06 junio, 2019

Oslo Pix Festival 2019 (1ª parte)

Regresamos al Festival de Cine Oslo Pix, un encuentro que propone cada año un interesante repaso a los títulos más destacados del panorama de festivales y, sobre todo, a los estrenos más relevantes de la cinematografía escandinava. Oslo Pix es, a la entrada del verano, una de las primeras citas con el cine que podemos encontrar en los países del Norte de Europa. Por su modestia, no es un festival de categoría principal como pueden ser Estocolmo o Copenhague, pero sí se trata de uno de los encuentros más abiertos, en el que el cine comercial y las producciones independientes se dan la mano. 

En Oslo Pix podemos encontrar desde premieres de blockbusters como X-men: Fénix oscura (Simon Kinberg, 2019) o Tolkien (Domen Karukoski, 2019), que en Noruega se estrena a mediados de mes, hasta esperadas producciones que han pasado por recientes festivales de cine internacionales, como el controvertido documental Diego Maradona (Asif Kapadia, 2019), poco después de su estreno en el Festival de Cannes. Y sobre todo Oslo Pix es un festival que toma las calles de Oslo, especialmente Stortinsgata, junto al majestuoso (y para muchos horroroso) edificio del Ayuntamiento de la ciudad, con proyecciones al aire libre de clásicos de Hollywood como WALL-E (Andrew Stanton, 2008), o Cuando Harry encontró a Sally (Rob Reiner, 1989), y encuentros especiales como la presentación de Todos los hombres del presidente (Alan J. Pakula, 1976), con la presencia del periodista Bob Woodward, uno de los protagonistas de la investigación periodística real en la que se basa la película. 

Ni qué decir tiene que la presencia de producciones escandinavas es importante en este festival noruego, donde se estrenan algunas de las películas más relevantes del año, como el film de inauguración, la producción danesa Dronningen (Queen of hearts) (May el-Toukhy, 2019), que pasó por los festivales de Götteborg, Rotterdam y Sundance, donde recibió el Premio del Público. La película se postula como uno de los títulos más relevantes del año, y no parece extraño que sea la elegida por Dinamarca como su representante para el Oscar. Otra de las producciones presentadas es Aniara (Pella Kågerman, 2018), basada en el famoso ciclo lírico del escritor sueco Harry Martinson del mismo título, una serie de poemas publicados en 1956 en los que describía la trayectoria de una nave espacial con 8.000 personas que permanece a la deriva en el espacio. Interesante acercamiento a la condición humana, y su confrontación psicológica en circunstancias adversas, la película intenta trasladar con irregulares resultados la reflexión en torno a la humanidad que encontramos en la serie de poemas. Pero el esfuerzo de la directora sueca se encuentra a veces impedido por un desigual sentido del ritmo que lastra sus resultados. 

La desolación en el espacio exterior.

La cinematografía italiana está representada por algunos títulos que han cosechado nominaciones para los principales premios de cine en el vecino país. A casa tutti bene (Gabriele Muccino, 2018) tuvo tres nominaciones para los David di Donatello. Se trata del regreso del director a su país, tras algunas incursiones en Hollywood con títulos como En busca de la felicidad (Gabriele Muccino, 2006), Un buen partido (Gabriele Muccino, 2012) o De padres a hijas (Gabriele Muccino, 2015), y esa especie de película de transición que fue el drama gay L'estate addosso (Gabriele Muccino, 2016). En esta producción netamente italiana, el director se centra una vez más en el universo familiar, a través del encuentro veraniego que se produce para celebrar el 50 aniversario del matrimonio de abuelos, patriarcas de una gran familia. Pero, como suele suceder en estos casos, la aparente felicidad del comienzo se torna en revelación de secretos, desencuentros económicos y enfrentamientos personales que terminan por desestructurar esa cohesión hogareña. Sin ser una gran película, es uno de los títulos más interesantes de la irregular carrera del director. 

Por otro lado, el debutante Phaim Bhuiyan, segunda generación de inmigrantes de Bangladesh, ha conseguido una nominación al Premio Nastro de Argento como Mejor Comedia con su película Bangla (Phaim Bhuiyan, 2019), que no sólo escribe y dirige, sino también protagoniza. En cierta medida, esta comedia algo simplona pero que contiene en una segunda lectura algunas interesantes reflexiones sobre qué es ser inmigrante en Italia, aunque hayas nacido allí, nos recuerda a otros títulos italianos como Caro diario (Nanni Moretti, 1993), aunque el joven director de 23 años confesaba en la presentación de la película que se había inspirado especialmente en el trabajo de Aziz Ansari en la la serie norteamericana Master of none (Netflix, 2015-), y suponemos que sobre todo en su segunda temporada, que precisamente se desarrolla en Italia. Aunque no alcanza esas dosis de comedia humana que encontramos en otros títulos italianos, Bangla al menos consigue algunos momentos logrados dentro de su ingenuidad. 

Bangla es una comedia de amor intercultural. 

Uno de los títulos más interesantes que hemos podido ver hasta el momento es la producción francesa L'heure de la sortie (La última lección) (Sébastien Marnier, 2019), un thriller claustrofóbico en torno a un grupo de adolescentes con extraños comportamientos que acaban por fascinar y al mismo tiempo provocan repulsa en un profesor sustituto que llega a una clase experimental tras el suicidio del anterior educador. El director de la interesante Irréprochable (Sébastien Marnier, 2016) propone aquí una excelente atmósfera perversa en torno a este grupo de jóvenes cuyas reflexiones sobre la condición humana acaban siendo dramáticas y autodestructivas. El ritmo que aporta el realizador a este descubrimiento progresivo de las catástrofes provocadas por el hombre, consigue crear una tensión en el espectador que nos mantiene atentos durante todo el metraje, hasta llegar a un final contundente que invita a la meditación. 

Entre las Perlas del Festival encontramos algunos títulos destacados como la comedia bielorrusa Crystal swan (Darya Zhuk, 2018) que, en realidad, esconde dentro de algunos momentos cómicos, una visión pesimista de un país que vivió una profunda crisis económica cuando se independizó de Rusia en los años noventa. La contraposición de posturas entre quienes añoraban la seguridad y estabilidad que les proporcionaba vivir bajo la tutela de Rusia, aunque fuera a base de estar sometidos ideológica y económicamente, frente a la supuesta libertad que implica la independencia, pero con una zozobra vital importante, es uno de los elementos más interesantes de esta propuesta. La protagonista es una joven que quiere emigrar a Estados Unidos pero que acaba conviviendo con una familia en un pueblo perdido cuando se equivoca al escribir el número de teléfono de su supuesto trabajo en el formulario de petición de visado para salir de su país. El contraste entre sus sueños de un futuro mejor y la resignación de una familia que no tiene esperanzas ni sueños se convierte al final en un duro reflejo de la situación de la mujer en su país. Aunque la película no termina de cuajar en su faceta de comedia, sí contiene elementos que la hacen interesante en la descripción de este estado de desasosiego que vivieron algunos países protagonistas de la desintegración del mastodonte soviético. 

Comedia negra bielorrusa en Crystal swan.

También en esta sección encontramos una de las escasas muestras de cine español que suele formar parte de la programación de Oslo Pix. El documental Muchos hijos, un mono y un castillo (Gustavo Salmerón, 2017), ganador del Goya el año pasado, está presente junto a su director este viernes. Mientras que a competición se proyecta el interesante thriller político El reino (Rodrigo Sorogoyen, 2018), aunque sin la presencia de ningún miembro de su equipo. Sin duda, dos muestras interesantes del panorama cinematográfico, pero escasas en un festival que podría encontrar otros títulos interesantes en la producción española del año si los programadores hicieran un mayor esfuerzo por bucear en nuestra cinematografía. 


La Sección Oficial no mantiene una cohesión programática, y eso impide que el festival tenga una entidad suficiente como para destacar entre otras citas cinematográficas en los países escandinavos. Es tan diversa, y al mismo tiempo tan dispersa que no encuentra el equilibrio adecuado para conformar una lista de películas de interés. Así, encontramos films como Les filles du soleil (Eva Husson, 2018), un drama bélico que se desarrolla en el Kurdistán y que estuvo presente en la Sección Oficial del Festival de Cannes. Esta historia que protagoniza un grupo de mujeres que tratan de enfrentarse a las imposiciones extremistas resulta alguna difusa en su desarrollo. Comienza mostrando a la protagonista como una guerrera curtida en las labores de la guerra, pero la directora quiere sobre todo contarnos su trayectoria anterior, el proceso de cómo una madre se convierte en soldado. En este sentido, el largo flashback se convierte en la parte fundamental de la película, pero aunque las escenas bélicas son creíbles, el pulso narrativo adolece de cierta incapacidad para elaborar un drama con la suficiente tensión como para mantener nuestra mirada en todo momento. 


Mujeres luchando contra ISIS en Les filles du soleil.

También a competición se encuentra The beast in the jungle (Ciara van Gool, 2019), que convierte la historia de amor clandestina descrita en la novela de Henry James en una suerte de juego de sensaciones que se revela especialmente a través de movimientos coreográficos que en algunos momentos nos hacen pensar que estamos viendo una pieza de ballet en vez de una película. El planteamiento es valiente y hasta osado, pero lamentablemente no aguanta un metraje largo, y acaba resultando artificioso y pedante en algunos momentos. Tampoco ayuda la propuesta algo confusa de establecer un paralelismo entre la época en la que se desarrolla la historia original y el presente, con un juego de dobles personajes que termina por dilapidar los posibles aciertos que pudiera haber tenido. 

En Oslo Pix está muy presente la nacionalidad norteamericana, con títulos de reciente estreno en Estados Unidos, como la comedia adolescente Booksmart (Olivia Wilde, 2019), que se estrenó el pasado fin de semana en la taquilla estadounidense, aunque sin lograr resultados notables a pesar de ser una de las películas más valoradas por la crítica. En realidad, Booksmart no se diferencia mucho de otras comedias adolescentes recientes, aunque sí hay que reconocer que tiene un guión más elaborado de lo habitual, con personajes que en cierta manera reinterpretan los estereotipos para hacerlos más atractivos. Funciona bien la química entre las dos protagonistas, Kaitlyn Dever y Beanie Feldstein, y tiene momentos de lograda comicidad, aunque también otros de banal humor, pero en general es una "teenager movie" bien dirigida por la actriz Olivia Wilde, debutante en estas labores. 

Oro de los títulos presentes es Her smell (Alex Ross Perry, 2018), curiosa incursión del singular director de películas como Queen of Earth (Alex Ross Perry, 2015) en el mundo de la música, con Elisabeth Moss de nuevo interpretando uno de esos personajes intensos que parecen haberse convertido en habituales dentro de su carrera. Precisamente acaba de estrenarse la tercera temporada de The handmaid's tale (Hulu, 2017-), paradigma de ese tipo de caracteres sufridores que viene protagonizando la actriz en los últimos años. Aquí realiza una soberbia creación de una exitosa cantante de rock que acaba psicológicamente dañada por el alcohol y las drogas, y debe tratar de encontrar la manera de regresar a un mundo de éxito pero también de excesos. Quizás la primera parte resulta algo caótica e irregular, pero es en la segunda parte de la película en la que la actriz y el director demuestran su capacidad para recrear la indefensión y la inestabilidad de un personaje interesante en su capacidad de autodestrucción. 

Elisabeth Moss antes del estreno de The handmaid's tale.

La trayectoria de la animadora Nina Paley es ciertamente curiosa, con un estilo de animación que consigue momentos especialmente logrados a pesar de la rigidez de su planteamiento formal. Pero creemos que su estilo funciona mejor en historias cortas que en largometrajes, aunque consiguió una cierta relevancia con su película Sita sings the blues (Nina Paley, 2008). Ahora regresa al terreno del metraje largo con Seder-masochism (Nina Paley, 2018), una suerte de musical animado en el que repasa historias del Libro del Éxodo (la condición judía de la directora es fundamental para entender buena parte de su trayectoria), pero lo hace con humor y cierta irreverencia, poniendo a personajes como Moisés o Jesucristo a cantar canciones populares. Al final, seder-masochism se convierte en un conjunto de cortometrajes unidos por una temática común que funcionan solo en algunos momentos, y en algunos casos los mejores fragmentos son aquellos que no están realizados para la propia película. Por ejemplo, uno de los capítulos incluidos es en realidad el cortometraje This land is mine (Nina Paley, 2012), sin duda una de las mejores obras de la directora, en el que repasa con sórdido humor negro la historia de la humanidad asentada en la violencia, mientras los personajes interpretan la canción de Andy Williams para la película Éxodo (Otto Preminger, 1960). Magistral como cortometraje, pero insuficiente como parte de un conjunto. 



El éxodo judío representado en la película de animación Seder-masochism.

Por último, en el terreno de los documentales encontramos títulos como United skates (Tina Brown, Dyana Winkler, 2018), ganador del Premio del Público en el Festival Tribeca, que nos introduce en el mundo de las pistas de patinaje en Estados Unidos. Pero, aunque al principio parece una simple celebración de la agilidad de sus protagonistas con los patines, poco a poco se torna en un interesante reflejo de cómo una actividad deportiva se convirtió en el refugio de la comunidad afroamericana en muchas ciudades de Estados Unidos, y cómo la especulación inmobiliaria provocó la práctica desaparición de las más famosas pistas de patinaje del país. En este sentido, el documental funciona perfectamente como descripción de la evolución económica de un país más a favor del consumismo que del mantenimiento de comunidades volcadas en el servicio social. Y finalmente se convierte en un documental pesimista que trata de filtrar cierto grado de optimismo al final, pero que no puede evitar provocar desesperanza en el espectador. 

En nuestra próxima crónica hablaremos sobre todo de documentales como Diego Maradona (Asif Kapadia, 2019) o el espléndido Cold case Hammarskjöld (Mads Brügger, 2019), la presencia de Gustavo Salmerón en el festival y la recta final de una cita marcada este año por una lluvia casi incesante. 



Crystal swan se estrena el 1 de julio en Atlantida Film Fest
Booksmart (Súper empollonas) se estrena el 27 de julio
United skates se puede ver en HBO España


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