El Festival de Locarno, que se celebra hasta el 16 de agosto, dedicó unos minutos en su ceremonia de inauguración a recordar a la figura de David Lynch (1946-2025), fallecido el pasado mes de enero. Con una presentación sorpresa sin nombrarlo directamente, la directora artística del festival, Giona A. Nazzaro, mencionó a un creador que "dejó una huella imborrable" y dio paso al estreno de su última obra, el cortometraje An Unfinished Room… (Duwayne Dunham, 2025), un proyecto inacabado que ha sido editado por uno de sus principales colaboradores con el material que existía. El director no pasó por el Festival de Locarno a lo largo de su trayectoria, pero la directora artística recordaba su presencia, en un texto publicado con motivo de fallecimiento el pasado mes de enero, en una breve aparición en la película Lucky (John Carroll Lynch, 2017), que ganó el Premio Ecuménico de aquella edición. Así ha comenzado un festival al que durante esta semana dedicaremos algunas crónicas, y que dedica desde hace años el espacio que otros festivales no suelen ofrecer a las películas más singulares y cinematográficamente desafiantes, y en el que la presencia de David Lynch ha sido muy protagonistas por el estreno de otras de sus películas inacabadas.
The legend of the happy workerDuwayne DunhamEstados Unidos 2025 | Fuera de Concurso | ★★☆☆☆ |
Al parecer, el guión de esta película se le presentó a David Lynch en 1986, cuando acababa de terminar Terciopelo azul (1986), editada por Duwayne Dunham, que finalmente se ha convertido en su director. Basada en una obra teatral de S. E. Feinberg, estaba planteada como una fábula del Oeste sobre un hombre que comienza a cavar un hoyo y acaba convirtiéndose en un magnate de la excavación. El proyecto finalmente pasó a manos de Duwayne Dunham (1952, Los Angeles), montador de algunas películas de David Lynch durante las décadas de los ochenta y noventa, que comenzó su formación como editor en la saga galáctica de George Lucas. Posteriormente, dirigió películas no demasiado notables como De vuelta a casa, un viaje increíble (1993) y Pequeños gigantes (1994), para dedicarse después a la televisión, dirigiendo episodios de series de Disney Channel, como Siete en el paraíso (Disney+, 1996-2007) y Las Guerras Clon (Disney+, 2008). En 2018 se anunció la puesta en marcha de la producción de esta película, anunciando a sus principales protagonistas, pero por diversas razones se ha ido retrasando hasta la actualidad, y aunque no está clara la influencia de David Lynch en el guión, éste aparece como productor ejecutivo. El proceso de producción ha sido tan largo que el compositor que había estado trabajando en la banda sonora, el notable músico Jan A.P. Kaczmarek (1953-2024, Polonia), se apartó de la composición debido a una larga enfermedad y falleció dejando su trabajo inacabado, siendo completado por Phil Marshall. Describiéndose a sí misma como "una fábula para nuestro tiempo", la historia reclama su atemporalidad, elaborando una especie de cuento surrealista sobre el capitalismo que parece parodiar también el concepto del Sueño Americano a través de un protagonista llamado Goose (Thomas Haden Church) que elige un lugar en Mountain Valley donde comienza su proceso de usurpación del territorio nativo con una pala de oro con la que comienza a excavar un hoyo. Cuando uno de los nativos le hace una simple, pero relevante pregunta: "¿Por qué?", la historia avanza unas cuantas décadas mostrando cómo el hoyo se ha convertido en una gran excavación con cientos de trabajadores que siguen cavando, y Goose en un empresario de lo que puede ser una mina o, simplemente, un hoyo cada vez más grande. Desde el comienzo, The legend of the happy worker (Duwayne Dunham, 2025) está planteada como una fábula que tiene el colorido brillante y el espíritu alegre de los musicales ambientados en el Oeste, como Siete novias para siete hermanos (Stanley Donen, 1954). También hay un cierto toque surrealista abrazando con soltura los anacronismos, cuando los trabajadores siguen cavando con palas y sus propias manos mientras a su alrededor circulan coches. Pero hay que ser muy sutil para encontrar el espíritu de David Lynch en esta película, por mucho que utilizara los códigos de géneros populares como las telenovelas en su serie Twin Peaks (Filmin, 1990-1991), para rodearlos de un mundo oscuro y absurdo. También hay una capa de oscuridad detrás de esta lucrativa empresa de excavadores, pero tiene una perspectiva de ironía despreocupada que termina lastrando sus planteamientos.
El trabajador al que se refiere el título es Joe (Josh Whitehouse), un joven que vive feliz con su esposa Joanne (Meagan Holder) y su hijo Joe jr. (Emosi Racule) que está todo el tiempo viendo dibujos animados en la televisión y solo responde cuando le hablan en español. Joe se levanta todas las mañanas para trabajar y es uno de los mejores excavadores de la empresa, hasta que un día se le ocurre hacer a su jefe la pregunta clave: "¿Por qué?". Siendo el único que se ha planteado esta cuestión, recibe una promoción por parte de Goose, que le convierte en su mano derecha, hasta que llega el antagonista de la historia, Clete (Colm Meaney), un familiar de Joe que ha cosechado también éxito en los negocios, pero considera que el trabajo manual de excavación está desfasado y es poco rentable, introduciendo una representación oscura e irracional de la industrialización que resulta divertida. La historia ironiza sobre el idealismo, la colonización, el capitalismo y la mano de obra, al mismo tiempo que cuestiona los planteamientos industriales para sacar beneficios en detrimento del trabajo humano. Y efectivamente, estos son temas tan actuales como podrían serlo a finales del siglo XIX, pero el sentido del humor algo tonto, la personalidad ingenua de su protagonista y los estereotipos que construye alrededor de los personajes pueden ser funcionales dentro del contexto, pero también suavizan demasiado la eficacia de sus reflexiones. Rodada principalmente en Echo Canyon (Arizona), estableciendo un mundo aislado que parece estar separado de los desarrollos que se produjeron en la época, el aspecto visual de la película se beneficia de este paisaje y de una excelente banda sonora que utiliza los resortes de las películas del Oeste, a través de la interpretación de la Filarmónica de Praga. Hay por tanto elementos cuidados dentro de una fabulación que nunca termina de ser demasiado relevante por mucho que pretenda estimular los paralelismos entre el pasado y el presente. Funciona mejor en la primera parte, con Thomas Haden Church como empresario explotador, que en la segunda, con Colm Meaney como antagonista. Y el comienzo sugerente de esa primera escena en la que se cuestiona la razón de la acción, termina desarrollándose en un cúmulo de secuencias demasiado ligeras como para que tengan un efecto disuasorio sobre la facilidad con la que sus planteamientos se olvidan rápidamente.
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God will not helpHana JušićCroacia, Italia, Rumanía, Grecia, Francia, Eslovenia 2025 | Competición Internacional | ★★★★☆ |
La iconografía religiosa con la que comienza la película refleja las ilustraciones de un libro de oraciones que muestran a demonios apoderándose del cuerpo de un hombre: "Jesús, María y José, no permitáis que muera en pecado", dice la oración de Teresa (Manuela Martelli), una mujer chilena vestida de luto que llega a los escarpados paisajes de una comunidad de pastores en las montañas croatas, en el siglo XIX. Cuando se encuentra con Milena (Ana Marija Veselčić), una mujer que vive sola en un cabaña, la comunicación verbal se convierte en un obstáculo, pero la directora mantiene la conversación entre ambas en sus respectivos idiomas, reflejando que hay un tipo de conexión que va más allá de las palabras. Milena es una de las hermanas de Marko (Bogdan Farcas), uno de los muchos emigrantes del Sur de Croacia que viajaron a países como Argentina y Chile a finales del siglo XIX, y de los que en su mayor parte nunca volvieron, dejando una ausencia en sus familias como si hubieran muerto. Pero Teresa ha llegado a Croacia para comunicar a la familia de Marko que él sí está muerto, víctima de un incendio, que se representa en su cuerpo desnudo y cubierto de hollín en las apariciones fantasmales que ve su viuda. A pesar de la falta de comunicación, las dos mujeres desarrollan un vínculo que les permite convivir hasta que aparece Nikola (Mauro Ercegović Gracin), el hermano menor de la familia, que trata a Milena con desprecio. No está claro por qué Teresa ha decidido viajar hasta el hogar de Marko, según ella porque como viuda se siente obligada a trabajar la tierra de su marido. Pero es recibida con cierta inquietud por parte del resto de la familia y los pastores con los que forman una pequeña comunidad rural, no solo por la barrera de la comunicación, sino porque perciben en Teresa una seguridad con la que se sienten amenazados, incluso hasta el momento de considerar que tiene algo de bruja, un recurso utilizado por los hombres de estas comunidades para justificar lo que no podían explicar o, simplemente, una justificación que usaban a su conveniencia. La directora Hana Jušić (1983, Croacia) introduce a sus dos protagonistas femeninas en este entorno patriarcal en el que son utilizadas y despreciadas, pero dentro del que mantienen una fortaleza y una rebeldía que no habían conocido. God will not help (Hana Jušić, 2025) es su segunda película después del éxito en festivales de Quit staring at my plate (2016) y de dirigir la miniserie El último artefacto socialista (Filmin, 2021).
La simbología cristiana relacionada con el pecado y la culpa se hacen presentes a lo largo de la película alrededor del personaje de Teresa pero el título sugiere la representación de un Dios que no estará presente cuando se requiera su ayuda, incluso cuando el personaje se enfrenta al castigo autoinfligido. Es la barrera del idioma la que conecta a Teresa con Milena, la hermana que es apartada de la familia porque la consideran una inútil, pero también la que establece una relación más personal con el hermano mayor, Ilija (Filip Đurić). Precisamente porque no se entienden, ambos comparten secretos inconfesables, como la decepción de éste por la forma en que la iglesia aborda la fe: "Cuando fui a la iglesia con los curas, ellos apartaron a Dios de mi. Ya no pude escucharle", le dice en uno de esos monólogos que expresan los personajes en sus respectivos idiomas aunque no los comprendan, en una manera peculiar de utilizar el lenguaje por parte de la directora, evitando los recursos fáciles y usando esta incomunicación para acercar a los personajes en vez de separarlos. El paisaje escarpado, rocoso, frío y caracterizado por el viento que susurra constantemente, forma parte de la solidez visual de una película que, situada en el siglo XIX, parece un western rodado en el Sur de Croacia, y este espacio abrupto marca también la personalidad de los pastores, que han creado una comunidad patriarcal en la que las mujeres solo se acercan a las cabras para ordeñarlas. Đuka (Tina Orlandini), la esposa de Ilija, acoge al principio a Teresa como un miembro de la familia, reconociendo su capacidad para trabajar en comparación con Milena, pero la relación se distancia conforme su marido parece tener una cierta confianza con la mujer chilena. Contagiado por el carácter agreste del paisaje, la película God will not help también puede ser abrupta en su desarrollo, con un ritmo lento del que advirtió la propia directora en la presentación, pero que no resulta especialmente difícil a pesar de acercarse a las dos horas y media de duración. Si bien es verdad que a veces da la impresión de que hay algunos temas que se sugieren para nunca desarrollarse, como la creencia cada vez más extendida entre los pastores de que Teresa trae consigo algún tipo de maldición, hay una textura sólida en la construcción de los personajes, creando un drama rural que explora las dinámicas familiares en un entorno rodeado de naturaleza salvaje, amenazado siempre por el clima y envuelto en creencias religiosas y estructuras patriarcales.
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Le pays d'Arto (In the land of Arto)Tamara StepanyanFrancia, Armenia 2025 | Piazza Grande - Inauguración | ★★★★☆ |
El acuerdo de paz firmado este fin de semana entre Azerbaiyán y Armenia, con Estados Unidos como negociador, supone el final de una guerra que ha durado más de treinta años, permaneciendo en segundo plano dentro del relato internacional. Pero parte de la diáspora armenia considera que es un acuerdo frágil que no garantiza una paz duradera, porque deja en suspenso uno de los asuntos más importantes: el regreso de los armenios a las tierras de las que fueron desplazados en Nagorno-Karabaj, donde entre 2020 y 2023 se produjo una limpieza étnica que obligó a 120.000 armenios a huir. Es relevante que la película de inauguración de las proyecciones en la Piazza Grande de Locarno, donde acuden cada jornada unos 8.000 espectadores al aire libre, sea precisamente Le pays d'Arto (Tamara Stepanyan, 2025), una road movie a través de los territorios de Armenia protagonizada por la viuda francesa de un ex-combatiente que se ha suicidado. Céline (Camille Clautin) ha viajado al país de origen de su marido para solicitar un certificado de nacimiento que le permita dar a sus hijos la nacionalidad armenia que les conecte con sus raíces. Pero en el registro de la ciudad de Gyumri no aparece el nombre de Arto Saryan, al menos no con el apellido con el que lo conoció, y la necesidad de encontrar la verdadera identidad de su marido la lleva a iniciar un viaje hacia los lugares donde podría encontrar el rastro de su vida en Armenia. Se trata por tanto de un viaje alrededor del fantasma de Arto (Hovnatan Avedikian), al que todavía puede ver en sus pesadillas, para descubrir que luchó en el conflicto de Nagorno-Karabaj, pero muchos le consideran un desertor que abandonó al escuadrón que estaba a su mando en medio del combate, provocando la muerte de éstos. En su camino, Céline se encuentra con Arsiné (Zar Amir), una mujer que representa la conexión entre el pasado, el presente y el futuro de Armenia, que trata de proteger a su padre Armen (Shant Hovhannisyan), quien todavía vive en la zona más conflictiva, al mismo tiempo que quiere construir un futuro para sus hijos a través de la resistencia y el activismo. La directora Tamara Stepanyan (1982, Armenia) es una representante de la diáspora, desplazada hasta Líbano junto a su familia cuando comenzó el conflicto en 1994. Allí estudió cine para continuar sus estudios en Dinamarca y finalmente afincarse en Francia en 2011. Este mismo año estrenó el documental Mes fantômes arméniens (2025) en el Festival de Berlín, un viaje nostálgico a través de Armenia y de los recuerdos de su padre, coescrito junto a Jean-Christophe Ferrari, que también es co-guionista de Le pays d'Arto. De manera que hay una profunda conexión entre realidad y ficción a lo largo del recorrido que hace Céline, tratando de recomponer la imagen de su marido e intentando asumir las consecuencias de sus actos, sean ciertos o no.
La mirada de la directora se detiene a lo largo de esta road movie en los paisajes de la Armenia actual, con sus ruinas, sus muertos y sus fantasmas, pero también con su capacidad de renacer constantemente. Dos de los desplazamientos que realiza Céline en medios de transporte están marcados por la música como reflejo del orgullo y la esperanza: en un tren al principio de la película, donde dos niñas ensayan una coreografía, y en un minibús cuando se dirige hacia Karabakh, abriendo el tercer acto de la historia, en el que un joven lugareño, interpretado por el rapero armenio Lyoka, interpreta la canción "Hascen Im Nuynn A" (2022), que habla sobre el exilio y la imposibilidad del olvido: "Ni la lluvia, ni el viento, podrán impedir que regrese. Mi dirección sigue siendo la misma". Es un momento emocionante que une a los pasajeros en el silencio y el orgullo mientras escuchan la canción. Como los directores que la han influido, desde Nuri Bilge Ceylan hasta Sergei Parajanov, la mirada de Tamara Stepanyan presta especial atención a los paisajes y las cicatrices que permanecen, como las del terremoto de Spitak de 1988, del que todavía quedan ruinas en la ciudad de Gyumri que muestran la devastación de un movimiento sísmico que provocó 50.000 muertos. En su último recorrido hacia Karabaj, donde se produjo la deserción de Arto, la aparición de un ex-soldado enloquecido, Rob, interpretado por el gran Denis Lavant, añade una capa de herida psicológica de la guerra, pero también una artificialidad que desentona con el resto de la película. Arto es el reflejo de las heridas que ha sufrido Armenia, las que han provocado en el territorio esa cualidad fantasmal que también adquiere el personaje después de muerto. Le pays d'Arto reflexiona sobre la memoria y el trauma, y se detiene en el rostro de Céline, muchas veces silencioso, que interpreta con especial sensibilidad la actriz Camille Clautin, entendiendo el drama interior que experimenta su personaje. Aunque extranjera, ella representa parte del dolor de la diáspora armenia, llegando a un lugar del que muchos siguen huyendo, y tomando conciencia de que el acto de deserción que protagonizó Arto ha ido adquiriendo con el paso de los años una dimensión profundamente política, lo que permite que la película no permanezca solo en el terreno del drama personal, sino que despliegue un significado mucho más relevante.
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With Hasan in GazaKamal AljafariPalestina, Alemania, Francia, Qatar 2025 | Competición Internacional | ★★★☆☆ |
Las imágenes que muestran esta película son tan reconocibles actualmente que ni siquiera parecen grabadas hace veinticuatro años, cuando el director Kamal Aljafari (1972, Palestina) recorrió parte de los territorios de Gaza, ya en 2001 medio destruidos, tratando de encontrar a Abdel Rahim, un hombre con el que había compartido una cárcel israelí años antes, en 1989. Le acompaña en este trayecto el guía local Hasan Elboubou, que en la actualidad se encuentra desaparecido. Como podríamos imaginar que pueden estar muchos de los palestinos que aparecen en la pantalla, en las tomas de una cámara temblorosa que muestra la franja de Gaza como un lugar todavía con síntomas de actividad diaria. La trayectoria temporal de esta película ocupa los momentos más devastadores de la represión del pueblo palestino: 1989, el año en que Kamal Aljafari y Abdel Rahim compartieron celda, fue el comienzo de la primera Intifada; en 2001, el año en que se grabaron estas imágenes, comenzó la segunda Intifada, y 2025, el año en que finalmente salen a la luz, Palestina es solo un sueño sepultado bajo la limpieza étnica y la hambruna provocada por la venganza israelí contra los brutales atentados de Hamas en octubre de 2023. De manera que hay una línea temporal que une la erradicación progresiva de la identidad palestina con los acontecimientos que rodean a la creación de esta obra sobre la memoria que, en cierta manera, parece un intento de contrarrestar el olvido y el borrado sistemático de la propia existencia de un pueblo. With Hasan in Gaza (Kamal Aljafari, 2025) es un documental de metraje encontrado que el propio director localizó cuando decidió digitalizar su primera película, The roof (2006), que había rodado dos años antes. Durante la búsqueda del material en julio de 2024, descubrió 3 cintas miniDV que no recordaba que existían, con el título With Hasan in Gaza, y decidió recuperarlas, componiendo un archivo de su propia memoria que él mismo define como "mi primera película que nunca llegué a realizar". El director de A Fidai Film (2024), que abordaba la recuperación de la memoria a través del saqueo de los territorios palestinos por parte del ejército israelí, toma la decisión de mostrar el metraje encontrado sin editar, siguiendo la cronología exacta de lo que encontró en las cintas. De manera que hay muchos temblores de cámara, imágenes borrosas y movimientos improvisados que siguen las directrices del guía Hasan. Pero esto proporciona una sensación de veracidad y de cercanía, de exposición literal de un material que el espectador descubre de la misma forma que el director redescubrió hace un año.
Las imágenes de With Hasan in Gaza muestran la franja de Gaza antes de ser controlada por Hamas, primero ganando unas elecciones en 2006 y posteriormente por la violencia en 2007, pero precisamente por eso resulta significativa la apariencia de actualidad que transmiten, aunque seguramente muchos de los que aparecen en pantalla estén muertos o desaparecidos, y los niños que tratan de encontrar su propio espacio delante de la cámara, ya son adultos si han conseguido sobrevivir. Las mujeres invitan a la cámara al interior de sus casas para mostrar los restos de los proyectiles que han caído, mientras la presencia de los tanques israelíes resuena en el horizonte. "Aquí estarás seguro", dice un hombre cuando durante la noche se asoma a una ventana que muestra a lo lejos los destellos de los ataques. Él es capaz de reconocer cuáles son proyectiles israelíes y cuáles son palestinos por el sonido. Kamal Aljafari se pregunta qué es la memoria sin las imágenes, y en cierto modo ésta es su forma de mantener el recuerdo de muchas vidas truncadas y muchos lugares desaparecidos. Hay un atisbo de vida cotidiana en algunos puestos ambulantes de comida, reflejando un territorio que resiste y se recupera cada mañana de los ataques nocturnos. El cine funciona como una herramienta para mirarse a sí mismo, con la presencia del propio director cuando Hasan le graba mientras habla con algunos habitantes de Gaza. Cuando el coche conducido por Hasan viaja entre Norte y Sur por la franja de Gaza, las imágenes de un pasado que posiblemente ya es irrecuperable son importantes porque dejan constancia de que la violencia sistemática contra el pueblo palestino no proviene del terrorismo de Hamas de 2023, sino de muchos años antes. Reflejar los parecidos y las diferencias entre el pasado y el presente es una forma de luchar contra las narrativas fabricadas que tratan de borrar la memoria.
El título de este cortometraje hace referencia a la gasolina sin plomo que se adquiere en una gasolinera como en la que trabaja la joven Toni (Lu Piplica), una de las tres protagonistas de esta historia sobre la amistad cuando la frontera entre la juventud y la edad adulta se acerca inevitablemente. En esta gasolinera, las directoras y guionistas Emma Hütt y Tina Muffler utilizan los espacios en los que se representa tradicionalmente la masculinidad, conquistando los lugares donde también las miradas lésbicas practican cruising, en los baños públicos Toni tiene encuentros sexuales con clientas y una madre se coloca bien el vestido después de un momento de sexo furtivo mientras su marido y su hijo la esperan fuera. Esta ocupación del espacio masculino establece el tono de una historia que reivindica la libertad, aunque sea imperfecta. En Bleifrei 95 (Emma Hütt, Tina Muffler, 2025) otra de las protagonistas es Anio (Mina Halide Guschke), que va a celebrar su despedida de soltera esa misma noche, representando ese paso sin vuelta atrás a la madurez, pero conserva algo de aquella breve relación que mantuvo con Toni. Anio no sabe que su amiga Lolly (Amel Baccouche), que se ha mudado hace tiempo, aprovecha el regreso a su ciudad natal para tener encuentros sexuales con su madre Karo (Sylvia Schwarz). Después de una discusión, Lolly se encuentra con tres chicos jóvenes que la invitan a subir a su coche y tienen una actitud homofóbica cuando ella les habla de su mal de amores con Karo, especialmente porque uno de ellos se siente atraído por Lolly. La cámara inestable refleja esa suspensión temporal de una noche cargada de alcohol y drogas, mientras las tres amigas tratan de encontrar su propio espacio queer en medio de una realidad que las rechaza. La despedida de soltera de Anio se celebra en La Gata, en Frankfurt, que está considerado como el club de lesbianas más antiguo del mundo en funcionamiento, desde que se inauguró en 1971. La decoración de los años setenta y la gramola que sustituye a los habituales sistemas de sonido actuales le dan al bar un aspecto singular y atemporal, aunque la avanzada edad de sus propietarias amenaza con su clausura. En esta road movie alegremente queer y algo caótica, que ha sido seleccionada para la sección Pardi di Domani, una selección de destacados cortometrajes internacionales, las tres protagonistas reivindican sus identidades haciendo frente a los secretos y los recuerdos de un pasado lejano mientras abordan las incertidumbres de un futuro demasiado cercano.
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Películas mencionadas (disponibles en la fecha de publicación):
Lucky se puede ver en Filmin y Movistar Plus+.
Terciopelo azul se puede ver en Filmin.
De vuelta a casa, un viaje increíble se puede ver en Disney+.
Siete novias para siete hermanos se puede ver en Tivify.
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