Empezamos por un trabajo cinematográfico no estrictamente cinematográfico. Me explico: en realidad forma parte de un conjunto artístico que se sostiene principalmente sobre una exposición de fotografías del artista canadiense Gregory Colbert, montada en un espacio itinerante que por el momento solo se ha visto en algunas ciudades norteamericanas y en Enero llegará a Tokio. Ashes and snow (título genérico del proyecto) es también una novela (compuesta por una serie de cartas ficticias), una banda sonora y una película de 60 minutos de duración que contiene la representación en movimiento de las fotografías que Colbert ha tomado en distintos continentes. El documento (más que documental) muestra algunas de las composiciones e imágenes más bellas que hemos visto en mucho tiempo, con un sentido de la estética digna de mención. La música creada por Lisa Gerrard (conocidas son sus aportaciones al cine en otros trabajos como Gladiator, Ali o Whale rider) contribuye al hermoso poder hipnótico de esta película narrada por Laurence Fishburne que, desgraciadamente, será difícil de ver en España.
Otra propuesta interesante es la del neocelandés Vincent Ward, que despuntó hace unos años con una curiosa historia de aventuras (Navigator), pero siempre encontró dificultades para poder terminar sus otros proyectos, con resultados irregulares (Map of the human heart, What dreams may come). Finalmente, el año pasado rodó River Queen, historia que profundiza en la relación entre ingleses e indios mahoríes durante la colonización en 1860. La historia de una mujer irlandesa (espléndida Samantha Morton) que tiene un hijo con un guerrero mahorí y se encuentra perdida entre dos civilizaciones enfrentadas, consigue trasladarnos la sinrazón de la violencia y la imposición colonizadora. Kiefer Sutherland y Stephen Rea la acompañan en una película que también tuvo problemas de producción, siendo despedido Vincent Ward a mitad de filmación, y contratado de nuevo en pleno proceso de posproducción.
Afortunadamente, el Festival de Sitges ha traído a España interesantes títulos que aún permanecen inéditos. Por un lado, la ganadora del premio a la Mejor Película y Mejor Actriz, la alemana Réquiem, de Hans-Christian Schmid, de la que el Sevilla Festival de Cine programó su interesante Lichter (Distant lights) en 2004. Lamentablemente, este año no se podrá ver en Sevilla su última película, aunque sí se estrenará próximamente en España con el titulo Réquiem (El exorcismo de Micaela). Se trata de una dramática historia ambientada en los años 70 protagonizada por una joven epiléptica a la que la férrea convicción religiosa de sus padres condujo a someterse a sesiones de exorcismo. Interesante propuesta en tono casi documental que se ve favorecida por una contundente interpretación de la actriz Sandra Hüller.
También Sitges acogió el pase de Brick, (estreno previsto para el 10 de Noviembre) Premio al Director Revelación y Premio Especial del Jurado en Sundance en 2005. Propuesta divertida la del director y guionista estadounidense Rian Johnson que traslada una típica trama de cine negro, en la que los personajes hablan como si hubieran salido de una novela de Dashiel Hammett, pero con la particularidad de que son estudiantes de instituto. Así que aquí hay investigadores listillos, macarras violentos, femme fatales, y todo el universo detectivesco, pero con acné. La película no zozobra en el ridículo (como otros intentos) gracias a los actores y a un magnífico trabajo de guión y dirección que mantienen el nivel muy alto, y acaba haciéndola más interesante si cabe que títulos más convencionales y menos logrados como La dalia negra.
Recientemente hemos podido ver una nueva historia llegada de Oriente que contiene, siempre lo hemos dicho, la más novedosa concepción cinematográfica de los últimos años. Sin embargo, The banquet, del chino Xiaogang Feng (responsable de aquella divertida propuesta titulada El funeral del jefe que se pudo ver en el Festival de Sevilla) se mueve por derroteros más clásicos; de hecho, se trata de una versión libre de Hamlet. La película ha sido elegida como representante de Hong-Kong en los Oscar y traslada una espectacular puesta en escena (el decorado construido es el mayor que se ha hecho para una película china) con hermosas secuencias, siempre con una cuidada estética y planificación, y con bien dosificadas escenas de lucha. Pero resulta más introspectiva de lo habitual y quizás por ello llega a resultar cansina. Destaca la hermosa partitura creada por Tan Dun, uno de los compositores más destacados de la música contemporánea, ganador del Oscar por Tigre y dragón, de la que también fue protagonista la bella actriz Ziyi Zhang (a la que hemos visto asimismo en Memorias de una geisha) y que aquí se desenvuelve con soltura en el papel de una pérfida Emperatriz.
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