27 mayo, 2007

El submundo del séptimo ¿arte?

La industria del cine mantiene una subindustria poblada de directores frikies y oportunistas, como Uli Lommel, el último descubrimiento del cutrerío.


El mundo del cine depara numerosas sorpresas, algunas de ellas no especialmente agradables (nunca es agradable perder parte de tu tiempo viendo una película que no te interesa lo más mínimo). Pero en otras ocasiones la sorpresa, sin dejar de tener un regusto amargo, plantea interesantes reflexiones sobre los cineastas y, en este caso, sobre ese submundo de películas frikies, malas hasta decir "basta", incapaces de hacer creíble ni la intención de ser creíbles. Una subindustria que funciona bien, que se mantiene en el subsuelo del cine más cutre, y que contiene los momentos más idiotas de la historia del cine. Tim Burton lo retrató perfectamente en Ed Wood, retrato del director inepto convertido luego hasta en un clásico. Pero en la actualidad, por supuesto, ese cine de nulo talento sigue dando frutos, sobre todo en el mercado del DVD.

Todo esto viene a raíz de la edición de la película La dalia negra. No nos referimos, por supuesto, a la película de Brian DePalma, que también tiene sus dosis de cutrerío, todo hay que decirlo, sino a la oportunista película dirigida por el alemán (ahora afincado en Los Angeles) Uli Lommel. Curioso personaje éste desconocido hasta ahora para mí pero cuya filmografía (larga, comenzando ya en los años setenta) es un exabrupto detrás de otro, una desfachatez hecha cine (o, mejor dicho, video). La dalia negra de Uli Lommel toma como pretexto el asesinato brutal de la actriz así llamada en los años 40 (igual que en la película de De Palma), para trazar otra historia distinta. ¿Qué digo?, otra historia que no tiene nada que ver. Porque la película de Lommel, y ahí está su descaro, su poca vergüenza, pero también su astucia friki, no tiene nada que ver con el tema que vende en su carátula y en su sinopsis.

Se trata de una simple trama de tres cutre-asesinos que, en la actualidad, se dedican a despedazar a aspirantes a actrices que se presentan (solas) en un cásting onvocado en una antigua cárcel (que ya les vale a las aspirantes, porque el sitio es para salir corriendo). La película, por llamarla de alguna forma, es una sucesión de sanguinolentas escenas mal hechas, rodada en video, con actores que deberían haber sido despedazados en el cásting (éstos sí) antes de ponerse delante de las cámaras. Pero a Uli Lommel le importa poco. Él lo que quiere es sacar sangre a borbotones, pero con tan escaso presupuesto que no es capaz de crear escenas mínimamente repugnantes, por mucho que lo intente. Los cuerpos despedazados parecen más de juguete de lo que lo son en realidad. ¿Del famoso asesinato de la actriz? Poco o nada, solo una excusa más barata que la propia película.

Comentaba un internauta que a nadie se le ocurriera alquilar una película con el nombre de Uli Lommel en la carátula. Efectivamente, este director alemán tiene una filmografía para echarse a temblar, llena de oportunistas subidas al carro del éxito. Que estrenan en cines una película sobre el hombre del caso, pues él te hace otra sobre el hombre del saco (Satanás, el reflejo del mal (1980)); que estrenan Zodiac, pues él va y dirige Curse of the Zodiac (2007).

Eso sí, tiene más de 40 películas como director, extenso currículum que viene desempeñando desde los años setenta, en los que por cierto incluso colocó su segundo largometraje, La ternura de los lobos (1973) en la Sección Oficial del Festival de Berlín. Se trataba, ya por aquel entonces, de otra historia de psicópata asesino (una de sus obsesiones) que era gay, lo cual debió interesar bastante en su momento, y trasladaba los cuerpos de los jovencitos asesinados para que sus amigos pudieran devorarlos (el canibalismo es otro de sus temas recurrentes).

En la trayectoria de Uli Lommel incluso se encuentra una trilogía en la que adaptó textos de Edgar Allan Poe (ahí es nada). Por supuesto, las nuevas tecnologías han permitido a estos directores seguir desarrollando su faceta como cineastas de tres al cuarto que consiguen, como en su caso, distribuir sus películas incluso en el extranjero. Pero no se les puede negar desde luego cierta astucia para lograr mantener una profesión aunque sea a base de rodar rápido y sin el menor atisbo de talento.

Si conocéis otros ejemplos de representantes de estos submundos de la industria del cine, ahora es el momento de descubrirnoslos.

20 mayo, 2007

Repasando la actualidad

Un asesino en serie anda suelto por San Francisco, la SGAE tira la primera piedra en Sevilla justo la misma semana en la que se hace público el mayor varapalo judicial que ha recibido la entidad en mucho tiempo, y la película andaluza menos rentable de los últimos años se reestrena en julio. ¿Nos estamos volviendo locos?

Esta semana nos hemos reconciliado con David Fincher, un cineasta al que, como comentaba certeramente un colega, sólo le salen bien las películas impares. A saber: 1.Seven (excelente), 2.The game (tramposa), 3.El club de la lucha (interesante, aunque yo no pertenezco a ese grupo que la idolatra como gran obra), 4.La habitación del pánico (chusca), y 5.Zodiac, una apuesta que corre ciertos riesgos por no ser lo que aparenta, lo cual es su mayor virtud, pero provoca también el rechazo de ls espectadores.

De hecho, en el preestreno en el que la vimos, buena parte del público (que no tenía el perfil, todo hay que decirlo, del que podría valorar una propuesta como ésta) salió echando pestes de la película. Pero Zodiac no es, afortunadamente, una típica muestra de cine de psicópatas, y deja muy mal cuerpo, sobre todo porque transmite con certera precisión esa sensación de amenaza que vivió todo el país en los años setenta, cuando un asesino en serie sembró los alrededores de San Francisco de cadáveres.

Pero sobre todo porque David Fincher consigue, amparándose en grandes películas como Todos los hombres del presidente o La conversación, construir un perfecto homenaje a cierto estilo de hacer cine que contenía una especial capacidad para contar historias sin necesidad de juegos audiovisuales. Son dos horas y cuarenta minutos de sutil descripción de personajes, de cronométrica construcción narrativa.

Hablando de construcción, se ha colocado ya la primera piedra (con bastante retraso) del futuro auditorio-centro de producción de la SGAE en Sevilla, uno de esos macroproyectos a los que últimamente nos tiene tan acostumbrados el actual alcaldable. Así que la entidad, guardiana de los derechos de quienes pagan los diezmos escrupulosamente, tendrá una sede espectacular en nuestra ciudad, un auditorio junto a otro auditorio, el de Rocío Jurado, un centro de producción artística del que aún no se sabe mucho, y en definitiva un despilfarro más con el que justificar su devorador afán recaudatorio. Enhorabuena.

Lástima que se haya hecho justo la misma semana en la que se ha conocido la sentencia de un juez negando que la SGAE pueda cobrar derechos de autor por toda la música que se emite, no solo la de sus abonados, como viene haciendo hasta ahora. Por este concepto, la SGAE recaudó 69,1 millones de euros en 2005, aunque la entidad no suele decir nunca cuánto de este dinero va a parar a sus socios. Pero la protesta judicial de la Sala Beat de Tomelloso ha acabado en sentencia negativa para la SGAE, y el juez ha estimado que la gestora únicamente puede cobrar por la música que gestiona. Así que los locales que ponen música bajo licencia de Creative Commons, por ejemplo (licencias gratuitas), no estarían obligados a pagar a la SGAE. Afortunadamente, internet nos permite espacios como éste que se acogen a los derechos que también tenemos los autores de compartir sin pedir nada a cambio. Y licencias gratuitas como Creative Commons (bajo la que está suscrito este blog) salvaguardan esos derechos.


Un hecho inaudito se producirá este verano. A la distribuidora de la película ¿Por qué se frotan las patitas? se le ha ocurrido lanzar una nueva campaña para reestrenar este musical andaluz y tratar de cosechar el éxito que no obtuvo a finales del año pasado. Cuando debería estar ya editada en DVD (quizás un formato en el que podría conseguir más adeptos), ahora se anuncia un nuevo estreno para el 6 de julio, día en el que también se estrena The transformers, dos semanas después del estreno de Shrek Tercero, una semana después del estreno de 28 semanas después (valga la redundancia), y poco antes de que llegue Harry Potter y la Orden del Fénix. A eso se le llama tener tino. Desde luego, hay que alabar la confianza de la distribuidora Alta Films, pero si ¿Por qué se frotan las patitas? acaba siendo un éxito este verano, habrá que darle un Goya de Honor al creador de la nueca campaña. Por cierto, que parece más una campaña para un estreno de Cruz y Raya, porque no sé a quién coño le puede importar que a Fernando Tejero y Arturo Vals les guste la película (si es que la han visto).