Nuestra mirada se enfoca en esta crónica del DOK.fest en películas que hablan de fronteras, a través de historias que se sitúan en los márgenes: la invasión de Ucrania desde el punto de vista de la frontera entre el arte y la política, las limitaciones de internet nacido aparentemente como un espacio sin barreras, el equilibrio de una familia afgana que se encuentra en un limbo neutral, las fronteras invisibles que quiso instaurar la Unión Europea en el Sahel para frenar el flujo migratorio o la guerra de los Balcanes y el recuerdo de la masacre de Srebrenica a través de una cinta grabada por un padre a su hija. Documentales que reflejan la imposición de espacios separados en un mundo que nos venden como globalizado.
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Front row: Ballet en tiempos de guerraMiriam GuttmannPaíses Bajos, Ucrania, Reino Unido, Estados Unidos 2024 | Crossing Boundaries | ★★★★☆DOC NY '24: Sección Come as you are |
Estrenada en España hace unas semanas a través de Movistar Plus+, esta incursión en la guerra de Ucrania tiene la particularidad de estar centrada en un conjunto de sesenta bailarines ucranianos que han formado la compañía The United Ukranian Ballet, acogidos inicialmente por el Conservatorio Real de La Haya, y trasladándose posteriormente a la ciudad holandesa de Kijkduin. La película se centra en la gira que dieron por Estados Unidos entre 2023 y 2024, que fue el origen del encargo recibido por la directora Miriam Guttmann (1994, Holanda), cuyo abuelo había sido un refugiado judío que se vio obligado a huir de Polonia durante la 2ª Guerra Mundial. El rodaje y el propio documental se enfocan al principio en cuatro bailarines de la compañía, en un momento en que han convertido el escenario en su frente de resistencia, más allá de las fronteras de su país, aunque ellos mismos se preguntan si deberían estar luchando en la guerra en vez de actuando sobre el escenario. Vladyslav Bondar recibe videollamadas de su padre, que decidió incorporarse al ejército para permitir que su hijo pudiera salir del país, pero que está cada vez más deprimido y preocupado por la cercanía de la muerte. En una de las más desgarradoras le describe una operación militar en la que fueron emboscados por tropas rusas y parecía que el fin estaba cerca. Como espectadores, nos preguntamos cómo es posible concentrarse en la danza mientras los familiares están viviendo el horror de la guerra. La bailarina Iryna Zhalovska regresa de su exilio durante unos días a Ucrania, encontrando precisamente las cicatrices de los bombardeos en los edificios destruidos, en una secuencia rodada por un equipo de filmación local. Front row: Ballet en tiempos de guerra (Miriam Guttmann, 2024) en realidad no se introduce directamente en la filmación de los combates o los supervivientes en Ucrania, como hemos visto en otros documentales, pero en ocasiones utiliza grabaciones personales de soldados que a veces pueden resultar impactantes. Alexis Tutunnique es otro de los bailarines y coreógrafo de la compañía que tiene dudas sobre su trabajo, hasta que descubre en las redes sociales la historia del joven soldado Oleksandr "Teren" Budko, quien perdió las dos piernas en la guerra de Ucrania, y que se encuentra en Estados Unidos recibiendo un tratamiento de rehabilitación.
Budko se apodera entonces del documental y se convierte en el principal protagonista, cuando Alexis le invita a participar en una representación en el Kennedy Center de Washington a finales de 2023. Primero como una figura más simbólica que participativa, Budko sugiere que puede incluso realizar una coreografía como bailarín, aunque carezca de experiencia y tenga dificultades de movilidad con sus piernas ortopédicas. Es interesante que la intimidad que ha conseguido la directora con los bailarines en los que se ha enfocado anteriormente les permitan expresar algunas reticencias sobre la participación de alguien ajeno a la compañía. Iryna comenta que "yo soy muy perfeccionista. Le respeto, pero creo que la danza es el arte de la perfección y él no es bailarín". La película utiliza imágenes de cámaras corporales y móviles grabadas por el propio Budko durante la guerra, incluido el ataque en el que perdió las dos piernas y su ingreso en el hospital. Resulta admirable la resistencia y el espíritu de superación con el que se enfrenta a esta circunstancia, frente al destrozo emocional que provoca en su padre. Front row habla sobre diferentes formas de resiliencia y la necesidad de combatir en muchos frentes, no solo en el campo de batalla, para recibir el apoyo internacional que Ucrania parecía haber ganado hasta 2024, pero que con la llegada de la nueva administración norteamericana permanece en un peligroso equilibrio. La película, que ha contado con el apoyo en la producción ejecutiva de la actriz Sarah Jessica Parker, se estrenó en el festival DOC NY precisamente una semana después de la victoria de Donald Trump y el próximo mes de junio se proyectará por primera vez en Ucrania, en el Festival de cine Mykolaichuk OPEN en la ciudad de Chernivtsí. Dedicando los últimos minutos a la actuación de The United Ukranian Ballet con la interpretación de la obra Giselle (1841) de Jules Perrot y Jean Coralli, y la coreografía adicional que incorpora a Oleksandr Budko para hablar de las consecuencias de la guerra a través de la ausencia de sus piernas, el documental reflexiona sobre el arte como una forma de expresión combativa y política. Haciendo referencia al poema de Bertold Brecht, que escribía alzando su voz en tiempos de Hitler, en el que se preguntaba: "En los tiempos oscuros / ¿también habrá cantos?", las imágenes reflejan la fuerza de la expresión artística frente a la barbarie. La cámara del director de fotografía Christiaan van Leeuwen se acerca a los cuerpos y refleja el esfuerzo y el sudor, evitando la representación solo estética de la danza. Y la historia de Aleksandr y la compañía de ballet reivindican la resistencia colectiva desde el esfuerzo individual.
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The end of the internetDyland ReiblingCanadá, Alemania, España 2025 | Reframing History | ★★★☆☆CPH:DOX '25: Sección F:ACT Award |
A pesar de su título resulta complicado definir un documental que trata de abarcar demasiados temas. Comienza con la iniciativa del artista español Mario Santamaría con The Internet Tour, un operador turístico abierto y replicable que desde 2018 se ha desarrollado en diferentes ciudades como Barcelona, Madrid, Bilbao, Berlín o San Francisco, que recorre la infraestructura física de internet, a través de un paseo turístico por lugares que no son turísticos, como el edificio del centro de datos de la empresa tecnológica británica Colt en Barcelona. La narradora destaca algunos datos conocidos pero relevantes: "El 93% del tráfico mundial de internet proviene de un solo motor de búsqueda, el 70% de la web se encuentra en servidores de solo dos corporaciones. Una sola empresa controla las tres principales aplicaciones de redes sociales. Se nos pide que pensemos en internet como una nube. Pero escondida dentro de esa imagen está la idea de debilidad". En la prefectura de Araribóia, en Brasil, se ha desarrollado una aplicación llamada Mapeo que descentraliza la mensajería y el contacto entre los usuarios, lo que se ha convertido en una necesidad para evitar la monitorización de los habitantes que se enfrentan a las grandes madereras y petroleras que arrasan el Amazonas. En la escuela se pregunta a los alumnos: "¿A quién pertenecen realmente las fotografías que se comparten en internet?". Uno de los ejemplos de los problemas de la centralización de internet que se describen en la película es un conflicto surgido en 2010 entre Costa Rica y Nicaragua cuando este último desplegó tropas militares en una zona fronteriza que Costa Rica consideraba como suya, según la cartografía original del siglo XIX. Los nicaragüenses sin embargo se basaron en la información de Google Maps que adjudicaba ese territorio a su país. The end of the internet (Dyland Reibling, 2025) incluye numerosos ejemplos de cómo internet nació como una red libre que eliminaba las fronteras de la comunicación, pero que progresivamente se ha convertido en un sistema monopolizado por grandes corporaciones que pueden manipular la información. Recientemente, la IA Grok de Elon Musk daba credibilidad a las fake news promovidas por el millonario sudafricano sobre el genocidio de granjeros blancos en Sudáfrica. El creador de las ventanas "pop-up", Ethan Zuckerman, pidió perdón en 2014 porque la programación de estas ventanas emergentes se ha convertido en una de las herramientas principales de la publicidad invasiva. Como respuesta al peligro que supone este control por parte de unas pocas empresas tecnológicas, el documental aborda algunas iniciativas de redes personales e independientes que pretenden regresar al control unipersonal de la información.
El director Dyland Reibling aborda una breve historia del nacimiento de internet y su función original, para ir derivando hacia la necesidad de herramientas que permitan desligarse de la centralización. Se recuerda que los estudiantes que participaron en las manifestaciones de Tiananmen utilizaron máquinas de fax para comunicarse, ya que éstas no se podían rastrear ni hackear frente a los servicios de mensajería habituales, o las restricciones a la información sobre el aborto que desarrollan redes sociales como TikTok e Instagram. En España, Ramón Roca creó el proyecto Guifi.net en 2004 para conectar la zona rural en la que vivía, a la que Telefónica no daba cobertura, conectando los enlaces wifi a través de antenas ubicadas en las torres de los campanarios de localidades catalanas como Gurb, Taradell y Vic. También se menciona que en 2017, tras la aprobación del Procés en el Parlamento de Cataluña, las autoridades centrales españolas decidieron censurar las páginas web que hacían referencia al referéndum nacionalista, como un ejemplo de utilización política de internet. En Berlín, el proyecto Elektra es una iniciativa que pretende ofrecer un servicio de internet gratuito descentralizado, sin conexión con las redes wifi generales. The end of the internet aborda también algunos proyectos controvertidos como Urbit, un servidor personal que permite disponer de la información en una ubicación propia, sin vinculación con las redes tradicionales. Pero Urbit ha estado rodeado de polémica porque uno de sus creadores es Curtis Yarvin, un pensador de extrema derecha que defiende la superioridad de la raza blanca y la esclavitud, al que se considera uno de los impulsores de la llamada alt-right, la extrema derecha supremacista en Estados Unidos, y del que se ha declarado admirador el vicepresidente JD Vance. La película dedica tantos minutos a las promociones publicitarias de Urbit que transmite una sensación incómoda, y pierde la oportunidad de reflexionar sobre si es posible desligar la tecnología de la ideología de sus creadores. No hay demasiadas respuestas en The end of the internet, ni siquiera por qué adopta ese título cuando realmente tampoco está hablando del final de internet al abordar iniciativas particulares que parecen proyectos aislados. Pero al menos plantea una reflexión que nos permite mirar a internet desde una perspectiva menos complaciente.
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The disappearance of our momentsAhmad Siyar NoorzadAfganistán, Alemania, Turquía 2025 | Crossing boundaries | ★★★★☆ |
El trabajo de licenciatura del director Ahmad Siyar Noorzad en la Universidad de Bellas Artes de Hamburgo, donde vive desde que fue acogido como refugiado afgano en 2016, se ha centrado en una familia que se encuentra en un territorio perdido en Turquía, sin documentación legal y expuestos a ser deportados en cualquier momento. Rafi Mohammadi actuó como comediante en la televisión de Afganistán, pero después de huir del país hacia Turquía trabaja de noche en una obra de construcción mientras su esposa Sweeta lo hace durante el día en el comedor de una fábrica. El objetivo de Rafi sin embargo es el de viajar a Alemania para pedir asilo y reunirse después con su familia, formada además por tres hijos pequeños. Pero en su ausencia, Sweeta sigue trabajando mientras la hija mayor, Arsenat, asume las tareas de la casa. La cámara del director apenas sale del apartamento para mostrar los trabajos de Rafi y su esposa, que casi no tienen oportunidad de encontrarse juntos, pero generalmente permanece dentro de ese espacio en el que la familia planea esperanzas de futuro. El regreso de Rafi después de que su solicitud de asilo en Alemania fue denegada les coloca en una situación incluso más difícil. Contaba el director en la presentación de su película en el DOK.fest que en la actualidad se les ha retirado su documentación y siguen viviendo en Turquía con la amenaza constante de la repatriación a una Afganistán que ahora está controlada por los talibanes, pero ya sin la mirada de la comunidad internacional que, especialmente después de su retirada, les ha dado la espalda. Aunque a veces algunas conversaciones parecen pactadas para que se desarrollen delante de la cámara, como cuando Rafi le pregunta a su hijo pequeño si estaría dispuesto a caminar durante días para tratar de llegar hasta Alemania junto a su familia, la cámara de Siyar Noorzad, que también se ha encargado de la edición junto a Samiullah Nabizadah, se detiene en planos estáticos que observan los acontecimientos, y que en algunos momentos recuerdan al cine de Abbas Kiarostami o Jafar Panahi, especialmente en títulos como Esto no es una película (2011).
En este territorio neutro que conforma el pequeño apartamento en el que viven, los padres tratan de mantener una dinámica familiar en la que sus hijos encuentren un espacio de seguridad, pero la ausencia de uno y de otro lo hacen complicado. The disappearance of our moments (Ahmad Siyar Noozad, 2025) se detiene en los pequeños detalles de la vida familiar creando también un espacio de convivencia casi onírico, un lugar de transición entre la vida pasada y el futuro incierto. El apartamento se convierte en una frontera en la que la espera es interminable y la cotidianidad parece aprisionar a los protagonistas. A pesar de la mirada observadora, la cámara también adopta una perspectiva de cercanía, de forma que la percepción no es objetiva sino profundamente subjetiva, elaborando una película que muestra una empatía permanente con la familia. Turquía se ha convertido en la tierra de nadie que no permite retroceder ni avanzar, en una situación de estancamiento que permanece en la actualidad.
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On the borderIgor Gerald Hauzenberger, Gabriela SchildAustria, Alemania, Suiza 2024 | Crossing boundaries | ★★★★☆IDFA '24: Sección Frontlight |
Aunque forma parte de la realidad europea por los flujos de inmigración que provienen de África, suele dedicarse poca atención a las políticas desarrolladas en África Occidental para frenar las oleadas de inmigrantes que quieren llegar al continente. Este documental propone un enfoque en torno a si la cooperación de la Unión Europea ha sido aceptada por la población local en la ciudad nigeriana de Agadez, donde se estableció una frontera inexistente, una especie de acuerdo Schengen en el Sahara impulsado por Angela Merkel y Federica Mogherini para frenar la emigración. Pero en un territorio en el que predomina el nomadismo estos espacios "fronterizos" controlados por fuerzas de seguridad a las que se prometió entrenamiento, acabó suponiendo un grave conflicto con su estilo de vida. Se estima que hubo una época en la que el 85% de los migrantes africanos pasaban por Agadez y se estableció un sistema económico basado en el transporte de inmigrantes por parte de los tuareg que cruzaban el desierto. La llamada "economía de la migración" se impuso en una zona en la que no se consideraba una actividad ilegal, porque Níger pertenece a la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (CEDEAO) que permite la libre circulación de personas. Pero la presión de la Unión Europea en 2015 provocó la imposición de una ley que consideraba ilegal el transporte de inmigrantes sin visa y a los transportistas se les convirtió en contrabandistas. Esta compleja relación entre los intereses de Europa y la actividad económica de un país africano es analizada en el documental On the border (Igor Gerald Hauzenberger, Gabriela Schild, 2024), que se ha rodado entre 2018 y 2023, cuando se produjo un golpe de Estado en Níger que ha terminado expulsando a la Unión Europea y a la ONU, ha restablecido el paso de inmigrantes y está controlado en términos de seguridad por mercenarios rusos del grupo Wagner. Por tanto, hay que ver la película como una mirada al contexto previo a la toma del poder por parte del general Abdourahmane Tchiani, autoproclamado líder del gobierno en 2023 y este mes de marzo investido presidente del país durante lo que él denomina un "período de transición" de cinco años, bajo una nueva carta que sustituye a la Constitución.
El golpe de Estado, de hecho, interrumpió un rodaje que no estaba terminado, aunque On the border profundiza en algunos aspectos interesantes que establecen las contradicciones de los intentos por controlar los flujos migratorios procedentes de África Occidental, en su mayoría protagonizados por jóvenes cuyo único futuro es el desempleo y la supervivencia. Uno de los protagonistas del documental es el anticuario Ahmed Dizzi, un comerciante que habla siete idiomas y que recuerda la época en la que su negocio era próspero gracias a la gran afluencia de turismo. Por su parte, la periodista Tilla Amadou, que presenta un programa en Radio Nomade, cuestiona la eficacia del entrenamiento de los guardias fronterizos por parte de la ONU y la Unión Europea. Casi como si se tratara de una metáfora del continuo intervencionismo, la película comienza con uno de los tuaregs tratando de eliminar trozos de plástico que se han quedado colgando de las ramas de los árboles, como un reflejo del residuo que ha dejado la civilización occidental. Rhissa Feltou, ex-alcaldesa de Agadez, comenta irónicamente que es tan difícil eliminar el plástico como la influencia occidental. A través de la mirada de un tuareg, las imágenes reflejan el desierto del Sahara como un espacio sin horizonte en el que las "fronteras invisibles" vigiladas por drones no son capaces de controlar la emigración. Influido por documentales como Méditerranée (Jean-Daniel Pollet, Volker Schlöndorff, 1963), el estilo de la película adopta una perspectiva meditativa que se contagia del carácter efímero de las construcciones de arcilla que casi desaparecen con la llegada de las lluvias. La transición entre los primeros planos y las panorámicas del desierto del Sahel reflejan la presencia humana dentro de un entorno que revela su inmensidad. On the border muestra el fracaso de las políticas europeas en África Occidental porque el control de la inmigración se ha basado en promesas incumplidas que han permitido una nueva imposición del autoritarismo militar, en parte apoyado por el yihadismo. Pero la expulsión de los europeos y la clausura de las bases de drones norteamericanas en Agadez y Niamey, han dado paso a otro tipo de dependencia que ahora se apoya en Rusia, China y Turquía, manteniendo a una de las zonas con mayores recursos naturales como uno de los países más pobres de África.
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The Srebrenica tape - From dad, for AlisaChiara SambuchiAustria, Alemania 2025 | "Never again" is now? | ★★★☆☆Movies that Matter '25: Sección Oficial |
De una forma conmovedora, la película Quo Vadis, Aida? (Jasmila Zbanic, 2020) reflejó los peores momentos de la masacre de Srebrenica que, bajo las órdenes de Ratko Mladić, provocó la muerte de unos 8.000 habitantes bosnios musulmanes en 1995, en el mayor exterminio étnico reconocido como tal en Europa después de la 2ª Guerra Mundial. Alisa Smajlović tenía ocho años cuando vivía en Srebrenica con sus padres Sejfo, de origen bosnio, y Dana, de origen serbio, unos años antes, en 1991, hasta que tras el estallido de la guerra de los Balcanes decidieron que su hija viviera con su abuela en Ljubovija (Serbia) para que estuviera segura, mientras ellos permanecían en Bosnia. Posteriormente, Alisa viajó a Estados Unidos como refugiada donde vive en la actualidad en Florida, y donde ha formado una familia, pero se nos cuenta en la película que suele regresar cada año a Ljubovija. El documental The Srebrenica tape - From dad, for Alisa (Chiara Sambuchi, 2025) muestra cómo comienza a investigar sobre lo que ocurrió en Srebrenica como una necesidad de transmitir a su hija el recuerdo de su familia y evitar el olvido en una generación que ni siquiera ha oído hablar de la guerra de los Balcanes. Aunque no se explica realmente cuál es el motivo por el que precisamente ahora ha decidido bucear en el pasado, el tiempo parece haber dado a Alisa la fortaleza emocional necesaria para ver una cinta VHS de cuatro horas que grabó su padre Sejfo para su hija, describiendo la vida en Srebrenica, como si se tratara de una premonición de lo que ocurriría. Sus padres se separaron y su madre Dana logró huir a través del bosque, pero Sejfo permaneció en la ciudad y acabó siendo una de las víctimas de la masacre. La directora Chiara Sambuchi (1975, Italia) ha abordado temas difíciles en documentales anteriores como el impacto de la industria minera en Spirits I've called (2019) o la mafia nigeriana en The deal (2022), y conoce los resortes para mantener el impacto emocional a través de las imágenes.
Mezclando fragmentos del video grabado por Sejfo con el viaje que realiza Alisa a Serbia, establece una conexión entre el presente y el pasado que elabora una mezcla de investigación y terapia emocional de la protagonista. Ella es la narradora de su propia historia, y se incorporan escenas grabando su voz en off en un estudio como la constatación de un relato en primera persona, pero el proceso de descubrimiento del pasado se siente algo endeble, y al margen de unas conversaciones con antiguos familiares y supervivientes de Srebrenica que conocieron a su padre realmente no profundiza demasiado. De alguna manera, parece más importante el proceso de aceptación de Alisa en torno a unos acontecimientos que ella no ha vivido directamente, que el reflejo de las consecuencias de la masacre. En este tipo de historias que indagan en un pasado bélico, se produce una relevante confrontación entre la necesidad de una generación posterior que quiere recuperar la memoria familiar y los recuerdos que para muchos supervivientes resultan traumáticos. En este sentido, la investigación que lleva a cabo Alisa (que, por otro lado, tampoco la conduce a grandes respuestas) parece dolorosa para las personas con las que habla, y la transmisión de la cinta de video provoca un impacto emocional profundo en ellos. Lo que sugiere algunas preguntas sobre la revictimización de las víctimas que pueden provocar este tipo de investigaciones personales. The Srebrenica tape se interesa más por esta necesidad de Alisa de conocer más aspectos de su padre, aunque realmente la cinta que dejó grabada resulta mucho más clarificadora que los recuerdos de quienes le conocieron. El interés de la protagonista por transmitir este conocimiento a su hija se siente honesto y necesario, aunque el camino que recorre parece tener poca empatía con las heridas que reabre.
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Películas mencionadas:
Front row: Ballet en tiempos de guerra se puede ver en Movistar Plus+.
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