28 junio, 2025

Sheffield '25 - Parte 4: Reivindicar identidades

A pesar de la narrativa habitual conservadora en torno a la excesiva representación de la diversidad sexual en las películas y series, se trata de una sensación que quizás proviene de que nunca habían estado lo suficientemente representadas en el cine y la televisión. Pero la realidad es muy distinta si se consultan los estudios que se publican cada año por parte de organizaciones como GLAAD, que ha estado monitoreando durante más de tres décadas la representación de la comunidad queer en el cine y la televisión. Los resultados de su último Índice de Responsabilidad de Estudio (SRI), que examina las películas estrenadas en 2024, centrándose en las 10 distribuidoras de Hollywood más importantes, incluidos sus servicios de streaming, son desalentadores. Las películas inclusivas LGBTIQ+ cayeron hasta un 23,6% frente al 27,3% del año 2023, entre las que sólo un 1% (dos películas), presentaron personajes transgéneros, pero según el estudio ambas incluyeron estereotipos dañinos o repartos no auténticos. Por su parte, los personajes LGBTIQ+ de raza negra representaron solo el 36% de todos los personajes LGBTIQ+, lo que supone el nivel más bajo desde 2019. Otra de las conclusiones que destaca el informe se refiere a una narrativa que se ha extendido: la ausencia del VIH en la representación queer en las películas, lo que establece una invisibilidad crítica de salud e identidad. Asimismo, solo dos películas infantiles y familiares representaron a personajes LGBTIQ+, pero éstos tenían escasa importancia narrativa. La presencia de la bisexualidad también se ha reducido a un 10%, a pesar de que las personas bisexuales+ son mayoría dentro de la comunidad LGBTIQ+, y solo se encontraron cuatro personajes no binarios, ninguno de ellos con más de 10 minutos de presencia en pantalla. Estudios como éste demuestran que, no solamente la comunidad LGBTIQ+ está subrepresentada en el cine y la televisión, sino que su presencia está disminuyendo cada vez más entre las producciones de los grandes estudios. Entre los diez analizados para este estudio, todos recibieron calificaciones malas o justas, y solo la productora independiente A24 recibió una calificación de "Buena" porque nueve de sus dieciséis películas estrenadas en 2024 se pueden considerar inclusivas. Amazon y NBCUniversal obtuvieron calificaciones "regulares", mientras que Warner Bros. Discovery, Apple TV+, Sony y Paramount Global obtuvieron calificaciones "insuficientes" y Netflix, Lionsgate y The Walt Disney Company obtuvieron calificaciones "malas" en inclusividad de la comunidad LGBTIQ+, lo que sorprende en el caso de Netflix, porque suele transmitir una imagen más inclusiva. En nuestra crónica del Sheffield Doc Fest nos centramos en documentales que abordan temáticas de la comunidad queer. 

Come see me in the good light

Ryan White

Estados Unidos 2025 | Journeys | 

Sundance '25: Favorite Award

Hot Docs '25: Premio del Público


Si podemos definir a uno de los documentales del año por los premios obtenidos en festivales, éste es uno de los más destacados de esta temporada, adquirido por Apple tv+ para su estreno en otoño después de haber cosechado una decena de galardones en los certámenes cinematográficos más importantes de Estados Unidos y Canadá. Y realmente merece este reconocimiento porque se trata de una historia de amor y poesía absolutamente conmovedora, que mezcla la mirada íntima y la reivindicación política sobre la identidad con la misma fortaleza con la que lo hacen los poemas de Andrea Gibson (1975, Maine), una popular poetisa que ha publicados libros, pero sobre todo consiguió hacerse popular como artista de lo que en Estados Unidos llaman "spoken word", una variante artística que consiste en la interpretación oral de los poemas sobre un escenario. La escritora consiguió destacar por el uso de un lenguaje sencillo y por sus temas relacionados con las normas de género, la justicia social y la comunidad LGBTIQ+. Aquejada de una enfermedad crónica, en 2022 Andrea Gibson canceló la gira de actuaciones que estaba llevando a cabo por el diagnóstico de un cáncer de ovario, y llevó su tratamiento recluida en la casa que comparte con su pareja, Megan Falley, en una zona aislada en Colorado. El director Ryan White ha dirigido algunas biografías documentales como Pamela: Una historia de amor (2023), por la que tuvo una de sus nominaciones al Emmy, también conseguidas por la miniserie The keepers (Netflix, 2017) y el documental The case against 8 (2013). Pero posiblemente esta es su película en la que consigue un mayor grado de intimidad, en parte por el compromiso y la generosidad de la pareja protagonista, que le permite tener acceso a los momentos más personales, como cuando revisan en el móvil cada tres semanas el nivel de células cancerosas, lo que en cierto modo marcará el estado de ánimo que predominará hasta la siguiente consulta. No hay en Come see me in the good light (Ryan White, 2025), demasiada recreación en los efectos físicos de la enfermedad y de la quimioterapia, mostrados principalmente a través de videos caseros, sino que se enfoca en la forma en que la pareja comparte las inseguridades y los altibajos de un viaje personal que a veces ofrece resultados positivos y otras parece predestinar un desenlace inevitable. 

Buena parte de la película se involucra en las cenas con algunas amigas, que son muy divertidas, y en los momentos íntimos de la pareja, cuando reflexionan sobre si sería posible que Andrea Gibson llevara a cabo una gira de actuaciones. "No quiero defraudar otra vez a mis seguidores y tener que cancelar", dice Andrea a la cámara. De manera que decide que, dado el proceso complejo del tratamiento del cáncer, al menos quiere tener la posibilidad de ofrecer una especie de actuación de despedida a la que pueda invitar a la mayor parte de sus amigos. Pero al mismo tiempo describe el descubrimiento de su identidad queer, en la que no se reconoce exactamente como una persona no binaria, definiendo el género como un espectro en el que se sitúa en un término medio que no está en ninguno de los extremos. Megan Falley, que también se ha dedicado a la palabra hablada con la ayuda de su pareja, sin embargo ofrece el apoyo incondicional de una relación que surgió desde la admiración y se desarrolló hacia el enamoramiento. Pero Andrea, criada en una familia religiosa baptista, ha ido incorporando también a otras parejas anteriores como parte de su particular familia escogida, manteniendo una amistad constante. De alguna forma, lo que hace la película es describir la cotidianidad de una pareja que se enfrenta a una enfermedad grave, desde las visitas al hospital hasta los momentos de reflexión. En sus poemas, Andrea Gibson ha hablado de cómo afrontar la certeza de la muerte que provoca un diagnóstico de cáncer, y en Come see me in the good light hay una exploración muy sutil de ese camino que se sabe que terminará antes que el de su pareja. En algún encuentro con el público Andrea Gibson describía su asombro cuando vio la película y ésta no se enfocaba en su poesía sino en su vida cotidiana con Megan, pero ese es el valor principal de una historia que apuesta por la intimidad y la cercanía, gracias a un excelente trabajo del cámara y director de fotografía Brandon Somerhalder, y a un delicado montaje de Berenice Chávez en el que predomina la mirada al vínculo de la pareja frente a sus individualidades. 

Rock out

Dustin Lance Black

Reino Unido, Estados Unidos, Irlanda 2025 | Memories | 


El cometido que se propone el director Dustin Lance Black (1974, California), ganador del Oscar por el guión de Mi nombre es Harvey Milk (Gus Van Sant, 2008) y creador de la miniserie Por mandato del cielo (Disney+, 2022), es tan ambicioso como reivindicativo: reflejar la influencia de la comunidad queer en el mundo del rock, el punk y el heavy metal de las últimas décadas, mostrando lo que él mismo describe en la película como una historia ocultada de la relevancia que ha tenido la comunidad LGBTIQ+ en la industria musical. Aunque en realidad dedica poco tiempo al punk y el heavy metal, y casi una hora de metraje a la figura de Brian Epstein, al que define como una especie de pionero, aunque mantuvo oculta su homosexualidad en una época en la que todavía eran delito las relaciones gays en Inglaterra. Producida por la conocida empresa multinacional dedicada a la organización de conciertos Live Nation, la película Rock out (Dustin Lance Black, 2025) puede ser algo decepcionante en su repaso aleatorio y disperso a la historia del rock desde los años 60, y parte de de una premisa discutible: considerar que ser gay proporciona un grado especial de sensibilidad y gusto. Se llega a decir que "si Brian Epstein no hubiera sido gay, The Beatles habrían sido muy diferentes", y se menciona el supuesto encuentro amoroso que pudieron tener John Lennon y Brian Epstein en un viaje a Barcelona en 1963, un rumor que circuló durante algún tiempo pero que Lennon siempre negó, y que fue imaginado en la película Las horas y los tiempos (Christopher Munch, 1991). Parte de la dedicación que ofrece el documental a la figura de Brian Epstein se debe a las numerosas intervenciones de su socio y amigo Peter Brown. Y ciertamente no le falta razón a la propuesta del documental por la que se podría decir que la historia oficial del rock ha mantenido en un plano oculto la influencia de numerosos personajes gays, muchos de ellos dentro del armario, como Billy Gaff, manager de Bee Gees, o Tony Zanetta, muy importante en la etapa de David Bowie como Ziggy Stardust. Incluso cuando directamente se han expuesto en las épocas más complicadas, recordándose a Little Richard y su homosexualidad abierta en la década de los cincuenta, en la que él mismo decía: "Si Elvis es el rey del rock, yo soy la reina". Pero Rock out tiende a caminar sin rumbo como vemos a Dustin Lance Black caminando por algunos lugares emblemáticos de la historia del rock. Pasamos de los noventa a los cincuenta, de los sesenta a los ochenta, e incluso hay tiempo para detenerse en The Stonewall Inn, el bar de Nueva York que se convirtió en icono del movimiento LGBTIQ+ y cuyos altercados con la policía el 28 de junio de 1969 marcaron la celebración del Día del Orgullo. 

La cantante transexual Jayne County recuerda que estuvo ese día en el bar y que "la gente se sorprendió de nuestra respuesta porque no pensaban que las maricas pudiéramos reaccionar de esa forma ante la policía". Pero aunque The Stonewall Inn acabó siendo el nombre más conocido, el lugar en el que realmente se reunían las figuras más destacadas de la comunidad queer artística de Nueva York era Max's Kansas City, un legendario club nocturno que tenía más relevancia en las noches neoyorquinas de los sesenta y setenta, con habituales visitantes como Andy Warhol, Lou Reed o David Bowie. El crítico musical Jim Farber, que ha escrito en The New York Times y The Guardian, comenta: "De la misma manera que se dice que la cultura pop americana se ha apropiado de parte de la cultura musical negra, la cultura británica se apropió de la cultura gay". Arthur Brown, líder del grupo británico The Crazy World of Arthur Brown, recuerda que durante una grabación decidieron saturar los altavoces para transmitir una sensación más fantasmal, y así surgió su único gran éxito, "Fire" (1968), que influyó en representantes del shock rock como Marilyn Manson o Kiss. Uno de los aspectos interesantes del documental es la conexión que establece Dustin Lance Black con la relación que tuvo con su hermano Marcus, fallecido en 2012. Aficionado al rock y el punk, su imagen y su forma de vestir coincidían con el estilo masculino que representaba ese tipo de música, pero durante toda su vida mantuvo en secreto su orientación sexual. El director describe que la idea de la película surgió para responder a la pregunta que le hizo Marcus poco antes de morir: "¿Hay gente como yo?", mostrando que efectivamente la música está marcada por la influencia de la comunidad queer. Como una de las bandas preferidas de su hermano, The Dead Milkmen, y su líder Joe Genaro, que en el documental parece sorprender a Dustin Lance Black cuando le dice que él también es gay, aunque el cantante ha mostrado abiertamente su sexualidad desde hace varios años. Una de las conclusiones del irregular documental Rock out es descrita por el cantante Peter Asher: "Los gays han sido increíblemente influyentes en la forma del Rock 'n' Roll, el sonido del Rock 'n' Roll y el ama del Rock 'n' Roll". 

Tomorrow's too late

Terry Loane

Reino Unido 2025 | Rhythms | 


Después de pasar por el complicado proceso de transición de género, el cantante Dustin Holloway, conocido en Gran Bretaña por ser una estrella emergente tras participar como concursante en el programa musical X Factor, decidió reaparecer en las redes sociales para mostrarse con su verdadera identidad después de una larga ausencia. Estaba latente el temor de que sus seguidores le rechazaran, sobre todo aquellos que le conocieron como una chica lesbiana llamada Lots Holloway y se encontraban ahora con un hombre trans que adopta el nombre artístico de Dylan and The Moon. Sin embargo, una de las particularidades del cantante de estilo indie romántico es que no reniega de su identidad anterior, e incluso la acabó incorporando a su actual repertorio, incluyendo canciones que interpretaba como Lots Holloway y cantándolas ahora en una especie de dueto con su yo anterior Así surgen hermosas canciones como "Off my brain" (2024) que interpreta Dylan and The Moon junto a su identidad anterior como Lots Holloway. Al margen de la curiosidad que pueda suponer, es una representación muy conmovedora de la forma en que Dylan acepta su transición sin renunciar a su pasado, algo que para muchas personas transexuales puede llegar a ser muy traumático psicológicamente. Él mismo cuenta en el emocionante documental Tomorrow's too late (Terry Loane, 2025) que también pasó por esa fase de negación, de no querer mirar las fotos de sí mismo en el pasado, pero que finalmente encontró un camino para reconciliarse consigo mismo, especialmente a través de la música. Aunque siempre tuvo esta sensación de identidad falsa, recuerda que en X Factor trataban de resaltar con el maquillaje y el vestuario la feminidad que para él era una parte que no quería mostrar, de manera que se enfrentaba constantemente a una lucha entre lo que otros veían y lo que él sentía. Pero esta una historia esperanzadora, que refleja cómo la búsqueda para encontrarse a sí mismo le llevó a tomar riesgos incluso para su carrera musical.

Tomorrow's too late se siente a veces como uno de esos documentales que se hacían durante la pandemia del coronavirus, y en esa época surgió también el deseo de Dylan de abrazar su identidad real. Está formado principalmente por grabaciones que hizo él mismo durante su transición para mostrar la progresiva transformación, pero puede resultar menos efectivo en el intento de ampliar la mirada a otros miembros de su familia o sus amigos, porque parecen entrevistas para apoyar más que para profundizar en cómo afecta la decisión de llevar a cabo esta transición de género en el entorno del protagonista. Una de las dificultades de este proceso es el tratamiento de testosterona que Dylan necesitaba para sentir verdaderamente que su transición era completa. Pero este tratamiento tenía un efecto complicado para su carrera musical: el cambio de su voz, pasando de una tesitura más aguda a una tesitura mucho más grave. Dylan se grababa cada día saludando a la cámara para mostrar cómo iba cambiando su tono de voz, pero sin saber si esta transformación podría suponer el final de su carrera. Este riesgo, que se manifiesta cuando no es capaz de cantar las canciones que interpretaba antes, acaba siendo asumido como necesario: "Es muy difícil de explicar para quienes no han experimentado esto. Pero es tan importante para mí", dice Dylan. Lo que hace bien el documental es reflejar el vértigo que supone lanzarse al vacío arriesgando al artista para reconocer a la persona, y los complicados equilibrios psicológicos que requiere tomar decisiones tan importantes. Quizás hubiera sido más interesante que la película no se limitara tanto a ofrecer grabaciones de webcam y tratara de ampliar su perspectiva, pero al menos Tomorrow's too late ofrece un testimonio emotivo y valiente de los riesgos que se asumen en un proceso de transición que es vital para muchas personas. Y posiblemente la conciliación entre las identidades del pasado y el presente que ha conseguido Dylan Holloway en sus dúos consigo mismo, pueda ser la versión más optimista de los procesos de transición de género que para muchos resulta más complicado y traumático. Pero supone un mensaje positivo sobre cómo encontrarse consigo mismo sin renunciar a quién había sido en el pasado.  

Alma del desierto

Mónica Taboada-Tapia

Colombia, Brasil 2024 | Journeys | 

Mostra de Venecia '24: Premio Queer Lion

Toulouse '24: Mejor Documental

LesGaiCineMad '24: Mención Especial del Jurado


Resulta significativo que la misma pregunta que mencionábamos antes que hizo el hermano de Dustin Lance Black acabe resonando de igual forma en una película completamente distinta con una protagonista indígena en el desierto colombiano: "¿Hay otras como yo?", pregunta Georgina, dejando un eco que permanece al final de esta bella, austera y conmovedora representación de la transexualidad en un entorno tan hostil que se convierte, literal y figuradamente, en una travesía por el desierto. El documental Alma del desierto (Mónica Taboada-Tapia 2024) se apoya en estas dobles lecturas, como el reflejo de la identidad en dos sentidos: el de la identidad de género y el de la identidad real, que está representada por el documento que proporciona estatus de ciudadano. A Georgina Epiayu la encontramos por primera vez tratando de cambiar su documento de identidad para poder votar, frente a la burocracia de unas instituciones públicas que no tienen tiempo para ser amables. Hace cincuenta años, ella decidió solicitar el cambio de cédula para modificar su nombre masculino por el de Georgina, pero nunca regresó a recogerlo, por lo que ha permanecido con un documento provisional que no le permite realizar algunos de los trámites básicos. Ella se muestra como un personaje solitario y silencioso, que recuerda a aquella protagonista, también indígena, de la película documental mexicana La mujer de estrellas y montañas (Santiago Esteinou, 2023). Como mujer transgénero wayúu, viviendo en los áridos paisajes de La Guajira, Colombia, cuentan sus vecinas que tuvo que huir porque otros vecinos la quisieron matar cuando se vestía como mujer. Hay un encuentro entre Georgina y sus hermanos, que parece impulsado por la película, que está rodeado de un silencio tenso que refleja una relación complicada de no aceptación. La mirada del documental se detiene precisamente más en estos silencios que en las palabras, observando a Georgina caminar por el desierto y acompañándola en un viaje que, nuevamente, es tanto físico como espiritual. Que la directora cartagenera Mónica Taboada-Tapia haya tenido como profesor al cineasta iraní Abbas Kiarostami puede explicar ciertos enfoques y cierta cadencia de un documental que es una especie de extensión del cortometraje Two-Spirit (2021), que también estaba protagonizado por Georgina. 

Los encuadres centrados en el rostro marcado por las arrugas y las manos heridas por el trabajo resaltan el paso del tiempo, pero también la experiencia de una auténtica superviviente (se calcula que la esperanza de vida media de las personas transexuales en Colombia es de 35 años). Mientras que la relación personal de la directora con Georgina, con la que sigue manteniendo el contacto, se refleja en la introducción de su propia voz al final: "Hemos terminado el rodaje", como una despedida que no recibe una respuesta emocional porque el camino que ha recorrido parece haberla curtido en el silencio y la dureza. Georgina es transexual, indígena y pobre, y además no habla apenas español, cuatro características que al final la sitúan dentro de esos márgenes excluyentes de la sociedad colombiana que la hacen aún más vulnerable. Es inevitable encontrar en esta road movie áspera y polvorienta los ecos del género western, no solo por la presencia del desierto que recorre Georgina, sino por el propio carácter taciturno de la protagonista, que contrasta con su empeño en conseguir alcanzar su derecho a tener una identidad propia inscrita en un documento oficial. Sus acciones y sus palabras no son reivindicaciones englobadas dentro de la comunidad queer colombiana, ni reflejan el activismo de una mujer que lucha por sus derechos, pero su perseverancia resulta casi más política que su propia rebeldía silenciosa (dicen que cuando finalmente pudo votar, Georgina votó en blanco). Hermosa, emocionante y poderosa mirada en torno a la búsqueda de un verdadero sentido de pertenencia, Alma del desierto hace que confluyan al mismo tiempo un punto de vista observador con una profunda empatía emocional con su protagonista.   

I was born this way

Daniel Junge, Sam Pollard

Estados Unidos 2025 | Rhythms | 

Tribeca '25: Spotlight Documentary


Fallecido en 2021, el cantante Carl Bean (1944, Baltimore-2021 Los Angeles) fue elegido por el productor Berry Gordy, fundador de Motown, para que interpretara una canción que acabaría convirtiéndose en un himno para la comunidad LGBTIQ+, cuya letra reivindicaba la homosexualidad de su protagonista. Compuesta por la letrista Bunny Jones y el músico Chris Spierer, "I was born this way" (1975)  fue creada de hecho como un himno de reivindicación gay. Aunque Bunny Jones no era lesbiana, se sentía como una especie de madre para la comunidad queer y quiso regalarles esta muestra de orgullo identitario: "Soy feliz, soy despreocupado y soy gay, nací de esta manera", decía el estribillo, y tuvo como primer intérprete al cantante Valentino, en una versión que cuenta con la batería interpretada por Stevie Wonder. Pero unos años después, los derechos fueron vendidos a Motown aunque la discográfica no tenía claro qué hacer con la canción porque "su mensaje no encajaba con la filosofía de la empresa". Hasta que llegó el éxito de la música disco tras el estreno de Fiebre del sábado noche (John Badham, 1977), y de alguna forma la compañía decidió que podría funcionar una versión disco del tema, que finalmente fue lanzada en 1977, convirtiéndose en un referente musical cuando todavía no habían surgido bandas de reivindicación queer como The Village People. I was born this way (Daniel Junge, Sam Pollard, 2025) es un documental sobre la influencia de la canción, pero también un biopic de Carl Bean y un reflejo de cómo cambió la comunidad queer en las décadas de los setenta y ochenta, especialmente tras la pandemia del Sida. Billy Porter aparece al principio de la película tratando de encontrar una grabación que sería la cara B de "I was born this way", titulada "Liberation", pero que Motown nunca llegó a publicar, sin que esté clara la razón. En una entrevista que sirve como eje central de la película, Carl Bean comenta que Berry Gordy quería convertirle en una especie de cantante gay para un nicho de oyentes gays, pero él se negó a ser encasillado. Y de hecho, regresó a la iglesia de donde provenía como cantante de gospel, y se acabó convirtiendo en un arzobispo de iglesias LGBT. La música disco también sufrió un rechazo importante por parte de los aficionados a la música rock, que participaron en la llamada Disco Demolition Night en 1979, una iniciativa de marketing para llenar el estadio de béisbol Comiskey Park de Chicago que acabó en disturbios con la policía.   

El director Daniel Junge (1969, Wyoming) ha ganado un Oscar por su cortometraje Saving face (Daniel Junge, Sharmeen Obaid-Chinoy, 2011), mientras que Sam Pollard fue nominado al Oscar como productor del documental Cuatro niñas (Spike Lee, 1998), y ha dirigido otros documentales como Soul! (Melissa Haizlip, Sam Pollard, 2018). I was born this way funciona a través de dos narrativas: la repercusión de la canción y la descripción de la trayectoria de Carl Bean, que se describe a través de animaciones con la técnica de rotoscopia (dibujo sobre imagen real), especialmente en el caso de su juventud y sus primeros años en la música. Él confiesa que sufrió abusos sexuales por parte de un tío suyo cuando era un niño y al ser acusado por unos padres de haber realizado tocamientos a su hijo, llegó a intentar suicidarse tomando pastillas, lo que le llevó a un hospital psiquiátrico. "No creo haber escuchado la palabra homosexual ni una sola vez en Baltimore", dice refiriéndose a la ausencia de referentes que un joven que se sentía atraído por otros chicos podía tener en los años sesenta. Posteriormente llegaría su éxito como cantante de gospel, el contrato con Motown y la pandemia del Sida, que afectó a numerosos amigos cercanos. Carl Bean decidió ser voluntario para acompañar a enfermos que habían desarrollado la enfermedad, y fundó Minority Aids Project en 1985, la primera organización comunitaria centrada en la propagación del Sida en la comunidad negra, en una época en la que se utilizaba la enfermedad para atacar a la comunidad gay. Entre las entrevistadas del documental se encuentran Dionne Warwick y Lady Gaga, que en 2011 lanzó el álbum Born this way (2011, Interscope Records), inspirado en la canción "I was born this way", aunque aportan poco a la historia. Más interesante es la breve aparición de Questlove, que ejerce como productor de la película y fue el director del excelente documental ganador del Oscar Summer of soul (Questlove, Hal Tulchin, 2022), o la intervención del actor y cantante Billy Porter grabando una versión de "Liberation" que aparecerá publicada cuando se estrene comercialmente este documental. 


Come see me in the good light se estrena en otoño en Apple tv+.
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Películas mencionadas:

Pamela: Una historia de amor se puede ver en Netflix.
The case against 8 se puede ver en Filmin. 
Mi nombre es Harvey Milk se puede ver en Movistar Plus+.
La mujer de estrellas y montañas se puede ver en GuideDoc y Filmin. 

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