18 diciembre, 2007

De premio en premio y tiro porque no me toca

Llega el final del año y llegan los premios para todo. Los críticos, el público, los académicos, los profesionales, hasta los guionistas aunque estén en huelga. Estamos en Navidad y hay que ser generosos.


En Estados Unidos son más dados a las dádivas, y todas las asociaciones de críticos otorgan sus galardones, por eso de aprovechar el tirón de las nominaciones de los Oscar. En España, como la crítica está menos unida que los productores andaluces, pues poca cosa: que si los Premios Yoga (esa imitación de los Razzies que tienen menos gracia que un chiste malo), que si los premios de la Asociación de Escritores Cinematográficos (¿alguien pertenece a esa asociación?). Y, claro, como ASECAN (la asociación andaluza) ha pasado al limbo del olvido, ni siquiera tenemos la oportunidad de traer desde Madrid a los profesionales andaluces que solo vienen de visita.

De los Globos de Oro se deduce que este año no hay una clara favorita para los Oscar, y que títulos aparentemente tan poco trascendentes como Atonement (Expiación. Más allá de la pasión). También se deduce que el fenómeno Laberinto del fauno no lo repite Telecinco este año ni de coña, y que El orfanato tiene cada vez menos posibilidades de acceder a los Oscar. ¿Alguien de verdad pensaba ver a Belén Rueda nominada al oscar? Bueno, si nos equivocamos habrá que rectificar. Y también que Javier Bardem y Alberto Iglesias se consolidan cada vez más como los mejores representantes del cine español en el extranjero, gracias a su progresiva y cuidadosa selección de proyectos (magnífica la banda sonora de Alberto Iglesias para Cometas en el cielo.)

Los Goya, al margen de idioteces como la de pretender eliminar las categorías de cortos y al final acabar eliminando la de Mejor Película Europea (ante el ridículo bochornoso que estamos haciendo frente a los colegas europeos), ofrecen lo que hay, es decir, mediocridad. Que las mejores producciones del año sean, a juicio de los propios profesionales, una película de terror al uso como El orfanato, una tópica historia de guerra civil como Las 13 rosas, o una comedia sosa como Siete mesas de billar francés, debería hacernos reflexionar sobre el estado de nuestro cine. Por ahí se ha colado La soledad que, aunque no sea objeto de mi devoción (cine pretencioso), por lo menos es una propuesta diferente a la narración superflua que estamos viendo últimamente. Personalmente, me parecen películas más solventes, y que deberían haber tenido otro trato mejor, Bajo las estrellas, Mataharis o La zona, aunque terminen de ser redondas.

Pero este año toca lo que toca, es decir, El orfanato como el gran bluff (no a nivel de taquilla, pero sí en cuanto a pretensiones internacionales) al que hay que premiar para que se queden contentos los chicos de Telecinco; un poco de homenaje a la memoria histórica, para que los que se queden contentos sean los zetapés; y una palmadita al productor Querejeta (también presente con el documental de Méndez-Leite El productor, que parece que está hecho hace 30 años).

Al final, ya lo veremos: tendremos a Javier Bardem enarbolando la bandera de los olvidados; a Juan Antonio Bayona reivindicando las canciones de Camela; a Alfredo llevándose el Goya de Honor y dándose hostias con José Luís Garci; a algún cortometrajista con camiseta (siempre la llevan) haciendo alguna referencia a la polémica y todo el mundo, incluidos los que les boicotearon en la Junta Directiva, aplaudiéndole hipócritamente; a Reyes Abades y Gil Larrondo negándose a recoger otro Goya porque ya no tienen sitio en el cuarto de baño; y a Belén Rueda llorando porque no se podía creer que una interpretación tan forzada mereciera un premio de la Academia.

Mención aparte merece nuestro “sine andalú”, ninguneado como un hijo bastardo. Vale que no nominen a El corazón de la tierra, ese intento fallido de hacer cine-espectáculo desde la cuenca minera de Huelva, como mejor película. Pero que se olviden del esfuerzo de producción que se ha hecho y se queden en los efectos visuales y el maquillaje, es bastante sorprendente. Sobre todo porque algunos aspectos destacaban especialmente en esta producción de aspecto ajado: la banda sonora, por ejemplo, mucho más lograda que la música-estorbo de El orfanato, por ejemplo. Y que, cuando un actor asentado en Hollywood como Antonio Banderas trata de poner en marcha un proyecto de producción importante como es Green Moon y realiza una película (sí, aburrida, pretenciosa, pero con ciertos valores técnicos) como El camino de los ingleses sea ninguneado de esta forma, también da que pensar. ¿No cabía ningún joven actor de la película entre las revelaciones? ¿Dónde está el trabajo de Antonio Meliveo, sin duda lo más acertado de esta película? Luego querrán que Antoñito les presente un Goya en la ceremonia, para darle relumbrón.


04 diciembre, 2007

Unos reculan y otros dan las gracias

Mientras en Sevilla los representantes del audiovisual se postran ante la Consejera de Cultura dándole las gracias por sus esfuerzos, la Academia de Cine se traga su propio criterio ante la polvareda levantada por una metedura de pata que se recordará durante muchos años.


La Academia de Cine ha reculado al final frente a los cortometrajistas. Algo, por lo demás, bastante lógico y previsible, teniendo en cuenta que la decisión adoptada por la Junta Directiva de aislar los premios de los cortos para dotar a la ceremonia de mayor celeridad, ya de por si resultaba incongruente con el deber de la Academia de velar por la producción cinematográfica como soporte cultural. Duras negociaciones, dicen, solo para volver adonde estábamos, es decir, una perdida de tiempo absurda que ha dejado a los miembros de la actual Junta Directiva como incapaces de representar los intereses para los que se les eligió. Veremos si esto tiene consecuencias. Claro que, darse por satisfechos con estar presentes en la ceremonia, sin tener las garantías de que TVE va a emitir los galardones a los cortos en la retransmisión televisiva me parece igual de incongruente. Entonces ¿para que quieren estar en la gala? ¿Cuál será la razón que dará TVE si decide eliminar estas categorías en la retransmisión? ¿Que los cortos “retrasan” la ceremonia, mientras que el interminable discurso de los actores o actrices premiados (que suelen ser los que mas hablan) no la retrasa? Se ve que los representantes de los cortometrajistas tenían pocas ganas de negociar, porque llegar a esta solución tiene menos sentido que la decisión ahora reculada por la Academia.

El cine es cultura. O mejor dicho, el audiovisual. Lo cual se ha demostrado en la I Feria de las Industrias Culturales de Andalucía, una cita bianual que estos días se ha celebrado en Sevilla. Una propuesta surgida de la Conserjería de Cultura de la Junta de Andalucía que ha convocado a numerosos representantes de la llamada “industria cultural”, y se ha hablado mucho de la “industria audiovisual”. La Feria ha demostrado su poder de convocatoria, sobre todo además por el empeño de los interlocutores públicos en que saliera bien. Aunque la participación en stands de la producción audiovisual andaluza ha sido bastante pobre, la presencia de profesionales si ha estado a la altura, y hasta algunas presentaciones, como la del Plan Estratégico por la Cultura, ha congregado a numeroso publico. La Feria, en todo caso, ha quedado este año como una muestra casi más institucional que profesional, y quizás seria deseable que en los próximos años fuera adquiriendo una tonalidad menos pública, por mucho que sean las Conserjerías quienes la organicen.

También es cierto, todo sea dicho, que ha habido una cierta condescendencia por parte de los profesionales que participaban en los actos programados, todos ellos dando las gracias hasta la extenuación por el esfuerzo de la Junta de Andalucía. Es cierto que se esta haciendo un esfuerzo para equipararse a otras comunidades en materia de soporte del audiovisual (también es verdad que Andalucía andaba bastante atrasada en este aspecto), pero estar todo el santo día lamiendo la mano del poder publico no es bueno ni para la industria ni para los funcionarios. Actitud curiosa la de los profesionales, sobe todo teniendo en cuenta que no hace muchas semanas una de las asociaciones representativas del sector enviaba a los medios incomunicado protestando porque el apoyo de la RTVA a la producción andaluza había sido menor y muchas productoras se verían obligadas a devolver el dinero concedido por la Consejería de Cultura. Pero de esas protestas no se ha oído nada en la Feria. Todos han sido parabienes y agradecimientos. ¿En que quedamos?

01 diciembre, 2007

Bocazas de prestigio

A algún crítico invitado al Festival de Sevilla le ha dado por mostrar su disgusto ante las críticas de un periódico sevillano precisamente en el año en que éstas han sido menos incisivas. ¿Por qué este inesperado interés?


Este mes leemos en la columna de Mr. Belvedere, en la revista dedicada al cine publicitario Fotogramas, una entregada alabanza al Sevilla Festival de Cine Europeo. Curiosa glorificación de esta muestra cinematográfica, sobre todo porque a la revista suele importarle bien poco lo que se hace por Andalucía en cuestiones de cine. Claro que, a gastos pagados, a cualquiera le parece una maravilla cualquier festival como el de Sevilla cuya programación, compendio de las programaciones de Berlín, Munich, Karlovy Vary y otros, para cualquier crítico “viajero” resulta un descanso porque, como me decía un veterano escritor cinematográfico este año, casi todas las películas ya se han visto en otros festivales, y venir a Sevilla supone casi unas vacaciones pagadas.

En todo caso, lo que resulta aún más sorprendente es la bronca que Belvedere le echa al Diario de Sevilla que, según él, " insiste día a día en que se trata de un festival nefasto”, aseverando que esto es “ejemplo de partidismo beligerante que cae de lleno en el ridículo”. Menos mal que Mr. Belvedere pasó “olímpicamente” del festival cuando estaba dedicado al Cine y Deporte (sí, ese que dio origen a este festival, aunque se empeñen en tratar de enterrarlo, como un muerto que huele a podrido). Porque por entonces el Diario de Sevilla llevó a cabo una furibunda campaña contra el Festival de Sevilla, incluso mandando a sus redactorcillos a las puertas de los cines a contar los espectadores de las salas para demostrar que el festival no le interesaba a nadie. Mira por donde, este año se le quita importancia a la disminución de espectadores blandiendo la palabra “cultura”. Y, efectivamente, ya hemos dicho en más de una ocasión que las “audiencias” no son el mejor reclamo para nivelar el interés de las manifestaciones culturales. Pero como siempre, aquí se dice lo que se quiere de un año para otro, y si el año pasado se enarbolaban las cifras de espectadores como paradigma de la continuidad, este año se encuentran justificaciones más o menos peregrinas para su disminución.

Que el periódico del Grupo Joly es una avispero de fundamentalistas bocazas es una realidad. Pero hete aquí que a Mr. Belvedere ahora le sublevan las críticas del Diario de Sevilla, y eso que este año ha sido uno de los menos corrosivos. Es más, y lo hemos comentado con algunos compañeros de la crítica, el Sevilla Festival de Cine está viviendo un momento de indiferencia para la ciudad, quizás motivada, según algunos, por la falta de presupuesto, pero seguramente también por la apatía de una programación que, si bien ha jugado con acierto las cartas de los nombres propios del cine europeo, no ha conseguido que éstos visitaran el festival. En todo caso, poco a poco los objetivos de promover el cine hecho en Europa se ve fagocitado por los compromisos burocráticos, y hasta por un escaso criterio que lleva a este festival a lo que ya son otros: un batiburrillo de cine de toda índole donde la mierda más absoluta se pega a alguna que otra joya. Por otro lado, Jean Reno como homenajeado ha sido, sin duda, un segundo plato más o menos simpático pero que sabe a poca cosa (como seguramente fue un segundo plato Matt Dillon en San Sebastián). Es decir, actores poco merecedores de homenajes, a no ser que te fallen aquellos a los que querías homenajear.

Mr. Belvedere este año ha leído las críticas del Diario de Sevilla y se ha enrabietado no sé sabe muy bien por qué. Menos mal que están los periodistas que nos visitan de vez en cuando para abrirnos los ojos frente a las injusticias de los periódicos "beligerantes".