31 octubre, 2020

Las mejores películas de terror (o no) de 2020

El mes de octubre es tradicionalmente el que acoge el mayor interés por el género de terror, abrazando las tradiciones del recuerdo a los difuntos. Ya sea la celebración cristiana del Día de Todos los Santos, que conmemora la superación del Purgatorio por los difuntos; los rituales enraizados en las creencias aztecas que mantuvieron el Día de los Muertos a pesar del intento de los colonizadores españoles por eliminarlo; el sincretismo de la conmemoración del fin del verano que dio lugar a las celebraciones de Halloween en los países anglosajones; o la tradición de la noche de las brujas en países escandinavos como Noruega, contempladas por el fantasma del perro Malcanisen que vaga por la fortaleza Akershus, en Oslo. Es también una buena ocasión para empaparse de cine de terror, con numerosos estrenos de películas que, en su mayor parte, son producciones de serie B de escaso interés. Pero también es una buena ocasión para elaborar una lista de las mejores películas de terror que hemos visto este año, algunas de ellas de próximo estreno y otras ya disponibles en plataformas.

EL TERROR ESTÁ EN EL INTERIOR

Relic
(Natalie Erika james, 2020)  
Presente en la Sección Oficial del Festival de Sitges, donde ganó una Mención Especial a la Mejor Dirección, se trata de una ampliación de la historia que contó la directora en su cortometraje Creswick (Natalie Erika James, 2017), un espléndido ejemplo de terror atmosférico, y que aquí se convierte en un relato más complejo que tiene a tres generaciones de mujeres como protagonistas. Hay una evidente lectura femenina en torno a la interpretación del horror que se mueve en el interior, a través de un ambientación que resulta lúgubre y amenazadora, y que propone una interesante reflexión sobre el paso del tiempo, la vejez y el olvido. El camino es minimalista, quizás demasiado, pero genera una sensación de claustrofobia que produce escalofríos. Es un viaje hacia la demencia entre paredes que asfixian a los personajes. Pero el terror auténtico comienza cuando acaba la historia.

Possessor
(Brandon Cronenberg, 2020)
La gran triunfadora del Festival de Sitges, ganadora de los premios como Mejor Película y Mejor Dirección. Una historia en torno a una corporación criminal que utiliza la implantación mental para cometer asesinatos con objetivos concretos. La voluntad del "poseído" se debilita, mientras el posesor controla su voluntad. Es una interesante premisa que nos hace pensar en Scanners (David Cronenberg, 1981), pero que sigue su propio camino. El joven director consigue crear una atmósfera de thriller futurista que resulta atractiva y que produce desasosiego. Y ofrece una historia compleja en la que el espectador no sabe en ciertos momentos quién es el posesor y quien el poseído, creando una reflexión muy lúcida sobre una sociedad que nos controla. Se ha hablado mucho de la violencia explícita de algunas escenas, pero ésta no es más que el reflejo del mal funcionamiento del sistema, que convierte asesinatos que deberían ser limpios en auténticos baños de sangre.

Come true
(Anthony Scott Burns, 2020)
Esta película nos introduce en el mundo de los sueños y en la representación amenazadora de las pesadillas, a través de una joven que se somete voluntariamente a un estudio del sueño. Es una propuesta muy personal, y por lo tanto muy libre, en la que el director ejerce como guionista, director de fotografía y compositor. La representación fantasmagórica de la película es espléndida y consigue crear una atmósfera desasosegante, una de esas incursiones en el género que no necesita de artificiales momentos de impacto para que nos sintamos incómodos. Y de alguna manera también el director sabe fusionar la realidad de tonos azulados con ese otro mundo interno de tonalidades grisáceas. Es cierto que el tercer acto puede ser discutible, y la inclusión de determinadas escenas románticas parece algo tópica, pero también es verdad que este embellecimiento del amor es coherente con el final que se nos propone. Come true nos deja en la memoria la representación más absorbente del mundo de los sueños que hemos visto en mucho tiempo.

Casa ajena (His house)
(Remi Weekes, 2020)
Fue una de las sorpresas del Festival de Sundance, astutamente adquirida por Netflix para su distribución. Porque se trata de una película que tiene tantas lecturas que es rica en contenido, pero también contundente en su forma. Protagonizada por dos refugiados de Sudán que llegan a Inglaterra, la historia parece llevarnos por el camino de la difícil integración en otro país (él quiere formar parte de esa nueva sociedad cuanto antes, ella siente recelos), pero da un giro inesperado para acabar tratando temas más universales, como la supervivencia, el dolor y el remordimiento. Aquí los fantasmas no habitan la casa, sino el interior de las personas. Son fantasmas que nos acompañan, que forman parte de nosotros mismos. Aunque en las escenas de terror se utilizan los resortes clásicos del género, hay una puesta en escena sorprendente, un inteligente uso del color y los elementos visuales africanos.  Es, sin duda, uno de los debuts más sorprendentes y una de las más complejas películas de terror del año. 

METÁFORAS DEL MIEDO 

L'angle mort (Blind spot)
(Patrick-Mario Bernard, Pierre Trividic, 2019)
Estamos ante una visión nada romántica del poder de la invisibilidad. En realidad, la propuesta de los directores no es solo una historia de corte fantástico, sino que utiliza ese poder de invisibilidad para hablar sobre las relaciones humanas. El protagonista, que no encuentra especial interés en su privilegio, es en realidad un hombre que tiene miedo al compromiso, que prefiere mantenerse en una apática vida en vez de dar un paso adelante. Se trata por tanto de una historia sobre la negación de la madurez en la que los elementos fantásticos acaban construyendo un drama más realista de lo que pudiera parecer en un principio. L'angle mort, seleccionada en ACID Cannes y que pudimos ver también en Atlàntida Film Fest, se nos presenta como una mirada realista que consigue esconder su auténtico enfoque humano en los resortes del género de ciencia-ficción.

Sea fever
(Neasa Hardiman, 2019)
Otra película que utiliza el formato fantástico, en este caso a través de un monstruo marino, para adentrarse en realidad en la esencia de las relaciones humanas es esta producción irlandesa. En realidad, la presencia de esta extraña forma de vida que hace encallar a un barco pesquero, sirve a la directora y guionista para elaborar una interesante reflexión sobre el comportamiento del ser humano frente a lo desconocido. No es tan importante la representación de la amenaza, sino cómo la indefensión ante algo que aparentemente no puede ser explicado provoca fricciones y desorientación en un depredador como el hombre. Por eso cuando menos funciona esta película es cuando se da forma a esta amenaza, porque resulta más escalofriante cuando no se tiene una certeza clara de lo que se trata. En este sentido, la historia funciona como una especie de La cosa (John Carpenter, 1982) en alta mar, pero consigue elaborar un lenguaje propio que consigue ser aterrador ante el peligro invisible. 

Méandre
(Mathieu Turi, 2020)
Presentada en la Sección Panorama Fantàstic de Sitges 2020, estamos ante un "survival" en el que la protagonista está metida en una especie de laberinto tubular lleno de trampas. El primer acto tiene conexiones evidentes con Cube (Vincenzo Natali, 1997), dosifica bien el suspense y hay un trabajo notable de la actriz Gaia Weiss. Pero, a partir del segundo acto, se introducen elementos extraños que sitúan la historia más cerca del universo de H.P. Lovecraft. Si la primera parte es más física, la segunda es más psicológica. Si la película comienza como un "survival" en el que el misterio parece no aclararse del todo, poco a poco se va decantando hacia una mirada mucho más existencialista. Y es este cambio de enfoque lo que la aleja de otros títulos que tradicionalmente se mantienen en un solo camino. Una propuesta arriesgada, que quizás no encuentre el beneplácito de muchos espectadores, pero que la sitúa en un plano elevado respecto a la construcción narrativa de un relato fantástico.

LAS ALMAS ATRAPADAS EN EL OLVIDO

La llorona
(Jayro Bustamante, 2019)
El cine latinoamericano nos ha ofrecido en los últimos meses propuestas interesantes que conectan el género de terror con los abusos hacia los pueblos indígenas. Esta película se construye en torno al brazo represor de la dictadura y la masacre de poblaciones nativas. Casi toda la historia se desarrolla, sin embargo, dentro de una casa en la que el General causante del exterminio comienza a sentirse amenazado por el espíritu de esta mujer sollozante que habita sus pesadillas. Es muy interesante el uso que hace el joven director guatemalteco de las voces susurrantes que están casi siempre presentes, desde ese comienzo que produce cierta sensación de desasosiego, hasta las protestas de los manifestantes que atraviesan las paredes de la casa en una vocalización constante de la denuncia social. Es una representación espléndida de los que se dejan oír para que no se olvide. Quizás le hubiera hecho falta abrazar más claramente el género de terror, presente solo en momentos puntuales y en un tercer acto escalofriante. 

Los que vuelven
(Laura Casabe, 2019)
Ganadora del Premio a la Mejor Dirección en la Sección Nuevas Visiones del Festival de Sitges, también introduce elementos de terror en una historia sobre el trato de los terratenientes a los indígenas en el Lago Iguazú, a principios de siglo XX. Los que vuelven tiene la virtud de moverse entre diferentes géneros y tratar temas complejos que están bien definidos, como la maternidad, pero sobre todo el desprecio hacia las poblaciones indígenas. Los elementos de género de terror, los introduce este renacer de los muertos vivientes, pero más cerca de la zombificación latinoamericana que muestra a un renacido que se encuentra perdido en este mundo (no estamos ante los zombis sedientos de sangre). Es discutible la utilización de elementos sonoros y musicales electrónicos, porque distorsionan en cierto sentido el carácter clásico de la propuesta, y no están especialmente justificados. Pero el conjunto es un acercamiento a la colonización desde la mirada del terror, una visión original y profunda en torno a la memoria de los pueblos oprimidos.

HISTORIAS PARA NO DORMIR

The mortuary collection
(Ryan Spindell, 2019)
Uno de los subgéneros más recurrentes es el de las antologías, que aglutina diferentes relatos de terror, aunque ciertamente suelen tener resultados dispares. Uno de los más interesantes que hemos visto este año es esta recopilación de cuatro historias que tienen como nexo en común una conversación entre un sepulturero y una joven posible ayudante. Tomando como base su cortometraje The babysitter murders (Ryan Spindell, 2015), que de hecho se introduce como uno de los relatos, el director construye una interesante mezcla entre el terror gótico y el slasher, elaborando una serie de historias que tienen interés, son adecuadamente escabrosas y mantienen una coherencia estilística y narrativa. Es quizás la ventaja de que sea un solo director el responsable de todas ellas, lo que ofrece una ambientación similar y muy cuidada. Especialmente destacable es la interpretación de Clancy Brown como el narrador, que consigue una presencia muy cercana a la característica figura de Creepshow (George A. Romeo, 1982). 

Scare me
(Josh Ruben, 2020)
También está formada por distintos cuentos terroríficos esta comedia que homenajea a los grandes referentes cinematográficos del género. Lo particular es que solo iene como protagonistas a dos actores, el propio director y guionista, Josh Ruben, y la espléndida Aya Cash, con otros dos personajes secundarios. En este caso, los relatos están contados por los protagonistas, en una suerte de reunión de cuentacuentos que podría parecer osada para elaborar una película, pero que funciona muy bien sobre todo en la primera hora (la película se excede en duración). Funciona igual de bien como comedia que como homenaje al género, y encuentra en los actores sus principales refuerzos para conseguir una propuesta arriesgada, pero dinámica y entretenida, aunque con algunos desequilibrios. En este sentido, hay que alabar también su incontestable tributo a la literatura de terror como fuente ineludible del género cinematográfico. No confundir con la infame producción del mismo título Scare me (Conrad Glover, Mark Stephens, 2020).  

Extra ordinary
(Mike Ahern, Enda Loughman, 2019)
También en el género de la comedia de horror se encuentra esta producción irlandesa que ganó el Premio del Público en Sitges 2019. Asumiendo desde el principio la convivencia de los personajes principales con las formas fantasmales, los directores crean una divertida propuesta bien equilibrada entre el humor negro y los toques absurdos. Es una película muy disfrutable, sobre todo por la construcción de personajes que en algunos momentos recuerdan al tipo de humor de Lo que hacemos en las sombras (Jemaine Clement, Taika Waititi, 2014). A lo largo de esta historia sobre una cazafantasmas que huye de sus poderes extrasensoriales debido a un trauma infantil, hay algunos baches narrativos, pero también algunas de las escenas de comedia más brillantes que hemos visto recientemente. La película se va desarrollando hacia un crescendo final que, aunque flaquea en los efectos visuales, gana en ingenio. 

LOS MUERTOS NOS VISITAN

Host
(Rob Savage, 2020)
La primera película de terror rodada en el contexto de la pandemia del coronavirus, utilizando la aplicación Zoom. Se trata de una película de sustos, con una reunión por videoconferencia de un grupo de amigas para realizar una sesión de espiritismo que, por supuesto, no terminará bien, añadiendo la circunstancia de que cada una de ellas está sola en casa. La propuesta nació tras una broma que el director hizo a un grupo de amigos durante el confinamiento, y finalmente fue adoptada por Shudder, la plataforma de cine fantástico.  Y aunque aparentemente su objetivo principal es el de crear un crescendo de tensión, en una especie de vuelta de tuerca a películas como Paranormal activity (Oren Peli, 2007), está realizada con mucho talento. Pero no se trata de una propuesta tan superficial como pudiera parecer, sino que ese contexto de pandemia le da también una lectura sutil sobre las amenazas que nos acechan, y para las que ni siquiera nuestros propios hogares son espacios de seguridad. 

The queen of the black magic
(Kimo Stamboel, 2019)
La virtud de esta película, que ganó el Premio del Público en la Sección Midnight X-Treme de Sitges 2020, es su formato clásico. El guión está escrito por Joko Anwar, uno de los nombres fundamentales del cine de terror indonesio, y está basado en un clásico del slasher, La reina de la magia negra (Liliek Sudjio, 1981), introduciendo cambios importantes sobre la historia original. De hecho, hay un homenaje a este filme con fotografías en los títulos de crédito finales. Estamos ante una excelente muestra de terror que ofrece un crescendo continuo hasta que prácticamente la última mitad nos introduce en una pesadilla sangrienta que nos deja sin espacio para respirar. Es un trabajo exquisito del director, que sabe ir creando tensión hasta que la explosión de venganza se convierte en una fiesta sangrienta. Estamos ante una historia que se conecta con el pasado, con hechos moralmente inaceptables que provocan la ira de los demonios internos.

Murder death Koreatown
(Anónimo, 2020)
Sin duda alguna ésta es una de las propuestas más curiosas del año, que tiene algo de ejercicio parecido a El proyecto de la bruja de Blair (Daniel Myric, Eduardo Sánchez, 1999). Difundida a través de internet sin créditos de director ni equipo técnico o artístico, se trata de un "found footage" film en el que un ciudadano comienza a investigar un asesinato ocurrido en la vida real en el barrio coreano de Los Angeles. Puede ser éticamente discutible tomar este hecho trágico como punto de partida de un documental fake, pero el efecto conseguido es sorprendente. Sin embargo, lo más interesante de esta propuesta singular, con aspecto amateur, es cómo va cambiando el enfoque desde la investigación hacia la propia personalidad de quien dirige. Y entonces se construye una interesante reflexión sobre las teorías conspiranoides, la autosugestión y, sobre todo, la apatía del fracaso.  



Relic se estrena en cines el 6 de noviembre. 
La llorona se estrena en cines el 13 de noviembre.
Sea fever (Contagio en alta mar) se estrena en cines el 27 de noviembre. 

Murder death Koreatown se puede ver en el Festival de Cine de Terror de Molins (Filmin) hasta el 22 de noviembre.
Casa ajena (His house) se puede ver en Netflix.


25 octubre, 2020

World Soundtrack Awards: 20 Aniversario

En el año 1982, el Festival de Cine de Gante, que se venía celebrando desde nueve años atrás, comenzó a incorporar a su programación un interés creciente por el mundo de las bandas sonoras, invitando a compositores y celebrando conciertos. Era una época en la que se dedicaba una importante atención a  la música de cine, y por eso entonces surgieron otras citas destacadas como los Encuentros de Música de Cine de Sevilla en 1986. Algunos años después, en 2001, se creó la World Soundtrack Academy, una asociación que actualmente está formada por 385 profesionales que, entre otras actividades, conceden los World Soundtrack Awards dentro del marco del Festival de Gante, pero desde hace tiempo como una celebración independiente del festival. El último día suele ser el que se dedica casi exclusivamente a los encuentros con los compositores y la entrega de los premios, con la celebración de un concierto que es también la clausura del festival de cine. 

Este año, las circunstancias provocadas por el coronavirus han llevado a la decisión de no realizar este concierto de forma presencial, aunque el festival sí se ha celebrado. El anuncio de los premios tuvo lugar el sábado con una retransmisión en streaming, acompañada por la interpretación de la música de los tres compositores invitados: Gabriel Yared, Alexandre Desplat y Michael Abels, a cargo de miembros de la Filarmónica de Bruselas bajo la dirección de Dirk Brossé. 

Los World Soundtrack Awards han reconocido en su 20 Aniversario a los siguientes artistas:

MEJOR COMPOSITORA
Hildur Guđnadóttir por Joker (Todd Phillips, 2019)

MEJOR COMPOSITOR DE TV
Nicholas Britell por Succesion. Temporada 2 (HBO, 2018-)

MEJOR CANCIÓN
Cynthia Erivo y Joshuah Brian Campbell por "Stand Up" de Harriet (Kasi Lemmons, 2019)

DESCUBRIMIENTO DEL AÑO
Bryce Dessner por Los dos Papas (Fernando Meirelles, 2019)

MEJOR BANDA SONORA PARA UNA PELÍCULA BELGA
Hannes De Maeyer por Torpedo (Sven Huybrechts, 2019)

PREMIO SABAM A LA MEJOR COMPOSICIÓN DE UNA COMPOSITORA JOVEN
Ana Kasrashvili

PREMIO DEL PÚBLICO 
Alfonso G. Aguilar por Klaus (Sergio Pablos, Carlos Martínez López, 2019)

Alfonso G. Aguilar con el Premio del Público

El concierto de la Filarmónica de Bruselas se ha estructurado en torno a los tres protagonistas principales. Gabriel Yared, que ha recibido el Premio Honorífico a toda una vida, consiguió ya en 2004 el Premio como Mejor Compositor y Mejor Banda Sonora por Cold Mountain (Anthony Minghella, 2003). La trayectoria en el cine de este músico francés nacido en Beirut, está marcada en sus inicios por las colaboraciones con Anthony Minghella, con el que comenzó su repercusión internacional tras una carrera musical en Francia muy notable. Esa segunda etapa de su trayectoria se caracteriza por el Oscar conseguido por El paciente inglés (Anthony Minghella, 1996) y sus posteriores nominaciones por El talento de Mr. Ripley (Anthony Minghella, 1999) y Cold Mountain (Anthony Minghella, 2003). 

El affair Troya (Wolfgang Petersen, 2004) ha sido uno de los más comentados en el mundo de las bandas sonoras, cuando su mastodóntica composición para la película (algunos la consideran su mejor creación) acabó siendo rechazada por el director y los productores, después de un año de colaboración e incluso tras haber sido grabada por la orquesta, siendo sustituido por James Horner, que solo tuvo un mes y medio para componer. Gabriel Yared expresó públicamente su rechazo y, sobre todo se refirió a la traición del director Wolfgang Petersen, e incluso tuvo la posibilidad de dar a conocer sus composiciones a pesar de que los derechos de autor pertenecían a Warner Bros. 

Gabriel Yared, Premio por su trayectoria musical

Michael Abels recibió el año pasado el World Soundtrack Award como Descubrimiento del Año, por su trabajo para la película Us (Jordan Peele, 2019). Este reconocimiento hubiera supuesto su visita al Festival de Gante este año, lo que no ha sido posible. Aunque su trayectoria musical es amplia, ciertamente su incorporación al mundo del cine ha sido reciente, comenzando con su contundente partitura para el thriller Get out (Jordan Peele, 2017), hasta su más reciente banda sonora para Bad education (Cory Finley, 2019). Su trabajo está muy conectado con la música clásica contemporánea, el jazz y la introducción de sonoridades afroamericanas que le dan una textura especial, diferente a lo que se suele escuchar en el mundo del cine. 

Por su parte, el compositor francés Alexandre Desplat ha sido el músico invitado en el 20 Aniversario de los World Soundtrack Awards. Ha ganado en cinco ocasiones el Premio a Mejor Compositor del Año y en tres el de Mejor Banda Sonora, por lo que es un habitual de estos galardones. Nominado al Oscar en once ocasiones, ganador de dos de ellos, es uno de los nombres fundamentales del cine de Hollywood, pero ha mantenido la conexión con su país de origen, Francia, colaborando con directores como Jacques Audiard o Roman Polanski. Recientemente ha compuesto la música de Druk (Thomas Vinterberg, 2020). 

En circunstancias adversas, los World Soundtrack Awards, una de las citas imprescindibles para los aficionados a la música de cine, han podido celebrarse en un 20 Aniversario un tanto particular, pero que ha demostrado que un trabajo continuo en la promoción de la música de cine sigue convirtiendo a estos galardones en una plataforma imprescindible para que los compositores de música de cine tengan ese necesario contacto con el público. 


La ceremonia de los World Soundtrack Awards se puede ver en Vimeo


Joker, Torpedo, El talento de Mr. Ripley y Troya se pueden ver en Movistar+.
Succesion y La estafa (Bad education) se pueden ver en HBO. 
Los dos Papas y Klaus se pueden ver en Netflix.
Us se puede ver en Amazon Prime.


24 octubre, 2020

Ghent 2020: La reivindicación del artista

Continuamos repasando parte de la programación del Festival Internacional de Ghent, que tiene lugar estos días en la ciudad belga. La edición de este año se ha celebrado desde el 13 de octubre en formato híbrido, entre presencial y online, aunque hay que decir que este último ha sido bastante decepcionante porque, a pesar de programar unos 60 títulos, menos de la mitad de la programación ha estado disponible online (por poner un ejemplo, solo se han incluido cuatro de las trece películas que conforman la Sección Oficial). Esto también plantea una reflexión sobre hasta qué punto tiene sentido organizar un festival en formato híbrido cuando la mayor parte de la programación no está disponible para ver online. En todo caso, llegamos a la jornada final del festival, que acoge la celebración de los World Soundtrack Awards (de los que hablaremos en nuestra próxima crónica), que cumplen este año su 20 aniversario. Nuestra atención se centra ahora en algunos de los títulos que se han podido ver estos días dentro de secciones paralelas del Ghent Film Festival. 

Sección Oficial - New Voices

Esta sección incluye películas que están dirigidas por nuevos directores cuya relevancia ha sido notable durante este año. En ella encontramos algunos títulos conocidos como The assistant (Kitty Green, 2019), una incursión en el difícil terreno de los abusos sexuales a través de la historia de una secretaria que se ve envuelta en una oscura cobertura de complicidades con un poderoso ejecutivo de la industria del cine, cuya actitud hacia las jóvenes aspirantes a actrices parece sospechosa. Es una película silenciosa, callada, que muestra la oficina como el hábitat de un depredador sexual. "Nunca te sientes en el sofá" comenta bromeando uno de los ejecutivos. Hay una evidente referencia a Harvey Weinstein pero sin nombrarlo, y una denuncia clara de la incapacidad de enfrentarse a una maquinaria que protege al abusador. 

La película Kill it and leave this town (Marius Wilczyński, 2020) consiguió la Mención Especial del Jurado en Annecy 2020. Se trata de un viaje personal a la memoria de su director, artista y dibujante polaco que ha tardado catorce años en concluir su primer largometraje. Son recuerdos de la Polonia de los años setenta, marcada aún por la ideología comunista, que nos muestran breves fragmentos de lo que podrían ser sus vivencias infantiles. Pero también reflexiona en torno a percepciones que forman parte de su imaginación. El mismo director se retrata como uno de los personajes, un gigante en un mundo empequeñecido, lleno de fragilidad. La muerte está muy presente en esta creación, pero con un sentido irónico. La banda sonora está compuesta por el músico Tadeusz Nalepa, que falleció antes de que se concluyera la película, y también escuchamos la voz del director Andrzej Wajda, también fallecido, en uno de los personajes secundarios, diciendo frases como "No creo en la muerte". Pero la muerte no es un final, sino solo un paso que deja tra sí fragmentos de una memoria viva.    

La puesta en escena es el principal punto de interés de The Twentieth Century (Matthew Rankin, 2019), que se centra en el ascenso hasta Primer Ministro de Canadá del político William Lyon Mackenzie King, que estuvo en el poder entre 1935 y 1948. Su imagen es la que está representada en el billete rojo de 50 dólares canadienses. La propuesta de Matthew Rankin, que pudimos ver en el D'A Film Festival, es ciertamente peculiar, jugando con el humor absurdo y la estética kitsch. Estamos ante una especie de discípulo aventajado de Guy Maddin que en algunos momentos consigue resultados interesantes, sobre todo en aquellos que resultan más alocados y sarcásticos. Esas secuencias conectan más con el lenguaje de los Monthy Python, especialmente en las escenas que transcurren en esa Escuela de Dominio del Nacionalismo, en la que se elige a los candidatos más nacionalistas para acceder a las altas esferas de poder.

La producción israelí Asia (Ruthy Pribar, 2020) se centra en la relación entre una madre y su hija. Al principio de la historia vemos una relación ambigua entre ellas porque la primera, que se enfrenta con dificultad a su condición de madre joven, es la que protagoniza las salidas nocturnas, los escarceos sexuales con compañeros del trabajo, mientras que la hija permanece en su casa víctima de una enfermedad degenerativa. Esta relación complicada es la parte central de una película que, sin embargo, muestra con acierto la estrecha y particular relación materno-filial, especialmente cuando la hija comienza a sufrir las consecuencias más graves de su enfermedad. Protagonizada por Alena Yiv (Asia, la madre) y Shira Haas (la hija), actriz principal en la aclamada miniserie Unorthodox (Netflix, 2020), no estamos ante un melodrama de sobremesa, porque la directora y guionista consigue construir una estructura central que tiene a los dos personajes femeninos como principales pilares. Y aunque las consecuencias de esta relación entre madre e hija contienen algo de amargura, también muestra su gran fortaleza.

Dentro de este sección, destacamos tres documentales que se encuentran entre los más celebrados del año. Welcome to Chechnya (David France, 2019), ha ganado el Premio del Público en Hot Docs y Berlín, el Premio FIPRESCI en Tesalónica y el Premio a Mejor Montaje en Sundance, y pudimos verlo en la programación de Sheffield Doc Fest. El documental muestra con crudeza la represión contra la comunidad LGTBI+ en Chechenia, y especialmente las detenciones y torturas a las que fueron sometidos muchos gays y lesbianas durante 2017, que obligó a decenas de ellos a abandonar el país. El director utiliza las nuevas tecnologías de transformación digital de rostros para ocultar la verdadera identidad de los protagonistas. Pero sobre todo traza una serie de historias de torturas y detenciones ilegales que resultan impactantes, apoyadas en terribles, violentas imágenes grabadas con teléfonos móviles que los propios perpetradores del acoso han colgado en las redes sociales como trofeos visuales. Es por tanto, una crónica imprescindible sobre la persecución institucional liderada por el presidente checheno, Ramzan Radyrov, una especie de marioneta siniestra amparada por Vadimir Putin.

Space dogs (Elsa Kremser, Levin Peter, 2019), recibió una Mención Especial en el pasado Festival de Locarno y ha formado parte de la programación de Docsbarcelona 2020. La idea de la desmitificación del sentimiento patriótico está presente en esta producción austríaco-alemana rodada en las calles de la capital rusa. Se cuenta que el fantasma de Laika, el primer animal que los rusos lanzaron al espacio, está presente entre los perros callejeros que deambulan por la ciudad de Moscú. Esta conexión entre la carrera espacial de Laika (con imágenes de archivo inéditas que resultan aterradoras) y la historia de estos perros callejeros funciona como un endeble instrumento narrativo. La mirada es muy austríaca, casi diríamos que "hanekiana", y la vida en las calles se observa de forma aséptica, pero también con la brutalidad que la vida salvaje contiene, una visión mucho menos "amable" que la de Stray (Elizabeth Lo, 2019), otro documental sobre perros callejeros que hemos visto este año. La premisa de "ningún animal sufrió daños durante la realización de esta película" no se puede aplicar aquí, ciertamente. Esta brutalidad puede ser discutible como elección autoral, pero encaja bien con esta desmitificación que los directores pretenden hacer. 


Por su parte, Il mio corpo (Michele Pennetta, 2020) se acerca a dos adolescentes que viven de forma diferente el entorno hostil de una Sicilia árida, poco acogedora. Presentada en la Sección ACID del Festival de Cannes 2020, hay una visión pesimista de la vida de estos dos jóvenes, cuyo futuro es inexistente porque es incierto. Uno se dedica junto a su padre, que practica continuos abusos psicológicos, a recoger chatarra en los vertederos; el otro es un inmigrante senegalés que trabaja a cambio de un lugar para dormir en una iglesia de un pequeño pueblo. Es la historia de dos chavales que no viven, sino que sobreviven. Sus trayectorias se cruzan una solo vez, en un momento que parece forzado por el director. De hecho, la película camina entre la ficción y el documental (hay cuatro guionistas), y esta reconstrucción de la realidad a veces parece demasiado artificial, pero consigue que tengamos la sensación de que, a pesar de todo, se trata de un trabajo eminentemente honesto. 

Global Cinema

El MOOOV Filmfestival es un encuentro cinematográfico que se celebra entre marzo y abril en siete localidades de la región de Flandes. Este año tuvo que cancelar su edición debido al coronavirus, pero parte de la selección de películas que habían realizado se presenta ahora en el Ghent Film Festival. Entre ellas encontramos títulos ya conocidos en nuestro país como Moffie (Oliver Hermanus, 2019) que vimos en el Atlàntida Film Fest, o Los sonámbulos (Paula Hernández, 2019), que ya comentamos en las crónicas dedicadas al D'A Film Festival

También se incluye en esta sección You will die at 20 (Amjad Abu Alala, 2019), una de las primeras películas realizadas en Sudán, que muestra una historia que es casi una fábula sobre la muerte, sobre el destino marcado por los profetas, sobre la vida sometida a los designios de la religión. Es una película que habla sobre la predestinación de un joven al que, cuando era un bebé, le profetizaron que iba a morir cuando cumpliera veinte años. Esta existencia que está sometida a la sombra de la muerte está mostrada por el director con gran belleza, con planos de una plasticidad conmovedora. Y representa, desde la mirada hacia un personaje concreto, una visión más generalizada sobre un país sometido durante muchos años a esta predestinación de la inexistencia. La película está dedicada a los héroes de la Revolución de Sudán, rebeldes contra la opresión de los dictadores.  


Desterro (Maria Clara Escobar, 2020) es una producción brasileña que compitió en Rotterdam 2020, y que muestra una historia dividida en tres partes. La primera describe con monotonía la apática vida sentimental de una pareja que ya no se ama. Y lo hace transmitiendo, pero también contagiando, el aburrimiento de una relación que no parece tener un destino. La directora expulsa al espectador en esta primera parte, a través de una puesta en escena que tiene algo de pedantería, planos entrecortados, silencios eternos... La segunda parte se centra en la muerte de la protagonista, que inicia un viaje a Argentina del que no regresa. Y la película describe entonces con eficacia el laberinto burocrático al que se debe someter el marido para poder repatriar el cuerpo de su mujer. En la tercera parte se nos ofrece una explicación de la muerte de ella. Y es, precisamente en el capítulo que precede a la muerte, en el que la película comienza a cobrar vida, en su descripción de la huida de la apatía, de la búsqueda de uno mismo. Pero para entonces el espectador ya ha sido definitivamente desterrado. 

Artists on Films

Esta sección incluye una serie de documentales que están dedicados a figuras importantes del mundo del arte, sobre todo cineastas. En ella encontramos el espléndido retrato Kubrick by Kubrick (Gregory Monro, 2020), que ya comentamos en nuestra crónica del Festival de Sitges. También en la programación del festival catalán estaba el documental Be water (Bao Nguyen, 2020), que en realidad es un episodio de la serie 30 for 30 (ESPN, 2009-) del canal deportivo. Se trata de un acercamiento a la figura de Bruce Lee, presentado a competición en Sundance 2020. Lo primero que hay que advertir sobre este documental es que ofrece exclusivamente el punto de vista de la familia, con su viuda Linda Lee Cadwell como eje central, e intervenciones de su hija Shannon Lee. Por tanto, estamos ante una descripción sesgada de la trayectoria del actor hongkonés nacido en San Francisco, que se detiene sobre todo en su etapa en Estados Unidos tratando de hacerse un hueco en la industria de Hollywood. Y en cierta manera esto es lo más interesante del documental, la descripción de esa actitud racista del mundo del cine hacia los personajes asiáticos, interpretados en su mayor parte por actores occidentales. Se hace referencia por ejemplo a los trabajos de Marlon Brando en La casa del té de la luna de agosto (Daniel Mann, 1956), John Wayne en El conquistador de Mongolia (Dick Powell, 1956) o Mickey Rooney en Desayuno con diamantes (Blake Edwards, 1961).  


Be water funciona correctamente en esta visión general del sentimiento apátrida de Bruce Lee (mientras en Estados Unidos era un asiático a pesar de haber nacido allí, cuando regresó a Hong-Kong estaba considerado un occidental). Pero como retrato del personaje es ciertamente incompleto. Se habla de su relación con actores como Steve MacQueen o Bruce Coburn y de su amistad con Kareem Abdul-Jabbar, que aparece como entrevistado, pero no hay intervenciones de Chuck Norris o Jackie Chan. También se da por hecho la atribución a Bruce Lee de la idea original de la serie Kung Fu (Warner Bros., 1972-1975), que la viuda siempre ha afirmado que fue copiada por el estudio para desarrollar su propia serie. El planteamiento de Bruce Lee era hacer una serie de artes marciales como un western, y este concepto finalmente se trasladó recientemente a la televisión en la serie Warrior (Cinemax, 2019-). Be water no aporta grandes hallazgos a la figura de Bruce Lee, deja a un lado los aspectos más controvertidos, como su adicción al cannabis o su difícil personalidad, y ofrece una visión limpia y pulcra del personaje pero, por tanto, también tergiversada. En realidad, parece más una respuesta de la familia a esa divertida escena de la película Érase una vez... Hollywood (Quentin Tarantino, 2019) que tanto molestó a Shannon Lee. 

La reivindicación de la mujer en el mundo del cine está presente en dos documentales que se pueden ver en la plataforma Filmin. Be natural: The untold story of Alice Guy-Blaché (Pamela B. Green , 2018) titulada en España La pionera, redescubre la figura de esta cineasta francesa que realizó numerosas películas para la productora Gaumont a principios del siglo XX, y que más tarde se trasladó a Hollywood donde inició una carrera como directora que muchas veces no fue reconocida. Lo interesante del documental es esa plasmación de cómo la Historia escrita desde un punto de vista masculino ha borrado la presencia de determinadas mujeres en los inicios del cinematógrafo. En los últimos años de su vida, Alice Guy-Blaché inició la búsqueda y recuperación de muchas de las películas que había rodado, y que se atribuyeron por críticos e historiadores a directores masculinos. El problema del documental es que Pamela B. Green decide centrarse más en su propia investigación (una especie de Google-investigación), dejando en un segundo plano parte de la figura de la protagonista. Es un acercamiento que acaba siendo mediocre a una personalidad fascinante. 

Delphine et Carole, insoumuses (Callisto McNulty, 2019) se centra en la colaboración entre la actriz francesa Delphine Seyrig y la videoartista Carole Roussopoulos, especialmente con la creación de la serie de videos "Les insoumuses" y "Video Out", que trataban de ofrecer una respuesta con sentido del humor, pero también con indignación contenida, a los discursos misóginos de la Francia de los años sesenta y setenta, muchos de ellos también defendidos por miembros femeninos del gobierno. Esta reivindicación de la mujer como creadora de sus propias historias, frente a una creación artística, y especialmente cinematográfica, que estaba manejada por la visión masculina, se convierte en el eje central de un documental que bucea con interés en una época decisiva para el desarrollo de los movimientos feministas. 

Focus on German Cinema

El Festival de Gante ha dedicado en esta edición una retrospectiva al reciente cine alemán, enfocándose principalmente en películas estrenadas en los últimos meses. Entre ellas encontramos títulos como Pelican blood (Katrin Gebbe, 2019), que pudimos ver en Atlàntida Film Fest. La película plantea una reflexión sobre la relación entre una madre y su hija recién adoptada. La primera parte de la historia es interesante, y la directora consigue mantener el suspense con inteligencia, provocando el desasosiego del espectador frente a una niña de cinco años sin necesidad de escenas impactantes. Pero los antecedentes como directora de cine de terror de Katrin Gebbe se revelan en una segunda parte que directamente abraza el género, y esa contención que dotaba al film de interés desaparece, malogrando lo que hasta ese momento era una propuesta notable.


Uno de los títulos más esperados del año es Enfant terrible (Oskar Roehler, 2020), que lleva el sello de la selección en el cancelado Festival de Cannes. Es un biopic del director alemán Rainer Werner Fassbinder, que coincide con el 75 aniversario de su nacimiento. Curiosamente, es un director que no está suficientemente apreciado en Alemania, y posiblemente parte de su cine ha envejecido mal, pero se trata de una de las figuras más relevantes del cine de la posguerra, atrevido, visceral y provocativo. El director Oskar Roehler adopta una puesta en escena teatral, con decorados que no intenta disimular, pero esta opción visual conecta bien con el universo de Fassbinder, creando una especie de ensoñación que tiene algo de artificial. La película sin embargo se detiene más en la persona que en sus creaciones, y nos muestra a un personaje (espléndidamente interpretado por Oliver Masucci) que es iracundo, maleducado y déspota. Pero este foco principal en su personalidad hace que la película acabe siendo repetitiva, y que realmente no se muestre la relevancia de su obra como artista (solo hay algunas apariciones de personajes como Andy Warhol y Freddie Mercury que de alguna forma intenta mostrar su proyección internacional), ni aspectos relevantes como su relación con el universo femenino. 

Exile (Visar Morina, 2020) es uno de los títulos más interesantes del año, seleccionado en Sundance 2020. El protagonista es un trabajador kosovar que se ha afincado en Alemania y que siente que en su trabajo le tratan con indiferencia, creándose lentamente en su interior un sentimiento de desafección. Lo interesante de la propuesta es su ambigüedad, porque no sabemos con claridad si este acoso laboral es real o, por el contrario, es una especie de paranoia fabricada por él mismo, coincidiendo con algunos hechos extraños que suceden a su alrededor. Hay una tendencia a la repetición formal en el trabajo del director, como en las secuencias en las que el protagonista camina por los pasillos estrechos del edificio en el que trabaja, pero esto contribuye a crear una sensación de claustrofobia. Se trata de una de las propuestas más inteligentes que hemos visto recientemente sobre el sentimiento de ser extranjero, de considerarse un extraño constantemente.


Esta sensación de extrañeza en otro país también está presente en Giraffe (Anna Sofie Hartmann, 2019), que se mueve entre la ficción y el documental. La película está protagonizada por una etnóloga que entrevista a personas de una isla del sur de Dinamarca que se ven obligadas a abandonar sus casas debido a la construcción de un puente. Ella cataloga los espacios que se quedan vacíos, como resquicios de un pasado que permanece solo entre las paredes vacías y los escombros , y es en este formato documental en el que la propuesta encuentra su mejor camino. En el plano de ficción, aunque la historia ofrece una reflexión interesante sobre el desarraigo (la protagonista es alemana, los obreros son polacos), sobre la necesidad de estar y pertenecer a un sitio, la construcción narrativa no consigue equilibrarse adecuadamente con el tono documental, y acaba ofreciendo hilos argumentales que tampoco aportan nada complementario. 

Por último, A fish swimming upside down (Eliza Petkova, 2020), plantea un triángulo amoroso que se establece entre un joven y la amante de su padre. Esta historia es, sobre todo, una mirada al deseo, y de hecho la mujer está envuelta en un misterio (no se aporta ninguna información sobre ella) que en cierta manera la convierte en una especie de símbolo del apetito sexual, más que en un personaje real. En este equilibrio se mueve la propuesta de Eliza Petkova, pero es también su principal defecto. Esta indefinición acaba haciendo que la metáfora sea demasiado obvia, aunque con ella vaya perfilando el retrato de los personajes masculinos, terminando en una propuesta tan vacía como arriesgada. 


 

Unorthodox se puede ver en Netflix. 
Moffie, El conquistador de Mongolia, La pionera y Delphine y Carole se pueden ver en Filmin. 
Warrior se puede ver en HBO España.
Érase una vez en... Hollywood se puede ver en Movistar+.
Giraffe se puede ver en Mubi. 


22 octubre, 2020

Ghent 2020: Encajando en una sociedad hostil

El Festival de Cine de Gante se celebra por estas fechas en la hermosa ciudad belga, un lugar que parece de cuento de hadas en su zona central, pequeña pero que invita a los paseos nocturnos largos, a visitar los pubs llenos de historia que rodean el canal y a degustar las decenas de cervezas tradicionales de uno de los países expertos en su elaboración. El Festival también acoge habitualmente los World Soundtrack Awards, premios a las mejores bandas sonoras del año con conciertos, homenajes y visitas de los compositores cinematográficos más relevantes. El año pasado ya dedicamos una crónica al WSA, que homenajeó al compositor Marco Beltrami. En aquella edición también se dedicó un cálido reconocimiento al compositor belga Frédéric Devreese, padre de la música de cine en su país, con obras magníficas para el cine como Benvenuta (André Delvaux, 1983), que ha fallecido el pasado 28 de septiembre a los 91 años. En la presente edición, el concierto de los World Soundtrack Awards se celebrará a puerta cerrada, transmitidos en directo a través de Vimeo y YouTube y tiene como protagonistas a Alexandre Desplat, Gabriel Yared y Michael Abels (ganador el año pasado del Premio Discovery of the Year). 

En cuanto al FilmFest Gent, su programación de películas se ha venido celebrando en formato híbrido, entre presencial y online, desde el 13 al 24 de octubre, aunque el último día está dedicado a los World Soundtrack Awards. La decisión de ofrecer una versión presencial no ha estado exenta de polémica (algunos diarios belgas han titulado: "¿Valientes o estúpidos?", refiriéndose a esta decisión), teniendo en cuenta que Bélgica ha alcanzado esta semana el récord de contagios de todo el año, unas 10.000 infecciones. La programación del FilmFest Gent ofrece una buena muestra de las películas que han destacado en los últimos meses, y en ella podemos encontrar estrenos como There is no evil (Mohammad Rasoulof, 2020), ganadora del Oso de Oro en Berlín 2020, o Falling (Viggo Mortensen, 2020), ya estrenada en España, debut en la dirección del actor argentino, única estrella internacional que ha estado en el festival, porque está recorriendo Europa conduciendo su coche para promocionarla. O títulos ya conocidos como Mandíbulas (Quentin Dupieux, 2020), Península. Train to Busan 2 (Sang-ho Yeon, 2020) o Wendy (Benh Zeitlin, 2020), de las que hemos hablado en nuestras crónicas del Festival de Sitges. 

Viggo Mortensen recibió el Premio Honorífico Joseph Plateau  FFG2020 ©Jeroen Willems

Sección Oficial - Competición

En la sección competitiva destacamos películas como Stories for the chestnut woods (Gregor Bozic, 2019), que se pudo ver en Atlàntida Film Fest. Precisamente el narrador nos advierte: "Escuché la historia cuando estaba en Bélgica. Creo que prefiero llamarlo "leyenda" en vez de "historia", porque puede que no creáis lo que voy a contaros". Esta mezcla entre fantasía y realidad está muy presente en un cuento que habla de una zona particular en la frontera entre Italia y Eslovenia (la antigua Yugoslavia). Hay una estética de la pobreza que vemos en la pareja de ancianos que viven envueltos en sus recuerdos, en esa memoria que se va difuminando con la llegada de la vejez. Hay diversas historias, y el director tiende más a la fantasía en la segunda parte de la película, que tiene una mayor ensoñación poética. 

Vitalina Varela (Pedro Costa, 2020), se estrenó la pasada semana en los cines españoles. Se trata de una obra mayor del director portugués, que acompaña a una mujer de Ciudad del Cabo que llega a Portugal tras la muerte de su marido, que había emigrado. Al comienzo de la película, las sombras acompañan a una procesión que después comprobaremos que es una procesión de muerte. Pero en esta película son los vivos los que toman formas espectrales, hablan en susurros y caminan lentamente. Es una historia protagonizada por fantasmas, pero que están vivos. La composición de cada plano tiene una plasticidad enérgica, utilizando las sombras para definir los rostros, con algo de teatralidad pero al mismo tiempo tremendamente cinematográfica. Las palabras suenan cansadas, el tiempo parece que pasa más lento, pero nunca se detiene. 

Precisamente de estos fantasmas vivos también habla la producción turca Ghosts (Azra Deniz Okyay, 2020), que ganó el Premio de la Semana de la Crítica en la Mostra de Venecia 2020. La directora nos ofrece un retrato oscuro y desesperanzado de Turquía, protagonizado por varios personajes cuyas vidas se entrecruzan, y que viven un futuro incierto en una sociedad que, mientras intenta posicionarse dentro de cierta modernidad, no consigue eliminar ese constante estado de vigilancia impuesta (incluso los propios ciudadanos se vigilan entre sí y denuncian actividades "inmorales" a la policía). Se construyen nuevos edificios mientras los antiguos se derrumban y son utilizados como espacios de alquiler para refugiados. Esta visión desesperanzada está contada, sin embargo, con ciertos tics de "autor" (el título de la película aparece cuando llevamos una hora de metraje) que resultan más molestos que creativos.

Esta visión de una sociedad que resulta hostil también está presente en Eden (Ágnes Kocsis, 2020), protagonizada por una mujer que sufre alergia a todo tipo de sustancias químicas, ondas de radio y campos eléctricos. O lo que es lo mismo, a la modernidad. Pero la realizadora húngara transmite la duda sobre si es esta modernidad la que rechaza a la protagonista, o sin embargo es ella la que no quiere adaptarse, siendo sometida constantemente a pruebas médicas que tratan de explicar esta extraña dolencia. Son las secuencias de extrañeza las que la directora maneja con mayor precisión, como esos momentos en los que el personaje principal sale a la calle con un traje de astronauta, como una especie de alienígena. Y ciertamente hay grandes hallazgos visuales, como ese plano secuencia del final, pero desgraciadamente no hay mucho que contar a lo largo de las largas dos horas y media que dura la película, y queda un resultado frustrante que quiere bucear en temas interesantes, pero se mantiene en la superficie. 

Dos muestras de cine independiente norteamericano destacan en la sección competitiva: First cow (Kelly Reichardt, 2019), ganador del Premio del Jurado en Deauville 2020, es un western con mirada femenina, a través de la historia de un cocinero y de un inmigrante chino. Se trata de otra de esas grandes películas de la realizadora Kelly Reichardt, responsable de títulos como Wendy & Lucy (2008) o Certain women (2016), que de nuevo nos ofrece un punto de vista muy particular en torno a personajes que tratan de adaptarse a un ambiente que les resulta extraño, construidos con paciencia pero gran complejidad. El cine de la directora es silencioso pero profundo, y en su última película nos ofrece una propuesta radical que habla de las raíces del capitalismo a través de una historia de amistad.  

Igualmente apartados de su entorno están los protagonistas de Kajillionaire (Miranda July, 2020), otro de esos títulos que ofrece una premisa extravagante, pero que está compuesto por personajes de construcción perfecta, inadaptados que tratan de vivir de estafas de poca monta. El trío protagonista formado por Evan Rachel Wood, Debra Winger y Richard Jenkins (que ofrece otra de esas interpretaciones magistrales) es un alarde de composición. Es una película que aborda las relaciones humanas con sentido del humor, con un sentido de la extravagancia que consigue atraparnos desde el principio. La protagonista está carente de afecto paternal, pero al mismo tiempo es una adicta a sus progenitores. Este sentimiento contradictorio conforma la base de una historia que tiene en la construcción de estos personajes singulares sus principales logros. También es una historia de abuso emocional, un retrato cruel de una sociedad que se aprovecha del prójimo, una visión pesimista del ser humano.  

Sección Oficial - Masters

Esta sección oficial ofrece trabajos de cineastas ya reconocidos en el panorama internacional, algunos de ellos presentes en otros festivales de los que hemos hablado, como Irradiés (Rithy Pahn, 2020), ganador del Premio al Mejor Documental en Berlín 2020 y que pudimos ver también en DokuFest 2020. Se trata de una nueva incursión del director camboyano en las terribles consecuencias de la guerra, presentada en un formato singular de tres pantallas en las que se van mostrando imágenes de archivo de conflictos armados de la era moderna. Las voces de los actores André Wilms y Rebecca Marder acompañan a estas imágenes con reflexiones poéticas que hablan de los supervivientes como víctimas que tienen que convivir con las heridas físicas, psicológicas y emocionales. Con referencias a Hiroshima, mon amour (Alain Resnais, 1959) y el cortometraje Noche y niebla (Alain Resnais, 1956), el director regresa a los fantasmas que provocan los grandes conflictos bélicos, desde Dresden hasta Hiroshima, con imágenes de archivo que están dotadas, en este contexto, de un efecto devastador, aunque la construcción de este collage del horror a veces resulta repetitiva. 

En el documental State funeral (Sergei Loznitsa, 2019), que pudimos ver en Atlàntida Film Fest y en DokuFest, también se utilizan imágenes de archivo para mostrar durante más de dos horas el funeral de Joseph Stalin. La mirada del director ucraniano es cruda, en cierto modo aséptica, aunque manipulada a través de la incorporación de sonidos y música, pero muestra con acierto esa teatralidad del culto al hombre representado como una especie de prohombre. Los discursos grandilocuentes, el duelo nacional, la negación de la muerte de quien perdurará más allá de su propia muerte, son instrumentos de control. Es un documental quizás excesivo en su duración, pero que construye una visión de la realidad desde una mirada distanciada pero al mismo tiempo profundamente crítica por la propia concepción de esas imágenes de archivo vistas desde una perspectiva moderna. 

En Uppercase print (Radu Jude, 2020), el director rumano también se acerca a la dictadura de su país, la conciencia de la persecución política y policial en la época de Nicolae Ceaușescu. Para ello utiliza imágenes de archivo que muestra esa realidad paralela que la televisión pública mostraba a través de sus programas en torno a un país que vivía en una aparente normalidad; y por otro lado, representa con una propuesta brechtiana una serie de documentos de la policía secreta que muestran la persecución a la que fue sometido un adolescente que pintó una serie de graffitis, y que sufrió penas de prisión durante casi toda su vida. Esta representación, con una teatralidad patente, muestra a actores y actrices declamando partes de esta documentación, mirando a la cámara, casi con una actitud acusatoria. A lo largo del documental, que también excede las dos horas, asistimos a una continua fusión entre el país "inventado" por la televisión pública y el país "real" que muestran los archivos de la policía. Es una interesante propuesta que sin embargo no termina de encontrar el equilibrio adecuado para ser efectiva. 

También forma parte de esta sección la película The Glorias (Julie Taymor, 2020) un retrato poliédrico de la activista feminista Gloria Steinem a la que interpretan Julianne Moore, Alicia Vikander, Lulu Wilson, a la que hemos podido ver también en Becky (Jonathan Milott, Cary Murnion, 2020), que se estrena esta semana en Movistar+, y la niña Ryan Kiera Armstrong. Lo mejor que tiene este acercamiento a la figura de Gloria Steinem son los momentos de mayor libertad creativa de la directora, cuando construye escenas de ensoñación o incluso ofrece su propio punto de vista en torno a determinadas actitudes machistas. Estamos ante un biopic que tiene la virtud de construirse con una estructura que no es lineal, sino que salta de un personaje a otro e incluso se permite el lujo de hacer que diferentes "Glorias" convivan en un mismo espacio. Es un trabajo de una gran creatividad, con excelentes interpretaciones y una puesta en escena rotunda, cuyo mensaje sin embargo no queda sepultado bajo la parafernalia visual, sino que, todo lo contrario, se ve reforzado por una catarsis cinematográfica. 


Península se estrena en cines el 6 de noviembre.
The Glorias se estrena en cines el 18 de diciembre.
Kajillionaire (Cómo sobrevivir en un mundo material) se estrena en cines el 18 de diciembre.
Mandíbulas se estrena en cines el 8 de enero. 

Wendy & Lucy, Hiroshima, mon amour y State funeral se pueden ver en Filmin. 
Noche y niebla se puede ver en Filmin y Amazon Prime. 
Becky se puede ver en Movistar+.


21 octubre, 2020

Animario 2020: Dos miradas femeninas sobre la animación

El III Festival Internacional de Cine de Animación Animario ha tenido lugar en formato presencial hasta el 18 de octubre, pero su programación completa está disponible hasta el 25 de octubre en la plataforma Filmin. Dentro de esta selección de cortometrajes encontramos dos ciclos dedicados a dos aproximaciones femeninas al mundo de la animación desde puntos de vista muy diferentes. Por un lado, el mundo animal que propone la directora estonia Chintis Lundgren, que también es un estudio de las relaciones personales; y por otro lado la visión oscura en torno a la muerte que podemos ver en la obra de la realizadora mexicana Sofía Carrillo. Son dos retrospectivas muy completas que no solo nos acercan a la casi totalidad de sus obras de ficción sino también algunos trabajos realizados para publicidad y música. 

El universo animal de Chintis Lundgren

La directora Chintis Lundgren nació en Estonia, pero actualmente vive en Croacia, donde ha montado su propio estudio de animación, una faceta a la que llegó sin pretensiones y casi de forma casual. El ciclo está formado por una buena parte de sus propuestas de animación, y por una Masterclass que ciertamente es una de las más sorprendentes que hemos visto en mucho tiempo. Sin estudios artísticos que la conectaran con el cine, esta autodidacta comenzó su carrera como pintora, pero mientras trabajaba dibujando storyboards para una agencia de publicidad surgió la posibilidad de realizar un primer proyecto que proviene más de la creatividad que de una técnica depurada. La animación de Unexpected waltz (2008) es bastante simple, y la historia es solo una anécdota sobre un hombre que decide ir a una discoteca, pero ya encontramos algunos temas que serán constantes en su obra, como esas relaciones personales libres, que no entienden de géneros, sino que están basadas en la libertad personal. 

Durante su trabajo en la agencia de publicidad, se le pidió que realizara una serie de sketches para una marca de cerveza. Y en estos sketches aparecen por primera vez los pájaros que serán protagonistas de buena parte de su obra. Birds and beer Collection (2011) incluye estos cuatro pequeños relatos sobre unos pájaros que llevan a cabo acciones absurdas para intentar beber cerveza, pero la marca rechazó los cortos porque eran "demasiado artísticos", y fueron finalmente distribuidos como obras autónomas en el año 2011.

The great grey shrike (Chintis Lundgren, 2009)

El primer cortometraje que Chintis Lundgren incluye en su filmografía oficial es The great grey shrike (2009), la primera obra que realiza con conciencia de querer dedicarse a la animación, y el primer corto que le abre las puertas de los festivales internacionales. Su aún dubitativa incursión en la animación hace que introduzca una voz en off descriptiva que no beneficia a esta historia sobre relaciones entre diferentes aves, pero su estilo sencillo aunque efectivo comienza a definirse. La repercusión de esta obra le llevó a realizar una serie de pequeñas piezas para diferentes festivales de animación en Estonia y festivales de música, entre los que destaca el divertido videoclip I love your face (2012) o el corto Fox in the boat (2013)  para Annecy 2013. 

La entrada en su vida personal y como colaborador habitual de Drasko Ivezic, que se encarga de dar una estructura más compleja a los guiones, hasta entonces simples anécdotas, es importante para que sus cortometrajes empiecen a tener una entidad propia como historias, además de ir componiendo personajes definidos que serán esenciales en sus siguientes trabajos. Así surge la rata Herman, protagonista de Life with Herman H. Rott (2015), una divertida historia sobre la convivencia entre esta rata descuidada y una gatita muy ordenada, que estuvo seleccionada en Annecy. Y también el zorro protagonista de Manivald (2017), el cortometraje más conocido de Chintis Lundgren, en el que se iniciará su relación con el musculado lobo Toomas y también estarán presentes los conejos bebedores de absenta. 

De hecho, algunos de estos personajes forman parte del corto Musical interlude with Manivald and the absinthe rabbits (2015), una pieza que funcionaba casi como un episodio piloto de lo que pretendía ser una serie de televisión protagonizada por este universo de animales. Pero la serie aún no se ha podido desarrollar, aunque la repercusión de los siguientes cortos de la directora parecen haber despertado la atención de algunas televisiones que han vuelto a poner el proyecto en marcha, el más ambicioso de Chintis Lundgren hasta la fecha, y el primero que no realizará en solitario. 

Toomas beneath the Valley of the Wild Wolves (Chintis Lundgren, Drasko Ivezic, 2019)

Mientras tanto, el año pasado se pudo ver Toomas beneath the Valley of the Wild Wolves (Chintis Lundgren, Drasko Ivezic, 2019), que ha pasado por casi todos los festivales de animación más importantes del mundo, consolidando la carrera de la directora. En este último cortometraje hasta la fecha, el protagonista es el lobo Toomas, que aparecía en Manivald (2017), y que ahora se ve obligado a trabajar como gigoló para poder mantener a su familia (esa familia que apenas veíamos en el anterior corto). La historia es más compleja, tiene diálogos más elaborados y fortalece la trayectoria como animadora de esta artista que se ha convertido en una de las voces más personales y particulares del panorama europeo. 

La belleza de lugares abandonados

Sofía Carrillo es una artista mexicana que se ha especializado en creaciones en las que utiliza el stop-motion con muñecos y escenarios creados por ella misma. Licenciada en la Universidad de Guadalajara, sus trabajos tienen un aspecto al mismo tiempo tenebroso y absolutamente bello, y se pueden encontrar en ella algunas representaciones que nos recuerdan a los hermanos Quay o a Jan Švankmajer, aunque no son exactamente los creadores que la han inspirado. Ella misma ofrece algunas de las claves de su obra en una hermosa Masterclass que también se puede ver en la programación de Animario. 

La muerte es uno de los temas constantes en la filmografía de Sofía Carrillo. Uno de sus primeros cortometrajes, Fuera de control (2008) surge de la necesidad de extraer sus sentimientos tras la muerte de su abuelo paterno. En un escenario de paredes marchitas, encontramos varios personajes que representan los mundos interiores de la directora: la tristeza, la pérdida, el dolor... Es una obra muy bella dentro de su oscurantismo, que marca ya algunas de las constantes de Sofía Carrillo: la aparición de gemelas (las dos caras de uno mismo), los espacios abandonados, la heterocromía de sus personajes... pero sobre todo la familia, que estará presente siempre en sus obras. 

Fuera de control (Sofía Carrillo, 2008)

Si con el anterior cortometraje estuvo nominada a los Premios Ariel de la cinematografía mexicana, con Prita noire (2011) consiguió el Ariel a Mejor Cortometraje de Animación. En este caso, la figura de las dos hermanas que mencionábamos antes adquiere protagonismo en la historia. Se trata de una representación de esa doble personalidad que en ocasiones se siente dentro de una misma persona, una especie de otro yo que nos conduce a pensar o realizar acciones que no se corresponden del todo con nuestra personalidad. En el corto, la hermana pequeña es la que en realidad controla a la mayor, hasta que uno de sus actos provoca la separación, la ruptura entre ambas. 

Uno de los cortometrajes que comienzan a consolidar la trayectoria internacional de Sofía Carrillo es La casa triste (2013), una de sus obras más hermosas. La historia tiene que ver también con el entorno familiar y la pérdida, a través de una casa abandonada, que es un espacio por el que la directora siente una especial atracción, que esconde sin embargo numerosos objetos, como únicos elementos que mantienen la memoria de los ausentes. Mientras los habitantes de la casa van desapareciendo, sus objetos se mantienen durante un tiempo, y son ellos los que establecen una relación entre el presente y el pasado. La mayor parte de los objetos que aparecen en la historia, y que cobran vida, fueron encontrados por Sofía Carrillo en diferentes bazares, y componen una reconstrucción de distintos recuerdos, de distintas vidas que ya no están. La conexión con la propia experiencia de la directora, que vivió durante un año la desaparición de tres personas cercanas debido al cáncer, se representa aquí en esta casa que también sufre la enfermedad que provoca la tristeza. 

La casa triste (Sofía Carrillo, 2013)

Tras la experiencia casi de exorcismo emocional que experimentó Sofía Carrillo con La casa triste (2013), se embarca en un proyecto más liviano, que adapta un cuento escrito por Txabi Arnal Gil con ilustraciones de Cecilia Varela, El corazón del sastre (2014). Pero, aunque es un relato que está protagonizado por un viejo sastre que recorre diversas localidades ayudando con su trabajo a sus habitantes, también la muerte está presente. El sastre viaja cuando siente que su corazón necesita nuevos alicientes para seguir funcionando, y lo que es una vida sedentaria se convierte en un viaje hacia la libertad, una libertad que conducirá inexorablemente a la interrupción de su vida. Es interesante la representación de la idiosincrasia de cada pueblo componiendo sus personajes a partir de juguetes tradicionales de la cultura mexicana. 

Cerulia (2017) supone un regreso a las casas abandonadas y la figura de su abuelo paterno. La protagonista regresa a su antiguo hogar, una vieja casa que atesora los objetos de su niñez, aunque en un espacio decrépito. El personaje principal está acompañado por su otro yo, esa hermana gemela que funciona como su personalidad escondida. Es una obra de madurez de la directora, llena de detalles asombrosos, de belleza en medio de la sordidez, de construcción narrativa precisa y atmosférica. La figura de los abuelos de la joven Cerulia también está enraizada en esa casa, como un elemento que la atrae hacia la memoria y la nostalgia. 

Cerulia (Sofía Carrillo, 2017)

Ese mismo año, Sofía Carrillo creó los interludios de la película colectiva XX (Roxanne Benjamin, Karyn Kusama, St. Vincent, Jovanka Vuckovic, 2017), una colección de cuatro historias dirigidas por mujeres. Entre los relatos, la directora mexicana crea una especie de cuento dividido en cuatro partes que, en realidad, podríamos considerar como una historia independiente más. En este caso, el objeto, una casa de muñecas, trata de revivir a su dueña, una niña a la que le falta el corazón. Es una historia realizada en stop motion que encuentra una gran belleza poética en sus imágenes. 

Por último, la primera incursión de Sofía Carrillo en el cortometraje de acción real es su último trabajo, La bruja del fósforo paseante (2018). Pero aunque cambia de técnica, algunos de los temas constantes de su filmografía están presentes, como la familia o la iconografía de los relatos de brujería. Rodado en blanco y negro y en 16 mm., la adopción de este formato parece coherente con las imágenes que nos ha mostrado en sus anteriores obras, aquí representando un cuento oscuro protagonizado por la lucha entre brujas que tiene su mejor expresión en esos tonos grisáceos que componen la estética del cortometraje. 


 Animario se puede ver en Filmin hasta el 25 de octubre.