16 agosto, 2023

Locarno '23 - Parte 1: Trayectos

El Festival Internacional de Cine de Locarno se ha celebrado en la ciudad suiza entre el 2 y el 12 de agosto, convertido desde hace tiempo en la última gran cita cinematográfica del verano, antes del comienzo de los dos festivales de categoría A que abren la temporada: Venecia y San Sebastián. Pero su posición en el calendario justo antes de estos dos importantes encuentros, que suelen acaparar el deseo de las productoras y agentes de ventas, no afecta en exceso al interés de Locarno, porque ha sabido apostar por proyectos mucho más arriesgados, y una programación más diversa y menos populista que la que suele encontrarse en otros festivales. Los responsables han definido como "el más pequeño de los grandes festivales" a una muestra cinematográfica que se celebró por primera vez en 1946, con una proyección en el Grand Hôtel de Locarno, después de que fracasara el intento de iniciarla en la vecina localidad de Lugano, ya que sus habitantes se mostraron en contra de que se construyera una estructura permanente. De esta forma, la primera proyección, todavía no competitiva, tuvo lugar en los jardines del Grand Hôtel el 23 de agosto de 1946, con la película O sole mio (Giacomo Gentilomo, 1946). Hay que recordar que unas semanas más tarde, el 20 de septiembre de 1946, se celebró la primera edición del Festival de Cannes, que trasladó sus fechas a la primavera a partir de 1951. 

La 76 edición del Festival de Locarno ha logrado una cifra de 147.000 espectadores, un aumento del 14,3% respecto a 2022, pero muy alejada todavía del récord de 175.000 espectadores que se consiguió en 2001, el año en el que se inició esta última etapa con un nuevo presidente, Marco Solari, y una nueva directora artística, Irene Bignardi. El final de esta edición también supone el cierre de una época que estuvo marcada por la cancelación del festival en 2020 debido a la pandemia del coronavirus, porque Marco Solari abandona la presidencia para dejarla en manos de la empresaria Maja Hoffmann, que se convierte así en la primera mujer que preside el Festival de Locarno. En los próximos días repasamos algunas de las películas más relevantes de esta edición. 

Nuit obscure - Au revoir ici, n'importe où

Sylvain George, 2023 | Competición Internacional | ★★★

Locarno FF '23: Mención Especial del Jurado 


A través de sus películas, el director Sylvain George (1968, Francia) aborda la inmigración alejándose de los puntos de vista victimistas para acercarse a las realidades que viven sus protagonistas tratando de entender de qué forma se han ido construyendo estas realidades a partir de las decisiones políticas que han creado el contexto en el que se mueven. En su filmografía, aborda el tema de la inmigración a partir de largos rodajes que se extienden hasta tres o cuatro años, editados en dípticos o trípticos que conforman piezas de una textura uniforme, con el blanco y negro como elemento común, pero que rastrean la vida de aquellos que esperan alcanzar su sueño desde diferentes perspectivas. Para ello ha utilizado dos zonas de transición de inmigrantes, ciudades efímeras para quienes esperan dar el siguiente paso en su trayecto. El puerto francés de Calais, donde cientos de refugiados esperan conseguir una vía de entrada hacia Reino Unido a través de los transbordadores, fue el escenario del díptico formado por Qu'ils reposent en révolte (Des figures de guerre) (2010) y Les éclats (Ma gueule, ma révolte, mon nom) (2011). El director francés hizo un paréntesis para abordar otra realidad distinta, la transformación de la sociedad española a partir de las protestas del 15 M, en su película Vers Madrid - The Burning Bright! (2012), crónica apresurada desde la Puerta del Sol de Madrid del comienzo de una revolución que finalmente quedó debilitada. 

Su regreso a los puertos de transición se ha producido a través de la ciudad de Melilla, rodando entre 2017 y 2020 una nueva representación de la inmigración a través de una propuesta que en total tiene una duración de 10 horas, separadas en tres películas, dos de las cuales se han estrenado en el Festival de Locarno. Nuit obscure - Feuillets sauvages (Les brûlants, les obstinés) (2022) se presentó fuera de concurso en la edición del año pasado, mientras que la segunda parte del tríptico melillense, Nuit obscure - Au revoir ici, n'importe où (2023) se ha estrenado en la Competición Internacional, consiguiendo una Mención Especial del Jurado. En esta segunda película, de tres horas de duración, el director vuelve a utilizar una cuidada fotografía en blanco y negro para centrarse en un grupo de jóvenes menores de edad que habitan las calles de Melilla mientras esperan la oportunidad de embarcar como polizones en alguno de los barcos que cruzan el Estrecho. Melilla no es solo una puerta de entrada hacia España, sino sobre todo una puerta de entrada hacia Europa, y hay momentos especialmente significativos, como las miradas de los jóvenes a través de los escaparates de las tiendas en el centro de la ciudad, que representan esa visión idealizada que Europa vende hacia el exterior. A través de la elección de las escenas nocturnas (la mayor parte del rodaje tuvo lugar entre las 22:00 y las 6:00 horas), que rompen las reglas establecidas para que las calles sean conquistadas por los grupos de jóvenes, Sylvain George establece una mirada política ("la noche es política", comenta el director), tomando decisiones trascendentales para construir su propio punto de vista, como evitar mostrar cualquier interacción con los habitantes de la ciudad, una representación del aislamiento de estos jóvenes inmigrantes, muchas veces etiquetados como delincuentes. 

La intención de la película es mostrarles en su entorno, de forma que se eliminen las categorías (víctimas, transgresores...), representándoles a través de sus esperanzas y sus ilusiones de un futuro mejor, pero también de su pasado y sus cicatrices. En las conversaciones entre ellos, hablan de algunas palizas recibidas por parte de la Guardia Civil, cuentan anécdotas sobre los intentos frustrados de alcanzar los botes de los barcos, y recuerdan su situación familiar (casi nunca les vemos hablando con sus familias), o hacen referencia a los destinos que quieren alcanzar (algunos mencionan que Francia es demasiado hostil). La película está estructurada en diferentes episodios que se cierran con fundido a negro, y generalmente con una imagen de algunos de los vestigios del pasado colonial que permanecen en Melilla, como una placa en una casa en la que vivió Franco (no parece casual que la fachada se muestre mientras un joven limpia las ventanas), la polémica estatua dedicada al caudillo "por sus años de estancia en África" que se retiró en 2021 o la antigua Fortaleza militar que muestra el pasado colonial español como origen de las actuales oleadas de inmigración. La llegada de los barcos supone el comienzo de la conquista del puerto por los jóvenes esperando alcanzar alguno de ellos, mostrada desde la distancia, a veces con un tono de juego en sus escarceos con los vigilantes y la policía. La imagen de los Campos Elíseos de París con el Arco del Triunfo al fondo es una reflejo de una victoria que se siente amarga. Nuit obscure se revela así como una nueva incursión en la problemática de la inmigración que se refleja a través de las voces de sus protagonistas, nunca tratados como víctimas, y por tanto desprendiéndose de los juicios de valor y las etiquetas. 

El auge del humano 3

Eduardo Williams, 2023 | Competición Internacional | ★★★

Locarno FF '23: Boccalino d'Oro Mejor Película 


Hay elementos de conexión entre la película de Sylvain George y la nueva propuesta de Eduardo Williams (1987, Argentina), que ganó el Leopardo de Oro en la sección Cineasti del presente del Festival de Locarno con su largometraje El auge del humano (2016). Ahora en la Competición Internacional, presenta El auge del humano 3 (Eduardo Williams, 2023), un título irónico que responde a la idea de la numeración de las secuelas en el cine comercial, pero saltándose el orden cronológico, porque no existe la segunda parte. Por tanto, no es exactamente una secuela pero sí es una continuación de su anterior propuesta, partiendo de una idea parecida sobre mostrar a grupos de jóvenes en diferentes países, principalmente no occidentales. Si en la anterior abordaba la convivencia de jóvenes en Argentina, Mozambique y Filipinas, en esta ocasión la película se ha rodado en Sri Lanka, Taiwán y Perú, partiendo de una financiación compleja que ha terminado involucrando a ocho países. El director argentino parece especialmente fascinado por la relación entre la tecnología y el ser humano, pero si esta convivencia formaba parte de las vidas de sus protagonistas en su debut, el planteamiento de esta segunda película hace que sea el propio concepto visual el que traslade esta singular transformación de lo natural en lo artificial. Como en el reciente documental Lonely Oaks (Fabiana Fragale, Jens Mühlhoff, Kilian Kuhlendahl, 2023), en el que los directores rescataban las imágenes grabadas por Steffen Meyn con una cámara 360º durante su estancia en una colonia de activistas medioambientales, las imágenes de El auge del humano 3 también están tomadas a partir de la grabación con una cámara 360º que contiene ocho lentes en forma circular, y que se coloca sobre la cabeza, de forma que puede utilizarse sin las manos, en este caso manejada por Victoria Pereda. 

Lo interesante sin embargo está en el proceso de postproducción, en el que, tras una edición previa que marcó la estructura, el ritmo y la longitud de los planos, Eduardo Williams visualizó las dos horas de su película con tecnología de Realidad Virtual, explorando él mismo dentro de las imágenes, de forma que son sus movimientos, sus focos de atención y su propia experiencia inmersiva la que se ha trasladado a la pantalla. De esta manera, a veces la atención no está en la escena principal, sino que se detiene en algún elemento tangencial que la coloca en un plano secundario. A diferencia de su anterior película, en El auge del humano 3 los protagonistas se desplazan hacia los países en los que se desarrolla, de forma que todos acaban formando parte de las mismas secuencias, aunque dialoguen en diferentes idiomas sin entender lo que se están diciendo. Y en ese desplazamiento que también supuso algunos retos, especialmente por las restricciones fronterizas, se refuerza la idea de las relaciones humanas. Uno de los productores, Jerónimo Quevedo, quiso resaltar en la rueda de prensa en Locarno la ausencia de uno de los actores de Sri Lanka, al que Suiza denegó el visado de entrada debido a su procedencia: "No respondía a la categoría de personas a las que este país permite la entrada", comentó. Y Eduardo Williams también destacó que, aunque tuvieron problemas para conseguir el visado en algunos países durante el rodaje, Suiza ha sido el único país que finalmente no ha permitido la entrada del actor. Esta participación oficial de una película que rompe las fronteras en el festival de un país especialmente férreo en el bloqueo de las suyas, lanza un mensaje muy significativo sobre las hipocresías de los países ricos. 

También hay una ruptura en la concepción visual, mostrando los saltos en la imagen o los rostros deformados por la adaptación del formato original a una pantalla plana. De alguna forma, hay una autoconsciencia de la artificialidad de la imagen. En uno de los planos secuencia que forman parte de la película, la cámara permanece estática durante seis o siete minutos en medio de la selva amazónica peruana, observando el ritmo interno de la propia naturaleza, dejando que fluya la aparición de elementos externos como un mono que aparece y desaparece, hasta que la cámara comienza a realizar un paneo recorriendo los 360º en un movimiento cada vez más rápido que acaba en una bifurcación de las ocho lentes, como si se tratara de una experiencia sensorial (una de las actrices la comparaba con la experiencia que provoca la ayahuasca). De forma que lo que al principio parecía una representación de lo natural acaba siendo cada vez más artificial. Esta transformación también la experimenta la propia película, que comienza como un documental sobre tres grupos de jóvenes en países desfavorecidos para acabar en un plano secuencia final en el que el paisaje toma el protagonismo, dejando a los humanos al fondo, y acaba pareciéndose a uno de esos espacios abiertos de esos mundos virtuales en los que lo humanos se convierten en avatares, una especie de fantasía representada en ese concepto de flotación que es común en las películas de Eduardo Williams. El auge del humano 3 describe la humanidad a partir de lo tecnológico y utiliza un planteamiento lúdico para trasladar las relaciones entre ambos. Que su propuesta sea tan abierta que responda a impulsos personales del director es solo una de sus grandes virtudes. 

On the go

Julia de Castro, María G. Royo, 2023 | Cineasti del Presente | ★★★

Locarno FF '23: Mención Especial del Jurado Joven 


Una de las presencias españolas en el Festival de Locarno este año ha sido la primera colaboración entre  Julia de Castro (1984, Ávila), artista multidisciplinar a la que hemos visto como actriz en la serie Poquita fe (Movistar+, 2023) y como autora publicó el libro Julia de Castro - La retórica de las putas (2019, Ed. La Fábrica), una respuesta a La retorica delle puttane escrito en 1647 por Ferrante Pallavicino,  y María G. Royo (1983, Venezuela), cuyo documental de tesis Rediscovering Pape (María Royo, Antón Calderón, 2009) obtuvo una nominación al Oscar para Estudiantes, para fundar posteriormente la productora sevillana Jur Jur Productions. Ambas han creado una particular road movie musical en On the go (Julia de Castro, María G. Royo, 2023), rodada en Súper 16 mm. que transmite tanta libertad creativa como deseos de romper con los esquemas habituales del género. La historia está protagonizada por Milagros (Julia de Castro), que quiere aprovechar sus últimos años fértiles para tratar de quedarse embarazada y su amigo Jonathan (Omar Ayuso) que también busca machos, pero a través de la aplicación Grindr. Ambos conducen un Chevrolet Corvair del 67 a través de la costa andaluza, en un trayecto marcado por el homenaje a la película Corridas de alegría (Gonzalo García Pelayo, 1982), que fue el punto de partida del encuentro entre las dos directoras. Las referencias narrativas a aquella película que formaba parte de una época de aperturismo del cine español son tanto formales (el uso del formato 1,37:1) como narrativas (el comienzo de la película) y sobre todo musicales. En los créditos suena la canción "Porque la vida es así", que interpretaba Ricardo Yunque al final de aquella otra road-movie.  

El viaje se convierte para la protagonista en un descubrimiento de sus propios anhelos, a través de las interacciones con los personajes que se cruzan en su camino, como La Reina (Chacha Huang), que dice ser una sirena, o Dandy (Alberto Jo Lee), quien se siente molesto cuando descubre que Milagros quiere quedarse embarazada de él sin consultarle: "Nosotras llevamos así 3.000 años. ¿A que jode?", le responde ella. El carácter feminista de Milagros la lleva a redefinir el concepto de maternidad, tomando el control de su propia fertilidad. Pero también acaba siendo un reencuentro de Jonathan con sus propios miedos, a través de una figura casi fantasmal, el de Tónica (Manuel de Blas), una relación amorosa de la infancia que acaba estando vinculado a la muerte y el abandono. A través de las localidades andaluzas que recorren con su descapotable blanco (otra referencia a la película de Gonzalo García Pelayo), se establece un contraste entre la tradición y la modernidad, una convivencia singular entre las tostadas con tomate y el éxtasis, entre el flamenco y la música electrónica, entre la vida y la muerte. Es una clara referencia a la gran eclosión de la música en Andalucía, cuando se produjo la fusión entre el rock y el flamenco, de la que también fueron protagonistas los hermanos Pelayo a través de su sello discográfico Gong, dando voz a artistas como Lole y Manuel y Triana. 

De ese espíritu de libertad en los años ochenta hay una notable influencia en esta película, la reivindicación de romper con las reglas narrativas para caminar entre lo surrealista y lo vanguardista, pero sin abandonar el espíritu cañí. También hay, no sabemos si de forma consciente, algo del carácter inconformista de películas como Vivir hasta el fin (Gregg Araki, 1992). Es un contraste que se establece también en la propia banda sonora, las sonoridades provenientes de los cuartetos de cuerda de Cristóbal Halffter, o la etérea canción "Fire" de Nina Kravitz que suena durante una orgía en un establo. La imagen granulada del formato 16 mm. aporta una cierta textura de western, pero la historia se plantea como un viaje personal que transformará a los dos protagonistas, una afrontando el futuro y otro reencontrándose con su pasado, para desembocar en la pregunta principal: "¿Cómo hemos llegado hasta aquí?". A través de su definición heterogénea sobre a la amistad, desprovista de etiquetas, On the go es una puerta abierta a la creatividad, a veces desequilibrada pero tan entretenida como rebosante de energía vital.  

5 hectares

Émilie Deleuze, 2023 | Fuera de Concurso | ★★★☆☆


Hay algunas muestras recientes de películas españolas que abordan el regreso a la vida en el campo de habitantes de las ciudades y los conflictos que se provocan entre las ideas preconcebidas de éstos en su convivencia con los lugareños. Bien sea desde una perspectiva de thriller humano, como As bestas (Rodrigo Sorogoyen, 2022) o con un punto de vista dramático como Suro (Mikel Gurrea, 2022), el desarrollo de estas historias siempre plantea una falta de comunicación que conduce al aislamiento y la confrontación entre dos maneras diferentes de afrontar la vida. Con su última película, la directora Émilie Deleuze (1964, Francia) regresa al Festival de Locarno tras haber competido con Mister V. (2003), presentando el estreno mundial de 5 hectares (Émilie Deleuze, 2023), fuera de concurso como complemento a la presidencia del Jurado Oficial por parte de Lambert Wilson, su protagonista. La película aborda, en un tono de comedia agridulce, la decisión de Franck (Lambert Wilson), un prestigioso científico con una buena estabilidad económica, de comprar cinco hectáreas en un pequeño pueblo en la región de Lemosín, en el centro de Francia, y dedicar su tiempo libre al cuidado de su terreno mientras se mantiene ocupado con su trabajo durante la semana en la ciudad junto a su esposa Léo (Marina Hands). Franck se convierte así en una especie de agricultor de fin de semana, pero pronto surgen los conflictos con su vecino Michel (Laurent Poitrenaux), un ganadero que le pide permiso para que sus vacas pasten en su terreno mientras él no se encuentre allí. Franck se niega pensando que la intención real del ganadero es la de apropiarse de sus tierras, utilizando el denominado derecho de aucción, una antigua manera de reclamar terrenos argumentando la permanencia del ganado durante un período de tiempo en una zona sin uso. 

La negativa de Franck se convierte en el primer elemento de confrontación con Michel, y la película lo plantea como una lucha de egos masculinos que se convierte en el tema principal de un guión co-escrito por Marie Desplechin, que también trabajó junto a la directora en la película Aurora (Jamais contente) (Émilie Deleuze, 2016). La mirada femenina hacia las relaciones masculinas es una propuesta interesante, y se establece no solo a partir del conflicto con Michel, sino también desde la amistad que surge entre Francq y Paul (Lionel Dray), otro hombre de ciudad que se trasladó a vivir al campo pero que nunca ha conseguido alcanzar su sueño de convertirse en agricultor, y con el que inicia la búsqueda de un tractor que le permita labrar parte de sus tierras. Pero la película 5 hectares no se centra tanto en el conflicto como en la propia evolución del protagonista, una interpretación muy simpática del actor Lambert Wilson, sobre todo cuando se transforma en una especie de road movie en la que Francq recorre 100 kilómetros a lo largo de la región francesa conduciendo un tractor de segunda mano que acaba de comprar. Es la parte de la historia que cambia al personaje, que le define como una persona tozuda que desprende cierta arrogancia en su visión de la vida en el campo, pero también es la menos lograda en la construcción narrativa, con subtramas poco sólidas, por mucho que tenga un cierto aire nostálgico aportado por Bobby Gillespie (1962, Escocia), fundador de la banda Primal Scream, que ha compuesto la banda sonora e interpreta varias canciones en la película. 5 hectares es una comedia sencilla sobre la masculinidad que pierde fuerza progresivamente, pero que se sostiene en una notable interpretación de Lambert Wilson. 


______________________________________
Películas mencionadas: 

As bestas se puede ver en Movistar+.
Suro se puede ver en Filmin. 
Aurora (Jamais contente) se puede ver en Prime Video. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario