18 febrero, 2013

Berlinale 2013: Premios

Tras diez jornadas de intenso cine el festival de Berlín ha llegado un año más a su fin. El jurado, presidido por Wong Kar-wai, ha decidido conceder el preciado Oso de Oro al rumano Călin Peter Netzer por ‘Poziţia Copilului’, Child´s Pose. La cinta narra de forma magistral la historia de una madre de clase alta que trata de evitar que su hijo vaya a la cárcel por atropellar a un niño cuando iba a más velocidad de la permitida. 

Sin embargo, esta elogiada 63ª edición ha traído otras muchas películas triunfadoras aunque no hayan recibido el máximo galardón. Así, el estadounidense David Gordon Green se va a casa como el mejor director del certamen por Prince Avalanche,  una de las sorpresas del festival gracias a su intensidad, humor y –he aquí donde radica su secreto- tristeza. Todo al mismo tiempo.

La chilena Paulina García ha sido galardonada por su interpretación en Gloria del chileno Sebastian Lelio y producida por Pablo Larraín (el director de 'No'). La película cuenta la historia de una mujer sola (Paulina García) que da tumbos perdida entre vecinos locos, amantes esporádicos y familiares cariñosos. 

Por su parte, el bosnio Nazif Mujic ha sido Mejor Actor a ojos del jurado por su trabajo al frente de Epizoda u životu berača željeza (o An Episode in the Life of an Iron Picker), film que también se ha llevado el Gran Premio del Jurado y que cuenta la vida de una familia gitana que sobrevive de la venta de hierro hasta que un día necesita asistencia médica y no es capaz de sufragarla económicamente. Una historia de realismo social llena de dureza, veracidad y compasión. Reconomiciento también para Aziz Zhambakiyev por la fotografía de Harmony Lessons (Uroki Garmonii), de Emir Baigazin. Película que trata de una forma sólida y contundente el tema del acoso y las mafias infantiles. 

Menciones especiales del Jurado han ido para Promised Land, de Gus Van Sant, y Layla Fourie, de Pia Marais. Dos dramas de trasfondo social, con tintes medioambientales el primero y solidarios el segundo. La mejor ópera prima ha recaído en The Rocket, de Kim Mordaunt, que narra la inspiradora historia de un chico decidido a demostrar a todos los que le rodean que él no es fuente de mala suerte. 

Y por último, el iraní Jafar Panahi ha sido reconocido por el guión de Cloused Cortain, film marcademente político que además ha sido fuente de polémica con el gobierno iraní al querer atribuirse el mérito del premio cuando el mismo director está perseguido en su propio país.

A continuación, el palmarés de la Berlinale 2013:

Oso de Oro a la mejor película: Child´s Pose, de Călin Peter Netzer.
Gran Premio del Jurado: An Episode in the Life of an Iron Picker, de Danis Tanović.
Mejor director: David Gordon Green por Prince Avalanche.
Mejor actriz: Paulina García, por Gloria, de Sebastián Lelio.
Mejor actor: Nazif Mujic, por An Episode in the Life of an Iron Picker.
Mejor guión: Cloused Cortain, de Jafar Panahi y Kamboziya Partovi.
Premio a la mejor contribución artística: Aziz Zhambakiyev, por la fotografía de Harmony Lessons, de Emir Baigazin.
Menciones especiales: Promised Land, de Gus Van Sant, y Layla Fourie, de Pia Marais.
Premio a la mejor ópera prima: The Rocket, de Kim Mordaunt.
Premio FIPRESCI (prensa y crítica internacional): Child´s Pose, de Calin Peter Netzer.


 Por Bernabé Rico (Enviado especial a la Berlinale)

11 febrero, 2013

Berlinale 2013 I: Cine de denuncia



Se celebra una nueva edición de la Berlinale, el Festival de  cine con mayor proyección internacional en los primeros meses de cada año. Desde En primera Fila iremos ofreciendo crónicas de lo que acontece en el festival.

La Berlinale suele tener preferencia por historias relacionadas con la denuncia social o medioambiental. Por eso cada año encontramos en su programación películas que tienen una marcada carga social. Es el caso de Promised land, uno de los títulos presentados este fin de semana, que nos devuelve a un M.D. alejado de los títulos de acción que últimamente ha venido protagonizando. En cierto sentido, Promised land es una especie de vuelta a los orígenes: en 1997 Matt Damon y Ben Affleck se dieron a conocer (y ganaron el Oscar) con el guión de la película El indomable Will Hunting, que ellos mismos protagonizaron bajo la dirección de Gus Van Sant. Ahora, Matt Damon co-escribe también el guión de Promised land junto a otro actor, John Krasinsky (conocido por su interpretación en la serie The office) y ha encargado al director Gus Van Sant que ponga imágenes a esta historia. 


El resultado de Promised land es una película bien hecha, aunque sin grandes momentos cinematográficos. La llegada de dos agentes de una compañía de gas a un pequeño pueblo para conseguir el permiso de los vecinos para realizar excavaciones de extracción de gas acaba siendo lo que se espera desde el principio. Un film denuncia contra las grandes corporaciones y el fraude provocado por sus estrategias de engaño y persuasión, sin tener en cuenta los desastres medioambientales que esto provoca. Quizás en nuestro país esta realidad es menos palpable, pero documentales como Gasland (2010), de Josh Fox nos han demostrado que en Estados Unidos la devastación ambiental que están provocando las perforaciones para la extracción de gas natural es una realidad preocupante. 

 De ahí que la denuncia de esta película quizás nos resulte algo lejana, y tampoco el guión termina de cuajar una narración que defina a la película por encima de una solvente pero poco definitoria historia de denuncia. Hay que reconocer en Damon y Krassinski la capacidad de construir personajes con trasfondo (el que interpreta espléndidamente Frances MacDormand), pero otros se quedan en meros soportes de guión que no tienen demasiada profundidad (los de Hal Holbrook y Rosemarie DeWitt). 

Tras la cancelación de la notable Boss (mejor la primera temporada que una segunda con demasiados altibajos), Gus Van Sant regresa al cine con ese oficio que suele tener, y que cuando se aparta de remakes imposibles y de amaneramientos bergmanianos acaba dando buenos resultados. Pero el oficio no es suficiente cuando se trata de dar solvencia a una historia.

06 febrero, 2013

Mi nombre es Hitchock, Alfred Hitchock

El estreno de la película Hitchcock nos permite comparar esta inmersión en el universo personal del maestro del suspense con otra producción de HBO que retrata también las obsesiones del orondo inglés. Dos propuestas con algunos puntos en cómún pero realmente muy distintas.
 
Lo primero que sorprende en Hitchcock es su director, Sacha Gervasi, que se dio a conocer con ese sarcástico documental sobre el "trasero" de la música que era Anvil: El sueño de una banda de rock (2008), uno de los retratos más certeros del mundo del rock desde This is spinal tap (1984), de Rob Reiner. Y aunque Sacha Gervasi también ha escrito metódicos guiones como La terminal (2004), de Steven Spielberg, no parecía el perfil más imaginable para poner en marcha este retrato de Alfred Hitchcock. Y de nuevo su planteamiento es ciertamente poco convencional. Aquí Hitchcock es casi un personaje secundario al calor de su esposa, Alma Reville, supervisora en a sombra de las películas y la controvertida personalidad de un genio, que interpreta con ese saber estar de las actrices la espléndida Helen Mirren. Y en ese enfoque singular radica una particular mirada que a algunos espectadores puede decepcionar por dejar un poco de refilón la historia personal del propio director.
 
 
Hitchcock es una película divertida, menos convencional de lo que parece y más certera de lo que se nos podría antojar en su reflejo del universo creativo de su protagonista. A pesar de ese maquillaje "a lo sra. Doubtfire" que trata de sacar provecho de las facciones de un Anthony Hopkins entregado a su personaje, pero que fracasa en su intento vano de hacerle parecer al cineasta inglés (curiosamente, el maquillaje es lo único valorado de esta película en las nominaciones al Oscar). Aquí nadie se parece a nadie,  a pesar del esfuerzo, mención aparte de James D'Arcy, que incorpora con notable acierto a un inseguro Anthony Perkins.
 
Hay en este guión de John. J. McLaughlin, basado en el libro de Stephen Rebello, una cierta sorna que incorpora con eficacia el peculiar humor de Hitchcock a su propia historia. Y construye frases de ingenio locuaz para mostrarnos la extremadamente curiosa relación personal que mantiene el matrimonio protagonista, especialmente se cruza delante de él la belleza arrebatadora de una joven Janet Leigh-Scarlett Johansson.
 
En este sentido, Hitchcock funciona, a pesar de la tibieza de las críticas, como una pequeña pieza de cámara que nos permite sonreir con la personalidad de un tipo raro capaz de hacernos saltar de nuestros asientos. La historia se desarrolla cuando Alfred Hitchcock se enfrenta en solitario, tras haber perdido el apoyo de los estudios, a una película personal, Psicosis (1960), que al final le acabaría dando la gloria como cineasta.
 
La producción de HBO The girl (2012), por su parte, comienza tras el éxito que le proporcionó Psicosis y cuando se enfrenta a su siguiente película, Los pájaros (1963), tras un paréntesis en el que se dedicó a la televisión con su famosa serie Alfred Hitchcock presenta... Si en Hitchcock asistimos con cierta ironía a la obsesión del director por Janet Leigh, The girl se centra en su casi enfermiza relación profesional con Tippi Hedren, que continuó en Marnie, la ladrona (1964).

Resulta recomendable hacer una sesión doble con estas dos películas, porque son el yin y el yan respecto al personaje, el claroscuro de un retrato que nos presenta las dos facetas del mismo: su lado más amable y su monstruo interior. Si Hitchcock está dotada de un sentido del humor mordaz, The girl es una película oscura, que habla claramente de un acoso sexual enfermizo. No en vano, esta tv-movie dirigida por Julian Jarrold, director inglés curtido en la BBC, toma como fuente principal la biografía escrita por Donald Spoto, uno de los perfiles más duros que se han escrito sobre un director de cine. Y en las declaraciones de la propia Tippi Hedren.

Aquí, el siempre efectivo Toby Jones incorpora a un Hitchcock tenso, dramático, incluso depresivo, y su esposa Alma pasa a un plano más que secundario. Mientras que Sienna Miller da vida a esta Tippi Hedren que sueña con convertirse en estrella (y lo consigue) pero no sabe que tendrá que pasar una auténtica pesadilla para alcanzar su sueño. Las escenas del rodaje de Los pájaros no dejan lugar a dudas frente a la psicopatía de Alfred Hitchcock, y muestran con crudeza la obsesión de una personalidad compleja. En este sentido, The girl se nos presenta como una película intensa, nada sutil. Tanto es así que incluso ha levantado encendidas críticas de algunos de los protagonistas reales, como la viuda del asistente de Hitchcock, que la ha calificado como "un insulto a un gran artista".
 
Hitchcock y The girl nos presentan dos versiones de un mismo personaje que poco tienen que ver, pero que resultan perfectamente complementarias. Al fin y al cabo, de todos es sabido que Alfred Hitchcock tuvo una personalidad compleja que muchos de los que trabajaron con él tuvieron que sufrir. Por eso resulta recomendable verlas como dos caras de un mismo retrato.