Nos acercamos de nuevo a un Festival de Cannes que está teniendo un marcado carácter político, con la publicación el primer día de una carta firmada por casi cuatrocientos cineastas que denunciaban el silencio de la comunidad cinematográfica ante el genocidio ejercido por Israel contra Gaza, y al que se han ido incorporando algunos de los invitados que han presentado películas en Cannes. En nuestras crónicas repasamos títulos que forman parte de la programación de Un Certain Regard y la Semana de la Crítica, en los que hemos encontrado algunas películas notables y una de las propuestas más singulares de esta edición del festival.
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Love me tenderAnna Cazenave CambetFrancia 2025 | Un Certain Regard | ★★★★☆ |
Desde la apertura de la película que muestra el roce de la piel y las miradas seductoras en una piscina que forma parte de la vida estructurada de Clémence (Vicky Krieps), hay una sensualidad en un encuentro sexual furtivo que expresa la transformación que está experimentando. Como su propia decisión de romper con varios años de trabajo como abogada de alto perfil para dedicarse a la escritura, el clasicismo de una pieza musical de Carl Friedrich Abel interpretada por Jordi Savall termina bruscamente, la misma brusquedad con la que ella ha cerrado un capítulo de su vida. La escritora Constance Debré (1972, Francia), nieta de Michel Debré, que fue primer ministro durante el gobierno de Charles De Gaulle, contó su propia experiencia en un libro de autoficción titulado Love me tender (Ed. Alpha Decay, 2020), que abordaba temas como la sexualidad, la maternidad y las normas establecidas. En las obras anteriores de la directora Anna Cazenave Cambet (1990, Francia), especialmente su largometraje de debut Gold for dogs (2020), que participó en la Semana de la Crítica, también estaba presente el deseo para reflejar las interioridades emocionales de su protagonista, y se desarrollaba al final del verano, la época en la que comienza esta nueva película. Clémence también ha roto su matrimonio con Laurent (Antoine Reinartz) con el que parece mantener una buena relación; en su encuentro en una cafetería ambos visten de manera parecida, como si hubieran compartido ropa. Pero el anuncio de que ella ha empezado a salir con otras mujeres es un detonante para la quiebra de su relación, en la que su hijo Paul (Viggo Ferreira-Redier) se convierte en sujeto de fricción al comenzar un largo proceso legal que desvela la manipulación emocional que Laurent ha ejercido sobre él para impedir que Clémence pueda compartir la custodia. Pero por encima de todo está el rechazo a su independencia, a su decisión de abandonar una profesión socialmente reconocida por la inestabilidad de la escritura y a su entrega a una sensualidad promiscua y libre que la separa de su vida anterior. El relato de Clémence forma parte del libro que está escribiendo, usado como estructura narrativa para mostrar el paso del tiempo (los meses de espera en un proceso judicial que se alarga innecesariamente) y reflejando su autonomía respecto a la realidad de su vida.
Lejos de tratarse de una película sobre una batalla judicial, Love me tender (Anna Cazenave Cambet, 2025) tiene más interés en mostrar las consecuencias. Acusada incluso de pedofilia por su marido, la manipulación emocional que ha sufrido Paul es rápidamente detectada, pero la burocracia judicial alarga la resolución constantemente, y ella solo puede ver a su hijo en encuentros supervisados. La frialdad de estas visitas bajo la mirada de una experta en mediación (Aurélia Petit) contrasta con la fisicidad del reencuentro entre Paul y Clémence, la necesidad de expresarse a través del abrazo y el contacto entre ambos La película contrasta la relación entre madre e hijo con la vida de Clémence a través de los meses que transcurren en este largo proceso judicial, que se expresa también desde el contacto físico de las relaciones esporádicas. Mientras Clémence construye su independencia y su propia identidad queer, está atada a su antigua relación heterosexual a través del hilo de una justicia injusta. Pero sobre todo de su necesidad de resistir sin rendirse para mantener intacta su identificación como madre. Cuando puede compartir un día sin supervisión con Paul, le lleva a ver a su abuelo (Féodor Atkine) y ven en televisión la película El increíble hombre menguante (Jack Arnold, 1957), en la única escena auténticamente familiar que se muestra a lo largo de esta historia. Pero el clásico de ciencia-ficción sobre personajes que se desvanecen también es un reflejo de cómo el largo proceso está provocando que la presencia de Clémence sea cada vez más insignificante en la vida de su hijo. Hay una mayor inestabilidad en la segunda parte de la película, cuando ella comienza una relación con Sarah (Monia Chokri) que inevitablemente se ve afectada por la kafkiana experiencia de Clémence: "Dice que no puede soportar mi amor desenfrenado seguido de la frialdad. Está harta de mi arrogancia, de mis estúpidos dichos, que van de mejor a peor." La resistencia a la rendición como madre se dibuja en las tomas de Clémence en bicicleta por las calles de Belleville, el efecto del cambio de las estaciones y la transformación física que reproduce su rebeldía, expresada por una representación física del personaje muy contundente por parte de Vicky Krieps, que se apodera del espacio y del tiempo a lo largo de la película. Mientras que el final que propone Anna Cazenave Cambet es menos usual, más abierto a una esperanza que queda pendiente del transcurrir de los años.
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NinoPauline LoquèsFrancia 2025 | Semana de la Crítica | ★★★★☆Semana de la Crítica '25: Premio Revelación (Théodore Pellerin) |
Desde la experiencia real de una persona cercana que falleció de cáncer a los treinta y siete años, la directora Pauline Loquès debuta en el largometraje con una historia sensible e inteligente protagonizada por un joven que recibe un diagnóstico de cáncer de garganta provocado posiblemente por el virus del papiloma humano (VPH). Al elegir este tipo de tumor que afecta a un sector de la población más joven, pero al mismo tiempo es curable, el personaje de Nino (Théodore Pellerin) no se enfrenta a la muerte, eliminando el carácter trágico que podría tener la historia. Pero sí a un tratamiento de quimioterapia y radioterapia cuyos efectos secundarios pueden provocar esterilidad. Esto introduce en un personaje masculino una urgencia por entregar un frasco de esperma para que sea utilizado posteriormente si desea tener hijos, que establece un paralelismo con el reloj biológico de las mujeres. En su caso, le quedan los tres días hasta el comienzo de la quimioterapia para recoger el esperma y entregarlo en el hospital, pero su perplejidad interior frente al diagnóstico le impide tener la tranquilidad necesaria. La habilidad del relato consiste en no estar centrado en el tratamiento y el desarrollo de la enfermedad, como es habitual, sino en en el fin de semana previo al comienzo de la quimioterapia, una especie de limbo en el que el protagonista deberá asumir su realidad y encontrar la manera de comunicársela a sus personas más cercanas. Nino (Pauline Loquès, 2025) se construye así a partir del shock que provoca una noticia inesperada que cambia las expectativas de un joven con un trabajo estable y una familia cariñosa, sobre el que pesa sin embargo la repentina muerte de su padre cuando era un niño. Es un punto de partida que tiene relación con el cortometraje previo de la directora, La vie de jeune fille (2018), en el que la treintañera Constance se enfrenta en solitario a la ruptura del compromiso por parte de su prometido, sin encontrar el momento de decírselo a sus amigas. Pero sobre todo recuerda inevitablemente a la película Cleo de 5 a 7 (Agnès Varda, 1962) en la que la protagonista esperaba el resultado de un diagnóstico que ella teme que pueda ser cáncer. A lo largo de los tres días en los que transcurre la historia, Nino se encuentra con familiares y amigos, pero no es capaz de compartir la noticia. Al no poder acceder a su apartamento porque ha perdido las llaves y no localiza al conserje, acude a casa de su madre (Jeanne Balibar), que es tan cercana y cariñosa como desconectada de la vida de su hijo.
Nino deambula por las calles de París dirigiéndose a una fiesta de cumpleaños organizada por su amigo Sofian (William Lebghil), el único con el que comparte la noticia, pero que parece reaccionar con el mismo estado de shock que él, y acudiendo a la casa de su exnovia Camille (Camille Rutherford) para advertirle en una postal que se realice pruebas del papiloma, pero no se atreve a decírselo directamente cuando se encuentra con ella en el portal del edificio. París se convierte en un camino hacia ninguna parte que Nino comienza a recorrer buscando sentido a una vida que se ha transformado. En esa búsqueda del aislamiento, llega a dormir en un centro para personas sin hogar donde se cruza con un hombre desconocido (Mathieu Amalric) que sugiere cierto tono de fantasía, alguien que le ayuda sin pedir nada a cambio, pero que no está claro si es un loco, un sabio o simplemente el producto de su imaginación. Cuando le enseña la fotografía de su esposa, en realidad vemos la imagen de la actriz Romy Schneider, lo que refuerza esa idea de incertidumbre sobre una figura que establece sin embargo un tipo de conexión extraña. También en la fiesta, Nino se encuentra en el baño con Lina (Estelle Meyer) quien le pide ayuda para su inyección de estimulación ovárica, un punto de inflexión en el que el joven cambia su percepción estrictamente cerebral para entender la necesidad de abrirse a los demás. Es a través de los personajes que se cruzan con él durante estos tres días como Nino adoptará el impulso para afrontar la realidad de su tratamiento, como el reencuentro con una antigua amiga, Zoé (Salomé Dewaels), que ahora es madre soltera. Filmada con cámara en mano y una luminosidad que no impacta directamente en el personaje sino que lo envuelve en una especie de tono etéreo, Nino también es un trabajo notable del actor quebequense Théodore Pellerin, quien captura la indecisión y la zozobra emocional de su personaje a través de los gestos, las expresiones y su presencia física apagada, y al que hemos visto en las series Benjamin Franklin (Apple tv+, 2023) y Becoming Karl Lagerfeld (Disney+, 2024), y más recientemente en el thriller dramático Lurker (Alex Russell, 2025). Cuando la incertidumbre y el miedo dejan paso a la aceptación de la realidad, la sala de quimioterapia es retratada como una sala de maternidad que proporciona una mirada más optimista.
A useful ghostRatchapoom BoonbunchachokeTailandia, Francia, Singapur 2025 | Semana de la Crítica | ★★★★★Semana de la Crítica '25: Gran Premio Mejor Película |
La película más audaz y original de esta edición del Festival de Cannes no se encuentra en la Sección Oficial, sino que se esconde en la Semana de la Crítica, a través del debut en el largometraje del director tailandés Ratchapoom Boonbunchachoke, que es al mismo tiempo una comedia surrealista, una historia de fantasmas y una reflexión sociopolítica sobre el pasado histórico de su país. El polvo se apodera del comienzo de la historia, representando la contaminación provocada por las grandes industrias, pero también como una referencia al carácter peyorativo con el que se describe a los ciudadanos de clases inferiores, personas sin voz que son desplazadas dentro de la sociedad, "polvo" para los sectores más poderosos. La contaminación es la causa de la muerte de Nat (Davika Hoorne), dejando a su esposo March (Wisarut Himmarat) desolado por la ausencia. En paralelo, la fábrica que pertenece a su familia comienza a detectar la presencia de fantasmas que se apoderan de la maquinaria, en especial un antiguo trabajador que acusa a los dueños de su fallecimiento: "Los fantasmas son aquellos que no se rinden ante la muerte; su regreso es un acto de protesta", se dice, como una revelación de la condición subversiva del acto de no desaparecer después de haber muerto. A useful ghost (Ratchapoom Boonbunchachoke, 2025) tiene una estructura narrativa que se asemeja a las cajas chinas, contando una historia dentro de otra historia. La trama principal está narrada a través de Krong (Wanlop Rungkumjad), un técnico de mantenimiento que llega a la casa de un joven anónimo homosexual que se autodenomina Travesti Académico (Wisarut Homhuan), para reparar una aspiradora que no para de toser. Krong es el narrador de la historia de March y su familia adinerada y corrupta. Cuando éste recibe la visita del fantasma de su esposa, que ha adoptado a los ojos de los demás la forma de una aspiradora, se entrega totalmente a ella, aunque las consecuencias serán complicadas. Inspirándose en la leyenda tradicional tailandesa de Mae Nak, que cuenta la relación entre un fantasma y su esposo viudo, el director introduce elementos de la cultura popular y del pasado histórico, como en su premiado cortometraje Red Aninsri; Or, Tiptoeing on the Still Trembling Berlin Wall (2020), a través de un relato que es divertido, extraño y cautivador, y que toma referencias de numerosas fuentes, desde las telenovelas hasta los cineastas europeos como Jacques Rivette, Joao Cesar Monteiro o Raoul Ruiz.
Lo más destacado de A useful ghost es la manera en que introduce tantos elementos narrativos dentro de un contexto de personajes diversos y relatos cruzados. Suman (ApasirI Nitibhon), la madre de March, no acepta la presencia del fantasma de su nuera, sometiendo a su hijo a un tratamiento psiquiátrico que incluye sesiones de electroshock, lo que puede recordar a las terapias de conversión homosexual. El tono surrealista de la película disimula que la comedia va desapareciendo hacia una reflexión mucho más seria, construyendo referencias al desmantelamiento del pasado y del futuro político del país, como la destrucción que se está llevando a cabo de la arquitectura 'Khana Ratsadon' (Partido del Pueblo) que construyeron funcionarios y militares que llevaron a Tailandia hacia una democracia constitucional en los años 30, o la eliminación de los símbolos del partido Future Forward que fue en 2019 una esperanza de cambio político y social completamente desarticulada por el sistema electoral tailandés, como se describe en el documental Breaking the cycle (Thanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong Saransate, 2024). La presencia de los fantasmas es cada vez más trágica, como los de las víctimas de la violenta represión de las protestas de 2010, cuyos truenos no dejan descansar y enferman cada vez más al ministro Paul (Gandhi Wasuvitchayagit). En su condición de comedia surrealista que abraza el realismo mágico, A useful ghost se alimenta de un subtexto que erradica la narrativa tradicional para sustituirla por un intertextualidad que la enriquece y se apodera de ella. El espíritu queer de las historias de Ratchapoom Boonbunchachoke construye una mirada hacia la diversidad, como diversa es la manifestación de los fantasmas, algunos con voces sin cuerpos visibles, otros translúcidos o totalmente imperceptibles. Su sufrimiento interior se expresa a través de murmullos y movimientos de objetos, ocupando el espacio de un país como Tailandia lleno de fantasmas que surgen de la indefinición de sus muertes, provocadas por las desapariciones forzadas y las matanzas. Su presencia refleja una conexión con el pasado que no está cerrada.
Once upon a time in GazaTarzan Nasser, Arab NasserFrancia, Alemania, Palestina, Portugal, Jordania, Qatar 2025 | Un Certain Regard | ★★★☆☆Un Certain Regard '25: Mejor Dirección |
Uno de los ministros de Hamás que aparecen en la película afirma que "hacer cine en Gaza es una forma de resistencia. Las herramientas son diferentes, pero el objetivo es el mismo". Se refiere a la primera película de acción palestina, titulada Rebel, con cuyo trailer comienza esta historia que mezcla la comedia social, la mirada política y el cine dentro del cine. Los hermanos gemelos Tarzan Nasser y Arab Nasser han ofrecido ya títulos destacados que se han estrenado en festivales internacionales: Gaza mon amour (2020), presente en la Mostra de Venecia y ganadora de la Espiga de Plata en la Semana de Valladolid, y Dégradé (2020), seleccionada en la Semana de la Crítica del Festival de Cannes. En su última película, la ciudad de Gaza forma parte del título y también se convierte en protagonista al envolver a los personajes de esa inestabilidad e inseguridad que caracteriza la supervivencia en los territorios palestinos. Once upon a time in Gaza (Tarzan Nasser, Arab Nasser, 2025) no solo es una referencia cinematográfica a algunos títulos reconocibles como Hasta que llegó su hora (Sergio Leone, 1968) o Érase una vez en América (Sergio Leone, 1984), sino que también expresa de manera singular una referencia a Gaza como un lugar del pasado, ahora sepultada entre las bombas del genocidio israelí. Precisamente la historia se desarrolla en 2007, al año siguiente de la victoria democrática de Hamás, que fue rechazada por parte de la comunidad internacional, alimentando así la justificación del aumento del bloqueo y la presión militar de Israel. La película ofrece estas consideraciones políticas (comienza con las declaraciones de Donald Trump refiriéndose a Gaza como un futuro resort), porque el entorno del territorio está impregnado de la violencia, las bombas y esa sensación de que la vida puede escaparse en un solo segundo, con una bala perdida o una deflagración cercana. Pero la historia no se centra en la guerra, aunque ésta permanece presente en todo momento. Los protagonistas de Once upon a time in Gaza son Osama (Majd Eid), el dueño de un pequeño restaurante que se dedica al contrabando de analgésicos que distribuye envueltos en las pitas de falafel, el cocinero Yahya (Nader Abd Alhay), que tiene el sueño de poder salir de Gaza, lo que es impedido por las autoridades israelíes, y Abou Sami (Ramzi Maqdisi), un policía corrupto que pretende acabar con el negocio de Osama, aunque se trate de un contrabando menor. La trama principal se centra en estos tres personajes en la primera parte de la película, y establece una especie de cotidianidad dentro de un ambiente de conflicto militar permanente. Rodada en Jordania, que representa a una Gaza semidestruida pero aún con una cierta vida social estable, los directores se implicaron directamente en el diseño de producción para reflejar de la manera más fidedigna las calles del territorio palestino.
Aunque el comienzo fragmentado, entre noticias reales de televisión, ideas absurdas de un mandatario norteamericano con escaso conocimiento del conflicto, y la promo de una película de acción palestina, podría hacer pensar que Once upon a time in Gaza va a ser una comedia loca, en realidad no lo es. Hay elementos de humor negro y se usan los clichés del género de acción de serie B en la parte final, pero el tono en general es más serio de lo que parece y quizás por eso resulta algo desequilibrado. También hay una curiosa ausencia de personajes femeninos, lo que los directores justifican diciendo que es intencionado para mostrar la forma en que la vida de los protagonistas está emocionalmente fragmentadas. Las mujeres para ellos son solamente una fantasía, representando la ausencia añorada, como la que tiene Yahya de su hermana y su madre, que se encuentran en Cisjordania. Enfocándose en el retrato de personajes, la primera parte aborda la confrontación entre el policía Abou Sami y el negociante Osama, que influirá en los acontecimientos posteriores que se desarrollan en 2009. La segunda mitad es más irregular aunque adopta un mayor tono de comedia, centrándose en la elección de Yahya como el protagonista de la película de acción Rebel, a pesar de su inexperiencia en el cine. Surge así la narrativa meta-cinematográfica que refleja también una interacción entre la realidad y la ficción. Cuando el director de la película de acción escoge a Yahya, algunos consideran que lleva el pelo demasiado largo como para representar a un héroe de la causa palestina, lo que se puede interpretar como una mirada irónica a la masculinidad que habitualmente expone Hamás en su propaganda política. El rodaje también expone la falta de recursos, y los actores sienten miedo porque tienen que utilizar armas y munición real de los soldados, ya que no hay presupuesto para comprar réplicas. Los directores de Once upon a time in Gaza convierten a su protagonista en un héroe sin grandes efectos dramáticos, impregnando su heroicidad de paciencia y resistencia, frente a la representación cliché de la película dentro de la película. Hay buenas ideas y una planificación inteligente, con la sutileza de la fotografía de Christophe Graillot y la música de tono irónico del estupendo compositor Amine Bouhafa. Pero el resultado se siente menos relevante de lo que puede parecer.
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Películas mencionadas:
El increíble hombre menguante se puede ver en Filmin y Pluto tv.
Cleo de 5 a 7 se puede ver en Acontra+ y Tivify.
Gaza mon amour se puede ver en Filmin y Prime Video.
Hasta que llegó su hora se puede ver en Movistar Plus+, SkyShowtime y Tivify.
Érase una vez en América se puede ver en Disney+ y Prime Video.
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