18 abril, 2025

Visions du Réel 2025 - Parte 7: Conflictos

Nuestra crónica del Festival Visions du Réel se centra en esta ocasión en documentales que abordan algunos de los conflictos predominantes en la actualidad, como la invasión de Ucrania por parte de Rusia o el genocidio de Israel en la franja de Gaza, al mismo tiempo que habla de otros conflictos del presente, como la emigración o ciertas formas de violencia en el fútbol, y del pasado, como la guerra de Vietnam a través de su representación cinematográfica. 

My undesirable friends: Part I - Last air in Moscow

Julia Loktev

Estados Unidos 2024 | Proyección Especial | ★☆

New York Film Festival '24: Main Slate

Festival de Berlín '25: Berlinale Special


Esta crónica urgente de los ataques al periodismo independiente en la Federación de Rusia, comienza con la narración de la directora Julia Loktev (1969, Rusia), emigrada a Estados Unidos con su familia cuando era pequeña en los años setenta, citando la frase "el mundo que estás a punto de ver ya no existe", como una especie de presentación de una distopía futurista que habla del pasado reciente. En otro momento del documental, se hace referencia a V de Vendetta (James McTeigue, 2005), en una conversación entre un grupo de periodistas: "Cuando ves películas sobre regímenes autoritarios como esa, se representa el 100% de la población oprimida. Pero esa no es la realidad. Cuando tú tienes la sensación de que vives en un estado de guerra y todos los que te rodean no, esa es la estrategia típica de los regímenes autoritarios". Apuntar a disidentes y opositores para aislarlos es la estrategia que ha elaborado el régimen de Vladimir Putin desde que se aprobó la "Ley de agentes extranjeros", una manera poco sutil de etiquetar a aquellas personas u organizaciones que reciben financiación de otros países, negándoles determinados derechos y el acceso a las administraciones públicas, que se ha desarrollado como un señalamiento de actores públicos incómodos, muchos de ellos periodistas. Al final de la película se señala que cuando comenzaron a rodar en 2021, solo una docena de personas eran consideradas "agentes extranjeros", una cifra que ha ido aumentando progresivamente hasta llegar a ser cientos. De hecho, My undesirable friends: Part I - Last air in Moscow (Julia Loktev, 2024) comenzó con el regreso de la realizadora a Moscú para grabar a un grupo de mujeres periodistas que trabajan en medios independientes como TV Rain, en la que ejerce como editora y presentadora de un programa de entrevistas Anna Nemzer, que posteriormente será quien grabe en las situaciones más complicadas y aparece como co-directora del documental. Ella permite el acceso a conversaciones más íntimas en los apartamentos de periodistas como Sonya, Alesya, Ira y Ksyusha que también trabajan en otros medios, o la visita a la revista Nóvaya Gazeta en el Episodio 1: The lives of foreign agents, rodado en otoño de 2021. Nóvaya Gazeta fue uno de los primeros medios a los que Putin apuntó como enemigos internos, y de hecho cuatro de sus principales periodistas han muerto asesinados, entre los que la más conocida es Anna Politkóvskaya. Rodada en muchos momentos con la cámara de un móvil, la película adquiere ese tono de documental guerrilla que capta algunos momentos de tensión, y observa conversaciones entre las periodistas, que adquieren protagonismo según sus historias personales se revelan más destacadas. Uno de los entrevistados en TV Rain que afirmaba que las familias gays eran tan normales como las heterosexuales fue declarado como "terrorista extremista". 

Julia Loktev ha dirigido películas de ficción que plantean escenarios casi distópicos dentro una realidad actual, como Day night day night (2006) o Un planeta solitario (2011). En el Episodio 2: The town crazies se menciona la dificultad de continuar el trabajo periodístico cuando el medio es señalado como un "agente extranjero", recibiendo multas con cualquier justificación todos los meses y tratando de sobrevivir manteniendo las suscripciones como principal fuente de financiación. Algunos reportajes de TVRain se cuelgan en las redes sociales de forma gratuita para tener un mayor alcance internacional, mientras que Important Stories es otro de los medios que tratan de mantener su independencia. Algunas periodistas han apelado la ley de agentes extranjeros a un sistema judicial ruso que saben que no fallará a su favor, pero eso les permitirá elevar la apelación hasta el Tribunal Europeo de Derechos Humanos (al menos hasta que Rusia decidió dejar de ser miembro en 2022). Irina Dolinina afirma que "No quiero verme obligada a tener que irme de Rusia por culpa de gente a la que ni siquiera le gusta este país, que vive en villas en Francia o en Italia". La película está dividida en cinco episodios de una hora aproximadamente de duración cada uno, pero en los festivales se ha proyectado completa con una pausa de 15 minutos. El último rodaje durante 2021 se produce en el Episodio 3: The Holiday Special, que muestra de una manera más distendida cómo se preparan los programas especiales de Año Nuevo. Olga Churakova (Olya) intenta conseguir que la acrediten para la conferencia de prensa anual de Putin, lo que evidentemente no consigue, aunque ella llegó a formar parte del llamado pool de prensa que cubría las intervenciones del gobierno. Aunque hay un tono más desenfadado, la calma que precede a la tormenta, se discuten algunas realidades de Rusia que los medios oficiales no mencionan: "La violencia doméstica es un problema muy grave en Rusia. Hicimos una investigación que reveló que el 80% de los niños que mueren de forma violenta, lo hacen asesinados por sus padres o familiares cercanos", como un ejemplo del tipo de información que al Estado no le interesa que se difunda. También hay momentos de humor, cuando una amiga visita Moscú desde el extranjero para fin de año y le enseñan la ciudad desde el taxi: "Ahora vamos a ver un gran edificio rojo que se llama Kremlin? Cómo se dice Mordor en inglés?". 

Los dos últimos episodios están rodados en febrero y marzo de 2022, poco antes de la invasión de Ucrania por parte de Rusia, lo que eufemísticamente el gobierno prefiere denominar "Operación militar especial", prohibiendo que en los medios se mencione la palabra "guerra". Son los episodios más intensos porque la amenaza es mayor, aprovechando el régimen de Putin el conflicto bélico para intensificar las prohibiciones y la criminalización de los medios y de los opositores, denominando a ONGs como "organizaciones indeseables" y a grupos de oposición como "extremistas y terroristas". El Episodio 4: The expected impossible refleja los días anteriores a la invasión, en los que las tropas militares rusas se dirigen a la frontera con Ucrania pero las autoridades afirman que no va a haber ninguna guerra. A pesar de que el desenlace parece esperado, como afirma Alesya Marokhovskaya: "Hemos visto crecer a un monstruo durante veinte años y no hemos hecho lo suficiente para detenerlo". Pero también en el Episodio 5: Don't say war se reflejan las expectativas equivocadas de quienes pretenden un levantamiento popular en Rusia: "Mis amigos extranjeros me dicen que podemos pararlo, que salgamos a la calle. Pero ellos no viven en Rusia. Ni siquiera Navalny ha podido parar a Putin", en referencia al opositor Alexéi Navalny, quien murió en 2024 en circunstancias extrañas en una prisión de Siberia, y fue protagonista del documental ganador del Oscar Navalny (Daniel Roher, 2022). La película se convierte en un thriller demasiado realista, con continuas detenciones de ciudadanos que se manifiestan en contra de la guerra, el anuncio de un registro en los estudios de TV Rain y la huida de Rusia. Se trata de una poderosa historia de resistencia del periodismo independiente dentro de un ambiente de opresión y de criminalización de la liberta de expresión, que ahora tiene una perspectiva que la sitúan de una manera muy paralela a algunas actuaciones del nuevo gobierno norteamericano en su propio territorio, como la utilización de "terrorismo" para callar voces incómodas. Junto a más de un millón de ciudadanos, todas las periodistas que aparecen en My undesirable friends han tenido que salir de Rusia, pero ellas también serán las protagonistas de My undesirable friends: Part II - Exile (Julia Loktev, 2025), que tiene previsto su estreno a finales de este año. 

National Pride: From Jericho to Gaza

Sven Augustijnen

Bélgica 2025 | Burning Lights | 

Visions du Réel '25: Mención Especial


Otra de las perspectivas previas a la guerra que se han podido ver en el festival es esta producción rodada en 2019 pero que adquiere una resonancia especial teniendo en cuenta los acontecimientos que se desarrollaron posteriormente, sobre todo el ataque terrorista de Hamas del 7 de octubre de 2023 y la respuesta genocida de Israel. Porque el recorrido que realiza el diplomático palestino Hassan Al Balawi desde los territorios ocupados de Cisjordania hasta las puertas de Gaza compone una mirada histórica recordando a las figuras que alguna vez quisieron alcanzar la paz en uno y otro bando, especialmente con los nombres de Yasser Arafat e Itzhak Rabin como principales referentes. Pero el director Sven Augustijnen (1970, Bélgica) deja claro desde los primeros minutos que se trata de una perspectiva subjetiva, a través de la figura de un diplomático, asesor de la Misión Palestina ante Bélgica y Luxemburgo desde 2014, e hijo de Fathi Al Balawi, que fue líder de la Unión General de Estudiantes Palestinos (GUPS) nacida en El Cairo en los años cincuenta, una institución que posteriormente resultó ser el impulso de un liderazgo nacional, y cuyos diarios ofrecían una narrativa alternativa a la versión oficial de la historia palestina antes del liderato de Yasser Arafat en 1954. Hassan Al Balawi viajó a Cisjordania cuando se cumplieron 15 años de la muerte del que fuera presidente de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), regresando por primera vez desde que en 1965 su familia tuvo que huir al extranjero, el mismo año que comenzó la revolución palestina. El viaje comienza en la Universidad Al Istiqlal de Ciencias Militares y de Seguridad en Jericó (Cisjordania), donde se entrenan las Fuerzas de la Autoridad Palestina encargadas de mantener la seguridad en el West Bank junto al ejército de Israel, una situación que surge de los Acuerdos de Oslo de 1993 en los que se dejó a un lado la solución de "los dos Estados", lo que en cierto modo es el germen del progresivo debilitamiento de la Autoridad Palestina en favor de estrategias más radicales encabezadas por grupos terroristas como Hamas. En la Academia Militar, Hassan Al Balawi se entrevista con algunos líderes militares como el General Tawfiq Al-Tirawi, muy cercano a Yasser Arafat, el Mayor Hassan Saleh, que fue miembro del Consejo Nacional palestino y la teniente y poetisa Ayat Houshseiya. 

National Pride: Jericho to Gaza (Sven Augustijnen, 2025) se estructura a lo largo de un viaje que realiza varias paradas para trazar el desarrollo de la reciente historia de Palestina y el conflicto con Israel. Aunque obtiene un permiso para poder entrar en los territorios ocupados, Hassan Al Balawi tiene prohibida la entrada en Gaza, que en aquel año estaba controlada por Hamas, y donde todavía tenía una casa y documentación relacionada con la detención de su padre por parte del gobierno egipcio en 1955, que ahora han sido completamente destruidos por los ataques israelíes. El recorrido continúa en Ramallah, donde asiste a un homenaje a Yasser Arafat en el lugar donde se encuentra su Mausoleo y posteriormente visita a algunas de las hijas adoptivas del líder palestino. Algunas de ellas vivieron en primera persona la masacre de Sabra y Shatila, donde durante tres días en septiembre de 1982 se produjo una matanza de cientos de refugiados palestinos. Zubayda Zankari, que vivió los acontecimientos en primera persona, culpa directamente a Israel: "Yo culpo a Israel y a Ariel Sharon como responsables de la masacre, independientemente de la intervención del ejército del Líbano y Elie Hobeika. El principal culpable fue Israel". Es cierto que el documental a veces da mucho contexto político por conocido, aunque trata de explicar con algunos apuntes históricos cada una de las entrevistas, de manera que puede perder claridad en algunos momentos. Incluso cuando el propio Hassan Al Balawi confiesa que le resulta difícil seguir haciendo preguntas porque hablan de temas muy emocionales para él. Cuando llega el momento de cruzar hasta Tel-Aviv a través del checkpoint de Qalandiya, la conductora del vehículo, la trabajadora social Aisha Barghouti Saifi, advierte a Hassan que utilice solo su pasaporte francés o su documento nacional belga, pero nunca enseñe el pasaporte palestino. El encuentro con la escritora y ex diputada Yaël Dayan, quien falleció en 2024, es el más tenso, a pesar de que ella es una figura respetada en Palestina porque siempre estuvo en contra de la ocupación, como su padre Moshe Dayan, un reconocido militar israelí que se dedicó a la política, proponiendo en 1981 la cesión de todos los territorios ocupados. Pero incluso esta conversación marcada por la admiración hacia la figura de Yaël Dayan, refleja que hay diferentes perspectivas sobre Gaza: "Los israelíes nos retiramos completamente de Gaza y en ese lugar es donde se ha desarrollado una mayor actividad terrorista contra la población civil", dice ella, a lo que Hassan Al Balawi responde: "Pero Gaza estuvo sitiada por Israel durante 12 años". Después de asistir al homenaje de Yasser Arafat, en Tel-Aviv el diplomático palestino se detiene en el monumento dedicado a Yitzhak Rabin, situado en el lugar donde un extremista israelí le asesinó en 1995, descontento con los Acuerdos de Oslo que a partir de entonces Israel nunca ha cumplido. Casi hay una mirada poética cuando Hassan Al Balawi se dirige en coche a Gaza, solo vista desde fuera, bajo la versión para piano de Tristán e Isolda (1865), conformando a National Pride: Jericho to Gaza como un homenaje a los únicos líderes de Palestina e Israel que quisieron encontrar la paz en un conflicto permanente. 

Moria Six

Jennifer Mallmann

Alemania 2024 | Doc Alliance | 

CPH:DOX '25: Human:Rights

Dok Leipzig '25: German Competition

El incendio que se produjo en 2020 en el campo de refugiados de Moria se convirtió en uno de los más trascendentales en cuanto a proyección internacional, reflejando las condiciones de vida en las que se encontraban los refugiados, pero también la discutible exigencia de responsabilidades por parte de la justicia en un juicio cuestionable que acabó condenando a seis jóvenes refugiados, algunos de ellos menores, y en algunos casos con penas de hasta diez años de prisión. El veredicto sin embargo estuvo basado en un solo testigo principal que ni siquiera se presentó en el juicio, dejando en entredicho la fiabilidad de la justicia griega. Los denominados "Moria Six" son los condenados que en este documental de la directora alemana Jennifer Mallmann se convierten en el centro de una reflexión más amplia, que incluye la condición de auténticas prisiones que adoptan los centros de refugiados o las deportaciones ilegales llevadas a cabo por las autoridades griegas. La intención de la película no es tanto enfocarse en el incendio, sino en todas las consideraciones que rodean a la existencia de estos campos de reclusión, comenzando con una mirada a la isla de Lesbos, que fue el centro de una grave crisis migratoria provocada sobre todo por las políticas de Turquía. Se dijo en su momento que la isla había perdido buena parte de su turismo debido a la presencia de inmigrantes, pero lo cierto es que desde que terminó la crisis los turistas no han vuelto, como certifica el guía turístico Alexandros Gelagotis. La directora lee en off la invitación que escribió a Hassan, uno de los jóvenes condenados, para que participe en el documental. La abogada de los "Moria Six", Effie Doussi, destaca que la investigación sobre el origen del incendio solo duró una semana, y la acusación se basó en un solo testimonio. En 2023 la organización Forensic Architecture elaboró un estudio mucho más profundo cuyas conclusiones se explican en un mediometraje de 24 minutos titulado Fire in Moria Refugee Camp (2023). Por eso quizás esta película no pretende hacer un trabajo de investigación sino ofrecer una mirada reflexiva, que incorpora la presencia de un joven que sufre la compleja travesía de una justicia dudosa. En Moria quedan los restos del antiguo campamento incendiado como un testigo mudo del desastre, donde algunas organizaciones no gubernamentales recogen muestras y la activista Alice Kleinschmidt denuncia las violaciones de derechos humanos que lleva a cabo el gobierno de Grecia. Videos grabados con móviles reflejan las deportaciones en caliente ilegales, en las que los inmigrantes son trasladados por la Guardia Costera griega hasta el Mar Mediterráneo cerca de Turquía donde son abandonados en una balsa. Grecia ha negado siempre que lleve a cabo este tipo de deportaciones. 

Presentada como una selección de la organización Doc Alliance, Moria Six (Jennifer Mallmann, 2024) tiene su eje central en la visita al centro de refugiados que ha sustituido a Moria, y que literalmente parece una cárcel: muros altos, vallas electrificadas, cámaras térmicas, celdas sin ventanas... aunque el director del Centro, Dimitri Axiotis, muestra las instalaciones con cierto orgullo, destacando las divisiones entre refugiados de diferentes procedencias y las altas medidas de seguridad. La sala donde se supervisan todas las cámaras interiores y exteriores del Centro parecen sacadas de una película futurista, lo que plantea preguntas sobre la facilidad para destinar grandes presupuestos a este tipo de campamentos que Human Rights Watch ha definido como prisiones, y las reticencias sin embargo para destinarlo a la ayuda al refugiado. Los censos son obligatorios para poder conseguir una tarjeta digital que permita salir del campamento, aunque una cámara de vigilancia muestra a un joven sin rostro definido que tiene dificultades para salir a través de unas puertas giratorias que parecen una metáfora de las políticas de inmigración que están adoptando los países de la Unión Europea. La directora se hace preguntas en la narración sin tener respuesta para ellas, planteando cuestiones reflexivas en las que acaba siendo frustrante que el propio documental no termine de profundizar. A nivel emocional, lo más impactante es el testimonio de Hassan, un joven que soñaba con llegar a Europa y que acabó siendo condenado en un juicio injusto por el incendio de Moria, al que se le ha otorgado el llamado "nonage status" (estado de minoría de edad) pero que, entre retrasos y apelaciones de su juicio lleva en prisión o en libertad condicional más de cuatro años. Moria Six no termina de definirse del todo, en algunas ocasiones mostrando a través de la narración las propias frustraciones de la directora: "Me gustaría preguntarles cómo es vivir en este campamento, pero no me parece apropiado"; de manera que el resultado final de una propuesta con un planteamiento interesante también acaba siendo frustrante para el espectador. 

© Ania Winiarska

Ultras

Ragnhild Ekner

Suecia, Dinamarca, Finlandia 2025 | Grand Angle | ★ 

Gotemburgo '25: Nordic Documentary Competition


Alejándose de la idea generalizada que relaciona el término "ultras" con violencia, la directora Ragnhild Ekner (1982, Suecia), que se incluye a sí misma dentro de esta categoría, ofrece una mirada hacia la diversidad y el sentimiento de comunidad y solidaridad que desarrollan estos grupos de aficionados al fútbol en todo el mundo. Rodado en ocho países a lo largo de siete años, el documental comienza en la ciudad de Gotemburgo, donde la realizadora forma parte de los ultras del IFK Göteborg, con la habitual iconografía de las gradas envueltas en el humo de las bengalas y la representación casi amenazante de ultras con los rostros ocultos con pasamontañas. La idea del grupo en el que la individualidad se pierde es una constante en una película en la que solo escuchamos las voces de los entrevistados pero nunca vemos sus caras, de manera que se reproduce, desde una decisión formal y posiblemente necesaria para obtener algunos de los testimonios, el concepto de una subcultura que no tiene rostro y que se alimenta del sentimiento de comunidad. La entrega absoluta a la masa que también es acogedora se muestra en las palabras de un aficionado argentino: "Aunque tengas un familiar en el hospital hay que acudir al partido", o en la experiencia de una ultra italiana cuando cuenta que, después de perder a su bebé, se sintió arropada por el grupo de aficionados al que pertenece. Precisamente en Bari, Italia, se ofrecen algunos de los apuntes sobre el origen de la palabra "ultra" en los años sesenta, que se desarrolló como una forma de contracultura en los setenta y ochenta. Parte de la banda sonora utiliza canciones de esa época, al margen de los habituales himnos de las aficiones. Los ultras de Gotemburgo preparan lo que se denominan "tifo", coreografías que visualizan en las gradas auténticas reproducciones artísticas que involucran en su diseño y creación a un centenar de voluntarios, mientras en Sleman, Indonesia, un grupo de mujeres forman su propia comunidad de ultras para reivindicar la representación femenina dentro de una sociedad que las considera de segunda clase. En Poznan, Polonia, los ultras del equipo Lech Poznań ofrecen la imagen más agresiva, desfilando por las calles antes del partido: "Últimamente los grupos, especialmente en Europa del Este, llegan a las ciudades uniformados, como si fueran un ejército. Es bonita esa representación de fuerza y unión. Pero es aburrido, no me reconozco en ellos", dice un aficionado. Ultras (Ragnhild Ekner, 2025) no evita las referencias a la violencia y los enfrentamientos con la policía, pero lo hace desde justificaciones algo superficiales: es la policía la que provoca, los ultras en realidad no son violentos..., lo que ocasiona que este aspecto controvertido parezca abordarse más como obligación que con un interés real por analizarlo. Pero esta violencia se relaciona también con el reflejo contracultural que describe a los ultras, la oposición a las normas establecidas como una definición propia de los aficionados que se organizan como grupo. 

La pertenencia a los ultras conlleva, necesariamente, acudir a los estadios de fútbol, pero los precios cada vez más desorbitados se acaban convirtiendo en un obstáculo. En Eastbourne, Inglaterra, surgió en 2017 una iniciativa que ha derivado en los llamados Pier Pressure Ultras, una respuesta de los aficionados a los altos precios de la Premier League y la Championship, por la que los vecinos de la localidad decidieron dedicarse solo a apoyar al equipo de fútbol local, el Eastbourne Town, que juega en la novena división. De esta forma, las 150 libras de los partidos profesionales se han sustituido por las 6 libras que cuestan los locales, en un club de fútbol en el que sus directivos no tienen sueldo y solo reciben como pago invitaciones a cerveza en el pub del pueblo. Surge así la afición al fútbol como un reclamo social, la contracultura de la contracultura, que se define con el término italiano en oposición a los tradicionales hooligans ingleses. La directora Ragnhild Ekner se define ella misma dentro de estos grupos, y también ofrece a través de su voz algunos apuntes personales sobre su experiencia como aficionada al fútbol. Hay un cierto carácter épico en la forma de mostrar cómo se configuran las imágenes de una masa que comparte los himnos y los colores de su equipo, como los que apoyan al Raja Casablanca, en Marruecos, formando un enjambre de color verde que resulta impactante. En la parte final del documental se relaciona a estos grupos de aficionados con el impulso de la Primavera Árabe, aunque pueda parecer algo exagerado describir a los ultras como "la primera línea de defensa de las protestas en Egipto", por tratarse de grupos más organizados. Pero uno de los entrevistados anónimos afirma que en Egipto "el fútbol está muerto desde la masacre del Estadio de Port Said". Es una referencia al ataque que sufrieron los aficionados del Al-Ahly Sporting Club en 2012, que habían participado en la revolución árabe, por parte de los ultras de Al-Masry, que apoyaban al gobierno de Hosni Mubarak, en lo que se considera como una represalia política, sin ninguna intervención policial, provocando la muerte de 70 aficionados. Ultras pretende ser una visión desde dentro que trata de evitar los estereotipos y describir el sentimiento de comunidad de un movimiento popular, aunque sus planteamientos a veces puedan ser controvertidos en esta mirada unidireccionalmente positiva. 

Khmerica

Thibaut Amri, Antoine Guide, Lucas Sénécaut

Camboya, Francia, Qatar 2025 | Competición Cortometrajes y Mediometrajes | 

Visions du Réel '25: Mención Especial


Contextualizando la historia, se menciona al comienzo de este documental que los bombardeos de Estados Unidos contra Camboya, un país neutral, durante la guerra de Vietnam provocaron, junto al apoyo de China, la llegada del dictador Pol Pot al poder en 1975, y el comienzo de uno de los mayores genocidios de la historia moderna. Más de 200.000 camboyanos huyeron del país y muchos encontraron refugio precisamente en Estados Unidos, que sin embargo no habilitó ningún tipo de ayuda psicológica a los refugiados. Desde 2002, el gobierno de George W. Bush comenzó una política de deportación de camboyanos que han cometidos delitos o han pertenecido a bandas callejeras, pero esta situación refleja la escasa atención que han recibido como refugiados. La mayor parte de los que llegaron a Estados Unidos en los años ochenta fueron ubicados en barrios conflictivos, y sus hijos han acabado siendo absorbidos por las pandillas, cometiendo delitos que han desembocado en su expulsión. Muchos de los que han sido devueltos a Camboya después de pasar toda su vida en Estados Unidos se encuentran desubicados, habiendo absorbido su cultura, como los protagonistas de Khmerica (Thibaut Amri, Antoine Guide, Lucas Sénécaut, 2025). Y acaban formando comunidades que mantienen ciertos elementos de la cultura adquirida, desde la música que escuchan hasta una forma de hablar inglés que está directamente vinculada a los barrios marginales de Estados Unidos. Los protagonistas del mediometraje son Joker, Kookie y Djumbo, tres deportados que intentan mantener cierto equilibrio entre la vida que han tenido durante años y la adaptación a la cultura campesina camboyana. Casi todos ellos llegaron a Norteamérica desde campos de refugiados cuando eran niños, reflejando las justificaciones vacías de algunas de las deportaciones: "Me dijeron que yo pertenecía a los jemeres rojos. Pero yo tenía seis años cuando llegué a Estados Unidos", dice Joker. Él vivió la epidemia del crack y otras drogas que se produjo durante los años noventa y se involucró en bandas callejeras tan profundamente que acabó trabajando como "cobrador de deudas", una manera metafórica de designar un actividad que probablemente implicaba violencia, hasta el punto que pasar unos meses en la cárcel lo describe como "un momento de pausa y de relajación".  

Los deportados camboyanos escuchan canciones de Brenton Wood y practican la religión católica, como Djambo, que recuerda que su madre le abandonó en un Centro de Acogida para menores cuando tenía nueve años: "Es es el recuerdo que tengo de mi madre". Las deportaciones también suponen separaciones familiares, como la de Kookie, que dejó a sus hijos en Estados Unidos y ahora se refugia en sus perros. Khmerica no es tanto una denuncia política como un reflejo de unas vidas que tienen que volver a empezar y la dificultad de adaptarse a una sociedad que en realidad no conocen, porque sus padres huyeron con ellos cuando eran solo unos niños. Mientras en los más ancianos de las familias queda el recuerdo de Camboya a través de la violencia de los jemeres rojos, las huidas hacia las montañas y las minas antipersona que permanecen enterradas en muchas zonas del país (se calcula que el gobierno ha destruido 4 millones de estos artefactos desde los años noventa). El retrato de estas vidas que están marcadas e influidas por su pasado en otra cultura ofrece una visión clara de las consecuencias de las políticas de deportación norteamericanas, que en realidad no han demostrado que sirvan a ningún propósito gubernamental legítimo. 

We were the scenery

Christopher Radcliff

Estados Unidos, Canadá 2025 | Competición Cortometrajes y Mediometrajes | 

Festival de Sundance '25: Premio del Jurado Mejor Cortometraje de No-Ficción


A través del testimonio del matrimonio formado por Hoa Thi Le y Hue Nguyen Che, se ofrece una representación de la guerra de Vietnam desde la realidad confrontada con la ficción de la película Apocalypse Now (Francis Coppola, 1979). Con un guión escrito por su hija, la poetisa Cathy Linh Che, el cortometraje We were the scenery (Christopher Radcliff, 2025) es una especie de prólogo audiovisual que funciona como complemento a su libro de poemas Becoming ghost (2025, Washington Square Press), que se publica en Estados Unidos el próximo 29 de abril. En esta recopilación de poemas repasa la vida de sus padres desde que vivían en Vietnam hasta el estallido de la guerra y su desplazamiento a Filipinas, donde fueron contratados como extras para la película de Francis Ford Coppola. Y en el cortometraje ellos mismos cuentan en primera persona su experiencia: "Cuando llegaron los Việt Cộng yo estaba aterrorizada, pero cuando vinieron los americanos tenía aún más miedo". Su padre fue soldado pero acabó herido, y el matrimonio decidió huir atravesando el océano, y llegando hasta Filipinas, donde permanecieron más de un año en el campo de refugiados de Mandaluyong. La primera parte del cortometraje se detiene en su experiencia con la guerra para mostrar el impacto de participar en una película que les devolvía el trauma del conflicto bélico: "La productora habló con la Cruz Roja y nos metieron en un autobús sin darnos ninguna explicación. Pero al menos pudimos salir del campo de refugiados". Las imágenes reproducidas de Apocalypse Now les recuerda sus intervenciones breves, como un intérprete en un helicóptero, o una mujer huyendo, mientras reconocen algunos rostros conocidos de otros refugiados. La narración de los padres tiene a veces un tono humorístico y una cierta nostalgia de varias semanas en las que jugaron a ser otros personajes, pero a partir de sus experiencias vividas. De esta forma, el testimonio insólito desde la mirada de unos vietnamitas que trabajaron como extras en una producción norteamericana, acaba siendo una reflexión profunda sobre la memoria y el poder de representación del cine, aunque esta suponga devolver a las víctimas a un escenario de guerra para reproducirla en la ficción. "Éramos el decorado. No era como si lo estuviéramos haciendo de verdad", dice la madre. Se establece por tanto un diálogo entre pasado y presente, entre realidad y ficción: "Los americanos tiraron muchas bombas. A decir verdad, muchos de mi pueblo acabaron muriendo". Además del cortometraje y el libro, la historia de los padres se Cathy Linh Che también se ha contado a través de una instalación artística titulada Appocalips (2023), que es el título con el que su padre marcó el VHS en el que estaba grabada la película, planteando una forma de narración oral y audiovisual para devolver perspectivas históricamente borradas. 

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Películas mencionadas:

Navalny se puede ver en Max y Movistar Plus+.
Apocalypse Now se puede ver en Mubi y Prime Video. 

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