10 noviembre, 2023

Raindance Film Festival 2023 - Parte 4: Premios

La última crónica del Raindance Film Festival tiene como protagonistas a algunas de las películas premiadas en esta edición número treinta y uno que supone también el final de una etapa de esta muestra de cine independiente que a partir de 2024 se celebrará en el mes de junio, para evitar la coincidencia con un otoño muy concurrido en festivales cinematográficos, y especialmente la cercanía con el BFI London Film Festival, el encuentro de cine más destacado que se celebra también en Londres a principios del mes de octubre. El cambio de fechas se puede beneficiar asimismo de la cosecha recogida en muestras internacionales como el IDFA, Tallinn Black Nights o el Festival de Berlín. El 32º Festival de Raindance se celebrará del 19 al 29 de junio de 2024. Los diferentes jurados de esta última edición otoñal han seleccionado una amplia variedad de películas para entregar los premios del festival, que se concretan en esta lista de galardonados:

Película Británica: Red Herring (Kit Vincent, 2023)
Película Internacional: Pett Kata Shaw (Nuhash Humayun, 2022)
Película Documental: We are guardians (Chelsea Green, Rob Grobman, Edivan Guajajara, 2023)
Primera Película: Upon entry (Alejandro Rojas, Sebastián Vasquez, 2022)
Dirección: The land within (Fisnik Maxville, 2022)
Interpretación: Michael Pitt por Day of the fight (Jack Huston, 2023)
Guión: Erika Calmeyer y Johan Fasting por Storm (Erika Calmeyer, 2022)
Fotografía: David Wyte por All the colours of the world are between black and white (Babatunde Apalowo, 2023)

Cortometraje: The Golden West (Tom Berkeley, Ross White, 2023)
Cortometraje Británico: White ant (Shalini Adnani, 2023)
Cortometraje Documental: It's what each person needs (Sophy Romvari, 2022)
Cortometraje de Animación: Wild summon (Karni Erieli, Saul Freed, 2023)

The land within

Fisnik Maxville, 2022 | Competición Discovery Award | ★★★

Tallinn Black Nights '22: Mejor Primera Película

Raindance Film Festival '23: Mejor Dirección 


Al principio de la película se indica que la guerra de los Balcanes provocó 4 millones de desplazados y más de 100.000 muertos, pero en países como Kosovo aún se están encontrando fosas comunes. Como uno de esos millones de exiliados, el director Fisnik Maxville (1992, Kosovo) tiene la doble nacional suizo-kosovar y ha explorado anteriormente en cortometrajes como Lost exile (2016) y documentales como Zvicra (Benoît Goncerut, Fisnik Maxville, 2018) y Fin de partie (2020) las identidades perdidas de las personas exiliadas. La historia de su primera película de ficción comienza precisamente con Remo (Florist Bajgora) solicitando ante un comité en Ginebra que se acelere su proceso de nacionalidad porque debe regresar a Kosovo pero no quiere perder el vínculo con un país en el que vive desde que fue trasladado por una organización humanitaria cuando tenía 15 años. Algunos miembros de este comité le recuerdan que Kosovo ya es un país en paz y que podría volver definitivamente como han regresado muchos de los exiliados. Pero a lo largo de la película veremos que el distanciamiento entre el protagonista y su lugar de origen es casi inabarcable. Ambientada en 2008 mientras se recuerda que aquel año todavía quedaban aproximadamente unas 10.000 personas desaparecidas, la única razón por la que Remo quiere volver a su pueblo es para acompañar a su tío Skender (Luan Jaha) en su lecho de muerte, cumpliendo la tradición de que esté presente un descendiente varón. Todos los hombres de su familia y la mayor parte de los habitantes del pueblo han muerto en la guerra, y solo queda realmente su prima Una (Luàna Bajrami), quien le recibe reprochándole que la abandonara cuando eran adolescentes. 

La presencia de Remo coincide con la exhumación de una fosa común por parte de un equipo de científicos de la ONU, por lo que ambos primos son requeridos para la identificación de los cuerpos. El nombre de Fatime (Era Balaj) aparece como una discrepancia en las listas de los cadáveres, y para Remo se convierte en uno de los misterios que surgen de su visita. Sin demasiada información sobre su infancia, él sabe que fue adoptado pero no conoce las circunstancias, que el director irá desvelando como si se tratara de una película de misterio a través de flashbacks que nos trasladan a 1984, en el que Skender (Valmir Krasniqi) ejercía como líder del pueblo con mano férrea. Al mismo tiempo, en 2008 un grupo de lobos se convierte en el enemigo que los pocos habitantes parecen necesitar, cuando varios de ellos se han visto cerca de las zonas habitadas. En una historia con un protagonista llamado Remo, en referencia a los dos hermanos fundadores de Roma que fueron criados por lobos, la mención de éstos es una clara representación metafórica que envuelve a los personajes. Al comienzo de la película ya están presentes en un grabado en los pasillos de las oficinas de inmigración en Ginebra, como si fueran una sombra que persigue continuamente al protagonista. 

En el guión escrito por Fisnik Maxville y Mathilde Henzelin, una de las guionistas de la miniserie Un hombre de honor (Disney+, 2021) a veces se despliegan diálogos demasiado crípticos, que tienen una cadencia poética que la actriz francesa de origen kosovar Luàna Bajrami, a la que hemos visto en Retrato de una mujer en llamas (Céline Sciamma, 2019) expresa con especial intensidad. Pero The land within (Fisnik Maxville, 2022) es principalmente rotunda en su concepto visual, un trabajo de dirección que muestra en planos cuidados y en zooms lentos la desesperanza de un pueblo enfrentado entre sí en 1984 que es incapaz de cerrar las heridas en 2008, tan abiertas como las fosas comunes que descubren las huellas de la guerra. Con una fotografía de claroscuros a cargo de Yann Maritaud y una banda sonora que aporta una densidad casi asfixiante, pero muy hermosa, compuesta por Nicolas Rabaeus, la película se envuelve en una atmósfera de desaliento al mismo tiempo que compone las piezas del pasado de Remo como si se tratara de un thriller policíaco. Ampliando su mirada hacia la pérdida de una identidad propia, The land within es una historia compleja que parece pesimista, pero que encuentra un atisbo de esperanza en el futuro. 

Storm

Erika Calmeyer, 2022 | Competición Discovery Award | ★★★☆☆

Raindance Film Festival '23: Mejor Guión (Erika Calmeyer, Johan Fasting) 


A partir de un accidente la historia que plantea esta película se va haciendo gradualmente más oscura, adoptando un tono de relato de suspense para lo que podría haber sido un melodrama familiar. Debut en el largometraje de Erika Calmeyer (1990, Noruega), que ha dirigido episodios de las series suecas Jóvenes altezas (Netflix, 2021-) y Tore (Netflix, 2023), la historia comienza cuando Elin (Ane Dahl Torp), que vive sola con sus hijos tras la muerte de su marido, acampa en una zona boscosa junto a un río que se convertirá en una trampa mortal para su hijo pequeño Ulrik (Tarald Buran-Kjersland), sin que su hermana Storm (Ella Maren Alfsvåg Jørgensen), de ocho años, pueda hacer nada para salvarle. En una escena que recuerda al comienzo de la excelente Amenaza en la sombra (Nicholas Roeg, 1973), Elin trata desesperadamente de salvar a su hijo sin conseguirlo, enfrentando el drama de una pérdida insoportable. Pero el desarrollo de la historia se construye a partir de un tono de suspense en el que Elin comienza a dudar sobre la posibilidad de que Storm haya podido empujar a su hermano para que cayera al río, de manera que durante parte de la película el espectador acompaña a la madre en la incertidumbre en torno a la ambigüedad que muestra la niña, lo que se acrecienta con la intervención de los servicios sociales. Apoyada en una interpretación intensa de Ane Dahl Torp y un excelente debut de la niña Ella Maren Alfsvåg Jørgensen en el proceso de degradación que se produce en la relación entre madre e hija, la película revela quizás demasiado pronto la verdad, enfocándose en el proceso psicológico que enfrenta el adulto. No solo sobre la cuestión de la culpa, que está muy presente en la película, sino también afrontando con precisión el sentimiento de protección maternal que se desarrolla en Elin conforme sus sospechas se van haciendo cada vez más intensas. 

La directora construye alrededor de la familia un entorno sombrío y en cierta manera claustrofóbico, marcado por el trauma de la muerte del padre y rodeado de una zona boscosa que parece aprisionar una casa llena de ventanas. Mientras que el guión escrito por Johan Fasting, ganador del Premio Amanda por Ninjababy (Yngvild Sve Flikke, 2021) y creador de series como Home ground (Filmin, 2018-2019) y Power play (Filmin, 2023), trata de mantener un difícil equilibrio entre el drama y el suspense, lo que precisamente desestabiliza parte de la historia en un término medio que no acaba de encontrar su acomodo. Hay algunos momentos incluso en los que parece que la trama coquetea con el género de terror, en la representación de la niña frente a los temores de la madre y en una banda sonora de Uno Helmersson que tiene poca presencia pero está apuntada con algunas sonoridades desasosegantes. Alrededor de Storm está presente la muerte de forma constante, vestida con sábanas blancas, pintando esqueletos y obsesionada con imbuirse en su propio mundo contando números, que parece una consecuencia del trauma por la muerte de su padre. Precisamente esa intención de contar la historia bifurcándose entre géneros es la que termina haciéndola más imprecisa, porque el planteamiento y el desarrollo son lo suficientemente contundentes como para no necesitar esta ambigüedad tonal. Pero en secuencias aisladas hay una intensidad sobresaliente, como cuando Elin encuentra a su hija en el cementerio, junto a la tumba de su padre y su hermano, mientras Storm se interesa por cuestiones formales como si en la tumba habrá suficiente espacio para ellas dos también, ausente del sentimiento de pérdida. Técnicamente hay poco que reprochar a Storm (Erika Calmeyer, 2022), excepto que se contagia de esta indeterminación y que no consigue la fluidez adecuada para que todo lo que está separadamente bien encuentre una narrativa suficientemente conexa. 

All the colours of the world are black and white

Babatunde Apalowo, 2023 | Competición Discovery Award | ★★★

Berlín '23: Premio Teddy LGTB

Cinema Jove '23: Mejor Música (Richard Kett)

Raindance Film Festival '23: Mejor Fotografía (David Wyte) 


El director nigeriano Babatunde Apalowo cuenta que su primera intención era rodar una película sobre la ciudad de Lagos, mostrando su idiosincrasia y la belleza de su entorno. Pero cuando un amigo que regresó de la universidad fue apaleado delante suya por su condición sexual, la perspectiva de la ciudad se transformó en un reflejo de la hostilidad y la homofobia que existe en todo el país. De manera que quedan algunos elementos de ese retrato de la ciudad de Lagos, pero la historia derivó hacia una mirada mucho más íntima sobre tres personajes y la forma en que la homosexualidad permanece escondida. El pasado mes de agosto, unas setenta personas fueron detenidas por la policía como sospechosas de homosexualidad, considerándolas cómplices de la celebración de una boda LGBT. En Nigeria, la Ley de Prohibición del Matrimonio de Personas del Mismo Sexo establece penas de hasta 14 años para quienes la incumplan. De manera que All the colours of the world are black and white (Babatunde Apalowo, 2023) es una película valiente que ha sido reconocida internacionalmente con el Premio Teddy a la Mejor Película Queer en el Festival de Berlín y con el Premio a la Mejor Música en Cinema Jove, entre otros. La historia está protagonizada por Bambino (Tope Tedela), un joven que trabaja como repartidor y que es conocido por su comunidad, ayudando a veces a sus vecinos con pequeños préstamos para que puedan afrontar algunos gastos. Cuando conoce a Bawa (Riyo David), que posee una pequeña tienda de apuestas, surgen algunos sentimientos que Bambino ha mantenido ocultos. Pero mientras Bawa parece reconocer su atracción hacia Bambino, éste trata de mantener una cierta distancia. A través de una cámara estática que ofrece una mirada neutral de los personajes, el director ofrece en los planos un subtexto que muestra, en los primeros encuentros entre los protagonistas, elementos que los separan, para ir eliminándolos conforme ellos también se aproximan. 

Bambino es el reflejo de los deseos homsoexuales reprimidos, aunque también rechaza los sentimientos que tiene hacia él Ifeyinwa (Martha Ehinome Orhiere), un interesante personaje femenino al que se aferra en algún momento para tratar de "normalizar" la percepción que el mundo exterior tiene de él. La mayor parte de la película se desarrolla en entornos íntimos, aunque la atracción de los personajes masculinos se hace perceptible en los recorridos que hacen por la ciudad, montados en la motocicleta de Bambino mientras Bawa desarrolla su afición por la fotografía. Aunque Babatunde Apalowo adopta una planificación sencilla que se apoya en el uso de la cámara estática (lo que a veces perjudica al reflejo emocional de la relación principal), sin embargo toma decisiones muy acertadas. Mientras la homosexualidad es obligada a mantenerse oculta para el resto de la sociedad, son los rostros del resto de personajes los que se ocultan en la película, de forma que las interacciones con vecinos o con amigos mantienen siempre fuera de foco a los que no son protagonistas. Como cuando Bambino almuerza en una terraza y al fondo un grupo de hombres se burlan de un joven que lleva pantalones estrechos y acaban dándole una paliza, pero siempre manteniendo la acción en segundo plano. El foco en los tres personajes principales refuerza la condición íntima de sus relaciones. 

All the colours of the world are black and white es una hermosa película sobre un amor prohibido en un entorno que se muestra permanentemente hostil. El peligro de una sociedad que juzga y condena determinados comportamientos se hace más evidente en una escena dolorosa en la que uno de los protagonistas sufre la mayor traición. Bawa expresa su deseo de fotografiar a Bambino desnudo, no como una representación sexual sino como una manera de retratarle tal como es, sin las imposiciones de una sociedad que oprime sus propios sentimientos. Pero la película también introduce una mirada esperanzadora, representada a través de algunas referencias que son inteligentes comentarios sociales. Cuando Ifeyinwa tiene la oportunidad de elegir un marido, le dice: "Acepto casarme, pero con una condición. Que pueda terminar mis estudios", lo que refleja una juventud que ya no está dispuesta a ceder completamente, que es capaz de mantenerse firme frente a sus deseos. 

Parachute

Brittany Snow, 2023 | Competición Discovery Award | ★★★

SXSW '23: Premio Especial Interpretación (Courtney Easton) / Thunderbird Rising Award 


El debut como directora y guionista de la actriz Brittany Snow (1986, Florida), a la que hemos visto en películas como Dando la nota (Jason Moore, 2012) y X (Ti West, 2022) toma las formas de una historia romántica para cambiar el enfoque desde la habitual pregunta sobre cuándo acabará consolidando su relación la pareja protagonista hasta una mucho más inquietante sobre si realmente ambos deberían estar juntos. Y en este sentido el guión coescrito junto a Becca Gleason, directora de Mi mejor verano (2018), plantea cuestiones mucho más relevantes sobre dos personas que parecen destinadas a estar juntas pero cuya relación al mismo tiempo podría ser su peor decisión. Riley (Courtney Eaton) acaba de salir de una clínica de rehabilitación debido a su dismorfia corporal, una obsesión con los supuestos defectos de su propio cuerpo cuya curación es tan progresiva que, incluso cuando ya no tiene que permanecer ingresada, la llevan a consultar constantemente fotografías en las redes sociales y a sentir auténtico aborrecimiento cuando se mira al espejo. Cuando conoce a Ethan (Thomas Mann) en un bar, ambos comparten una animada conversación y un sentido del humor que les lleva a encuentros posteriores. Pero Riley sigue yendo a sesiones de terapia con la Dra. Akerman (Gina Rodríguez) y ha recibido la recomendación de no mantener ninguna relación sentimental hasta que no se sienta a gusto con su propio cuerpo. Es imposible querer a otra persona si realmente ella no se quiere a sí misma. 

De forma que Parachute (Brittany Snow, 2023), que recibió un Premio Especial en el Festival SXSW 2023 por la interpretación de Courtney Easton, totalmente acertada en la forma de transmitir las debilidades y fragilidades de Riley, construye una historia en la que los personajes se envuelven en continuos altibajos que les llevan a separarse en ocasiones, con el protagonismo de un trastorno mental que resulta especialmente sobrecogedor, en momentos en los que ella se golpea a sí misma frente al espejo. Esta mirada a un proceso de rehabilitación que es incluso más complejo que la propia enfermedad aporta a la película un reflejo del vértigo que produce en la protagonista enfrentarse de nuevo a la sociedad. Como en Prisa por vivir (Netflix, 2023), que también adopta el punto de vista de la dificultad de adaptarse al exterior y la necesidad de normalizar una vida sin estar pendiente del cuerpo. Al comienzo de la película, Riley comenta que odia Instagram, pero al mismo tiempo contempla obsesivamente las imágenes manipuladas de los cuerpos de otras mujeres, que la directora muestra con un montaje cortante de fragmentos de partes del cuerpo femenino. Junto a Ethan, Riley disfruta de las noches delante de la televisión viendo programas true crime en los que trata de adivinar el próximo paso del asesino, pero ella también se comporta como una especie de serial killer en la construcción de una realidad falsa de cara a los demás, ocultando su propio estado de ánimo. Y esta vulnerabilidad se reproduce a través de decisiones discutibles mientras recibe excesivos reproches por parte de su familia y amigos sobre su carácter egoísta, al no entender que su sufrimiento también conlleva el sufrimiento de los demás. 

La película mantiene constantemente esta sensación caótica de una relación que nunca sabremos si tendrá un final feliz o terminará en una separación definitiva. Y esto es lo que la hace mucho más atractiva, la ausencia de un final claro a pesar del paso del tiempo, la incertidumbre sobre el desarrollo de una enfermedad que siempre retiene la amenaza de regresar, porque se encuentra en la mente y no en el cuerpo. Incluso cuando adopta ciertas maneras de comedia durante los momentos de mayor estabilidad en la relación entre Ethan y Riley, siempre hay una ligera sensación de que la situación puede hacerse más inestable, como una especie de montaña rusa que impide a los dos personajes principales mantener una trayectoria firme. Mientras que hay un enamoramiento claro entre ambos (Ethan llega a expresarlo de forma directa), también hay una barrera que parece infranqueable. Esta inseguridad está perfectamente reflejada por un acertado guión que refleja experiencias personales de Brittany Snow, incluso aunque al final parezca ofrecer una ligera nota positiva que sin embargo tiene un tono agridulce.

Dusty & Stones

Jesse Rudoy, 2022 | Competición Documental | ★★★

Nashville Film Festival '23: Mejor Documental


El mockumentary This is spinal tap (Rob Reiner, 1984) describía a una banda de rock que trata de regresar a los escenarios protagonizando una desastrosa gira por Estados Unidos, convirtiéndose en uno de los clásicos de las parodias de los documentales musicales. La aventura que llevan a cabo los dos protagonistas de Dusty & Stones (Jesse Rudoy, 2022), procedentes del Reino de Esuatini, hace recordar aquella película en algunos momentos. En 2018, el rey del antiguo protectorado británico, un pequeño reino sin litoral que limita con Mozambique y Sudáfrica, decidió cambiar el nombre de Suazilandia, para deshacerse del pasado colonial. La última monarquía absoluta de África está liderada por el rey Mswati III desde 1986, aunque en 2021 produjeron algunas protestas en favor de una democracia que fueron reprimidas con dureza. La trayectoria de Gazi Simelane (Dusty) y Lindokuhle Msibi (Stones), dos primos que llevan en la sangre la pasión por la música country, tiene lugar sin embargo en 2017, cuando sus videos publicados en YouTube llamaron la atención del director de esta película, pero también del Texas Sound International Country Music Contest, un concurso dedicado a grupos internacionales de música country, al que son invitados a participar. La posibilidad de interpretar sus canciones en la cuna de este estilo musical se convierte en un sueño cumplido para Gazi y Lindokuhle, que decidieron desarrollar una versión africana de la música country cuando en la radio nacional comenzó a emitirse un programa dedicado a este género, transmitiendo canciones de Kenny Rogers, Don Williams y Dolly Parton. Pero en su localidad de origen, Mooihoek, no tienen la oportunidad de desarrollar su carrera. 

Hay algunas secuencias muy emotivas cuando ambos visitan a sus abuelos, que tienen la posibilidad de ver a su avanzada edad cómo ambos consiguen una de sus aspiraciones. Es el lugar que inspiró la canción "The river", que en su primera parada en Nashville, Dusty & Stones tienen la oportunidad de grabar junto a músicos profesionales gracias a la colaboración de un productor de música country. La expresión de sus caras cuando escuchan las mezclas finales de la canción, que se ha convertido en el tema principal del documental, transmite auténtica emoción. Y es precisamente la manera en que ambos se expresan delante de las cámaras lo que llena a la película de una humanidad contagiosa. Sin embargo, el Concurso de Música Country no es precisamente el gran festival multitudinario que ellos esperaban. Con un escenario situado debajo de una carpa y un público mayoritariamente anciano, Dusty & Stones se encuentran con un cambio de última hora que no se les ha comunicado y con una banda de acompañamiento que no transmite el respeto y la bienvenida que sintieron en el estudio de grabación de Nashville. Lo que en This is spinal tap podría ser una escena cómica, para Dusty & Stones se convierte en un decepcionante baño de realidad. 

Pero uno de los aspectos positivos del documental es el carácter optimista que sus protagonistas transmiten. El paseo nocturno por las calles de Jefferson establece el contraste entre sus orígenes africanos y una cultura norteamericana a la que admiran, aunque en la televisión aparecen más detalles de la realidad hostil que les rodea, cuando las noticias se hacen eco del tiroteo que tuvo lugar el 5 de noviembre de 2017 en la Iglesia Baptista de Sutherland Springs, en el que un hombre disparó contra los asistentes, matando a 26 personas e hiriendo a otras 22 en la que se considera la mayor masacre ocurrida en Texas. Pero a pesar de las decepciones Gazi y Lindokuhle están empeñados en disfrutar de su sueño hecho realidad, como en Wild Rose (Tom Harper, 2018) la protagonista procedente de Glasgow se empeñaba en convertirse en una gran artista de música country. De forma que Dusty & Stones es un hermoso cuento de aspiraciones alcanzadas, tratado con una extrema sensibilidad, que transmite emoción cuando asistimos a la entrega de los premios finales. Dusty & Stones han logrado otros objetivos: en Esuatini son dos auténticas estrellas de la música y este mismo año han auto-publicado su primer álbum, Mooihoek Country Fever (2023). Este recomendable documental se estrenó en Europa en DOK.Fest y se ha podido ver en la última edición de In-Edit Barcelona, formando parte de la edición online del festival que se podrá visionar a través de la plataforma gratuita CaixaForum+ a partir del 27 de noviembre. 


El Festival In-Edit se podrá ver en CaixaForum+ entre el 27 de noviembre y el 11 de diciembre. 

Dusty & Jones se estrena el 27 de noviembre en CaixaForum+.
Power play se estrena el 12 de diciembre en Filmin.
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Películas mencionadas: 

Upon entry y Amenaza en la sombra se pueden ver en Filmin.
Retrato de una mujer en llamas se puede ver en Filmin y Prime Video.
Dando la nota se puede ver en SkyShowtime. 
X se puede ver en Movistar+. 
Mi mejor verano se puede ver en FlixOlé, Pluto TV y Prime Video. 
Wild Rose se puede ver en Movistar+ y Prime Video. 


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