10 septiembre, 2024

Venecia '24 - Parte 4: Construir relatos cortos

Nuestro repaso a la programación de secciones paralelas se enfoca a partir de ahora en cortometrajes que han participado en la Sección Orizzonti, comenzando con los dos que han ganado los principales premios y algunos que se han presentado fuera de concurso. El Festival de Venecia ofrece, con la colaboración de la plataforma profesional Festival Scope, la posibilidad de ver de forma gratuita algunos de estos cortometrajes hasta el próximo 30 de septiembre, a través de la Venice Sala Web 2024, a la que se puede tener acceso desde cualquier parte del mundo, aunque algunos cortos solo se pueden visionar desde Italia. 

Who loves the sun

Arshia Shakiba

Canadá 2024 | Orizzonti | 

Venecia '24: Premio Mejor Cortometraje


Extensas nubes de humo negro forman una capa de oscuridad sobre la tierra desértica en Hasaka, al norte de Siria, donde las antiguas refinerías de petróleo fueron abandonadas en medio de la guerra civil provocada por el régimen de Bashar al-Assad. Mientras la industria que mantenía económicamente al país se desmorona, los que se quedaron en Siria comenzaron a convertir estas zonas abandonadas en refinerías locales improvisadas, que se convirtieron en una fuente de ingresos ante la necesidad de combustible que la propia guerra requería. Mahmood Al Saleh, que surge de las nubes negras como una figura casi fantasmal, es uno de los que dirige estas operaciones en un entorno que parece postapocalíptico, donde el sol, aunque aparezca, siempre está cubierto por la oscuridad. El director Arshia Shakiba había trabajado anteriormente como co-director de fotografía y responsable del sonido de la película Rojek (Zaynê Akyol, 2022), que ganó el premio al Mejor Documental en la Semana de Cine de Valladolid y fue elegida por Canadá como su representante para los Oscar 2024. La directora de aquel documental, que entrevistaba a yihadistas encarcelados en el Kurdistán sirio, ejerce ahora como productora de Who loves the sun (Arshia Ashiba, 2024), que ha ganado el premio al Mejor Cortometraje en la sección Orizzonti del Festival de Venecia. Sin apenas diálogos y sin ninguna entrevista, las imágenes impactantes y perfectamente planificadas muestran una atmósfera que parece irrespirable, pero reflejando la capacidad de los supervivientes de la guerra para encontrar un camino que quizás no sea el más respetuoso con el medio ambiente ni el más recomendable para la salud de los que trabajan a cara descubierta en medio de las espesas columnas de humo, pero es su fuente de vida. A través de sus imágenes el cortometraje refleja el impacto de la guerra, que ha convertido la zona en un cementerio de maquinaria obsoleta y desgastada, y que muestra las cicatrices que han provocado los combates por hacerse con el control de la refinería. Al mostrar a Mahmood enseñando a un niño la diferencia entre mazut y benceno, dos combustibles líquidos que se extraen del petróleo, se revela como una actividad en la que parecen tener puestas sus esperanzas de futuro, incluso para las nuevas generaciones, al menos hasta que la tierra deje de escupir petróleo o alguna empresa se haga con el control de la zona. El director muestra el proceso de elaboración y posteriormente el transporte hasta localidades cercanas, con Mahmood conduciendo una vieja motocicleta por un desierto envuelto en una nube de humo negro. Junto a la carretera, una igualmente improvisada gasolinera sirve para surtir de combustible a los vehículos que se detienen. Who loves the sun ofrece imágenes impactantes en las que el propio Arshia Ashiba ejerce como director de fotografía, con gradación de color a cargo del veterano Marc Boucrot, colaborador habitual de Gaspar Noé, que entre otras muchas películas ha trabajado como colorista en La vida de Adèle (Abdellatif Kechiche, 2013) y Dallas Buyers Club (Jean-Marc Vallée, 2013). El travelling final que sigue a la motocicleta de Mahmood en medio de una oscuridad penetrante es especialmente sobrecogedor, incorporando por primera vez un apunte musical a través del violonchelo rasgado del compositor Ilyaa Ghafouri. Aunque no introduce ningún contexto, las imágenes de este cortometraje son tan expresivas que prácticamente no necesitan palabras. 

René va alla guerra

Luca Ferri, Morgan menegazzo, Mariachiara Pernisa

Italia, Eslovenia 2024 | Orizzonti | 

Venecia '24: Nominación European Film Awards


A través de una docuficción protagonizada por un niño que juega en los antiguos búnkeres de la Segunda Guerra Mundial en un bosque de Eslovenia, los directores Luca Ferri, Morgan Menegazzo y Mariachiara Pernisa ofrecen una reflexión sobre la imaginación de la infancia, que se introduce en ese entorno bélico mientras resuenan en la radio constantes mensajes sobre la justificación de conflictos armados lanzados por líderes mundiales. La guerra se convierte en un objeto de juego para los niños, incluso a pesar de que les rodea como una realidad cruel, como hemos visto también en Venecia en documentales como Songs of slow burning Earth (Plha Zhurba, 2024). Las vacaciones de verano de René (René Mlinar) se convierten en un campo de batalla imaginario, cuando construye con madera sus propias armas, mientras su padre (Andrek Mlinar) le entrena como un soldado y el niño se aleja hacia el bosque encontrando dentro de los búnkeres enemigos imaginarios. A través de su juego, que suponemos es improvisado, se transmiten curiosamente algunas de las características auténticas de los conflictos: la violencia, la tensión, la incertidumbre , la soledad... Los directores afirman que pretenden ofrecer "una interpretación personal y lúdica de la mayor tragedia perpetrada cíclicamente por la edad adulta", convirtiendo al niño en el creador de su propia narrativa. Hay momentos de descanso en los que René toca la armónica y reflejos de duda cuando transmite su posición a través de un ficticio walkie talkie. En su anterior cortometraje, Perduto Paradiso in due rulli (Luca Ferri, Morgan Menegazzo, Mariachiara Pernisa, 2023) una visita al director italiano Franco Piavoli proponía un paraíso terrenal que formaba parte de sus recuerdos y de su imaginación, de manera que el pasado y el presente se fusionaban. En el caso de René va alla guerra (Luca Ferri, Morgan Menegazzo y Mariachiara Pernisa, 2024), la historia surgió con un encuentro fortuito con René Mlinar, un niño que con solo diez años construye sus armas ficticias con madera y que utiliza el bosque como un gran parque infantil en el que juega en solitario a ser soldado. Sin mostrar demasiado interés por las nuevas tecnologías, René utiliza la soledad del entorno para crear su propio mundo de fantasía, pero que sin embargo reproduce con singular acierto las características de un conflicto real. En un final ambiguo, esta realidad se apodera de la ficción cuando se incorpora el sonido de un bombardeo que parece de verdad, como si la sombra de la guerra auténtica acabara envolviendo la imaginación del protagonista. René va alla guerra ha sido elegido en el Festival de Venecia para la preselección de cortometrajes para las nominaciones de los Premios del Cine Europeo. 

Allégorie citadine

Alice Rohrwacher

Francia 2024 | Fuera de competición | 


La directora Alice Rohrwacher (1981, Italia) presentó su película La quimera (2023) en el pasado Festival de Cannes y este año ha estrenado este cortometraje fuera de competición en el Festival de Venecia, demostrando una creatividad constante en diferentes formatos. Esta incursión en el mito de la caverna le ha llevado a colaborar con el artista Jean René, más conocido como JR (1983, Francia), que ha hecho algunas incursiones en el cine, como aquel hermoso documental junto a Agnès Varda Caras y lugares (Visages Villages) (2017) o Paper & glue (2021), en el que colaboró con la directora Ladj Ly en un proyecto producido por Brian Grazer y Ron Howard. Su característico formato artístico se basa en fotografías en alta resolución tomadas en blanco y negro, que después amplía para pegarlas en las paredes de las grandes ciudades, mostrando generalmente realidades urbanas y una conciencia social. Este estilo se mezcla con la capacidad de Alice Rohrwacher para crear historias que tienen cierto realismo mágico, y que en esta ocasión está protagonizada por una bailarina (Lyna Khoudri) que el mismo día que tiene que acudir a un importante casting para una representación de danza, debe recoger a su hijo Jay (Naïm El Kaldaoui) en la escuela porque comienza a tener síntomas de gripe. Al llegar tarde a la prueba, trata de conseguir una nueva oportunidad hablando con el director de la obra (Leos Carax), quien relata a Jay el mito de la caverna de Platón, aquel en el que los hombres vivían en el interior de una cueva encadenados hasta que uno de ellos tomó la decisión de liberarse y salir al exterior. Por el camino, el caleidoscopio de cartón con el que el niño veía la ciudad de París desde otra perspectiva se rompe, pero su madre le promete que tendrá otro mucho mejor. A través de los grandes carteles fotográficos diseñados por JR, la caverna se abre en las paredes de una ciudad bulliciosa y urbana para mostrar que quizás esta sociedad también necesita liberarse: "Quizás no basta con decir que las imágenes son ilusiones porque las cadenas son reales", se responde Jay en sus reflexiones. Utilizando técnicas de animación stop-motion, Allégorie citadine (Alice Rohrwacher, JR, 2024) adquiere ese tono mágico que tienen algunas de las películas y cortometrajes de la directora, que ya había trabajado con el fotógrafo en el corto Homilía campesina (Alice Rohrwacher, JR, 2020). La música etérea electrónica de Thomas Bangalter (1975, Francia), extraída de sus sencillos "Chiroptera" (2024, Because Music) y "Chiroptera Matiere Premiere" (2024, Because Music) contribuye a crear una textura alucinatoria a la historia. La presencia de Leos Carax, que este año estrenó en el Festival de Cannes el cortometraje C'est pas mois (2024), en el que reflexiona sobre el cine y su cine, parece un homenaje a esa forma de hacer películas cuya libertad creativa ha desafiado los convencionalismos. De alguna manera, el mito de la caverna es utilizada para reflexionar sobre las sociedades modernas y las ilusiones en las que nos encerramos, invitando al espectador a liberarse y convencer a los demás de que también se liberen.  

James

Andrés Rodríguez

Guatemala, México 2024 | Orizzonti | 


En las calles de Ciudad de Guatemala, James (James Maldonado) se dedica a vender protectores para teléfonos móviles junto a dos jóvenes (José Paz, Erich Maldonado) con los que también comparte una pequeña habitación en la que duermen. El adolescente de origen indígena aborda su crecimiento hasta la madurez en un contexto hostil, en el que predomina la masculinidad. Los jóvenes practican luchas sobre los colchones en el suelo, no solo como una forma de entrenamiento, sino también como una manera de jerarquizarse, y las actividades físicas se convierten en una demostración de fuerza. Para James resulta complicado encajar en ese ambiente de rivalidad, tratando de mantener constantemente la resistencia entre los insultos y los desprecios de sus amigos por tratarse del más joven de los tres. El director guatemalteco Andrés Rodríguez suele abordar historias pequeñas que tratan sobre la inmigración y el desarraigo entre las comunidades indígenas y su entorno, en cortometrajes como Roza (2022). De nuevo tiene como protagonista a un adolescente, interpretado por el actor no profesional James Maldonado, al que dirigió en Darvin (2019) cuando tenía ocho años, y utiliza la cámara en mano, con una excelente fotografía de Sebastián Lojo, director de la película Los fantasmas (2020). El rodaje en entornos caóticos y llenos de gente transmite la sensación de un ambiente urbano que constantemente afecta al protagonista. Hay una tensión permanente en el cortometraje James (Andrés Rodríguez, 2024), que se muestra también en la elección de un formato 4:3 y unos primeros planos que aprisionan al personaje, quien experimenta la angustia y el nerviosismo de tratar de sobrevivir con pocos recursos. Esta especie de competición constante, en las luchas que mantiene con los otros jóvenes, pero también en la calle, a través de la venta ambulante, provoca una presión que para James acaba resultando insoportable, aunque el cortometraje no termina de transmitirlo con suficiente claridad. La historia quizás habría necesitado una mayor definición, incluso en la elaboración de unos diálogos que están improvisados, entre el español y el quiché, planteando las escenas en base a un tratamiento, pero permitiendo a los actores inexpertos, lo que Andrés Rodríguez llama "actores naturales", construir sus propios textos. Pero esto, si bien aporta una mayor naturalidad a las escenas, contribuye a que éstas no terminen de completarse dentro del contexto más general de la historia. Sobre todo cuando el desarrollo del personaje principal es tan sutil que su reacción final acaba resultando poco explicativo.  

Marion

Joe Weiland, Finn Constantine

Reino Unido 2024 | Orizzonti | 


Después de haber sido nominado a los premios BAFTA por su cortometraje Gorka (Joe Weiland, 2023), sobre un estudiante de intercambio francés que encuentra una noticia sorprendente cuando conoce a su familia de acogida en Gran Bretaña, el director Joe Weiland continúa su relación con Francia en esta nueva producción que se desarrolla durante la celebración de la llamada Corrida landesa (Course Landaise), una tradición taurina que pertenece al patrimonio cultural gascón. Reconocido oficialmente como deporte, se trata de uno de los cuatro tipos de corridas de toros que se practican en el mundo, aunque se utilizan principalmente vacas landesas. Los llamados coursayres esperan la embestida del animal y lo esquivan en el último momento (quebradores) o saltan por encima de la vaca (saltadores). La protagonista de Marion (Joe Weiland, Finn Constantine, 2024) es precisamente una de las componentes de una cuadrilla de coursayres, pero desde el principio destaca por ser la única mujer entre todos los hombres, que mantienen una especie de protección condescendiente con ella. El personaje principal está interpretado por Caroline Larbère-Noguès, una de las pocas toreras que practican esta disciplina, y en pocos minutos el cortometraje describe perfectamente la presión a la que está sometida, el peso de una tradición en la que las mujeres no han tenido una presencia destacada, la masculinidad que la rodea y ese paternalismo mal entendido que se traduce en una constante protección que ejercen los hombres sobre ella, lo que demuestra que no es tratada como una igual. También la dificultad de compartir su trabajo con la maternidad, cuando debe quedarse con su hija porque su pareja considera que sus responsabilidades son más importantes que las de ella. Marion ofrece una excelente muestra de ficción construida a partir de la realidad, porque la mayor parte del cortometraje se rodó en Bayona (Francia) durante la celebración real de corridas landesas en las que participó Caroline Larbère-Noguès. De hecho, el guión acabó transformándose en un final diferente cuando se produjo un accidente real que las cámaras acabaron captando, y que se convierte en un desenlace muy impactante para la historia. Los directores manejan el ritmo con habilidad y una sensación de peligro y tragedia se transmite a través de los primeros planos y de la música de James William Blades y Alfie Godfrey. El cortometraje Marion ha encontrado dos apoyos destacados dentro de la industria del cine: la actriz Sienna Miller produjo el anterior corto de Joe Weiland, como uno de los jóvenes cineastas a los que apoya desde su productora, y posteriormente se incorporó como productora ejecutiva Cate Blanchett, lo que supone un importante respaldo. Al margen de la trayectoria de esta historia como cortometraje, la idea de sus directores es ampliarla para convertirla en un largometraje de ficción. 


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Películas mencionadas:

La vida de adèle se puede ver en Filmin.
Dallas Buyers Club se puede ver en Prime Video. 
Caras y lugares se puede ver en Acontra+. 


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