Uno de los paneles celebrados en Sheffield Doc Fest tenía como título "'Hay demasiadas películas sobre Ucrania' - NO LAS HAY", que planteaba uno de esos cuestionamientos que se suelen hacer en los festivales de cine sobre la presencia permanente de documentales o películas de ficción que abordan el genocidio de Gaza o la invasión ilegal de Ucrania. La necesidad de documentar los conflictos desde perspectivas internas refleja un tipo de miradas que habitualmente no se recogen en los medios de comunicación, pero al mismo tiempo funcionan como documentos gráficos de las posteriores acusaciones de crímenes de guerra que tendrán que enfrentar los responsables de las masacres perpetradas por Rusia y por Israel. No hay, por tanto, demasiadas películas sobre Gaza y Ucrania, aunque posiblemente sí son demasiado escasas las que muestran otras guerras como la de Sudán. Nuestra crónica de Sheffield Doc Fest está dedicada precisamente a los dos conflictos que más repercusión tienen a nivel internacional, aunque hemos hablado de otras guerras en otros reportajes. Y trasladamos aquí también nuestra reseña de un documental imprescindible que esta misma semana ha suscitado una importante controversia tras su estreno en Channel 4. Aunque Gaza: Doctors under attack (Karim Shah, 2025) no estaba programado en el festival, uno de los paneles estaba protagonizado por su productor y su presentadora, y sus intervenciones provocaron la decisión definitiva de la BBC de no emitirlo. Channel 4 lo ha estrenado esta semana con una audiencia media de más de 300.000 espectadores mientras siguen surgiendo polémicas sobre el intento de la BBC de incluir una enmienda en el contrato del productor Ben De Pear, que según ha publicado se negó a firmar, por la que éste no podría hacer referencia a la decisión del canal.
Puede que uno de los problemas de este documental sea todo el ruido que se ha generado antes de su estreno el 2 de julio. Encargado originalmente por BBC a la productora Basement Pictures, la producción se detuvo hace unos meses después de que otro de los documentales emitidos por el canal público, Gaza: How to Survive a Warzone (BBC, 2025) fuera retirado de la programación después de que se descubriera que el principal narrador, un niño de 13 años, era hijo del ex-ministro de Agricultura del gobierno de Hamas, que fue elegido democráticamente en 2006. Hace unas semanas, BBC decidió que definitivamente no emitiría Gaza: Doctors under attack (Channel 4, 2025) por el riesgo de poner en peligro su imparcialidad, aunque precisamente ha sido acusada de parcialidad por sus propios periodistas en la información que ofrece sobre el genocidio de Gaza. Al parecer, la decisión final se produjo después de una intervención del productor Ben De Pear y de la periodista y presentadora Ramita Navair en un panel del Sheffield Doc Fest en el que describían a Israel como un país que estaba cometiendo crímenes de guerra. Los derechos del documental fueron devueltos a Basement Pictures, que pocas semanas después ha conseguido estrenarlo en Gran Bretaña a través del canal Channel 4. Pero toda esta controversia puede perjudicar el verdadero interés de un reportaje que se centra principalmente en los ataques efectuados por Israel a los principales hospitales de Gaza. A través de la periodista Ramita Navair, se describe una continuada estrategia que parece estar dirigida a erradicar el sistema sanitario de Gaza. El doctor Layth Hanbali, del Instituto de Estudios Palestinos, lo describe de esta manera: "El ejército israelí afirma que realizan ataques dirigidos a terroristas identificados o estructuras terroristas, y que su objetivo es minimizar las bajas. Pero ya sea porque el ejército israelí ha seleccionado deliberadamente a estos objetivos o porque no les importan los daños colaterales, lo cierto es que hay una decisión consciente de matarlos". Durante el período inmediatamente posterior al ataque terrorista de Hamas contra Israel el 7 de octubre, que también se muestra de forma cruda en el reportaje, se ha documentado la muerte de 118 médicos, 65 de los cuales fueron asesinados en sus casas. "Las estructuras y los edificios se pueden reconstruir, pero la pérdida de profesionales con años de formación tendrá una repercusión permanente durante varios años para los palestinos", dice Layth Hanbali. Gaza: Doctors under attack tiene mucho cuidado de ofrecer siempre la respuesta del ejército israelí frente a las acusaciones, aunque estas sean tan vagas como afirmar que los hospitales esconden búnkeres donde permanecen terroristas de Hamas, pero sin demostrarlo (hay grabaciones en video de túneles subterráneos sin que se identifique si pertenecen a algún hospital).
También Budour Hassan, investigadora de Amnistía Internacional, abunda en esta idea: "Es evidente que la intención es acabar con el sistema sanitario de Palestina, no solo atacando objetivos como hospitales, sino deteniendo a profesionales de la sanidad". Un informe de las Naciones Unidas ha establecido que existe un patrón de acción en todos los ataques contra los principales hospitales de Gaza: primero rodeando el edificio, bloqueando la zona con maquinaria pesada, deteniendo a personal sanitario e impidiendo que los palestinos puedan acceder al hospital. Pero el verdadero impacto de Gaza: Doctors under attack, al margen de imágenes muy duras sobre heridos en los hospitales, son los testimonios personales de los médicos que han sufrido detenciones y torturas en ocasiones. El Dr. Khaled Hamouda menciona el ataque directo a su casa que acabó con la vida de una decena de familiares suyos, entre ellos su esposa y su hija. El documental describe a Khaled Hamouda como un simpatizante de Hamas que se ha manifestado a su favor en redes sociales, aunque no está claro si esa es una justificación para matar a su familia. Una parte importante del reportaje se centra en las acusaciones del maltrato a los prisioneros, muchos de ellos médicos. Amnistía Internacional ha detectado "puntos negros" en los que se permite a los soldados israelíes maltratar a los prisioneros sin consecuencias legales. Budour Hassan afirma que "lo que hemos encontrado es una gota en un océano de horror". El campo de detención de Sde Teiman es una base militar que se utiliza como prisión, y ha sido objeto de acusaciones por maltrato y torturas a los prisioneros, una especie de Abu Ghraib israelí. En realidad, la negación de las autoridades no parece tener mucho sentido cuando un político israelí afirmó en el Parlamento que "es justificable abusar sexualmente de los prisioneros palestinos porque son terroristas", y el Ministro de Finanzas de extrema derecha Bezalel Smotrich suele afirmar que el objetivo es "la destrucción total de Gaza". La mejor explicación, sin embargo, la ofrece un soldado israelí asignado a Sde Teiman y que habla bajo anonimato: "Ni siquiera creo que en la sociedad israelí exista una necesidad de encubrimiento. Puedes hacer lo que quieras con los habitantes de Gaza. Honestamente, creo que es como se ha comportado la sociedad israelí después de tantos años de deshumanizar a los palestinos. Esto no comenzó el 7 de octubre. Viene de muy atrás". Gaza: Doctors under attack es una muestra absolutamente rotunda y bastante implacable de los crímenes de guerra cometidos por Israel, tan consciente de ello que una de las instrucciones principales a los soldados es no dar nombres para evitar que se produzcan acusaciones directas.
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A State of passionCarol Mansour, Muna KhalidiLíbano, Jordania, Reino Unido, Palestina, Kuwait 2024 | Rebellions | ★★★★☆Docs Ireland '25: Competición Oficial |
Hay un momento en este documental visceral en el que el doctor Ghassan Abu Sittah comenta que Israel está atacando deliberadamente a investigadores e intelectuales palestinos, algunos amigos suyos que han muerto en los últimos meses. Aunque no es una afirmación demostrable hasta el momento, los bombardeos efectuados contra Irán y determinados objetivos de científicos relacionados con el desarrollo nuclear han demostrado, al menos, que Israel puede ser muy precisa en sus ataques cuando se lo propone. Por tanto, el bombardeo de hospitales parece formar parte de una estrategia deliberada. "No se trata solo de un genocidio, sino de la destrucción de la memoria", afirma Dima, la esposa del reconocido médico. El doctor británico-palestino Ghassan Abu Sittah (1956, Kuwait) se dio a conocer como uno de los mejores cirujanos plásticos de Gran Bretaña, especializado en cirugía craneofacial, cirugía de labio leporino y lesiones relacionadas con traumatismos, con una especial habilidad para no dejar cicatrices después de la reconstrucción, y fue elegido por los estudiantes como Rector de la Universidad de Glasgow en 2024. Pero también ha trabajado como voluntario en numerosos conflictos armados a lo largo de su carrera. Hospitales palestinos como Kamal Adwan, Nasser o Al-Shifa han sido objeto de asedio y bombardeos por parte de las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI), contraviniendo la Convención de Ginebra, y precisamente el ataque contra el hospital Al-Shifa lo vivió Ghassan Abu Sittah cuando se encontraba realizando labores de voluntariado en 2023. A State of passion (Carol Mansour, Muna Khalidi, 2024) no aborda algunas controversias alrededor del médico, contra el que Alemania decretó en 2024 una prohibición de entrada en el espacio Schengen poco antes de que se dirigiera a una conferencia internacional para mostrar pruebas sobre crímenes de guerra cometidos por Israel. Esta decisión del gobierno alemán fue considerada ilegal posteriormente por un tribunal. "He estado en muchas guerras y sé cómo son los efectos que producen los diferentes tipos de proyectiles", afirma en la película, refiriéndose a su convencimiento de que Israel está utilizando fósforo blanco en sus ataques. Pero A State of passion pretende ser un retrato más personal y transcurre principalmente tras el regreso a Londres del doctor después de haber estado en Gaza, donde afirma que ya no hay material médico para realizar operaciones. Alrededor de su esposa y sus tres hijos, Ghassan muestra todavía emoción cuando habla de su experiencia, a pesar de haber vivido otros conflictos entre Israel y Palestina: "No puedo dejar de ver lo que vi. No puedo dejar de oír los llantos y gritos que oí, ni dejar de oler el olor de las heridas supurantes".
Aunque el documental no transcurre en Gaza, muestra imágenes de los hospitales que pueden resultar impactantes, no solo por la visión de niños heridos, sino también de pasillos manchados de sangre o de bolsas que no muestran lo que contienen pero están marcadas con etiquetas como "restos de cuerpos" o "niño desconocido". Aunque lo que más impacto producen son las fotografías de soldados israelíes sonriendo en medio de edificios destruidos o videos haciendo bromas poco antes de detonar un artefacto explosivo. Ese grado de crueldad que no se muestra en los medios de comunicación puede llegar a ser más insoportable que las imágenes de heridos que hemos visto en muchos telediarios. El documental tiene una estructura algo caótica que a veces se siente improvisada, con algunas conversaciones con Ghassan Abu Sittah recién levantado, para mostrar su incapacidad para desconectar de la guerra cuando lo primero que hace es encender las noticias. Algunos de sus relatos personales sobre su experiencia en Gaza son sorprendentes: "Ya no puedo comer pan. Estuvimos comiendo solamente pan durante varios días, y tuve una obstrucción del intestino. La bola que formaron las semillas en el estómago me provocó una obstrucción que necesitó ser operada". Pero también está el recuerdo de otras de sus intervenciones en la Franja de Gaza, desde la Primera Intifada en 1987, y posteriormente en otros ataques sucesivos de Israel en 2009, 2012, 2014, 2019 y 2021. Considerado como un héroe por la comunidad palestina, hay algunos momentos de respiro en A State of passion, como cuando la directora le dice que tenían previsto titular el documental "The reluctant hero" (El héroe reticente), pero Ghassan comenta: "Es un título demasiado occidental". Y en algunas escenas familiares con Dima, sus tres hijos Hamza, Soleiman y Zaid. Su esposa surge como una co-protagonista que, teniendo a varios de sus familiares atrapados en Gaza, está siempre pendiente del teléfono. Un breve recorrido por lugares de la infancia de Ghassan Abu Sittah en Kuwait ofrece una retrospectiva de su familia, desplazada de Gaza durante el traumático Nakba en 1948, el primer gran ataque de Israel contra territorio árabe bajo la mirada complaciente internacional, con casi 6 millones de palestinos desplazados. La tradición cuenta que se llevaron las llaves de sus casas, que han pasado de generación en generación, para regresar cuando Israel sea expulsada del territorio que ocupó. Esa resistencia es sorprendente y encomiable, y está reafirmada por Dima: "Volveremos. Mi madre ahorró para poder construir una casa en 1967, y fue bombardeada cuatro veces, hasta que esta última vez ha sido destruida. Pero volveremos y reconstruiremos nuestras casas".
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Gaza sound manHossam Hamdi Abu Dan, Awad JoumaaQatar, Palestina 2024 | Competición Tim Hetherington | ★★★☆☆Karama Human Rights Film Festival '24: Mención Especial |
El retrato personal al pie de las calles destrozadas de Gaza se muestra en esta ocasión a través del joven ingeniero de sonido Mohammed Yaghi, que ha trabajado en varios documentales para el canal Al Jazeera, productor de esta película. Desde el comienzo de los ataques israelíes tras el atentado del grupo terrorista Hamas el 7 de octubre de 2023, Mohammed ha continuado realizando grabaciones para mantener viva la memoria de la guerra a través de sus sonidos. La cámara le acompaña en medio de los hospitales llenos de heridos o en los funerales de las víctimas de los ataques israelíes. Él habla del paisaje sonoro que rodea al territorio en el que nació: "Los sonidos de Gaza evocan la memoria de lugares, sueños y esperanzas. El sonido es más que una grabación. Cuenta las historias de las personas cuyas vidas han sido transformadas por la guerra". Producido por el canal Al Jazeera, Gaza sound man (Hossam Hamdi Abu Dan, Awad Joumaa, 2024), tiene una estructura de documental televisivo, con una duración de 45 minutos, y está disponible en alquiler en plataformas como Apple, iTunes y Prime Video. En este sentido, puede estar demasiado restringido por su propio formato y su grabación de guerrilla en medio del caos de los ataques contra Gaza, pero su perspectiva es interesante y diferente a la de otras películas. Habla de la pérdida de los sueños, pero también de la esperanza de un futuro mejor. El llanto de un bebé recién nacido se convirtió en el principal impulso de Mohammed para comenzar a grabar los sonidos que encontraba en Gaza, una ciudad que se muestra intensa y vital antes de los ataques de Israel, y que ahora está marcada por el sonido de los bombardeos lejanos y los edificios destruidos. Pero hay una cierta cotidianidad en medio de la guerra que el micrófono de Mohammed capta con claridad, como la actividad en una cafetería, pero también el sonido de las ambulancias y los gritos de los heridos. Sin embargo el documental retrata sobre todo a jóvenes que han perdido la esperanza, como cuenta Zeina sobre su hermano Khalil, que quería ser ingeniero hasta que sufrió graves heridas. En un campo de refugiados donde miles de palestinos desplazados esperan un alto el fuego, Tarek El-Shawwa cuenta que "es difícil adaptarse a vivir aquí. Es absolutamente desgarrador. Esta no nuestra vida, no son nuestras tradiciones, ni nuestras costumbres".
Gaza sound man refleja cómo la vida se ha convertido en una constante espera, y cualquier momento puede cambiar radicalmente con la explosión de un proyectil, provocando el caos, las ambulancias, los heridos y los muertos. Los sonidos grabados por Mohammed se convierten en reflejos del pasado, de una ciudad vibrante que ya parece olvidada, mientras ahora las calles por las que paseaban los transeúntes se han convertido en caminos de polvo solitarios rodeados de edificios esqueléticos. Uno de los testimonios más impactantes es el de Ghazal Banat, una adolescente que vivió junto a su familia las consecuencias de la explosión de seis misiles, y a la que Mohammed encuentra poco después en el campo de refugiados. Pero no es tan sobrecogedor por la descripción del impacto continuado de misiles en su casa, sino por el reflejo de la pérdida de esperanza y de la madurez forzosa de una niña que ya ha dejado de serlo: "Solía levantarme, lavarme la cara, vestirme y desayunar, e ir al colegio. Ahora me despierto y lo primero que hago es buscar agua. Tenía sueños antes de la guerra, pero ahora han desaparecido. Mi único deseo es que se acabe la guerra". Los sonidos de Gaza son también los de los desplazamientos, las familias que convierten sus coches en espacios de carga para todos los recuerdos. Gaza sound man utiliza el diseño de sonido como una herramienta narrativa, componiendo una envoltura que siempre es descriptiva, elevando el impacto de las bombas y sosteniendo el silencio de las zonas destruidas. La abuela de Mohamed, Um Ala Yaghi, es el testimonio de las guerras que ha vivido toda una generación de palestinos, pero también el reflejo de las voces que no se apagan a pesar de los continuos ataques.
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A simple soldierArtem Ryzhykov, Juan Camilo CruzUcrania, Estados Unidos, Reino Unido 2025 | Competición Tim Hetherington | ★★★★☆ |
La invasión de Rusia en Ucrania es otro de los frentes que ha desestabilizado el panorama geopolítico mundial y que se ha convertido en un tema recurrente en producciones documentales y algunas de ficción. Hemos hablado desde Sheffield Doc Fest de películas como Cuba & Alaska (Yegor Troyanovski, 2025), y ahora abordamos otros títulos que han formado parte de su programación. La diferencia que propone A simple soldier (Artem Ryzhykov, Juan Camilo Cruz, 2025) es mirar la guerra en primer persona, a través de un cineasta que decidió alistarse voluntariamente en el ejército ucraniano, no solo para luchar por su país sino también para filmar desde el frente cómo se desarrollaba una guerra que nadie pensaba que iba a durar tanto tiempo. Y consigue ofrecer una mezcla fascinante entre la descripción de la cotidianidad de un soldado en medio de una guerra moderna y el retrato de una persona normal que se encuentra en situaciones de peligro como una emboscada de un batallón del ejército ruso. Artem Ryzhykov es un cineasta ucraniano que se dio a conocer por su trabajo como director de fotografía del documental The Russian woodpecker (Chad Gracia, 2015), que consiguió el Gran Premio del Jurado en el Festival de Sundance, y recientemente ha trabajado en el nuevo documental del director norteamericano Chad Gracia, Sex in the Soviet Union (2025), que analiza la represión sexual durante siete décadas en la antigua Unión Soviética. Las protestas del Maidan en 2014 contra el presidente pro-ruso Viktor Yanukovych llegaron cuando se encontraba trabajando en aquella película, y al comienzo de A simple soldier podemos ver algunas de las grabaciones que hizo con su cámara, tan duramente reprimidas que él mismo fue herido por un disparo mientras estaba filmando y su cámara quedó destrozada. Al comienzo de la invasión ilegal por parte de Rusia en 2022, decidió incorporarse al ejército sin decirle a su novia y a su familia dónde se encontraba. Pero aunque su intención era grabar su experiencia como soldado, la realidad comienza a demostrar que no es tan fácil compaginar al militar con el cineasta. La película abarca los primeros años del conflicto, incluso la preparación de ciudadanos ucranianos para una eventual guerra desde 2021. En esas modestas sesiones de entrenamiento Artem Ryzhykov conoce a la médica Marta y a su esposo Sergiy, que deciden enviar a sus hijos a Estados Unidos y con los que compartirá parte de su experiencia como soldado. Pero la cámara no es tan bienvenida como esperaba y durante la defensa de Irpin, recibe un dura reprimenda de su superior Medich (quien meses después moriría durante un enfrentamiento con los rusos) por haberse dirigido al frente, donde quería grabar a soldados rusos muertos.
A simple soldier muestra el desarrollo de Artem Ryzhykov a lo largo de su experiencia en una guerra que cada vez más se apoya en la utilización de drones que permiten que las líneas de avance se alejen de los invasores rusos. Él se considera al principio un cineasta que ocasionalmente participa en la guerra, pero acabará asumiendo su papel como un soldado que necesita estar más enfocado en el frente que en su cámara: "Ya no eres un director, ahora eres un soldado", se dice a sí mismo. Decepcionado porque le relegan a puestos de retaguardia como jefe de prensa o ayudando a las familias que se han quedado atrás a abandonar sus casas ante la cercanía del avance ruso, participa en la defensa de Járkov donde le es asignado un nuevo superior, Fantom, que también será gravemente herido meses después. Y encuentra su mejor cometido después de comprar un dron chino que participa en labores de información, grabando el avance del ejército enemigo. El montaje de las miles de horas que grabó Artem Ryzhykov durante los primeros años de guerra fue estructurado en una línea narrativa por el cineasta colombiano-alemán Juan Camilo Cruz, que ganó dos premios BAFTA TV por su documental Hijos de los talibanes (2023). Pero también ha conseguido la participación de destacados productores como el norteamericano Ben Silverman, productor de series como The office (Prime Video, 2005-2013) o Stick: El swing perfecto (Apple tv+, 2025), y el británico John Battsek, nominado al Oscar por Bobi Wine: El presidente del pueblo (Moses Bwayo, Christopher Sharp, 2022). La película refleja hábilmente la evolución del protagonista conforme toma conciencia de que debe elegir entre participar directamente como soldado o ser solo espectador tras su cámara, especialmente cuando pasa varios días en la unidad médica en la que trabaja Marta. Ella también sufre una pérdida importante en una guerra de la que dice: "Esta es una guerra absurda. Completamente absurda". La película captura de manera precisa la transformación de Artem desde un novato que se tiende al suelo cada vez que suena un bombardeo lejano, hasta un soldado que tiene cada vez menos miedo y que habla constantemente de la muerte como una posibilidad cercana: "Puedo matar a este mundo. Puedo matar a mis enemigos. Incluso puedo matarme a mi mismo". Hay demasiados entierros y demasiadas pérdidas. Bajmut y Kúpiansk son otras ciudades en cuya defensa participa pero que acaban perdiéndose. A simple soldier es un viaje por el horror de la guerra pero sin mostrarla directamente, reflejando sobre todo el poder deshumanizante que puede tener.
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Shards of lightMarcus Lenz, Mila TeshaievaAlemania, Ucrania 2025 | Competición Internacional | ★★★★☆ |
La sorpresa por la duración de una guerra que muchos consideraban que sería más corta de lo que está resultando, se refleja en los últimos proyectos de los directores Marcus Lenz (1969, Alemania) y Mila Teshaieva (1974, Ucrania), quienes presentaron hace unos años el documental When spring came to Bucha (2022), que describía la vida de algunos de los vecinos de esta localidad ucraniana poco después de que fuera liberada de la ocupación rusa. Ésta solo duró un mes, entre el 27 de febrero y el 31 de marzo de 2022, pero tuvo como consecuencia uno de los primeros crímenes de guerra por parte de Rusia: la conocida como masacre de Bucha, el asesinato de al menos 400 civiles, algunos de los cuales fueron encontrados con las manos atadas y con disparos a quemarropa, lo que indica que se habían llevado a cabo ejecuciones sumarias. A finales de ese mismo año, los directores decidieron regresar a la ciudad para grabar de nuevo cómo estaban sobreviviendo algunos de los protagonistas de su anterior película, de manera que Shards of light (Marcus Lenz, Mila Teshaieva, 2025), cuyo título refleja algo de luz en la oscuridad, es una continuación directa que recupera la mirada hacia la vida cotidiana después de la ocupación. Para algunas ucranianas como Olga Malakh, una persona conocida y amable con sus vecinos, se ha convertido en otro infierno, cuando es investigada después de que algunos de esos vecinos la hayan denunciado como colaboradora de los rusos. Aunque no se da demasiada credibilidad a estas acusaciones, algunos momentos de negociación con los oficiales rusos pudo ser percibido como una colaboración, lo que la enfrenta a una posible condena por traición que supone varios años de cárcel. Esta nueva incursión en una ciudad que trata de sobrevivir después de una ocupación traumática mientras mira cómo en otras partes de Ucrania sigue avanzando el ejército ruso, muestra los desafíos de una población enfrentada a la falta de vivienda porque las suyas han sido destruidas, pero también a la permanencia del trauma cuando se han perdido familiares. Alla Nechyporenko y Yuri Bilous son una madre y su hijo que fueron testigos del asesinato de su marido/padre, y tratan de conseguir junto a un abogado que el soldado ruso Kashin, autor del disparo, sea detenido y acusado de crímenes de guerra. Yuri consigue localizar al soldado por las redes sociales y se comunica con él, pero la indiferencia que recibe es sobrecogedora, reflejando la impotencia frente a una justicia que se ve bloqueada constantemente por los trámites burocráticos y la necesidad de pruebas concluyentes.
Shards of light refleja el vacío psicológico de una ciudad destruida en su superficie, pero también en su interior, con silencios elocuentes y apegos casi obsesivos. La casa de Liudmyla Kizilova fue destruida y ahora está siendo reconstruida, pero ella se dedica a cuidar cada día el jardín, como un símbolo de la necesidad de regresar a la vida en este espacio adyacente en medio de los escombros. La película también recupera a Olenka, una adolescente que apareció en When spring came to Bucha, que forma parte de esos segmentos dedicados a la generación más joven que se ha enfrentado a la guerra. Los niños juegan a ser soldados mientras la educación postbélica les enseña a detectar minas antipersona que han dejado los rusos tras su paso por la ciudad, mientras en la clase de teatro la profesora trata de explicar a sus alumnas por qué van a ensayar de nuevo una obra sobre la guerra: "Será un tema relevante durante mucho tiempo. Incluso después de que acabe". La pedagogía de guerra impregna las escuelas, donde se elaboran discursos improbables en otras circunstancias: "Estoy muy contenta de que todos los que estamos en esta clase estemos vivos, sanos y sin heridas. Hay algunos estudiantes cuyas casas sufrieron daños, pero las reconstruiremos", dice una profesora que acaba emocionándose. Las imágenes que captan los directores a lo largo de la ciudad consiguen un grado de intimidad profundo con sus protagonistas, después de muchas conversaciones previas antes del rodaje, observando sin intervenir pero situándose siempre a una distancia cercana. Bucha sigue siendo una ciudad marcada por el conflicto a pesar de haber sobrevivido a él, con una cotidianidad que nunca llegará a ser igual a la que se vivía antes de la invasión rusa.
Gaza sound man está disponible en alquiler y venta en Amazon, Apple tv, Google Play y Vimeo on Demand.
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Películas mencionadas:
Bobi Wine: El presidente del pueblo se puede ver en Disney+.
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