31 diciembre, 2009

La soledad: "Precious" / "La nana"

Dos películas de estreno inminente cuentan historias distintas, pero las dos tienen como protagonistas a personajes que se enfrentan a una soledad provocada por el desdén de quienes les rodean.  

Precious, de Lee Daniels, es la película independiente del año. O por lo menos eso dicen los numerosos premios que viene cosechando y su más que probable presencia entre las nominaciones de los Oscar. Sin duda, que esté producida por una de las mujeres más poderosas de la comunicación en Estados Unidos (y, no lo olvidemos, una de las más relevantes en la comunidad negra), contribuye a esta repercusión poco habitual en una película de estas características. Pero la presencia en los créditos de Oprah Winfrey no debe ensombrecer los valores de una historia que, si bien cae a veces en el discurso políticamente correcto que lastra sus posibilidades como historia creíble, finalmente contiene más aciertos de los que se pudieran preveer. 


Precious es, básicamente, un cuento urbano sobre un patito feo (buena elección de la protagonista, aunque la simpática Gabourey Sibide no aporte toda la profundidad que el personaje requiere) que más que vivir, sobrevive en un ambiente amenazador en el que su hogar no es el refugio, sino el peor lugar: un padre que la ha dejado embarazada dos veces y una madre que no es la madrastra del cuento, pero es igual de hijadeputa. 

Aunque se la ha tachado de telefilme convencional, Precious consigue trasladar con acierto esa soledad que vive un personaje aislado por la falta de afecto, aunque los tics visuales de su director frustren algunas de sus secuencias más interesantes. Y este cuento de patito feo que encuentra una cierta esperanza al final de camino tiene, sobre todo, un elemento fundamental: la impresionante y dolorosa interpretación de Mo'Nique como la madre castradora, incapaz de dar lo que nunca ha tenido, cómplice de los abusos de su marido. Desde luego, si el año pasado la corta intervención de Viola Davis en La duda mereció una nominación al Oscar, el monólogo de Mo'Nique en Precious ante una Mariah Carey que piensa que por aparecer sin maquillaje ya es una actriz del método (nos hubiera gustado más la primera elección, Helen Mirren, protagonista de la anterior película de Lee Daniels, Shadowboxer), merece la nominación y el Oscar. En todo caso, lo que más molesta de Precious es ese tufillo a marketing de las penurias afroamericanas que tan bien han sabido rentabilizar personajes como Oprah Winfrey o Tyler Perry, aunque sea a base de fagocitar productos de interés como éste. 

Otra historia de soledad es la espléndida película chilena La nana, ganadora del Colón de Oro en el Festival de Cine Iberoamericano y recolectora de premios por donde va pasando. Esperemos que la Academia de Hollywood también valore esta pequeña, sencilla pero contundente propuesta que tiene en su personaje principal, una criada herida por la falta de cariño, su principal aliciente. El trabajo de Catalina Saavedra (a la que por cierto hemos podido ver recientemente en el bodrio de Fernando Trueba El baile de la victoria) es de esos que te dejan clavado en la butaca, y logra hacernos igualmente antipático, simpático, conmovedor, odioso... a un personaje complejo que tiene comportamientos de auténtica psicopatía. 

Pero el guión, espléndidamente trazado por Sebastián Silva y Pedro Peirano, nos acaba mostrando la soledad de una nana que solo consigue encontrar el cariño de los niños de la familia en la que trabaja. Un cariño efímero, mentiroso, como afirma una de las criadas que pasan por la casa ("Antes que te des cuenta crecen, se van y si te he visto no me acuerdo. Ingratos de mierda"). Pero el mejor soporte del perfecto retrato de la protagonista es el que se hace de la familia, una típica familia burguesa que no trata mal a su criada, sino todo lo contrario, pero que ha acabado abduciendo la vida de la protagonista sin hacerla por supuesto partícipe de su propia vida. Y ese es el mejor recurso para establecer la contradictoria psicología de esta nana inolvidable. 

Pero La nana también es una película que deja algo de esperanza, aunque sepamos que la soledad de su personaje principal nunca tendrá solución. 

27 diciembre, 2009

El cine premonitorio

Una de las últimas películas protagonizadas por Brittany Murphy muestra a la actriz muerta en una bañera, tal y como fue encontrada el pasado 20 de diciembre tras sufrir un ataque al corazón. ¿Premonición o casualidad?

Deadline es el título de la película que ha suscitado ya cierta controversia debido a que esa escena es la que se utilizó como reclamo publicitario, y cuyos carteles han comenzado a ser retirados de numerosos videoclubes. Deadline es una mediocre cinta de terror, con guión y dirección del debutante Sean McConville, en torno a una joven guionista que decide aislarse en una mansión prestada (de esas que desde que comienza a verse su fachada ya sabes que esconde algún mal rollo entre sus paredes) para terminar un guión que los productores le presionan para entregar (de ahí lo de "deadline"). La protagonista descubre unas cintas de video y decide cotillearlas para encontrarse con una aparentemente romántica historia de amor entre una pareja que habitó la casa. Y aquí encontramos la segunda trama, protagonizada por Thora Birch. 



Deadline funciona más bien mal, entre escenas típicas de supuestos sustos provocados por el timbre de un móvil y típicas apariciones de fantasmas mal maquillados. Los personajes hacen cosas inverosímiles, como estar cagada de miedo pero a pesar de eso irse a buscar una tumba en mitad de la noche, cuando podía haber esperado al día siguiente. Y en definitiva resulta tópica, sosa y anodina. 

Sin embargo, hay algunas circunstancias curiosas en torno a la película. Por ejemplo, ser la primera producción en Estados Unidos de los hermanos malasios Norman, Yusry y Edry Abdul Halim, que formaron el grupo musical pop KRU y revolucionaron en los noventa la música de su país. Y que ahora parecen empeñados en gastar su dinero en producir cine... aunque sea malo.




Pero Deadline es también una película paradigmática de la carrera en horas bajas de dos jóvenes actrices que no consiguieron ir más allá de los títulos que las hicieron brillar hace años, y que han venido protagonizando historias de resultado artístico mediocre y pobre repercusión comercial. Es el caso de Thora Birch, esa chica seductora de American beauty (1999) que después eligió cada vez peores proyectos y ha terminado siendo pasto de las producciones estrenadas directamente en DVD. Y también fue el caso de Brittany Murphy, a la que recordaremos siempre en Clueless: Fuera de onda (1995), pero que al margen de sus papeles en películas más o menos interesantes como Inocencia interrumpida (1999) o Sin City (2005) y su doblaje para dibujos animados como Happy feet (2006) o Futurama (2008), su carrera venía siendo un despropósito, y de hecho sus dos últimos estrenos, la comedia romántica The ramen girl (2008) y la cinta que nos ocupa, han salido directamente en DVD y en España permanecen inéditas.

Carreras frustradas por la nefasta rentabilidad de un estrellato efímero o, simplemente, porque la vida se acaba. 

20 diciembre, 2009

Nuestros monstruos

La adaptación al cine del que está considerado como uno de los clásicos de la literatura infantil no ha sido tarea fácil. Desde los primeros test que realizó Disney cuando se pretendía que fuera una película de animación (la primera escena de la película es una referencia directa a estas pruebas), hasta los continuos problemas surgidos entre las pretensiones de Warner Bros. y las intenciones de Spike Jonze han convertido a Donde viven los monstruos en un proyecto agónico a punto de ser cancelado en varias ocasiones.

El más claro ejemplo de esta disociación lo tenemos en ese rumor/leyenda que cuenta que la productora quiso volver a rodar la película completa después de que algunos niños salieran de un test-screening llorando. Cierto o no, resulta casi halagador para la visión adulta de Spike Jonze hacia la mirada inocente de un niño.

El resultado, en todo caso, una vez imbricado el interés comercial/familiar de la Warner con el propósito realista de Spike Jonze, es de una profundidad emocional notable. Y posiblemente se trata de uno de los mejores retratos de la vida interior de un niño que se haya visto en mucho tiempo. Cierto es que a algunos espectadores les parece anodina y poco emocionante. Sin embargo, no encuentro ni una ni otra cosa en esta entrañable historia de imaginación delirante, que me parece emotiva y entretenida. Que Spike Jonze no iba a hacer una típica película para niños estaba claro desde que el propio autor del libro, Maurice Sendak, lo sugirió como director. Que su visión en torno a este niño hiperactivo que se esconde del mundo adulto en su propio universo (el iglú destrozado por los adolescentes, la fortaleza construída) resultaría poco complaciente y desde luego no apta para el público infantil parecía también bastante claro. 

Donde viven los monstruos nos introduce en la imaginación del niño protagonista (insustituible el actor Max Records, sutil, emocionante, conmovedor su trabajo) para confrontarla con una realidad agresiva. Y Spike Jonze consigue en los primeros minutos describir con acierto esa amenazadora materialidad que le rodea (esa descripción de la agonía del sol). O cómo un paquete de maiz congelado puede esconder un trasfondo emocional tan profundo.

Uno de los elementos más controvertidos de la adaptación es la representación de los "monstruos" que habitan la imaginación de Max. Que se haya escogido a la factoría de Jim Henson para crear a estos gigantes de corazón transparente es un acierto, y le da esa factura de irrealidad que muestra con clarividencia las diferentes personalidades del protagonista (su irascibilidad, su espíritu libre, su carácter introvertido...). Sin desmerecer el trabajo de doblaje, resulta imprescindible asistir a este festival de gigantes con las voces originales, profundas y emocionantes, de actores como James Gandolfini, Chris Cooper o Forest Whitaker, sin las cuales perdemos ese contraste entre lo tangible y lo afectivo. Y en cierto modo, aunque ya en las ilustraciones del libro estaban representados de esta forma, se convierten en la más certera exposición del universo interior de un niño que se haya hecho en el cine.

Donde viven los monstruos no es una película apta para el público infantil, no porque pueda resultar incomprensible, sino porque sus diálogos, sus escenas, sus imágenes, esconden una segunda lectura mucho más reflexiva y trascendente de lo que parece. Nada en esta hermosa, emocionante película de Spike Jonze, es puramente descriptivo, sino que contiene una aguda reflexión sobre la niñez y, por contraposición, también sobre la madurez. Y nos devuelve esa rebeldía interior que nos acerca a la inocencia perdida.

El Giraldillo (Enero 2010)

18 diciembre, 2009

Revivals con ironía

Dos películas recientes lanzan una mirada al pasado. A ese cine de ciencia-ficción que en los años 50 presentaban a los extraterrestres como representantes de la amenaza de la guerra fría. El remake de la serie V contribuye también al revival de la invasión alienígena. 

Curiosamente, tanto la producción de animación española como la revisión irónica norteamericana comienzan con una pareja dándose arrumacos en un coche y siendo atacados por una extraña nave espacial. Planeta 51 y Alien trespass rienden su particular homenaje al cine de ciencia-ficción que en la década de los cincuenta dio frutos como Ultimátum a la Tierra (1951), La guerra de los mundos (1953), La invasión de los ladrones de cuerpos (1956) o El terror no tiene forma (1958)

En el caso de Planeta 51, lo de la referencia a la época de los cincuenta, al margen de la representación del planeta que habitan los alienígenas, puramente kitsch, no deja de resultar una más de sus innumerables, obvias y cansinas alusiones a todo tipo de películas del género de extraterrestres. Vamos, que si se descuidan, les sale una Scary Movie del cine de ciencia-ficción en versión animada. Pero tiene cierta gracia esa vuelta de tuerca del invasor-invadido y esa presencia militar "salvadora" que acaba siendo abducida por el heroísmo. Pero quizás esta fallida película de factura animática impecable podría haber funcionado mejor si se hubiera quedado en homenaje nostálgico al pasado.  

Eso es precisamente Alien trespass, una peculiar producción escrita y dirigida por R.W. Goodwin, uno de los guionistas y productores de Expediente X y productor del remake televisivo de la serie El fugitivo (2001), que se ha montado, no ya una revisión, sino una recreación fidedigna de una típica película de terror-invasión alienígena de serie B con factura de los años 50. Aunque se quede en eso, en el puro artificio de la imitación irónica, y no acabe traspasando su condición de puro homenaje, lo cierto es que Alien trespass tiene su gracia, vista con los ojos de quien ya conoce algunos de los títulos clásicos del género. Porque las referencias visuales a Ultimátum a la Tierra o La guerra de los mundos, o esa escena final de ataque alienígena en un cine en el que se proyecta The blob (El terror no tiene forma), película en la que de hecho también había un ataque alienígena en un cine, son muy divertidas. Aunque tenga ese anacronismo que supone que los protagonistas estén viendo una película estrenada en 1958, cuando la historia se supone que se desarrolla en 1957.

Tanto los actores como la fotografía de colorido exagerado (imitando el estilo de la época) son perfectas recreaciones de ese cine de ciencia-ficción que contenía más mensaje político que cualquier otra película propagandística, pero que al mismo tiempo ha dado clásicos insustituibles. Por lo que Alien trespass es una recomendación obligada para todos los amantes del género (ese alien con forma de mojón que absorbe a los seres humanos es impagable).

A la moda del revival se añade también el remake de la serie V, que de nuevo nos presenta una invasión alienígena ya conocida. Aunque la lectura subliminal de la versión original de los ochenta no tiene nada que ver con la de las películas de los cincuenta, sí es verdad que en esos años también estaba generalizada la visión del extraterrestre como ser atacante. En todo caso, esta nueva adaptación de la serie, que aunque ha logrado cifras de audiencia aceptables y se ha estabilizado en un share del 3% (unos 9.000.000 de espectadores),  pero recordemos que el episodio piloto lo vieron 14.000.000, puede sufrir las consecuencias de su interrupción tras el cuarto episodio hasta marzo de 2010, debido a los Juegos Olímpicos de Invierno. 

No conozco a nadie a quien este remake le haya apasionado, pero los que lo seguimos lo hacemos incondicionalmente por ese aire nostálgico que nos recuerda a la versión original.


14 diciembre, 2009

A vueltas con Bruselas

Resulta poco comprensible la postura del Instituto de Cine y del Ministerio de Cultura con su Ley del Cine, sus exabruptos constantes y su falta de delicadeza. Lo que ha provocado que los festivales de cine, una parte del sector cinematográfico y la Unión Europea acaben dándoles de bruces contra la realidad.  

Ignasi Guardans (director del Instituto de Cine) y Ángeles González Sinde (Ministra de Cultura) forman una pareja curiosa. No se sabe quién de los dos es más torpe ni quién de los dos tiene menos idea del trabajo institucional. Lo que sí se sabe es que, mientras Ignasi Guardans calificaba a la plataforma Cineastas contra la Orden como un reducto mínimo al que no había que dar importancia, éstos pasaban a la acción, y sus alegaciones frente a Bruselas han acabado por estancar la convocatoria de ayudas que hace unos días tendría que haber sido publicada. Eso de menospreciar a los demás le ha salido caro, aunque ni él ni la ministra se dan por enterados. 

Que Ángeles González Sinde califique esta paralización como algo normal y habitual en la tramitación de una Orden, y que afirme que "no hay ningún bloqueo" (hombre, si la convocatoria de ayudas se iba a publicar en diciembre y posiblemente acabe publicándose en marzo de 2010 como muy pronto... ya me dirá), podría producir risa si no fuera porque la producción cinematográfica española del primer semestre de 2010 se va a haber afectada seriamente. Y eso, cuando el cine español estaba viviendo su mejor momento en taquilla, con cuatro películas entre los 10 primeros puestos de recaudación (Ágora, Celda 211, Planeta 51 y Spanish movie) es un desastre para la recuperación que parecía vivirse. Claro que luego, cuando se publiquen las cifras globales de 2009, la ministrilla se adjudicará todo el mérito.  

El paso de Ángeles González Sinde y el director que ella designó personalmente para el Instituto de Cine por su experiencia en Bruselas (que de poco le ha servido, la verdad) está siendo glorioso. Bueno, en realidad, está un poco en la línea de la gestión del gobierno, con presidentes que desdicen a sus ministros, Leyes de Cine que se publican sin el visto bueno europeo, salidas de tono jocosas (mientras González Sinde calificaba como "asustante" (hay que joderse, Ministra de Cultura) la digitalización de libros en internet, la Unión Europea negociaba con Gooblebooks su participación en la web de contenidos digitales Europeana). 

Desde luego, el tándem Guardans-Sinde va a dejar huella, pero con olor a mierda. Ahora el director del Instituto de Cinematografía se pone en contra a los responsables de los festivales de cine, única posibilidad en nuestro país de ver un cine diferente a la distribución monopolística. Y no se sabe bien a qué llama "ordenar" los festivales en España, cuando la mayor parte de los que se celebran en nuestro país no cuentan con ayudas del Instituto de Cine, sino de instituciones locales que, sí, utilizan estas muestras más como promoción electoral, pero también ayudan a promocionar (especialmente en el caso de los cortometrajes) la producción audiovisual española.  

Legislar con inteligencia es fundamental. Ir dando palos de ciego pensando que todos van a acabar comiendo de la mano resulta poco efectivo.