

Rodada en un magnífico blanco y negro, con esos planos abiertos que Villeneuve ha convertido en marca de la casa, Polytechnique tiene un tono reflexivo y poético, pero al mismo tiempo seco y duro. Sin apenas palabras, sin recursos externos, el relato de los hechos está contado con precisión y cierta aspereza. Y consigue reflejar la impotencia y la irracionalidad de ese momento en el que un tipo, escopeta en mano, entra en una escuela y se dispone a cazar seres humanos.

Otro director canadiense que ha venido despuntando en el Festival de Cannes es el joven Xavier Dolan-Tadros, actor, guionista y director de sus dos películas hasta el momento (ambas seleccionadas en la prestigiosa Quincena de Realizadores). La última de ellas, Les amours imaginaries (2010) aborda lo que parece una constante en su cine, las relaciones humanas. En este caso se trata de una relación a tres bandas, contada con cierta ironía, cuando un joven guaperas se sitúa en medio de dos amigos (chico y chica) que comienzan a librar una batalla sentimental con sordina para llevarse al huerto al rubio seductor. Pero, hablando de odios, nos detenemos más en la primera película de Xavier Dolan (a quien como actor habíamos visto brevemente en la durísima cinta de terror franco-canadiense Martyrs (2008), de Pascal Laugier).  

J'ai tué ma mère (Yo maté a mi madre) (2009) es una historia confesada como autobiográfica que Xavier Dolan escribió cuando tenía 16 años y rodó con 19. Básicamente es la trayectoria diaria de un adolescente que no soporta a su madre, con la que vive solo, tras el abandono del padre. Es la descripción de una convivencia imposible, repleta de reproches, gritos y discusiones por cualquier cosa, como una relación matrimonial que ha tocado fondo. Al margen de ciertos amaneramientos de estilo que resultan pedantes (forma parte de la personalidad propia del director, a tenor de algunas de las entrevistas que hemos visto), J'ai tué ma mère consigue mantener con coherencia el dibujo de los personajes, especialmente el del adolescente pijo con el que es difícil sentirse identificado como espectador, y el de la madre insoportable pero madre al fin y al cabo (en una escena, un solo susurro de ella nos llega al alma). 


Se ha tachado a la película de tener una excesiva influencia de, una vez más, Gun Van Sant, y una insistencia en la homosexualidad del hijo como reflejo de su rebeldía, en una proyección tópica de las relaciones materno-filiales (el protagonista no encuentra la confianza necesaria para mostrar su relación sentimental con otro chico). Lo primero es posible, pero tampoco molesta demasiado; lo segundo es, simplemente, una opción del director que, no lo olvidemos, cuenta una historia basada en su propia experiencia. 

A Xavier Dolan, visto que las carencias de su primera película no terminan de resolverse en Les amours imaginaries hay que seguirle la pista para ver si consigue desembarazarse de esa pedantería que a veces hace tambalearse la narración de sus historias. De Dennis Villeneuve esperamos con interés sus próximas incursiones en la dirección. Pero sin duda esta sesión doble nos permite conocer los primeros trabajos de dos de los directores canadienses más interesantes del momento. 

10 julio, 2011

Nos vamos a Broadway

A partir de esta semana, como hacemos casi todos los años, nos acercamos a los escenarios de Broadway a través de los Premios Tony para conocer las bandas sonoras más destacadas de los musicales que han triunfado (o no) en Nueva York. Pero tampoco nos olvidamos del West End de Londres. 

En Primera Fila se acerca durante el mes de julio a las grabaciones de los musicales más destacados de la temporada. Ya sabemos que en España también se preparan versiones interesantes de musicales como El rey león, pero también es cierto que el sistema de producción en nuestro país impide disfrutar en la mayor parte de las ocasiones de las grabaciones de las versiones españolas.

En Primera Fila deja aparcado el cine durante varias semanas para convertirse en un programa dedicado al teatro musical. Al fin y al cabo, la interrelación entre ambas formas de entretenimiento tiene una amplia trayectoria. Los Premios Tony son los galardones que marcan lo más destacado de cada temporada, y por eso nos sirven de referencia para seleccionar algunas de las obras que ofrecemos durante este mes. A partir de esta semana, abrimos el telón: 

Miércoles 13 / Sábado 16
The book of mormon
Que los creadores de la serie South Park (Trey Parker y Matt Stone) y uno de los responsables de Avenue Q (Robert López) se reúnan para poner en marcha un musical ya es de por sí interesante. Que hayan conseguido una de las obras más divertidas (a tenor de las críticas) que se han estrenado en Broadway en los últimos años, no sorprende. Y que sea también una de las más taquilleras, por encima de Spiderman. Turn off the dark, resulta meritorio. En definitiva, el musical de la temporada en Broadway, que va camino de convertirse en otra de esas obras que permanecen en cartel durante años. Las canciones son reflejo de ese talento que tienen sus creadores, y algunos números, solo con escucharlos, resultan desternillantes. 

Viernes 15 / Domingo 17
The Scottsboro boys
Todavía andan coleando obras inacabadas del tándem formado por John Kander y Fred Ebb, a pesar de que éste último falleció en 2004. Ésta es una de esas obras, terminada finalmente por John Kander para su estreno durante el pasado año, primero en el Off-Broadway y después en los escenarios principales. Curiosamente, esta historia basada en el juicio más largo de la historia de los Estados Unidos, con varios jóvenes de raza negra acusados injustamente de haber violado a unas chicas en un tren, logró mejores resultados en el Off-Broadway que en su paso a la cartelera principal. Pero, a pesar de concluir sus representaciones en diciembre de 2010, logró nada menos que 12 nominaciones a los Premios Tony. Lo cual es un mérito indudable. Sin ser de las mejores obras de este dúo de músico y letrista (recordemos, responsables de Cabaret o Chicago), tiene ese aire de homenaje al teatro que han sabido dar a los musicales dos de los mejores autores de las últimas décadas. 

Miércoles 20 / Sábado 23
Priscilla. Queen of the desert
Otro de los éxitos recientes de Broadway es esta adaptación de la película que dirigió Stephan Elliott en 1994. Obra de trayectoria curiosa, ya que se trata de la primera adaptación de un musical australiano que se estrena en Broadway. En realidad, Priscilla. Queen of the desert se presentó en Sidney en 2006, y desde 2009 se representa en Londres y otros países, así que Broadway se estaba resistiendo a dejar entrar a este musical "extranjero". Otra de las curiosidades es su protagonista, Tony Sheldon, que ha interpretado el mismo personaje en las versiones de Sidney, Londres y Nueva York, con más de 1200 representaciones durante estos cinco años.

Viernes 22 / Domingo 24
Women on the verge of the nervous breakdown
Efectivamente, la versión musical de Mujeres al borde de un ataque de nervios llegó por fin a los escenarios de Broadway a principios de año. Lo cierto es que la adaptación parece mantener la fidelidad al original consiguiendo hacer comprensible esta historia al público neoyorquino. Pero no olvidemos que Pedro Almodóvar quiso hacer un homenaje a la comedia slapstick norteamericana, así que tampoco quedaba tan lejos. La grabación que escuchamos presenta algunos números interesantes y un aire de jazz contemporáneo que le va muy bien a la historia. Lástima que ni la crítica ni el público terminaran de dar el beneplácito a esta obra que estuvo en cartel menos de un mes. 

Miércoles 27 / Sábado 30
How to succeed in business without really trying
Esta obra de los años sesenta ha sido reestrenada en varias ocasiones en Broadway, demostrando la actualidad de esta historia sobre un joven que decide triunfar por el camino más fácil: la mentira. Aún se recuerda la versión que protagonizó Matthew Broderick hace unos años, y esta temporada se ha presentado un nuevo reestreno que tenía, de cara a la taquilla, el reclamo de su protagonista, Daniel Radcliffe. Fuera ya de las exigencias de agenda de las películas de Harry Potter, Radcliffe ha comenzado una interesante carrera teatral, primero con la obra Equus y ahora con su primer trabajo en los escenarios de Broadway, bien tratado por la crítica. John Larroquette, ganador del premio Tony este año, le acompaña en un musical a la vieja usanza. 

Viernes 29 / Domingo 32
Legally blonde
Para terminar este mes dedicado a los musicales nos acercamos a los escenarios del West End. Esta temporada no ha habido grandes ni relevantes estrenos en Londres, y la obra que más ha destacado, en taquilla y en premios (ha conseguido nada menos que tres Premios Laurence Olivier) es la versión del musical que adaptaba la película Una rubia muy legal. Presentada en Broadway en 2007, en Londres es donde ha logrado mayor relevancia esta obra, entretenida y con buen sentido del humor, que además cuenta con números musicales de altura que dan a esta adaptación un aire de comedia elegante. Curiosamente, ninguno de los actores y actrices principales que estrenaron la obra están ahora representándola, pero finalmente nos queda la grabación de sus canciones para apreciar por qué han recibido los principales galardones del teatro en Londres.  

06 julio, 2011

Sesión doble de verano: Noé vs. Sono


El argentino Gaspar Noé y el japonés Sion Sono son dos directores que se caracterizan por hacer un cine que no deja indiferente. Más o menos discutibles en cuanto a su manera de concebir la narrativa cinematográfica, ambos comparten una mirada insólita y polémica.

A Sion Sono le conocíamos por algunos títulos que recibieron el halago de la crítica, como Suicide club (2002) y, sobre todo, Love exposure (2008), historias que tienen en común una compleja mirada psicológica de personajes que no terminan de encontrar su sitio en la sociedad. La descripción de este tipo de caracteres, muchos de ellos desplazados de los círculos tradicionales de la “normalidad”, es una de las características de un cineasta que consigue atraparnos con historias singulares, dirigidas con garra. Su última película, Cold fish (2010), responde precisamente a ese estudio de personajes que tanto gusta al director japonés. 

La historia de Cold fish comienza de forma contundente, con imágenes de una familia aparentemente normal: normal en la rebeldía de la hija adolescente, normal en la decepción de la mujer, normal en la apatía del protagonista. Pero esta “normalidad” se verá trastocada cuando aparece un exageradamente simpático personaje que convertirá en un infierno la vida del apático protagonista. Y el descubrimiento de su lado oscuro, psicótico, se convertirá en catalizador de su personalidad oculta. 

Las dos horas y media de Cold fish contienen algunas de las escenas más violentas que hemos visto en el cine de Sion Sono hasta el momento, tirando en numerosas ocasiones hacia un “gore” quizás algo gratuito, pero que contribuye a conformar la psicopatía de determinados personajes. Cold fish tiene entre sus virtudes la de saber aglutinar distintos géneros (la comedia, el terror, el suspense…) sin que chirríen demasiado, aunque a veces se nos quede la sonrisa helada. Entre sus defectos, una tendencia hacia el grand guignol con algunos personajes y cierto desbarajuste en el tercer acto al que contribuye también su excesivo metraje. Pero sin duda, Cold fish es una de las propuestas más singulares y uno de los retratos más impactantes de la evolución psicológica de un personaje que hemos visto en mucho tiempo.

El argentino afincado en Francia Gaspar Noé tiene un posicionamiento provocativo en sus planteamientos cinematográficos. Tras la paja mental de su contribución al cúmulo de perversiones sexuales que supuso Destricted (2006) (por lo menos su segmento, entre tetas y pollas, contenía alguna interesante reflexión sobre la soledad, por encima de la pura pedofilia de personajes como Larry Clark), Noé presentó en el Festival de Cannes Enter the void (2009), objeto de numerosos remontajes y sesiones de postproducción que impidieron que se estrenara en su versión definitiva hasta 2010.

En Enter the void, por supuesto, el sexo está presente (recordemos que Gaspar Noé es el tipo que nos presentó una violación de 20 minutos en Irreversible), pero en este caso se plantea una propuesta en torno a la muerte tomando como base "El libro tibetano de los muertos", que describe las experiencias del alma después de la muerte. Y de eso va precisamente la película. Si durante la primera media hora asistimos a un alucinante ejercicio visual que adopta el punto de vista subjetivo del protagonista (a la manera de La dama del lago (1947)), cuando éste muere nos encontramos con la representación de su alma perdida en forma de una imágenes cenitales que sobrevuelan recuerdos pasados y realidades futuras (una especie de vuelta de tuerca al alucinante viaje existencial de 2001. Una odisea del espacio, referente confeso de la película). 

Al singular aspecto visual (en ocasiones apabullante, sorprendente) contribuye sin duda la aportación de Marc Caro (Delicatessen) en el diseño escénico (ese Japón invadido de luces de neón) y de Thomas Bangalter, uno de los miembros del dúo Daft Punk, en el diseño de sonido (impactante si se puede acceder a alguna edición en Dolby). 

Enter the void es un viaje, primero alucinatorio (el mundo de las drogas) y después fantasmal (la muerte), adoptando ambos (las drogas y la muerte) una especie de camino paralelo, como si un chute de LSD o DMT fuera, en realidad, un viaje astral que separa el alma del cuerpo. En este planteamiento visualmente insólito encontramos, sin embargo, algunos baches: una excesiva duración (dos horas y media) a la que contribuye la repetición de determinados fragmentos, como si el director no tuviera claro que como espectadores hemos captado el mensaje; una tendencia a la violencia y el sexo algo gratuitos, marca del director, por otro lado; y una cierta pedantería narrativa que termina por cansarnos. 

Pero eso no quita para que estemos ante una insólita visión cinematográfica que, junto a Cold fish, nos permite disfrutar de un programa doble alucinante y alucinatorio. 

03 julio, 2011

Claire Denis: la mujer que vino de África

Claire Denis estrena por primera vez en España, a pesar de tener tras sí una amplia filmografía de sólido cine emocional. La distribución en España tiene estas cosas.

El cine de Claire Denis está marcado en buena medida por su adolescencia vivida en una antigua colonia francesa en África. De ahí que Una mujer en África pueda considerarse como una de sus películas más personales. La historia de su protagonista, empeñada en sacar adelante una plantación de café a pesar de estar rodeada de una auténtica guerra entre militares y rebeldes, muestra con una vehemencia que pocas veces hemos visto en el cine, esa casi psicótica mirada colonialista que no era capaz de ver la opresión ejercida contra los africanos. Esa condescendencia cínica frente a quienes son pisoteados tiene algo de la esquizofrenia que acaba invadiendo a uno de los protagonistas. Y la visión de la directora, siempre claramente crítica frente a los aires de superioridad de los occidentales, se muestra de manera rotunda en esta película.

Que la filmografía de una directora como Claire Denis permanezca inédita en España da bastantes señales del tipo de distribución que tenemos en nuestro país. Tras una carrera que comenzó a finales de los ochenta, solo algunos ciclos aislados en festivales o salas cinéfilas nos han ido descubriendo el trabajo de una de las cineastas más interesantes de Francia.

Una mujer en África (2009) se puede ver como un reverso de la anterior película de Claire Denis, 35 rhums (35 chupitos de ron) (2008), por supuesto inédita en España. Mientras que en la primera asistimos a la resistencia nada heróica de una mujer blanca ("white material") en el país africano, en la segunda nos introducimos en la vida, sencilla y poco destacable, de unos emigrantes en París. Y así la directora construye una especie de díptico que no tiene por qué ser del todo compatible, pero que nos permite calibrar los dos reflejos de un colonialismo insensato.

En ambas películas sin embargo el discurso es el mismo, crítico, políticamente comprometido, quizás no novedoso, pero no por repetitivo menos cierto: "La deuda es una forma de dominación de los países del Sur.  ¿De qué deudan hablan? Los países del Sur siempre deben a los del Norte. ¿Por qué no se ha pedido una indemnización por el comercio de esclavos?", comenta un grupo de estudiantes en una escena de 35 rhums. "Gente como usted es la que mantiene la corrupción en este país", le espeta un soldado a la protagonista de Una mujer en África. Es curioso, discursos como estos se podrían fundamentar últimamente en Grecia. Las mismas recetas para descabezar la soberanía de países abocados a estar endeudados eternamente. Europa se parece cada vez más a África.

En realidad, el continente africano siempre ha estado presente en el cine de Claire Denis, a veces de una forma más clara y en ocasiones de manera menos palpable. Desde la descripción de una relación de respeto y odio entre dos militares en Beau travail (1999) hasta la exposición precisa de su infancia en el África colonial y su traslado a París cuando era adolescente, en la película para televisión US go home (1994). Pero en esta última etapa del cine de la realizadora francesa hay como una especie de regreso a los orígenes. Su primera película, Chocolat (1988) giraba en torno a una mujer que recuerda su vida durante el colonialismo. La siguiente, S'en fout la mort (1990), mostraba a dos hombres africanos intentando sobrevivir en París dedicándose a las peleas de gallos. De nuevo el reverso de la moneda, de esa mirada nada complaciente.

En Una mujer en África Isabelle Huppert vuelve a componer uno de esos personajes complejos, a veces incomprensibles en sus acciones. Nadie mejor que esta actriz experimentada en exprimir los sentimientos más contradictorios de sus personajes, para describir el empecinamiento de una mujer de mentalidad colonial, construido desde la experiencia vital de la directora. Sólo con esa imagen de la protagonista en la plantación de un café que no quieren ni los propios africanos, sobrevolada por un helicóptero desde el que le gritan que debe marcharse, se construye un discurso político anticolonial mucho más efectivo que el de muchas películas.