Una inciativa de cohesión y comprensión a través de la música se ha convertido en una de las propuestas más fascinantes del panorama internacional.
Hace más de diez años, el productor musical Mark Johnson se encontraba en el metro de Nueva York cuando vio a dos monjes vestidos de blanco tocando música: uno a la guitarra y el otro cantando en una lengua extraña para quienes la escuchaban. Alrededor de esos dos músicos se congregaron más de 200 personas escuchando, sintiendo, emocionándose con lo que oían. La idea surgió entonces en la cabeza de Mark Johnson. Celebrar el poder de cohesión de la música alrededor del mundo a través de aquella que suena en la calle, la de los músicos callejeros.
Durante todos estos años, Mark Johnson y un pequeño equipo técnico han viajado por los más diversos escenarios "componiendo" versiones de temas clásicos o menos conocidos a través de la unión de diferentes voces, instrumentos, sonidos. Surge así una mezcla fascinante que otorga una dimensión distinta a canciones mil veces escuchadas. De Italia a Sudáfrica, del Nepal a Israel, del Congo a España, músicos que habitualmente tocan en la calle, desconocidos, son los verdaderos protagonistas de un proyecto titulado Playing for change que pretende utilizar la música para celebrar la paz.
La iniciativa puede sonar algo ingenua. Ya lo decía Neil Young cuando cantaba "Just singing a song won't change the world", una mirada mucho más pragmática, y podría entreverse, claro, el factor comercial de un proyecto que vende ya CD, DVD y merchandising. Pero, al menos, estas propuestas otorgan a la música el lugar que realmente le corresponde, no como transacción entre multinacionales, sino como fusión de sentimientos y creatividad a través de músicos a los que la web oficial www.playingforchange.com da la oportunidad de trascender fuera de su ámbito local para alcanzar una repercusión internacional.
El título de la iniciativa tiene doble sentido: por un lado, "tocar para cambiar" lo que haya que cambiar; por otro lado, tocar para conseguir ese cambio en monedas que nos dan cuando compramos algo, esas monedas que suelen acabar en el sombrero de un músico callejero. El equipo estuvo grabando también en la Nueva Orleans post-Katrina, y se encontró un ambiente desolado, pero en el que la música, la de la calle y la de los clubs, seguía sonando. Pero el gran descubrimiento del proyecto es la voz ronca, potente, escalofriante de Roger Ridley, un músico callejero de Santa Monica que nos provoca granas de viajar a California sólo para buscarle y escucharle. Su participación en la emocionante versión del "Stand by me" o su desgarrada interpretación de "Bring it on home" son auténticas joyas.
El proyecto incluye también grabaciones en video que conforman un documental dividido en episodios ocupados por una canción distinta.
Episodio 1. Presentación a cargo de Mark Johnson del proyecto
Episodio 2. Stand by me
Episodio 3. One love
Episodio 4. Don't worry
Episodio 5. Izulu
Episodio 6. Bring it on home
Episodio 7. Chanda mama
Hace más de diez años, el productor musical Mark Johnson se encontraba en el metro de Nueva York cuando vio a dos monjes vestidos de blanco tocando música: uno a la guitarra y el otro cantando en una lengua extraña para quienes la escuchaban. Alrededor de esos dos músicos se congregaron más de 200 personas escuchando, sintiendo, emocionándose con lo que oían. La idea surgió entonces en la cabeza de Mark Johnson. Celebrar el poder de cohesión de la música alrededor del mundo a través de aquella que suena en la calle, la de los músicos callejeros.
Durante todos estos años, Mark Johnson y un pequeño equipo técnico han viajado por los más diversos escenarios "componiendo" versiones de temas clásicos o menos conocidos a través de la unión de diferentes voces, instrumentos, sonidos. Surge así una mezcla fascinante que otorga una dimensión distinta a canciones mil veces escuchadas. De Italia a Sudáfrica, del Nepal a Israel, del Congo a España, músicos que habitualmente tocan en la calle, desconocidos, son los verdaderos protagonistas de un proyecto titulado Playing for change que pretende utilizar la música para celebrar la paz.
La iniciativa puede sonar algo ingenua. Ya lo decía Neil Young cuando cantaba "Just singing a song won't change the world", una mirada mucho más pragmática, y podría entreverse, claro, el factor comercial de un proyecto que vende ya CD, DVD y merchandising. Pero, al menos, estas propuestas otorgan a la música el lugar que realmente le corresponde, no como transacción entre multinacionales, sino como fusión de sentimientos y creatividad a través de músicos a los que la web oficial www.playingforchange.com da la oportunidad de trascender fuera de su ámbito local para alcanzar una repercusión internacional.
El título de la iniciativa tiene doble sentido: por un lado, "tocar para cambiar" lo que haya que cambiar; por otro lado, tocar para conseguir ese cambio en monedas que nos dan cuando compramos algo, esas monedas que suelen acabar en el sombrero de un músico callejero. El equipo estuvo grabando también en la Nueva Orleans post-Katrina, y se encontró un ambiente desolado, pero en el que la música, la de la calle y la de los clubs, seguía sonando. Pero el gran descubrimiento del proyecto es la voz ronca, potente, escalofriante de Roger Ridley, un músico callejero de Santa Monica que nos provoca granas de viajar a California sólo para buscarle y escucharle. Su participación en la emocionante versión del "Stand by me" o su desgarrada interpretación de "Bring it on home" son auténticas joyas.
El proyecto incluye también grabaciones en video que conforman un documental dividido en episodios ocupados por una canción distinta.
Episodio 1. Presentación a cargo de Mark Johnson del proyecto
Episodio 2. Stand by me
Episodio 3. One love
Episodio 4. Don't worry
Episodio 5. Izulu
Episodio 6. Bring it on home
Episodio 7. Chanda mama
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