31 julio, 2010

El hermano mayor del pulpo Paul

El cine es una industria que da para mucho. Tanto, que hasta pueden llegar a sobrevivir, en época de crisis, productoras que básicamente se dedican a realizar bodrios que, eso sí, tienen la gracia del despropósito y la desfachatez de la serie Z. Para una sesión de tarde fresquita con los amigos las producciones de The Asylum son perfectas para pasarlo bien y convencernos de que hacer cine no es tan fácil como parece. 

Para muchos, The Asylum es básicamente una fábrica de mierda. Sin embargo, tiene algo que gente como Uwe Boll, por ejemplo, no conoce: la honestidad de no ocultar su desvergüenza y su falta de medios. ¿Para qué tratar de hacer películas serias si sabes que no tienes ni el talento ni la capacidad financiera que necesitas? Así que The Asylum se dedica principalmente a fusilar éxitos comerciales para tratar de sacarles el rédito de las migajas. De esta forma, en su sorprendentemente amplia lista de películas encontramos títulos tan descarados y al mismo tiempo tan divertidos como Transmorphers, Alien vs. Hunter, The Terminators y, para rizar el rizo del original, Bram Stoker's Dracula's Curse. Y no podemos olvidarnos que en la actualidad preparan Sherlock Holmes (que solo con ver el trailer da grima) y Titanic 2.

La sutileza, desde luego, no es la principal virtud de esta productora asentada en California que fundaron en 1997 un trío de productores inefables: David Michael Latt, David Rimawi y Paul Bales, y que se jacta de producir unas 15 películas al año.

Pero lo que ha acabado dando cierta personalidad  a The Asylum son sus producciones "originales", sus franquicias de catástrofes y monstruos que se caracterizan por unos increíbles "defectos" visuales y por una poca vergüenza que va más allá de todo entendimiento. Entre ellas destacamos la singular Mega shark vs. Giant octopus (Mega tiburón contra el pulpo gigante), que a la postre se ha convertido en una de sus producciones de más éxito, por supuesto en el mercado del DVD y bluray. Producida el año pasado y protagonizada por Deborah Gibson (una cantante chunga de los ochenta) y un Lorenzo Lamas que ya sólo da para este tipo de películas, Mega shark es recomendable para ver en compañía de amigos o de una botella de ron.

La historia comienza de golpe, para dar cera en los primeros minutos, cuando un tiburón y un pulpo gigantes prehistóricos son descongelados tras unas pruebas militares que no se sabe por qué se hacen ni a qué vienen. Da igual. Así que a los 2 minutos de película ya tenemos a los monstruos sueltos y en el minuto 15 se produce la escena más descacharrante cuando el tiburón se devora, no un transatlántico, ni una playa de turistas, sino ¡un avión en pleno vuelo! Lástima que los productores hayan querido compensar la presencia de tan insignes estrellas del cine (la cantante chunga y el rey de las camas) a base de diálogos imposibles (atentos a la primera intervención de Lorenzo Lamas), y no se repitan despropósitos como éste, porque entonces Mega shark se convertiría en un clásico para nosotros. Pero algunos momentos, como la persecución final y la lucha entre el calamar y el tiburón resultan tan absurdos que mantienen el nivel de sorpresa. 

The Asylum es especialista en esto de los mega-bodrios, y ya el año pasado estrenaron Megafault (2009), sobre un terremoto mega-puñetero y este año presentan Megapiranha (2010), sobre una piraña mega-cabrona. 

Curiosamente, The Asylum ha sufrido en sus propias carnes la misma estrategia que ellos vienen realizando. El éxito de Mega shark vs. Giant octopus ha propiciado que la cadena de televisión Syfy acabe de estrenar otra serie Z más rebuscada si cabe que lleva por título Sharktopus (no hace falta explicar por qué, ¿no?), con la presentación de Roger Corman como reclamo y con Eric Roberts como el "estrellado" invitado. Estaremos atentos a ella y veremos si se encuentra a la "altura" de las producciones de The Asylum.

29 julio, 2010

Nos vamos al teatro

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

Cada año presentamos En Primera Fila las mejores bandas sonoras del teatro musical, aprovechando las nominaciones de los Premios Tony, que se conceden en Broadway. Este verano sin embargo, aunque nos acercaremos a alguna obra musical de actualidad en los escenarios teatrales de Londres y Nueva York, hemos querido introducirnos en la ceremonia de los Tony para escuchar estas obras tal y como se interpretaron en el Radio City Music Hall durante la entrega de los galardones más importantes del teatro en Estados Unidos. 

La temporada no ha dado estrenos especialmente impactantes como otros años, quizás motivado por la crisis que también ha afectado al número de espectadores. Sólo títulos como Fela!, en torno al controvertido creador del afro-beat, Fela Kuti o Memphis, sobre la música negra de los años cincuenta, que ganó finalmente el Tony al Mejor Musical, han sido bien acogidos por la crítica, aunque quizás no tanto por el público. 

Este año está marcado por cierta nostalgia, o mejor dicho, cierto revival, con muchos sonidos de los años cincuenta (musicales como Memphis o Million dollar Quartet), y reposiciones que han acabado resultando lo más interesante de la temporada, especialmente La jaula de las locas, con Kelsey Gramer, y A little night music, con una Catherine Zeta-Jones que cada vez se cree más una dama del teatro, cuando no lo es, y Angela Lansbury, que sí que es una institución en los escenarios.

Ni siquiera estrenos como la adaptación de La familia Addams o el musical basado en el disco American idiot de Green Day han terminado despertando el interés de los aficionados. 

En Primera Fila presentamos algunos de los momentos más destacados de la ceremonia de entrega de los Tony Awards.

27 julio, 2010

Música para jugar

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

En Primera Fila es un programa con pocas limitaciones musicales. Aunque miramos principalmente al mundo del cine, no olvidamos la influencia y la retroalimentación que otras artes audiovisuales (la televisión, el circo, el teatro musical, los videojuegos...) tienen en relación con la gran pantalla. Por eso en nuestro espacio radiofónico presentamos habitualmente los últimos trabajos musicales realizados para el mundo de las consolas, donde es cada vez más habitual la presencia de compositores de bandas sonoras cinematográficas, pero que también propone interesantes acercamientos sonoros por parte de músicos que se mueven principalmente en el terreno de los videojuegos. 

En el primero de los programas que este verano dedicamos a este formato nos acercamos a las bandas sonoras de los últimos lanzamientos que han surgido en la tan rentable industria de ocio. Por un lado, las espectaculares composiciones corales de Cris Velasco, Mike Reagan y Scott Morton para Darksiders, un juego de acción en tercera persona con apocalipsis y demás lindezas rodeando al protagonista; y de Garry Schyman para Dante's inferno, una de las sorpresas del año. 

Garry Schyman también es el autor de los excelentes trabajos de la serie Bioshock, cuya segunda parte presentamos en este breve recorrido por algunas de las partituras más interesantes del año. E introducidos ya en sonidos más electrónicos, menos grandilocuentes, destacamos la música de la última entrega de Splinter cell, escrita por Kaven Cohen y Michael Nielsen, con la colaboración de DJ Tobim, uno de los habituales en esto de las bandas sonoras para videojuegos. Música urbana, algo repetitiva pero efectiva. 

Para cerrar el programa, nos acercamos a uno de los mejores trabajos del año, junto a Heavy rain. Se trata de la música de Petri Alanko para Alan Wake, posiblemente el lanzamiento mejor valorado de esta temporada, aunque sólo disponible en Xbox. Las propuestas que pasan por plantear investigaciones policíacas con un look cinematográfico han encontrado un hueco destacado en el campo de los videojuegos, y la interactividad de los jugadores en la toma de decisiones (aunque ésta acabe siendo todavía algo limitada) supone un aliciente especial. El límite entre el cine y el videojuego es cada vez más sutil, y Alanko demuestra que a veces se pueden crear trabajos musicales que nada tienen que envidiar a las más destacadas bandas sonoras para la gran pantalla.

25 julio, 2010

¿Kárate qué?

La moda de los remakes vuelve a los cines. Muchas veces con resultados mediocres, como El equipo A, y también con tanta ambición como escaso sentido del ridículo, como en The karate kid

A una película que toma como base otra película o serie anterior lo mínimo que se le puede pedir es que tenga al menos la honestidad para plantear aspectos diferentes sin menospreciar los valores de la original. Cuando la intención, sin embargo, es tratar de superar el original a base de alargar la duración, aumentar cierta espectacularidad e introducir tramas paralelas porque sí, hay que ser muy talentoso para encontrar el punto adecuado de equilibrio entre la infidelidad al original y cierto aire referencial. En el caso de El Equipo A la fórmula pasa por parecerse lo suficiente a la serie (los personajes y ese aire alocado que tenía) pero tratando de ofrecer lo que aquélla no podía. El resultado es decepcionante porque, en la búsqueda de la acción por la acción, la película se acaba convirtiendo en una retahíla de vaivenes sin sentido que termina por aburrir. 

El caso de The karate kid es peor. La película original no es que fuera una maravilla, pero tenía esa mezcla adecuada entre lo comercial para un público juvenil y la condición de producto con pretensiones de encontrar un lugar en el panorama cinematográfico. Y sin duda lo consiguió. Ahora, esta versión actualizada llega con cambios y con una propuesta que pasa por tratar de ofrecer un producto más acorde con los nuevos tiempos. 

Algunos de estos cambios no se entienden, la verdad. Que se haya sustituido a un adolescente por un niño de 12 años sólo se explica por dos razones: 1. Porque se busca "infantilizar" el argumento; 2. porque es la edad que tiene el hijo de Will Smith y Jada Pinkett Smith, los productores. Sea uno u otro caso, y por mucho que sitúen la trama en un país donde el protagonista se siente desplazado, el cambio no tiene demasiada justificación. Se ha dicho que en esta película por fin se ven peleas de verdad, no como las que se mostraban en las cintas originales. Sin embargo, precisamente el hecho de rebajar la edad del protagonista acaba siendo un lastre para los combates, que resultan sosos y sin efectividad dramática.

Tanto los productores como el director han conseguido, eso sí, algo que parecía imposible. Que la película resulte aburrida en buena parte de su metraje. Entre tramas tontas de pseudo enamoramiento interracial, lloriqueos varios de integración difícil y postalitas turísticas de China, la película sólo levanta el vuelo cuando aparece Jackie Chan, ese clásico del cine comercial a pesar de sus notables despropósitos en los últimos años, que sin embargo, acaba siendo el mejor sucesor de Pat Morita. 

Lo de trasladar la historia a China es otra sinrazón. Por un lado, por la muy comentada contradicción con el título, ya que el protagonista acaba practicando kung-fú (el arte marcial chino). Y uno se pregunta si no hubiera sido más fácil que la historia se hubiera desarrollado en Japón (cuna del kárate), y así no habría ningún problema.

Lástima querer hacer un remake más ambicioso, espectacular y comercial que el original y quedarse sólo en una película más larga, tediosa y pretenciosa que la antecesora. 

21 julio, 2010

Toy story 3: Un nuevo clásico

Con Pixar uno siempre tiene la sensación de que no pueden llegar más lejos. Toy story 3 es otro de esos clásicos que terminarán por engrosar la larga lista de méritos de Pixar.

Hasta el infinito y más allá
Los responsables de Pixar se lo han pensado mucho antes de lanzar la que se ha anunciado como última entrega de Toy story (1995), esa película con la que John Lasseter, Andrew Stanton y sus artistas comenzaron una revolución en el mundo del cine de animación, demostrando que el agotamiento de Walt Disney no era una crisis de género, sino una apatía provocada por la falta de talento. Sí, la animación podía atraer a públicos infantiles y adultos si se volvía a historias escritas con alma. Y ése fue al regreso a un resurgimiento que permanece hasta nuestros días. 

Con Pixar uno siempre tiene la sensación de que no pueden llegar más lejos. Que Wall-e no podía ser mejor que Ratatouille, que Up no podía superar a Wall-e, que Toy story 3 no podía ser más divertida y más emotiva que sus antecesoras. Y hasta el momento uno se alegra de equivocarse. La tercera parte de las aventuras de Woody, Buzz y sus inolvidables acompañantes es otro de esos clásicos que terminarán por engrosar la larga lista de méritos de Pixar. Se puede comparar con Toy story y decir que le falta algo del sarcasmo que tenía aquélla; o con Toy story 2 y decir que deja desdibujados algunos personajes. Pero esta tercera parte tiene todo lo que esperábamos "hasta el infinito y más allá". 

El osito menos cariñoso
Lo bueno que tienen las películas de Toy story es que, independientemente de que se trate de secuelas con personajes ya conocidos, casi se podrían ver como películas unitarias. Evidentemente, Toy story 3 conecta con las anteriores en la evolución de los personajes, pero si no existieran las anteriores ésta podría ser perfectamente una película unitaria, que funcionaría igual de bien sin sus antecesoras. Porque, aunque la historia provenga del conocimiento de estos personajes, una vez que empieza y se introducen los nuevos (magnífica creación de Lotso Abracitos, con su background emocional, de un Ken desternillante y sobre todo de un bebé que resulta tan terrorífico como conmovedor...) la película adopta su propia personalidad. 

Ken luciendo palmito
Pero, al margen de que resulte divertida, entretenida o trepidante, Toy story 3 retoma esa lectura adulta hacia la infancia. Y en este caso ofrece una inteligente descripción de ese proceso difícil que separa la niñez de la madurez. En ese sentido, su historia tiene tanta profundidad como la primera, y consigue cerrar la trilogía con uno de los finales más emocionantes que hemos visto en mucho tiempo. Si en Up o en Wall-e quizás podía faltar un desarrollo menos previsible del tercer acto, la conclusión de Toy story 3 es perfecta. Y no sólo lo es para cerrar la serie, sino también, por qué no, para continuarla. Ahí está el talento de Lasseter, Stanton y Unkrich como argumentistas y del guionista Michael Arndt (perfecta elección de quien supo divertirnos y emocionarnos también con Pequeña Miss Sunshine). Porque, si consiguieran historias tan redondas como ésta, no nos importaría seguir asistiendo a más aventuras de Woody y Buzz en cuartas, quintas o sextas entregas. 

Nota: Hay dos formas de disfrutar de Toy story 3 plenamente, dada la distribución necia en nuestro país: 

1. Viéndola en formato 3D, deleitándose con la profundidad de campo que aporta la técnica, pero con el hándicap de un doblaje que, a pesar de nombres perfectos como José Luis Gil (gran actor, gran doblador) tiene intrusos sorprendentes (¿Alex de la Iglesia? ¿Manu Carreño?). 

2. Viéndola en versión original, con todos los matices de las voces principales (Tom Hanks, Tim Allen, Michael Keaton...) y con esas maravillosas secuencias en español, pero sin posibilidad de disfrutar del 3D. 

Yo recomiendo las dos.

20 julio, 2010

Melodías desde Grecia

En Primera Fila os presentamos este verano una recopilación de programas monográficos que dedicamos a trabajos concretos o compositores que habitualmente se acercan a nuestro programa. Pero también nos introducimos en sonidos diferentes que provienen de nombres recién incorporados al mundo de la música de cine. Una colección de programas ecléctica que nos introduce en la música más interesante del momento.

Nuestra cita con la música de cine nos acerca a una de las pocas mujeres compositoras que han conseguido mantener una carrera solvente en el mundo del cine, aunque su trabajo no se circunscribe exclusivamente a la gran pantalla. Eleni Karaindrou tiene un sonido característico, repleto de melodías que te atrapan y siempre conectadas con la tradición musical de Grecia. Su colaboración con Theo Angelopoulos a lo largo de todos estos años ha dado lugar a bandas sonoras inolvidables como Paisaje en la niebla o La mirada de Ulises. Nuestro recorrido de esta semana pasa por dos de sus últimos trabajos para la televisión y el cine. 
 
Por un lado, la serie To 10, una producción de 13 episodios que se estrenó en 2007 y que contiene una extensa banda sonora que discurre principalmente en conexión con los sonidos que surgen del profundo conocimiento del folclore musical mediterráneo que caracteriza las composiciones de Eleni Karaindrou.

En el mismo programa, presentamos la última colaboración con el director Theo Angelopoulos para su película Dust of time, que protagoniza Willem Dafoe, y que pertenece a la trilogía en la que el realizador griego viene haciendo un repaso a la historia de su país. Aquí la música de Karaindrou, como en la mayor parte de sus trabajos para Angelopoulos, sigue los cauces melódicos que la han convertido en una de las compositoras más destacadas del cine europeo. Acercándose a algunas tonalidades que introducen elementos jazzísticos, pero manteniendo esa capacidad para engancharnos a través de temas de gran belleza.

Eleni Karaindrou sigue dándonos muestras de su capacidad para atrapar las emociones a través de la música. Por eso esta semana, en este homenaje que hacemos a una Grecia que intenta salir de la bancarrota, nos dejamos llevar por sus melodías.