25 agosto, 2014

Las mejores bandas sonoras "indies" de 2014 (2ª parte)

Aunque no estemos en esa época en la que habitualmente se hace un repaso a las mejores bandas sonoras y/o películas del año, es buen momento para comentar algunos de los trabajos más interesantes de la música de cine que hemos escuchado en lo que llevamos de 2014. Muchos de estos trabajos no estarán en las listas habituales de lo mejor del año, porque se desarrollan en terrenos poco convencionales, pero precisamente por eso nos atrapan.

Rich Hill, Nathan Halpern
Ganador del Premio al Mejor Documental en el Festival de Sundance de este año, este filme dirigido por Andrew Droz Palermo y Tracy Droz Tragos nos introduce en una realidad a a la que no miramos lo suficiente: la pobreza. Pero no habla de la pobreza en la India o en África, sino en una localidad rural de Missouri, donde viven los tres adolescentes a los que acompaña la cámara. Ya se menciona esta película como una de las más serias candidatas al Oscar, y desde luego tiene una gran capacidad para acercarnos a estos tres chavales sin futuro con una mirada que captura su desesperanzada vida como pocas veces hemos visto en pantalla. La música de Nathan Halpern, compositor que ha trabajado en otros documentales, se desarrolla entre sonoridades abstractas, casi ambientales, que dan una cadencia mágica a las imágenes, y que en el uso de ese piano etéreo nos recuerda a las mejores composiciones de Thomas Newman. Temas como "Fourth of July" o "Fireworks" son profundos y tremendamente emocionantes. Será interesante seguir la trayectoria de este músico. 



Locke, Dickon Hinchliffe
Recién estrenada en España, esta película pertenece a ese subgénero últimamente muy desarrollado de "filme monólogo"; es decir, historias que encierran a un solo actor en un espacio reducido y que se sostienen en la interpretación de su protagonista. Ahí están títulos como Buried (2010) con Ryan Reynolds o Cuando todo está perdido"(2013) con Robert Redford. Ahora le toca a Tom Hardy demostrar sus indudables cualidades como actor en una trama de suspense que se desarrolla exclusivamente en el interior del coche que conduce, tras tomar una decisión clave que cambiará su vida para siempre. El director y guionista Steven Knight mantiene la tensión del personaje principal con inteligencia, y cuenta con la ayuda del músico Dickon Hinchliffe, al que ya le seguíamos la pista tras bandas sonoras como Winter's bone (2010) o Out of the furnace (2013), que acompaña con gran efectividad la historia de este hombre que renuncia a su forma de vida. Las guitarras se convierten en protagonistas de esta banda sonora, un trabajo sutil que equilibra algunos altibajos de la historia. 


Calvary, Patrick Cassidy
El director de la interesante The guard (El irlandés), John Michael McDonagh, vuelve a contar con el actor Brendan Gleeson como protagonista, aquí en un personaje totalmente opuesto al de aquella comedia. La película tiene un comienzo impactante, cuando el párroco de una parroquia es amenazado de muerte en su propio confesionario. A partir de ese momento, comienza su particular calvario en un opaco pueblo irlandés en el que la hipocresía deja paso al rencor. Cargada de humor, pero esta vez negro como el carbón, Calvary está repleta de personajes singulares que describen la decadencia de la religión incluso en lugares remotos, donde ya a casi nadie le importan los sermones. La banda sonora está firmada por Patrick Cassidy, compositor irlandés que construye uno de los trabajos más hermosos del año. Siguiendo la estela de creaciones autónomas como el aria Vide Cor Meum (usada por Ridley Scott en Hannibal y El reino de los cielos), Cassidy ha compuesto pasajes melódicos de gran belleza, con voces solistas, que junto a las imágenes de los paisajes irlandeses ponen literalmente los vellos de punta.  



Loves her gun, Hanan Townshend
Volviendo al cine puramente "indie", la película de Geoff Marslett se desarrolla en Texas, y tiene como protagonista a una joven que, huyendo de la violencia que sufre en Nueva York, acaba en Austin imbuía de la cultura de las armas que se vive en la América más profunda. Aunque Loves her gun no ha tenido una trayectoria demasiado valorada, sí ha llamado la atención el trabajo del compositor neozelandés Hanan Townshend. Colaborador de Terrence Malick en sus dos últimas películas, El árbol de la vida (2011) y To the wonder (2012), este músico ha conseguido crear una atmósfera precisa y esencial para recrear esta tragedia romántica que reflexiona sobre la obsesión con las armas en los Estados Unidos. Los instrumentos de cuerda se dan la mano con precisas creaciones ambientales a través de sintetizadores, todos ellos interpretados por el propio músico. La banda sonora tiene un aire de melancolía que acompaña a la protagonista en su camino por encontrar un lugar en una sociedad que apesta. Hanan Townshend participará también en la próxima película de Terrence Malick, Knight of cups



Adore, Christopher Gordon, Antony Partos
El debut en el cine de Hollywood de la guionista y directora francesa Anne Fontaine ha pasa algo desapercibido, a pesar de sus cualidades y de un reparto encabezado por Naomi Watts y Robin Wright. Estrenada en España bajo el título de Dos madres perfectas, se trata de un drama sobre el reencuentro en su madurez de dos mujeres que fueron amigas de juventud. La película se desarrolla en hermosos paisajes de Australia, y de ese país proviene precisamente el compositor Christopher Gordon, uno de los más interesantes de su generación, con grandes trabajos reconocidos como Master and Commander (2003) o El último bailarín de Mao (2009). Estamos ante uno de los trabajos más interesantes del año, escrito para piano con el apoyo de cuerdas, que sabe recrear una atmósfera de irrealidad y un cierto aire minimalista gracias a construcciones musicales perfectas. La banda sonora cuenta también con algunas aportaciones adicionales firmadas por Antony Partos, otro destacado músico australiano. 



The fault in our stars, Mike Mogis, Nathaniel Walcot
Estrenada en España con el título de Bajo la misma estrella, esta película de Josh Boone es una de esas historias pequeñas pero de gran calado emocional que quizás ha pasado más desapercibida de lo que debería. Dirigida por Josh Boone, cuenta una historia de amor muy particular, entre dos jóvenes que comparten el incierto futuro que les proporciona su enfermedad, el cáncer. Como la propia película, su banda sonora, escrita por el tándem formado por Mike Nogis y Nathaniel Walcott, está compuesta por pequeñas pinceladas que nos proporcionan ese espíritu de superación de la que habla esta historia, con una propuesta vitalista y esperanzadora bien transmitida por el trabajo musical. Especialmente interesantes son los temas de reposada cadencia como "Anne Frank house" o el hermoso "Love making". Ni qué decir tiene que junto al álbum con la música original se ha publicado otro disco que contiene algunas de las canciones que suenan en la película, con temas de Ed Sheeran o Birdy, que igualmente resulta recomendable. 



God help the girl, Stuart Murdoch
Delicioso musical que ganó un Premio Especial del Jurado en el Festival de Sundance y también se presentó en el pasado Festival de Berlín. Dirigida por Stuart Murdoch, el líder de la banda Belle and Sebastian, se trata de un proyecto que tiene algunas similitudes con The Commitments (1991), que también surgió de la reunión de un grupo de jóvenes cantantes desconocidos procedentes de un casting en Escocia a nivel nacional. Aunque el proyecto nació primero como una serie de canciones creadas para voces femeninas, poco a poco se fue convirtiendo en la película que ha llegado a ser. Las canciones tiene, cómo no, reminiscencias del estilo de Belle and Sebastian ("Act of the apostle"), pero mantiene su propia personalidad con espléndidos temas de gran fuerza ("God help the girl") y otros de espíritu hipster ("The psychiatrist in") en uno de los álbumes más entretenidos que hemos escuchado este año. En los singles publicados de forma paralela al disco principal se pueden encontrar también pequeñas joyas ausentes de éste. 





Sunshine on Leith, The Proclaimers, Paul Englishby
También desde Escocia llega este otro musical que adapta la obra teatral del mismo título que logró un importante éxito tras su estreno en 2007. Se trata de lo que se denomina un "juke box musical", basado en canciones de un grupo determinado para construir una historia alrededor de ellas. En este caso, Paul Englishby fue el encargado de adaptar temas del grupo escocés The Proclaimers (que además hacen un cameo en la película). Los protagonistas son dos jóvenes que acaban de regresar de la guerra de Afganistán y que tratan de recuperar sus vidas normales en el distrito de Leith, en Edimburgo. Precisamente el título de la obra es el mismo que el del segundo album de The Proclaimers, uno de los que mayor éxito les ha dado en su carrera. En la banda sonora, en la que encontramos nada menos que a Peter Mulan interpretando una canción, hay temas espléndidos, como el que abre el disco, "Sky takes the soul", o el popular "I'm gonna be (500 miles)", y el conjunto cohesiona con gran acierto algunos de los clásicos de The Proclaimers. 



22 agosto, 2014

Rich Hill, la herida interior

Ha obtenido el Gran Premio del Jurado al Mejor Documental en el Festival de Sundance y suena como una de las películas mejor posicionadas en la carrera hacia el Oscar. "Rich Hill" es una mirada profunda hacia aquello a lo que no nos atrevemos a mirar. 



El cine documental nos tiene acostumbrados a colocarnos frente a la pobreza de países africanos o latinoamericanos. Pero esa realidad, de la que sin duda hay que ser conscientes, puede llegar a provocar cierta ceguera hacia lo que ocurre en nuestro propio entorno. El documental que se alzó con el Gran Premio del Jurado en Sundance a principios de este año, y que acaba de llegar a las pantallas norteamericanas, es una muestra patente de la necesidad de mirar hacia lo que pasa alrededor de una sociedad que parece empeñada en mirar hacia otro lado, más pendiente de un futuro incierto que de un presente doloroso. Los acontecimientos recientes en Ferguson, Missouri tras la muerte del joven Michael Brown a manos de un policía de gatillo fácil ponen de manifiesto la fragilidad de un sistema que de vez en cuando saca a flote la mierda que lo sostiene. 

Rich Hill es una pequeña población, precisamente situada en el estado de Missouri, que tiene menos de 1500 habitantes, donde residen los tres protagonistas de esta historia. Se trata de una de esas poblaciones rurales que van desapareciendo del mapa de Estados Unidos, abandonada lentamente por sus habitantes, cuyo perfil se dibuja a base de escombros, tiendas y casas cerradas. estos tres adolescentes pertenecen a familias desestructuradas y fragmentadas por la ausencia de un futuro medianamente complaciente. Las palabras de una de las madres (Delena: "Yo nunca he podido tener sueños ni esperanzas"), son lanzadas como dardos hacia el espectador. Son vidas sin futuro, condenadas a sobrevivir entre basura, sentenciadas a no atrapar ni siquiera un pequeño trozo de ese sueño americano que les venden a través de sus televisores de segunda mano. 


Por eso, que la mirada de los directores,  Tracy Droz Tragos y Andrew Droz Palermo, se centre en estos chavales proporciona algo de luz al final del túnel en el que sobreviven. Sus padres ya han tirado la toalla, ya no esperan nada de las vidas que les ha tocado. Pero ellos al menos tienen una mirada diferente, ya sin inocencia, pero sí con mayor vitalidad. Adolescentes que viven en constante estado de cabreo (Appachey ha sido diagnosticado de personalidad bipolar, a Harley le cuesta controlar sus ataques de violencia, Andrew vive desalentado por la pasividad de sus padres), como seguramente muchos de los que se han rebelado estos días contra la policía. No solo tienen que vivir sin esperanza, sino que tienen que soportar la brutalidad policial o el menosprecio (Andrew: "La gente que pasa nos mira por encima del hombro, como si fuéramos menos que ellos").


Los directores consiguen crear esa empatía entre el espectador y los protagonistas abrazando con su cámara (espléndida fotografía de Andrew Droz Palermo), pequeños retazos de sus vidas diarias. Es un objetivo amable, pero no condescendiente. No se juzga, se refleja la realidad. Y ahí están sus principales virtudes. Destaca también el espléndido trabajo musical del compositor Nathan Halpern, música etérea de descripción casi irreal, que subraya momentos mágicos como la celebración del 4 de julio, uno de los pocos destellos de alegría en medio de tanta desesperanza. 




Nota: La película ha servido para apoyar a estos adolescentes y sus familias. Andrew (16) sigue estudiando gracias a las contribuciones de la fundación creada tras el estreno; Harley (17) ha sido diagnosticado con un tumor cerebral, pero ha conseguido ver a su madre (en prisión) gracias a la repercusión del filme; Appachey (13) continúa estudiando y al menos ya no tiene el temor de que los servicios sociales le aparten de su familia. 


18 agosto, 2014

Las mejores bandas sonoras "indies" de 2014 (1ª parte)

Aunque no estemos en esa época en la que habitualmente se hace un repaso a las mejores bandas sonoras y/o películas del año, es buen momento para comentar algunos de los trabajos más interesantes de la música de cine que hemos escuchado en lo que llevamos de 2014. Muchos de estos trabajos no estarán en las listas habituales de lo mejor del año, porque se desarrollan en terrenos poco convencionales, pero precisamente por eso nos atrapan. 

Palo Alto, Devonté Hynes
El debut como directora de Gia Coppola, sobrina de Sofia Coppola, tiene cierto paralelismo con Las vírgenes suicidas. Varios adolescentes son los protagonistas de esta película sobre la iniciación sexual y la madurez que toma como base una serie de cuentos urbanos escritos por el polifacético James Franco, que también forma parte del reparto. Palo Alto cuenta con una fantástica y absorbente banda sonora creada por el músico británico Devonté Hynes, también conocido como Orange Blood, nombre bajo el que publicó sus álbumes Coastal Groeves (2011) y Cupid Deluxe (2013). Los dos discos que se han publicado, con la música original y con una recopilación de canciones, son perfectamente complementarios, y acaban dando a la película una ambientación sonora que está muy cerca de los hallazgos sonoros de las primeras películas de Sofia Coppola. En el disco de canciones encontramos dos temas que formaron parte del álbum Cupid Deluxe y otros interpretados por los actores de la película, como Nat y Alex Woff y Jack Kilmer, hijo del actor Val Kilmer, sin faltar el homenaje a las raíces italianas. 




Under the skin, Mica Levi
Jonathan Glazer es un director atípico que nos ha ofrecido títulos inquietantes y contundentes como Sexy beast (2000) y Reencarnación (2004). Su última película, Under the skin, no lo es menos. De entrada, tiene como protagonista a la estrella de Hollywood Scarlett Johansson, metida en la piel de una alienígena que recorre Escocia (no me preguntéis por qué) seduciendo a todos los hombres que se encuentra (ni qué decir tiene que con intenciones nada agradables). Presentada con diversidad de opiniones en el Festival de Venecia, Under the skin retoma algunas constantes de ese cine ausente de una narrativa convencional que vimos en Reencarnación, y buena parte de sus dosis de terror psicológico lo proporciona el trabajo musical de la compositora Mica Levi, debutante en el mundo del cine. La banda sonora tiene la difícil misión de ser perturbadora y al mismo tiempo transmitir la sexualidad del personaje interpretado por Scarlet Johansson. La británica Mica Levi, líder del grupo Micachu and the Shapes, debutó en 2009 con el álbum Jewellery, producido por Matthew Herbert. Ahora se introduce en el mundo de cine con un trabajo que se inspira en los sonidos de John Cage e Iannis Xenakis, y que se sostiene en instrumentos de cuerda como la viola, reinventados con sonidos sintetizados, que se desarrollan especialmente en hallazgos sorprendentes como los temas "Lipstick to Void" o "Mirror to Vortex". 



Enemy, Danny Bensi, Saunder Jurrianns
Otra banda sonora oscura e inquietante es la que ha creado este tándem de compositores para la última película del canadiense Dennis Villeneuve, Enemy. Este thriller que protagoniza el actor Jake Gyllenhaal está basado en la novela de José Saramago El hombre duplicado, que ha adaptado el guionista español Javier Gullón, autor de interesantes guiones como El rey de la montaña (2007), Hierro (2009) e Invasor (2012). La banda sonora tiene reminiscencias de obras musicales de Krzysztof Penderecki, atonal y desasosegante, sostenida en pizzicatos y percusiones que provienen de instrumentaciones atípicas y de ciertas distorsiones sonoras creadas por sintetizadores. Danny Bensi y Saunder Jurrianns son dos músicos en alza que han trabajado para películas independientes como Play (2011) y Magic Magic (2013), y que trabajan ahora en la banda sonora de la próxima película de Rodrigo García, Last days in the desert (2014). Si en Prisioneros (2013) el director Dennis Villeneuve nos introducía en los sonidos ambientales del compositor danés Jóhann Jóhannsson, aquí nos presenta la intensidad oscura de este trabajo de Danny Bensi y Saunder Jurrianns que tiene momentos especialmente impactantes como "Motel Double - Realization", que enlazamos a continuación. 




The double, Andrew Hewitt
Otra película que bucea en la duplicidad es el segundo trabajo como director del actor inglés Richard Ayoade, conocido por su papel protagonista en la mítica serie The IT Crowd e interesante realizador de aquella incursión en el universo adolescente que fue Submarine (2010). En este caso, The double se inspira en la novela de Fiodor Dostoievsky El doble, una terrorífica historia sobre un funcionario que se enfrenta en su propio trabajo a un hombre físicamente igual que él, pero que tiene una personalidad totalmente contraria, seductor y carismático. Protagonizada por Jesse Eisenberg, la película cuenta con una banda sonora firmada por Andrew Hewitt, colaborador de Howard Shore en la trilogía de El Señor de los anillos, y autor de la música de la primera película firmada por Richard Ayoade. El álbum contiene tres líneas sonoras: por un lado, un trabajo orquestal en el que el piano en contraposición con las cuerdas toma protagonismo, y que nos recuerda con agrado a aquel magnífica banda sonora de Patrick Doyle para la revisión de La huella (2007) dirigida por Kenneth Branagh y protagonizada de nuevo por Michael Caine (por cierto, productor de esta película); por otro lado, una serie de composiciones para sintetizador dedicadas a la serie de televisión "The replicator", que el personaje principal ve como un reflejo de su propia experiencia; y finalmente algunas canciones de los años sesenta y setenta famosas en los países del Este con el coreano Kim Jung Mi como protagonista.




The final member, Rob Simonsen
Aunque producida en 2012, este curioso documental canadiense ha ido recorriendo festivales y ganando premios durante dos años hasta que ha podido estrenarse finalmente en 2014. Jonah Bekhor y Zach Math nos acercan a la historia del dueño de un Museo de Falología en Islandia que ha recopilado a lo largo de cuarenta años los penes de buena parte de las grandes especies que han habitado el planeta... excepto uno: el de un ser humano. Pero esta ausencia puede ser cubierta gracias a dos hombres que deciden donar sus penes a la humanidad: un aventurero islandés de 95 años y un yanqui obsesionado con su miembro al que ha puesto el nombre de Elmo. Tan estrambótico argumento da para desarrollar un entretenido documental que nos introduce en el mundo de las obsesiones y los tabúes. Y sirve para que el norteamericano Rob Simonsen, que ya nos deleitó con una preciosa banda sonora para la película El camino de vuelta (2013), nos ofrezca otro trabajo destacado, que juega con inteligencia entre la sorna y la espectacularidad, con un divertimento orquestal que se sostiene en una estructura musical sólida, con algunas de las constantes del compositor, como el uso del piano como principal apoyo instrumental y melodías efectivas. 



Only lovers left alive, Jozef van Wissem, SQÜRL
Siete años ha tardado Jim Jarmusch en encontrar financiación para su última película. Finalmente, presentó en el Festival de Cannes de 2013 esta historia de vampiros protagonizada por Tilda Swinton y Tom Hiddleston, aunque tardó igualmente varios meses en poder estrenarse comercialmente en Europa. En Cannes, obtuvo el Premio a la Mejor Banda Sonora, que firma el compositor Jozef van Wissem, acompañado por la banda de rock progresivo SQÜRL, una aventura musical iniciada por el propio Jim Jarmusch en 2013. La colaboración entre músico y director se remonta a hace unos años, y va más allá de trabajar para el cine, habiendo publicado dos álbumes juntos. Jozef van Wissem es un músico holandés afincado en el barrio de Brooklyn que viene reivindicando el laúd como instrumento solista desde sus inicios. Y en este sentido, ese sonido característico que nos traslada al siglo XVI encaja a la perfección con una historia que habla de amantes eternos que han traspasado las fronteras del tiempo. Y se complementa a la perfección con las guitarras rockeras de la nueva banda de Jim Jarmusch, SQÜRL, de la que se incluyen interpretaciones en solitario, como la versión del tema de los sesenta "Funnel of love" de Wanda Jackson, pero que adquiere mayor enjundia cuando une fuerzas creativas con el laúd de Jozef van Wissem. Sin duda, una de las bandas sonoras imprescindibles de 2014. 



Fargo, Jeff Russo
Una de las mejores propuestas televisivas de este año ha sido la adaptación como serie de televisión de la clásica película de los hermanos Coen Fargo. Con constantes referencias al filme, pero apartándose adecuadamente de la línea argumental original, la serie nos ha dado grandes momentos, protagonizados principalmente por dos actores en estado de gracia: Martin Freeman y Billy Bob Thornton. Y al igual que el propio guión, la banda sonora sigue la estela de aquella magnífica composición que Carter Burwell creó para la película, pero encuentra su propia personalidad gracias al excelente trabajo de Jeff Russo, joven pero al mismo tiempo ya curtido compositor del mundo de la televisión, que ha trabajado en series como Rehenes (2013) o Terapia de choque (2011). La premisa principal ha sido la de mantener una estructura musical similar a la de la película, incluyendo esos toques de humor negro que caracterizan a esa historia cargada y recargada de asesinatos y malentendidos. Destacan temas como el dedicado al personaje de Malvo (Billy Bob Thornton), que nos recuerda en su cadencia a algunos pasajes de Angelo Badalamenti para la serie Twin Peaks. En general, el trabajo de Jeff Russo acierta en encontrar el tono justo para subrayar la trama de la serie, sorprendente en su desarrollo. Y acaba siendo uno de los trabajos más interesantes para televisión que se han hecho este año, refrendado por sus 12 nominaciones a los Premios Emmy, entre ellas, por supuesto, a la Mejor Banda Sonora Dramática.  




Big bad wolves, Frank Ilfman
Anunciado publicitariamente con una fervorosa presentación de Quentin Tarantino, que la califica como "la mejor película del año", Big bad wolves es un thriller de producción israelí que ganó 5 premios de la Academia de Cine de su país, entre ellos el de Mejor Banda Sonora, y que se presentó en el Festival de Cannes de 2013. Su compositor, Frank Ilfman, es un habitual del cine en Israel, y sin duda uno de los que mayor proyección internacional tiene, habiendo trabajado para directores como Eytan Fox y en diversas producciones de la BBC. La banda sonora sigue los patrones de la música para este tipo de género, y nos recuerda en sus virtudes a otras composiciones, especialmente al John Ottman de Sospechosos habituales. Interpretada por The London Metropolitan Orchestra, contiene momentos especialmente destacados como "The chase", pasaje intenso y pleno de adrenalina, con una inteligente utilización de las percusiones y los instrumentos de viento, o el propio Tema principal, que contiene la esencia del suspense que desprende la película. La proyección de Frank Ilfman se concretará próximamente en sus próximos proyectos, especialmente centrados en el cine de Hollywood, en películas pequeñas pero que le afianzan como uno de los músicos a tener en cuenta para el futuro. Big bad wolves es su mejor tarjeta de presentación.




Continuará...