En esta crónica del Sheffield Doc Fest hablamos de diferentes formas de hacer política a través de cinco documentales que muestran determinadas luchas en contra de regímenes autoritarios en Tailandia y Bielorrusia, pero también la presión que han venido sufriendo periodistas y organizaciones no gubernamentales en Rusia, polémicas políticas penitenciarias en Gran Bretaña y un acercamiento rebelde a la utilización del hiyab en el entorno familiar de una directora de cine iraní.
Breaking the cycleThanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong SaransateTailandia 2023 | Debates | ★★★★☆ |
En el inteligente diseño del cartel de esta película sobre los avatares políticos de Tailandia desde el golpe de estado de 2014, una gran masa de nubes negras ocupa casi todo el espacio, solo perturbado en un foco inferior hacia una pequeña figura que aporta el único punto de iluminación. Es una imagen que refleja bien lo que Breaking the cycle (Thanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong Saransate, 2024) logra con bastante acierto: reflejar la esperanza en medio de un panorama político desesperanzador, pero también la dificultad de mantener la llama dentro de una atmósfera tempestuosa. También es cierto que la realidad ha dado a la película el arco narrativo perfecto para construir una historia cerrada que sin embargo plantea un cierto aliento de futuro. Aunque la política tailandesa pueda ser algo desconocida para el resto del mundo, es conocido el golpe de estado que en 2014 llevó al poder al general Prayut Chan-o-cha, quien derogó la constitución para aprobar una nueva en 2016 e iniciar una transición democrática que llevó a unas elecciones en 2019. Liderado por el estamento militar, el país se abrió a la participación de otros partidos políticos, aunque de una forma algo discutible como se comprueba posteriormente, y de esa apuesta surgió el partido Future Forward, fundado por Pok-Piyabutr Saengkanokkul y, sobre todo, Thanathorn Juangroongruangkit, un joven hombre de negocios que se enfrentaba por primera vez al mundo de la política. La fortuna de Breaking the cycle ha sido acompañar prácticamente al nacimiento de esta formación, siguiendo el estilo del documental Joshua: Teenager vs. Superpower (Joe Piscatella, 2017) en torno a la movilización que provocó en Hong Kong el líder estudiantil Joshua Wong. El acceso directo a la campaña que inició Thanathorn Juangroongruangkit muestra la frustración de ser un partido completamente desconocido, pero también la esperanza hacia una representación política civil en Tailandia desde hace décadas.
Conforme Thanathorn va consiguiendo transmitir el optimismo de su propuesta, la idea de convertirse en el rival del todopoderoso Prayut Chan-o-cha supone la posibilidad de lanzar un reto directo al sistema establecido, basado en unas elecciones en las que los ciudadanos eligen a sus representantes en los órganos políticos, pero es una votación conjunta en el Parlamento entre los 500 diputados elegidos en las urnas y los 250 senadores escogidos por la junta militar los que deciden quién es el Primer Ministro. Lo que mejor transmite Breaking the cycle es la forma en que Future Forward se convierte lentamente en la principal alternativa que tiene como objetivo la democratización del país y la reforma de un sistema que beneficia a los partidos tradicionales, aunque estos sectores ponen en duda la capacitación de Thanathorn y su equipo para liderar un país. Financiado personalmente por los directores durante los primeros tres años de grabación, de los seis que ha durado la producción, el documental se centra en el seguimiento de las actividades y los líderes del partido durante todo el proceso electoral, manteniendo siempre una perspectiva en tercera persona que sin embargo tiene un acceso privilegiado. Y explica bien la evolución de Future Forward hasta que inesperadamente y sin pretenderlo Thanathorn se convierte en una especie de ídolo de masas a través de las redes sociales, impulsado por chicas jóvenes que le siguen como si se tratara de una estrella mediática, lo que acaba impulsando al partido.
Frente a Pheu Thai, encabezado por la poderosa familia Shinawatra, y Palang Pracharath, un partido conservador bajo la sombra del general Prayut, las posibilidades de Future Forward eran complicadas, pero consiguió unos resultados sorprendentes, impulsado sobre todo por el voto joven. A partir de ese momento, el documental trata de explicar los entresijos que llevaron a la persecución judicial contra Future Forward y su líder, debido a supuestos incumplimientos de la ley electoral, en especial un préstamo que realizó el propio Thanathorn a su partido, que el Tribunal Constitucional de Tailandia consideró una donación prohibida para los partidos políticos, aunque la mayor parte de ellos no suelen ser sometidos a un escrutinio tan riguroso y, de hecho, también reciben donaciones. Lo interesante de Breaking the cycle no es solo la descripción del auge y caída de una propuesta política nueva en un país dominado por el control militar, sino la esperanza de futuro que este tipo de iniciativas pueden construir a pesar de la resistencia. En las pasadas elecciones de 2023, que no se incluyen en la película, Move Forward, un partido surgido de la raíz de Future Forward, logró ser la fuerza política más votada, aunque sin conseguir la mayoría absoluta, lo que llevó a que la votación parlamentaria eligiera como primer ministro al candidato del otro partido de la oposición, Pheu Thai. Pero la película logra describir con especial intensidad el nacimiento de una esperanza, tanto que hasta la realidad ha acabado construyendo una narrativa cerrada que presenta un desenlace perfecto. Tras su estreno en Hot Docs, Breaking the cycle consiguió otro logro importante: una distribución en más de 150 salas de cine de Tailandia que ningún documental suele tener.
The accidental presidentMike Lerner, Martin HerringReino Unido 2023 | People & Community | ★★★★☆ |
Otro intento de romper el ciclo de un sistema político autoritario se produjo en Bielorrusia cuando el activista Serguéi Tijanovski decidió postularse como candidato a las elecciones presidenciales de 2020 enfrentándose al presidente Aleksandr Lukashenko, quien desde que fuera elegido en 1994, se mantiene en el poder hasta la actualidad, con un apoyo decisivo por parte de Rusia y China, y sucesivas elecciones presidenciales que han estado rodeadas de irregularidades. En 2020, el momento de mayor oposición por parte de los ciudadanos bielorrusos al gobierno de Lukashenko, la popularidad de Serguéi Tijanovski se convirtió en un peligro para el gobierno, y antes de que pudiera registrarse como candidato, en una estrategia aprendida de Vladimir Putin, las autoridades bielorrusas le detuvieron acusándolo de incitar al odio y organizar manifestaciones ilegales (en 2021 fue condenado a 18 años de cárcel). Sin embargo, su esposa Svetlana Tijanóvskaya, licenciada en Filología Inglesa, decidió ocupar su sitio y presentarse ella misma como candidata a las elecciones. La película The accidental president (Mike Lerner, Martin Herring, 2024) recoge los resultados de estas elecciones y acompaña a la candidata en el período posterior. "Estoy segura de que me incluyeron en las listas electorales para reírse de mí", afirma la protagonista del documental. De hecho, en declaraciones públicas, Aleksandr Lukashenko confirmaba su creencia de que una mujer no sería capaz de asumir el cargo presidencial. Aunque se les dedica menos atención en la película, la fortaleza de la oposición también estuvo marcada por el apoyo de otras dos mujeres: Verónika Tsepkalo, jefa de campaña de su esposo el candidato Valery Tsepkalo, quien no fue admitido en el registro y huyó a Rusia temiendo ser arrestado; y Maria Kolesnikova, directora de campaña del exbanquero Viktor Barbariko, el principal rival de Lukashenko que fue arrestado por supuesto fraude fiscal De manera que Svetlana Tijanóvskaya aglutinó a la oposición en unas elecciones cuyos primeros resultados la dieron como vencedora para, pocas horas después, cambiar por aparentes ajustes del recuento, otorgando a Lukashenko un 80% de los votos y a ella solo un 10%.
La película de los británicos Mike Lerner y Martin Herring no sigue exactamente a la campaña electoral de la candidata, sino que se enfoca más en las consecuencias. Mientras Svetlana Tijanóvskaya se declara vencedora real de las elecciones y el resultado no es aceptado por la comunidad internacional, aunque sí por los países del bloque socialista, la candidata decide huir del país y es acogida en Lituania, desde donde ejerce una campaña para que el gobierno de Bielorrusia no sea aceptado como legítimo. Dividida en tres capítulos, el primero se titula Exilio y refleja las dificultades para formar un equipo sin presupuesto y con escasos medios. La necesidad de salir del país se confirmó cuando Maria Kolesnikova, la única de las tres mujeres opositoras que había permanecido en Bielorrusia, fue arrestada por las autoridades en la frontera con Ucrania. Franak Viacorka, uno de los colaboradores estrechos de Tijanóvskaya, comenta que "he estado muchas veces en la cárcel y sé cómo funciona el sistema". The accidental president se acerca con un acceso total a la construcción de esta oposición en el extranjero, pero también refleja las limitaciones con las que cuentan y cierta descoordinación en algunos momentos como cuando, durante la toma de posesión del presidente de Estados Unidos Joe Biden, a la que fue invitada, no consigue saludarle en persona por un fallo de organización, un objetivo importante para recibir el apoyo público a su campaña. O cuando tras el comienzo de la invasión rusa en Ucrania, su equipo no ha preparado una respuesta oficial para presentarse ante la comunidad internacional. En Bielorrusia, las protestas de los ciudadanos son reprimidas con dureza por la policía, pero una de las significativas características de la película es que los rostros de muchos de los miembros del equipo se muestran borrosos para evitar represalias a ellos o sus familias, lo que acaba dando a la imagen una textura singular, que al mismo tiempo muestra el peligro al que se enfrentan.
El Capítulo 2: Reacción, dedica buena parte de su tiempo a la detención en 2021 de Román Protasévich, un periodista bielorruso que ejercía también oposición al gobierno durante las protestas de 2020. En una sorprendente y maquiavélica operación, el avión que le llevaba desde Grecia hasta Lituania fue obligado a un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Minsk, cuando atravesaba el espacio aéreo bielorruso, por una supuesta amenaza de bomba, pero en realidad con la intención de arrestarle. Condenado a 8 años de prisión por actividades terroristas en 2023, fue indultado debido a su colaboración con las autoridades, después de aparecer en una entrevista en televisión en la que mostraba su apoyo a Lukashenko. Para muchos opositores, su cambio de actitud es considerada una traición, pero al mismo tiempo se trata de una postura que se entiende debido a las presiones y las amenazas. La propia Svetlana Tijanóvskaya se enfrenta a continuas dudas sobre el tipo de mensaje que quiere transmitir, intentando no ser demasiado contundente para no perjudicar a su marido, que permanece en prisión en Bielorrusia. Los directores consiguen un acercamiento político a su figura pero también recogen algunos momentos personales, como durante una visita a una familia que la acogió en Irlanda cuando era adolescente, quizás el único momento de tranquilidad. Al mismo tiempo, refleja cómo la maquinaria autoritaria de Lukashenko continúa atrapando a los opositores: en 2022, el activista Ales Bialiatski, ganador del Premio Nobel de la Paz, es condenado a 10 años de cárcel, y la propia Svetlana Tijanóvskaya es juzgada in absentia y sentenciada a 15 años de prisión, lo que le impedirá presentarse a las elecciones de 2025. A través del perfil de la principal líder de la oposición, la única que consiguió el apoyo electoral para derrocar a Aleksandr Lukashenko, The accidental president es una poderosa aproximación a la permanencia de un régimen autoritario a través de la represión de sus opositores.
A pesar de todo, Bielorrusia es una versión suave de las estrategias de Rusia para romper las actividades de los opositores al gobierno de Vladimir Putin. El mismo año que Alex Bialiatski recibió el premio Nobel de la Paz también se le concedió a la organización rusa Memorial, creada en 1987, dedicándose a la investigación histórica, especialmente en torno a los crímenes de la época de Stalin, y la lucha por los derechos civiles. Fue una de las que sufrieron la orden del Tribunal Supremo de ser desmantelada al calor de la llamada Ley de Agentes Extranjeros, una norma que designa a entidades y personas individuales que teóricamente reciben financiación desde otros países, considerándolos agentes que ponen en peligro la estabilidad de Rusia. La última vuelta de tuerca a la ley el pasado mes de mayo indica que ninguna de las personas incluidas en la lista de agentes extranjeros, compuesta por más de 800 nombres, podrá presentarse a procesos electorales, una manera poco sutil de deshacerse de los opositores políticos a Putin. De hecho, el enfoque principal del imprescindible documental Of caravan and the dogs (Askold Kurov, Anónimo 1, 2024) es el del progresivo desmantelamiento de los medios de comunicación que ejercían una línea editorial crítica con el gobierno ruso, especialmente a las puertas de la invasión de Ucrania. Durante una rueda de prensa de Vladimir Putin, el periodista Dmitry Muratov, ganador del premio Nobel de la Paz en 2021, pregunta al presidente sobre la ley de agentes de extranjeros y éste contesta, después de darle la enhorabuena por el galardón obtenido con cierta sorna, que la ley es menos peligrosa de lo que muchos denuncian, afirmando en público que "esta ley se aplica a quienes reciben apoyo financiero del extranjero, en el marco de actividades políticas dentro del país. Pero la ley no prohíbe continuar con esas actividades políticas". Of caravan and the dogs principalmente desmiente esta falsedad, porque a lo largo de su metraje asistimos a la desaparición de las actividades de medios de comunicación como la emisora de radio independiente Radio Ekho Moskvy, la cadena de noticias Rain TV y el periódico Novaya Gazeta, que dirige Dmitry Muratov, quien había dedicado su discurso del Nobel de la Paz a cuatro periodistas asesinados: Ígor Dómnikov, Yuri Schekochijin, Anna Politkóvskaya y Anastasia Babúrova. La película también recoge el momento en el que decidió incluir la medalla recibida en una subasta benéfica a favor de UNICEF para ayudar a los niños de la guerra de Ucrania, que alcanzó una cifra récord de 103,5 millones de dólares.
El título del documental proviene de un dicho según el cual "los perros ladran, pero la caravana sigue adelante", al que se refiere Dmitry Muratov: "El gobierno habla con sarcasmo de los periodistas que ladran, pero no tienen ningún efecto… Pero la frase tiene un sentido opuesto. La caravana avanza porque los perros ladran… Sí, gruñimos y mordemos. Somos el antídoto contra la tiranía". Que la película no incluya los nombres de los responsables de la co-dirección, fotografía, montaje y sonido entre otros indica la peligrosidad que supone una producción de estas características. Con acceso a reuniones internas de algunos de los medios de comunicación e instituciones afectados por la ley de agentes extranjeros, ofrece una perspectiva muy clara de la presión ejercida por el gobierno a través del Tribunal Supremo. En la ONG Memorial vemos cómo consiguen salvar y mantener escondidos buena parte de sus archivos antes de que sus oficinas sean invadidas por agentes de policía que requisan lo poco que queda en su interior, dejando en las paredes pintada la letra Z, un símbolo propagandístico que se utiliza en Rusia como muestra de apoyo a la intervención en Ucrania. Mientras en Rain TV se despiden de la audiencia en su última emisión, forzados a cesar sus actividades, las reuniones en el periódico Novaya Gazeta reflejan diferentes puntos de vista sobre la decisión a tomar después de haber sido considerados agentes extranjeros: unos optan por seguir publicando manteniendo su línea editorial hasta que sean clausurados, mientras otros están a favor de cesar la publicación antes de que la presión acabe afectando directamente a los periodistas, que pueden llegar a ser condenados a penas de prisión. Y ya se sabe que de las cárceles rusas no hay garantías de salir vivo, sobre todo si se trata de opositores a Putin. Of caravan and the dogs es principalmente la crónica de una batalla perdida por la libertad de expresión, una película que refleja el miedo del gobierno de Vladimir Putin a las voces opositoras, especialmente en torno a la invasión de Ucrania, pero también la existencia de unos sectores en Rusia que son capaces de arriesgar la libertad para reflejar la verdad. Mostrando las incertidumbres personales a las que se enfrentan los periodistas que asisten al desmantelamiento de su libertad de expresión, si es que alguna vez la ha habido bajo el régimen de Putin, también supone la constatación de una resistencia permanente que es imposible de dilapidar mediante leyes draconianas. Aunque las voces de protesta acaben sonando desde el extranjero. Mientras se dirige en coche hacia el aeropuerto, el subdirector de Novaya Gazeta, Kirill Martynov afirma: "Moscú es muy bonito. Se puede vivir aquí". Pero en el caso de muchos periodistas rusos se han visto obligados a huir del país.
El eterno debate sobre cuál es la función del sistema penitenciario, si se trata de un castigo o de una forma de rehabilitación, parece encontrarse claramente expuesto a partir de determinadas decisiones políticas que suponen condenas de por vida. En el documental Any given day (Margaret Byrne, 2021), ganador de una Mención Especial en Hot Docs '22, se mostraba la vida de tres habitantes de Chicago que participaban en un programa de libertad condicional dentro de un sistema carcelario que en Estados Unidos muchas veces reemplaza a la atención de salud mental. Ellos son pioneros en las llamadas "probation", condenas de suspenso, por las que alguien que ha cometido un delito menor puede recibir una suspensión de su condena por un período determinado en libertad vigilada. En la práctica, la violación de esta probatoria, sin embargo, puede llevar a la cárcel por más tiempo que la condena que se hubiera cumplido por el delito. Algo parecido instauró el Partido Laborista en Inglaterra y Gales en 2003, un sistema denominado Prisión para Protección Pública (IPP) que estaba diseñado para personas que cometían delitos leves pero eran consideradas como un potencial peligro público. Tras cumplir una pena mínima, quedaban en una libertad vigilada sin límite de tiempo, que les devolvía a prisión si se producían infracciones menores como llegar tarde a una cita con el supervisor o consumir drogas. Teniendo en cuenta que muchos de estos presos eran adictos, acabó convirtiéndose en una condena sine die por la que algunos permanecen desde hace casi veinte años saliendo y entrando en prisión sin haber cometido delitos. Tras la declaración del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que consideraba el IPP como una infracción del derecho a la libertad, ésta fue abolida en 2012, pero no con carácter retroactivo, de manera que hoy en día casi 3.000 personas permanecen en prisión cumpliendo una sentencia IPP sin fecha de liberación, y se considera que el 96% ya hubierancumplido la sentencia mínima por el delito que cometieron, mientras que 650 han permanecido 10 años más en prisión de lo que les hubiera correspondido .
Durante siete años, el director Martin Read ha seguido a algunas de estas personas atrapadas en un sistema que les impide regresar a una vida normal: Shaun Lloyd fue detenido por robar un teléfono móvil en la calle y condenado a dos años y seis meses, pero acabó cumpliendo nueve años. Liberado en 2014, ha sido reclamado en cuatro ocasiones por infracciones menores de la IPP, permaneciendo cuatro años más en prisión y todavía cumpliendo condena. Nicolle Clark fue sentenciada a 18 meses de cárcel por un robo con agravantes, pero sirvió cuatro años antes de tener libertad vigilada. En 2019 fue devuelta a prisión por hacer un viaje a Marruecos sin avisar a su supervisor, y ha sido liberada en 2023, pero todavía en libertad vigilada. Greggor fue sentenciado a cuatro años por un robo en la calle, pero después de fugarse en 2022, cumplió diecinueve años más en prisión. Nicholas Waszczuk fue sentenciado a tres años por una pelea callejera, pero la junta de libertad condicional rechazaba continuamente su salida de prisión, permaneciendo diecisiete años en la cárcel. Puede parecer sorprendente la descripción de estos casos, pero lo cierto es que la IPP se ha convertido en un sistema tan retorcido que acaba siendo un círculo vicioso para los condenados. La única solución sería que los presos recibieran una nueva sentencia acorde con sus delitos, que en su mayor parte no cumplirían porque ya la han sobrepasado con creces, pero a pesar de que Dominic Raab, el Secretario de Justicia del Partido Conservador calificó la IPP como "una mancha en el sistema judicial", ni éste ni el Partido Laborista están a favor de aprobar las nuevas sentencias.
Fuera de las experiencias de los presos, Britain's forgotten prisoners (Martin Read, 2024) ofrece otros puntos de vista muy destacados: por un lado, el arrepentimiento del ex Ministro del Interior David Blunkett, responsable de instaurar el sistema IPP, al que califica como "una parte perversa del sistema judicial penal". Y por otro lado, la fortaleza de Shirley Debono, la madre de Shaun Lloyd, que considera la situación de su hijo incluso más dolorosa que haber perdido a su hija, fallecida hace unos años. Ella ha venido luchando por reclamar los derechos de los presos incluidos en el IPP, y fue la primera a la que el director Martin Read estuvo acompañando durante la producción de una película que provoca impotencia y que transmite una sensación de inquietud. Algunos de estos condenados, como Greggor, no han conseguido la ayuda psicológica que necesita por su estado mental, mientras la justicia le convierte en un prisionero permanente. El ex-juez del Tribunal Penal Nicholas Cooke, considera que "estar encerrado sin saber cuándo vas a ser liberado provoca graves problemas psicológicos. Sus vidas acaban arruinadas". De hecho, se han producido más de 90 suicidios entre los presos IPP, y más de doscientos han acabado en hospitales psiquiátricos de alta seguridad. Britain's forgotten prisoners es una película dura que retrata un sistema retorcido en el que la justicia acaba obstaculizando las posibilidades de rehabilitación de un grupo de presos envueltos en un círculo vicioso de entradas y salidas de la cárcel. Y es una demostración del cinismo de unas decisiones políticas que tratan de maquillar su incapacidad para ofrecer soluciones claras.
A moveElahe EsmailiReino Unido, Irán 2024 | Short Films Competition | ★★★★☆Visions du Réel '24: Premio Juventud Mejor CortometrajeHuesca '24: Premio Danzante Mejor Documental |
Se puede hacer política de muchas maneras diferentes, y la directora Elahe Esmaili (1990, Irán) lo demuestra en este cortometraje en el que aborda de una manera reflexiva la controversia en torno al hiyab dentro de la sociedad iraní que ha provocado víctimas y un movimiento denominado Women-Life-Freedom que nació en 2022 tras la muerte de Jina Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que fue asesinada bajo custodia tras ser arrestada por usar el hiyab de forma inadecuada. A pesar de la repercusión internacional de estas protestas a favor de la libertad, el gobierno iraní instauró de nuevo la policía moral el pasado mes de mayo, aprovechando que la atención en la zona está puesta en el ataque de Israel a Palestina. A move (Elahe Esmaili, 2024) afronta este tema desde la perspectiva de la propia familia de la directora, aprovechando una mudanza que supone un cambio, y una reunión familiar para celebrar el fin del Ramadán. El cortometraje ganador en el pasado Festival de Huesca ofrece una mirada a diferentes generaciones de mujeres dentro de la familia de Elahe Ismaili, que suponen distintos puntos de vista sobre la obligatoriedad de cubrirse la cabeza. Mientras en una conversación con sus hermanas, una de ellas relata una experiencia dolorosa que tuvo con su padre cuando era niña, la actitud de la propia directora es la de no llevar el hiyab en la celebración, una postura criticada por su madre como una falta de respeto a los hombres que forman el núcleo familiar. Al plantear esta cuestión de una manera tan transparente, el cortometraje no necesita discursos porque muestra una actitud de rebeldía que atraviesa directamente el entorno familiar y la manera en que, sobre todo las mujeres, se enfrentan a la presencia de otras mujeres que deciden no utilizar el velo.
Al comienzo de la película se producen algunos momentos de tensión, que son aliviados por la propia Elahe Esmaili, cuando su madre y alguna de sus hermanas tratan de convencerla para que no resulte provocativa frente a los hombres de su familia. Pero en general las discusiones y los titubeos se producen de esa manera relajada que implica encontrarse alrededor de personas familiares, aunque también resulta evidente que no hay posturas radicales, quizás algunas miradas furtivas, pero sin provocar confrontaciones muy dramáticas. Son significativos algunos planos como el que muestra a una parte de la familia realizando la oración mientras otros miembros que no participan de ella se encuentran apartados, una separación que refleja claramente la división dentro del entorno familiar entre las posturas más tradicionales y las menos religiosas. Si la presencia de las cámaras ha influido en la actitud de los hombres más relajada y despreocupada en relación con el velo es algo difícil de valorar, pero tampoco es un factor decisivo. La directora, que reside en Londres, proviene de una familia que parece evidente que no adopta una postura radical, aunque su madre quizás sea la más preocupada por las consecuencias del acto de rebeldía de su hija. Por el contrario, se producen debates tranquilos que permiten la exposición de diferentes posicionamientos respecto al hiyab, incluso entre sus propias hermanas. En algunos momentos, parece que los miembros más ortodoxos del entorno familiar consideran que no llevar el velo puede llegar a ser una actitud casi contagiosa, pero lo cierto es que en la reunión se detecta cómo las generaciones más jóvenes tienen una posición más relajada sobre usarlo o no dependiendo del momento. El hiyab se convierte así en un acto de libertad, en una rebeldía frente a la prohibición. Y la última escena del cortometraje representa de una manera tan sutil como clara de qué manera el cambio supone el primer paso hacia la emancipación.
Nota adicional 7 de julio: La victoria del líder reformista Masoud Pezeshkian en las elecciones de Irán incorpora una promesa de relajar la aplicación del velo obligatorio en Irán.
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Películas mencionadas:
Joshua: Teenager vs. Superpower se puede ver en Netflix.
Películas mencionadas:
Joshua: Teenager vs. Superpower se puede ver en Netflix.
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