08 agosto, 2009

Tony Jaa

A Tony Jaa se le ha colgado el título de "sucesor de Bruce Lee". Puede parecer exagerado y hasta a algunos un sacrilegio. Pero el cine de Tony Jaa contiene algunas de las acrobacias marciales más espectaculares que se han visto en mucho tiempo.

Tony Jaa tiene, además, una característica que lo hace insólito: su origen tailandés. Porque el cine que se produce en su país, por regla general, está lejos de tener cierto interés. Es cine que imita a otras industrias y que solamente en el género de terror ha logrado resultados óptimos. Tony Jaa, que ha conseguido dar a conocer el arte del Muay Thai (técnica ancestral tailandesa reconocible por el uso de rodillas y codos), ha logrado también revolucionar el cine de artes marciales desde su debut en Ong-bak (2003), uno de los éxitos internacionales más sonados de la industria oriental. Ahí, con la colaboración que sería habitual de su maestro Panna Rittikrai, Tony Jaa conseguía sobresalir de una película rudimentaria gracias a su capacidad acrobática sacada de sus influencias de Bruce Lee, Jackie Chan y Jet Li, sus tres principales referentes. Y en las escenas de persecución demostrada su calidad como gimnasta olímpico con aptitudes acrobáticas de esas que te hacen preguntarte si de verdad el cuerpo humano es capaz de resistir tanto meneo.


Tony Jaa también ha contribuido al éxito de sus compañeros de reparto, especialmente el cómico Petchtai Wongkamlao, que aparece en todas sus películas y junto al que ha participado en las dos partes de El guardaespaldas (2004 y 2007), una suerte de parodia del cine de acción hongkonés en el que Jaa ocupa un papel secundario y que funciona a ratos gracias o a pesar de su humor tontorrón.

Thai Dragon (2005) es sin duda la mejor película de Tony Jaa (dentro de las capacidades de este tipo de producciones). Contiene todo lo que se puede esperar del artista tailandés: acrobacias imposibles, persecuciones insólitas y, por supuesto, coreografías de artes marciales que alcanzan su punto álgido en un plano secuencia de 6 minutos sin cortes en el que Tony Jaa se lleva por delante a todo el que aparece a su lado. La trama ya intentaba internacionalizar su cine, desarrollándola en Australia, e incluso se incluye una broma cuando se introduce un supuesto cameo de Jackie Chan que no es tal.


En Ong-bak el director incluyó también algunos guiños a productores como Luc Besson y Steven Spielberg en frases escritas en paredes donde se desarrollan algunas escenas, invitándoles a participar en sus producciones. Y al menos en el caso de Luc Besson sí que han conseguido que su productora, Europacorp haya sido uno de los padrinos internacionales de Tony Jaa, especialmente en Francia, país amante del cine de artes marciales.

Lo que ha conseguido Tony Jaa como "embajador" tailandés es espectacular. No solo se presta a realizar espectáculos en vivo para promocionar el Muay Thai (en Barcelona lo hizo en el mismo cine donde se presentaba Thai Dragon), sino que ha logrado llevar el cine de su país a niveles de producción difícilmente logrados hasta la fecha. Y ha conseguido difundir la cultura del budismo y el simbolismo del elefante como elemento principal de Tailandia.

El elefante es también protagonista (como lo era en la anterior) del regreso de Tony Jaa al cine, con el estreno de Ong-bak 2 (2008). Dicen que el actor se aisló en las montañas (ese paisaje hipnótico de Tailandia que está muy bien reflejado en la película), y que regresó con cierto aire espiritual. Ong-bak 2 es el primer título en el que firma también como co-director, pero acaba resultando decepcionante su tendencia a la seriedad. En realidad, su conexión con Ong-bak se limita al actor protagonista, porque de hecho tiene lugar en una época ancestral y no tiene puntos de fusión con la cinta que le convirtió en una estrella.


Lo peor que le puede pasar al cine de Tony Jaa es que pretenda ser trascendental. Y eso es lo que encontramos en Ong-bak 2, cuyo argumento es mejor no tocarlo (las anteriores tampoco es que tuvieran guiones de calidad superlativa, pero de simplones que resultaban pasaban desapercibidos). Hay en este regreso del artista tailandés un aire de pretenciosidad que resulta peligroso. Pero, eso sí, a cambio nos regala casi una hora de escenas de artes marciales con coreografías impresionantes y momentos de auténtico riesgo.

Si la capacidad creativa de Tony Jaa parece no tener fin, su cine comienza a dar síntomas de querer ser más de lo que es, adornado con un trascendentalismo innecesario. Esperemos que la decepción de Ong-bak 2 sea solo transitoria.


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