31 julio, 2020

Atlàntida Film Fest: La juventud perdida

Hay una sección específica dedicada a la juventud en el Atlàntida Film Festival, pero lo cierto es que la mirada hacia el universo juvenil está presente en muchos de los otros títulos que forman parte de la programación, fuera de la Sección Generación. Películas que retratan el presente de jóvenes que viven en un mundo poco complaciente, y que tienen que construir resortes para defenderse de la hostilidad, muchas veces provocada por ellos mismos. En nuestra crónica de hoy hablamos de algunas de esas películas. 

Memoria Histórica

Producida en primera instancia para televisión, la película húngara Those who remained (Barnabás Tóth, 2019) no solo terminó estrenándose en salas de cine, sino que fue elegida como representante de su país para los Oscar. Ciertamente es una película sencilla, que cuenta una relación paternal entre un médico cuya familia murió en los campos de concentración y una adolescente durante la posguerra en Hungría. La historia está bellamente contada, pero lo más interesante es cómo trata el tema del holocausto y de la posterior opresión estalinista de una forma sutil, no como un asunto en primer plano, sino como un trasfondo que permite construir la estructura emocional de los personajes principales. 


La relación entre la joven y el médico es principalmente casta, no implica sentimientos más allá de la protección que le ofrece él a ella y de la vitalidad que le da ella a él. Pero al mismo tiempo el director sabe matizarla con toques de ambigüedad que se abren a la interpretación del espectador. En este sentido, la película se propone sobre todo como una liberación emocional frente a las víctimas del holocausto. Y hace que las otras víctimas, aquellas que sobrevivieron, adquieran protagonismo frente a los ausentes. 

Controversia 

Otro de los títulos esperados dentro de la programación del festival es Cuidado con los niños (Dag Johan Haugerud, 2020), producción noruega que comienza directamente con el suceso que provocará el argumento de la película: la discusión entre dos jóvenes que termina con derrame cerebral en uno de ellos. Pero a partir de este hecho, el director y guionista traza una serie de líneas argumentales que en realidad no hablan de lo que sucedió en esa pelea, sino que se centra de más ampliamente en la comunicación entre las personas. Es un hecho puntual que nos permite conocer a una red de personajes (profesores, padres, amigos...) y sus interrelaciones. Y, no teniendo a los jóvenes como principales protagonistas, el comportamiento de éstos sí que ejerce una influencia primordial en cómo los adultos se relacionan. 


Es indudable que Dag Johan Haugerud, que aborda aquí su segundo largometraje, tiene un lenguaje muy personal. Hay muchos diálogos en la película, algunos de ellos fuera de campo, como si la imagen en ocasiones se disociara de las palabras. Y se plantean muchos temas paralelos: la política, representada en los padres de diferentes ideologías, la responsabilidad de los adultos frente al comportamiento de los niños, o la eficacia de los servicios de protección al menor (que en Noruega están rodeados de cierta controversia). Quizás sus dos horas y media de duración suponen un lastre para la ejecución de sus planteamientos, pero la película tiene una solvencia formal (quizás menos dramatúrgica) que la convierten en uno de los títulos más interesantes. 

Generación

Más centrada en esa juventud perdida encontramos la película española El sitio de Otto (Oriol Puig, 2020), estrenada en el Festival BCN 2020. El protagonista del título es un joven que vive en una zona rural y cuyo padre acaba de fallecer, lo que le llevará a aislarse de sus amigos pero al mismo tiempo a descubrir nuevos personajes que le hacen crecer. El proyecto se autodefine como una "ópera prima colectiva", y realmente hay apuntes de esa libertad creativa, pero al mismo tiempo mantiene una coherencia formal que destaca frente a este trabajo de conjunto llevado a cabo por los responsables, que fueron al mismo tiempo actores o guionistas. Producida en parte a través de una campaña de crowdfunding, es una película sin pretensiones más allá de la elaboración de un proyecto coherente, pero que consigue crear una atmósfera casi de cuento para la historia que narra. 


Básicamente es una historia sobre personajes inadaptados, como el protagonista. O al menos incapaz de encontrar ese sitio al que se refiere el título. Por eso la relación con los personajes "marginados", la joven embarazada a la que los demás rechazan, el "vagabundo" cuyo hogar está donde esté su caravana, es también una liberación de esa sensación de pérdida, no solo por el hecho físico de la muerte de su padre, sino especialmente por la zozobra vital que provoca la llegada a la madurez. 

En The pig (Dragomir Sholev, 2019), el director búlgaro aborda su segundo largometraje en torno al acoso escolar. En algunas entrevistas afirma que él mismo y sus compañeros acosaban a un niño en la escuela, por lo que la película se plantea como una especie de redención a través del cine. Y sin duda la descripción que ofrece de los abusos en la primera parte son de las más duras que se han visto en el cine reciente. No tanto por el uso de la violencia, sino sobre todo por el recurso de la cámara pegada al protagonista, casi como si formáramos parte de él, sin apenas ver las caras de los acosadores por evitar el contacto visual. Y lo que más desasosiego provoca en esta primera parte no es ya el acoso de los compañeros de clase, sino la indiferencia e incluso las acusaciones hacia la propia víctima que ejercen los adultos.   


Si bien el planteamiento y unas primeras secuencias bien construidas aportan interés a la película, éste acaba decayendo en una segunda parte que resulta decepcionante, a partir de que el protagonista acosado decide huir. Es aquí donde el director parece no tener claro hacia dónde llevarnos, y acaba desarrollando una trama que resulta repetitiva y no plantea realmente ninguna novedad frente a las muchas historias que han tratado el tema.  

Muros y fronteras

La periodista Ana Pastor presentó ayer en el festival presencial el mediometraje documental Origen (Maribel Sánchez-Maroto, Ana Pastor, 2020), una producción realizada a través de su agencia de noticias Newtral con la colaboración de la Fundación Barça y la ONG Open Arms. Es el primer proyecto que forma parte de un acuerdo de colaboración entre Newtral y la plataforma Filmin para la creación de contenidos, básicamente suponemos que centrada en documentales de estas características, con un sesgo más periodístico que realmente cinematográfico. 


Narrado por el ex-jugador de baloncesto senegalés Sitapha Savané, el documental se centra en las descripciones de algunos senegaleses que, en vez de tratar de emigrar a Europa, han preferido quedarse en su país poniendo en marcha iniciativas empresariales propias. Senegal es un país joven, en el que la media de edad de la población es de 19 años. Es por tanto un país habitado por jóvenes que no encuentran un futuro estable en la sociedad. Desgraciadamente, el documental no profundiza demasiado (no aporta demasiada información sobre los entrevistados) y sus buenas intenciones se quedan solo en eso. Viniendo de una periodista habituada a trabajar el formato de entrevistas, su labor como directora se centra exclusivamente en ellas, por lo que la estructura formal es más bien básica. Tampoco ayuda una narración que no aporta ninguna información especialmente relevante, con referencias más bien tópicas. 


Atlàntida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 27 de agosto. 

Hoy, 31 de julio, se estrenan en Filmin:

Away (Gint Zilbalodis, 2019)
Moffie (Oliver Hermanus, 2019)
Estudi Harris (Emili Manzano, Claire Roquigny, 2020)
Thalasso (Guillaume Nicloux, 2019)
Sympathy for the devil (Guillaume de Fontenay, 2019)
Play (Anthony Marciano, 2019)
This is not a movie (Yung Chang, 2020)
Last and first men (Jóhann Jóhannsson, 2019)



30 julio, 2020

Atlàntida Film Fest: La Europa fascista

Una nueva jornada siguiendo la programación del Atlàntida Film Fest nos lleva a algunos de los títulos más esperados de esta edición. El festival llega a su ecuador en su formato presencial, en Palma de Mallorca, pero seguirá presente en la plataforma Filmin hasta finales de agosto. La edición de este año es la más ambiciosa, con una selección de 110 películas que aspiran a duplicar la cifra de espectadores de 2019. El año pasado el festival ya vivió un aumento del 60% en el número de visionados con respecto a 2018, alcanzando la cifra de 160.000, de los cuales 15.000 estuvieron en el formato presencial en Mallorca y 135.000 en el formato online. 

Memoria Histórica

La programación del festival da cabida también a series de televisión, lo cual es una propuesta lógica teniendo en cuenta que la plataforma Filmin se alimenta también de series. Entre las más esperadas se encuentra la producción sueca Stieg Larsson: El hombre que jugaba con fuego (TV4, 2019), una serie documental que a lo largo de cuatro episodios se revela, más que como un biopic al uso, como una interesante reflexión sobre el peligro del auge de los movimientos de extrema derecha en Europa. Se trata de la versión televisiva del documental Stieg Larsson: The man who played with fire (Henrik Georgsson, 2018), que se presentó como película en el Festival de Sundance 2019. Pero el formato de largometraje, creado básicamente para su distribución internacional, se queda corto para una historia con tantas ramificaciones, así que el estreno de esta serie que en su conjunto dura unas tres horas, ofrece una información mucho más exhaustiva.



Stieg Larsson, escritor sueco que consiguió la fama con los tres libros que escribió bajo la denominación "Millennium", falleció a los 50 años debido a un ataque al corazón (según se apunta en la serie provocado por el exceso de trabajo). De hecho, su mitificación se produjo porque, cuando murió, acababa de entregar la tercera novela, cuando la primera aún no se había publicado, por lo que no tuvo la oportunidad de conocer el éxito de su trabajo. Pero la serie se centra principalmente en su labor como investigador periodístico y recopilador del auge de los movimientos de extrema derecha en su país. Y especialmente en su obsesión por tratar de resolver el asesinato del presidente de Suecia, Olof Palme en 1986, que provocaría posteriormente una de las etapas más negras de la política extremista en Suecia. Así, la serie se construye como una especie de crónica periodística, ofreciendo rasgos de la personalidad de Stieg Larsson que resultan insólitos. En lo que más flojea el documental es en la recreación de algunas escenas utilizando un actor que "interpreta" a Stieg Larsson, porque esos momentos resultan demasiado obvios e innecesarios (mientras se nos habla de su estado de salud, vemos al actor-Larssen comiéndose un bocadillo grasiento). Son precisamente estas incursiones en la semi-ficción las que lastran parte de las virtudes de la serie. 

Al margen de la algo idealizada imagen que se tiene de los países escandinavos, con sus paisajes espectaculares y su forma de vida ejemplar, lo cierto es que Suecia, Dinamarca o Noruega han sido durante años foco de movimientos ultranacionalistas y de extrema derecha, en parte consecuencia de las diferentes posturas que cada uno de estos países adoptó durante la invasión nazi (el colaboracionismo sueco, la pasividad danesa y la rebeldía noruega). The exception (Jesper W. Nielsen, 2019) bucea precisamente en la naturaleza del mal que se encuentra en el ser humano. Utilizando como telón de fondo una serie de reflexiones en torno al nazismo y los nacionalismos extremos, compone un thriller que tiene como protagonistas a cuatro mujeres que trabajan precisamente en una ONG cuyo objetivo es documentar datos sobre genocidios y crímenes contra la humanidad. 



Pero este telón de fondo, que se pretende actúe como explicación psicológica de los acontecimientos, acaba siendo más bien una excusa para desarrollar una trama en la que las sospechas entre las cuatro mujeres se encienden cuando reciben amenazas de muerte. El problema es que la narración que elige el director acaba siendo confusa y retorcida, pero no en un sentido inquietante, sino de una manera desordenada. Al final nos damos cuenta que esta forma de contar la historia siguiendo continuos atajos esconde realmente una resolución simple pero al mismo tiempo obvia. 

Controversia

Desde una premisa que en principio puede parecer interesante, acaba desarrollándose un intento fallido por construir una comedia alocada. Es lo que ocurre en How to fake a war (Rudolph Herzog, 2019), largometraje que ha pasado por festivales como Edimburgo sin que sepamos muy bien por qué. La historia se centra en un equipo de RRPP de un rapero que pretende dar un concierto a favor de la paz en medio de la guerra que enfrenta a los habitantes de Georgia, hasta que se declara una tregua que aparentemente da al traste con las intenciones del rapero de ser una especie de Bono por la causa pacifista. Al director, Rudolph Herzog, hijo de Werner Herzog y hasta el momento realizador de algunos documentales, no le interesa introducir a los personajes o la propia historia, sino que en los primeros cinco minutos ya pone sobre la mesa todo el planteamiento. Es una opción, pero lo que viene después no justifica tantas prisas. 



How to fake a war pretende ser una comedia con ciertas dosis de locura, pero está tan mal escrita que no consigue ni acercarse a sus pretensiones. El director, además, tampoco parece saber medir los tiempos para las escenas cómicas, ni trazar nexos de unión entre sketches que parecen independientes. No ayuda la construcción de algunos personajes francamente bochornosos como el que interpreta Lily Newmark, ni el desarrollo insulso de su premisa inicial. Queda, eso sí, una parodia de esos macro-conciertos que pretenden salvar el mundo. Pero para hacerlo con eficacia hacía falta más talento. 

Domestik

Otra de las películas más esperadas del Atlàntida Film Fest es The painter and the thief (Benjamin Ree, 2020), ganadora del Premio Especial del Jurado en Sundance 2020. Sin duda estamos ante uno de los documentales del año, una historia sorprendente que habla de amistad sobre una base insólita e increíble. Y es, junto al también documental The self portrait (Katja Høgset, Margreth Olin, Espen Wallin, 2020) la otra gran producción noruega que este año llegará a nuestras pantallas. La historia comienza cuando a una joven pintora checa que consigue exponer en una de las galerías más importantes de Oslo, le roban dos cuadros. Los ladrones son detenidos días después por la policía, pero las pinturas están en paradero desconocido. Durante el juicio a uno de los ladrones, la joven pintora solicita al convicto la posibilidad de hacer un retrato de él en algún momento. Y así surge una historia de amistad sorprendente. 



El director, Benjamin Ree, encontró esta historia en los periódicos y pudo utilizar algún material previo grabado por personas cercanas a la protagonista. Pero el desarrollo de la historia real es tan cinematográfico que ha ayudado sin duda a poder construir una narración interesante y atractiva. Lo más llamativo de la propuesta, sin embargo, es que el camino autodestructivo que lleva Bertil, ladrón y drogadicto, acaba siendo menos profundo que el retrato psicológico de la pintora, Barbora, que se nos va revelando como más autodestructiva si cabe, pero en términos psicológicos. Así, el personaje "marginal" va encontrando vías de recuperación, mientras que la artista se alimenta con sus propias obsesiones. 

El trabajo de Benjamin Ree como director es notable, y sin él posiblemente estaríamos ante un documental curioso y poco más. Primero, porque en cierto modo expone la relación de amistad entre los dos personajes como una sesión de terapia, en la que, principalmente el ladrón, describe los antecedentes psicológicos de ella, que explican perfectamente las razones por las que decide retratar a la persona que ha robado sus cuadros. Por otro lado, porque propone una estructura no-lineal que ayuda a ir dosificando la información, casi como en un relato policíaco en el que al final encontramos un nuevo punto de inflexión que de nuevo nos sorprende. Pero de esta creatividad narrativa no se desprende falta de credibilidad. Por el contrario, hay momentos de una honestidad emocionante, como ese en el que Bertil ve por primera vez el retrato que ha pintado Barbora. 

El terror doméstico es el protagonista de la película Pelican blood (Katrin Gebbe, 2019), que pasó por la Sección Oficial de Sitges 2019. Esta producción alemana plantea una reflexión sobre la relación entre una madre y su hija recién adoptada. Como en el relato que da título a la película, en el que la madre pelícano revive a sus hijos muertos dándoles de mamar su propia sangre, la protagonista (la espléndida actriz Nina Hoss) se enfrenta a la desafección emocional de la niña adoptada, sacrificando su propio entorno. 

La primera parte de la historia es interesante, y la directora consigue mantener el suspense con inteligencia, provocando el desasosiego del espectador frente a una niña de cinco años sin necesidad de escenas impactantes. Pero los antecedentes como directora de cine de terror de Katrin Gebbe se revelan en una segunda parte que directamente abraza el género, y esa contención que dotaba a la película de interés desaparece, malogrando lo que hasta ese momento era una propuesta notable. 


Atlántida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 27 de agosto.

Hoy, 30 de julio, se estrenan en Filmin:

Oh, les filles (François, Armanet, 2019)
Journey to Utopia (Erlend Eirik Mo, 2020)
Banksy most wanted (Seamus Haley, Aurélia Rouvier, Laurent Richard, 2020)
The souvenir (Joanna Hogg, 2019)
El buzo (Günter Schwaiger, 2020)
El escritor de un país sin librerías (Marc Serena, 2019)
Origen (Ana Pastor, 2020)


29 julio, 2020

Atlàntida Film Fest: Amor sin fronteras

Seguimos recorriendo la programación de la décima edición de Atlàntida Film Fest, que se desarrolla entre el 27 de julio y el 2 de agosto de forma presencial, y hasta el 27 de agosto online a través de la plataforma Filmin. A lo largo de las próximas semanas iremos desgranando las películas que forman parte de su programación, algunos de los títulos europeos más destacados de la temporada pasada, muchos de ellas aún inéditos en España. Y lo hacemos siguiendo las diferentes secciones que dedica el festival a películas que tienen una identidad similar, desde el punto formal pero sobre todo de contenido. Una división en bloques que funciona de forma parecida a las Colecciones que ofrece Filmin en su catálogo. 

Controversia

Esta sección incluye títulos que contienen una lectura crítica de la sociedad. Entre ellas destaca la producción polaca Supernova (Bartosz Kruhlik, 2020), que toma como excusa un accidente de coche para establecer en un solo escenario un microcosmos que refleja de alguna manera la sociedad polaca. Desde 2015 Polonia está gobernada por una especie de Vox polaco, el PiS (Ley y Justicia), un partido ultranacionalista y ultracatólico que preside Andrzej Duda, y que el pasado 12 de julio refrendó su mayoría absoluta en las últimas elecciones, afrontando su segundo y último mandato. Esta política extremista ha dividido a los ciudadanos polacos de forma visceral: viejos frente a jóvenes, población urbana frente a población rural... Vista la situación, una película como Supernova, con sus excesos, es valiente, porque plantea temas como el abuso de poder, la inoperancia policial, el machismo y la violencia de la multitud. El debutante director maneja con soltura los tiempos, dosificando la información y utilizando largos planos secuencia al principio para ir recortando su mirada hasta primeros planos cuando estalla la violencia. Solo necesita menos de una hora y media para concentrar toda esta información. Y así, esta supernova que se destruye para dar comienzo a algo nuevo se nos presenta como una metáfora bastante inteligente de una sociedad que también necesita regenerarse a sí misma. 



Generación

Adoration (Fabrice Du Welz, 2019) fue una de las triunfadoras del pasado Festival de Sitges, logrando el Premio Especial del Jurado, el de Mejor Fotografía y una Mención Especial a los dos actores protagonistas. Como en sus anteriores películas, el director belga habla sobre el amour fou, ese sentimiento amoroso que se acerca a la locura y la obsesión. Así lo hizo en Alléuia (Fabrice Du Welz, 2014), retrato de la pareja de asesinos denominados The Lovely Heart Killers (Los asesinos de los corazones solitarios), que protagonizó Lola Dueñas. Aquí narra este deseo amoroso entre dos adolescentes en forma de road movie, y a través de unos personajes que, una en su esquizofrenia y otro en su obstinación, acaban construyendo un mundo paralelo en el que no tiene cabida nadie más que ellos. Pero en su desarrollo la historia se agota demasiado pronto, y la relación entre los dos jóvenes se estanca en cierto momento. 

Muros y fronteras

Las barreras que propone esta sección son tanto físicas como imaginadas. Entre la selección de películas encontramos uno de los títulos más singulares del año: The children of the dead (Pavol Liska, Kelly Copper, 2019), que logró el Premio FIPRESCI en el Festival de Berlín y es una de las propuestas más subversivas que hemos visto en mucho tiempo. Producida por Ulrich Seidl, la película se muestra al principio como una parodia de las conocidas como "heimatfilm", cintas familiares realizadas en Alemania y Austria que tenían como nexo en común historias idílicas que transcurrían en los valles y las montañas. Además, la propuesta de los directores austríacos es una película muda, con una banda sonora creada por el artista Wolfgang Mitterer, que gusta de la manipulación de música preexistente para crear un sonido personal, como en su album Beethoven/Mitterer: Nine in One (2018, Cole Legno Music GmbH). The children of the dead es una historia que mezcla temas como la inmigración, la tradición germana, el mundo de los zombis... Todo cabe en esta comedia de serie B que resulta inteligente en ocasiones, sobre todo porque no sabemos si los directores pretenden solo burlarse de las tradiciones de su país o directamente se ríen de nosotros los espectadores. El hecho de que ambos vivan en Nueva York sin duda les da una perspectiva que les permite no dejar títere con cabeza, aunque se les va la mano en la duración. 



Otra de las películas presentadas en esta sección es el documental español Salka en la tierra de nadie (Xavi Herrero, 2020), que se estrenó en la sección What the Doc! de Docsbarcelona 2020. Se trata de un recorrido eminentemente visual a través de la frontera entre Mauritania y el Sahara Occidental, por la que circula el denominado Tren del Hierro. Este tren de más de 2 kilómetros y medio de longitud permite al director ofrecer una visión compleja de una frontera en la que hay historias de emigración y de desesperación, en medio de un desierto que las imágenes transmiten como inclemente y peligroso. 

Fotógrafos de guerra

Cuatro películas seleccionadas en Atlántida Film Fest proporcionan miradas diversas al mundo del periodismo de guerra. Aquí encontramos el documental danés Photographer of war (Boris Benjamin Bertram, 2019), que vimos en la Sección Focus: Dinamarca del Krakow Film Festival. Este biopic acompaña a Jan Grarup, reconocido fotógrafo de guerra danés que ha cubierto conflictos en Irak y el Congo, y nos ofrece una visión más personal de lo que es habitual en las películas que hablan de este trabajo. El protagonista se encuentra en un momento clave de su vida, cuando su ex-esposa cae gravemente enferma de cáncer y es él quien se tiene que ocuparse de sus cuatro hijos. Y es entonces cuando su forma de trabajo en lugares donde el peligro está a la vuelta de la esquina se convierte en una carga, porque la responsabilidad de ser padre activo es mayor. La película funciona mejor en la intimidad del hogar que en la zona de conflicto, porque de hecho el protagonista se encuentra más perdido en su propia cocina que en las ruinas de Mosul. Y aunque no profundiza demasiado, plantea una mirada diferente, más personal y más familiar que lo que hacen otros títulos. 



La producción francesa Camille (Boris Lojkine, 2019) ganó el Premio del Público en el Festival de Locarno 2019, y también tiene como protagonista a una fotógrafa de guerra, aquí en forma de ficción. Camille Lapage fue una joven periodista gráfica que trató de dar visibilidad a las guerras tribales y religiosas en la República Centroafricana, siendo asesinada con tan solo 27 años en una emboscada. Su breve labor periodística la llevó a trabajar para periódicos como Libération, aunque una cierta obsesión con África hizo que rechazara otros destinos cuando el conflicto africano dejó de tener interés para los medios de comunicación franceses. El idealismo de la joven al principio de su carrera está bien narrado, con la ayuda de una buena interpretación de Nina Meurisse, nominada al César como Mejor Actriz Revelación. Y ese sentimiento de sentirse más cómoda en el desierto que en su propia casa también está narrado con honestidad, intercalando las fotografías reales de la periodista a lo largo del metraje. Pero el tono semi-documental que adopta el director encorseta en cierto modo la estructura de la película, y tampoco acabamos teniendo una información adecuada de esa fascinación de la protagonista por un conflicto que aparece sólo como telón de fondo. 





Atlàntida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 27 de agosto. 

Hoy, 29 de julio, se estrenan en Filmin:

Pink Wall
Cuidado con los niños
Meseta
Bocca Chiusa


28 julio, 2020

Atlàntida Film Fest: Europa en el punto de mira

La plataforma Filmin ha sido, durante los meses de la pandemia, un refugio para los festivales de cine independientes que han encontrado en la presentación online una vía diferente para llegar a sus espectadores, ante la imposibilidad de hacerlo de forma presencial. En estos tiempos de incertidumbre frente a un repunte de los contagios en España, el Atlántida Film Fest, que prácticamente se ha desarrollado de forma paralela a la plataforma (surgió en 2010, cuando Filmin fue relanzada después de unos primeros años de zozobra, convirtiéndose en el precursor de los festivales online de los últimos años), regresa en su décimo aniversario con una edición mixta, que combina las proyecciones y encuentros presenciales en Mallorca (las islas se están librando de este segundo brote de contagios) con la emisión online a través de Filmin. La primera se desarrollará durante toda esta semana (del 27 de julio al 2 de agosto), mientras que la edición online tiene lugar durante un mes, del 27 de julio al 27 de agosto (con excepción de algunas películas, con franja más recortada). Se echa en falta, no obstante, que las conferencias y mesas redondas se hayan realizado de forma mixta también. 

Anoche se celebró la gala inaugural del Atlàntida Film Fest en Mallorca, una ceremonia que también ha sido mixta, entre la presencia de nombres como el actor Joseph Fiennes, y la aceptación a distancia de su homenaje que hizo Stephen Frears, obligado a quedarse en Inglaterra debido a la decisión de su gobierno de cerrar las fronteras con España. 

La película de inauguración es Destrucció creativa d'una ciutat (Carles Bover, 2020), un documental que habla de la gentrificación de algunos barrios de Mallorca, especialmente de su zona centro. Hay un interesante diálogo entre la dueña de una librería que está a punto de cerrar para mudarse a otro barrio y uno de sus clientes, en el que se plantea la necesidad de luchar contra este proceso de expulsión de los vecinos antiguos para dar paso a los visitantes esporádicos, pero también la inevitable derrota frente a los fondos de inversión (las mafias modernas) que acaban controlando los barrios a golpe de talonario. Es una visión pesimista que late a lo largo de todo el documental, último trabajo del director Carles Bover, que ganó el Goya por su cortometraje Gaza (2019). La cámara mira a veces casi a escondidas, de soslayo, hacia calles semi-vacías, mercados dormidos, sublevaciones escritas sobre los muros demacrados: "Tourism kills", "Prou hotels". Al final, el documental se convierte en una constatación de la agonía, de la inevitabilidad de una ciudad en peligro de extinción.  

La programación del festival recorre a través de más de un centenar de películas la cosecha más prometedora de 2019, entre los cuales hay unos 40 estrenos nacionales, presentados en 8 Secciones y 3 retrospectivas, dedicadas al homenajeado Stephen Frears, del que se proyecta una de sus películas más valoradas, La venganza (Stephen Frears, 1984), en su 35 aniversario. También hay dos ciclos dedicados a la directora francesa Celine Sciamma, cuya última película, Retrato de una mujer en llamas (2019) forma parte del catálogo de Filmin, pero de la que el festival estrena en España su primera película, Water lillies (2007); y al "enfant terrible" ruso Alekséi Balabánov, del que se ofrece buena parte de su filmografía, centrada en la mafia y la delincuencia juvenil, como la reconocida Hermano (1997) y su secuela, protagonizadas por Serguei Bodrov, jr. Trágica combinación de actor y director, ambos fallecidos en 2002 y 2013 respectivamente. 

Memoria Histórica

Esta sección mira al pasado desde el presente. En ella se incluyen títulos destacados como Bait (Mark Jenkin, 2019), una de las propuestas más interesantes del año pasado. Con una textura sucia, granulada, en un hermoso pero al mismo tiempo decrépito blanco y negro, la película tiene cierta mirada en común con Destrucció creativa d'una ciutat (Carles Bover, 2020), porque habla del turismo como elemento devastador de las comunidades locales. Bait es posiblemente una de las películas más bellas del año pasado, ganadora del Premio BAFTA a la Mejor Ópera Prima. 

En esta sección también se incluyen títulos como Those who remaind (Barnabás Tóth, 2019), seleccionada por Hungría para los Oscar; el extenso documental sobre la historia de Alemania Heimat in a space in time (Thomas Heise, 2019), ganador de Visions du Reel el año pasado; el poema audiovisual del compositor Jóhann Jóhansson Last and first men (2019), arte póstumo que se estrenó en el pasado Festival de Berlín; o la serie documental sobre el autor sueco de la trilogía Millennium, en torno a su rebeldía como autor, en Stieg Larsson: El hombre que jugó con fuego (TV4, 2019).  

Domestik

El objeto de esta sección es la reflexión sobre Europa desde dentro. Y es quizás una de las que tiene la selección más notable. Desde el esperado documental The painter and the thief (Benjamin Ree, 2019), sobre la relación de una pintora con el ladrón que robó su obra, hasta el drama británico Dirty God (Sacha Polak, 2019), seleccionado en Sundance; desde el cortometraje musical Je te tiens (Sergio Caballero, 2019), que pasó por la Quincena de Realizadores de Cannes, hasta la propuesta autobiográfica The souvenir (Joanna Hogg, 2019), Premio Especial del Jurado en Sundance; desde el aclamado thriller Surge (Aneil Karia, 2020), ganador del Premio al mejor Actor en Sundance, hasta la película de animación Las vidas de Marona (Anca Damian, 2019), nueva oportunidad de ver esta hermosa propuesta de animación que pasó por la programación de la Mostra Internacional de Films de Dones 2020. 

Controversia

El cine más comprometido, y el más controvertido, está presente en esta Sección. Aquí podemos ver La nova Escola (Ventura Durall, 2020), un irregular documental sobre la iniciativa educativa en Cataluña, que pasó por la programación de Docsbarcelona 2020; por su parte, el también documental The foundation pit (Andrei Gryazev, 2020) se estrenó en el Festival de Berlín 2020 y estuvo presente en la Sección Oficial de Krakow Film Festival, y ofrece una recopilación de quejas grabadas por ciudadanos rusos y publicadas en youtube. Este "pozo de cemento" representa a Rusia, un espacio cerrado que puede llegar a ser peligroso y que surge de la desintegración de lo que le rodea. Es la imagen de Rusia que no vemos a través de las protestas de sus ciudadanos en primera persona. Un trabajo de edición cuidadoso, que estructura los mensajes adecuadamente, pero que al final resulta artificioso. 


En esta sección también podemos ver la visión política del drama noruego Barn (Dag Johan Haugerud, 2019); la comedia francesa Thalasso (Guillaume Nicloux, 2019), un tour de force entre Gérard Depardieu y Michel Houllebecq que pasó por el Festival de San Sebastián; o lo documentales Banksy most wanted (Seamus Haley, Aurélia Rouvier, Laurent Richard, 2019) y This is not a movie (Yung Chang, 2019), que reflexionan sobre el arte y el periodismo, respectivamente. También se presenta el estreno de Merkel (Stephen Wagner, 2020), que en realidad no es un biopic de la primera ministra alemana, sino que se centra en la difícil situación que tuvo que afrontar con la llegada de más de 1 millón de refugiados a Europa en 2015. Estrenada el pasado mes de abril en Alemania, recibió críticas más bien tibias. 

Generación

La juventud está marcada por su relación con la sociedad en las películas que forman parte de este ciclo. Entre ellas, la muy interesante System crasher (Nora Fingscheidt, 2019), una visión en torno a la inadaptación y los ataques de violencia de una niña que no encuentra el soporte para desarrollarse con cierta normalidad. Hay estruendo en esta película, pero es un estruendo necesario. El sistema es incapaz de controlar la rebelión emocional de la protagonista, aunque la estupenda joven actriz expresa más con los silencios, con esas miradas que exponen su fuego interior. Hay algunas decisiones creativas discutibles que restan credibilidad a la historia. Pero tiene lecturas interesantes sobre la impotencia de los educadores y su fracaso. 


Otro de los títulos presentados es FOMO: Fear of Missing Out (Attila Hartung, 2019), propuesta proveniente de Hungría que habla sobre este síndrome de desconexión social que afecta especialmente a los jóvenes, que provoca una adicción a las redes sociales. Este sentimiento de provocación está bien reflejado en la primera parte, que recuerda en algunos momentos a La naranja mecánica (Stanley Kubrick, 1971), en la descripción de esta "manada" de adolescentes subversivos. Para cuando las bromas toman un cariz más serio, la película pierde interés. Resulta especialmente preocupante el comportamiento de los personajes femeninos, generalmente pasivo. Y al final se nos plantea, no una sociedad en la que las mujeres se rebelan, sino en la que los hombres toman conciencia. Lo cual no es un avance precisamente. 

Identidad

Una sección dedicada a la aceptación como eje central. Entre algunos estrenos de series de televisión como la danesa Sex (TV2, 2020-) o la francesa Gender derby (France TV, 2018-), encontramos también documentales de interés como Fat front (Louise Unmack Kjeldsen, Louise Detlefsen, 2019), que ofrece una mirada optimista, entretenida y divertida sobre la liberación de sus protagonistas, cuatro mujeres escandinavas que reivindican la palabra "fat" (gorda) como reflejo de su identidad sin necesidad de sentirse ofendidas o discriminadas. Y que se sienten orgullosas de sus cuerpos, que saben responder con inteligencia a aquellos que las acusan de promover una forma de alimentación insalubre. Pero al mismo tiempo no es una visión superficial, sino que ahonda en la personalidad de estas mujeres que esconden también dramas del pasado, heridas emocionales que ni siquiera su optimismo puede borrar. 


Atlàntida Film Fest se puede ver en Filmin hasta el 27 de agosto. 

Merkel se puede ver en Filmin desde el 1 al 3 de agosto. 

Hoy, 28 de julio, se estrenan en Filmin:

The exception
Stieg Larsson: El hombre que jugó con fuego
No creas que voy a gritar
The painter and the thief
El sitio de Otto
X & Y


25 julio, 2020

Sheffield Doc/Fest: Cuando el activismo es la única forma de revolución

En nuestro repaso a la programación del Festival Internacional de Documentales de Sheffield, nos detenemos hoy en algunas de las películas que tienen como principal eje argumental la lucha por los derechos fundamentales, en forma de un activismo que pretende remover conciencias e influir en los cambios necesarios en una sociedad hostil. Frente al control cada vez más férreo de los ciudadanos y la imposición "amable" de formas de represión que están envueltas en políticas de Estado, el activismo se ha consolidado como la única manera de evitar atropellos que afectan a nuestra vida. Desde la selva del Amazonas hasta las calles de Hong-Kong, desde los servicios sociales de Inglaterra a las fosas comunes en México, la organización de los ciudadanos en la lucha por la igualdad y la justicia parece ser la única forma de revolución. 

Desde que Reino Unido entregó Hong-Kong a China en 1997, y a pesar de la aparente autonomía de la que dispone el país asiático, ha ido creciendo el número de defensores de un Hong-Kong independiente, en consonancia con la idiosincrasia de un territorio que tuvo durante años una forma de vida occidental. Sobre todo a partir de 2014, cuando China emitió una resolución que limitaba el número de candidatos políticos a las elecciones, en realidad una forma de limitar el sufragio universal. Así nació la Revolución de los Paraguas, un movimiento encabezado principalmente por estudiantes que se enfrentaron a esta resolución y reivindicaron unas elecciones libres e independientes. We have boots (Evans Chan, 2020) es un documental que recopila grabaciones desde ese año 2014 hasta el resurgimiento del movimiento en 2019, ofreciendo una visión global y exhaustiva de la evolución de estas protestas y sus líderes. Es una película por tanto que funciona como un resumen minucioso del nacimiento y desarrollo de un activismo local que lucha por la libertad frente a las imposiciones de China. 


En cierto sentido, también es una actualización de Raise the umbrellas (Evans Chan, 2016), otra película dedicada a este movimiento estudiantil. La principal virtud del documental está en contar con una amplia cantidad de material de archivo, así como entrevistas con los principales líderes del movimiento, algunos de ellos exiliados en países europeos, como Joshua Wong, líder del partido Demosistō, que hace unos días anunció su intención de concurrir como candidato a las elecciones generales de Hong Kong. We have boots, aunque a veces resulta repetitivo y confuso, es una adecuada introducción a una revolución que aún está lejos de acabar, con la actual ola de protestas que ha generado la nueva Ley de Seguridad aprobada por Pekín, en un intento desesperado y autoritario por mantener controlados a los movimientos activistas. 

Otra representante del activismo más comprometido es Guadalupe Vázquez Luna, protagonista del cortometraje documental Lupita, que retiemble la tierra (Mónica Wise Robles, 2020), estreno internacional en la Sección Into the World. El documental se presentó por primera vez en el Festival de Documentales Ambulante, una iniciativa creada hace unos años por los actores Gael García Bernal y Diego Luna, entre otros. Lupita es una mujer tsotsil que sobrevivió a la masacre de Acteal, en la que 45 habitantes de ese municipio del estado mexicano de Chiapas fueron asesinados mientras asistían a una iglesia, en el año 1997. Un ataque protagonizado por paramilitares contrarios al Ejército Zapatista de Liberación Nacional, y que acabó con la vida de los padres y 5 de los 10 hermanos de Guadalupe Vázquez, además de su abuela y su tío. En total nueve familiares murieron en esa masacre, que ella vivió en primera persona cuando solo tenía 10 años. 


El cortometraje de Mónica Wise Robles, que convivió con Lupita durante dos años, muestra la lucha de esta mujer que encontró en su supervivencia la fuerza necesaria para liderar a su comunidad, convirtiéndose en la primera mujer tsotsil en recibir el bastón de mando de Las Abejas, organización católica que representa a la región Altos-Centros de Chiapas en el Concejo Indígena de Gobierno. El documental celebra el activismo de la protagonista bien sea confrontando a las fuerzas militares que mantienen el control en la zona, o enfrentándose a proyectos de explotación de una región aún intacta. Porque la realidad en Chiapas sigue siendo preocupante, con cifras de hasta 10.000 desplazados en los Altos de Chiapas, donde los precios se han incrementado durante la pandemia del COVID-19. Estamos ante una película concisa y comprometida, que se contagia de la valentía de Lupita. Pero también es una película que reivindica la unidad de las mujeres frente a un machismo persistente en sus comunidades, por lo que el activismo de Lupita se desarrolla en dos ámbitos divergentes pero al mismo tiempo complementarios.  

"Se estima que 250.000 personas han muerto y 60.000 más han desaparecido desde 2006 en México, a consecuencia de una política de seguridad militar". Con esta frase comienza el documental Volverte a ver (Carolina Corral, 2020), un doloroso recorrido por la búsqueda incesante de sus familiares desaparecidos llevada a cabo por el Colectivo "Regresando a Casa", formado por mujeres que se han unido para tratar de encontrar una explicación a estas desapariciones. Cuando en 2016 se exhumaron más de cien cadáveres de una fosa común en Tetelcingo (Morelos), la directora decidió acompañar a estas mujeres, que trataban de certificar las irregularidades del entierro de estos cuerpos, tanto en Tetelcingo como en la exhumación posterior de Jojutla en 2017. El escándalo que provocaron estas exhumaciones permitió al Colectivo participar activamente en los trabajos de desentierro, y dejaron claras las implicaciones o al menos la dejadez de las autoridades locales en estos enterramientos rodeados de circunstancias dudosas.


Las mujeres que forman parte de este colectivo (la presencia de los hombres es anecdótica, lo que muestra también una sociedad machista) sospechan que esos cadáveres están conectados con el crimen organizado, con la complicidad de las autoridades mexicanas. Y la opacidad de éstas a la hora de transmitir la información dejan bastantes dudas en el aire. A día de hoy, tres años después de la exhumación de Jojutla, aún no se han entregado los resultados de las pruebas de ADN de los cadáveres, por lo que su identificación no se ha realizado todavía. El activismo de estas mujeres, que básicamente quieren averiguar si sus familiares desaparecidos están en esas fosas, muestra una realidad que resulta terrible en un país herido por la violencia. Y éste es uno de los documentales más desgarradores que se han visto en Sheffield Doc/Fest. 

En la Sección Rebellion también se pueden ver algunas muestras de una precariedad laboral que cada vez es más patente en Reino Unido, y que parece que será mayor tras el Brexit. Esta precariedad laboral se representa en la inquietud de los trabajadores por organizarse al margen de las asociaciones sindicales tradicionales, que en muchos casos parecen estar en línea con los preceptos generales de las organizaciones empresariales. Parte de los que no se ven representados son los trabajadores extranjeros y uno de esos sindicatos nuevos es United Voices of the World, que realizó un activismo constante en contra de las condiciones de trabajo paupérrimas impuesta por el Hospital St. Mary a través de la contratación externa del servicio de limpieza con la multinacional francesa Sodexo. Sus protestas y la huelga posterior se narran en el cortometraje documental United Voices (Hazel Falck, 2020), aunque las mejoras que consiguieron se han visto en parte interrumpidas por la irrupción de medidas extraordinarias debido al COVID-19. 


En We're still here (Melissa Herman, 2020) también se habla de otra realidad presente en Inglaterra, pero que lo está en casi todas las grandes ciudades. Es lo que se llama "social cleansing" (limpieza social), exclusión de determinados sectores de la sociedad con escasos recursos para promover especulaciones inmobiliarias, muchas de ellas con el beneplácito de las autoridades locales. La directora ha estado grabando durante cuatro años a grupos activistas que luchan en contra de esos movimientos financieros que encuentran el respaldo administrativo para eliminar barrios completos (expulsando a sus inquilinos de rentas bajas) y reconvertirlos en viviendas cuyos precios no se pueden permitir quienes viven allí desde hace años. Desde trabajadores precarios del Este de Londres hasta los vecinos que vivieron el incendio de la Grenfell Tower, al oeste de Londres, en 2017, la lucha por mantener sus viviendas está siendo intensa y desesperada. Se ganan algunas batallas pero la guerra continúa.  

Los movimientos sociales en torno a la vivienda son los que han vivido un mayor desarrollo en los últimos años. En Brasil, el MRP (Movimiento de Resistencia Popular) ha protagonizado ocupaciones de edificios sin uso, como el Hotel Torre Palace de Brasilia, que fue desalojado por una desproporcionada fuerza policial en 2016. Cadê Edson? (Dácia Ibiapina da Silva, 2019) se acerca a este movimiento activista a favor de la recuperación de edificios abandonados para reconvertirlos en vivienda. 

El título hace referencia a la pregunta que un policía realiza cuando accede a una acampada protagonizada por miembros de este movimiento. Edson Silva es uno de los líderes del MRP, y es uno de los protagonistas de esta crónica de la lucha por conseguir una vivienda digna. Pero al mismo tiempo Cadé Edson? propone una lectura del cambio político de Brasil, desde el impeachment a Dilma Rousseff hasta la llegada al poder del actual presidente Bolsonaro. Aunque la realidad para las clases sociales más desfavorecidas sigue siendo la misma. Durante la celebración de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro en 2016, estos movimientos ya reivindicaron una apuesta económica por las viviendas sociales frente a los dispendios que supuso la celebración de esta cita deportiva. 

Uno de los momentos centrales del documental es el desalojo que se produjo en el Hotel Torre Palace de Brasilia, un rascacielos abandonado (que sigue abandonado hoy en día) y que se convirtió en un bastión para el Movimiento de Resistencia Popular cuando fue ocupado por centenares de sus miembros. Fuerzas antidisturbios brasileñas apoyadas por dos helicópteros tomaron al asalto el edificio ocupado por miembros del MRP y terminaron desalojándolo. Som imágenes de auténtica guerra, que resultan chocantes. Una fuerza policial desproporcionada frente a ciudadanos desarmados. La imagen más insólita es la de las fuerzas policiales colocando una bandera de Brasil en lo alto del edificio, como si hubieran ganado una dura batalla real. Es la imagen aterradora de un Estado que considera como enemigos a sus propios ciudadanos. 


18 julio, 2020

Sheffield Doc/Fest: América, América

Aunque la programación en abierto de la edición online de Sheffield Doc/Fest terminó a finales de junio, algunas películas aún pueden visionarse en VOD a través de Sheffield Doc/Fest Selects, como los ciclos dedicados a Lynne Sachs y Simplice Ganou, de los que hablamos en anteriores posts, cuya disponibilidad se ha ampliado hasta el 31 de agosto. También se puede ver, en este caso de forma gratuita, un ciclo de 8 documentales de diferentes años que tienen en común una reflexión sobre la vida de las comunidades indígenas en Brasil, y que forman parte del programa Doc/Fest ExchangeSheffield Doc/Fest tendrá una edición presencial en el mes de octubre, en la que se podrán ver algunas películas de la programación oficial y estrenos en cine de los últimos documentales de los directores homenajeados, pero aprovechando las jornadas profesionales del festival, En Primera Fila estamos repasando durante este verano la programación principal, aglutinando los documentales más interesantes a través de crónicas temáticas. 

Hoy lanzamos nuestra mirada a la compleja realidad de los Estados Unidos, que es el principal tema de algunos de los documentales que forman parte del Sheffield Doc/Fest. Retratos que bucean en la actualidad, y que nos hacen reflexionar sobre las informaciones que aparecen día a día en los medios de comunicación. Desde la conservación de las tradiciones indígenas hasta el cambio generacional en un pequeño pueblo de Nuevo México; desde la crisis del agua en Flint hasta la violencia en las escuelas. Películas que nos permiten trazar un perfil poliédrico de un país en constante recesión. 

La directora de US Kids (Kim A. Snyder, 2020) ha estado preocupada en los últimos años por la terrible realidad de las matanzas en escuelas e institutos norteamericanos. En Newtown (2016) se centraba en el duelo de las familias cuyos hijos habían sido víctimas de la masacre de la Escuela Sandy Hook en Newtown, en la que murieron 20 niños, que fue también el objeto de su cortometraje Notes from Dumblane: Lesson from a school shooting (2018). Ahora, en su último documental, estrenado en el Festival de Sundance, ofrece una visión de la tragedia de la violencia escolar dando voz a algunos jóvenes que participan en manifestaciones en contra de la venta de armas, estudiantes del Instituto Marjory Stoneman Douglas donde murieron 17  jóvenes en una masacre. La mirada de la directora busca la complicidad del espectador a través de las emociones, en un ejercicio que a veces es algo manipulador, pero propone una reflexión interesante en torno al peligro  de la proliferación de armas en su país. En el Q&A presentado por el festival, Kim A. Snyder planteaba una situación que resulta terrible en la actual fase de pandemia y división social en su país: "La película trata sobre estas voces jóvenes entendiendo que no puedes hablar de armas sin hablar de Black Lives Matter. Y creo que tampoco puedes hablar de pandemia en una crisis sanitaria mundial sin entender que el problema de las armas es también una pandemia. Desde el momento en que el COVID-19 vaya descendiendo, tenemos que preocuparnos por esos 40.000 norteamericanos que mueren cada año por armas de fuego. Ahora la venta de armas está aumentando. Dos tercios de las muertes son suicidios, y ahora tenemos a más gente con armas que tienen depresión o que están desempleados, y sin duda la tasa de suicidios va a aumentar. La violencia doméstica, por ejemplo, ha crecido un 40% desde que comenzó el confinamiento."


La localidad de Flint, sabe lo que es una crisis sanitaria, porque la vivieron durante años cuando la administración del Estado de Michigan decidió cambiar la fuente de obtención del agua potable desde el lago Huron hasta el río Flint, que pasa por la ciudad. Al parecer, el agua corrosiva del río dañó las tuberías de suministro, elevando la tasa de plomo a niveles tan extremos que provocó numerosas enfermedades al menos a 12.000 habitantes de la ciudad. Varios documentales han tratado esta grave crisis sanitaria que aún persiste, pero es en Flint (Anthony Baxter, 2020), programada dentro de la sección Into the World, donde encontramos una crónica más pormenorizada, porque el director británico ha grabado durante cuatro años todos los acontecimientos que se han ido produciendo, algunos sorprendentes. 

Desde la intervención de un pseudo científico amparado por la ONG Water Defense, cuyo rostro visible fue el actor Mark Ruffalo, que ofreció pruebas dudosas sobre la polución del agua de Flint, hasta el reconocimiento por parte del gobernador Rick Snyder de que había ocultado un brote de legionela posiblemente producido por el mismo agua, se trata de una crisis sanitaria que tiene componentes políticos y sociales. Las casi dos horas de metraje permiten a Anthony Baxter hacer un recorrido exhaustivo por los acontecimientos, y manejar con inteligencia los tiempos para ofrecernos una información clara y sencilla. Sobra quizás la intervención de Alec Baldwin en su visita a Flint, aunque también hay que decir que él es productor y narrador de la película, por lo que quizás sea un peaje necesario. 


En la programación del Sheffield Doc/Fest hay varios documentales que ofrecen una mirada en torno al Sur de los Estados Unidos, porque representa en cierto modo la esencia de la sociedad norteamericana, con sus contradicciones y sus conexiones con la frontera y con los ancestros indígenas. Truth or Consequences (Hannah Jayanti, 2019), programado en la sección Ghost and Apparitions, propone un supuesto futuro cercano en el que nuestro planeta tiene los días contados y solo está habitado por las zonas más desfavorecidas. Son los últimos supervivientes en localidades empobrecidas como Truth or Consequences, un pueblo de Nuevo México que antes se llamaba Hot Springs y que cambió su denominación a raíz de un concurso en el programa de radio Truth or Consequences, en 1950. A cambio, el pueblo fue la sede del programa el primer fin de semana de mayo durante los siguientes 15 años, adquiriendo resonancia y notoriedad. 

Pero los habitantes de Truth or Consequences, que tiene una población de poco más de 6.000 personas, sobreviven como pueden en medio de una localidad empobrecida, donde las cicatrices de la exclusión social son patentes. La directora propone una visión con tonalidad poética sobre el pasado y el presente, enfocado hacia un futuro imaginado, y subrayado por las improvisaciones del compositor Bill Frisell, que aportan un aura casi fantasmal. Es un acercamiento singular e interesante a esa otra Norteamérica olvidada y abandonada, casi desértica, habitada por supervivientes, no de un futuro apocalíptico, sino de un presente devastador. 


El crecimiento del movimiento Black Lives Matter ha puesto en primer plano la profunda grieta social que existe en Estados Unidos, y al mismo tiempo trata de reinterpretar una Historia que se ha contado desde un solo punto de vista. Pero, en realidad, no son tan preocupantes las huellas del pasado como la permanencia de estas injusticias. Al comienzo del documental Seekers (Aurore Vullierme, 2020) se nos recuerda que hasta 1990 el gobierno norteamericano obligaba a los niños de familias indias a participar en programas educativos donde eran "civilizados" y "cristianizados". Estas cicatrices de la imposición occidental permanecen en la tribu de los Jicarillas, en la localidad de Dulce, en Nuevo México, donde las elecciones tribales locales provocan un cambio de gobierno. Esta autonomía "ficticia" es la que se debate en el documental, que tiene como protagonista a Leon Reval, concejal depuesto, que mira con incertidumbre un futuro nada prometedor en torno a la preservación de las tradiciones. Esta "emancipación" controlada es uno de los principales problemas de las comunidades indias, sometidas a autogobiernos que son artificiales. 

Estas raíces ancestrales son también parte de la historia de Our mother the mountain (Tamar Lando, 2020), presentada en la sección Into the World. También en la región de Nuevo México, la película extiende el sentimiento de pérdida, no solo a los indios que fueron masacrados y sometidos, sino a un estilo de vida que está desapareciendo. La directora se centra en tres viejos cowboys que mantienen una tradición de vida en armonía con la naturaleza, pero que se sienten representantes de una forma de existencia que ya está agonizando. La directora planteaba en el Q&A organizado por el festival, este sentimiento de pérdida como uno de los temas principales de su documental: "Una de mis frases favoritas es cuando uno de los protagonistas dice 'Los indios eran buenos cowboys'. Es una frase que no ves en las películas del Oeste. Ese sentimiento de pérdida es uno de los temas principales del documental en muchos niveles. Se trata de la pérdida de una civilización completa en esas tierras. Y en cierto modo también se trata de la pérdida de toda una generación de vaqueros en un futuro próximo. Los protagonistas sienten que ellos son los últimos cowboys". La película contempla, asiste con distancia y presenta esta generación que está a punto de desaparecer y provoca una sensación de sorpresa ante un país que está perdiendo progresivamente sus raíces más ancestrales. 


Esta conexión entre la Norteamérica del pasado y la del presente está bien representada en Southern Journey (Revisited) (Rob Curry, Tim Plester, 2020), estreno mundial en la sección Rhyme and Rythm. Los directores utilizan unas grabaciones que realizó el musicólogo Alan Lomax en los años 50 recogiendo la tradición folclórica del Sur de los Estados Unidos, que recopiló en la serie discográfica "Southern Journey" (1959). Rob Curry y Tim Plaster realizan el mismo recorrido localizando a familiares de aquellos cantantes y músicos que formaron parte de esa serie de grabaciones para ofrecer un retrato de la sociedad actual desde la perspectiva del pasado. Y lo hacen además en el contexto de las elecciones de 2018, en las que el Partido Demócrata trató de arrebatar poder al presidente Donald Trump, por lo que la lectura de la sociedad actual tiene un interesante trasfondo político. Sobre todo porque nos traslada a poblaciones sureñas que aún mantienen cierta segregación racial, con iglesias para blancos e iglesias para negros, con barrios de mayoría negra y barrios de mayoría blanca. Es un retrato que funciona en un ámbito de arqueología musical, pero también en un sentido social y político que pone en evidencia la división de una sociedad que no consigue cerrar sus heridas. 

Esta serie de documentales que comentamos hoy nos ofrecen una visión compleja y también contradictoria de una Norteamérica que lucha por mantener sus tradiciones pero al mismo tiempo trata de mirar hacia el futuro, de una sociedad dividida por los extremismos que mantiene una convivencia difícil y controvertida, de un país roto que se va deteriorando progresivamente a través de una fragmentación social cada vez más pronunciada.