Se han proyectado en Sevilla los cortometrajes finalistas del Festival Actúa, que organiza desde hace tres años Intermón Oxfam. Una propuesta interesante que se ve lastrada por una selección discutible.
El cine “comprometido” está de moda. Estrellas mediáticas como Al Gore o Leonardo DiCaprio medioambiental se apuntan al mesianismo con documentales que nos recalcan los problemas del cambio climático. Y, aunque se trate de productos de marketing fabricados para grandes masas, hay que reconocer que películas como Una verdad incómoda o The 11th hour (aún inédita en España, y desde luego mucho menos entretenida que el documental de Gore) hay que reconocer que acaban impregnando el mensaje ecologista en muchos más espectadores que otras iniciativas más interesantes pero con menor aparato publicitario. Caso más flagrante, por cierto, el de DiCaprio, protagonista, recordemos, de una película como La playa, cuya productora fue condenada por daños ecológicos durante el rodaje en las islas tailandesas de Phi Phi Lek.
Estos días se proyectan en Sevilla los cortometrajes finalistas del Festival Actúa, dedicado a la difusión de los mensajes promulgados por esta ONG a través de la convocatoria anual de un tema sobre el que se presentan cortometrajes de ficción y documental, y la organización de un festival audiovisual en colaboración con Canal Plus. La iniciativa es interesante, y desde este año se proyecta también en Sevilla.
Pero la selección de cortos que hemos visto hasta el momento caen, porque la selección ha caído también, en la trampa de la obviedad y las buenas intenciones sin grandes logros técnicos. Ese es el gran lastre del cine comprometido: no ser capaz de transmitir el mensaje (muchas veces obvio, conocido, sin apenas aristas) con una propuesta que resulte también diferente, novedosa. No basta con poner una cámara delante de un rostro que nos comente datos o que nos hable de su experiencia personal. Hay que exigir también un compromiso envuelto en una creatividad artística que no acabe sepultando el mensaje (si se quiere dar alguno) pero que aporte originalidad.
Tampoco me gustan las películas, de ficción o documental, dogmáticas, sino aquellas que sugieren reflexión. Es más efectivo plantear el problema con sus aristas que lanzar un discurso cerrado. Es el gran problema de estas producciones, pero también el gran problema de las Organizaciones no Gubernamentales. Lanzar dogmas, frases hechas, números y datos que nos apabullan y nos acaban cegando. Hay que reivindicar el derecho a ser también partícipes y conocer los aspectos positivos y negativos del mensaje que se nos plantea.
Los premios entregados este año, no obstante, en general reconocen a los cortos más interesantes de la muestra:
Primer Premio Ficción:
Bendito Machine II (La chispa de la vida), de Jossie Malis
Una propuesta distinta dirigida por un peruano asentado en Barcelona, que presenta a través de una original fábula de animación una reflexión sobre la obsesión por acaparar. Al mismo tiempo que funciona su mensaje, es el corto que mejor sabe ofrecer un mensaje claro con una propuesta visual inteligente.
Premio Premio Documental:
Nimboyores, de Carlos Rovira
Resulta más interesante lo que cuenta que cómo lo cuenta. La lucha de un grupo de campesinos que defienden el acuífero costarricense de Nimboyores frente a la explotación de una compañía hotelera es atractiva por el contenido, pero demasiado simple formalmente.
Segundo Premio Ficción:
The fantastic life of Mr. Tripathi, de Amit Raj
Si hubiera sido más conciso y menos ambicioso, si no hubiera querido abarcar todo lo abarcable, este corto de excesivo metraje nos sitúa en la India y en las decisiones que un hombre de mediana edad va tomando a lo largo del día. A veces divertido, en ocasiones ridículo, le falta la capacidad para saber llegar a concretar sus intenciones.
Segundo Premio Documental:
One of many drops, de Delauré Fabrice
Una dura historia sobre un chico francés hemofílico al que contaminan con sangre infectada del VIH en los años ochenta. Realizado como documental ficcionado, cuenta la historia con interés, aunque no puede evitar recrearse en los elementos melodramáticos.
Premio del Público:
Tres historias y un vaso de leche, de Álvaro Porro y Pablo Fraguas
Interesante acercamiento al peligro que suponen los cultivos de soja, especialmente para los campesinos latinoamericanos que son expulsados de sus tierras. Tres historias que enlazan el cultivo de soja con la ganadería y la alimentación diaria de los países del Norte. Resulta algo discursivo y de nuevo demasiado largo como para hacer del todo efectivo su mensaje, pero acaba siendo revelador.
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