A lo largo de las jornadas que se desarrollan en el Festival de Locarno, una de ellas recibe el nombre de Día de la Diplomacia, que tiene como objetivo homenajear a personalidades del mundo cultural que se han distinguido en la promoción de la paz, la diplomacia y el diálogo, y que en un año en el que se celebra el centenario de los Tratados de Locarno de 1925, adquiere mayor trascendencia. Los Tratados de Locarno fueron un conjunto de acuerdos por los que Alemania, Francia, Bélgica, Italia y Reino Unido buscaron garantizar el mantenimiento de la paz en Europa occidental, siendo negociados en la ciudad suiza de Locarno en octubre de 1925 y firmados en Londres el 1 de diciembre. Entre ellos, el más importante fue el reconocimiento alemán de las fronteras occidentales dispuestas en el Tratado de Versalles (1919) y una garantía mutua de respetarlas. Aunque poco tiempo después, Adolf Hitler incumpliría este reconocimiento en 1936, inaugurando el expansionismo nazi. Cada dos años, el Festival de Locarno concede el Premio Ciudad de Paz a una figura reconocida del mundo del cine, y esta semana ha sido entregado al director iraní Mohammad Rasoulof, condenado el año pasado a ocho años de prisión y a azotes en público, aunque logró huir de Irán antes de su detención. El jurado destacó la capacidad para elaborar un cine poético y político por parte del responsable de películas como Un hombre íntegro (2017), La vida de los demás (2020) y La semilla de la higuera sagrada (2024). Precisamente dedicamos nuestra crónica a algunos títulos de la programación del Festival de Locarno que tienen contenido político.
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The FinSyeyoung ParkCorea del Sur, Alemania, Qatar 2025 | Cineasti del Presente | ★★★★☆ |
La construcción de una distopía en la que Corea del Norte y Corea del Sur se han unificado después de un desastre ecológico, plantea sin embargo en esta película una nueva división, esta vez a través de un muro físico que separa a las personas consideradas normales de los llamados omegas, humanos mutantes que han desarrollado aletas que producen radiación. Vivir entre los humanos comunes siendo un omega es posible, siempre que se puedan ocultar las extremidades anfibias, pero es un riesgo demasiado grande porque existen funcionarios dedicados expresamente a tratar de descubrirles para expulsarlos a colonias donde se les encarga la función de recoger deshechos radiactivos, una labor que inevitablemente acaba provocándoles la muerte. La narración del principio recuerda historias sobre cielos azules y océanos no contaminados, pero lo cierto es que ya hay generaciones enteras que no han conocido un mundo así. El director Syeyoung Park (1996, Corea del Sur), utiliza los recuerdos de cuando vivió cerca de la Zona Desmilitarizada entre Corea del Norte y Corea del Sur para construir este futuro que cuenta con recursos de agua tan escasos que es un orgullo llevar la cara sucia, porque significa que no se ha malgastado en algo tan superfluo como lavarse. Pero esta representación de la ciudad no está planteada con la estética habitual del cine de ciencia-ficción sino que opta por utilizar espacios reales, en parte por la falta de presupuesto, de manera que se crea una especie de distopía verité que transforma la ciudad en bloques de hormigón y rincones abandonados en los que destacan pantallas que recuerdan las obligaciones de los ciudadanos y la amenaza que suponen los omegas. Pero esta visión futurista es una lectura decepcionada de lo que puede ocurrir cuando las promesas de la sociedad poscapitalista terminan desembocando en una comunidad todavía más controladora, y adopta un tono melancólico que musicalmente se refleja en las composiciones de Erik Satie o ese hermoso y fantasmagórico "Opus 55" que la pianista Yeji Yeon incluyó en su álbum Songs without words (2022, Yeji Yeon) con el que termina la película. La historia retoma el cortometraje The Fin (Syeyoung Park, 2017) en el que un pescador (Goh-Woo) decide acudir a una tienda de utensilios de pesca después de haber conseguido solo la aleta de una gran ballena que pretendía capturar. El mismo actor interpreta a un omega anónimo que trabaja recogiendo vertidos tóxicos del mar y, cuando un compañero muere en la playa, toma una fotografía familiar de su bolsillo y escapa de la Colonia 114 para cumplir el último deseo del pescador muerto. Pero el director rodea al personaje de un entorno que refleja el miedo colectivo al contagio, una idea surgida de la experiencia durante la pandemia del Covid-19.
Esta representación de tonos ocres y rojizos le da a la película una textura muy particular, creando un sistema de gobierno controlador que puede recordar a películas como 1984 (Michael Radford, 1984). Otra de las protagonistas, Sujin (Kim Pureum), es una joven que se alista en el Servicio Juvenil de la Libertad Coreana, un grupo dedicado a perseguir a los omegas que tratan de hacerse pasar por humanos. Mientras que Mia (Yeji Yeon), es una de esas omegas que trata de pasar desapercibida trabajando en una antigua tienda de artículos de pesca donde se ofrece la oportunidad de recordar los tiempos en los que se podía pescar. Vive con su tío (Youngdoo Jeong) después de haber sido abandonada por su padre y utiliza moldes de pies humanos hechos con silicona para ocultar sus aletas, preparados por un zapatero (Heungjoo Yang) que arriesga su negocio para ayudar a los omegas. Los tres personajes principales acaban coincidiendo en ese entorno particular que es la tienda donde se recrea la pesca, que contrasta en su colorido con la oscuridad del exterior. Una secuencia en la que se refleja la atracción que siente Sujin por Mia, observándola a través del agua de una pecera, inmediatamente recuerda al estilo visual de Wong Kar-Wai. Este lugar donde se dibuja una cierta atemporalidad ofrece a los personajes un espacio más relajado en el que incluso surgen las sonrisas, hasta que la realidad vuelve a hacer su aparición. Syeyoung Park ha desarrollado su carrera en Canadá, estrenando su primer largometraje The fifth thoracic vertebra (2022) en el Festival Fantasia, pero The Fin consigue un equilibrio adecuado de drama melancólico, distopía desilusionada y mirada política hacia las promesas de un país que crece económica y tecnológicamente hacia un futuro utópico mientras sus presidentes son acusados de corrupción o simulan golpes de estado. La sociedad que controla a sus ciudadanos lo hace porque sus ciudadanos se dejan controlar (hay un amago de protestas en las calles), como la propia Sujin, que vive con una madre permanentemente confinada por temor a ser contagiada, y que está convencida de que su obligación es denunciar a los omegas para mantener el equilibrio social. The Fin crea una distopía inquietante que está dotada de una carga política inteligente, abundando en el peligro del deterioro de las relaciones humanas que acaba provocando el miedo colectivo.
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As estaçõesMaureen FazendeiroPortugal, Francia, España, Austria 2025 | Competición Internacional | ★★★☆☆ |
La pasada edición del Festival de Locarno presentó el documental Fogo do vento (Marta Mateus, 2024), una fábula sobre los campesinos de la región portuguesa de Alentejo que ganó un Premio Especial del Jurado en el Festival de Gijón. En esta edición, encontramos otra mirada hacia esta zona y sus habitantes a través de As estações (Maureen Fazendeiro, 2025), una película arqueológica pero más en el sentido formal que en el puramente científico, aunque el punto de partida de su planteamiento sean los trabajos de excavación que realizaron Georg y Vera Leisner en los años 40, considerados pioneros en la historia de la arqueología portuguesa, siendo los primeros que elaboraron un inventario de los monumentos megalíticos de la Península Ibérica. Mientras estaban excavando en Portugal, en 1943 los bombardeos sobre la ciudad de Munich les impidieron regresar a Alemania, continuando su labor entre los restos de dólmenes funerarios de las primeras civilizaciones mientras en Europa se producía otro tipo de destrucción. La publicación de los archivos completos de los arqueólogos, que mostraban fotografías, cuadernos de notas, dibujos y cartas personales, fue el punto de partida de este primer largometraje de la guionista Maureen Fazendeiro (1989, Francia), que este mismo año estrenó en Cinéma du Réel su mediometraje Les habitants (2025), mientras sigue trabajando junto al director Miguel Gomes en películas como Diarios de Otsoga (Maureen Fazendeiro, Miguel Gomes, 2021) y Grand Tour (Miguel Gomes, 2024). Entre el documental, el ensayo y la ficción, su nueva propuesta no se centra solo en los descubrimientos arqueológicos del Alentejo, donde todavía se llevan a cabo excavaciones, sino que trata de ser sobre todo un retrato de una región y sus habitantes a través de las huellas que ha dejado el paso del tiempo. Aunque en principio estaba estructurada a partir de las cuatro estaciones, la película ha acabado teniendo un orden narrativo basado en un ciclo que yuxtapone los acontecimientos históricos sin una relación estrictamente cronológica. Entre una película de archivo, una observación etnológica, un ensayo poético y una representación de fábulas y cuentos que se manifiestan dentro del formato de la ficción, As estações es una mezcla de estilos formales y narrativos tan heterogénea como libre de ataduras estructurales.
La película se conforma por tanto como un documental que expone los trabajos y algunos escritos de Georg Leisner (Raphael von Bargen) y Vera Leisner (Gerti Drassl) con narraciones en off, pero también pretende documentar el imaginario de una región en la que se mezclan el pasado y el presente, la realidad y las leyendas. A los dólmenes se les conocía como "casas de los moros", y se inventaron historias sobre una "mora encantada" (Ana Potra), mitad mujer y mitad serpiente, que desafiaba la valentía de los que llegaban a la zona. A lo largo de As estações encontramos espacio para la representación de estos cuentos, a veces expuestos en forma de canciones populares, como "Venho da Ilha dos Vidros", que describe a una persona que proviene de una Isla de Cristal y vive en un mundo perdido, pero también para los poemas recitados por el poeta local Manuel Pisco. El pastoreo de cabras serpentinas que llevan a cabo António Sozinho y el joven pastor Simão Ramalho en Monte das Cortes es un reflejo de las ancestrales actividades ganaderas de Alentejo, al igual que la extracción de corcho de los alcornoques que se muestra en una hermosa secuencia final, que refleja la destreza en la forma de descorchar las cortezas de los árboles por parte de los corcheros. La zona también es conocida por su representación de la agricultura cooperativa que surgió a partir de la Revolución de los Claveles en 1974 y la reforma agraria que eliminó la propiedad privada de las grandes fincas. Los archivos de Manuel Canela, un cinéfilo que regresó al Alentejo tras la revolución para grabar su región y el trabajo de las cooperativas agrícolas, son una forma de arqueología cinematográfica que permite a la directora rescatar el material de 16 mm. nunca revelado para mostrar imágenes de 1975 y 1976, como un negativo en blanco y negro de las que ella misma ha grabado en las zonas de pastoreo en la actualidad. Se yuxtaponen épocas diferentes, ficciones y realidades que acaban teniendo una relación interna, como en las excavaciones en las que se descubren fragmentos de diferentes tiempos históricos. Esto puede hacer que la película a veces no se sienta tan cohesiva como debería, pero crea alrededor de sus imágenes una cualidad mágica y atemporal. Los niños exploran el interior de los dólmenes con la misma ingenuidad con la que reinterpretan los cuentos populares a través de sus propios relatos orales. En la película ha participado la productora gallega Filmika Galaika, que también estará presente en la Giornate degli Autori del Festival de Venecia con el largometraje Anoche conquisté Tebas (Gabriel Azorín, 2025).
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The dealJean-Stéphane BronSuiza, Francia, Bélgica, Luxemburgo 2025 | Piazza Grande| ★★★★☆Séries Mania '25: Mención Especial Guión / Premio Buyer's Upfront |
El Festival de Locarno reserva un espacio en las proyecciones de la Piazza Grande a una miniserie que fue premiada en la pasada edición de Séries Mania. Se trata de una coproducción europea que se ha convertido en la primera serie suiza que se presenta en este marco de proyecciones al aire libre en la plaza principal de Locarno. The Deal (RTS, 2025), que se estrena hoy en la plataforma de streaming de la televisión pública suiza y a partir del 28 de agosto en el canal lineal, comienza en el exterior para introducirnos en el interior de las negociaciones de Ginebra que culminaron en el acuerdo nuclear con Irán en julio de 2015, entre intrigas y alianzas alrededor de un acontecimiento relevante para el resto del mundo. Ese acuerdo conseguido hace 10 años acabó sepultado bajos los escombros del ataque unilateral que llevó a cabo Estados Unidos, con la colaboración de Israel, el pasado 22 de junio, y del que todavía no está claro cuál fue su verdadero alcance dentro del programa nuclear iraní. Podría parecer un tema algo desfasado, pero en realidad adquiere cierta actualidad debido a la incertidumbre que todavía planea sobre el desarrollo nuclear de Irán y la confrontación entre la diplomacia y la acción militar. Como en Cónclave (Edward Berger, 2024), las primeras imágenes de la serie muestran a los medios de comunicación para reflejar lo que nos llega a través de las pantallas de los televisores, pero inmediatamente se cierran las puertas para abordar desde el interior todo aquello que los medios nunca podrán enseñar. En 2015 la ciudad de Ginebra acogió las negociaciones relacionadas con el programa nuclear de Irán, encabezadas por Estados Unidos, Francia, Inglaterra, Alemania, Rusia y China, que terminó con un acuerdo por el que el país islámico se comprometía a realizar un uso exclusivamente pacífico de su energía nuclear, aunque tres años después Donald Trump se retiró de ese acuerdo durante su primer mandato. En su labor como documentalista, el creador y director de la serie, Jean-Stéphane Bron (1969, Suiza), ya se había interesado por los entresijos de algunas instituciones, como el mundo artístico en La Ópera de París (2017) o el entramado judicial norteamericano en Cleveland contra Wall Street (2010). De nuevo en colaboración con Alice Winocour (1976, Francia), con la que ha escrito los guiones de Próxima (Alice Winocour, 2019) y Memorias de París (Alice Winocour, 2022), se introduce en un entorno cerrado, el de las negociaciones diplomáticas y las redes de alianzas que se producen dentro de la propia negociación central, para diseñar un thriller político que mantiene la tensión a través de los personajes ficticios creados para esta ambiciosa miniserie. Tomando como personaje central a Alexandra Weiss (Verlee Baetens), jefa de protocolo del anfitrión suizo, la historia se adentra en los diferentes encuentros entre las delegaciones diplomáticas para tratar de alcanzar un acuerdo, pero que se ven perjudicados por los intereses y las agendas ocultas de sus respectivos gobiernos.
Lo que hace bien el guión es mostrar cómo los diplomáticos que tienen como misión presionar a la parte contraria para alcanzar un acuerdo beneficioso, al mismo tiempo sufren la presión de sus superiores, e incluso de su propia vida personal. Esto se refleja en el personaje de la subsecretaria estadounidense Cindy Cohen (Juliet Stevenson), que intenta moderar la inclinación hacia las sanciones por parte del representante del Tesoro, Andrew Porter (Sam Crane), al mismo tiempo que recibe llamadas de su madre que padece demencia senil. En realidad, todos los representantes se enfrentan a su contrario, pero también a las posiciones más beligerantes dentro de sus propias delegaciones, como el ministro reformista iraní Mohsen Mahdavi (Anthony Aziz), presionado de cerca por un miembro de los Guardianes de la Revolución, Ali Katibi (Alexander Behrang Keshtkar), que pretende mantener una posición más estricta por parte de Irán. A lo largo del desarrollo de las negociaciones, la tensión es constante, evitando caer en demasiados detalles complicados, y centrándose más en las contradicciones personales de los personajes. En este sentido, puede ser algo forzada la introducción de Payam Sanjabi (Arash Marandi), un científico que ha sido liberado de prisión para servir como consultor, pero que años atrás ha sido amante de Alexandra Weiss, lo que la enfrenta a una presión adicional entre su trabajo y su vida personal, poniendo en peligro esa complicada postura de neutralidad que adopta Suiza. Los elementos de thriller se subrayan con la amenaza del Mossad, el servicio de inteligencia israelí, que ha infiltrado a agentes en el hotel donde se celebran las negociaciones (es una realidad que el Mossad trató de influir en estos acuerdos), de forma que The deal juega con diferentes elementos que la hacen particularmente atractiva. Lo que no se puede negar es que hay un conocimiento del tema, que permite a los creadores y una mesa de cinco guionistas introducir elementos como la llamada backchannel diplomacy (diplomacia por la espalda), que practican tanto estadounidenses como iraníes, que consiste en mantener reuniones en secreto con las otras delegaciones para ganar apoyos en la negociación principal. También se apoyan en documentación real y especialmente en el libro de memorias escrito por Wendy Sherman, subsecretaria de Estado de Joe Biden y participante en las negociaciones reales con Irán como representante del gobierno de Barack Obama, que describió en un artículo publicado en la revista Foreign Affairs titulado How we got the Iran deal (2018). The deal acaba siendo un thriller político cargado de tensión que consigue evitar que los aspectos diplomáticos enturbien la intensidad de la historia, aunque sea introduciendo algunos elementos algo forzados.
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© Cinecittà Luce, CSC - Cineteca Nazionale, Cineteca di Bologna, Coproduction OfficeAnno UnoRoberto RosselliniItalia 1974 | Historia(s) del Cine - Patrimonio de Locarno | ★★★☆☆ |
En 1963, el director Roberto Rossellini decidió retirarse de la dirección cinematográfica cuando ya contaba con 57 años, para experimentar con las posibilidades didácticas que ofrecía la televisión. El director italiano estaba decepcionado porque el cine sólo había articulado sus esfuerzos hacia el espectáculo y no hacia el conocimiento humano. En su discurso de despedida, que sería publicado por la revista Filmcritica, señalaba que "Ningún film, ni ninguna obra literaria, plantea los temas que preocupan de manera concreta a la nueva humanidad, por este motivo no se ha encontrado un nuevo sentido dramático. Por eso digo que considero necesario examinar otra vez cada cosa desde sus orígenes, hacer como el maestro de escuela elemental que intenta explicar de la manera más simple y lineal los grandes hechos de la naturaleza y la historia". Así comenzó a desarrollar lo que posteriormente se ha llamado Cine Didáctico, para el que Rossellini consideraba la televisión como el mejor instrumento disponible: pretendía crear una enciclopedia televisiva para abordar el conocimiento humano, que comenzó con su serie documental La edad de hierro (RAI, 1964), dedicada al nacimiento de la metalurgia. A pesar de recibir críticas por su planteamiento que algunos denominaban moralista, y de encontrarse con la realidad de una televisión en la que aún predominaba más el espectáculo, Roberto Rossellini (1906-1977, Italia) completó nueve miniseries y telefilmes, así como dos películas para el cine. Patrimonio de Locarno ha realizado la restauración en 4K de una de estas últimas, Anno Uno (Roberto Rossellini, 1974), que no se podría entender si no se tiene en cuenta la exploración del cine didáctico que había llevado a cabo el director en los años anteriores. A partir de un negativo de la copia en 35 mm. se ha realizado una digitalización en 4K y una nueva gradación de color en un proyecto en el que han participado el Festival de Locarno, Cinecittà y Coproduction Office. La directora artística del festival, Giona A. Nazzaro, afirma que es una película pertinente "dentro de un período en el que la democracia está, de nuevo, amenazada". Porque el enfoque de esta producción encargada por el Partido Demócrata Cristiano era el de ofrecer un retrato de Alcide De Gasperi (Luigi Vannucchi), fundador de Democracia Cristiana y Presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana después del final de la 2ª Guerra Mundial. No se trata exactamente de un biopic, sino un reflejo de la reconstrucción nacional y política de Italia, que aparece al comienzo de la película envuelta en ruinas y con las acciones de la resistencia contra los nazis y los fascistas en 1944, sobre todo el bombardeo de la Vía Rossella en Roma, que conecta con su película iniciática del neorrealismo, Roma ciudad abierta (Roberto Rossellini, 1945).
Pero en Anno Uno, el director se centra en los despachos, donde la figura de Alcide De Gasperi se presenta como un moderado que trata de encontrar un equilibrio entre las fuerzas políticas de izquierdas y de derechas: "La cuestión es que la tolerancia y la comprensión no pueden venir solo de una parte. La responsabilidad de evitar las rupturas recae en todos. Sin la tolerancia se cae inevitablemente en la división, incluso en el inmovilismo". La película, que puede resultar demasiado cargada de diálogos a veces difíciles de seguir, trataba de mantener un rigor histórico, hasta el punto que muchos de los diálogos pertenecen a documentos oficiales, discursos reales y registros de reuniones, lo que define esta necesidad de transmitir los acontecimientos tal como sucedieron. De Gasperi se representa como una figura antifascista pero siempre cercana a la moderación, profundamente católico pero a veces con una actitud cautelosa frente a los posicionamientos que había adoptado la Iglesia católica italiana, alineándose con el fascismo: "En Italia algunos católicos siguen confinados en sus propios límites, como lo estuvieron durante los últimos cincuenta años. Ahora no estamos en eso. Este integrismo católico, del que se ha sentido su voz en los últimos días, es el resultado directo de la distancia tradicional entre el catolicismo y el Estado, que espero hacer desaparecer", dice en una conferencia de prensa. La planificación de Anno Uno se sostiene en los habituales planos secuencia de composición milimétrica que caracterizaban al cine de Roberto Rossellini, pero generalmente confinados a espacios interiores donde se desarrollan reuniones políticas y se toman decisiones trascendentales. Para aportar una mirada externa, alterna la incorporación de un grupo de periodistas que se reúnen en un bar después de cubrir las actividades del gobierno, y discuten sobre las decisiones que se han tomado. Estas secuencias presentan a los personajes sentados hacia la cámara, pero con un gran espejo a sus espaldas que ofrece una profundidad de campo casi tridimensional. El productor Renzo Rossellini (1941, Italia), hijo del director, afirmó en una entrevista que Anno Uno fue principalmente una película de encargo que su padre tuvo que hacer por necesidades económicas. Pero es no quiere decir que no se pueda incluir dentro de ese cine didáctico que comenzó a explorar una década antes. La aproximación es académica, incluso se podría decir que escasa de emoción, reproduciendo los conflictos a partir de los discursos, ya sea con el Vaticano o con las fuerzas políticas comunistas. La figura de Alcide De Gasperi, interpretado con una tensión moderada por Luigi Vannucchi, destaca sin apenas dramatismo, como la voz del consenso. Pero se transmite una cierta melancolía cuando Alcide De Gasperi decide retirarse, en escenas que se desarrollan en su casa, rodeado de las mujeres que forman su familia (personajes escasamente desarrollados), mientras se despide de Roma. Anno Uno es una película que evita conscientemente el entretenimiento para ser más ambiciosa, buscando la formación del espectador y retándole a plantearse una reflexión profunda sobre un período decisivo en la historia de Italia, entre 1944 y 1954, y en el establecimiento de Europa tal como la conocemos actualmente, situando a la democracia como una base sustancial de la paz y la convivencia.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
Un hombre íntegro, La vida de los demás y Grand Tour se pueden ver en Filmin.
La semilla de la higuera sagrada se puede ver en Filmin y Movistar Plus+.
1984 se puede ver en Filmin y MGM+.
Cónclave y Memorias de París se pueden ver en Movistar Plus+.
Roma, ciudad abierta se puede ver en Filmin y Prime Video.
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