DOX:AWARD
El director Renato Borrayo Serrano nacido en Guatemala pero residente en Rusia desde 2012, se enfrenta a su primer largometraje con Life of Ivanna (Renato Borrayo Serrano, 2021), que se presentará también en la Sección World Showcase de Hot Docs 2021 a finales de esta semana. Su mediometraje Film for Carlos (2017) recibió la Mención Especial en el Festival Dok Leipzig y de nuevo se acerca a un retrato personal, en esta ocasión en torno a una mujer que habita en la tundra del Norte de Rusia con sus cinco hijos pequeños: "Nunca me imaginé que acabaría criando a cinco hijos", dice Ivanna como reflejo de una vida que de alguna manera ha resultado frustrante. A pesar de ser una mujer fuerte y carismática, tomó la decisión de seguir a su marido hacia los paisajes nevados, solitarios e indomables del frío Ártico. A lo largo de cuatro años el director ha seguido a Ivanna en sus vaivenes entre la ciudad y la tundra con una cámara cercana, que se detiene en el rostro del personaje, un rostro que refleja la frustración y el cansancio. El documental representa en ese entorno difícil e indómito la propia figura de la protagonista.
Renato Borrayo no hace entrevistas, pero permite que sus protagonistas delaten su presencia, que miren a la cámara, como si miraran directamente a los espectadores. A lo largo de esos cuatro años el marido de Ivanna ha decidido regresar a la ciudad, un lugar en el que ella no quiere estar, para trabajar en la industria del gas. Su tendencia al alcoholismo le hace cada vez más violento, y asistimos a una secuencia terrible en la que el director apoya su cámara, haciéndonos percibir quizás una duda sobre si intervenir o no. Pero Ivanna controla la situación: "No voy a permitir que me pongas la mano encima". Es la intimidad del maltrato. Life of Ivanna es una especie de réquiem melancólico por una vida que ha seguido el camino equivocado, pero también por el pundonor de la supervivencia. Ese paisaje gélido de la tundra se convierte, al final, en el único refugio.
El documental es un proceso que está vivo y que, como ya hemos comentado en otras ocasiones, a veces puede comenzar siendo una cosa para terminar convirtiéndose en otra distinta. Es lo que le ha ocurrido a Skál (Cecilie Debell, Maria Tórgarđ, 2021), que estaba originalmente concebido como el retrato del joven artista Trygvi Danielsen, popular músico de hip hop en las Islas Feroe conocido como Silvurdrongur (Chico de plata). Pero cuando estaban grabando, conocieron a la novia del músico, Dania O. Tausen, que estaba experimentando un proceso interno complejo, enfrentada a dudas existenciales debido a que proviene de un entorno estrictamente religioso. Su relación con Trygvi Danielsen, no creyente, y su incursión cada vez mayor en el mundo de la música (ella también es una conocida cantante de las Islas Feroe) removieron sus propias creencias, de forma que acabó convirtiéndose en protagonista de la historia.
Con un estilo parecido al de Life of Ivanna, sin entrevistas pero con una cercanía de la cámara, presente en algunos momentos íntimos de conversaciones con su familia, con su mejor amiga y con su novio, Skál sin embargo transmite una cierta sensación de artificiosidad, de puesta en escena de algunas situaciones y diálogos que parecen más destinados a la cámara que a la propia realización personal de la protagonista. Da la sensación de que esta etapa de descreencia ya ha sido superada de alguna forma y hay una representación de la realidad para contextualizar. Lo más interesante del documental es que no pretende retratar a una comunidad opresora que no permite la libertad personal. Todo lo contrario, los padres de Dania aconsejan pero no prohíben, dejan que su hija encuentre su propio camino aun expresando sus reservas, y aunque su comunidad tenga una posición más hermética: "O crees en Jesús o crees en Satanás. No hay término medio. Puedo ver todo Tórshavn. Hay ángeles en todas partes, pero entre los ángeles buenos también están presentes los ángeles de Satanás".
NEXT:WAVE
Dedicada a las nuevas voces del panorama internacional, esta sección presenta All-in (Volkan Üce, 2021), que también compite en la Sección Oficial de Hot Docs 2021. La historia acompaña a dos jóvenes: Ismail, de 18 años, y Hakan, de 25 años, el menor de doce hermanos, que se incorporan a la plantilla de temporada veraniega de Nashira Resort, un hotel de "todo incluido" en la Riviera Turca. Ambos tienen aspiraciones diferentes: Hakan quiere viajar a Estados Unidos para ser director de cine, admira a Nietzsche y Schopenhauer, y ve el trabajo como una forma sencilla de ganar dinero para cumplir sus sueños. Ismail, sin embargo, quiere aprovechar la oportunidad para crecer profesional y personalmente, y se siente atraído por ese mundo de cierto lujo que contempla desde la barra de la cocina.
Este microcosmos en el que los turistas son agasajados con todo tipo de comodidades, funciona como una representación de la sociedad, entre los que reciben y los que están a su servicio, y se va construyendo como una tragicomedia que reflexiona sobre la pérdida de la inocencia y el desarrollo de un turismo que cambia su dinero por indiferencia. Hakan trata de acercarse a los turistas rusos mencionando a Dostoyevski, pero éstos no parecen estar demasiado interesados en establecer contacto con el personal. El punto de vista de los trabajadores permite al director Volkan Üce, nacido en Bélgica de padres turcos, reflexionar sobre esa burbuja en la que se convierte el hotel durante el verano, que también es una forma de escapar de un entorno rural, sin expectativas, en el que viven los protagonistas.
Al final de la temporada, el responsable de Recursos Humanos pregunta a cada uno de ellos si les ha servido para algo su trabajo en el Resort. Sus respuestas son diferentes, en consonancia con sus anhelos, entre la decepción y la emoción. Pero hay una transformación en ambos que es, al mismo tiempo positiva y negativa: "Siento que me he vuelto más egoísta". Esta confrontación con el materialismo es también una confrontación con ellos mismos.
NORDIC:DOX COMPETITION
Hace unos años resultó una sorpresa el documental Gunnar goes comfortable (Gunnar Hall Jensen, 2003), en el que el propio director noruego protagonizaba una historia de reencuentro espiritual a través de una viaje a la India, con referencias a Charles Bukowski. Su siguiente propuesta, que de alguna forma se planteaba como una continuación, fue Gunnar goes God (Gunnar Hall Jensen, 2010), que investigaba sobre su propia forma de enfrentarse al ateísmo, pero no consiguió una narración tan ajustada como la anterior. Su estilo, que está cercano a directores como Michael Moore o Werner Herzog, en el que el propio director cuestiona a los demás para cuestionarse a sí mismo, sigue la línea de una aproximación personal a través de una narración que va tomando diferentes caminos, atajos narrativos para llegar a una conclusión que no está predefinida.
En su última propuesta, Oh, it hertz! (Gunnar Hall Jensen, 2021), el director abandona la primera persona para contar la historia en tercera persona, ya no es el hilo conductor de la historia, sino que utiliza como alter ego a la compositora Laurie Amat para investigar en torno a una leyenda urbana en la que se afirma que en 1939 Joseph Goebbels ordenó cambiar la afinación de las orquestas desde los habituales 432 hz hasta los 440 hz, que son los que se utilizan en la actualidad. La teoría conspirativa dice que trataba con ello de acceder al subconsciente de los oyentes para hacerlo más susceptibles a la propaganda nazi. Este relato es el punto de partida de un recorrido un tanto bizarro por el mundo de los sonidos y de la música a través de personajes muy diversos, a veces incluso algo excéntricos. En realidad, aunque se da una explicación a la realidad o ficción de esta leyenda urbana, el documental no está expresamente dedicado a resolver el problema (ya resuelto desde hace años) sino que lo toma como excusa.
De forma que, en esa línea narrativa en la que la historia va siguiendo atajos conforme se encuentra con aspectos interesantes que van surgiendo, se convierte en una especie de descubrimiento constante en el que se exploran las posibilidades del sonido, bien sea como arma militar o bien como vehículo de sanación. Se nos propone una especie de road-movie que nos lleva por Estados Unidos, Escocia o Noruega en la que van incorporándose diversos expertos que han hecho del sonido su objeto de estudio. Hay un indudable talento en la puesta en escena, casi de ficción cinematográfica, especialmente en la presentación de cada uno de los personajes. Y aunque ciertamente no es un viaje especialmente revelador, sino más bien anecdótico, que ofrece pinceladas de un tema antes de enfocarse en otro, compone una visión general de las posibilidades de las ondas sonoras en un estado de ánimo particular o incluso en la transformación de la materia, y promueve temas de reflexión que invitan a profundizar más.
SOUND & VISION
Presentado en el Festival de Berlín 2021 y estrenado en HBO Max en marzo solo en Estados Unidos (en el resto del mundo su lanzamiento está previsto para el verano), el documental Tina (Daniel Lindsay, T.J. Martin, 2021) se define como una despedida de la cantante de la escena pública. De hecho, está producido por su marido Erwin Bach, y ofrece una mirada privilegiada a su mansión en Suiza, donde se fue a vivir renunciando a su ciudadanía norteamericana y uniéndose a una organización que facilita el suicidio asistido, antes de que su marido le donara un riñón, como confesaba en su libro "Tina Turner: My love story", que publicó en octubre de 2018, pocos meses después del suicidio de su hijo Craig. El documental comienza rescatando una entrevista en la que la artista se refería a su vida: "No ha sido una buena vida. Lo fue en algunos momentos, pero lo bueno no compensa a lo malo". De alguna forma, esta sensación de frustración sobrevuela toda la película, y también algunas de las intervenciones que, ya en la actualidad, realiza Tina Turner.
Los directores de Tina, ganadores del Oscar por Undefeated (2011), eliminan cualquier artificio y deciden contar su historia de forma cronológica, desde su trayectoria junto a Ike Turner, su separación y posterior renacer de la mano del manager Roger Davies con uno de los álbumes más sorprendentes de la historia musical, Private dancer (Capitol, 1984), un éxito abrumador publicado meses después de que el presidente de Capitol Records llamara a su oficina al productor John Carter y le dijera: "Carter, ¿tú eres el que ha contratado a esa vieja negra estúpida?", frase de la que años más tarde la discográfica se disculpó públicamente en un comunicado. Ahí estaban grandes iconos musicales como "Private dancer", escrita por Mark Knopfler inicialmente para Dire Straits; la curiosa versión de "Help!" de The Beatles; y por supuesto "What's love got to do with it?", escrita por Terry Britten, una de esas canciones que pasaron por muchas manos (Donna Summer, Cliff Richard, Bucks Fizz...) hasta llegar a ser finalmente el número 1 en el Billboard.
A lo largo del documental faltan algunas referencias a la trayectoria de Tina Turner, casi como si a partir de su renacimiento como cantante en solitario su historia ya estuviera contada. De forma que termina haciendo justamente aquello de lo que se acusa a los medios de comunicación: el constante recuerdo de la etapa con su marido y compañero musical Ike Turner, que ocultó años de maltrato y violaciones. Se habla de esta etapa constantemente como una época de la que Tina Turner se quiso olvidar, pero también es cierto que ella misma apoyó proyectos en los que se incidía en esta parte de su vida, como la película Tina (Brian Gibson, 1993) que protagonizó Angela Bassett, o este mismo documental, en el que se refiere a ésta como una experiencia que se convirtió en un trauma de por vida. Pero Tina es, sobre todo, una celebración de la supervivencia como mujer y como artista, contada en sus casi dos horas con buen ritmo, con una estructura en cinco actos clásica pero necesaria para esta historia, y con un profundo respeto por la cantante y sus fans, permitiendo disfrutar de algunas de sus más brillantes actuaciones.
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