31 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 6: Cuerpos transformados

Aunque faltan todavía algunos días para el final oficial del festival, la muestra cinematográfica quebequense ha anunciado los premios del jurado, que ha reconocido con el Cheval Noir a la Mejor Película a la producción francesa El Conde de Montecristo (Matthieu Delaporte, Alexandre de La Patellière, 2024), que se estrena en España en agosto, una de las dos revisiones. dela obra de Alejandro Dumas que se han producido en Francia recientemente, pendiente de estreno para después del verano de la versión en formato de serie Le Comte de Monte-Cristo (France tv, 2024), dirigida por Bille August y protagonizada por Sam Claflin y Jeremy Iron, de la que hablamos en nuestras crónicas de Séries Mania. La película argentina Los impactados (Lucía Puenzo, 2023) recibió una Mención Especial del Jurado junto a otros dos premios: Mejor Guión y Mejor Interpretación (Mariana Di Girólamo). Otro premio de Interpretación fue ex-aequo para los dos protagonistas, Berik Aitzhanov and Anna Starchenko, de la película Steppenwolf (Adilkhan Yerzhanov, 2024), mientras que la comedia caótica Mash ville (Hwang Wook, 2024). Entre las producciones canadienses, los premios que otorga la Directors Guild of Canada se repartieron entre Darkest Miriam (Naomi Jaye, 2024), que recibió el de Mejor Dirección, y The G (Karl R. Hearne, 2023), que logró una Mención Especial. Por parte española, el cortometraje Ahora vuelvo (Lucas Paulino, Gabe Ibáñez, 2023), que participó en la pasada edición del Festival de Sitges, ha conseguido el Premio a la Mejor Fotografía para Octavio Arias. 

Nuestra crónica está dedicada a los cuerpos transformados, aunque las películas de las que hablamos no están exactamente dentro de la categoría de body horror, sino que utilizan estas transformaciones para reflexionar sobre el futuro de la humanidad, la defensa de la familia, la electrofilia, la permanencia de los valores éticos del pasado, y la vida y la muerte. 

Infinite summer

Miguel Llansó

España, Estonia 2024 | Cheval Noir | ★☆


La tercera película del director español Miguel Llansó (1975, Madrid) es una historia de crecimiento que resulta más realista que la fantasía post apocalíptica Crumbs (2015), rodada cuando residía en Etiopía y seleccionada en el Festival de Rotterdam, y que la surrealista ciencia-ficción explotation de Jesus shows you the way to the highway (2019), ganadora de una Mención Especial en New Visions del Festival de Sitges, que realizó desde Estonia, donde reside actualmente ejerciendo como profesor asociado en la Universidad de Tallin. Su nueva propuesta es principalmente una historia de crecimiento que está protagonizada por Mia (Teele Kaljuvee-O'Brock), una joven que trabaja como guía en el zoológico de Tallin. La película comienza con una referencia al que está considerado como el primer zoo de la historia, que se remonta a 3.500 años a. de C., encontrado en el asentamiento de Hieracómpolis, en Egipto, donde se han extraído restos de más de un centenar de criaturas, que además hay evidencias de que recibían un enterramiento especial. Progresivamente, la imitación de los entornos naturales en los zoos modernos provoca que los animales olviden su cautividad, creando una especie de realidad falsa a su alrededor. El zoológico en el que trabaja Mia cuenta con robots como Muki (Denise Moreno), que controlan la temperatura y la humedad de los animales, incorporando ya algunos apuntes del futuro en el que se desarrolla la historia. Mia se reúne durante el verano junto a un lago con su amiga Grete (Johanna Rosin), cuya atención parece acaparada por Sarah (Hannah Gross), una amiga canadiense que entra en escena contando una experiencia escatológica. Para Mia es un verano de descubrimiento, aunque su padre (Ivo Uukkivi) le advierte que trate de alejarse de las drogas. La primera parte de la película reproduce este encuentro entre las jóvenes amigas adoptando una mirada nostálgica a través de la fotografía de Israel Seoane, habitual colaborador del director, que capta perfectamente esa luminosidad casi permanente de los largos días de los veranos de Estonia.

Cuenta el director que leer sobre Lucy, un homínido de la especie Australopithecus afarensis que está considerado la abuela del mundo, el más antiguo de la humanidad, le llevó a reflexionar sobre el futuro y el proceso de deshumanización que incorporan los avances bioquímicos. De manera que Infinite summer (Miguel Llansó, 2024) se desarrolla en un futuro más o menos cercano en el que la comunicación se establece a través de hologramas y las aplicaciones de citas ponen en contacto a las personas sin necesidad de encontrarse físicamente. Cuando Mia utiliza una de estas aplicaciones, aparece Ivo (Ciaron Davies), también conocido como Dr. Mindfulness, una especie de gurú que le ofrece vivir una experiencia alucinatoria mediante una máscara de respiración que él ha inventado. Pero en realidad está siendo investigado por dos agentes de la Interpol, el detective Jack (Steve Vanoni) y su compañera Katrin (Katariina Unt), dos personajes que parecen sacados de una película de Jim Jarmusch, por considerar que forma parte de una misteriosa organización. El viaje alucinatorio de Mia le introduce en una experiencia nueva mientras la máscara introduce en su cuerpo un gas que cambia su composición bioquímica. La incorporación de un dispositivo que conecta con el proceso básico de la existencia, la respiración, permite al director enfatizar el grado intrusivo de esta experiencia, que no solo es mental sino también corporal. Pero es cuando prueban esta aplicación sus amigas Grete y Sarah cuando se revela al auténtico peligro de esta experiencia, que de alguna manera, está conectada con el zoológico en el que trabaja Mia, ese que crea un entorno natural para disimular el cautiverio en el que en realidad se encuentran quienes lo habitan. 

Miguel Llansó reflexiona sobre el futuro de una humanidad cada vez más conectada a las nuevas tecnologías y desprovista de su propia naturaleza, haciendo referencia a la transhumanización, esa aspiración a mejorar las capacidades cerebrales a través de la biotecnología y la nanotecnología, conceptos que no parecen demasiado alejados de la realidad actual, como hemos visto en documentales recientes como Cyborg generation (Miguel Morillo Vega, 2024). E introduce estas ideas en la parte más cercana a una ciencia-ficción de terror, que nace desde dentro del propio ser humano, a través de las transformaciones que determinados procesos pueden provocar, y que desembocan en una especie de invasión incorpórea que tiene la tonalidad de las películas de Nicolas Winding Refn. Infinite summer está producida por Rain Rannu, director estonio de Chasing unicorns (2019) y productor de La lucha invisible (Rainer Sarnet, 2023) y por el tándem Allison Rose Carter y John Read, productores de Todo a la vez en todas partes (Daniel Kwan, Daniel Scheinert, 2022) y Zola (Janicza Bravo, 2020). Pero los conceptos más reflexivos sobre la transhumanización están conectados de una manera inteligente con la propia experiencia de cambio que experimenta una adolescente, ese crecimiento que de alguna manera la aleja de su entorno. Porque Infinite Summer no solo se centra en Mia enfrentada a este proceso de cambio y de madurez, sino que adopta también la perspectiva del padre, un artista que contempla cómo su hija comienza a ser cada vez más independiente (la película está dedicada a la hija de Miguel Llansó). Los adultos representan el hogar mientras que los jóvenes introducen la idea del viaje, la necesidad de salir para encontrarse a sí mismos. Se trata de la película más ambiciosa del director, no por sus niveles de producción, sino por la complejidad de sus planteamientos, que a veces pueden afrontar narrativas extrañas pero que acaban interconectándose con gran eficacia. 

Párvulos

Isaac Ezban

México 2024 | Cheval Noir | ★☆


En una realidad distópica y post-apocalíptica se desarrolla la última película del director Isaac Ezban (1986, México), que comenzó su trayectoria con El incidente (2014) y tuvo un gran éxito de taquilla en su país con Mal de ojo (2022). Los protagonistas son tres hermanos: Salvador (Félix Farid) es el mayor, ha perdido una pierna por circunstancias que se nos cuentan en uno de los flashbacks que aparecen más adelante, y está dedicado a la supervivencia de los más pequeños, aunque ésta pase por alimentarles con una especie de puré de gusanos, respondiéndoles que son proteínas cuando le preguntan con qué está hecho. Oliver (Leonardo Cervantes) es el hermano mediano, que comparte con Salvador un secreto que no quieren contarle por el momento al más pequeño, Benjamín (Mateo Ortega), el único que de alguna manera vive un poco al margen de la  situación complicada en la que se encuentran, aislados en una casa en el bosque que no pueden abandonar porque, según Salvador, están esperando a que regresen sus padres. Párvulos (Isaac Ezban, 2024) juega a mezclar géneros, entre las películas de zombis y las realidades distópicas, pasando por el comin-of-age de misterio al estilo de Cuenta conmigo (Rob Reiner, 1986), con muchas referencias al cine de los años ochenta como Los Goonies (Richard Donner, 1985), en la que se inspiró la diseñadora de producción Adelle Achar para crear el entorno en el que viven los niños. La supervivencia de éstos les obliga a salir al bosque ocasionalmente para conseguir cazar algún animal, reflejándose ese mundo azotado por una pandemia mortal que ha provocado la transformación de algunos seres humanos pero, quizás peor, la formación de grupos de supervivientes que utilizan la violencia para mantener el control. La película acierta en la descripción de esta distopía con elementos muy sencillos, degradando los colores hasta alcanzar casi el blanco y negro, pero manteniendo algunos tonos de color en algunos momentos importantes. Salvador actúa en realidad como un auténtico padre, leyendo a sus hermanos el cuento de Hansel y Gretel (1812), la historia de unos niños que acaban en una casa con una bruja, lo que establece un hábil paralelismo con la historia que ellos mismos están viviendo. 

El entorno del bosque en el que habitan los niños enfrentados a peligros inesperados, aunque manteniendo su espíritu infantil, recuerda a Donde viven los monstruos (Spike Jonze, 2009), pero hay una narrativa de terror que también hace referencia a la transformación de los seres queridos, convertidos en personas irreconocibles, que parece inspirada en la relación de los dos hermanos con su madre en Buenas noches, mamá (Severin Fiala, Veronika Franz, 2014). Porque principalmente Párvulos habla sobre la forma de mantener a la familia unida frente a los ataques del exterior, pero lo hace de una manera más sutil en la primera hora, incluso con la aparición del personaje de Valeria (Carla Adell), que parece estar dispuesta a sacrificar cualquier cosa, incluida su propia dignidad, por mantenerse viva. Mientras que en la última parte, cuando encuentran a una especie de predicador llamado Enoc (Noe Hernández) se vuelve más convencional y pierde esa sutileza que encontrábamos en los dos primeros actos de la historia. Sin embargo, Párvulos funciona bien cuando se centra en la relación de los hermanos y el impacto psicológico de una situación tan extrema como la desaparición de una buena parte de la humanidad a causa de un virus. En cierto modo, Salvador utiliza la ingenuidad que despliegan los niños como una especie de elemento de defensa, no solo porque les preserva de la consciencia de las situaciones más crueles, sino porque les permite sobrevivir con cierta protección psicológica frente a los adultos que se enfrentan no solo al exterior sino también a sus propios pensamientos. Pero a pesar de los elementos de terror y distópicos, la película consigue tener una especie de poesía en lo visual, creando encuadres que, dentro del propio carácter tenebroso, acaban adoptando una cierta mirada gótica, como cuando mantienen unos cadáveres colgados de los árboles cerca de la casa como una forma de amenaza a los extraños  que pudieran acercarse. 

Los niños protagonistas acaban creando entre sí una especie de comunidad jerarquizada que, como en El señor de las moscas (1954, Ed. Alianza Editorial), de William Golding, les permite enfrentarse a las decisiones más difíciles. En esa historia el personaje de Ralph representaba el orden frente al caos, la democracia frente a la anarquía, pero como en aquélla, el control que ejerce Salvador en esta película no resiste demasiado, porque se encuentran rodeados de un entorno, el natural y el salvaje, en el que no hay orden sino solo prevalencia del más fuerte. De manera que los protagonistas de Párvulos dejan atrás la ingenuidad que les había servido como protección para defenderse de una manera más contundente. Con algunos desequilibrios, la película sostiene una historia que absorbe las influencias para adquirir una personalidad propia, con un concepto visual muy atractivo.  

Los impactados

Lucía Puenzo

Argentina, Chile 2023 | Cheval Noir | ★☆

Trieste '23: Mejor Película

Fantasia '24: Mención Especial, Mejor Guión, Mejor Interpretación (Mariana Di Girólamo)


A partir de una primera versión escrita por la co-guionista Lorena Ventimiglia (1971, Argentina), que también ha ejercido como Directora de Arte, esta película habla de la transformación física y psicológica que llegan a experimentar los supervivientes del impacto de un rayo durante una tormenta. Desde el punto de vista físico, algunos de ellos presentan en la piel las llamadas figuras de Lichtenberg, una especie de tatuajes naturales con formas ramificadas que marcan en el cuerpo la poderosa descarga eléctrica del rayo, causados por la ruptura de vasos capilares bajo la piel que provoca la descarga (suelen desaparecer en poco tiempo). Pero es una imagen tan impactante como poética que la directora Lucía Puenzo (1976, Argentina) aprovecha para involucrar dentro de su particular exploración de los cuerpos que ha desarrollado en películas anteriores como XXY (2007) o El niño pez (2009). La protagonista de esta historia es Ada (Mariana Di Girólamo), una joven veterinaria con menopausia precoz que una noche de tormenta, mientras trata de salvar al potro de una vaca embarazada, recibe el impacto de un rayo, lo que acaba produciendo en ella cambios físicos y psicológicos que se reflejan en las marcas de Lichtenberg que tiene en su cuerpo y en el regreso de la menstruación. La directora establece una relación entre las consecuencias de la descarga eléctrica y los cambios corporales femeninos que alimenta la película de ramificaciones temáticas más complejas, una historia que habla de una mujer que se transforma en otra, que necesita reencontrarse consigo misma a partir de un suceso que le permite seguir un camino diferente. Y que la aleja progresivamente de su relación con Jano (Guillermo Pfening) para acercarla a un grupo de impactados que está liderado por Juan (Germán Palacios), reflexionando sobre la naturaleza vital y el ser humano. 

La actriz chilena Mariana Di Girólamo, con la que la directora trabajó en la serie La jauría (Prime Video, 2020) y que ha destacado en películas como Ema (Pablo Larraín, 2019), aporta esa ambigüedad que es al mismo tiempo sexual y asexuada a su personaje, especialmente a través de su proceso de emancipación de un entorno patriarcal que está marcado por la influencia de su padre, el psicólogo Cohen (Osmar Núñez), y de su marido Jano. En Los impactados (Lucía Puenzo, 2023) el grupo que encabeza Juan mantiene una conexión con las consecuencias de las descargas eléctricas que han sufrido evitando los medicamentos tradicionales y aceptando el dolor que puede provocar, pero al mismo tiempo desarrollando caminos que les acercan a la electrofilia, también conocida como electrocutofilia. Esta parafilia es definida por la psiquiatría como una atracción de tipo sexual a la electricidad, que entre los impactados de la película se alcanza a través de sesiones de electroshock. De manera que esta relación de la corriente eléctrica con la excitación sexual acaba situando a Lucía Puenzo cerca del cine de David Cronenberg, especialmente de películas como Crash (1996), en la que un accidente provocaba una extraña fascinación erótica. Aunque en el caso de la directora argentina nunca da el paso definitivo hacia la irrupción en el género fantástico, introduciendo algunos elementos de ciencia-ficción pero siempre apegados a la realidad. Es ahí donde la película quizás despliega demasiadas ideas para mantenerse siempre en un término medio que no traspasa los límites, lo que acaba resultando algo decepcionante. 

Los personajes de Los impactados se enfrentan a las inquietudes que les provoca su condición de supervivientes y su conexión con la electrofilia, y hay una especie de afectación generalizada en el tratamiento de sus historias. Pero Lucía Puenzo desarrolla caminos metafóricos en torno a un punto de vista femenino que le interesa de manera especial, aprovechando las consecuencias psicológicas y físicas provocadas por el impacto del rayo en una mirada hacia la intimidad femenina y la forma en que se libera y se amplifica. Y también propone una reflexión sobre el ser humano y la fascinación por la trascendencia de lo desconocido. Presentada en la pasada edición del Festival de San Sebastián y en el Festival de Biarritz, Los impactados se estrenó en los cines argentinos el pasado mes de febrero, y se introduce en el mercado norteamericano a partir de su participación en este festival. 

A samurai in time

Jun'ichi Yasuda

Japón 2024 | Cheval Noir | ★☆

Fantasia '24: Premio del Público Mejor Película Asiática


Más que un cuerpo transformado, en realidad el protagonista de esta película es un cuerpo transportado, aunque este extraño viaje también conlleva una transformación. La historia comienza al final del período Edo (1603-1868) cuando varios clanes de samuráis están enfrentados entre los que apoyan el shogunato y los que pretenden derrotarlo. Una noche de tormenta, Shinzaemon Kosaka (Makiya Yamaguchi) y Kyochiro Kazami (Norimasa Fuke), miembros de dos de estos clanes rivales, se enfrentan en un duelo en el que saben que uno de los dos acabará muriendo, abocados a la imposibilidad de huir de su propio destino. A no ser que caiga un rayo y uno de ellos acabe teletransportado a la época actual, justo en mitad de unos estudios de cine donde se está rodando una serie jidaigeki (drama de época), uno de esos géneros que tiempo atrás fueron muy populares en Japón pero que ya han perdido el interés de los espectadores. Todo parece demasiado conveniente, pero A samurai in time (Jun'ichi Yasuda, 2024) no tiene tanto interés en la explicación de la ciencia-ficción, sino en cómo se enfrenta este personaje a un mundo nuevo frente al rigor de la educación que ha recibido y la época en la que ha vivido. La película utiliza el resorte del viaje en el tiempo para mostrar a un protagonista perdido en medio de un cambio radical en su vida, y es también una mirada nostálgica a las grandes producciones de época que se realizaban en Japón hace décadas. Las películas jidaigeki estaban sobre todo ambientadas en el período Edo, y mostraban algunos convencionalismos comunes, como la introducción de samuráis protagonistas de tramas similares. Fueron tan relevantes que el propio George Lucas ha manifestado que una de sus influencias para La guerra de las galaxias (1977) fueron los jidaigeki, en los que se inspiró para nombrar a los caballeros Jedi. Curiosamente, A samurai in time se promociona como una comedia de ciencia-ficción pero, aunque es cierto que incluye escenas de humor cuando el samurái se enfrenta a determinadas situaciones actuales, lo cierto es que el personaje transmite cierta sensación trágica y de desolación, como en la escena que reproduce la fotografía, cuando recorre los lugares en los que vivió, ahora completamente transformados y desconocidos para él. Su única posibilidad es aferrarse a lo que conoce por lo que, después de tratar de adaptarse a este mundo nuevo, se incorpora al equipo de extras de la serie, expertos en coreografías de luchas, un entorno en el que se siente especialmente cómodo, aunque las espadas de bambú que se utilizan en los rodajes no tengan el mismo peso que las reales. 

El director Jun'ichi Yasuda (1967, Japón) consigue construir una historia que juega con los elementos de la metanarrativa que propone la introducción en el rodaje de una serie, para situar al protagonista en un entorno cómodo frente al exterior. Igual que Shinzaemon no conoció nada más allá de la convivencia dentro de su clan, con una rígida organización de su tiempo, en el set de rodaje consigue mantenerse al margen de esa nueva ciudad que le rodea, con códigos de conducta muy diferentes a los que tiene que acostumbrarse. La posibilidad de poder comer pastel de arroz es un lujo para él que sin embargo ahora parece estar al alcance de todos, y la sensación que experimenta cuando por fin puede probar un manjar solo reservado a determinadas clases sociales en su época, transmite una divertida sorpresa placentera. Pero al mismo tiempo, Shinzaemon también ha perdido su propósito en la vida, el bushidō, que es la definición japonesa del "camino del guerrero", un código de lealtad y honor que seguían los samuráis y cuyo destino inevitable era la muerte, bien sea a manos de otro guerrero o siguiendo el ritual del seppuku, el suicidio del samurái para salvar su honor. La película incorpora a este personaje en una época en la que no hay cabida para la lucha o la venganza, con códigos morales completamente diferentes, lo que es una interesante exploración de la tradición frente a la modernidad desde el punto de vista de un personaje del pasado trasladado al presente. Y es destacable y afortunado que A samurai in time prefiera tomar ese camino más dramático, en vez de el de la comedia simple sobre el choque cultural. 

Especialmente cuando se introduce un giro de guión que da paso al tercer acto en el que, cuando Shinzaemon ya estaba más o menos cómodo dentro de esta época y practicando luchas durante los rodajes, debe volver a enfrentarse al pasado. Es inteligente la aproximación del director cuando contrasta el Japón de los shogunatos con la época actual, el país que se enfrenta a una cierta incertidumbre de futuro, que parece haber abandonado ciertos códigos éticos para sustituirlos por otros. La introducción como co-protagonista de Yuko Yamamoto (Yuno Sakura), una joven ayudante de dirección que aspira a escribir su propio guión, incorpora temas como los roles de género confrontados a una industria audiovisual japonesa todavía demasiado patriarcal. Con una gran interpretación del actor Makiya Yamaguchi, el protagonista se enfrenta de nuevo a ese "camino del guerrero" que mencionábamos antes, pero en un contexto completamente diferente. De manera que el viaje en el tiempo se convierte en una metáfora sobre la percepción del pasado como una necesaria referencia del presente. Jun'ichi Yasuda recupera las películas de samuráis desde una perspectiva diferente y singularmente atractiva, reflexionando sobre la pérdida de interés en un género como reflejo de la transformación de los códigos morales. Y plantea a través de uno de los personajes principales cómo hace falta una cierta renuncia a estos códigos tradicionales para encajar completamente en la sociedad moderna. El director ha puesto también parte de su futuro en esta película: en 2023 heredó una plantación de arroz de su padre, de la que se hizo cargo en medio de una radical bajada de precios de venta frente al aumento de los costes (muchos agricultores japoneses han decidido dejar de cultivar arroz para plantar trigo): "Si la película no tiene éxito, no podré seguir cultivando arroz", afirma Jun'ichi Yasuda, que también presentará este mes de agosto A samurai in time en la programación del festival FrightFest en Gran Bretaña. 

Dead dead full dead

Pratul Gaikwad

India 2023 | Sección Oficial | ☆☆


El cambio que sufre la astróloga influencer Era (Swastika Mukherjee) en esta historia es más radical, porque pasa de estar viva a estar muerta, asesinada de una puñalada en la espalda. Sin embargo, su alma todavía no ha abandonado su cuerpo y antes de ser reclamada por el demonio se aparece como un espíritu en medio de la investigación policial para tratar de averiguar quién ha sido el culpable de su asesinato. Esta comedia surrealista de género fantástico presenta a los policías Balraam (Yug Italiya) y Zubi (Monica Chaudhary) como dos agentes jóvenes incompetentes que se enfrentan por primera vez a un caso de asesinato, pero al mismo tiempo deben hacer frente a la aparición fantasmal de Era. Con un carácter fuerte y maleducado, ella misma se ha creado numerosos enemigos, aunque su marido Rahul (Ashwin Mushran) es el principal sospechoso, pero también surgen sospechas sobre su mala relación con una vecina entrometida, la Sra. Basanti Bachhan (Flora Jacob), y la sirvienta Chhotu (Sachin Vidrohi). De manera que Dead dead full dead (Pratul Gaikwad) se construye como un whodunit al estilo de Agatha Christie pero que se sitúa más cerca de la mirada irónica de Puñales por la espalda (Rian Johnson, 2019). La mezcla de comedia surrealista, elementos de fantasía y puesta en escena casi teatral, porque la historia se desarrolla en su mayor parte en el apartamento de la víctima, es quizás demasiado ambiciosa en la mezcla de géneros, con una comicidad que puede ser algo básica pero que encaja adecuadamente en la propuesta. Todo tiene relación, por supuesto, con una extraña conjunción lunar que solo se produce cada 10.000 años, por lo que resulta apremiante averiguar quién es el culpable del asesinato, antes de que se produzca un desastre planetario. La película tiene un tono de humor absurdo, con personajes algo histriónicos, que también puede recordar a series como The afterparty (Apple tv+, 2022-2023), aunque introduce algunos comentarios sociales en torno a la corrupción policial, representada en el personaje del jefe de policía Patil (Abhijeet Chavan), las estafas empresariales y la prepotencia de las castas superiores en la India, lo que introduce elementos de interés dentro de una trama que a veces quiere complicarse demasiado. 

El hecho de que una influencer se haya rodeado de tantos enemigos convierte su asesinato en un rompecabezas en el que cualquiera tiene razones poderosas para querer matarla, pero al mismo tiempo las declaraciones de los sospechosos supone para ella enfrentarse a la personalidad prepotente que ha mantenido en vida, en un camino de redención que quizás la alejen de la influencia del diablo. Aunque su carácter como alma en pena tampoco se diferencia mucho de cuando estaba viva, como le insinúa su marido: "¿Incluso después de muerta tienes que tener mala leche?". La película está co-escrita por Abdul Aziz, director del largometraje Window flowers (2023), y por Pratul Gaikwad, que ha trabajado como editor y debuta en la dirección. El desarrollo de la historia va adquiriendo progresivamente un carácter más sobrenatural, de forma que se conecta con las películas de fantasmas que han venido siendo una tradición en el cine de Bollywood, desde los títulos clásicos de los años cincuenta y sesenta como Kohraa (The fog) (Biren Nag, 1964), que era una versión de Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940), pero con toques más sobrenaturales, hasta uno de los títulos imprescindibles del terror indio como Raat (Ram Gopal Varma, 1992). Pero Dead dead full dead se adentra en este terreno sin tener demasiado claro si quiere abrazarlo completamente o prefiere ofrecer una mirada más cercana a la parodia, lo que acaba provocando una indefinición en la propuesta que perjudica a su desarrollo. A pesar de contar con intérpretes populares como Swastika Mukherjee, que parece divertirse en su personaje de carácter desagradable, o Abhijeet Chavan, que interpreta al personaje secundario del jefe de policía, y este año ha intervenido precisamente en una película de fantasmas vengativos como Muniya (Aditya Sarpotdar, 2024), hay cierto desequilibrio en las interpretaciones que tampoco beneficia a la película. Dead dead full dead acaba siendo un intento de comedia sobrenatural que conecta con el cine fantástico tradicional hecho en la India pero que no termina de encajar bien la mezcla de misterio, fantasía y humor. 


El Conde de Montecristo se estrena en cines el 9 de agosto.
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Películas mencionadas:

CrumbsJesus shows you the way..., La lucha invisible, XXY, El niño pez, Ema y Rebeca se pueden ver en Filmin.
Todo a la vez en todas partes y Cuenta conmigo se pueden ver en Movistar+. 
Los Goonies se puede ver en Fubo, Max, Netflix y Tivify.
Buenas noches, mamá se puede ver en Acontra+ y Prime Video.  
Crash se puede ver en Acontra+ y Filmin. 
La guerra de las galaxias se puede ver en Disney+.
Puñales por la espalda se puede ver en Prime Video. 

28 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 5: La cultura de la violencia

El segundo fin de semana de Fantasia Festival nos introduce en la última semana de la muestra cinematográfica que se celebra en Montreal. Entre las películas que comentamos en esta ocasión se encuentra Gallos de pelea (Monte Hellman, 1974), que está considerado como el único fracaso en taquilla que tuvo Roger Corman, fallecido el pasado 9 de mayo. Precisamente se había comprometido a presentar la proyección del 50 aniversario del estreno de esta casi desconocida y poco valorada película que el próximo 30 de julio se proyectará en el festival en una sesión especial. La historia muestra una cierta subcultura de la violencia en Estados Unidos, y nos sitúa en el tema principal de nuestra crónica. Nos adentramos en un documental español que reflexiona sobre la obsesión por las armas en ese país, hablamos de una película de animación especialmente sangrienta, y nos introducimos en una historia de venganza y en un mundo apocalíptico en el que impera la ley del más fuerte. 

From my cold dead hands

Javier Horcajada

España 2024 | Documentaries from the Edge | ★☆

Raindance '24: Competición Documentales


Durante una convención de la Asociación Nacional del Rifle (RNA) en mayo de 2000, su entonces presidente, el actor Charlton Heston, pronunció un emocionado discurso que reivindicaba el derecho de los ciudadanos norteamericanos a portar un arma, amparándose en las justificaciones habituales de origen bíblico. Para terminar su intervención, y dirigiéndose directamente al entonces Vicepresidente del gobierno Al Gore, retomó una especie de eslogan que se había utilizado desde los años setenta por asociaciones pro-armamentísticas, mientras alzaba orgulloso un rifle largo: "Quiero decir estas palabras de lucha para todos los que puedan oírlas y prestarles atención, y especialmente para usted, señor Gore: “¡De mis manos frías y muertas!”". Esta proclama de resistencia al desarme es utilizada por el director español Javier Horcajada para elaborar su particular reflexión sobre la cultura de la violencia en Estados Unidos, a través de un montaje de videos extraídos de YouTube que reflejan precisamente esta obsesión por la acumulación de armas. Aunque cualquiera de los videos que se muestran en el documental también podría aparecer en una búsqueda que se titulara: "Los tipos más estúpidos de Norteamérica". Sin embargo, uno de los méritos de este mosaico de grabaciones reales es evitar caer en la simple representación humorística eligiendo las situaciones más absurdas o los chistes fáciles, porque aunque se muestran accidentes tontos y momentos comprometidos de esos que suelen hacerse virales por lo idiotas que pueden ser sus protagonistas, From my cold dead hands (Javier Horcajada, 2024) ofrece una reflexión profunda, sin necesidad de ser discursiva, sobre cuán arraigada está la cultura de la violencia dentro de la sociedad norteamericana. De hecho, al final del documental hay una referencia directa al desenlace de la película muda Asalto y robo de un tren (Edwin S. Porter, 1903), que terminaba con el protagonista disparando un arma hacia la cámara, una escena que también homenajeó Martin Scorsese en el final de Uno de los nuestros (1990). En Estados Unidos se tiene la idea equivocada de que se trata de la primera película de la Historia del Cine, pero aunque no sea cierto, sí es la primera que refleja la sociedad estadounidense de principios del siglo XX, y ya era una historia sobre armas y violencia, mientras que en Francia, por ejemplo, el cortometraje pionero Viaje a la luna (Georges Méliès, 1902) imaginaba al hombre alcanzando su sueño de atravesar el espacio exterior. 

El director español utiliza como soporte de la estructura narrativa de su película un video titulado "Top 10 reasons to be a gun owner" (2016), en el que dos jóvenes llamados Eric y Chad explican las diez razones por las que está justificado llevar un arma. El video tiene más de 400.000 visualizaciones y funciona como un checklist al que se regresa a lo largo del documental para plantear temas como el origen religioso de muchas de estas justificaciones, como se desprende de otros videos como "Your biblical right to self defense" (2018), donde se pretende elaborar un discurso sobre la Biblia como un texto en el que se pueden encontrar pasajes que reivindican el derecho a defenderse uno mismo y a su familia. From my cold dead hands evita introducir directamente ideologías políticas, porque los propios videos y sus protagonistas la reflejan de una u otra forma. Y se pone de manifiesto cómo la narrativa armamentística de derechas utiliza como reclamo eslóganes que principalmente han reivindicado las políticas progresistas: se menciona el derecho de todos los ciudadanos a elegir libremente para explicar por qué el gobierno no puede intervenir en el acceso a las armas; y en algunas manifestaciones se apropian de pancartas sobre los derechos de las mujeres tergiversando su mensaje: "Gun rights are women's rights". Curiosamente, una de las lecturas más significativas del montaje realizado por Javier Horcajada es que las armas están principalmente controladas por los hombres, los autodenominados defensores de las familias, que son los protagonistas de unos videos en los que la participación femenina es mínima, decorativa o de admiración. Hay un discurso de superioridad masculina intrínseco, como cuando un hombre graba el momento en que regala a su novia un arma por primera vez, y se muestran pistolas especialmente diseñadas para mujeres. 

Pero sobre todo hay un aspecto que la película refleja con acierto: el consumismo que rodea a la cultura de la violencia. Se muestran anuncios publicitarios relacionados con las armas, entre los que hay momentos curiosos como el de la activista armamentística Brickell Clark parodiando una canción de La sirenita (Ron Clements, John Musker, 1989) disfrazada de princesa Disney. Y resulta evidente que muchas de las demostraciones con armas pesadas que se publican en las redes sociales, supuestamente protagonizadas por ciudadanos, provienen de la propia industria. Se ha demostrado que los fabricantes de armas utilizan este tipo de "influencers" para introducir sus mensajes y promociones en unas redes sociales en las que (teóricamente) tienen prohibido difundir anuncios relacionados con la venta de armas, y que hay una especial atención hacia un target femenino. Aunque quizás los más inquietantes son los videos protagonizados por menores de edad, como uno en el que dos niños muestran el interior de una tienda de armas, en la que tienen prohibida su entrada, o un video en el que una niña afroamericana monta diferentes tipos de pistolas con los ojos vendados mientras un adulto le hace preguntas del estilo de "¿Disparamos para herir o disparamos para matar?". La inteligencia de Javier Horcajada está en mostrar en From my cold dead hands una sociedad norteamericana preocupantemente obsesionada con la posesión de armas, que las trata como si fueran juguetes, con una cierta inconsciencia de su capacidad para provocar daño. Y lo hace exponiendo sin comentarios los videos que se pueden encontrar en internet, la autoexposición del orgullo de tener un arma, la reivindicación de la cultura de la violencia. 

the G

Karl R. Hearne

Canadá 2023 | Septentrion Shadows | ★☆

BIFEST '24: Premio Mejor Actriz

Fantasia '24: Mención Especial (Directors Guild of Canada)


Aunque no es un documental, hay cierta inspiración en la realidad dentro del trasfondo de esta película en torno a algunos escándalos relacionados con estafas a personas de la tercera edad. En el informe Elder Fraud Report 2023, publicado por el FBI a principios del pasado mes de mayo, se calculaba que los estafadores sustrajeron a personas mayores en Estados Unidos $3.400 millones durante el año pasado, aumentando en un 11% respecto al año anterior. Y eso en una población que cada vez está más envejecida, con 35 millones de personas mayores de 65 años, un 12,3% de la población (de hecho, esta es una de las razones por las que no se entienden las restricciones en las políticas de inmigración). A partir de esta premisa, el director Karl R. Hearne, quien ganó en Fantasia Festival el premio al Mejor Montaje por su cortometraje Song (2003), regresa a la muestra canadiense con una historia que comienza  cuando Ann Hunter (Dale Dickey) y su marido enfermo Chip (Greg Ellwand), son víctimas de funcionarios corruptos que los declaran incapacitados para ingresarlos en un centro de mayores, mientras se apoderan de sus propiedades y sus cuentas corrientes. Su actividad fraudulenta es tan rápida que ni siquiera Emma (Romane Denis), la única nieta que realmente mantiene contacto con Ann, tiene tiempo de percatarse de que sus abuelos han sido robados, y cuando regresa a la casa familiar ésta ya se está vendiendo. La desconexión familiar también se ha producido por el alcoholismo de Ann, que le sirve para afrontar un envejecimiento para el que no se siente preparada, subrayado por la necesidad de cuidar a un marido enfermo que parece incluso más mayor que ella. De manera que este estado de permanente zozobra le impide ser consciente de la estafa que ha ido preparando su cuidador, hasta que se da cuenta demasiado tarde y de manera violenta de lo que está sucediendo, cuando Rivera (Bruce Ramsay), su nuevo tutor legal, no tiene el menor escrúpulo en dar una paliza a Chip para conseguir que Ann le diga dónde tienen escondido más dinero, lo que tiene relación con el pasado de la protagonista. the G (Karl R. Hearne, 2023) se ha podido ver en festivales como Tallin, Glasgow y FANT Bilbao, y ya se ha estrenado comercialmente en Reino Unido e Irlanda. 

La actriz Dale Dickey (1961, Tennessee), conocida por sus personajes secundarios en series como Breaking bad (Netflix, 2008-2013), y que hasta muy recientemente no ha tenido papeles más protagonistas en películas como Una canción de amor (Max Walker-Silverman, 2022), es el principal soporte de the G, incorporando un personaje que está escrito pensando en ella, según ha comentado el director en algunas entrevistas, y que interpreta con la fortaleza y el sentimiento de ira constante que necesita para darle mayor profundidad. Ann, a la que su nieta Emma llama "the G" un diminutivo de Granny (abuela), es una mujer dura y poco sociable, que parece tener un permanente odio hacia el resto del mundo, bebe vodka en vasos de yogurt y fuma como una chimenea. Este retrato de una protagonista con la que no es muy recomendable enfrentarse acaba siendo el soporte de un thriller que se construye a fuego lento, pero en el que hay más interés en las relaciones personales que en el propio desarrollo de una trama de intriga. Y aunque lo parezca, no es tampoco exactamente una historia de venganza de abuelos, como las películas de Liam Neeson, sino que la violencia está más dosificada y aparece principalmente en los últimos veinte minutos. Durante el desarrollo de la historia, el carácter de Ann se va relajando, sobre todo cuando conoce a Joseph (Roc Lafortune), uno de sus compañeros en el centro de mayores, quien se da cuenta de esta transformación: "Pareces más joven", le dice. Hay un retrato de los matones antagonistas que no está claro si tiene un tono paródico o están descritos así de idiotas, pero desde su aparición enterrando a un hombre vivo suenan a un tropo de género demasiado convencional. Por eso, the G es más interesante cuanto más se acerca a la protagonista y construye la relación con su nieta Emma, que también protagoniza una subtrama que no resulta demasiado convincente. Pero al final es una entretenida muestra de thriller que lo entrega todo al talento de una actriz curtida y veterana como Dale Dickey, a la que también podemos ver en el western Horizon: An American saga (Kevin Costner, 2024). 

Steppenwolf

Adilkhan Yerzhanov

Kazajistán 2024 | Cheval Noir | ★☆

BIFFF '24: Premio Golden Raven

Fantasia '24: Mejor Interpretación (Anna Starchenko, Berik Aitzhanov)


El muy prolífico director Adilkhan Yerzhanov (1982, Kazajistán) ha abordado géneros variados a lo largo de su filmografía, con dramas que cuestionan el patriarcado como Ulbolsyn (2020) o acercamientos a la corrupción generalizada como Herd immunity (2021), aunque uno de sus títulos más conocidos es la comedia absurda que homenajeaba al cine Yellow cat (2020), que participó en la Mostra de Venecia. Con cierta tendencia al cine de género, la violencia ha estado presente de una u otra forma en películas como Assault (2022), que estaba inspirada en tiroteos como el que protagonizó un joven de 19 años en un instituto de la ciudad rusa de Kazán, provocando nueve víctimas mortales y una veintena de heridos, en mayo de 2021. Después de una etapa en la que venía estrenando entre dos y tres películas al año, el director kazajo regresa con su última película dos años después de Ademoka's education (2022) y de dirigir la serie Frozen (Okko, 2022). Más explícitamente que en otras ocasiones, Steppenwolf (Adilkhan Yerzhanov, 2024) aborda la violencia a través de un desierto que adopta las formas distópicas de películas como Mad Max. Salvajes de autopista (George Miller, 1979), planteando un lugar en conflicto, una guerra civil que está marcada por la presencia de grupos contraterroristas, en la que se dispara a matar sin hacer demasiadas preguntas. En medio del caos provocado por la guerra civil, Tamara (Anna Starchenko) es una madre cuyo hijo ha sido secuestrado, lo que le ha provocado un trauma que le impide expresarse con claridad, pero acaba formando un tándem insólito con Brayuk (Berik Aitzhanov), un ex-convicto que se ha especializado en conseguir confesiones a través de distintos tipos de tortura y que encaja perfectamente en ese mundo despiadado en el que solo cabe morir o matar. Después de que Tamara le ofrezca una recompensa, decide ayudarla a buscar a su hijo, iniciando un trayecto a través de un desierto rodeado de destrucción, y persiguiendo a una banda de traficantes de órganos que se dedica a secuestrar niños. El título de la película está inspirado en la novela del escritor Herman Hesse El lobo estepario (1927, Ed. Alianza Editorial), cuyo personaje solitario y alienado se ha convertido en un arquetipo de la deshumanización de una sociedad insolidaria. Aunque no es una adaptación, se incluyen algunos pasajes del libro y en cierta manera los personajes protagonistas muestran esa desesperación que los mueve a enfrentarse a su destino. En Steppenwolf, se muestra precisamente el extremo de este aislamiento que finalmente desemboca en el conflicto, pero en sus imágenes rodeadas de coches ardiendo y lugares destruidos se pueden ver reflejados conflictos reales como la guerra de Ucrania.  

En cierto modo, esta película es una continuación de algunos de los temas incorporados en Goliath (Adilkhan Yerzhanov, 2022), seleccionada en Venecia, en la que un hombre, interpretado por el habitual protagonista de las películas del director, Berik Aitzhanov, se enfrentaba al jefe criminal que controlaba una comunidad mediante la violencia. Hay también elementos comunes en su filmografía, como la ausencia de una legalidad realmente eficaz que propiciaba la corrupción en Herd immunity (2021), o la relación insólita entre un ex-convicto y su novia en Yellow cat (2020). En esta ocasión, Steppenwolf adopta una estructura más cercana al western, que remite sin ningún disimulo a Centauros del desierto (John Ford, 1956), tomando como punto de partida la búsqueda de un niño atravesando el desierto, aunque en este caso incorporándose a esa especie de subgénero que se ha dado en llamar Asian western, en el que se introducen elementos característicos de las sociedades asiáticas. Pero la película no solo se construye a partir de las referencias cinematográficas o de la expresión de la violencia de forma explícita, mostrándola de una manera tan absurda que a veces resulta más realista de lo que es habitual en el cine de género, evitando estetizarla demasiado. Como en parte de la filmografía de su director, se introducen cuestionamientos morales a los que se enfrentan los personajes, aunque en el caso de Brayuk parece estar ya por encima del bien y del mal, convertido en una especie de justiciero por las causas que más le convienen. Steppenwolf plantea un mundo postapocalíptico que reflexiona sobre las consecuencias de la desaparición de un orden, donde la ley se establece a través del uso de las armas. Adilkhan Yerzhanov propone de esta forma una mirada oscura y sombría sobre un futuro violento y peligroso, en el que la inocencia de los niños también es perturbada por las inmoralidades de los adultos. La transformación de Tamara a lo largo de la película es representativa de lo que ese tipo de sociedad puede acabar provocando en las personas, una historia de venganza que está captada por la cámara de Yerkinbek Ptyraliyev con una tonalidad grisácea que refuerza su carácter desolador. Entre el western asiático y el género de venganza, se trata de un thriller rotundo y violento que logra reflexionar sobre la moralidad y la desesperación. 

Kizumonogatari: Koyomi Vamp

Akiyuki Shinbo

Japón 2024 | Animation Plus | ★☆


Los recopilatorios en forma de película de series anime no son poco habituales, pero resulta más insólito que se vuelva a estrenar una trilogía de largometrajes en versión de una sola película. Eso es lo que encontramos en este nuevo montaje de la historia que se había contado en la trilogía Kizumonogatari Parte 1: Tekketsu (Akiyuki Shinbo, 2016), Kizumonogatari Parte 2: Nekketsu (Akiyuki Shinbo, 2016) y Kizumonogatari Parte 3: Reiketsu (Akiyuki Shinbo, 2017). Como las dos primeras duraban aproximadamente una hora y la segunda poco menos de hora y media, Kizumonogatari: Koyomi Vamp (Akiyuki Shinbo, 2024) pierde una hora de metraje con su duración total de 144 minutos, aunque el ritmo solo se resiente en algunos momentos, precipitando demasiado los acontecimientos. Las películas originales eran una precuela de Monogatari (2005-) una serie de relatos cortos que ha venido publicando desde 2005 el autor NisiOsiN (1981, Japón), considerado el novelista joven más vendido en su país. Adaptado como anime desde 2009, se convirtió en uno de los emblemas del estilo distintivo del estudio SHAFT Animation Studios, que también se ha encargado de realizar las películas. Este reboot mantiene la cronología de la historia original, que cuenta cómo el joven estudiante Koyomi Araragi (Hiroshi Kamiya) tiene un encuentro algo particular durante las vacaciones de primavera con su compañera de clase Tsubasa Hanekawa (Yui Horie), que muestra desde los primeros minutos la obsesión por los pechos grandes femeninos que veremos a lo largo de la película. Ella le cuenta un rumor sobre una vampiresa que vaga por las noches por la ciudad, y cuando se separan, Koyomi encuentra un rastro de sangre que le conduce precisamente a una estación de metro vacía donde yace el cuerpo ensangrentado y desmembrado de esta vampira que se hace llamar Kiss-shot Acerola-orion Heart-under-blade (Maaya Sakamoto). Al borde de la muerte después de perder sus cuatro extremidades, le pide a Koyomi que la salve proporcionándole su propia sangre, para acabar dándose cuenta de que él ha sido convertido en un vampiro cuyo cuerpo arde en llamas al contacto con el sol, aunque puede regenerarse rápidamente.  

Sin embargo, Kiss-shot no ha podido sanar totalmente y necesita recuperar las cuatro extremidades que ahora están en manos de tres poderosos cazadores de vampiros: Dramaturgia (Masashi Ebara), Episodio (Miyu Irino ) y Cortador de Guillotina (Hôchû Ôtsuka). La vampiresa pide a Koyomi que desafíe a estos cazadores para regresarle las partes de su cuerpo, contando con la ayuda como negociador de Meme Oshino (Takahiro Sakurai), cuya labor principal es mantener el equilibrio entre el mundo de los humanos y el de los vampiros. Estamos ante una tradicional historia de héroe que debe luchar con diferentes enemigos para conseguir su objetivo, pero la dirección de Akiyuki Shinbo (1961, Japón), introduce algunos elementos originales a través de un montaje frenético que en esta versión resulta algo precipitado en el desarrollo de algunos combates. En este sentido, no hay demasiados límites para el despliegue de secuencias sangrientas, y aprovechando la capacidad de regeneración que tienen los vampiros, podemos asistir a todo tipo de desmembramientos, cabezas cortadas y cuerpos sanguinolentos. Es particularmente lograda la primera lucha contra Dramaturgia, mientras que otras como la de Episodio se sienten demasiado  atropelladas en esta versión más reducida. Los enfrentamientos de Koyomi con estos cazadores vampiros formaban el núcleo de la segunda película original, mientras que la tercera parte le enfrenta a la incertidumbre sobre su propio destino como sirviente de una poderosa vampira como Kiss-shot una vez que ésta recupere sus extremidades. 

Pero esta revisión no sufre grandes problemas de ritmo e incluso nunca se siente desfasada tras estos siete años que han pasado desde el estreno de la trilogía original, aunque se podría preguntar si es realmente necesario resumir en un solo largometraje lo que ya se había contado en tres. En parte porque el estilo de dirección mantiene ese montaje fragmentado que a veces introduce planos que cortan las escenas, y utiliza intertítulos con palabras destacadas que son una referencia a las películas de la Nouvelle Vague. Con largas secuencias sin diálogos, la película contiene una tonalidad particular en la que destacan los colores anaranjados e introduce una estética gótica que incorpora numerosos elementos de simbología cristiana como vidrieras, haces de luz en forma de cruces o personajes crucificados. Es este carácter distintivo el que proporciona a Kizumonogatari: Koyomi Vamp una estética particular, además de la introducción del humor en medio de luchas sangrientas que a veces pueden ser impactantes. Estrenada en Japón el pasado mes de enero, este reboot tendrá estrenos de un solo día el 28 de agosto en Estados Unidos y el 5 de septiembre en Australia, aunque por el momento no tiene distribución en el resto del mundo.  

Gallos de pelea

Monte Hellman

Estados Unidos 1974 | Fantasia Retro | ★☆


Roger Corman (1926-2024, Estados Unidos) falleció el pasado mes de mayo dejando pendiente uno de sus proyectos más recientes: el reestreno de la película Gallos de pelea (Monte Hellman, 1974) en su 50 aniversario, que Fantasia Festival proyecta el 30 de julio en una sesión especial. Se trata de una de las películas más infravaloradas de su director Monte Hellman (1929-2021, Estados Unidos), quien ya es un cineasta menos valorado de lo que merece, posiblemente también porque él mismo no solía referirse a ella con demasiada satisfacción: "Nunca estuve realmente satisfecho; simplemente no funcionó para mí, básicamente por el guión", decía en una conversación con Wheeler Winston Dixon autor de Film talk: Directors at work (2007, Rutgers University Press). Pero con el paso del tiempo la película ha sido reivindicada como una de sus mejores aportaciones al cine, con una historia que ofrece una mirada casi documental al entorno de las peleas de gallos en el Sur de Estados Unidos, pero al mismo tiempo aportando una cierta perspectiva irónica. En este sentido, la trama incluye auténticas peleas de gallos, a los que se les colocan espolones de acero para que puedan herir con mayor facilidad al oponente, algo que se sigue utilizando en la actualidad en algunos países. Pero el desinterés  de Monte Hellman por éstas hizo que todas las escenas violentas fueran rodadas y editadas por Lewis Teague (1938, Estados Unidos), que más tarde dirigiría películas como La bestia bajo el asfalto (1980), Cujo (1983) y La joya del Nilo (1985). Monte Hellman estaba más interesado en el retrato del protagonista Frank Mansfield (Warren Oates), un hombre que pierde la oportunidad de ganar el premio como Mejor Gallista del Estado de Georgia al tomar una decisión equivocada: "Hablas y bebes demasiado", le dice su competidor Jack Burke (Harry Dean Stanton), así que Frank decide no volver a hablar ni beber alcohol hasta que logre el codiciado premio. Pero su dedicación a las peleas de gallos también le separa de la relación con su exnovia Mary Elizabeth (Patricia Pearcy), algo que refleja el director cuando muestra el reencuentro de ambos en la casa familiar después de seis meses separados, colocando la cámara al otro lado de una puerta mosquitera, lo que muestra desde la planificación que el lugar de Frank está fuera de ese ambiente. Ella le advierte claramente, tras un encuentro sexual junto al río, que: "No puedo casarme y vivir con un granjero que se dedica a las peleas de gallos". 

Aunque la película cuenta la historia de Frank, y él mismo es el narrador (escuchamos sus pensamientos en voz en off), el punto de vista de la historia está más cerca de Mary Elizabeth en cuanto a la visión de la crueldad y la violencia que se refleja en los gallódromos, en los que uno de los animales acaba necesariamente muerto en peleas sangrientas. El personaje principal es un tipo bastante simple que en cierta manera se muestra también como uno de esos gallos a los que entrena, orgulloso pero incapaz de sustraerse a su destino, con un objetivo a corto plazo que sin embargo no parece poder conseguir hasta que el ex-publicista Omar Baradansky (Richard B. Shull), un inmigrante de origen polaco, le propone compartir negocio y beneficios, proporcionándole gallos para entrenar y consiguiéndole peleas que les lleven hasta el codiciado Torneo Anual de la Conferencia Sur de Milledgeville. Con fotografía del español Néstor Almendros, que captura de una manera casi documental los ambientes y los personajes que rodean a las peleas de gallos, se encuentran caras conocidas a lo largo de esta historia como Robert Earl Jones, Laurie Bird, Ed Begley, Jr., Steve Railsback, Millie Perkins, Troy Donahue o Tom Spratley. Y destaca especialmente la relación entre Frank y Jack, dos competidores pero cuya veteranía les permite respetarse y cumplir las reglas, mientras que a los jóvenes se les muestra como personajes inquietos que recurren a trampas como introducir un dedo en el culo de los gallos para provocarles mayor excitación en las pausas de las peleas, o como chicos inmaduros que no pueden soportar la muerte de uno de sus gallos vencedores. La película se estrenó en Georgia el 30 de julio de 1974, y Roger Corman se mostró muy sorprendido por la escasa repercusión que tuvo en los cines, porque pensaba que una historia de estas características, rodada precisamente en diversas poblaciones de Georgia, atraería la atención de los espectadores. Así que decidió reeditarla poco después, con la participación de Joe Dante (1945, New Jersey), que más tarde dirigiría títulos como Aullidos (1981) y Gremlins (1984), quien introdujo escenas de violencia y sexo de películas anteriores suyas, como si fueran pesadillas del protagonista. Y se estrenó con un nuevo cartel y un cambio de título, Born to kill (1974), aunque también se estrenaría con otros dos títulos: Gamblin' man y Wild drifter. Después de colaborar con el director en la espléndida Carretera asfaltada en dos direcciones (Monte Hellman, 1971) y antes de incorporarse a la mítica Quiero la cabeza de Alfredo García (Sam Peckinpah, 1974), Warren Oates ofrece una interpretación magistral en un personaje difícil al que solo vemos pronunciar palabras en momentos contados. Como un retrato acertado del Sur de Estados Unidos y de la mitología de la violencia expresada a través de la brutalidad de los gallódromos, Gallos de pelea es una película reivindicable que abarca las complejidades de la subcultura en Norteamérica para hablar sobre la moralidad y el destino.  


Gallos de pelea se puede ver en Filmin y Plex (v.o.)
Mad Max. Salvajes de autopista se podrá ver desde el 7 de agosto en Max.
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Películas mencionadas:

Asalto y robo de un tren se puede ver en Archive Internet y YouTube.
Uno de los nuestros se puede ver en Filmin y Movistar+. 
Viaje a la luna se puede ver en Mubi. 
La sirenita se puede ver en Disney+. 
Centauros del desierto se puede ver en Movistar+. 
La bestia bajo el asfalto se puede ver en Acontra+, Filmin y Tivify.
Cujo, Aullidos, Carretera asfaltada en dos direcciones y Quiero la cabeza de Alfredo García se pueden ver en Filmin. 
La joya del Nilo se puede ver en Disney+ y Movistar+.
Gremlins se puede ver en Max. 

25 julio, 2024

Fantasia '24 - Parte 4: Mundos interiores

Continuamos repasando la programación de Fantasia Festival, una amplia selección de más de doscientas películas que sin embargo no tiene el ritmo frenético de los festivales de cine, porque se toma un tiempo amplio para ofrecer todo su contenido, aproximadamente durante unas tres semanas. En esta ocasión, se podría decir que estamos solo a mitad de camino, porque al festival le quedan todavía dos fines de semana, hasta el 4 de agosto. Entre los aficionados a asistir a muestras cinematográficas, se suele decir que la mayor parte de los festivales son carreras de velocidad para poder visionar la mayor cantidad posible de proyecciones en pocos días, mientras que Fantasia Festival tiene las características de una maratón, un esfuerzo de resistencia que sin embargo se puede superar sin demasiadas dificultades. También es cierto que la mayor parte del público extranjero elige asistir en alguno de los fines de semana del festival, mientras que los espectadores de Montreal suelen acudir durante todos los días, pero de una manera relajada. El largo período de tiempo en el que se desarrolla el festival también permite que no haya demasiadas salas de proyección, las principales dentro del campus de la Universidad Concordia, rodeada de restaurantes y locales habituales para estudiantes. Casi todas se encuentran en el Boulevard De Maisonneuve, la arteria que atraviesa el centro de la ciudad desde 1966 y que lleva el nombre del fundador de Montreal, Paul Chomedey de Maisonneuve (1612-1676). 

La única sala más alejada es la Cinemateca Quebequense, que también se encuentra en la misma avenida, pero a unos 30 minutos caminando. Aunque es digna de visitar, porque está situada en el denominado Quartier Latin o Barrio Latino, que no hace referencia a la presencia de habitantes hispanos, sino al conocido como Barrio Latino de París, donde en el siglo XVIII habitaban sobre todo estudiantes que estudiaban en latín, la única lengua que usaban las universidades parisinas. También se trata de una zona universitaria, con bistros y restaurantes, e interesantes lugares para visitar como el Théâtre Saint-Denis o la Basílica Notre-Dame. Una de las características más curiosas de las proyecciones, es que al apagarse las luces de la sala, el público asistente suele maullar o aullar. Esta costumbre proviene de la edición en la que se estrenó la serie británica Simon's cat (2008-), las vicisitudes de un gato y su dueño, contadas en episodios de 4 minutos, que todavía sigue produciéndose. Durante la presentación los espectadores comenzaron a maullar, en esa característica participación activa que suelen tener los aficionados al cine fantástico, y quedó como una costumbre permanente del festival. Otra tradición es la de aplaudir cada vez que aparece el anuncio de la marca de noodles de origen coreana Nongshim, porque utilizan el mismo spot publicitario desde hace más de una década. Nuestra crónica está dedicada en esta ocasión a películas que hablan sobre mundos interiores, algunos para escapar de la realidad y otros como reflejo de las complejidades de la psicología humana.  

© Well GO USA

The beast within

Alexander J. Farrell

Estados Unidos 2024 | Sección Oficial | ☆☆


Los monstruos interiores pueden llegar a ser interpretaciones muy sólidas de las realidades oscuras en determinadas familias. El debut como director de ficción de Alexander J. Farrell, que anteriormente había dirigido documentales como Making a killing (Alexander J. Farrell, Sepideh Haftgoli, 2023), sobre los abusos de los seguros médicos en Estados Unidos, se centra en el punto de vista de Willow (Caoilinn Springall) para mostrar cómo comienza a descubrir los secretos que permanecen ocultos dentro de su familia, cuando toma conciencia de la verdadera naturaleza de su padre, Noah (Kit Harington), quien parece sufrir una enfermedad que despierta su bestia interior. El subgénero de licantropía está presente desde el principio y en representaciones de cuentos populares cuando Willow, vestida con una capa roja, se dirige al interior del bosque siguiendo a su madre Imogen (Ashleigh Cummings) mientras lleva a Noah a los restos de una fortificación oculta para dejarlo encadenado durante algunas noches. En la casa familiar, una mansión en medio del bosque (rodada en el castillo de  Harewood, cerca de Leeds, el anciano Waylon (James Cosmo), padre de Noah, discute con Imogen oponiéndose a su idea de permanecer juntos, pensando que lo mejor para Willow es que abandonen a Noah y busquen un lugar tranquilo donde vivir. Pero ella se aferra a la parte humana de su marido y se empeña en quedarse a su lado. Aunque en los momentos en los que Noah se relaciona con su familia y su hija, es un padre que parece cuidar de ellos, tiene algunos arranques de ira, lo que parece demostrar que la bestia interior se está apoderando cada vez más de su apariencia humana, incluso más allá de las noches de luna llena. Pero The beast within (Alexander J. Farrell, 2024), que se estrena este fin de semana en Estados Unidos, no se centra tanto en el personaje del hombre-monstruo sino que mantiene siempre, y esa es una de las virtudes de la película, el punto de vista de Willow, una joven frágil que tiene problemas de respiración y debe ir acompañada de una bombona de oxígeno cada vez que sale de su casa. 

La historia se apoya en cuatro interpretaciones destacadas, con la coincidencia de James Cosmo y Kit Harington de nuevo tras haber participado ambos en Juego de tronos (HBO, 2011-2019). Este último interpreta hasta septiembre la controvertida obra de teatro Slave play (2018), de Jeremy O. Harris en el Noël Coward Theatre de Londres. Pero el trabajo más destacable y complejo es de la joven actriz Caoilinn Springall, quien también co-protagonizó Cielo de medianoche (George Clooney, 2020), porque su personaje desarrolla un proceso de aprendizaje personal marcado por el trauma, navegando por los inquietantes secretos familiares. Lo mejor que ofrece la película es una tensión atmosférica que permanece todo el tiempo, especialmente cuando resulta evidente que Noah supone un peligro cada vez mayor para su propia familia. No parece haber una intención por parte del director y co-guionista, junto a Geer Ellison, de mantener demasiado misterio sobre la figura paterna, incluso aunque el espectador, al adoptar la película solo el punto de vista de Willow, disponga de una información parcial o poco confiable, porque siempre recibe las explicaciones, como ella, a través de otros personajes que tratan de protegerla. Incluso cuando se describen algunos antecedentes familiares, hay una tonalidad sobrenatural que parece irreal. Esto sirve para dar una justificación a la historia y cómo se desarrolla cuando se hace cada vez más evidente que lo que pretende contar es una metáfora (el director afirma que está inspirada en experiencias reales), pero resulta algo decepcionante que se tome la decisión de explicarlo claramente, cuando la verdadera capacidad de atención que consigue la película es precisamente cuando se mantiene en un terreno en el que la fantasía y la realidad se confunden. The beast within pierde así en el tercer acto lo que había conseguido anteriormente, y parece intuir que el espectador es poco inteligente para captar las posibles simbologías de la historia. Pero al menos consigue mantener una narración bien construida y una puesta en escena que contribuye al tono etéreo que pretende transmitir, con la ambientación de una casa solitaria y desgastada que parece impregnada de una larga tradición familiar pero representa también esa frase que repiten Imogen y Noah cuando éste es encadenado: "Nada cambia". Mientras que la banda sonora de Jack Halama y Nathan W Klein aportan a la historia un tono de folk horror con la utilización de instrumentos como el nyckelharpa, con esa sonoridad rural tan característica, y la introducción de voces corales que contribuyen a la idea de fábula tradicional. Hay por tanto aportaciones interesantes en una película que utiliza los elementos de género para adentrarse en la psicología humana. 

Le mangeur d'âmes (The soul eater)

Julien Maury, Alexandre Bustillo

Francia 2024 | Sección Oficial | ☆☆

IFFR '24: Harbour


Que una película de género aparentemente comercial se haya presentado dentro de la heterodoxa programación del Festival de Rotterdam indica que hay elementos que la sitúan al margen de los convencionalismos. Estrenada en cines el pasado mes de abril en Francia, Le mangeur d'âmes (Julien Maury, Alexandre Bustillo, 2024) destaca por una puesta en escena inquietante en la que hay referencias a la leyenda de un monstruo que devora el alma de las personas y extrae su mundo interior para someterlas, pero se desarrolla en un entorno que resulta incluso más relevante para definir el tipo de horror que estamos a punto de contemplar cuando se produce un accidente de avión en un pequeño pueblo montañoso de la cordillera de los Vosgos. La leyenda en realidad es una especie de cuento del hombre del saco que se contaba a los niños para evitar que tuvieran la curiosidad de adentrarse en un bosque que, este sí, podía acaba devorándoles. El accidente de avión provoca un atasco de tráfico en el que se encuentran casualmente los policías Elizabeth Guardiano (Virginie Ledoyen) y Franck de Rolan (Paul Hamy), dos foráneos que llegan a la región para investigar dos casos aparentemente diferentes, y que vienen cargados con sus propios traumas personales, relacionados con una hija muerta y un hijo desaparecido. Por un lado, hay un doble asesinato en el que dos personas aparentemente se han matado entre sí, sin dejar señales de que hayan intentado defenderse, como si disfrutaran del daño compartido. Por otro, se han producido una serie de desapariciones de niños que pueden estar relacionadas con esa leyenda del "devorador de almas". De manera que la película se desarrolla más cerca del procedimental policíaco que de una historia de terror, aunque tiene ese tono de oscuridad y violencia, sobre todo en las escenas del crimen, que ha caracterizado a los directores Julien Maury (1978, Francia) y Alexandre Bustillo (1975, Francia), dos representantes de lo que el crítico James Quandt definió como "nuevo extremismo francés". Así describía el estilo de una serie de directores que hicieron películas transgresoras a principios de los 2000, entre los que se encuentran Gaspar Noé, Bertrand Bonello o Alexandre Aja. En su caso, les introdujo dentro de esta categoría su sangriento debut con Al interior (2007), que luego continuaría dentro del terror con películas como De entre los vivos (2014) o La casa de las profundidades (2021), y alguna incursión en el cine norteamericano con Leatherface (2017). 

Basada en el libro del mismo título de Alexis Laipsker (1969, Francia), Le mangeur d'âmes es un encargo del productor Fabrice Lambet, cuya adaptación está firmada por los jóvenes guionistas Annelyse Batrel y Ludovic Lefebvre, quienes desarrollaron una primera versión que después fue modificada por los directores en algunos aspectos, especialmente en relación con el desenlace. Pero este origen externo contribuye precisamente al cambio en el género que abordan los directores, aunque mantienen referencias al terror en algunos recursos visuales, en la tonalidad oscura de un entorno aislado, especialmente cuando toma protagonismo un antiguo hospital abandonado, y en la introducción de algunas escenas sangrientas en el tercer acto, que Julien Maury y Alexandre Bustillo habían conseguido evitar y que parecen algo innecesarias dentro del tono general de la película. La historia usa los elementos tradicionales del género policial, lo que termina dibujando a los dos investigadores como personajes algo arquetípicos, cuyo trasfondo emocional está marcado por la pérdida, en el amplio sentido de la palabra, mientras se obsesionan con una investigación que comienza a adoptar características más misteriosas. Hay una puesta en escena sobria y una mirada de cierta frialdad en la exposición de los crímenes, pero esto aporta una construcción mucho más sólida de los acontecimientos, estableciendo una reflexión sobre los monstruos que son creados por los seres humanos y las mitologías nacidas de la imaginación que se sostienen en el paisaje sombrío de un entorno hostil. La doctora Carole Marbas (Sandrine Bonnaire), una psicóloga infantil, aporta una mayor solidez en su relación con Franck que la que tiene éste con su coprotagonista, Elizabeth. Y es en este intercambio entre Sandrine Bonnaire y Paul Hamy cuando la película se eleva por encima de unos diálogos algo básicos. Pero Le mangeur d'âmes es posiblemente una de las colaboraciones más solventes de los dos directores y mantiene constante el tono de suspense, incluso a veces acercándose a la influencia de grandes maestros como Claude Chabrol.

Chainsaws were singing

Sander Maran

Estonia 2024 | Underground | ☆☆

HÕFF '24: Mejor Película Estonia, Premio del Público

Fantasia '24: Mención Especial (New Flesh Competition)


Es relativamente habitual dentro del género de terror encontrar a cineastas comprometidos con sus proyectos hasta dedicarles todo el tiempo necesario para llevarlas a cabo tal como las han imaginado. En este caso, el director Sander Maran ha dedicado diez años a poder completar esta película en la que él ha ejercido también como co-guionista, director de fotografía, montador, diseñador de sonido, artista de efectos visuales y colorista (la corrección de color manual retrasó el montaje durante más de dos años). Se trata por tanto de un trabajo artesanal, con la participación de su hermano Kaur Maran en la producción, que ha sido asumido como tal, evitando (quizás equivocadamente) someterse al escrutinio de los jurados que otorgan ayudas económicas a la producción cinematográfica en Estonia. Pero esta búsqueda de libertad absoluta ha conducido a un proyecto que, efectivamente, transmite la sensación de que es exactamente lo que su director quería que fuera. También es cierto que Chainsaws were singing (Sander Maran, 2024) se sitúa dentro de un género de comedia absurda que viene siendo habitual en el cine que está teniendo éxito comercial en Estonia y logrando repercusión internacional. La lucha invisible (Rainer Sarnet, 2023) era una parodia de las películas de artes marciales que estuvo seleccionada en numerosos festivales como Sitges y consiguió nueve premios EFTA (Academia de Cine y Televisión de Estonia), y este mismo año se ha estrenado en su país Alien 2 or The Return of Valdis in 17 Chapters (Rasmus Merivoo, 2023), secuela del cortometraje Alien or Valdis' Escape in 11 Chapters (Rasmus Merivoo, 2006). De hecho, el propio director de ambas, Rasmus Merivoo (1983, Estonia) participa también en esta película componiendo algunas canciones y encabezando la tribu del bukakke. Entre 2013 y 2024 Chainsaws were singing ha tenido un largo recorrido, rodada al estilo guerrilla, cuando y como se podía, y dando como resultado una comedia de terror musical que tiene evidentes referentes, desde las primeras películas de Peter Jackson hasta La pequeña tienda de los horrores (Roger Corman, 1960) o Musical caníbal (Trey Parker, 1993), parodia de los musicales clásicos ambientados en el Oeste. Estrenada dentro de la programación del pasado Festival de Fantasía y Horror de Haapsalu (HÕFF), que está organizado por el mismo equipo que el Black Nights Film Festival de Tallin (PÖFF), recibió los premios como Mejor Película Estonia y el Premio del Público. 

Se trata de una de estas películas que parecen hechas para las sesiones de medianoche de los festivales de cine fantástico, con un público entregado que disfruta todas y cada una de las ocurrencias de comedia gore, participando activamente con aplausos en determinadas escenas. Y el director parece convencido en algunos momentos de conseguir este propósito, porque a veces alarga demasiado algunos gags, como cuando la motosierra atraviesa el estómago (o el culo) de una víctima y provoca temblores al ritmo de la sierra y esputos de sangre de forma exagerada. También es cierto que el sentido del humor es tan básico como necesitan este tipo de historias, con cierta tendencia en este caso a los chistes sexuales, como cuando introduce a la tribu del bukakke o a los gemelos incestuosos Kevin (Henryk Johan Novod) y Pepe (Ra Ragnar Novod). Pero asimismo hay una evidente intención de tomarse en serio determinados aspectos como el estilo de dirección, que en ocasiones consigue una planificación muy cuidada de cine de terror aunque realmente no pretenda provocar sustos, y los números musicales que sirven como monólogos interiores de los personajes, con canciones destacadas como la que interpreta The Killer (Martin Ruus, con la voz en las canciones de Mart Toome), pero también son utilizados para presentar las historias de fondo de los protagonistas, como la de Tom (Karl Ives), el héroe que necesita rescatar a su novia Maria (Laura Niils). Por supuesto, ella utiliza sus propios medios para liberarse porque puede ser tan bestia como cualquiera de los psicópatas que la rodean, pero dentro de la representación femenina de la película también se introduce a una Madre (Rita Rätsepp) que es controladora y abusa psicológicamente de su hijo, The Killer, como un elemento dramático que se pierde entre la casquería y las escenas sangrientas. Chainsaws were singing tiene el mérito de no hacerse nunca demasiado repetitiva, y está por encima de otras muestras del género de comedia de terror como Zombis nazis (Tommy Wirkola, 2009), pero tampoco es especialmente transgresora. Es una película que acaba funcionando de manera diferente para determinados espectadores y estados de ánimo (a veces estamos más receptivos a comedias tontas), pero se aprecia la introducción de personajes como Kobra (Krito Klausson), que parece haber salido de una parodia de las películas bélicas de los ochenta, creando una especie de crossover que termina funcionando bien. Y en su particular empeño en mantener el equilibrio entre la comedia absurda, el musical y el cine de terror de tripas sanguinolentas, al final consigue una mezcla adecuadamente entretenida, aunque carece del ingenio o la originalidad que la pudieran convertir en una película de culto.  

FAQ

Kim Da-min

Corea del Sur 2023 | Sección Oficial | ★☆

Busan '23: Aurora Media Award


Las películas de género fantástico pueden ser un reflejo de ciertas vulnerabilidades de la sociedad, y hemos visto en estas crónicas del Fantasia Festival que algunas películas como Brave citizen (Park Jin-Pyo, 2023) abordan problemáticas como el acoso escolar desde una narrativa de género. Otro de los asuntos preocupantes en relación con los jóvenes y la educación en Corea del Sur es la existencia de un sistema que, primero desde las exigencias de la sociedad y después desde los propios padres, somete a los estudiantes a una presión constante desde que son niños. Lo que se refleja de una manera inteligente en esta película que tiene como protagonista a Dong-chun (Park Na-eun), una niña de la escuela primaria que crea su propio mundo de fantasía para contrarrestar el estrés que le provoca una agenda de actividades extraescolares que es claramente excesiva. Una noche, una botella de vino de arroz comienza a emitir extraños sonidos que funcionan como mensajes que solo puede entender Dong-chun. El conocido como makgeolli es una bebida alcohólica tradicional coreana que se elabora dejando fermentar una mezcla de arroz hervido, trigo y agua. Para la protagonista, las burbujas que se producen durante la fermentación se convierten en mensajes secretos que le encargan tareas para poder introducirse dentro de su propia fantasía. Porque en FAQ (Kim Da-min, 2023), esta niña de once años dotada de gran curiosidad no encuentra en los adultos las respuestas que necesita a sus continuas preguntas (su madre le pasa el testigo al profesor de inglés y su profesor le pasa el testigo a su madre), de manera que necesita descubrir el mundo a través de su propia mirada. La directora debutante Kim Da-min (1995, Corea del Sur) utiliza el recurso de la fantasía interior de la protagonista para introducir temas relevantes como el horario de estudio excesivo al que son sometidos los estudiantes. Corea del Sur está considerado por los informes PISA como uno de los países con un sistema educativo más exitoso, pero a costa de un tiempo dedicado al estudio que llega a alcanzar las 16 horas diarias. Aunque solo hay 7 horas lectivas oficialmente, los estudiantes pasan casi el mismo tiempo estudiando en las bibliotecas, o asistiendo a clases extraescolares.

Las actividades a las que asiste Dong-chun se presentan como un reflejo de los fracasos de los adultos: su madre Hye-jin (Park Hyo-joo) piensa que el esfuerzo vale la pena teniendo en cuenta que ella se vio obligada a dejar los estudios para dedicarse a la crianza de Dong-chun y no pudo retomarlos posteriormente, mientras su tío Yeong-jin (Kim Hee-won, al que hemos visto en la serie Moving (Disney+, 2023-)) dejó un trabajo bien remunerado para llevar una vida nómada, pero a ojos de su familia acabó desperdiciando su talento. De manera que la niña se convierte en la proyección de la incapacidad de su madre y su tío para alcanzar una buena posición en la escala social. Incluso Dong-chun se ha inscrito en clases de farsi, un idioma importante en Oriente Medio y Asia Central, pero muy difícil de aprender, aunque a la niña le sirve para entender lo que quiere comunicarle la botella de makgeolli. La razón por la que puede darle todas las respuestas es por la existencia de esos microorganismos que hacen fermentar el líquido y que llevan en nuestro planeta desde hace miles de años, quizás procedentes de otros mundos. De manera que esta fábula fantástica que no es exactamente una película para niños, se sostiene en la microbiología para explicar el origen y el futuro de nuestra sociedad, a través de los ojos de una niña permanentemente curiosa, pero constantemente solitaria. La película consigue plantear una reflexión sobre el sistema educativo de Corea del Sur, sin rechazarlo de una manera crítica, mientras construye este mundo interior de la protagonista que también está habitado por dos muñecos que recuerdan a los típicos programas infantiles, y que actúan como una especie de conciencia de Dong-chun. Esta representación soleada y colorista de ese mundo contrasta con los interiores en los que se desarrolla la vida de la protagonista, entre su casa, el colegio y las clases extraescolares. Mientras que la descripción de los padres, Hye-jin y Kim Gupa (Kim Ji-hoon) es un reflejo de las familias promedio que colocan todas sus esperanzas en el futuro de sus hijos. El tercer acto introduce directamente una trama de fantasía que no desestabiliza el equilibrio dramático del resto, y proporciona la única manera de escapar a una realidad perturbadora.

The silent planet

Jeffrey St. Jules

Canadá 2024 | Septentrion Shadows | ★☆


Hay varias películas en la programación de Fantasia Festival que utilizan el formato de historias narradas desde la coexistencia de dos únicos personajes, un recurso muy apropiado para elaborar una aproximación psicológica sin distraer la atención con otros elementos. En su última película, el director Jeffrey St. Jules (1977, Canadá), que estrenó su debut Bang bang baby (2014) en el Festival de Toronto, ha creado un entorno de ciencia-ficción para hablar de los entresijos de la memoria y lanzar alguna reflexión sobre las políticas de inmigración en un futuro quizás muy lejano. Al comienzo de la historia, Theodore (Elias Koteas) se encuentra solo en un planeta distante de la Tierra, en el sistema solar Capillian, trabajando como minero, extrayendo rocas extraterrestres para enviarlas a nuestro planeta. Pero pronto se revela que se trata de un prisionero de la colonia penal #384, condenado a una vida rutinaria que está marcada estrictamente por su horario laboral y por una existencia solitaria, solo entretenido con la repetición de una sitcom que parece una representación de su vida anterior, y envuelto en sus propios pensamientos y en los recuerdos de un pasado que a veces se convierten en pesadillas, sobre todo en relación con la razón por la que ha sido hecho prisionero. Con una estructura dividida en cinco partes, la llegada de Niyya (Briana Middleton) le pone en contacto con otro ser humano por primera vez en muchos años. Ella ha sido condenada por terrorismo debido a su resistencia violenta contra los prejuicios hacia los alienígenas de la raza Oieans, quienes la adoptaron cuando era niña. Traicionada por una de sus cómplices cuando preparaba un ataque en la Ciudad 12, ha estado luchando contra la estigmatización de los Oieans, relegados a campos de refugiados en el Mar Negro, en un planeta Tierra que comienza a estar superpoblado, tratando de encontrar otros lugares en el espacio exterior que dispongan del suficiente oxígeno como para ser colonizados. 

Aunque en principio no parecen tener permitido el contacto, y permanecen en barracones alejados el uno del otro, Theodore y Niyya comienzan a trabajar juntos y a intercambiar sus recuerdos. La película introduce al principio un proverbio Oiean que dice: "Puedes escalar solo hasta lo más alto del mundo, pero nunca estarás por encima de ti mismo", una reflexión sobre las limitaciones del ser humano a su propio mundo interior. En realidad, Niyya es una prisionera sustituta de Theodore, que se encuentra gravemente enfermo, después de largo tiempo viviendo en un planeta con poco oxígeno. The silent planet (Jeffrey St. Jules, 2024) hace referencias al cine soviético de ciencia-ficción como Solaris (Andrey Tarkovski, 1972), al introducir pasajes musicales del primer movimiento del Concierto para piano Nº 2 (1900) de Serguéi Rajmáninov, pero también incorporando elementos retro en el diseño de los habitáculos en los que se encuentran los dos personajes. De alguna manera, la película se mueve siempre en un terreno ambiguo en el que no se diferencia lo que es real de lo que se trata de una creación del subconsciente, como una especie de gas alienígena que captura los pensamientos para ir haciendo olvidar al protagonista. Especialmente el personaje de Theodore parece experimentar los efectos de una enfermedad que deteriora sus pensamientos, e incluso se podría interpretar su trayectoria personal como una especie de experiencia extrasensorial. El hecho de que la película mantenga siempre este lugar intermedio entre la realidad y el sueño (el primer título manejado era The sad dreams of earthlings (Los tristes sueños de los terrícolas)) permite que tenga una tonalidad etérea en la que el desierto de TerraNova (Canadá) quizás no termina de ser convincente como otro planeta, pero sí es una buena representación del aislamiento psicológico de los personajes. 

The silent planet a veces cae en diálogos intrascendentes y flashbacks innecesarios, pero consigue crear una tensión creciente en la relación entre los dos personajes, interpretados con suficientes matices por Elias Koteas, al que recientemente hemos visto en la estupenda Janet planet (Annie Baker, 2023), y Briana Middleton, una de las protagonistas de Embaucadores (Sharper) (Benjamin Caron, 2024). Explorando temas como la identidad y la fragilidad de la memoria, los dos personajes se diferencian en la forma en que se enfrentan a los recuerdos: mientras Niyya se mantiene conectada con la imagen de una familia que sufrió una masacre en el campo de refugiados y está empeñada en averiguar qué ocurrió, Theodore prefiere entregarse a su deterioro psicológico como una especie de redención por las decisiones tomadas en su pasado, queriendo olvidar algunos pasajes de su vida anterior, especialmente el asesinato que le llevó a una condena en la colonia penal #384. La película concluye deliberadamente abierta a la interpretación del espectador, lo que aporta una dimensión más compleja a la historia, sin que resulte necesariamente confusa. Por el contrario, aporta ideas interesantes sobre las relaciones humanas en un futuro en el que la convivencia se amplía hacia razas interplanetarias, lo que magnifica los conflictos sociales. 


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Películas mencionadas:

Cielo de medianoche se puede ver en Netflix.
Al interior se puede ver en AMC+, Planet Horror y Prime Video. 
La pequeña tienda de los horrores se puede ver en Classix, Cultpix, Filmin, Plex, Pluto TV y Rakuten.
Solaris se puede ver en Filmin. 
Embaucadores se puede ver en Apple tv+.