28 junio, 2007

¿Día del Orgullo?

Las celebraciones del Día de Orgullo Gay ponen al descubierto la falta de cohesión entre distintos sectores cuyos elementos comunes no consiguen esconder sus verdaderas divergencias.


El Europride, que iba a ser la gran celebración del Orgullo, se ha convertido en un rifi-rafe en el que hosteleros, asociaciones y organizadores de unas celebraciones que, al contrario de lo que se anunciaba, han puesto al descubierto la verdadera desunión del colectivo gay en nuestro país. Lo que se nos ha vendido como objetivo común es en realidad una falacia, y aquellos que de alguna forma lo viven desde dentro saben desde hace tiempo que las distintas asociaciones de gays y lesbianas no se soportan, que las publicaciones gays van más allá de su propia condición de competidoras o que los supuestos “representantes” del colectivo, la mayor parte de ellos tan politizados que acaban representando solo a quienes ideológicamente se sitúan en su ámbito político.

Pero ha sido necesario “vender” una solidaridad falsa que finalmente ha acabado explotando cuando las ayudas económicas de la Comunidad de Madrid (pirrias, por cierto) y la parafernalia mediática han hecho acto de presencia. Lo cual además pone al descubierto algo obvio pero pocas veces mostrado. La “comunidad gay” es un negocio del que están viviendo aquellos que se autoadjudican la condición de representantes de quienes o se sienten representados. No es casual que dos de los sectores enfrentados coincidan precisamente con las dos publicaciones “estrella” de la causa gay: Zero (a la que se acusa de venderse a la campaña electoral del PP cuando sacó en portada a Ruiz Gallardón justo antes de los comicios) y Shangay (que abandera parte de la chapucera organización del Europride 2007, lo que ha provocado esperpénticos abucheos en la lectura del pregón).

El cine de temática gay también es un negocio. Lo malo es que pocas películas han conseguido reflejar con cierta decencia al colectivo, labor difícil dada la heterogeneidad de la comunidad gay. Que subproductos como Another gay movie y tópicas “mariconadas” televisivas como Queer as Folk. acaben siendo piropeadas como el novamás de la representación cinematográfica de los homosexuales da vergüenza ajena. Y es que buena parte de cine gay hecho por gays es menos interesante que las últimas películas de Jean-Claude Van Damme.

Pronto llegará a las pantallas Chuecatown, una comedia negra de Juan Flahn, en cuyo curriculum como guionista se encuentra la serie Ana y los siete. Mal precedente para otra incursión en el mundo homosexual que ya veremos si consigue reflejar la más mínima parte de realidad. Pero seguro que los misterios, amenazas y sospechas que conformen la trama serán minucias comparadas con las pataletas, cabreos y puntapiés que está provocando el Día del Orgullo.