27 mayo, 2025

Las series españolas de 2025: Parte 4

Las plataformas de streaming ofrecen una universalidad que permite la expansión de las historias a nuevos espectadores, pero también plantean el peligro de la homogeneidad, especialmente en la utilización del lenguaje. El rodaje de la serie vasca Desagertuta (Desaparecido) (Pr1meran, 2025) en euskera y en castellano para complacer las necesidades de Netflix refleja cierta falta de respeto por nuestra variedad lingüística, pero no es una práctica inusual. Películas para televisión como La dona del segle (La mujer del siglo) (TV3/RTVE, 2018) o L'enigma Verdaguer (TV3/RTVE, 2019) se han rodado también en dos versiones: catalán y castellano. Pero expresa una tendencia preocupante que en el caso de Netflix es habitual en cuanto a la desatención por las particularidades lingüísticas en beneficio de una mayor internacionalidad de sus producciones. Una serie como Al Norte del Norte (Netflix, 2025) transcurre dentro de una comunidad inuit pero su primera lengua está utilizada más como un anecdotario turístico que como una forma de comunicación real, y la mayor parte está hablada en inglés, que es la lengua secundaria (o lengua colonial) de los inuits. La utilización de Inteligencia Artificial para el subtitulado ha provocado anécdotas numerosas en cuanto a la escasa rigurosidad en las traducciones. Youngmi Mayer, presentadora del podcast Feeling Asian, denunciaba en un popular video de TikTok que el subtitulado en inglés de El juego del calamar (Netflix, 2021-) tergiversaba el sentido original de las frases, incluso provocando que el personaje de Han Mi-nyeo (Kim Joo-ryung) resultara más sumisa y menos lista que en la versión original. Mientras en una escena decía "Soy inteligente, pero no he tenido la oportunidad de estudiar", el subtitulado lo traducía como "No soy un genio, pero aún así lo conseguí". La versión original destacaba en el personaje uno de los retos de la sociedad coreana: la falta de oportunidades para personas que no cuentan con recursos económicos a pesar de tener un alto coeficiente intelectual, lo que desaparecía completamente en la traducción.  

TVE ha estrenado Weiss & Morales (RTVE Play, 2025) doblada al castellano incluso en las escenas rodadas en alemán entre el personaje de Nina Weiss (Katia Fellin) y su madre. José Pastor, director de Ficción, lo justificaba en Séries Mania diciendo que cuando se mantuvieron los diálogos en portugués en la coproducción Sequía (RTVE Play, 2022) hubo quejas de los espectadores. Aunque es evidente la pereza generalizada que tienen muchos espectadores españoles frente a los subtítulos, especialmente si se trata de lenguas autonómicas, no está claro si a una televisión pública le debería preocupar que se produzcan algunas quejas porque se respetan las lenguas originales en sus coproducciones. Y desde luego la plataforma de streaming RTVE Play al menos debería ofrecer la posibilidad de ver la versión original en los idiomas en los que se ha rodado, algo que ZDF sí permite en Alemania. Otra anécdota reciente ha ocurrido con el estreno de la serie Favàritx (IB3/HBO Max, 2025), ambientada en la isla de Menorca, a la que la plataforma adjudicó durante unos días como lengua original la versión doblada al castellano, mientras que en la cadena pública portuguesa RTP, coproductora de la serie, se ha estrenado solo en versión original con subtítulos. La lengua es un instrumento fundamental para preservar la identidad cultural, pero las plataformas multinacionales, a pesar de pretender que han dado oportunidades a producciones globales, están imponiendo en realidad algunas condiciones que contradicen la preservación de las características identitarias del lenguaje, o directamente tergiversan el sentido a través de traducciones automáticas que no respetan los matices. Los espectadores españoles también deberíamos hacer un esfuerzo por ver series en catalán, euskera, gallego o valenciano para evitar que se necesite recurrir a absurdos rodajes bilingües.

El mal invisible

Miniserie | Ficción, 8x42' | 3Cat/Disney+ |  

Creada por Lluís Arcarazo

Dirigida por Marta Pahissa


Una de las principales apuestas de la ficción catalana para esta temporada es este true crime que tenía los ingredientes adecuados para convertirse en un éxito, como así ha sido en su emisión en Cataluña, con una media del 14,9% de share, llegando hasta el 17,8% en su último episodio, y un acumulado de 1,3 millones de espectadores, y con la adquisición el año pasado por parte de Disney+, que la estrenará el 30 de mayo para cubrir la cuota de producción española y europea a la que está obligada. Basada en los crímenes de un asesino en serie que actuó en Barcelona durante la pandemia del coronavirus matando a golpes a personas sin hogar que dormían en la calle, el conocido como "asesino de la pandemia" fue objeto este mismo año de tres episodios en la versión radiofónica de Crims (2025, Catalunya Ràdio), de Carles Porta, tan minuciosos como suele ser habitual. Pero la serie ha sido creada por Lluís Arcarazo (1959, Barcelona), veterano guionista conocido sobre todo por el excelente policíaco Noche y día (Filmin, 2016-2017) y por los guiones de las películas Salvador (Puig Antich) (Manuel Huerga, 2006) y La vampira de Barcelona (Lluís Danés, 2020). Desde la composición de los personajes, está claro que El mal invisible (3Cat/Disney+, 2025) no solo pretende ser una crónica de la investigación policial en torno a un asesino que, por otro lado, se consiguió detener casi por casualidad. El contexto de una ciudad de Barcelona confinada debido a una enfermedad altamente contagiosa como el coronavirus sirve también como una metáfora de otro tipo de contagio que reflexiona sobre la naturaleza del mal, y que se expresa a través de personajes que se alejan del retrato arquetípico de un true crime, en el que de alguna manera están definidos los héroes y los villanos. No es el caso de esta serie, protagonizada por el sargento de policía Quique Molina (David Verdaguer), alcohólico, separado de su esposa debido a sus infidelidades y ocasional maltratador, pero al mismo tiempo uno de los mejores investigadores de homicidios. Su compañera de investigación es la experta criminóloga Marga Muñoz (Ángela Cervantes, ganadora del premio a la Mejor Actriz en la última edición del Festival de Málaga por La furia (Gemma Blasco, 2025)), con la que el sargento ha tenido una relación sexual esporádica en un aparcamiento que alguien ha grabado con un móvil, en una de las subtramas más innecesarias de la serie. Pero El mal invisible habla del carácter contagioso del mal y de la naturaleza violenta del ser humano, expresada de la forma más brutal en los asesinatos de los cuatro mendigos en el Eixample de Barcelona, pero también en la representación de otros personajes, como el jefe de policía Quim Vilana (Álex Brendemühl, al que podemos ver en La canción (Movistar Plus+, 2025)). También está presente el concepto del mal banal, cometido por un asesino sin rasgos violentos por razones tan triviales como la aporofobia, pero dentro de un contexto que está igualmente podrido moralmente. 

Sin embargo, la serie tiene problemas para justificar algunas decisiones narrativas, y en cierta manera el mensaje que quiere plantear, incluso aunque resulte más interesante que lo que suelen ofrecer las series policíacas tradicionales, acaba siendo tan esencial que todo se construye a su alrededor, incluso algunas tramas menos verosímiles. Es el caso de la que involucra a Max (Roger Guitart), el hijo de Quim Vilana que acaba de llegar a Barcelona desde Holanda, donde su madre está hospitalizada. El reencuentro entre padre e hijo es tenso, porque en realidad apenas han convivido juntos, pero Max conoce a Rebeca (Victoria Kantch), la hija de una familia vecina, y su relación comienza pareciendo demasiado desligada de la historia principal y acaba desembocando en un desenlace excesivamente forzado. El mal invisible pertenece a ese perfil de policíacos oscuros y deprimentes, pero es más interesante que otros thrillers intensos como El largo río de las almas (Movistar Plus+, 2025), porque está subrayado por un contexto inquietante durante el confinamiento, con calles solitarias que propician los asesinatos de mendigos como el del joven inmigrante Imad Massoud en el episodio El hombre invisible (T1E2), que despierta las sospechas de la policía en torno a otro de los mendigos de la zona. Hay un acercamiento a la realidad de los sin techo en una gran ciudad, con las derivadas de racismo, violencia y abusos que se abordan, especialmente, en los primeros episodios. Pero aunque forme parte de la idea de la maldad como una condición intrínseca del ser humano, algunos retratos no pueden evitar resultar demasiado estereotipados, como la falta de escrúpulos de la periodista Judith Hofmann (Cristina Genebat). La serie se desarrolla por tanto entre vaivenes de una historia que tiene diferentes capas y que reflexiona sobre esa dicotomía entre la maldad natural y la moral, que plantea cuestionamientos parecidos a los de aquella confrontación entre Voltaire y Rousseau en torno al mal y la providencia en el siglo XVIII. El mal invisible recupera algunas ideas que ya estaban planteadas en Noche y día, pero lo hace con una escritura menos sólida y un desarrollo menos contundente. De hecho, la resolución del caso principal llega relativamente pronto, en el episodio La cacería (T1E6), pero los dos últimos, que pretenden ahondar en esa naturaleza del mal, no acaban encontrando el interés y la credibilidad que consigue por momentos una apuesta por un true crime diferente, pero fallida.  

Weiss & Morales

Temporada 1 | Ficción, 4x85' | RTVE Play |  

Escrita por Carlota Dans, Nina Hernández, Ron Markus

Dirigida por Oriol Ferrer, Lucía Estévez


Aunque RTVE no forma parte de ninguna de las alianzas estratégicas de televisiones públicas que se han creado en Europa recientemente, como European Alliance, en la que participan países como Alemania, Italia y Francia para coproducir series internacionales, parece haber impulsado su propia estrategia de coproducciones en los últimos años con títulos como Esto no es Suecia (RTVE Play, 2024), junto al canal finlandés Yle y el sueco SVT, que se amplía ahora con la coproducción hispano-alemana Weiss & Morales (RTVE/ZDF, 2025). Estrenado dentro de ese estilo de programación incomprensible que no hace previsiones a largo plazo, lo que explica su tibia recepción en la emisión de su primer episodio el pasado viernes, con un 8,9% de share (940,000 espectadores), se trata de un procedimental que propone la colaboración entre la inspectora Nina Weiss (Katia Fellin) de la BKA (Oficina Federal de Investigación Criminal) y el sargento de la Guardia Civil Manuel Morales (Miguel Ángel Silvestre), en varios casos que ocurren en las islas canarias. Ambos tienen métodos muy diferentes, incluso marcados por los tópicos del carácter alemán más estricto y el español menos riguroso, y su colaboración comienza en el episodio El futuro (T1E1), cuando Bruno Kohl (Pau Requesens) aparece muerto junto a una plataforma petrolífera. Hijo del empresario alemán Thomas Kohl (Frank Feys), la intervención de la BKA se hace necesaria, y la investigadora Nina Weiss parece la más indicada porque de hecho nació en La Gomera. El planteamiento recuerda a  Una vida menos en Canarias (atresplayer, 2023), el de un foráneo que se enfrenta a la idiosincrasia de la zona, pero tiene menos tono de comedia ligera, y la producción de Portocabo, con Alfonso Blanco como productor ejecutivo, necesariamente remite a Hierro (Movistar Plus+, 2019-2022), que ha tenido una excelente carrera internacional. Weiss & Morales sin embargo refuerza más las tramas personales de los protagonistas, con los problemas en el matrimonio de Manuel y los antecedentes familiares de Nina. El episodio La Esencia (T1E3) comienza con una investigación sobre dos muertes extrañas en un retiro espiritual de La Gomera, pero desarrolla más una trama relacionada con el nacimiento de Nina dentro de una comuna hippie, y la investigación personal que inicia para averiguar quién es su verdadero padre. Margarethe (Margarita Broich), su madre, lleva años viviendo en Canarias y formó parte de esa comuna en la que el sexo libre y el espíritu hippie eran una forma de vida, aunque Nina siente la necesidad de saber quién es su padre biológico.  

El problema es que la serie se detiene tanto en las tramas personales que se olvida de su condición de policíaco procedimental, y en episodios como éste se pasa de frenada en su intención de ser más intimista, y acaba teniendo un ritmo excesivamente lento, dejando como secundaria la investigación principal. Esta falta de ritmo no es sin embargo un problema de un episodio concreto sino que sobrevuela toda la serie, con personajes mal desarrollados y entornos familiares que no son demasiado interesantes. Aunque es cierto que en las producciones de Portocabo suele tener una presencia importante el entorno en el que se desarrolla la historia, Weiss & Morales se siente a veces como un publirreportaje de las islas Canarias, quizás porque la ambientación no está tan bien integrada en la historia. Tampoco ayuda la estructura de cuatro episodios de 85 minutos cada uno, que no suele ser habitual en series policíacas españolas, aunque se ofrece a nivel internacional también como un formato de ocho episodios de 45 minutos. La duración no juega a favor de la serie porque, a pesar de que intenta abordar más la intimidad de los personajes, acaba teniendo un tono cansino. Durante la presentación en Séries Mania, José Pastor, director de Ficción de TVE, justificaba la duración de 85 minutos porque les permitía llegar a un horario más nocturno y aumentar la cuota de share. Pero se trata de un formato relativamente tradicional en países como Alemania y Gran Bretaña, al estilo del próximo estreno británico Inspectora Ellis (Filmin, 2024), formado por tres episodios de 90 minutos. Uno de los aspectos positivos del guión escrito por Carlota Dans, guionista de Auga seca (Max, 2020-2021) y de la miniserie Honor (atresplayer, 2024), y Ron Markus, especialista en policíacos alemanes, es que evita la habitual relación de los policías centrada en la atracción sexual, desarrollando un tipo de colaboración que se sostiene en la amistad, lo que se agradece porque deja a un lado algunos elementos tópicos del género. Comienza a ser casi un subgénero el planteamiento de coproducciones policíacas que se desarrollan en Canarias, desde el éxito finlandés Kosta: The Paradise (Yle, 2020-2024), que en principio se desarrollaba en la Costa del Sol pero en su temporada final se traslada a Canarias, o el reciente policíaco alemán Für immer Sommer (ARD, 2024), rodado en Tenerife con el actor hispano-alemán Félix Herzog interpretando a un policía local y Anke Retzlaff como una agente que participa en un programa de intercambio entre España y Alemania. No suelen ser producciones muy destacadas ni bien recibidas por la crítica, pero generalmente obtienen buenas audiencias. Es decepcionante que Weiss & Morales no explore mejor el entorno de las comunidades alemanas que viven en las islas, más allá de los tópicos de los empresario o el hippismo de la generación de los setenta. Y otro aspecto controvertido es la decisión de emitir la serie con doblaje de los diálogos en alemán, lo que resulta extraño y molesto. Pero José Pastor lo explicaba así: "Hicimos una coproducción con Portugal titulada Sequía (RTVE Play, 2022), y solo el 25% estaba hablado en portugués. Decidimos subtitular las escenas en portugués, pero al público español no le gustó. Muchos espectadores se han acostumbrado a ver series coreanas en versión original con subtítulos pero no aceptan subtítulos en otras series, así que en Weiss & Morales decidimos doblar todo al español". También es cierto que el canal ZDF emitirá la serie en Alemania completamente doblada al alemán, pero habitualmente ofrece en su plataforma de streaming la opción de ver las series en sus idiomas originales, mientras que RTVE Play no permite esta posibilidad en España, a pesar de que sí lo ha hecho con otras series como el documental Megamix brutal (3Cat/RTVE Play, 2024).

Desagertuta (Desaparecido)

Temporada 1 | Ficción, 8x40' | Pr1meran/Netflix |  

Creada por Xabi Zabaleta, Marta Grau Rafel

Dirigida por Estel Díaz, Jabi Elortegi 


En 2023, el mismo año que nacía la plataforma de streaming Pr1meran, de la televisión autonómica vasca EITB, se realizó una convocatoria de ayudas para proyectos de ficción seriada orientados a un público joven y en euskera, que parecía un impulso para el tipo de contenidos que se esperaba incluir en esta plataforma. El canal ha invertido 9,5 millones de euros en cine y series durante el año pasado, que se ha consolidado con el estreno en el pasado Festival de Málaga de tres películas participadas por EITB: La isla de los faisanes (Asier Urbieta, 2025), Los aitas (Borja Cobeaga, 2025) y Jone, a veces (Sara Fantova, 2025), premio a la Mejor Dirección. Mientras que en el formato de series, tiene pendiente de estreno Zeru ahoak (Pr1meran, 2025), secuela del excelente thriller Bocas de arena (Pr1meran, 2020). La primera producción que ha contado con la participación de una plataforma multinacional ha sido Desagertuta (Desaparecido) (Pr1meran/Netflix, 2025), que estaba concebida inicialmente solo como una serie para el canal autonómico, pero cuando se presentó a Netflix, éstos sugirieron la idea de un rodaje bilingüe en euskera y castellano, y la necesidad de incorporar actores conocidos que sus algoritmos pudieran identificar. De manera que se ha realizado esta especie de experimento que puede sentar las bases de futuras imposiciones a proyectos en lenguas autonómicas para poder acceder a una plataforma nacional, cuando lo más lógico sería que las series se estrenaran en su lengua original. Este thriller juvenil ha sido creado por Xabi Zabaleta (1977, Bilbao), guionista de la película El vasco (Jabi Elortegi, 2022) y productor de la popular serie juvenil Go!azen (Pr1meran, 2009-2024) a través de su productora Pausoka, y Marta Grau Rafel (1981, Barcelona), guionista de la serie Las del hockey (3Cat, 2019-2020). La desaparición de Jon Agirre (Jon Lukas) después de pasar una noche en una cueva con su círculo de amistades en el episodio Amigos (T1E1) es el punto de partida de una historia que utiliza este misterio para reflejar la descomposición del entorno familiar y social del joven. Sin certeza clara sobre si ha desaparecido de manera forzada o por voluntad propia, su último mensaje en redes sociales se convierte en viral mientras su grupo de amigos comienza a sufrir las consecuencias psicológicas que provoca la investigación de la Ertzaintza y un secreto que no quieren revelar. La atención de la historia no está tan enfocada en las averiguaciones de la inspectora Maite Zabala (Itziar Atienza), que ocupa una trama paralela, sino en la fractura que provoca la ruptura drástica de las relaciones personales, mientras la línea de tiempo de los meses pasados va descubriendo algunas circunstancias que alimentan el suspense. 

A partir del segundo episodio, Mikel (T1E2), cada uno de ellos está centrado en uno de los amigos de Jon, y las circunstancias que les han rodeado en el pasado. Mikel (Unai Arana) parece estar continuamente influenciado por Jon, hasta que se produce un accidente en el que se ve involucrado, y está convencido de que la desaparición ha sido voluntaria. En Maria (T1E3) se introduce el sexting  a través del personaje de Maria (Ainhoa Larrañaga), hija de la inspectora Maite Zabala. La relevancia de la desaparición se hace evidente en la desintegración del grupo y su forma de enfrentarse al misterio: "¿Cuántas veces hemos discutido estos días? ¿Y cuántas nos peleábamos antes?", pregunta Javi (Julen Taboada). El paisaje escarpado, grisáceo y nubloso de las montañas de Guipúzcoa funciona como una representación de las grietas que se forman en las relaciones personales, de las que descubrimos progresivamente que se sostenían en falsas fidelidades y en reproches ocultos. Aunque rodada en municipios como Pasajes, Irún y Lesaca, la historia se desarrolla en una localidad vasca ficticia, pero la gravedad del entorno pesa sobre lo personajes alrededor de las circunstancias de la desaparición, como en el caso de Iñaki (Gorka Otxoa), el padre de Jon, que ofrece un registro inusualmente dramático del actor donostiarra. Desagertuta puede recordar vagamente a series como Por 13 razones... (Netflix, 2017-2020), en la forma en que disecciona la verdadera naturaleza de las relaciones con la forma de un thriller juvenil, pero encuentra su manera particular de abordarlo desde las peculiaridades de la personalidad vasca, de ahí que proporcione un sentido más preciso en su versión hablada en euskera. Desaparecido ha tenido una buena campaña de promoción enfocada a un target juvenil pero, aunque EITB se empeña en calificarla como "una serie de intriga trepidante", en realidad es todo lo contrario. Se acomoda en un ritmo menos frenético que otros thrillers juveniles para detenerse más en el dibujo de personajes y construirse a partir de silencios y miradas que resultan más significativas que las palabras. Y su acogida ha sido buena según la información del canal autonómico, logrando el estreno más exitoso de una serie en la plataforma Pr1meran, aunque sin ofrecer datos concretos. 

Mariliendre

Temporada 1 | Ficción, 6x45' | Atresplayer |  

Creada por Javier Ferreiro | Escrita por Javier Ferreiro, Paloma Rando, Carmen Aumedes

Dirigida por Javier Ferreiro

Festival de Málaga '25: Clausura


El efecto Málaga ha vuelto a ser contraproducente para una serie de Atresplayer, como ya lo fue hace dos años para Las noches de Tefía (atresplayer, 2023), que venía rodeada de excelentes críticas después de su presentación en el Festival de Cine Español y acabó teniendo un recibimiento decepcionante en su estreno. De la misma forma, la apuesta promocional y las expectativas en torno a Mariliendre (atresplayer, 2025) han sido mayores que lo que revela el resultado final. El estreno de los dos primeros episodios en 130 salas de toda España la situó en la cuarta posición en taquilla, lo que demuestra el interés por una propuesta que juega con el tirón de la popularidad de Operación Triunfo (Prime Video, 2023) y la participación de algunos finalistas y antiguas concursantes convertidas en estrellas de la música. Esta serie se propone ocupar el espacio de otros éxitos de Atresmedia como Veneno (atresplayer, 2020) a través de un homenaje a esos personajes secundarios de muchas historias LGTBIQ+, las amigas íntimas de los protagonistas gays. Meri Román (Blanca Martinez Rodrigo) se describe a sí misma en Y yo sigo aquí (T1E1): "Aunque parezca mentira, a mi me conocían como Meri Román, la reina madre de los hombres homosexuales, la libertad guiando al pueblo gay, un imán para todos los maricones".  Pero eso es un recuerdo de años atrás, en medio del funeral de su padre Manuel (Mariano Peña) al que ninguno de sus antiguos amigos ha acudido, siguiendo una estructura narrativa que es parecida a proyectos de Suma Content como Veneno o su continuación, Vestidas de azul (atresplayer, 2023): comenzar en el presente para reconstruir el pasado. En una alegre presentación de los personajes que han rodeado a Meri, la mariliendre del título (un término despectivo resignificado por el colectivo gay), la serie despliega su concepto musical en un número bien coreografiado que desgraciadamente no se repetirá en episodios posteriores. Y también en esos primeros minutos se muestra claramente quién es la fuerza impulsora de la historia, la poderosa y valiente interpretación de Blanca Martínez Rodrigo, que eclipsa a cualquier otro miembro del reparto cuando está en pantalla, incluso siendo doblada en las canciones por Bea Fernández, concursante de Operación Triunfo. Inspirada en musicales como La ciudad de las estrellas (La La Land) (Damien Chazelle, 2016), al que se hace una referencia directa en el número musical que protagonizan Saúl (Carlos González) y Meri, después de reencontrarse en Lo que te conté mientras te subía la pastilla (T1E2), la serie reinterpreta canciones de Azúcar Moreno o Chenoa, no solo como mirada nostálgica sino ajustándolas a las emociones de los personajes. Pero también es cierto que en su vocación musical resulta excesivo incluir tres o cuatro canciones en cada episodio, sobre todo si la inspiración de la puesta en escena y las coreografías no se mantiene en un nivel similar. Hay decisiones poco acertadas, como el número de "La noche es para mi" en el episodio Lo que pasó, pasó (T1E3), que introduce irónicamente la tendencia a reproducir las series a doble velocidad para visionarlas rápidamente, pero sin mucho acierto y desaprovechando a la invitada especial Soraya. 

Hay que agradecer a la propuesta que intente construir narrativas diferentes a lo largo de los episodios, de manera que el segundo es más deudor, en su forma de investigación del pasado, de títulos que el creador reconoce como influencias, como la comedia negra Flores rotas (Jim Jarmusch, 2005). Cuando el padre de Meri le dice "Todos tenemos nuestros secretos", se trata de una confesión literal, porque precisamente uno de esos secretos es lo que lleva a la protagonista a investigar su pasado y reconectar con sus amigos, cuya relación está ahora marcada por los reproches y el abandono. Mariliendre establece un espejo distorsionado en el que se reflejan los años luminosos y alegres de la década de los 2000 (no es casualidad que el inicio de Operación Triunfo (TVE, 2001-2004) se produjera en esos años) también envueltos en la aparente inocuidad de las sustancias adictivas más habituales dentro de la comunidad LGTB, como el popper, y el sexo esporádico de los ligues en zonas de cruising y los servicios públicos de las discotecas, que no parece pretender ser una representación de la comunidad homosexual, pero sí plantea la despreocupación de la juventud en un Madrid desenfrenado y vitalista. El reflejo de la actualidad en la que Meri ha sido desterrada por su grupo de amigos gays que tampoco mantiene el contacto, es el contraste de una transformación hacia la depresión y la tristeza. La orgía que organiza Saúl en el episodio Lo que te conté mientras te subía la pastilla (T1E2) tiene un aire decadente, y la visita de la protagonista a la sala Strong, uno de los locales clásicos de la cultura gay desde finales de los 90, está representada como un cuarto oscuro de sexo sórdido en Lo que pasó, pasó (T1E3). Cada episodio establece la confrontación entre un pasado y un presente que es también la de diferentes generaciones: "Eres muy valiente por vivir tu vida. Ojalá yo lo hubiera hecho a tu edad", le dice Manuel a Jere (Martin Urrutia), reconociendo la pérdida de la identidad ocultada. En Escondidos (T1E4) esto resulta más evidente, cuando Meri encuentra un coro gay que está inspirado en el Coro de Hombres Gays de Madrid, una asociación fundada en 2013. Mariliendre tiene cierta dificultad para compensar el tono humorístico y el drama íntimo, el espectáculo kitsch y la reflexión sobre la madurez, el petardeo chillón y las miradas silenciosas. En el fondo, es una tragedia sobre una hija que descubre que su cercanía con su padre estaba envuelta en una falta de honestidad, y sobre un hombre que ha escondido su identidad llevando una doble vida. También el de una madre, Inés (Nina Agustí), que la ha tapado. 

Quizás no de forma consciente, Mariliendre no pretende convencer a todo el mundo, porque está llena de referencias, de recuerdos y de códigos que son específicamente reconocibles por la comunidad LGBT y por una o dos generaciones concretas. Pero su insistencia en utilizar estos códigos también la hacen más interesante, porque acaba siendo una mirada a una época y a un entorno específicos. Ha habido críticas a la representación de la comunidad gay enmarcada en el mundo de las drogas, con un número musical específicamente dedicado a ellas, "Toma vitamina", y el sexo esporádico, con el uso de las aplicaciones de citas como Scruff (un evidente product placement). Da la impresión de que hay cierta tendencia a un blanqueamiento de la cultura gay para no molestar a según qué sectores, cuando precisamente en una época de regreso de la homofobia y la persecución hacia las identidades múltiples es necesario reivindicar la libertad sexual y la especificidad del colectivo. Y esta serie lo hace perfectamente, resignificando de una forma clara términos que generalmente han sido utilizados de manera despectiva, como "mariliendre" o "maricón", lo que la hace mucho más valiente. Mariliendre es irregular y pierde consistencia en muchos momentos, y su concepto musical, que fue el germen de la historia, no está a la altura de lo que se pretende. También pierde fuerza en un trabajo de dirección a cargo de su creador, Javier Ferreiro (1989, Lugo), que no logra extraer de algunos actores la profundidad emocional que necesitan sus personajes. Pero se trata de una serie osada porque se atreve a tener una personalidad propia. 

Legado

Temporada 1 | Ficción, 6x45' | Netflix |  

Creada por Pablo Alén, Breixo Corral, Carlos Montero

Dirigida por Eduardo Chapero-Jackson, Carlota Pereda


A pesar de ser una creación de Carlos Montero (1972, Celanova), que ha estrenado algunas de las producciones de más éxito en España pero también las menos sugerentes, Legado (Netflix, 2025) cuenta con algunos ingredientes atractivos, desde un reparto que incluye a José Coronado y Belén Cuesta hasta una historia generacional que, a pesar de que se la suele relacionar con Succession (HBO Max, 2018-2023) por el entorno de los medios de comunicación, en realidad tiene más cercanía con Crematorio (Movistar Plus+, 2011) en cuanto al conflicto de un patriarca que ha construido un imperio empresarial pero que es confrontado en el interior de su propia familia. De hecho, como ocurría con la excelente producción española, cuyo relato estaba enfocado principalmente en Rubén Bertomeu (José Sancho), en este caso se centra más en el empresario Federico Seligman (José Coronado) cuando, al regresar del tratamiento fuera de España de una larga enfermedad, encuentra sus empresas de comunicación desperdigadas en una gestión discutible por parte de sus nepobabies Yolanda (Belén Cuesta) en un canal de televisión, Andrés (Diego Martín) al frente del periódico El Báltico, y Guadalupe (Natalia Huarte) involucrada en una carrera política. Mientras la menor, Lara (Maria Morera), es una joven consentida que conoce a Bruno (Iván Pellicer), quien parece tener una agenda oculta relacionada con un conflicto del pasado. La serie tiene la marca de la casa en las habituales relaciones sentimentales y sexuales que Carlos Montero suele introducir en sus producciones, en este caso con una subtrama sobre la relación abierta de Yolanda con su marido Ricardo (Gustavo Salmerón) y su amante Luis (Lucas Nabor) que sería fácilmente descartable sin influir demasiado en el resto de la historia, porque incluso tiene un tono aparentemente humorístico que no encaja con el resto. Pero hay un elemento interesante que sin embargo es poco aprovechado en la serie, como son los paralelismos con la realidad. Para los espectadores españoles es fácil reconocer muchos de los elementos que se introducen en las tramas, desde un grupo de comunicación de línea editorial supuestamente izquierdista como el Grupo Prisa, hasta personajes de la manipulación periodística como Jesús de Polanco y Pedro J. Ramírez, pasando por la muerte del periodista gráfico José Couso, el espionaje casposo de José Manuel Villarejo o un presidente de un equipo de fútbol que se llama Secundino. Incluso hay una referencia a la disputa por una licencia de televisión que ha convocado el gobierno para que la obtenga una empresa ideológicamente afín, que parece anticipar el resultado del concurso del canal de la TDT que se convocará en los próximos meses. 

Sin embargo, todos estos temas se sienten poco atractivos dentro de un guión en el que predominan las traiciones, las infidelidades y los secretos, como si todo fuera solamente un trasfondo en el que en realidad no hay una intención de profundizar. La reflexión sobre la libertad de prensa y el control económico de los medios que hubiera sido interesante se queda en una anécdota que nunca se llega a abordar, decantándose por las manipulaciones familiares que se hacen repetitivas: se le da tantas vueltas a una entrevista en la que Federico parece desvelar muchos secretos, que finalmente acaba dejando de ser interesante como trama. José Coronado en modo piloto automático tampoco consigue elevar la historia más allá de una simple imitación, y algunas elecciones de casting resultan discutibles, como la de Salva Reina como un ejecutivo, que parece haber elegido la peor interpretación de su carrera para celebrar el Goya por El 47 (Marcel Barrena, 2024). Una puesta en escena monótona y sin matices a cargo del director Eduardo Chapero-Jackson, que viene colaborando desde hace tiempo con Carlos Montero en series como Élite (Netflix, 2018-2024) y unos diálogos explicativos que no dejan respirar a los personajes, escritos por Pablo Alén y Breixo Corral, guionistas de Anacleto: Agente secreto (Javier Ruiz Caldera, 2015) y Mari(dos) (Lucia Alemany, 2023), conforman el resultado final como una mediocre historia familiar sobre el poder y el periodismo que deja sus posibilidades más interesantes fuera del guión. 


El mal invisible se estrena en Disney+ el 30 de mayo. 
Jone, a veces se estrena en salas el 12 de septiembre. 
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Películas mencionadas:

La mujer del siglo y El enigma Verdaguer se pueden ver en 3Cat y Filmin.
Salvador (Puig Antich) se puede ver en Filmin. 
La vampira de Barcelona se puede ver en Prime Video. 
El vasco se puede ver en Pr1meran. 
El 47 se puede ver en Movistar Plus+. 
Anacleto: Agente secreto se puede ver en Movistar Plus+ y SkyShowtime. 
Mari(dos) se puede ver en Netflix. 

24 mayo, 2025

DOK.fest 2025 - Parte 6: Fronteras

Nuestra mirada se enfoca en esta crónica del DOK.fest en películas que hablan de fronteras, a través de historias que se sitúan en los márgenes: la invasión de Ucrania desde el punto de vista de la frontera entre el arte y la política, las limitaciones de internet nacido aparentemente como un espacio sin barreras, el equilibrio de una familia afgana que se encuentra en un limbo neutral, las fronteras invisibles que quiso instaurar la Unión Europea en el Sahel para frenar el flujo migratorio o la guerra de los Balcanes y el recuerdo de la masacre de Srebrenica a través de una cinta grabada por un padre a su hija. Documentales que reflejan la imposición de espacios separados en un mundo que nos venden como globalizado. 

Front row: Ballet en tiempos de guerra

Miriam Guttmann

Países Bajos, Ucrania, Reino Unido, Estados Unidos 2024 | Crossing Boundaries | 

DOC NY '24: Sección Come as you are


Estrenada en España hace unas semanas a través de Movistar Plus+, esta incursión en la guerra de Ucrania tiene la particularidad de estar centrada en un conjunto de sesenta bailarines ucranianos que han formado la compañía The United Ukranian Ballet, acogidos inicialmente por el Conservatorio Real de La Haya, y trasladándose posteriormente a la ciudad holandesa de Kijkduin. La película se centra en la gira que dieron por Estados Unidos entre 2023 y 2024, que fue el origen del encargo recibido por la directora Miriam Guttmann (1994, Holanda), cuyo abuelo había sido un refugiado judío que se vio obligado a huir de Polonia durante la 2ª Guerra Mundial. El rodaje y el propio documental se enfocan al principio en cuatro bailarines de la compañía, en un momento en que han convertido el escenario en su frente de resistencia, más allá de las fronteras de su país, aunque ellos mismos se preguntan si deberían estar luchando en la guerra en vez de actuando sobre el escenario. Vladyslav Bondar recibe videollamadas de su padre, que decidió incorporarse al ejército para permitir que su hijo pudiera salir del país, pero que está cada vez más deprimido y preocupado por la cercanía de la muerte. En una de las más desgarradoras le describe una operación militar en la que fueron emboscados por tropas rusas y parecía que el fin estaba cerca. Como espectadores, nos preguntamos cómo es posible concentrarse en la danza mientras los familiares están viviendo el horror de la guerra. La bailarina Iryna Zhalovska regresa de su exilio durante unos días a Ucrania, encontrando precisamente las cicatrices de los bombardeos en los edificios destruidos, en una secuencia rodada por un equipo de filmación local. Front row: Ballet en tiempos de guerra (Miriam Guttmann, 2024) en realidad no se introduce directamente en la filmación de los combates o los supervivientes en Ucrania, como hemos visto en otros documentales, pero en ocasiones utiliza grabaciones personales de soldados que a veces pueden resultar impactantes. Alexis Tutunnique es otro de los bailarines y coreógrafo de la compañía que tiene dudas sobre su trabajo, hasta que descubre en las redes sociales la historia del joven soldado Oleksandr "Teren" Budko, quien perdió las dos piernas en la guerra de Ucrania, y que se encuentra en Estados Unidos recibiendo un tratamiento de rehabilitación. 

Budko se apodera entonces del documental y se convierte en el principal protagonista, cuando Alexis le invita a participar en una representación en el Kennedy Center de Washington a finales de 2023. Primero como una figura más simbólica que participativa, Budko sugiere que puede incluso realizar una coreografía como bailarín, aunque carezca de experiencia y tenga dificultades de movilidad con sus piernas ortopédicas. Es interesante que la intimidad que ha conseguido la directora con los bailarines en los que se ha enfocado anteriormente les permitan expresar algunas reticencias sobre la participación de alguien ajeno a la compañía. Iryna comenta que "yo soy muy perfeccionista. Le respeto, pero creo que la danza es el arte de la perfección y él no es bailarín". La película utiliza imágenes de cámaras corporales y móviles grabadas por el propio Budko durante la guerra, incluido el ataque en el que perdió las dos piernas y su ingreso en el hospital. Resulta admirable la resistencia y el espíritu de superación con el que se enfrenta a esta circunstancia, frente al destrozo emocional que provoca en su padre. Front row habla sobre diferentes formas de resiliencia y la necesidad de combatir en muchos frentes, no solo en el campo de batalla, para recibir el apoyo internacional que Ucrania parecía haber ganado hasta 2024, pero que con la llegada de la nueva administración norteamericana permanece en un peligroso equilibrio. La película, que ha contado con el apoyo en la producción ejecutiva de la actriz Sarah Jessica Parker, se estrenó en el festival DOC NY precisamente una semana después de la victoria de Donald Trump y el próximo mes de junio se proyectará por primera vez en Ucrania, en el Festival de cine Mykolaichuk OPEN en la ciudad de Chernivtsí. Dedicando los últimos minutos a la actuación de The United Ukranian Ballet con la interpretación de la obra Giselle (1841) de Jules Perrot y Jean Coralli, y la coreografía adicional que incorpora a Oleksandr Budko para hablar de las consecuencias de la guerra a través de la ausencia de sus piernas, el documental reflexiona sobre el arte como una forma de expresión combativa y política. Haciendo referencia al poema de Bertold Brecht, que escribía alzando su voz en tiempos de Hitler, en el que se preguntaba: "En los tiempos oscuros / ¿también habrá cantos?", las imágenes reflejan la fuerza de la expresión artística frente a la barbarie. La cámara del director de fotografía Christiaan van Leeuwen se acerca a los cuerpos y refleja el esfuerzo y el sudor, evitando la representación solo estética de la danza. Y la historia de Aleksandr y la compañía de ballet reivindican la resistencia colectiva desde el esfuerzo individual. 

The end of the internet

Dyland Reibling

Canadá, Alemania, España 2025 | Reframing History | 

CPH:DOX '25: Sección F:ACT Award


A pesar de su título resulta complicado definir un documental que trata de abarcar demasiados temas. Comienza con la iniciativa del artista español Mario Santamaría con The Internet Tour, un operador turístico abierto y replicable que desde 2018 se ha desarrollado en diferentes ciudades como Barcelona, Madrid, Bilbao, Berlín o San Francisco, que recorre la infraestructura física de internet, a través de un paseo turístico por lugares que no son turísticos, como el edificio del centro de datos de la empresa tecnológica británica Colt en Barcelona. La narradora destaca algunos datos conocidos pero relevantes: "El 93% del tráfico mundial de internet proviene de un solo motor de búsqueda, el 70% de la web se encuentra en servidores de solo dos corporaciones. Una sola empresa controla las tres principales aplicaciones de redes sociales. Se nos pide que pensemos en internet como una nube. Pero escondida dentro de esa imagen está la idea de debilidad". En la prefectura de Araribóia, en Brasil, se ha desarrollado una aplicación llamada Mapeo que descentraliza la mensajería y el contacto entre los usuarios, lo que se ha convertido en una necesidad para evitar la monitorización de los habitantes que se enfrentan a las grandes madereras y petroleras que arrasan el Amazonas. En la escuela se pregunta a los alumnos: "¿A quién pertenecen realmente las fotografías que se comparten en internet?". Uno de los ejemplos de los problemas de la centralización de internet que se describen en la película es un conflicto surgido en 2010 entre Costa Rica y Nicaragua cuando este último desplegó tropas militares en una zona fronteriza que Costa Rica consideraba como suya, según la cartografía original del siglo XIX. Los nicaragüenses sin embargo se basaron en la información de Google Maps que adjudicaba ese territorio a su país. The end of the internet (Dyland Reibling, 2025) incluye numerosos ejemplos de cómo internet nació como una red libre que eliminaba las fronteras de la comunicación, pero que progresivamente se ha convertido en un sistema monopolizado por grandes corporaciones que pueden manipular la información. Recientemente, la IA Grok de Elon Musk daba credibilidad a las fake news promovidas por el millonario sudafricano sobre el genocidio de granjeros blancos en Sudáfrica. El creador de las ventanas "pop-up", Ethan Zuckerman, pidió perdón en 2014 porque la programación de estas ventanas emergentes se ha convertido en una de las herramientas principales de la publicidad invasiva. Como respuesta al peligro que supone este control por parte de unas pocas empresas tecnológicas, el documental aborda algunas iniciativas de redes personales e independientes que pretenden regresar al control unipersonal de la información. 

El director Dyland Reibling aborda una breve historia del nacimiento de internet y su función original, para ir derivando hacia la necesidad de herramientas que permitan desligarse de la centralización. Se recuerda que los estudiantes que participaron en las manifestaciones de Tiananmen utilizaron máquinas de fax para comunicarse, ya que éstas no se podían rastrear ni hackear frente a los servicios de mensajería habituales, o las restricciones a la información sobre el aborto que desarrollan redes sociales como TikTok e Instagram. En España, Ramón Roca creó el proyecto Guifi.net en 2004 para conectar la zona rural en la que vivía, a la que Telefónica no daba cobertura, conectando los enlaces wifi a través de antenas ubicadas en las torres de los campanarios de localidades catalanas como Gurb, Taradell y Vic. También se menciona que en 2017, tras la aprobación del Procés en el Parlamento de Cataluña, las autoridades centrales españolas decidieron censurar las páginas web que hacían referencia al referéndum nacionalista, como un ejemplo de utilización política de internet. En Berlín, el proyecto Elektra es una iniciativa que pretende ofrecer un servicio de internet gratuito descentralizado, sin conexión con las redes wifi generales. The end of the internet aborda también algunos proyectos controvertidos como Urbit, un servidor personal que permite disponer de la información en una ubicación propia, sin vinculación con las redes tradicionales. Pero Urbit ha estado rodeado de polémica porque uno de sus creadores es Curtis Yarvin, un pensador de extrema derecha que defiende la superioridad de la raza blanca y la esclavitud, al que se considera uno de los impulsores de la llamada alt-right, la extrema derecha supremacista en Estados Unidos, y del que se ha declarado admirador el vicepresidente JD Vance. La película dedica tantos minutos a las promociones publicitarias de Urbit que transmite una sensación incómoda, y pierde la oportunidad de reflexionar sobre si es posible desligar la tecnología de la ideología de sus creadores. No hay demasiadas respuestas en The end of the internet, ni siquiera por qué adopta ese título cuando realmente tampoco está hablando del final de internet al abordar iniciativas particulares que parecen proyectos aislados. Pero al menos plantea una reflexión que nos permite mirar a internet desde una perspectiva menos complaciente.

The disappearance of our moments

Ahmad Siyar Noorzad

Afganistán, Alemania, Turquía 2025 | Crossing boundaries | 


El trabajo de licenciatura del director Ahmad Siyar Noorzad en la Universidad de Bellas Artes de Hamburgo, donde vive desde que fue acogido como refugiado afgano en 2016, se ha centrado en una familia que se encuentra en un territorio perdido en Turquía, sin documentación legal y expuestos a ser deportados en cualquier momento. Rafi Mohammadi actuó como comediante en la televisión de Afganistán, pero después de huir del país hacia Turquía trabaja de noche en una obra de construcción mientras su esposa Sweeta lo hace durante el día en el comedor de una fábrica. El objetivo de Rafi sin embargo es el de viajar a Alemania para pedir asilo y reunirse después con su familia, formada además por tres hijos pequeños. Pero en su ausencia, Sweeta sigue trabajando mientras la hija mayor, Arsenat, asume las tareas de la casa. La cámara del director apenas sale del apartamento para mostrar los trabajos de Rafi y su esposa, que casi no tienen oportunidad de encontrarse juntos, pero generalmente permanece dentro de ese espacio en el que la familia planea esperanzas de futuro. El regreso de Rafi después de que su solicitud de asilo en Alemania fue denegada les coloca en una situación incluso más difícil. Contaba el director en la presentación de su película en el DOK.fest que en la actualidad se les ha retirado su documentación y siguen viviendo en Turquía con la amenaza constante de la repatriación a una Afganistán que ahora está controlada por los talibanes, pero ya sin la mirada de la comunidad internacional que, especialmente después de su retirada, les ha dado la espalda. Aunque a veces algunas conversaciones parecen pactadas para que se desarrollen delante de la cámara, como cuando Rafi le pregunta a su hijo pequeño si estaría dispuesto a caminar durante días para tratar de llegar hasta Alemania junto a su familia, la cámara de Siyar Noorzad, que también se ha encargado de la edición junto a Samiullah Nabizadah, se detiene en planos estáticos que observan los acontecimientos, y que en algunos momentos recuerdan al cine de Abbas Kiarostami o Jafar Panahi, especialmente en títulos como Esto no es una película (2011). 

En este territorio neutro que conforma el pequeño apartamento en el que viven, los padres tratan de mantener una dinámica familiar en la que sus hijos encuentren un espacio de seguridad, pero la ausencia de uno y de otro lo hacen complicado. The disappearance of our moments (Ahmad Siyar Noozad, 2025) se detiene en los pequeños detalles de la vida familiar creando también un espacio de convivencia casi onírico, un lugar de transición entre la vida pasada y el futuro incierto. El apartamento se convierte en una frontera en la que la espera es interminable y la cotidianidad parece aprisionar a los protagonistas. A pesar de la mirada observadora, la cámara también adopta una perspectiva de cercanía, de forma que la percepción no es objetiva sino profundamente subjetiva, elaborando una película que muestra una empatía permanente con la familia. Turquía se ha convertido en la tierra de nadie que no permite retroceder ni avanzar, en una situación de estancamiento que permanece en la actualidad. 

On the border

Igor Gerald Hauzenberger, Gabriela Schild

Austria, Alemania, Suiza 2024 | Crossing boundaries | 

IDFA '24: Sección Frontlight


Aunque forma parte de la realidad europea por los flujos de inmigración que provienen de África, suele dedicarse poca atención a las políticas desarrolladas en África Occidental para frenar las oleadas de inmigrantes que quieren llegar al continente. Este documental propone un enfoque en torno a si la cooperación de la Unión Europea ha sido aceptada por la población local en la ciudad nigeriana de Agadez, donde se estableció una frontera inexistente, una especie de acuerdo Schengen en el Sahara impulsado por Angela Merkel y Federica Mogherini para frenar la emigración. Pero en un territorio en el que predomina el nomadismo estos espacios "fronterizos" controlados por fuerzas de seguridad a las que se prometió entrenamiento, acabó suponiendo un grave conflicto con su estilo de vida. Se estima que hubo una época en la que el 85% de los migrantes africanos pasaban por Agadez y se estableció un sistema económico basado en el transporte de inmigrantes por parte de los tuareg que cruzaban el desierto. La llamada "economía de la migración" se impuso en una zona en la que no se consideraba una actividad ilegal, porque Níger pertenece a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) que permite la libre circulación de personas. Pero la presión de la Unión Europea en 2015 provocó la imposición de una ley que consideraba ilegal el transporte de inmigrantes sin visa y a los transportistas se les convirtió en contrabandistas. Esta compleja relación entre los intereses de Europa y la actividad económica de un país africano es analizada en el documental On the border (Igor Gerald Hauzenberger, Gabriela Schild, 2024), que se ha rodado entre 2018 y 2023, cuando se produjo un golpe de Estado en Níger que ha terminado expulsando a la Unión Europea y a la ONU, ha restablecido el paso de inmigrantes y está controlado en términos de seguridad por mercenarios rusos del grupo Wagner. Por tanto, hay que ver la película como una mirada al contexto previo a la toma del poder por parte del general Abdourahmane Tchiani, autoproclamado líder del gobierno en 2023 y este mes de marzo investido presidente del país durante lo que él denomina un "período de transición" de cinco años, bajo una nueva carta que sustituye a la Constitución.   

El golpe de Estado, de hecho, interrumpió un rodaje que no estaba terminado, aunque On the border profundiza en algunos aspectos interesantes que establecen las contradicciones de los intentos por controlar los flujos migratorios procedentes de África Occidental, en su mayoría protagonizados por jóvenes cuyo único futuro es el desempleo y la supervivencia. Uno de los protagonistas del documental es el anticuario Ahmed Dizzi, un comerciante que habla siete idiomas y que recuerda la época en la que su negocio era próspero gracias a la gran afluencia de turismo. Por su parte, la periodista Tilla Amadou, que presenta un programa en Radio Nomade, cuestiona la eficacia del entrenamiento de los guardias fronterizos por parte de la ONU y la Unión Europea. Casi como si se tratara de una metáfora del continuo intervencionismo, la película comienza con uno de los tuaregs tratando de eliminar trozos de plástico que se han quedado colgando de las ramas de los árboles, como un reflejo del residuo que ha dejado la civilización occidental. Rhissa Feltou, ex-alcaldesa de Agadez, comenta irónicamente que es tan difícil eliminar el plástico como la influencia occidental. A través de la mirada de un tuareg, las imágenes reflejan el desierto del Sahara como un espacio sin horizonte en el que las "fronteras invisibles" vigiladas por drones no son capaces de controlar la emigración. Influido por documentales como Méditerranée (Jean-Daniel Pollet, Volker Schlöndorff, 1963), el estilo de la película adopta una perspectiva meditativa que se contagia del carácter efímero de las construcciones de arcilla que casi desaparecen con la llegada de las lluvias. La transición entre los primeros planos y las panorámicas del desierto del Sahel reflejan la presencia humana dentro de un entorno que revela su inmensidad. On the border muestra el fracaso de las políticas europeas en África Occidental porque el control de la inmigración se ha basado en promesas incumplidas que han permitido una nueva imposición del autoritarismo militar, en parte apoyado por el yihadismo. Pero la expulsión de los europeos y la clausura de las bases de drones norteamericanas en Agadez y Niamey, han dado paso a otro tipo de dependencia que ahora se apoya en Rusia, China y Turquía, manteniendo a una de las zonas con mayores recursos naturales como uno de los países más pobres de África. 

The Srebrenica tape - From dad, for Alisa

Chiara Sambuchi

Austria, Alemania 2025 | "Never again" is now? | 

Movies that Matter '25: Sección Oficial


De una forma conmovedora, la película Quo Vadis, Aida? (Jasmila Zbanic, 2020) reflejó los peores momentos de la masacre de Srebrenica que, bajo las órdenes de Ratko Mladić, provocó la muerte de unos 8.000 habitantes bosnios musulmanes en 1995, en el mayor exterminio étnico reconocido como tal en Europa después de la 2ª Guerra Mundial. Alisa Smajlović tenía ocho años cuando vivía en Srebrenica con sus padres Sejfo, de origen bosnio, y Dana, de origen serbio, unos años antes, en 1991, hasta que tras el estallido de la guerra de los Balcanes decidieron que su hija viviera con su abuela en Ljubovija (Serbia) para que estuviera segura, mientras ellos permanecían en Bosnia. Posteriormente, Alisa viajó a Estados Unidos como refugiada donde vive en la actualidad en Florida, y donde ha formado una familia, pero se nos cuenta en la película que suele regresar cada año a Ljubovija. El documental The Srebrenica tape - From dad, for Alisa (Chiara Sambuchi, 2025) muestra cómo comienza a investigar sobre lo que ocurrió en Srebrenica como una necesidad de transmitir a su hija el recuerdo de su familia y evitar el olvido en una generación que ni siquiera ha oído hablar de la guerra de los Balcanes. Aunque no se explica realmente cuál es el motivo por el que precisamente ahora ha decidido bucear en el pasado, el tiempo parece haber dado a Alisa la fortaleza emocional necesaria para ver una cinta VHS de cuatro horas que grabó su padre Sejfo para su hija, describiendo la vida en Srebrenica, como si se tratara de una premonición de lo que ocurriría. Sus padres se separaron y su madre Dana logró huir a través del bosque, pero Sejfo permaneció en la ciudad y acabó siendo una de las víctimas de la masacre. La directora Chiara Sambuchi (1975, Italia) ha abordado temas difíciles en documentales anteriores como el impacto de la industria minera en Spirits I've called (2019) o la mafia nigeriana en The deal (2022), y conoce los resortes para mantener el impacto emocional a través de las imágenes. 

Mezclando fragmentos del video grabado por Sejfo con el viaje que realiza Alisa a Serbia, establece una conexión entre el presente y el pasado que elabora una mezcla de investigación y terapia emocional de la protagonista. Ella es la narradora de su propia historia, y se incorporan escenas grabando su voz en off en un estudio como la constatación de un relato en primera persona, pero el proceso de descubrimiento del pasado se siente algo endeble, y al margen de unas conversaciones con antiguos familiares y supervivientes de Srebrenica que conocieron a su padre realmente no profundiza demasiado. De alguna manera, parece más importante el proceso de aceptación de Alisa en torno a unos acontecimientos que ella no ha vivido directamente, que el reflejo de las consecuencias de la masacre. En este tipo de historias que indagan en un pasado bélico, se produce una relevante confrontación entre la necesidad de una generación posterior que quiere recuperar la memoria familiar y los recuerdos que para muchos supervivientes resultan traumáticos. En este sentido, la investigación que lleva a cabo Alisa (que, por otro lado, tampoco la conduce a grandes respuestas) parece dolorosa para las personas con las que habla, y la transmisión de la cinta de video provoca un impacto emocional profundo en ellos. Lo que sugiere algunas preguntas sobre la revictimización de las víctimas que pueden provocar este tipo de investigaciones personales. The Srebrenica tape se interesa más por esta necesidad de Alisa de conocer más aspectos de su padre, aunque realmente la cinta que dejó grabada resulta mucho más clarificadora que los recuerdos de quienes le conocieron. El interés de la protagonista por transmitir este conocimiento a su hija se siente honesto y necesario, aunque el camino que recorre parece tener poca empatía con las heridas que reabre. 

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Películas mencionadas:

Front row: Ballet en tiempos de guerra se puede ver en Movistar Plus+.