Seguimos ofreciendo nuestro repaso a películas que permanecen inéditas en España, a pesar del interés que podrían despertar. Nos acercamos también, en este casi final de las vacaciones para muchos, a algunos títulos que llegarán en próximas fechas a nuestras pantallas, y que nos interesa recomendar especialmente.
Entre las sorprendentes ausencias de la cartelera española debemos destacar una película realizada en 2004 y que supuso una de las más destacadas interpretaciones del antes ponderado Takeshi Kitano. Blood and bones, de Yoichi Sai, es un larguísimo (140 minutos) drama que recorre toda una generación acompañando a su protagonista, en el que también supuso su primer papel protagonista en una película no dirigida por él desde hacía más de 10 años. La "sangre y huesos" del título hace referencia a la dura, cruenta vida de una familia de inmigrantes coreanos en Japón liderados por un hombre que hace de la violencia su forma de vida. Desde su llegada como inmigrante al puerto de Osaka, el personaje que borda con acierto Takeshi Kitano es el reflejo más duro de la violencia doméstica, maltratador de esposa, amantes e hijos, que desarrolla su vida como empresario y que no tiene el menor problema en violar a su propia mujer, y pegar, humillar y vejar a quienes le rodean. La película es además uno de estos frescos históricos tan del gusto del cine japonés y coreano, con una espléndida recreación ambiental que muestra los años difíciles de un barrio de inmigrantes coreanos en plena guerra entre ambos países. Y es de estos filmes que al final dejan cierto malestar, cierta tristeza en el cuerpo, al asistir a una coda que revela al personaje como un hombre marcado por el patetismo.
Banda sonora: Espléndido trabajo del siempre interesante Taro Iwashiro (al que conocimos por su certera banda sonora para el thriller Memories of murder). Este es el perfecto ejemplo de una banda sonora que no se limita a subrayar lo que vemos en pantalla, sino que aporta elementos emocionales a los personajes más allá de las imágenes. Así, los adagios al estilo Mahler que se introducen en momentos de especial violencia reflejan la tristeza, el patetismo de unos personajes marcados por la incapacidad de mostrar sus sentimientos (especial mención a la larga pelea entre padre e hijo, dura y cruel, pero siempre contrapuesta por la melancólica melodía del tema principal). Es así una precisa banda sonora que alimenta las imágenes.
Una de las tv-movies que ha acaparado mayor número de nominaciones en los premios Emmy que se entregan el 27 de agosto es Mrs. Harris, producción de HBO que dirige Phyllis Nagys con una pareja de actores, Annette Bening y Ben Kingsley, acertados en sus creaciones de personajes. El juicio contra una mujer acusada de asesinar a su esposo y la reconstrucción de una relación que sucumbe gradualmente, está adecuadamente adaptado pero con un formato desgraciadamente más televisivo de lo que nos tiene acostumbrados la prestigiosa HBO. No se hace anodina, pero resulta esquemática en el retrato de personajes. La curiosidad viene dada por la aparición de Ellen Burstyn en el reparto, ya que ella interpretó al mismo personaje en 1981 en otra producción de televisión, The people vs. Jean Harris. La polémica ha surgido cuando, entre las 12 nominaciones a los Emmy (son merecidamente finalistas Annette Bening, Ben Kingsley y una impagable Cloris Leachman a la que recordamos como la protagonista femenina de El jovencito Frankenstein) se encuentra también la señora Burstyn como Secundaria, cuando su presencia en pantalla no supera los ¡¡15 segundos!!; lo cual ya a provocado una modificación sustancial en el reglamento de los premios.
Banda sonora: Compuesta por Alex Wurman, del que destacó sobre todo su labor en la versión norteamericana del documental El viaje del Emperador y ahora acaba de estrenar Pasado de vueltas. Es funcional sin resultar monótona, pero adquiere más importancia la espléndida selección de temas interpretados por cantantes femeninas, como una versión maravillosa de "Put the blame on mame" a cargo de Judith Owen.
Desde 2004 permanece inédita en España (ahora se estrena el 15 de septiembre) Una casa en el fin del mundo, de Michael Myer, basada en la novela de Michael Cunningham, ganador del Premio Pulitzer por Las horas de cuya adaptación cinematográfica, como en este caso, él mismo se encargó. La historia tiene parecidos elementos que su exitosa The hours, y la muerte y las relaciones personales están permanentemente presentes, pero el tono es completamente distinto. Guión inteligente que consigue ofrecernos muy buenos trabajos de Dallas Roberts, Sissy Spacek, Robin Wrigth Penn y hasta de Colin Farrell, aunque parezca mentira, en un triángulo amoroso bisexual que se convierte en una celebración de la vida. En Estados Unidos, sin embargo, pasó desapercibida por la taquilla y por eso quizás ha tardado tanto en llegar a nuestras pantallas. Y eso que ésta fue la película cuya escena de desnudo de Colin Farrell finalmente se quedó en la sala montaje porque el miembro del actor "distraía" al espectador (habiendo visto el video porno casero que hizo público una antigua novia suya, no podemos por menos que estar de acuerdo).
Banda sonora: Obra del desconocido Duncan Sheik, autor de temas para la película Transamérica. En todo caso, la banda sonora se sostiene sobre canciones que de alguna forma muestran el proceso de transformación de los personajes y marcan las épocas vividas por los dos jóvenes amantes desde su adolescencia en los 70.
Una buena muestra de thriller intenso, perfectamente estructurado para sostener los resortes del suspense, es 13 (Tzameti), del director georgiano Gela Babluani. Destacada producción de la tan escasa cinematografía georgiana (pero con un importante apoyo ecocómico francés), la película cuenta con una excelente fotografía en blanco y negro que matiza los rostros de los personajes, casi deformados por el horror que están viviendo. Es bueno enfrentarse a la película sin demasiados detalles, a lo que no contribuye un trailer que rompe la capacidad de sorpresa, porque la primera parte está construida sobre un misterio que no se revela hasta pasado el primer acto. Y aunque pueda resultar algo rebuscada la razón por la que un joven (buen trabajo de George Babluani, a la sazón hermano del director) toma prestado el billete de tren de otro hombre, que le acabará llevando a un encuentro con la violencia más cruel, lo cierto es que funcionan bien las dosis de suspense hasta que, a partir de la segunda mitad, nos encontramos de pleno con un terrible juego macabro que se sostiene a base de perfectas dosis de tensión (a pesar de la crítica de la revista Variety, nada tiene que ver con el universo de Tarantino, aquí con mucho menos regusto por la hemoglobina gratuita). Fue uno de los descubrimientos de la pasada Mostra de Venecia y ya ha sido editada en DVD en Francia, pero aún no ha conocido su estreno en España.
Banda sonora: Aporta las adecuadas dosis de desasosiego, aunque las escenas más tensas encuentran su mejor aliado en el silencio musical. La banda sonora, presentada en la edición especial del DVD, es obra de los desconocidos East (Troublemakers), habituales creadores de música para el Channel Four inglés, que contribuyen junto a la fotografía, a la conexión con el cine noir.
Aunque estrenada en Argentina el pasado mes de Marzo, hasta Octubre no se anuncia aquí la coproducción hispano-argentina Derecho de familia, con la que el casi siempre acertado Daniel Burman cierra la trilogía sobre la familia que inició con Esperando al Mesías y El abrazo partido. El protagonista, cuyo nombre, Ariel, coincide con el de las anteriores, podría ser una continuación de aquellos personajes. De nuevo, como en El abrazo partido, la relación paterno-filial (aquí el padre sí está presente) es la premisa fundamental, cuando el propio protagonista ejerce de padre de un niño de dos años (muy bien dirigido el nene, a la sazón hijo de Daniel Burman). La película equilibra adecuadamente, sin exageraciones, la comedia sutil con el drama levemente apuntado, y tiene en la sencillez y el recurso de elementos que ya funcionaron anteriormente (la voz en off del protagonista) sus principales aciertos. Como siempre, el actor Daniel Hendler es el perfecto alter ego del director, siempre con ese tono semihierático que tan bien le ha funcionado al tándem, pero no menos espléndido es el trabajo de Julieta Díaz y Arturo Goetz.
Banda sonora: La música es del argentino César Lerner, al que hay que reivindicar como uno de los compositores más efectivos del cine actual. Ha compuesto las bandas sonoras de éxitos como Nueve reinas y las anteriores películas de Daniel Burman y aquí, como en El abrazo partido, efectúa un perfecto trabajo de matización de la historia, con sonoridades hebreas, que marcan el origen judío de los protagonistas.
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