18 julio, 2008

Retazos de la guerra

Mientras en nuestros canales de televisión las novedades veraniegas se limitan a concursos de reciclaje cutre como Valanota y Canta!Singstar o comedias resabidas como Lalola, en Estados Unidos HBO estrena una de las series que más va a dar que hablar en los próximos meses.

Hace unos años, un periodista de la revista Rolling Stone acompañó a las tropas de marines destinadas a la frontera con Irak para vivir en primera persona el comienzo de una invasión cuyos resultados, con el paso de los años, se han demostrado desastrosos. Sus vivencias entre casi adolescentes ignorantes de la situación real que les rodeaba, fueron narradas primero en una serie de tres artículos publicados en la revista y después en un libro. El autor, Evan Wright, se convirtió así en uno de los primeros cronistas que describían esa cierta sensación de caos que invadía a los invasores.

El canal por cable HBO, responsable de algunas de las producciones más interesantes que se han hecho para televisión en los últimos años, ha puesto todo su arsenal económico de producción para una serie, Generation Kill, que se estrenó el 13 de julio con una buena recepción entre crítica y espectadores. Rodada en Sudáfrica, la serie nos introduce en un batallón de los marines expectantes ante la inminencia de la guerra. Los creadores de Generation Kill son Ed Burns (no confundir con el actor y director) y David Simon, creadores de la que está considerada como una de las mejores series sobre policías antidroga que se han realizado en mucho tiempo, The wire (lo siento, no he visto ningún capítulo, trataré de ponerme al día este verano). Lo que da sin duda buenas garantías a esta nueva incursión en el terreno de la ficción televisiva.

Por lo que he visto en el primero de los siete episodios de los que está formada esta miniserie, Generation Kill puede darnos alguna sorpresa, pero puede caer también en algunos lastres que ya son palpables en su primera entrega.
Uno de los principales es esa cierta confusión que se apodera de uno cuando lleva veinte minutos viendo el capítulo. Por mor de lograr transmitir esa sensación de caos que viven los soldados, se yuxtaponen situaciones, subtramas y personajes en un batiburrillo que a veces resulta cargante. Hay subtramas que se abren y cierran en poco tiempo, pero sin ofrecer una explicación verosímil. Hay, en definitiva, una especie de erupción de ideas sin desarrollar. Como si quisieran contarnos tantas cosas que no fueran capaces de hacerlo con coherencia.

En el lado positivo, Generation Kill ofrece una visión poco complaciente con la guerra, como no podía ser menos. Eso sí, con la guerra, no con los marines. Aquí los soldados no son bestias violentas como en La batalla de Hadiza o sanguinarios mastuerzos como en Redacted. Al contrario, si bien es cierto que hay en palabras de algunos soldados comentarios racistas y homófobos, que la escena en la que leen las cartas que les envían jóvenes adolescentes desde sus hogares puede herir la sensibilidad de cierto sector del espectador medio yanqui, HBO se cuida mucho de poner siempre en contraposición lecturas dúctiles con los soldados Una de cal y otra de arena. Para que nadie se moleste.

Pinta bien esta serie por lo que hemos visto. Tiene un buen nivel de producción, como no podía ser menos, y logra transmitir una sensación de realidad bastante verosímil, casi cercana al documental. Lástima que resulte tan condescendiente.


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