Se presenta un otoño calentito, no ya en cuanto a estrenos, sino de cara a la guerra abierta entre exhibidores, productores y gobierno en torno a la nueva Ley del Cine.
Los exhibidores ya han puesto en marcha una campaña para “informar” a los espectadores de la nefasta influencia que la Ley del Cine tendrá en sus negocios, según ellos, debido a unas imposiciones que no responden a sus intereses. Por su parte, los productores españoles están satisfechos con una Ley que, todo hay que decirlo, es especialmente proteccionista con ellos. Mientras, la artífice de esta Ley, Carmen Calvo, ya no tiene la responsabilidad de enfrentarse a un desastre que pone en entredicho aún más, si cabe, su penosa gestión al frente del Ministerio de Cultura, y debe estar disfrutando de unas no se sabe si merecidas vacaciones.
Los exhibidores han distribuido, al más puro estilo sindicalista (lo cual no deja de ser irónico), octavillas que muestran en 10 puntos su posición frente a la Ley del Cine:
“El Gobierno impone a las salas de cine una cuota de pantalla de cine español y europeo sin atender a los gustos e intereses del público. Esta medida restringe la libertad de elección de las salas de cine y de los espectadores en beneficio de los productores y directores de cine que viven de las subvenciones públicas”.
Sin duda un tema polémico, ya que la cuota de pantalla es una medida proteccionista que ayuda a dar una segunda oportunidad a películas que los exhibidores sacarían de cartel de una patada a los tres días de su estreno. ¿Es necesaria? Creemos que sí, pero quizás de forma más consensuada.
“Al mismo tiempo, el Gobierno no quiere intervenir para regular el abuso de las grandes productoras y distribuidoras de Hollywood sobre las salas españolas, incluso después de que el Tribunal de Defensa de la Competencia español señalara esta grave alteración en mayo de 2006”.
Esto es grave. ¿Tenemos un gobierno que se somete a los intereses de las multinacionales y les permite “vender paquetes de películas” junto a sus grandes éxitos? No proteger a los exhibidores en este terreno supone no ejercer su responsabilidad.
“Finalmente, el Gobierno no protege a las salas dotándolas de un tiempo mínimo de explotación de las películas en exclusividad, con lo que continúa beneficiando a las grandes productoras de Hollywood y debilitando, al mismo tiempo, al cine español”.
Sin duda, existen lagunas importantes en la Ley de Carmen Calvo que no se han sabido solventar, dejando a un importante sector de la industria cinematográfica en paños menores frente a unas medidas intervencionistas que sólo benefician a los productores. ¿Tendrá algo que ver que el perfil de los productores españoles tenga una ideología política más cercana a la izquierda que la de los exhibidores?
También se incluyen en esta octavilla frases como: “Las salas de cine llevan más de 65 años apoyando y subvencionando el cine español”, que no dejan de resultar jocosas, teniendo en cuenta que si por los exhibidores hubiera sido, buena parte de las películas mejor tratadas por la crítica no habrían sobrevivido en las salas.
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