Páginas

04 agosto, 2024

Fantasia '24 - Parte 7: Realidades alteradas

Después de tres semanas dedicadas al cine fantástico, Fantasia Festival llega a su última jornada con la clausura a cargo de la producción canadiense Ababouiné (André Forcier, 2024), que aborda los abusos históricos de la iglesia católica en Quebec en los años cincuenta, y la entrega del premio Denis-Héroux a su director, reconociendo su contribución a la industria audiovisual quebequense. La obra de André Forcier (1947, Quebec) está marcada por el realismo mágico pero al mismo tiempo se ha conectado con la realidad histórica de Quebec a lo largo de cincuenta años de trayectoria cinematográfica. Su cine es poco conocido en España, con casi ninguna película estrenada comercialmente y una participación en la Semana de Cine de Valladolid con L'eau chaude, l'eau frette (1978), pero es una institución en el cine canadiense, habiendo sido nominado a los premios Genie en seis ocasiones. Nuestra penúltima crónica del festival está dedicada a las realidades alteradas a partir de una selección de títulos de su programación que abordan espacios transformados, cuentos de hadas, hoteles aislados y sociedades distópicas. 
 

Cuckoo

Tilman Singer

Alemania 2024 | Sección Oficial | ☆☆

Berlín '24: Berlinale Special 

BIFFF '24: Silver Raven 


La continua presencia de esta película en festivales internacionales desde que se estrenó en el Festival de Berlín la ha rodeado de un aliento de película de culto que convence y defrauda por igual, es decir, encuentra su posición más cómoda en la controversia, lo que alimenta el interés por ella. Todo ello al margen de que termine de conseguir su propósito como una historia que habla de la alienación y que tiene un subtexto de cuerpos que no se sienten cómodos en su propia piel, de personajes en constante estado de exclusión del nuevo entorno familiar, como Gretchen (Hunter Schafer), una joven de diecisiete años que todavía no ha superado el duelo por la muerte de su madre mientras su padre Luis (Márton Csókás) ha iniciado una nueva familia con Beth (Jessica Henwick) y la hija de ésta Alma (Mila Lieu), que tiene todos los elementos de los tropos habituales de niñas asiáticas silenciosas, con un cierto aire místico a su alrededor, y que sufre en ocasiones ataques epilépticos en situaciones de estrés. Por el contrario, Gretchen prefiere tener conversaciones telefónicas con el contestador de su madre, algo que resulta evidente desde el primer momento, lo que le sirve para desconectar de ese círculo familiar en el que no termina de encontrarse cómoda (su propio vestuario la hace destacar en el entorno, pero como un elemento de alejamiento). Mucho menos cuando su padre decide aceptar una oferta para trabajar en la ampliación de un hotel en Los Alpes alemanes, un lugar solitario y aislado en invierno que tiene la atmósfera de El resplandor (Stanley Kubrick, 1980), especialmente en la representación de una recepción algo tétrica por la que se pasean pocos huéspedes fuera de temporada. El director del hotel es Herr König (Dan Stevens), un misterioso personaje que transmite una simpatía forzada y que más tarde veremos tocando una flauta con la que atrae a extraños seres (quizás humanos) que surgen de las tinieblas. La interpretación de Dan Stevens es lo suficientemente intrigante (y sádicamente divertida) como para centrar la atención cada vez que aparece, como si cada palabra que pronuncia tuviera un doble significado.

Como Gretchen está empeñada en ahorrar dinero para poder regresar a Estados Unidos por su cuenta, decide aceptar la oferta de Herr König de trabajar en la recepción del hotel, en la que tiene como compañera a Trixie (Greta Fernández) y algún huésped que extrañamente vomita cada vez que pasa por allí. Y, por supuesto, desoye la advertencia del director del hotel de que no regrese a su casa en bicicleta por las noches, una equivocación de la que tomará conciencia cuando comience a ser perseguida por la figura de una mujer en gabardina que emite gritos que envuelven a quienes lo escuchan en una especie de bucle temporal, y que en su gestualidad recuerda a La invasión de los ultracuerpos (Philip Kaufman, 1972). Pero en este punto, predominan sobre todo las referencias al giallo italiano y a películas concretas como El pájaro de las plumas de cristal (Dario Argento, 1970), y el carácter críptico de la historia envuelve a los personajes de una realidad alterada, pero también de una atmósfera tenebrosa y surrealista que contiene metáforas quizás demasiado evidentes. El director Tilman Singer (1988, Alemania) cuenta que se sintió atraído por la forma parásita en que los cucos crían a sus polluelos, principalmente colocando sus huevos en otros nidos para que los incuben otras especies. Se trata de ejemplares de aves tan acaparadores que, cuando hay dos polluelos en el nido, luchan entre sí para que solo quede uno, un espíritu de supervivencia tan brutal que lo practican con sus hermanos desde recién nacidos. La película corre el riesgo a veces de envolverse en su propio misterio, siendo al mismo tiempo excesivamente obvia en su tercer acto pero también muy opaca en las respuestas a determinados conceptos: no hay, por ejemplo, demasiadas explicaciones sobre cuál es el origen y la razón de los gritos temporales. De manera que da la sensación de que hay ideas que son atractivas como representación visual pero que resultan superfluas dentro de la narrativa. 

El hecho de que Herr König hable con un marcado acento alemán, que la acción se sitúe en los Alpes bávaros y que se haga referencia a la crianza de un pájaro parásito, hace resurgir el fantasma de los experimentos nazis con la eugenesia, que desde los años veinte ya se practicaron en Estados Unidos. Pero Cuckoo (Tilman Singer, 2024) nunca llega a resultar demasiado profunda en sus planteamientos más allá de un ejercicio de terror inquietante que mantiene el equilibrio entre el body horror y las películas de mad doctor, funcionando especialmente bien en su forma (la pantalla panorámica y el diseño de sonido la hacen especialmente disfrutable en una sala de cine), pero que en su fondo parece algo hueca, envuelta en una atmósfera enigmática que el guión no sabe resolver del todo en el tercer acto. Mientras Dan Stevens parece divertirse más cuanto más sadismo aporta a su personaje, Hunter Schafer aporta una vulnerabilidad a la protagonista (y eso que es una actriz de veintiséis años interpretando un personaje de diecisiete), que se desenvuelve entre los traumas del pasado y del presente para acabar convirtiéndose en una superviviente que se debe enfrentar a conspiraciones siniestras. Lo que puntúa en el lado positivo de una película que tiene grandes méritos, sobre todo en el aspecto visual, pero que hubiera merecido aprovechar mejor las posibilidades de un guión desequilibrado.  

The tenants

Eun-Kyung Yoon

Corea del Sur 2023 | Sección Oficial | 

Singapur '24: Mejor Dirección, Premio FIPRESCI


Ya hemos visto a lo largo de Fantasia Festival películas que abordaban problemáticas de la sociedad coreana, como Brave citizen (Park Jin-Pyo, 2023) y FAQ (Kim Da-Min, 2023), y en esta ocasión nos introducimos directamente en el problema de la vivienda, que es común en muchas grandes capitales del mundo pero que adquiere una dimensión diferente en ciudades como Seúl, como hemos visto en películas como Parásitos (Bong Joon Ho, 2019). Especialmente en torno a los denominados jjokbang, separaciones no legales dentro de una vivienda que se alquilan como espacios reducidos en los que apenas hay capacidad para una persona. Esta práctica suele ser común en las viviendas del casco antiguo de la ciudad, y se han publicado casos muy sorprendentes como el de Hong Gu-hyeon, un artista de más de sesenta años que, a pesar de realizar exposiciones de sus obras, vivió en un jjokbang de dos metros cuadrados durante más de veinte años (Korea Exposé, 1/9/2018). La sorprendente y estupenda película The tenants (Eun-Kyung Yoon, 2023) lleva esta situación hasta el límite imaginando un futuro no especificado en el que la calidad del aire es tan deficiente que los habitantes de las ciudades deben vivir en cúpulas, en un mundo dividido en diferentes tipos de espacios con mayor o menor contaminación atmosférica. Shin-dong (Kim Dae-geon) es un joven oficinista que vive en un pequeño piso y que aspira a conseguir alguna de las promociones laborales que le permita ser asignado a Sphere 2, una ciudad utópica donde no es perjudicial caminar por las calles. En un lugar en el que la vivienda es un lujo difícil de conseguir, cuando el propietario del edificio amenaza con desalojarle, Shin-dong se acoge a un programa llamado Wolwolse que le permite sub-alquilar espacios de su apartamento, como el cuarto de baño o el doble techo, recibiendo rápidamente una solicitud de una pareja formada por un nuevo inquilino (Heo Dong-won) y su esposa (Park So-hyun), una mujer china que no entiende coreano y con cierta actitud sumisa. La directora debutante propone una historia que tiene elementos kafkianos, rodada en un blanco y negro en el que las sombras parecen amenazar al protagonista, que podría parecer que tiene elementos de conexión con el confinamiento durante la pandemia del Covid-19, pero que va más allá en su desarrollo, creando una sociedad completamente controlada y alienada. 

La película comienza con una imagen de una playa idílica que se revela como una fotografía pegada a la pared vacía del salón del pequeño apartamento en el que vive Shin-dong, uno de los muchos habitantes de un mundo que proyecta la idealización de una realidad que ya no existe, entre la superpoblación y la contaminación del ambiente. Trabajando en las oficinas de la empresa Happy Meat, que cultiva carne artificial, la vida del protagonista transcurre de una forma monótona entre su apartamento como espacio de seguridad, el metro abarrotado y la oficina: "Las relaciones humanas son un lujo. No hay nada bueno en reunirse con los amigos", dice la voz en off del protagonista. La sugerencia de un amigo (Younggyu Shin), con el que se comunica de forma virtual (o quizás está en su imaginación), de alquilar un espacio de su apartamento le permite asegurar que el arrendador tenga más dificultades para desalojarle, aunque el hecho de que la pareja de subarrendatarios ocupe el cuarto de baño le obliga a utilizar los baños públicos del edificio, donde descubre que no es el único que parece haber tomado esa decisión. Sin embargo, comienzan a surgir problemas de convivencia, con ruidos nocturnos extraños y un comportamiento algo particular del hombre con sombrero, con el que al menos Shin-dong tiene la oportunidad de mantener algunas conversaciones. The tenants se encuentra en un terreno intermedio entre el misterio y el terror creando un ambiente claustrofóbico que aporta la fotografía en blanco y negro de Park Junyong, pero sobre todo tiene éxito en su comentario social en torno a la forma en que la sociedad y la propia arquitectura urbanística está diseñada para aislar a sus habitantes cada vez más. 

Aunque se desarrolla en un futuro, la película habla de cuestiones actuales a través de un personaje que está atrapado en su propio círculo vital, estancado en una rutina diaria de la que a su vez no tiene posibilidades de escapar, y envuelto en una burocracia que comenzará a causarle problemas cuando tenga una oportunidad de éxito profesional. Pero al mismo tiempo, Shin-dong no solo se encuentra atrapado por su propia situación, sino por la obsesión de, a pesar de todo, ser aceptado dentro de ese mundo burocrático, trabajando horas extra a pesar de que nadie se las paga y a pocos les importa. De sus inquilinos tenemos poca información, aunque parece que el hombre con sombrero trabaja en una empresa que comercia con China. Sus apariciones son siempre misteriosas, precedidas por una larga sombra, lo que provoca en el protagonista una cierta paranoia, asumiendo que tiene algo que ocultar. Pero también parece tener aspiraciones propias: "Necesitamos dinero para mudarnos a un sitio más grande y tener hijos", le dice. The tenants sugiere casi siempre pero rara vez explica, lo que la mantiene en un tono constante de incertidumbre, incluso sobre lo que es real y lo que puede ser producto del desapego emocional, lo que provoca que resulte algo frustrante para el espectador. Pero construye un entorno tan misterioso y al mismo tiempo tan conectado con determinadas realidades que logra ser una fascinante incursión en el cine social a través de los resortes del género de suspense. 

The umbrella fairy

Shen Jie

China 2024 | Animation Plus | ★☆

La animación china, conocida como dónghuà, tiene una larga tradición que se remonta a los años cuarenta, cuando se estrenó el primer largometraje, Princess Iron Fan (Wan Laiming, Guchan Wan, 1941), producido en medio de un país devastado por la segunda guerra sino-japonesa. Los hermanos Wan fueron los pioneros de una tradición que se inspiraba en los cortometrajes estadounidenses, y se dice que Laiming y Guchan iniciaron la producción de una película cuando vieron Blancanieves y los siete enanitos (William Cottrell, David Hand, Wilfred Jackson, 1937). Pero a pesar de considerarse como uno de los éxitos de la producción cinematográfica en tiempos de guerra, llegando a estrenarse en Japón en 1942, el director Wan Laiming tardó veinte años en producir su obra maestra, Alboroto en el cielo (Wan Laiming, 1961), que abrió las posibilidades para desarrollar una industria de animación gracias a su éxito. Sin embargo, la apertura de China tras la reforma económica a finales de los años noventa, y la falta de financiación estatal, provocó que la industria se dedicara principalmente a ser subcontratada por productoras extranjeras, sobre todo de Japón y Estados Unidos, lo que impidió que los animadores chinos dedicaran sus esfuerzos a producciones originales. En los últimos años ha surgido, sin embargo, un mayor interés por contar historias propias, sobre todo a raíz del gran éxito de Ne Zha (Yu Yang, 2018), aunque dos años después Kung Fu Mulan (Le Lewis Liao, 2020), un intento por contar la auténtica historia de la protagonista alejándose de la versión de Disney, recibió críticas tan negativas que fue retirada de las salas de cine tres días después de su estreno. Algunos cineastas chinos siguen intentando encontrar un espacio en una industria dominada por Estados Unidos y Japón, incluso tomando algunos diseños del anime japonés para lograr una mayor aceptación internacional, pero sobre todo introduciendo elementos visuales novedosos. La hermosa Deep sea. Viaje a las profundidades (Xiaopeng TIAN, 2023) incorporaba fondos de tipo impresionista junto a una animación 3D, y fue seleccionada en festivales como Berlín, Annecy y Fantasia. La industria china del entretenimiento sin embargo se enfrenta al intervencionismo del gobierno, que en 2023 anunció nuevas medidas de prohibición de programas infantiles que contengan violencia o vulgaridad (según su criterio). Pocos meses antes, una asociación de consumidores consideró series como Barbie: La casa de tus sueños (Netflix, 2018-2020), Peppa Pig (Disney+, 2004-) y My little pony (Netflix, 1986-) como poco apropiadas para niños. 

En la línea de un diseño cuidado se encuentra The umbrella fairy (Jie SHEN, 2024), que toma elementos de la tradición china para contar, como su título indica, un cuento de hadas que se desarrolla en un mundo en el que todos los objetos poseen espíritus que pueden convertirse en hadas que transmiten los deseos de sus dueños. Se cuenta que en la antigüedad, el Maestro del Salón de Reliquias dividió una pieza de jade negro en dos partes, forjando el Paraguas Imperial y la Espada de Jade Negro. Son representaciones de la belleza y de la guerra que remiten a las antiguas dinastías, y una princesa decidió que debían permanecer juntas en la Sala de Reliquias para equilibrar sus espíritus y preservar la paz. El hada del paraguas, Qingdai, tiene como misión mantener al hada de la espada, Wanggui, dentro del Salón de las Reliquias, pero ésta se encuentra decidida a vengar a su antiguo maestro, un general muerto durante la guerra, y escapa del salón. Qingdai iniciará un viaje tratando de hacer regresar a Wanggui para mantener la paz después de un siglo de continuas guerras. Dirigida por Jie SHEN, que ha trabajado como director de animación de largometrajes como Crystal sky of yesterday (Chao Xi, 2018), la película tiene un excelente diseño de colores que toma elementos de la estética tradicional, con influencias de la arquitectura, la artesanía y la ópera china. Ese mundo de hadas que acompañan a los objetos tiene una riqueza visual tan ambiciosa que a veces resulta demasiado intensa, de manera que provoca una sensación abrumadora. Pero esto también aporta complejidad a la animación y al diseño de personajes variados, entre los que Qingdai encontrará un aliado en Mo Yang, un joven artesano que la acompañará en la búsqueda de Wanggui. 

Se pueden encontrar ciertas influencias del anime japonés en el diseño de los personajes, pero The umbrella fairy transmite una personalidad propia en la riqueza que aportan los dibujos de fondos y objetos secundarios. Mientras que la historia tiene como elemento central la búsqueda de un propósito para Qingdai, que ya no cuenta con la ex-princesa y al mismo tiempo el Paraguas Imperial al que representa ya no es necesario. El viaje que realiza para encontrar a Wanggui, que funciona como un elemento de impulso para mostrar el camino emocional de la protagonista, es también un viaje personal que la lleva a darse cuenta que no necesita depender de otros elementos para afrontar sus propios sentimientos y tomar sus propias decisiones. Se trata de una película visualmente muy atractiva que, en la parte narrativa, trata de combinar el estilo de las antiguas fábulas chinas con moraleja con una forma más occidentalizada de contar una historia, sobre todo a través del protagonismo de personajes femeninos tanto en la representación de la belleza como en la simbología de la guerra. Especialmente resulta muy conmovedora en la descripción de Cici, un hada pequeña que revolotea por el Salón de Reliquias y que es particularmente encantadora. Y consigue situarse en un término medio con especial acierto, aunque a veces resulte demasiado abrumadora la introducción de tantos personajes alrededor de los protagonistas. Esta película comparte con Deep Sea. Viaje a las profundidades la intención de crear un diseño de escenarios que combina elementos de diferente procedencia, consiguiendo aportar una originalidad que impulsa el desarrollo de películas dónghuà a través de un acertado camino entre lo autóctono y lo más universal. 

The missing

Carl Joseph E. Papa

Filipinas 2023 | Animation Plus | 

Gawad Urian Awards '23: Película, Película de Animación, Sonido

Fantasia '24: Mención Especial del Jurado


La representación de comentarios sociales es particularmente efectiva en esta película que fue seleccionada por Filipinas como su representante para los Oscar de este año, y que participó en las pasadas ediciones de los festivales de Rotterdam y Annecy. Utilizando animación mediante la técnica de rotoscopia, la historia está protagonizada por un joven dibujante que trabaja en el cine de animación, Eric (Carlo Aquino), pero que se comunica mediante gestos. El espectador puede ver que su boca está borrada, aunque su compañero de trabajo, Carlo (Gio Gahol) le dice: "No puedo ver lo que tú ves", reflejando que esta imagen del joven que va perdiendo progresivamente su cuerpo parece más una representación metafórica de sus sentimientos. Eric se comunica con su madre Rosalinda (Dolly De Leon) a través de las llamadas que ella le hace con frecuencia para comprobar que se encuentra bien, y en una de ellas le pide que vaya a casa de su tío Rogelio, del que no ha recibido noticias en los últimos días. Cuando llegan a su vivienda, Eric comprueba que está muerto, sin saber exactamente cuáles han sido las causas. El descubrimiento provoca en el protagonista recuerdos de su infancia, que se muestran en flashbacks con dibujos infantiles, alejándose de la técnica utilizada en el resto de la película. Son piezas de memoria que parecen desconectadas, pero que no muestran una infancia demasiado feliz, mientras progresivamente se rebelan algunos aspectos más sórdidos. Pero al mismo tiempo Eric se siente acosado por una extraña aparición de unos extraterrestres que parecen querer absorber su cuerpo lentamente, una especie de trasposición de poder que comienza a eliminar literalmente partes de su fisonomía, como una oreja o una mano. Carlo, en el que parece que se han despertado sentimientos por Eric, trata de ayudarle desde una posición de confusión, pero también de complicidad, sobre todo cuando éste le pide su colaboración para huir de los extraterrestres.

The missing (Carl Joseph E. Papa, 2023) es una película emocionante, que explora con sensibilidad las problemáticas mentales que provoca la permanencia del trauma, utilizando elementos de ciencia-ficción que desde muy pronto resulta evidente que forman parte de la imaginación. Tiene algunas ideas muy poderosas para la representación de esta expresión silenciada, a través de la imagen de esa boca difuminada que es el silencio que sigue a una experiencia compleja que tiene su origen en la infancia. Pero al mismo tiempo sabe desarrollar una historia romántica que solo al final se hace más explícita, pero que se mantiene siempre de manera latente, sobre todo en la forma en que Carlo está dispuesto a formar parte de esa realidad alterada que ha creado Eric como una forma de admisión de lo que está experimentando. Se trata del tercer largometraje del director filipino Carl Joseph E. Papa, que se mantiene fiel a la idea de realizar cine de animación en un país que no tiene una especial tradición en este género, sobre todo por cuestiones de presupuesto. Y es la segunda que realiza con la técnica de rotoscopia, aunque afirma haber aprendido de los errores cometidos en su primera incursión en Manang Biring (2015). Sus historias son personales y están conectadas con su propia familia, su madre en aquella y su abuela en Paglisan (2018). Con un equipo de noventa animadores filipinos trabajando durante ocho meses, parte del  proyecto se desarrolló con las dificultades del confinamiento por la pandemia del Covid-19. 

El resultado es una historia cargada de sensibilidad que consigue un alto grado de expresividad en los protagonistas, incluso aunque uno de ellos tenga parte del rostro borrado, muy influida por títulos norteamericanos como Waking life (Richard Linklater, 2001), con la que comparte cierta textura en el uso de la rotoscopia. La película, que ha sido escrita y dirigida por Carl Joseph E. Papa, utiliza elementos del género de ciencia-ficción, que también están diseñados con un estilo diferente, para adentrarse en la mente del protagonista. Pero introduce una perspectiva positiva en cuanto a la necesidad de estar rodeados de un apoyo emocional para superar los traumas, lo que la distancia de un simple drama sentimental para proporcionar un mensaje mucho más esperanzador: la manera en que el entorno puede ser fundamental para recuperar la voz propia y para alimentar el valor de compartir las experiencias traumáticas.  

Baby assassins: Nice days

Yûgo Sakamoto

Japón 2024 | Sección Oficial | ★☆


En España conocemos la serie de películas dirigidas por el prolífico Yûgo Sakamoto (1996, Japón) a través de la plataforma Filmin, que incorpora en su catálogo tanto Baby assassins (2021) como Baby assassins: 2 Babies (2023). El director que llegó a estrenar cuatro largometrajes en 2021, recibió hace dos semanas el premio a la Excelencia en Cine de Acción que concede el Festival de Cine Asiático de Nueva York, donde tuvo lugar el estreno mundial de la nueva continuación de la primera película, Baby assassins: Nice days (Yûgo Sakamoto, 2024), que seguramente supondrá un acontecimiento cuando se estrene en Japón el próximo mes de septiembre. La historia original está protagonizada por Chisato Sugimoto (Akari Takaishi) y Mahiro Fukagawa (Saori Izawa), dos estudiantes de secundaria que, en sus ratos libres, trabajan por separado para una organización como asesinas a sueldo, pero deben unir sus habilidades en la lucha y el manejo de las armas para enfrentarse a la yakuza. Las dos primeras películas combinaban bien el tono de comedia juvenil con el cine de acción, pero su presupuesto ajustado obligó a reducir las secuencias de peleas, prefiriendo crear una coreografía más espectacular para momentos muy puntuales antes que tratar de elaborar un tipo de acción más tradicional para el que no había demasiados recursos. Esta tercera parte lleva a las dos protagonistas a una especie de vacaciones en la ciudad japonesa de Miyazaki, aunque la organización secreta para la que trabajan, La Agencia, no pierde la oportunidad para que también hagan un sencillo trabajo local eliminando a un malversador. El problema surge cuando éste también es el objetivo de otro asesino a sueldo, Kaede Kuyumara (Sôsuke Ikematsu), que trabaja por su cuenta para quien le contrate, y que además asume la misión como un reto, porque con este asesinato alcanzará la cifra 150 en la larga lista de muertos a sus espaldas. La primera secuencia de acción es divertida y original, una especie de persecución combinada con lucha en la que Mahiro trata de impedir que Kaede llegue hasta su víctima. Y este es uno de los elementos novedosos que también reflejan un mayor presupuesto: la introducción de secuencias de acción a lo largo de toda la película, que cuentan con un diseñador de acción, Kensuke Sonomura, conocido por sus trabajos en Hard days (Michihito Fuji, 2023) y la serie Alice in Borderland (Netflix, 2020-), que trabajó también como director de acción en las dos primeras películas. 

Basy assassins: Nice days también introduce dos nuevos asesinos que proceden de La Agencia, de la que por primera vez conocemos a algunos de sus integrantes: Iruka Minami (Atsuko Maeda), una asesina más veterana y profesional, y Riku Nanase (Mondo Otani), un ex fisicoculturista convertido en asesino, que está interpretado por un actor que proviene de las competiciones de taekwondo, estableciendo una dinámica divertida con las dos protagonistas que utiliza la diferencia de edad para introducir elementos de confrontación en cuanto a la forma de enfrentar los encargos. Pero sin duda el aspecto más interesante del guión escrito por Yûgo Sakamoto es el arco narrativo del antagonista, Kaede, cuya obsesión por llevar la cuenta de sus asesinatos le conduce a una especie de psicopatía que le hace dudar de su condición humana: "Después de cada muerte, iría a mi casa, limpiaría el microondas, cortaría fruta y me lavaría los dientes. Solo para sentir que soy humano". De manera que no se trata de un personaje arquetípico, sino que se construye un desarrollo psicológico que le hace mucho más complejo, y si cabe incluso más interesante que las protagonistas en esta película. Cuenta el director que la efectividad de la relación entre las actrices Akari Takaishi y Saori Izawa en Baby assassins (2021) surgió precisamente de las diferencias que la separaban: mientras que la primera procedía del teatro, sin apenas experiencia en el cine de acción, la segunda estaba más especializada en acrobacias y realizó algunos trabajos como especialista de secuencias de acción. En esta secuela se utilizan de manera inteligente sus diferentes habilidades, dejando que Saori Izawa sea la principal protagonista de las escenas de lucha. 

Uno de los aspectos interesantes del trabajo de Kensuke Sonomura es que no solo construye coreografías más o menos espectaculares, sino que las secuencias de lucha también llevan incorporada una evolución en los personajes, que se desarrolla desde la euforia de la victoria hasta la frustración de la derrota, lo que hace que la acción no se limite a lo físico, sino también se amplíe hacia el terreno psicológico. Y aunque a veces parezcan demasiado preparadas, consigue plantear una estructura interna de introducción, nudo y desenlace que resulta particularmente efectiva. Esto se refleja especialmente bien a lo largo de una de las últimas secuencias de acción, dirigida con mayor confianza por Yûgo Sakamoto, quien introduce movimientos de cámara alrededor de los personajes, pero mostrando las coreografías de un manera clara, sin utilizar el recurso habitual de la música que subraye la secuencia para darle mayor espectacularidad. De manera que Baby assassins: Nice days supone un trabajo mucho más maduro que las dos anteriores, más complejo en el desarrollo de los personajes y particularmente modélica en la construcción de una entretenida película de acción que consigue evitar los defectos más habituales de los últimos años, sobre todo en Occidente.  


______________________________________
Películas mencionadas:

El resplandor se puede ver en Max y Movistar+.
La invasión de los ultracuerpos se puede ver en Filmin y Prime Video. 
El pájaro de las plumas de cristal se puede ver en FlixOlé. 
Parásitos se puede ver en Filmin y Movistar+.
Blancanieves y los siete enanitos se puede ver en Disney+. 
Baby assassins y Baby assassins: 2 babies se pueden ver en Filmin. 
Hard days se puede ver en Netflix. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario