27 febrero, 2012

Oscar 2012: El triunfo de los Weinstein

Que una película muda de nacionalidad francesa acapare los principales premios de la Academia de Hollywood solo se puede conseguir con una buena campaña de márketing, al margen de los propios valores de la película. No cabe duda que el apoyo de The Weinstein Company ha sido fundamental para conseguir este logro. 


Harvey Weinstein (su hermano Bob se mantiene más en la sombra) es uno de los personajes más controvertidos de Hollywood. Desde que fundaron Miramax, productora con cierta tendencia a la promoción de películas de cierto aire independiente y con sello de calidad, los Weinstein se han convertido en los productores más influyentes del cine norteamericano de las últimas décadas. Descubridores de Quentin Tarantino o Steven Soderbergh, por poner dos ejemplos, su mirada ha estado habitualmente dividida entre la industria de Hollywood y cierto cine europeo con posibilidades de éxito comercial: El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996), Shakespeare enamorado (John Madden, 1998) o Fahrenheit 9/11 (Michael Moore, 2004) fueron algunos de sus primeros logros. Luego vendría su salida poco decorosa de Disney (a la que vendieron Miramax para tratar de hacer frente a sus deudas). Entre las frases más conocidas de Harvey Weinstein se encuentra la siguiente: "Tengo 65 Premios BAFTA, 75 Oscars, $2 billones en activos y cientos de millones de beneficios. Y aun así, Michael Eisner (el que fuera jefe de Disney) no quiere renovar mi contrato". 

El año pasado, Harvey Weinstein consiguió convertir una película británica que había sorprendido en el Festival de Toronto, pero que no parecía contar con grandes posibilidades fuera de los circuitos de festivales de prestigio, en la gran favorita de los Oscar. El discurso del rey (Tom Hooper, 2010) logró cuatro premios, entre ellos los de Mejor Película y Director. Este año ha ocurrido otro tanto. The Weinstein Company, productora fundada por los hermanos Bob y Harvey tras su cese de Disney y el abandono de Miramax, ha cosechado más nominaciones que la mayor parte de las multinacionales, con películas como La dama de hierro (Oscar a la Mejor Actriz), Mi semana con Marilyn (que no ha conseguido premio), el documental Undefeated (Oscar al Mejor Documental) y por supuesto The artist (cinco premios de la Academia).

Harvey Weinstein vio por primera vez The artist (Michel Hazanavicius, 2011) en el avión que le trasladaba desde Nueva York hasta Cannes, unos días antes de que la película comenzara su fulgurante carrera cinematográfica. Por tanto no se dejó llevar por el éxito del filme en el Festival de Cannes, sino que tuvo el olfato suficiente como para ver las posibilidades de esta económica película francesa. Dicen que desde el principio se sintió emocionado con The artist, y que eso le llevó a comprar los derechos de distribución en todo el mundo.

Para los informadores de Hollywood, la "maquinaria Weinstein" es bien conocida. Sus campañas de cara a los Oscar consisten en dar la mayor visibilidad posible a una película. Y comienzan, no en el mes de noviembre, como muchas, sino desde el verano. Harvey Weinstein puso en marcha esta maquinaria con The artist. Organizó fiestas con futuros votantes de la Academia, paseó a todo el equipo por los medios de comunicación, presentó la película en decenas de pases privados allí donde pudiera rascar algún voto. Una de las proyecciones más calebradas fue aquella a la que invitó a descendientes de Charles Chaplin y otros actores del cine mudo, tratando de jugar la baza de la nostalgia. Cuentan que, mientras una gran compañía de Hollywood se suele gastar unos 2 millones de dólares en promocionar sus películas de cara a los Oscar, Harvey Weinstein se gasta 5 millones. Y dicen también que sabe manejar a los medios como nadie (o lo que es lo mismo, que se comporta con los medios como un auténtico déspota). Todavía se recuerda cómo se dirigió a un periodista del New York Observer gritando: "¡Soy el puto sheriff de esta puta ciudad sin ley!".

Pero para los Weinstein, las campañas promocionales hacia el Oscar no tienen por qué ser limpias. Su departamento de publicistas ha generado numerosas contra-campañas para destrozar la carrera de sus competidores. Se dice que ellos fueron los que difundieron noticias en torno a la película Slumdog millionaire (Danny Boyle, 2008) en las que se afirmaba que los niños que habían participado no habían cobrado o que el rodaje había provocado odio en la India. Juego sucio que los Weinstein no tienen el menor reparo en utilizar. 

Su relación con los directores tampoco ha sido especialmente apacible (a excepción de Quentin Tarantino, con el que sigue trabajando a pesar de decisiones dictatoriales por parte del productor). No en vano a Harvey Weinstein le apodan "Harvey The Punisher" o "Harvey Scissorhands", por su tendencia a recortar (quiera o no quiera el director) las películas que produce. Así, obligó al mismísimo Martin Scorsese a hacer lo propio con Gangs of New York (2002); o al propio Tarantino en Pulp Fiction (1994). Peter Biskind cuenta numerosas anécdotas sobre la carrera de los hermanos Weisntein hasta que fueron expulsados de Miramax en su libro "Sexo, mentiras y Hollywood" (2007). 

Michael Moore mantiene un litigio con los productores porque, según él, no ha recibido la parte que le corresponde de los beneficios del documental Fahrenheit 9/11. El último en sufrir las consecuencias de la desgana de Harvey Weinstein ha sido el director Richard Ayoade (más conocido por ser uno de los protagonistas de la serie IT Crowd). El productor compró en el Festival de Toronto su película Submarine (2010), interesante debut como director de Richard Ayoade. Pero tras varios pases privados en los que no recibió una respuesta positiva a la película, le dijo al director: "En Toronto creí que la película tenía gracia. Aquí nadie le pilla el punto. Y yo tampoco". Al final, Submarine quedó relegada a un estreno menor en el mes agosto en Estados Unidos. 

Harvey Weinstein también fue el impulsor del Oscar que acabó ganando Penélope Cruz por Vicky Cristina Barcelona (Woody Allen, 2008). No en vano la actriz española pertenece al círculo íntimo del productor desde hace años. Y eso le ha valido estar en proyectos tan apetecibles como Nine (Bob Marshall, 2009). La máxima de Harvey Weinstein es muy clara: "Si eres mi amigo, te apoyaré hasta la muerte. Si eres mi enemigo, date por muerto". Cuando un productor se le adelantó en un festival comprando los derechos de Shine (Scott Hicks, 1996), cuentan que Harvey Weinstein le buscó por todo el hotel hasta encontrarle, le empujó contra la pared y le dijo: "Ya puedes ir buscándote un buen abogado porque voy a dibujarte de nuevo el culo".

21 febrero, 2012

Crónica Festival de Berlín 2012

Una vez más, “En primera fila” acude a la cita anual con el Festival de Cine de Berlín; en este 2012, su 62 edición.

Berlín es una ciudad sumamente acogedora, con un carácter más mediterráneo que centroeuropeo y que bien merece una visita anual aunque solo sea para saludar a esa enigmática joven que es Nefertiti. Evidentemente no hay otro motivo para visitar Berlín en el mes de Febrero que asistir a su longevo Festival de Cine. Desde hace varios años se viene anunciando un posible cambio de fechas para la celebración de la Berlinale y situar el festival en plena primavera y sería de agradecer encontrar  una ciudad con un clima de mayor bonanza del que hemos “disfrutado” este año con temperaturas máximas de -5ºC.
              
Pero entremos de lleno en el motivo de esta crónica, la Berlinale 2012. Un festival con desigual calidad cinematográfica, pero con un denominador común: el compromiso ético al abordar temas  de gran calado social y humano. Ese abordaje lo han realizado desde autores semidesconocídos  hasta los ya consagrados como Stephen Daldry o Zhang Yimou y sin olvidar la primera experiencia como directora de la actriz Angelina  Jolie con una intensa y dramática película sobre la guerra de Bosnia en los años 90 (“In the land of blood and honey”).
              
Espectacular, mediático y merecido ha sido el homenaje  a Meryl Streep con el pase de todas sus películas y como posible preparación ante el más que probable Oscar de este año.
              
Nuestro primer encuentro de cine en la Berlinale 2012 fue “Extremely loud and  incredibly close” donde Stephen Daldry muestra una vez más su magnífica capacidad para la dirección de actores y especialmente niños (recordemos “Billy Elliot” o “Las horas”). A través de una historia  personal y de forma parabólica, muestra la débil solución al duelo que la sociedad norteamericana ha desarrollado tras los hechos del 11-S y que se reflejan patológicamente en el subconsciente colectivo.
            
En el Programa Oficial se han presentdo 17 peliculas a competición entre las que se podrían destacar “Tabú” del portugués,  fiel seguidor de autores como Godard o Rivette,   Miguel Gomes. “Just the wind” del húngaro Bence  Fliegauf   expuso una historia de racismo en ambiente rural.  Ursula Maier en “Sister” presenta una historia  de un niño y una joven mujer a los que les falta todo, en la opulenta Suiza. El filipino  Brillante Mendoza presentó “Captive”,  drama sobre el terrorismo.
            
España estuvo  representada en competición por Antonio Chavarrías con “Dictado”, trhiller psicológico que pudo haber pasado sin pena ni gloria  pero que se hundió y dio lugar a la hilaridad de la prensa por su deplorable y  ridículo final.  

Zhang Yimou presentó “The flowers of war”, nueva versión de los hechos acaecidos en 1937 con la ocupación japonesa de China.  Retrata una historia durísima,  con momentos de humor que invitan a la distensión. Narra sentimientos entrecruzados de distintos personajes, sus flaquezas y  sus heroicidades con realismo,  pero con una estética más dulce, como corresponde al principal representante de la llamada 5ª generación del cine chino, que la presentada  en “Ciudad vida y muerte” de Lu Chuan.

La película alemana “Bárbara” de Christian Petzold  fue bien recibida aunque desarrolla un  buen guión con la frialdad clásica del cine alemán actual.

Por último habría que destacar la que en definitiva ha ganado el Oso de Oro de este año: “Cesare debe morire” de los Hermanos Taviani. Pequeña gran película por su minutaje y su planteamiento minimalista que bien podríamos situar en el género del documental. Los Taviani en línea con su compromiso político abordan una performance original, teatro de Shakespeare en la cárcel e interpretado por reclusos,  lo que les permite expresar toda la teoría política que aparece en la obra “ Julio César” del autor inglés.  La dictadura, la fidelidad, el derecho al tiranicidio. Al mismo tiempo, reflexionan en boca de uno de los reclusos sobre el efecto liberador  de la cultura. Lamentablemente no creemos que esta película sea accesible al espectador más allá de algún pase televisivo de madrugada.

Finalmente,  no tenemos más remedio que señalar un desagradable incidente ocurrido en la embajada española. Es tradicional desde hace años ofrecer en la embajada de España en Berlín una recepción a los españoles que asisten a la Berlinale: actores, productores, distribuidores, prensa. En definitiva,  todos los profesionales españoles que debidamente  acreditados vamos a Berlín a trabajar. Es el momento de saludar a los compañeros de otros medios con alguna cerveza y algún (escaso) canapé de por medio. Nuestra sorpresa y la de otros 2 compañeros fue que una funcionaria, suponemos que de la embajada, nos prohibió la entrada a la recepción ya que nuestros nombres no figuraban en la relación que ellos tenían (después de más de 6 años acudiendo al evento con puntualidad); es decir que figurábamos como prensa acreditada en la Berlinale 2012 pero no en la lista para entrar en nuestra casa (¿o qué debe significar  la Embajada de España en un país extranjero, sino  la casa de un español?). Todo expresado además en forma y modo, que, escuchado en el horrible edifico que el sátrapa alemán regaló al español en 1940, nos hizo pensar en algún momento que podíamos terminar en Dachau… Lamentable, absolutamente  lamentable,  tanto en el fondo, como muy especialmente en sus formas,  no obstante  “En primera fila” volverá a la Berlinale en  2013.

Antonio Figueredo

10 febrero, 2012

Españoles en Hollywood: Apollo 18 / The river


Hollywood llama a las puertas de los directores españoles. Pero da la impresión que el interés de los estudios norteamericanos está principalmente enfocado a lograr dóciles responsables de producciones de terror. Gonzalo López-Gallego y la reciente incorporación de Jaume Collet-Serra al nuevo proyecto televisivo de Steven Spielberg son los dos últimos ejemplos.

Algunos jóvenes directores españoles, especialmente aquellos que han hecho incursiones en el género de terror, han sido tentados por Hollywood. En ocasiones con resultados mediocres, como The new daughter (2009), extraño thriller protagonizado por Kevin Costner y dirigido por Luis Berdejo, guionista de Rec (2007). Otros con variopintos resultados, como Juan Carlos Fresnadillo con la espléndida 28 semanas después (2007) y la irregular Intruders (2011). Directores como J.A. Bayona o el cordobés F. Javier Gutiérrez, director de Tres días (2008), ya han sido tentados. Éste último, a la espera de dirigir el remake de The monkey’s paw, película de terror que recupera la versión de 1933, y que coproducen Maestranza Films y RKO Pictures, ya ha sido anunciado como director del remake de El cuervo (1994).  

Otros casos son los de directores que han iniciado su carrera en el mercado norteamericano tras su formación en escuelas de cine. Como los hermanos Álex y David Pastor, que debutaron con la interesante Infectados (2009) y ahora andan dando tumbos en España dirigiendo capítulos de la serie El barco, aunque con el interesante proyecto Los últimos días (2012), que se desarrolla en una Barcelona apocalíptica, en ciernes. O el de Jaume Collet-Serra, que se ha afianzado en Hollywod con títulos de terror como La huérfana (2009) y películas de acción poco solventes como Sin identidad (2011) (y del que se ha anunciado su posible incorporación a la adaptación cinematográfica del mítico cómic Akira (2013)).

Las dos últimas producciones dirigidas por españoles dan la impresión de ser, como en la mayor parte de los casos, productos prefabricados que solo necesitan cierto criterio de dirección, pero desprovistos de personalidad autoral.

Apollo 18 (2011). Gonzalo López-Gallego debutó en la dirección con una interesante muestra de cine de “perseguido”: El rey de la montaña (2007), que contenía momentos contundentes de thriller pero descalabraba en su desarrollo. Tras alguna incursión en la televisión (Ángel o demonio) hizo su primer proyecto en Hollywood con esta película de terror que pasó con más pena que gloria por la taquilla norteamericana. Apollo 18 utiliza el recurso (ya prácticamente agotado) de falso documental con supuestas grabaciones recuperadas (al estilo El proyecto de la bruja de Blair (1999)), pero con la particularidad de acompañar en este recorrido terrorífico a un grupo de astronautas en una misión a la luna. Aunque contiene un buen trabajo de montaje, el recurso de las cámaras de video no siempre funciona ni resulta verosímil, y la última parte de la película acaba siendo un disparate que no lleva a ninguna parte. López-Gallego no ha tenido mucha suerte con sus películas: El rey de la montaña sufrió algunos retrasos en su estreno, y a Apollo 18 le ha ocurrido lo mismo, por mucho que estuviera en la producción el exitoso director ruso Timur Bekmambetor (Wanted) y los hermanos Weinstein.

The river (2012). Nueva producción de Steven Spielberg para televisión (lo cual, dados los resultados de Falling skies y Terranova, tampoco es una garantía), este thriller sobrenatural tiene como responsables a Oren Peli, director de Paranormal activity (2007) y a Michael L Perry, productor de aquel fiasco que empezó bien pero no llevaba a ninguna parte que era Persons unknown (2010). Los primeros dos episodios, dirigidos con cierta eficacia por Jaume Collet-Serra y estrenados esta semana en la cadena ABC y la próxima en la española Fox, plantean de nuevo el recurso de la grabación documental que aquí acaba resultando aleatorio y completamente innecesario. La primera impresión es que nos encontramos ante una mezcla excesivamente descarada de Perdidos (primer episodio) y El proyecto de la bruja de Blair (segundo episodio), así que la principal duda es saber a qué serie se parecerá el tercer capítulo. Aunque se han anunciado solamente ocho episodios, la trama comienza a dar señales de flaqueza ya en la segunda parte, así que mucho nos tememos que The river vaya a ser otro de esos proyectos de planteamiento curioso y desarrollo imposible (al estilo de Persons unknown y Flashforward). 

Tenemos la impresión que los directores españoles manejan con más soltura proyectos personales que encargos. Este año se estrenan varios proyectos de aspecto internacional que prometen darnos muestras de cierta personalidad. J.A. Bayona estrenará Lo imposible, con Ewan McGregor y Naomi Watts, incursión en el cine de catástrofes que en realidad es una producción española. Del mismo estilo de producción es la última película de Rodrigo Cortés tras Buried (2011): Luces rojas es también una producción española pero con actores de marca internacional como Robert DeNiro, Cilliyan Murphy o Elizabeth Olsen. Pero ésto es lo más difícil: mantener cierta independencia de los grandes estudios pero utilizando parecido sistema de producción.