Llegamos al final de nuestras crónicas dedicadas a la programación de Fantasia Festival, la cita con el cine fantástico más amplia y duradera de Norteamérica, en las que hemos repasado a lo largo de ocho reportajes casi cuarenta de los títulos más destacados que se han podido ver durante las últimas semanas. En nuestra última crónica hablamos de películas que están conectadas con la realidad, desde la imposición religiosa en Quebec durante los años cincuenta hasta las relaciones sexuales en la era digital, pasando por los conflictos de género o la violencia en países como Haití a través del humor negro.
AbabouinéAndré ForcierQuebec 2024 | Sesión de Clausura | ★★★★☆Fantasia '24: Premio del Público Mejor Película de Quebec (Bronce) |
La película de clausura de esta edición de Fantasia Festival parecía sorprendente por tratarse de una sátira ambientada en los años cincuenta que principalmente se centra en la imposición católica dentro de la sociedad de Quebec. Pero finalmente se ha revelado como un título especialmente acertado, no solo porque se trata de una producción quebequense, sino porque supone un homenaje necesario al veterano realizador André Forcier (1947, Quebec), al que además se ha entregado el premio Denis Héroux, uno de los galardones especiales que reconoce su contribución al desarrollo del cine de género fantástico en Quebec. Además, como recordamos en una de nuestras crónicas, existe la costumbre entre los espectadores de Fantasia Festival de maullar cuando se apagan las luces de la sala de cine para que comience la proyección, y precisamente la figura de un gato es uno de los elementos de realismo mágico que se introducen en la película. André Forcier es un realizador cuya filmografía se conoce poco en España, incluso con escasa presencia en festivales de cine: su película L'eau chaude, l'eau frette (André Forcier, 1976) fue seleccionada en la Semana de Cine de Valladolid (SEMINCI), tras haber participado en el Festival de Cannes. Pero su carrera se extiende a lo largo de casi sesenta años desde que en 1966 dirigiera su primer cortometraje, Chroniques labradoriennes (1966), cuando tenía 19 años. Fue el primer cineasta canadiense en recibir una retrospectiva en la Cinémathèque Française en 1987 y su trayectoria está marcada por un cine atmosférico y surrealista que tiene sus ejemplos más celebrados en películas como Au clair de lune (1987), Une histoire inventée (1990), El asesino tocaba el trombón (1991), El viento de Wyoming (1994) o la película colectiva Un grito de felicidad (2007). Su decimoséptima película, Ababouiné (André Forcier, 2024), que se estrena en Quebec el 23 de agosto, vuelve a ofrecer una crónica del pasado más oscuro de la región cuando la Iglesia Católica ejercía un control férreo de la sociedad, y lo hace a través de un ejercicio modélico de sátira, poesía y surrealismo que refleja con especial acierto los elementos fundamentales que han caracterizado su cine.
Quebec ha sido un caso paradigmático de cómo el catolicismo ha perdido la batalla contra la secularización, pasando de ser una de las sociedades más religiosas a convertirse en una de las menos en solo tres décadas. En 1950, los francófonos tenían al catolicismo como una señal de identidad cultural, y la Iglesia Católica Romana controlaba grandes sectores de la sociedad como la atención a la salud, la educación y el bienestar social. Pero a partir de los años sesenta, la sociedad quebequense experimentó una transformación política, en la que el Estado asumió muchas de las funciones que controlaba la Iglesia, especialmente cuando en las elecciones de 1962 ganaron los partidarios de una mayor autonomía respecto a Canadá. Si en los años cincuenta la asistencia a las iglesias era de un 90% de la población, a partir de los años ochenta, fue decreciendo desde un 47% hasta un 11%, con una tendencia clara al laicismo que ha llevado a leyes polémicas como la Ley sobre Laicidad aprobada en 2019 por la que los empleados públicos tenían prohibido exhibir símbolos religiosos, lo que afectaba especialmente a las mujeres musulmanas. En ese contexto de hegemonía católica se desarrolla Ababouiné, que es una palabra que en francés hace referencia a un barco detenido en alta mar por una calma repentina. Y concretamente en Faubourg à m'lasse, nombre coloquial de un antiguo barrio de Montreal que fue en parte demolido en 1963. En los cincuenta que describe la película, está controlado por el cardenal Madore (Rémy Girard) y su vicario Rosaire Cotnoir (Éric Bruneau), que establecen una oración familiar y dominan la educación en la nueva escuela.
Dentro de una historia coral, el protagonista principal es Michel Paquette (Rémi Brideau), un niño de doce años que camina en muletas debido a la polio y que está aprendiendo un nuevo oficio en una pequeña imprenta junto a Archange Saint-Amour (Gaston Lepage), abuelo de la joven Charlotte (Lilou Roy-Lanouette). El anciano es un firme partidario del Manifiesto Refus Global que difundió en 1948 un grupo de artistas denominados Les Automatistes, en el que se desafiaban las tradiciones políticas, religiosas y sociales quebequenses. Encabezado por el artista Paul-Émile Borduas (1905-1960), el grupo reivindicaba una mayor independencia de la Iglesia Católica para abandonar el conservadurismo que impedía a Quebec afrontar el progreso del siglo XX. Pero los panfletos que imprime Saint-Amour y distribuye Michel Paquette por el barrio llaman la atención del cardenal, y la fuerza represora formada por un grupo de zuavos pontificios irrumpe en la imprenta y destruye todas sus publicaciones. En un tono de comedia que ofrece representaciones caricaturizadas de los gobernantes católicos, la película aborda la imposición religiosa y la confrontación que representan sobre todo los niños rebeldes, que incluso lanzan gritos como "Viva un Quebec laico". Pero también se enfoca en otros aspectos con mayor crudeza, como la pedofilia generalizada en los orfanatos católicos, entre ellos los de la red de Escuelas Residenciales Indígenas, en las que se calcula que entre 6.000 y 30.000 niños murieron a causa de agresiones sexuales y maltratos físicos. Los dos últimos cardenales de Quebec, Marc Ouellet y su sucesor Gérald Lacroix, también han sido acusados de abusos sexuales practicados en los años ochenta, éste último el pasado mes de enero.
Ababouiné quizás es una de las últimas películas de André Forcier que mejor consigue equilibrar el tono de comedia satírica, el dramatismo de los abusos sexuales y los elementos de realismo mágico, que se muestran especialmente a través de personajes como Le Matou (Miguel Bédard), un joven con manos de gato, y la trama que se desarrolla alrededor del robo del corazón del hermano Alfred Bessette (1845-1937), una figura popular en Quebec que fue canonizada y cuyo corazón, efectivamente, se conservaba en un frasco en el Oratorio de San José (Montreal), que fue fundado por él en 1967. Esta anécdota está basada en un robo real del frasco que contenía su corazón que se produjo en 1973, lo que demuestra que la realidad puede ser más surrealista que la ficción. Mientras que la abuela de Paquette, Délima (Pascale Montpetit), tiene una visión del Hermano André hablándole a través de la carne triturada que prepara para su plato de albóndigas. Son estos elementos de surrealismo los que aportan esos momentos divertidos que caracterizan al cine de André Forcier, y que en esta película concreta aportan una mirada sarcástica en la que la poesía y la juventud se superponen a la imposición de la oscuridad y el catolicismo.
Jour de chasse (Hunting daze)Annick BlancCanadá 2024 | Cinéma Québécois | ★★★☆☆SXSW '24: MidnighterFantasia '24: Premio del Público Mejor Película de Quebec (Plata) |
Abordando su primer largometraje, la directora quebequense Annick Blanc sitúa a una mujer en medio de un grupo de hombres que se han reunido en un bosque aislado para expulsar su testosterona en un día de caza, lo que puede hacer pensar inmediatamente en un camino previsible sobre conflictos de género. Pero si algo tiene esta película es que nunca toma el trayecto que el espectador podría esperar. Nina (Nahéma Ricci) es una bailarina erótica que ha sido contratada para la despedida de soltero de LP (Alexandre Landry), pero tras una discusión con su proxeneta Mike (Mattis Savard-Verohoeven), se encuentra abandonada en una carretera solitaria sin posibilidad de regresar a Montreal, así que le pide a Kevin (Frédéric Millaire-Zouvi) que la permita quedarse con este grupo de hombres en la cabaña que comparten. La decisión de admitirla entre ellos se convierte en un juego que se somete a votación, en el que Kevin y LP votan a favor, mientras que Claude (Maxime Genois) y Philippe (Marc Beaupré) están en contra: "El bosque no es demasiado grande para los dos", le dice este último, a lo que ella responde: "Lo tendré en cuenta". El voto decisivo de Bernard (Bruno Marcil), que parece ser el macho alfa, pone una condición para que Nina pueda quedarse con ellos: "Vivir como un lobo entre lobos, bajo las leyes de la manada". Esta mujer entre un grupo de hombres se integra como una más, alejándose de la idea que podríamos tener sobre una manada en el sentido sexual de la palabra. Por el contrario, ellos la aceptan dentro de su entorno, pero siempre se mantiene la sensación de que, en el caso de necesidad de supervivencia, Nina será siempre la última en ser salvada. Hasta que durante la primera jornada de caza se incorpora también Doudos (Noubi Ndiaye), un hombre negro al que Kevin ha encontrado vagando por la carretera, y que no habla francés. La figura de Doudos adquiere inmediatamente una apariencia misteriosa, subrayada por su dificultad de comunicación, casi con una tonalidad mística. Y entonces nuestros prejuicios sociales, con los que juega hábilmente la directora a lo largo de toda la película, nos hace preguntarnos qué puede ser más peligroso en una situación extrema, si una mujer entre un grupo de hombres o un negro entre un grupo de blancos.
De alguna manera, Jour de chasse (Annick Blanc, 2024) coloca en primer plano una composición de personajes que plantea cuestiones relacionadas con la masculinidad tóxica y la responsabilidad individual, especialmente cuando la película comienza a parecerse a Deliverance (John Boorman, 1972), aquel viaje en canoa de un grupo de amigos que se convertía en una pesadilla. Pero los giros de esta historia son más realistas y, en todo caso, tienen como responsables principales a los propios miembros del grupo. La propuesta de Annick Blanc no adquiere tonalidad de terror folk, sino que es un thriller que acaba llevando a los personajes a tomar decisiones que tienen relación con su propia supervivencia, mientras el bosque que les rodea adquiere una condición cada vez más metafórica. En el entorno de Grand Nord en Canadá, la película destaca la paleta de colores que ofrece el bosque verdoso y el cielo azulado, en contraste con el rojo sangre, y envuelve algunas escenas de un tono onírico, como si quisiera cuestionar la realidad y presentarla como una especie de pesadilla. Las manadas de lobos suelen actuar en solidaridad, utilizando la inteligencia emocional y una estricta jerarquía para mantenerse unidos, poniendo en duda la idea generalizada de que el hombre es el único animal capaz de vivir dentro de una estructura social. Pero esta manada se revela como falsa y superficial, porque lo que plantea la historia es que la supervivencia entre los humanos es una cuestión principalmente individual. Y en esta lectura metafórica sobre una micro sociedad patriarcal blanca en la que la única mujer y el único hombre negro aparecen como elementos adyacentes, la película encuentra una narrativa muy sugerente, incluso introduciendo algunas escenas que parecen sugerir cierto homoerotismo entre los personajes masculinos. Pero la principal virtud de Jour de chasse es que nunca explicita sus sugerencias, sino que las deja flotantes para que sea la imaginación del espectador la que complete su significado.
OddityDamian Mc CarthyIrlanda 2024 | Sección Oficial | ★★★★☆SXSW '24: Premio del Público Midnighters |
Se ha hablado mucho en los últimos meses de un cierto resurgir del cine de terror gracias a una temporada que ha estrenado algunas películas notables que han conseguido devolver la textura del horror a través de historias bien construidas, incluso aunque no sean estrictamente terroríficas, como El último late night (Colin Cairnes, Cameron Cairnes, 2024), junto a buenos ejemplos de un género que parece fortalecido con películas recientes como la austríaca El baño del diablo (Severin Fiala, Veronika Franz, 2024), la canadiense Longlegs (Oz Perkins, 2024) o la noruega Descansa en paz (The Hvistendahl, 2024). Pero una pequeña muestra de terror que se puede considerar como un descubrimiento inesperado es la segunda película del director irlandés Damian Mc Carthy, un ejemplo de cómo se pueden usar los resortes clásicos para construir una trama sobrenatural que se siente deudora del cine de terror tradicional pero al mismo muy efectiva en la construcción del miedo. Rodada en el mismo escenario que su primera película, Caveat (2020), la historia comienza en la tienda de antigüedades de Darcy (Carolyn Bracken), en la que se encuentran objetos que tienen una historia sobrenatural tras sí. A pesar de ser ciega, Darcy tiene una especial capacidad para mantener el control sobre lo que ocurre a su alrededor, algo que deja claro cuando entra un cliente en la tienda: "Si está pensando en robar algo, tenga en cuenta que todos los objetos están malditos. Una maldición que regresa cuando tienen un nuevo dueño", le dice. Ella ha dedicado su tiempo a tratar de averiguar quién mató a su hermana Dani (Carolyn Bracken), que murió una noche en una casa aislada en Irlanda que se encontraba en proceso de reforma. La policía ha atribuido el asesinato a Olin Boole (Tadhg Murphy), un paciente del centro psiquiátrico en el que trabaja su marido, el psiquiatra Ted Timmis (Gwilym Lee). Un año después, Ted sigue viviendo en la misma casa, que comparte ahora con su nueva novia, Yana (Caroline Menton), pero Darcy tiene un objeto que pertenecía a Olin, y a través de la psicometría trata de averiguar alguna pista que le conduzca a la verdad.
Hay mucho del terror intrínseco de la historia en la atmósfera que rodea a la protagonista, cuya capacidad para conectar psicológicamente con el pasado a través de los objetos que pertenecían a su hermana se confronta con la mente científica de Ted. De manera que el regreso de Darcy a la casa donde murió su hermana, en el aniversario de su muerte, está rodeado de un suspense continuo desde que introduce un extraño maniquí de madera que perteneció a su madre. Es aquí donde el director maneja los elementos sobrenaturales y de alguna manera lo que el espectador está predispuesto a esperar, para mantener un estado de tensión constante, especialmente cuando Yana y Darcy se quedan solas en la casa mientras Ted acude a trabajar al psiquiátrico. Carolyn Bracken consigue una interpretación misteriosa, que aporta a su personaje seguridad, pero también una inquietud en cada movimiento que hace y cada palabra que dice. Y la película sigue una dinámica de terror psicológico que comienza como un homenaje a Creepshow (George A. Romero, 1982) y las historias clásicas de objetos que cobran vida, pero progresivamente se convierte en una pesadilla que tiene referentes en títulos como Amenaza en la sombra (Nicolas Roeg, 1973).
También mantiene el ritmo la introducción de flashbacks que muestran los acontecimientos de la noche en la que Dani murió, cuando Olin, el paciente del psiquiátrico, le pide que abra la puerta y le deje entrar en la casa porque ha visto a alguien meterse dentro. De forma que ni ella ni el espectador tienen claro si la amenaza proviene del exterior o ya se encuentra en el interior, una secuencia de suspense que resulta tan sencilla como singularmente efectiva. Hay una simplicidad en la propuesta de la película Oddity (Damian Mc Carthy, 2024), que es al mismo tiempo su valor más destacado, pero también hay una hábil utilización de los elementos sobrenaturales y de la psicología del terror para mantener el suspense. En una lectura más soterrada, la película establece una clara confrontación entre los personajes masculinos y los femeninos, que se sitúan en posicionamientos contrapuestos. Dani siente la amenaza de Olin o del supuesto intruso, mientras que la parapsicología de Darcy establece un distanciamiento con la racionalidad de la psiquiatría que ejerce Ted. Y Yana, como personaje secundario, también tiene su contrapunto en Ivan (Steve Wall), un celador del centro psiquiátrico. En cierto modo, Oddity funciona como una historia sobre conflictos de género, pero con mayor sutileza de lo que solemos ver en el reciente cine de terror.
Me and my victimBilly Pedlow, MauraneQuebec, Estados Unidos 2024 | Underground | ★★☆☆☆Fantasia '24: Mejor Película - Asociación de Críticos de Quebec (AQCC) |
Al comienzo de esta película, Billy Pedlow le pregunta a Maurane por qué ha decidido hacerla y ella le contesta que porque él le dijo que podrían ganar dinero. De hecho, el origen de la historia era un libro de poemas que Billy Pedlow iba a titular "My friend Maurane", pero que finalmente decidió convertir en una especie de documental confesional. En este primer párrafo sobre la película ya está claro que el punto de vista principal es el de él, y quien tiene el control de la narrativa es él. Lo cual es importante, porque Me and my victim (Billy Pedlow, Maurane, 2024) es, básicamente, una película sobre una violación que está contada desde el punto de vista del violador, y en la que ha participado su víctima, aunque la propia Maurane ha querido dejar claro en las redes sociales que ella no se considera una víctima y que participó en la película por voluntad propia. El problema principal es discernir cuál es realmente la frontera entre la realidad y la ficción, si se trata de un híbrido o por el contrario, como afirma su director, una conversación sincera entre dos jóvenes que se conocieron y que durante una noche mantuvieron una relación sexual de la que ella apenas se acuerda, pero que tampoco parece preocuparle demasiado. Aunque cuando tratan el tema directamente el tono divertido y despreocupado se difumina en Maurane, que se vuelve más seria, mientras que se mantiene en Billy: "En realidad podría decirse que tú me violaste a mí, porque yo también estaba borracho". Pero la realidad es que él recuerda al detalle la experiencia, tanto que ha escrito un poema y ha hecho una película, mientras que ella no parece acordarse de mucho. En la superficie, Me and my victim es la reproducción de una conversación de varias horas que mantuvieron Billy y Maurane en torno a sus relaciones personales, hasta desembocar en el encuentro que sirve como eje central. Ella es de Montreal y él de Nueva York, se conocieron a través de las redes sociales de citas y establecieron una relación que no es de amistad ni sentimental, reflejando esa especie de indefinición marcada por la sexualidad en la era digital.
Quizás lo que más rechazo provoca de esta autoficción es la despreocupación y el jolgorio con el que tanto Billy como Maurane hablan del tema, como si él no pareciera darle demasiada importancia y ella no quisiera asumir su papel de víctima. El hecho de que Maurane sea la montadora de la película revela que la narrativa al final ha estado en sus manos, tomando las decisiones sobre hasta dónde llegar y qué límites traspasar. Hay una construcción caótica de la historia que superpone la propia grabación de la conversación con escenas grabadas durante encuentros poéticos (Billy es poeta, hay que recordarlo), y un collage de imágenes que resulta desordenado e inconexo, creando una autoficción que nunca se siente muy honesta, quizás por ser demasiado honesta. Lo que plantea una reflexión sobre el poder del cine para traspasar los límites en determinados supuestos, su capacidad para ser incómodo, algo que los directores no evitan en ningún momento, colocando al espectador en una posición poco confortable, que supone quizás el mayor mérito de una película que quiere transgredir los límites, como esos poemas de Billy y Maurane en los que describen sus experiencias sexuales. El problema es que la propuesta nunca termina de ser muy interesante, al margen de la curiosa relación entre un violador y la persona a quien ha violado, y sus reflexiones al margen del tema central resultan más que superficiales, como cuando ella comenta que hubo una época en la que se sintió atraída por el movimiento punk pero que en realidad lo encontró demasiado domesticado, o al menos no lo suficientemente rebelde como ella pensaba, aunque resulta evidente su absoluto desconocimiento sobre la cultura punk. O cuando se burlan de un crítico de arte por la ropa que viste, lo que parece una especie de venganza por no ser considerados tan artistas como ellos pretenden ser. En su acercamiento a la indefinición de las relaciones, Me and my victim acierta porque la propia película se alimenta de su narración desestructurada, y en este aspecto tiene elementos destacables que la hacen peculiar.
Al introducir un tema tan sensible como una relación sexual claramente no consentida de una manera tan despreocupada, Me and my victim acaba resultando discutible e incluso peligrosa. Por mucho que el atacante envuelva su discurso de una masculinidad confusa que no sabe exactamente dónde están los límites en una relación o se justifique incluso responsabilizando a la víctima. En un momento de la conversación, Billy comenta a Maurane que ella le había hablado de que tenía fantasías sobre ser violada, y que a él le gustaba cumplir sus propias fantasías sexuales y las de los demás. Aunque ella responde que las fantasías no son mejores porque se hagan realidad, el hecho de introducir este tipo de justificaciones insultantes, que son una admisión clara de la conciencia de Billy de haberla violado, se trate de ficción o de realidad, difumina las posibles virtudes de la película.
Kidnapping Inc.Bruno MourralCanadá, Francia, Haití 2024 | Cinéma Québécois | ★★★☆☆Sundance '24: MidnightFantasia '24: Premio del Público Mejor Película de Quebec (Oro) |
Solamente el hecho de poder producir una película en un país tan convulso como Haití es un mérito, especialmente en los últimos años, en los que han pasado acontecimientos como la pandemia del Covid-19 y el asesinato del presidente Jovenel Moïse en 2021. Ese mismo año, Haití tuvo la tasa de secuestros per cápita más alta del mundo, tras un crecimiento de las acciones de pandillas de delincuentes que comenzó en 2018, y que continúa hasta la actualidad. El nivel de violencia que siempre ha habido se ha hecho más peligroso aún por la impunidad y el atrevimiento de las bandas de delincuentes. El pasado mes de marzo, hombres armados entraron en la principal cárcel del país y liberaron a más de 3.700 presos, y hace unos meses, Esteban Zambrano, un chileno que vive en la isla, fue secuestrado durante 13 días hasta que su esposa pagó el rescate. La policía ni está ni se la espera. Como afirma en la película el jefe de policía Fritz Jacques Bama (Manfred Marcelin): "Los policías somos como las mujeres; si no nos cuidas, te traicionamos", reflejando la predisposición a cobrar sobornos. Varios miembros del equipo de producción que han participado en la película incluso han sufrido ellos mismos secuestros exprés durante los años que ha durado el desarrollo. Pero Kidnapping Inc. (Bruno Mourral, 2024) es sobre todo una comedia negra, que utiliza este trasfondo de violencia para elaborar una rocambolesca historia (quizás demasiado) sobre secuestros equivocados, políticos corruptos y persecuciones por las calles de Puerto Príncipe, que sus responsables definen como una mezcla entre Pulp fiction (Quentin Tarantino, 1994) y Ciudad de Dios (Fernando Meirelles, Kátia Lund, 2002), lo que sin duda es querer volar demasiado alto.
La historia está protagonizada por Doc (Jasmuel Andri) y Zoe (Rolapthon Mercure), dos amigos que han conseguido secuestrar al hijo del candidato a la presidencia en 2017, el senador Benjamin Perralt (Ashley Laraque), pero uno de ellos le ha matado por accidente. Desde la presencia de este supuesto cadáver en el maletero del coche las referencias al cine de Quentin Tarantino están claras, y los intentos de ambos por encontrar una manera de justificar que la muerte del joven ha sido accidental resultan divertidas. Ambos comparten un fanatismo exagerado por la Liga española de fútbol y uno viste siempre una camiseta del Real Madrid, mientras que el otro siempre lleva una camiseta del Fútbol Club Barcelona, precisamente en los días previos a la celebración de un derby, que los haitianos siguen con fervor a través de la televisión. Cuando se quedan sin vehículo, secuestran el coche en el que Patrick (Patrick Joseph) intentaba llevar a su esposa embarazada Laura (Gessica Jeneus) al aeropuerto para que su hijo nazca en Estados Unidos. Pero Patrick se parece tanto a Benjamin Perralt jr., el secuestrado muerto, que la policía y otra banda de criminales les persiguen tratando de rescatarle. Dotada con un ritmo de película de acción bien logrado, la película Kidnapping Inc. a veces resulta demasiado burda para hacer gracia, pero consigue ser un entretenimiento lo suficientemente solvente como para mantener el interés en unos personajes principales que componen el perfil de delincuentes torpes, lo que les hace simpáticos aunque los temas que tiene la película como trasfondo sean especialmente serios.
El director Bruno Mourral (1983, Haití) estudió en Francia pero ha desarrollado su carrera principalmente en su país de nacimiento, sobre todo en el terreno publicitario y dirigiendo el cortometraje Kafou (2027), un precedente de esta película en el que Doc y Zoe, interpretados por los mismos actores, conducían un coche con un misterioso ocupante en el maletero. El problema de Kidnapping Inc., que tuvo su estreno mundial en el Festival de Sundance, es que, si la trama principal ya resulta algo caótica, los guionistas Jasmuel Andri, Gilbert Mirambeau Jr. y Bruno Mourral introducen otras historias y personajes que acaban agotando por acumulación, como la esposa del secuestrado, Audrey (Anabel López), y sus intentos por conseguir el dinero del rescate, pero para huir a República Dominicana junto a su amante Eddy Chevreau (Marcus Boereau), o una subtrama en torno al senador Benjamin Perralt y una conspiración política. Es destacable que los guionistas quieran envolver una comedia negra con el reflejo de la realidad política y social de su país, pero tantos elementos acaban siendo contraproducentes para los resultados de una película que se hubiera beneficiado de mayor concreción. Porque los dos protagonistas funcionan bien dentro del concepto de buddy movie, aunque algunas situaciones sean especialmente absurdas, como el parto de Laura mientras los vecinos de un barrio asisten como espectadores y en el televisor Messi le marca un gol al Real Madrid. Kidnapping Inc. es a veces tan loca y exagerada que acaba siendo divertida, aunque el trasfondo real puede congelar la sonrisa.
Jour de chasse se estrena en Quebec el 16 de agosto.
Ababouiné se estrena en Quebec el 23 de agosto.
El baño del diablo se estrena en cines el 8 de noviembre.
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Películas mencionadas:
El último late night se puede ver en Filmin.
El último late night se puede ver en Filmin.
Caveta se puede ver en Shadowz.
Creepshow se puede ver en Filmin y Pluto tv.
Amenaza en la sombra y Pulp fiction se pueden ver en Movistar+.
Ciudad de Dios se puede ver en Acontra+, Movistar+, Prime Video y Rakuten.
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