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28 junio, 2024

Sheffield '24 - Parte 8: Naturaleza social

Nuestra crónica dedicada al Sheffield Doc Fest se enfoca en esta ocasión en la relación del ser humano con la naturaleza, a través de algunas películas que reflejan las consecuencias del cambio climático, pero siempre conectadas con la transformación social que provoca. Es lo que denominamos la naturaleza social, una vinculación que es mucho más profunda de lo que parece, y que está provocando un cambio que parece sutil pero que es muy relevante. Hablamos de los incendios forestales en Chile relacionados con los conflictos sociales, de la mirada ingenua de un niño frente a la oscuridad de las macropolíticas en el cortometraje premiado este año, de las consecuencias de la proliferación de microplásticos para la salud humana, y de los cambios que pueden provocar los comportamientos diferentes de especies tan pequeñas como las polillas. 

Pirópolis

Nicolás Molina

Chile 2024 | People & Community | ★☆

Tribeca '24: Sección Oficial


Aunque la película no trata directamente este hecho, es inevitable mencionar el gran incendio que se produjo el pasado mes de febrero en Valparaíso, que provocó la destrucción de 26.000 hectáreas y la muerte de 130 personas, además de 15.000 viviendas afectadas, en el que se considera el siniestro más grave que ha vivido el país. Lo peor sin embargo es que, al margen de la persistente sequía causada por el cambio climático en Chile, la mayor parte de los incendios que se producen en esta zona son provocados por el hombre, y en éste en concreto estuvieron implicados los propios guardas forestales y algunos bomberos. La razón principal de esta devastación es reutilizar los terrenos para el monocultivo agrícola y la especulación inmobiliaria. De hecho, muchas de las casas afectadas por el incendio son viviendas ilegales de inmigrantes que acaban habitando zonas cercanas al bosque que no están acondicionadas para ser residenciales. La constante sequía es agravada precisamente porque las llamas han afectado al bosque nativo mediterráneo de la zona central de Chile, que incluye bosques lluviosos como la selva valdiviana y el bosque esclerófilo, siendo sustituidos por especies como pinos y eucaliptos que son más aprovechables por las grandes empresas. Pirópolis (Nicolás Molina, 2024) se terminó antes de que se produjera el incendio de febrero de este año, pero incluye las principales inquietudes que afectan a la naturaleza nativa de Valparaíso a través del retrato de una compañía de bomberos voluntarios (no existe en Chile una profesionalización de esta actividad). Entre la quincena de compañías que existen en Valparaíso, el director Nicolás Molina (1985, Chile,) que ya había presentado en Sheffield Doc Fest algunas de sus películas anteriores como Flow (2018) y Gaucho americano (2021), eligió la 5ème Compagnie de Pompiers "Pompe France" de Valparaíso, cuyo origen se remonta al siglo XIX, compuesta principalmente en aquella época por inmigrantes de la Colonia Francesa. De hecho, sigue habiendo una conexión muy estrecha con Francia a través de la participación de bomberos de Marsella como Alain Baptista, al que vemos en el documental ofreciendo instrucción a los voluntarios recién llegados. 

La primera parte del documental se centra en la cotidianeidad de las guardias de los bomberos y especialmente las actividades del capitán Héctor Casacubertas, que está viviendo sus últimas jornadas como el responsable máximo de la compañía, a punto de iniciar su jubilación, y enfrentándose a uno de los cambios principales que está experimentando la compañía. La llegada de mujeres voluntarias a un equipo formado predominantemente por hombres no solo refleja el cambio de la sociedad chilena, sino que obliga a realizar una adaptación de las instalaciones del cuartel para que puedan convivir de manera cómoda con sus compañeros. Esta conexión entre las responsabilidades del cuerpo de bomberos y la transformación social en Chile es uno de los elementos más interesantes de una película que trasciende su perspectiva hacia focos más alejados de la simple representación de los incendios en los bosques alrededor de Valparaíso, una de las zonas más afectadas del país. El rodaje duró unos cuatro años, con la pandemia del coronavirus por medio, pero precisamente captó las revueltas sociales que se produjeron en Chile en 2019, iniciadas por la subida del precio de los medios de transporte, aunque tenía connotaciones mucho más profundas, relacionadas con el cansancio de amplios sectores sociales con un sistema económico que todavía era heredero de la dictadura, y la permanencia de una Constitución de 1980 que directamente establece que el Estado solo puede intervenir y subsidiar la vida social cuando la iniciativa privada no pueda hacerlo, lo que evita la promulgación de políticas públicas más agresivas. La propia compañía de bomberos interviene junto a la policía en el control de las manifestaciones sociales que se producen, miradas por la cámara de Nicolás Molina como un estallido que desemboca en violencia por parte de las autoridades. 

En Pirópolis, por tanto, el incendio no es solo el que devasta los bosques sino también el que arrasa con los derechos sociales, la hoguera del malestar de una sociedad en la que permanece la sombra de la dictadura a pesar de la apariencia de democracia. Casi se podría decir que se produce un paralelismo entre la asfixia que provoca el humo y el fuego, y la creciente tensión que estalla en el interior del contundente conflicto social, que se inició en octubre de 2019 y solo fue apaciguado por la pandemia del coronavirus en marzo de 2020. La película adquiere una mayor trascendencia conforme se desarrolla, pero manteniendo el eje central en este cuerpo de bomberos y en la dinámica interna de su trabajo voluntario. Las secuencias rodadas durante los incendios, con la cámara muy cerca del fuego, son muy espectaculares, y destaca el sonido directo a cargo de Jorge Acevedo, proporcionando al documental una gran calidad técnica, pero siempre al servicio de una narrativa que conecta la dimensión devastadora de los incendios con el malestar en el entorno social chileno. Mientras las protestas de 2019 tenían una ramificación económica y política, el origen y las consecuencias de los incendios también acaban derivando en repercusiones económicas profundas. 

Flores

José Cardoso

Ecuador, Sudáfrica 2024 | Short Film Competition | ☆☆

Sheffield '24: Gran Premio Mejor Cortometraje


En su último cortometraje, el director José Cardoso (1984, Ecuador) contrasta dos realidades diferentes: la de su familia y la que se ve a través de la pantalla del ordenador, creando un relato que yuxtapone lo global a lo concreto, estableciendo conexiones que generalmente tienen como elemento en común la preocupación por el cambio climático y la destrucción de las guerras. El cortometraje ganador en Sheffield Doc Fest, Flores (José Cardoso, 2024), comienza con el hijo del director jugando con su madre, para retroceder y mostrar el hogar familiar, enfocándose en las imágenes pixeladas de un video de YouTube en el ordenador del cineasta. Las dos realidades, la que se presenta a su alrededor y la que se mira a través de la pantalla, se unifican sin una aparente relación entre sí, pero estableciendo la visión digital como una distorsión en la que se introducen elementos disruptores, una especie de zapping por las referencias al cambio climático que se muestran en la pantalla. Más que dos realidades, lo que establece José Cardoso en su cortometraje son dos versiones de la realidad: la que él capta a través de su cámara, que refleja un entorno familiar estable que conecta siempre con la naturaleza, con un primer plano de una rana, su hijo de tres años corriendo detrás de una mariposa o jugando con su padre. La otra es la que refleja la inestabilidad de la macropolítica que establece paralelismos entre la guerra de Vietnam, la lucha por el cambio climático y la guerra de Ucrania, que utiliza un político brasileño como excusa para destruir las tierras de una comunidad indígena en el Amazonas. El director ya había explorado la selva amazónica en su primer largometraje, Iwianch, el diablo venado (José Cardoso, 2021), ganador en el Festival Ann Arbor, sobre la desaparición de un adolescente indígena y la participación en su búsqueda de un Chamán. Pero en esta ocasión construye un relato que establece una relación estrecha entre la destrucción del medio ambiente y la destrucción del hombre contra el hombre. 

En el relato digital, se introducen imágenes que se reflejan con la artificialidad de la pantalla, adoptando una atención especial a un discurso de Thích Nhất Hạnh (1926-2022, Vietnam), hablando con un ritmo pausado y amplios silencios que contrastan con la fugacidad y la rapidez de la sociedad actual. Poeta y activista, el monje budista sufrió el exilio debido a su oposición a la guerra de Vietnam, y fue nominado en 1967 al Premio Nobel de la Paz junto al líder de la comunidad negra estadounidense Martin Luther King, a quien conoció en persona. Este encuentro que se muestra en las imágenes extraídas de internet establece dos miradas diferentes pero complementarias en torno al pacifismo. El mismo año que murió Thích Nhất Hạnh, en 2022, el activista norteamericano Wynn Bruce, que también era budista, se quemó a lo bonzo el Día de la Tierra, en protesta contra la inacción de los gobiernos frente al cambio climático. La autoinmolación no está considerada como un suicidio en el budismo, sino como un acto de determinación para enviar un mensaje, como explicó el propio Thích Nhất Hạnh en una carta enviada a Martin Luther King, para explicar la razón por la que el monje Thích Quảng Đức se había inmolado en 1963 en Saigón, en contra de la guerra de Vietnam y la persecución de los budistas. En conexión con estos reflejos de la guerra y la lucha medioambiental, esa especie de zapping que utiliza el director se detiene en un video de 2022 de Al Jazeera en el que el presidente George W. Bush confundió la guerra de Rusia en Ucrania con la guerra estadounidense en Irak, calificándola como "una invasión completamente injustificada y brutal de Irak...", un lapsus que no pasó desapercibido. Es un mundo casi diríamos que apocalíptico, oscuro y violento que se refleja en la imagen digital, y que José Cardoso contrasta con la captura de su cámara de la inocencia de un niño de tres años, en armonía con el entorno natural del jardín de su casa. A través de esta doble visión de la realidad, el director ecuatoriano establece una reflexión sobre la construcción de un mundo que se sostiene sobre la destrucción del entorno. 

Plastic people

Ben Addelman, Ziya Tong

Canadá 2024 | Debates | ★☆


La realidad que describe esta película es tan preocupante que resulta difícil imaginarla, y se podría resumir en la frase que pronuncia, medio en broma, Sedat Gündoğdu, un biólogo turco especializado en la contaminación marina: "Si encontramos microplásticos en nuestro cerebro, dejamos de ser homo sapiens para convertirnos en homo plasticus". Si alguien se pregunta cómo es posible que estas partículas lleguen a nuestro organismo, incluido nuestro torrente sanguíneo, la respuesta está en la fotografía que acompaña a este comentario. Al margen de todo lo que podamos hacer por evitar usar bolsas de plástico o tuppers, lo cierto es que los microplásticos ya están incrustados en la tierra que cultivamos, y por tanto ya forman parte intrínseca de la cadena alimentaria del hombre. El interesante, pero francamente aterrador documental Plastic people: The hidden crisis of microplastics (Ben Addelman, Ziya Tong, 2024) muestra algunas cifras abrumadoras, como indica el biólogo y productor ejecutivo de la película, Rick Smith: "Cada día se compran más de 1.500 millones de botellas de plástico y cada minuto se utilizan 2 millones de bolsas de plástico en la Tierra". Lo que también ofrece una perspectiva sobre la insignificante capacidad de reciclaje que tenemos para una producción que sigue creciendo y el enfoque erróneo del proceso de reciclaje: la mitad de los 400 millones de toneladas de plástico que se producen anualmente podrían utilizarse para fabricar productos útiles como semiconductores, jeringas y teléfonos inteligentes, pero en realidad se destinan a productos desechables de un solo uso que acaban regresando a las plantas de reciclaje. Y además la mayor parte de la basura plástica que producimos acaba exportándose a países en desarrollo para su eliminación, creando lo que se denomina "el colonialismo de los residuos". 

Plastic people es un documental de urgencia en el que se utilizan datos estadísticos y muchos ejemplos de investigaciones científicas que ponen de manifiesto el envenenamiento que ha creado el ser humano para sí mismo y para todo el planeta. El planteamiento parte de una investigación de la periodista científica Ziya Tong, presentadora del popular programa de divulgación Daily Planet (National geographic, 1996-), y precisamente su constante presencia delante de la cámara provoca que la película carezca de la tonalidad cinematográfica que debería tener para parecerse demasiado a un reportaje de televisión. Es uno de los problemas de este tipo de producciones que parecen querer dar credibilidad a lo que están contando a través de la constatación que ofrece un personaje público, como ocurría con la ganadora del Oscar Una verdad incómoda (Davis Guggenheim, 2006), que se apoyaba en la figura de Al Gore, cuya relevancia global es algo a lo que aspiran los responsables de esta película (aunque habría que preguntarse cuál ha sido la repercusión real que tuvo en la evolución de las políticas medioambientales en los países occidentales). A lo largo del documental se entrelazan investigaciones recientes con apuntes sobre cómo surgió la fabricación de plásticos y de qué forma la industria petrolera lo acabó convirtiendo en un producto indispensable, explicando que la adopción del plástico desechable fue una estrategia muy consciente de las grandes empresas petroquímicas, especialmente durante la Segunda Guerra Mundial y la posguerra, pasando de utilizarse para las grandes industrias a convertirse en un elemento de la vida cotidiana. 

Susan Freinkel, autora del libro Plástico: Un idilio tóxico (2011. Ed. Tusquets Editores) explica cómo se promocionó en las revistas de la época el uso de las vajillas desechables como una forma de liberación para la mujer: "En un momento dado, comienzan a producirse versiones de un solo uso de productos que eran duraderos. Cuando llegaron las primeras máquinas de café, los usuarios reutilizaban los vasos, pero se les enseñó que era más conveniente tirarlos. La revista Life publicó el artículo 'Throwaway living' (1955), en el que hacían un cálculo afirmando que si no se utilizaran estos productos desechables, la esposa habría tardado 40 horas en lavar toda la vajilla". Lo curioso es que ya en los años setenta se produjo una fuerte concienciación del peligro que suponía tal cantidad de productos de plástico, y se establecieron medidas de control. Pero éstas se fueron relajando en las siguientes décadas. En el recorrido global que hace el documental, se pone de manifiesto el peligro que supone la llegada de los microplásticos a nuestro organismo: en la Universidad de Minnesota, la doctora Mary Kosuth ha descubierto muestras de microplástico en la nieve y en el agua potable; en Países Bajos, el doctor Gavin ten Tusscher explica que estos elementos contienen sustancias químicas que imitan a las hormonas, lo que podría estar detrás del crecimiento de los cánceres de mama; en Italia, el obstetra Antonio Ragusa ha descubierto partículas de plástico en la placenta, pero lo más preocupante es que "se han encontrado dentro de la célula, lo que podría alterar la forma en que se expresa el ADN". Plastic people: The hidden crisis of microplastics no plantea grandes soluciones pero apunta algunas acciones que pueden ser significativas si se adoptan en comunidad, como la ciudad de Bayfield, en Canadá, que con sus 1.100 habitantes se ha declarado libre de plásticos. Pero sobre todo pone de manifiesto que es necesario reducir drásticamente la fabricación de plásticos y que es fundamental un cambio de mentalidad, el regreso a la cultura de reutilizar frente a la cultura de desechar. 


27 junio, 2024

Sheffield '24 - Parte 7: Hacer política

En esta crónica del Sheffield Doc Fest hablamos de diferentes formas de hacer política a través de cinco documentales que muestran determinadas luchas en contra de regímenes autoritarios en Tailandia y Bielorrusia, pero también la presión que han venido sufriendo periodistas y organizaciones no gubernamentales en Rusia, polémicas políticas penitenciarias en Gran Bretaña y un acercamiento rebelde a la utilización del hiyab en el entorno familiar de una directora de cine iraní. 

Breaking the cycle

Thanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong Saransate

Tailandia 2023 | Debates | ★☆

En el inteligente diseño del cartel de esta película sobre los avatares políticos de Tailandia desde el golpe de estado de 2014, una gran masa de nubes negras ocupa casi todo el espacio, solo perturbado en un foco inferior hacia una pequeña figura que aporta el único punto de iluminación. Es una imagen que refleja bien lo que Breaking the cycle (Thanakrit Duangmaneeporn, Aekaphong Saransate, 2024) logra con bastante acierto: reflejar la esperanza en medio de un panorama político desesperanzador, pero también la dificultad de mantener la llama dentro de una atmósfera tempestuosa. También es cierto que la realidad ha dado a la película el arco narrativo perfecto para construir una historia cerrada que sin embargo plantea un cierto aliento de futuro. Aunque la política tailandesa pueda ser algo desconocida para el resto del mundo, es conocido el golpe de estado que en 2014 llevó al poder al general Prayut Chan-o-cha, quien derogó la constitución para aprobar una nueva en 2016 e iniciar una transición democrática que llevó a unas elecciones en 2019. Liderado por el estamento militar, el país se abrió a la participación de otros partidos políticos, aunque de una forma algo discutible como se comprueba posteriormente, y de esa apuesta surgió el partido Future Forward, fundado por Pok-Piyabutr Saengkanokkul y, sobre todo, Thanathorn Juangroongruangkit, un joven hombre de negocios que se enfrentaba por primera vez al mundo de la política. La fortuna de Breaking the cycle ha sido acompañar prácticamente al nacimiento de esta formación, siguiendo el estilo del documental Joshua: Teenager vs. Superpower (Joe Piscatella, 2017) en torno a la movilización que provocó en Hong Kong el líder estudiantil Joshua Wong. El acceso directo a la campaña que inició Thanathorn Juangroongruangkit muestra la frustración de ser un partido completamente desconocido, pero también la esperanza hacia una representación política civil en Tailandia desde hace décadas. 

Conforme Thanathorn va consiguiendo transmitir el optimismo de su propuesta, la idea de convertirse en el rival del todopoderoso Prayut Chan-o-cha supone la posibilidad de lanzar un reto directo al sistema establecido, basado en unas elecciones en las que los ciudadanos eligen a sus representantes en los órganos políticos, pero es una votación conjunta en el Parlamento entre los 500 diputados elegidos en las urnas y los 250 senadores escogidos por la junta militar los que deciden quién es el Primer Ministro. Lo que mejor transmite Breaking the cycle es la forma en que Future Forward se convierte lentamente en la principal alternativa que tiene como objetivo la democratización del país y la reforma de un sistema que beneficia a los partidos tradicionales, aunque estos sectores ponen en duda la capacitación de Thanathorn y su equipo para liderar un país. Financiado personalmente por los directores durante los primeros tres años de grabación, de los seis que ha durado la producción, el documental se centra en el seguimiento de las actividades y los líderes del partido durante todo el proceso electoral, manteniendo siempre una perspectiva en tercera persona que sin embargo tiene un acceso privilegiado. Y explica bien la evolución de Future Forward hasta que inesperadamente y sin pretenderlo Thanathorn se convierte en una especie de ídolo de masas a través de las redes sociales, impulsado por chicas jóvenes que le siguen como si se tratara de una estrella mediática, lo que acaba impulsando al partido. 

Frente a Pheu Thai, encabezado por la poderosa familia Shinawatra, y Palang Pracharath, un partido conservador bajo la sombra del general Prayut, las posibilidades de Future Forward eran complicadas, pero consiguió unos resultados sorprendentes, impulsado sobre todo por el voto joven. A partir de ese momento, el documental trata de explicar los entresijos que llevaron a la persecución judicial contra Future Forward y su líder, debido a supuestos incumplimientos de la ley electoral, en especial un préstamo que realizó el propio Thanathorn a su partido, que el Tribunal Constitucional de Tailandia consideró una donación prohibida para los partidos políticos, aunque la mayor parte de ellos no suelen ser sometidos a un escrutinio tan riguroso y, de hecho, también reciben donaciones. Lo interesante de Breaking the cycle no es solo la descripción del auge y caída de una propuesta política nueva en un país dominado por el control militar, sino la esperanza de futuro que este tipo de iniciativas pueden construir a pesar de la resistencia. En las pasadas elecciones de 2023, que no se incluyen en la película, Move Forward, un partido surgido de la raíz de Future Forward, logró ser la fuerza política más votada, aunque sin conseguir la mayoría absoluta, lo que llevó a que la votación parlamentaria eligiera como primer ministro al candidato del otro partido de la oposición, Pheu Thai. Pero la película logra describir con especial intensidad el nacimiento de una esperanza, tanto que hasta la realidad ha acabado construyendo una narrativa cerrada que presenta un desenlace perfecto. Tras su estreno en Hot Docs, Breaking the cycle consiguió otro logro importante: una distribución en más de 150 salas de cine de Tailandia que ningún documental suele tener. 

The accidental president

Mike Lerner, Martin Herring

Reino Unido 2023 | People & Community | ★☆


Otro intento de romper el ciclo de un sistema político autoritario se produjo en Bielorrusia cuando el activista Serguéi Tijanovski decidió postularse como candidato a las elecciones presidenciales de 2020 enfrentándose al presidente Aleksandr Lukashenko, quien desde que fuera elegido en 1994, se mantiene en el poder hasta la actualidad, con un apoyo decisivo por parte de Rusia y China, y sucesivas elecciones presidenciales que han estado rodeadas de irregularidades. En 2020, el momento de mayor oposición por parte de los ciudadanos bielorrusos al gobierno de Lukashenko, la popularidad de Serguéi Tijanovski se convirtió en un peligro para el gobierno, y antes de que pudiera registrarse como candidato, en una estrategia aprendida de Vladimir Putin, las autoridades bielorrusas le detuvieron acusándolo de incitar al odio y organizar manifestaciones ilegales (en 2021 fue condenado a 18 años de cárcel). Sin embargo, su esposa Svetlana Tijanóvskaya, licenciada en Filología Inglesa, decidió ocupar su sitio y presentarse ella misma como candidata a las elecciones. La película The accidental president (Mike Lerner, Martin Herring, 2024) recoge los resultados de estas elecciones y acompaña a la candidata en el período posterior. "Estoy segura de que me incluyeron en las listas electorales para reírse de mí", afirma la protagonista del documental. De hecho, en declaraciones públicas, Aleksandr Lukashenko confirmaba su creencia de que una mujer no sería capaz de asumir el cargo presidencial. Aunque se les dedica menos atención en la película, la fortaleza de la oposición también estuvo marcada por el apoyo de otras dos mujeres: Verónika Tsepkalo, jefa de campaña de su esposo el candidato Valery Tsepkalo, quien no fue admitido en el registro y huyó a Rusia temiendo ser arrestado; y Maria Kolesnikova, directora de campaña del exbanquero Viktor Barbariko, el principal rival de Lukashenko que fue arrestado por supuesto fraude fiscal  De manera que Svetlana Tijanóvskaya aglutinó a la oposición en unas elecciones cuyos primeros resultados la dieron como vencedora para, pocas horas después, cambiar por aparentes ajustes del recuento, otorgando a Lukashenko un 80% de los votos y a ella solo un 10%. 

La película de los británicos Mike Lerner y Martin Herring no sigue exactamente a la campaña electoral de la candidata, sino que se enfoca más en las consecuencias. Mientras Svetlana Tijanóvskaya se declara vencedora real de las elecciones y el resultado no es aceptado por la comunidad internacional, aunque sí por los países del bloque socialista, la candidata decide huir del país y es acogida en Lituania, desde donde ejerce una campaña para que el gobierno de Bielorrusia no sea aceptado como legítimo. Dividida en tres capítulos, el primero se titula Exilio y refleja las dificultades para formar un equipo sin presupuesto y con escasos medios. La necesidad de salir del país se confirmó cuando Maria Kolesnikova, la única de las tres mujeres opositoras que había permanecido en Bielorrusia, fue arrestada por las autoridades en la frontera con Ucrania. Franak Viacorka, uno de los colaboradores estrechos de Tijanóvskaya, comenta que "he estado muchas veces en la cárcel y sé cómo funciona el sistema". The accidental president se acerca con un acceso total a la construcción de esta oposición en el extranjero, pero también refleja las limitaciones con las que cuentan y cierta descoordinación en algunos momentos como cuando, durante la toma de posesión del presidente de Estados Unidos Joe Biden, a la que fue invitada, no consigue saludarle en persona por un fallo de organización, un objetivo importante para recibir el apoyo público a su campaña. O cuando tras el comienzo de la invasión rusa en Ucrania, su equipo no ha preparado una respuesta oficial para presentarse ante la comunidad internacional. En Bielorrusia, las protestas de los ciudadanos son reprimidas con dureza por la policía, pero una de las significativas características de la película es que los rostros de muchos de los miembros del equipo se muestran borrosos para evitar represalias a ellos o sus familias, lo que acaba dando a la imagen una textura singular, que al mismo tiempo muestra el peligro al que se enfrentan. 

El Capítulo 2: Reacción, dedica buena parte de su tiempo a la detención en 2021 de Román Protasévich, un periodista bielorruso que ejercía también oposición al gobierno durante las protestas de 2020. En una sorprendente y maquiavélica operación, el avión que le llevaba desde Grecia hasta Lituania fue obligado a un aterrizaje de emergencia en el aeropuerto de Minsk, cuando atravesaba el espacio aéreo bielorruso, por una supuesta amenaza de bomba, pero en realidad con la intención de arrestarle. Condenado a 8 años de prisión por actividades terroristas en 2023, fue indultado debido a su colaboración con las autoridades, después de aparecer en una entrevista en televisión en la que mostraba su apoyo a Lukashenko. Para muchos opositores, su cambio de actitud es considerada una traición, pero al mismo tiempo se trata de una postura que se entiende debido a las presiones y las amenazas. La propia Svetlana Tijanóvskaya se enfrenta a continuas dudas sobre el tipo de mensaje que quiere transmitir, intentando no ser demasiado contundente para no perjudicar a su marido, que permanece en prisión en Bielorrusia. Los directores consiguen un acercamiento político a su figura pero también recogen algunos momentos personales, como durante una visita a una familia que la acogió en Irlanda cuando era adolescente, quizás el único momento de tranquilidad. Al mismo tiempo, refleja cómo la maquinaria autoritaria de Lukashenko continúa atrapando a los opositores: en 2022, el activista Ales Bialiatski, ganador del Premio Nobel de la Paz, es condenado a 10 años de cárcel, y la propia Svetlana Tijanóvskaya es juzgada in absentia y sentenciada a 15 años de prisión, lo que le impedirá presentarse a las elecciones de 2025. A través del perfil de la principal líder de la oposición, la única que consiguió el apoyo electoral para derrocar a Aleksandr Lukashenko, The accidental president es una poderosa aproximación a la permanencia de un régimen autoritario a través de la represión de sus opositores. 

Of caravan and the dogs

Askold Kurov, Anonimo 1

Alemania 2024 | Debates | ★☆


A pesar de todo, Bielorrusia es una versión suave de las estrategias de Rusia para romper las actividades de los opositores al gobierno de Vladimir Putin. El mismo año que Alex Bialiatski recibió el premio Nobel de la Paz también se le concedió a la organización rusa Memorial, creada en 1987, dedicándose a la investigación histórica, especialmente en torno a los crímenes de la época de Stalin, y la lucha por los derechos civiles. Fue una de las que sufrieron la orden del Tribunal Supremo de ser desmantelada al calor de la llamada Ley de Agentes Extranjeros, una norma que designa a entidades y personas individuales que teóricamente reciben financiación desde otros países, considerándolos agentes que ponen en peligro la estabilidad de Rusia. La última vuelta de tuerca a la ley el pasado mes de mayo indica que ninguna de las personas incluidas en la lista de agentes extranjeros, compuesta por más de 800 nombres, podrá presentarse a procesos electorales, una manera poco sutil de deshacerse de los opositores políticos a Putin. De hecho, el enfoque principal del imprescindible documental Of caravan and the dogs (Askold Kurov, Anónimo 1, 2024) es el del progresivo desmantelamiento de los medios de comunicación que ejercían una línea editorial crítica con el gobierno ruso, especialmente a las puertas de la invasión de Ucrania. Durante una rueda de prensa de Vladimir Putin, el periodista Dmitry Muratov, ganador del premio Nobel de la Paz en 2021, pregunta al presidente sobre la ley de agentes de extranjeros y éste contesta, después de darle la enhorabuena por el galardón obtenido con cierta sorna, que la ley es menos peligrosa de lo que muchos denuncian, afirmando en público que "esta ley se aplica a quienes reciben apoyo financiero del extranjero, en el marco de actividades políticas dentro del país. Pero la ley no prohíbe continuar con esas actividades políticas". Of caravan and the dogs principalmente desmiente esta falsedad, porque a lo largo de su metraje asistimos a la desaparición de las actividades de medios de comunicación como la emisora de radio independiente Radio Ekho Moskvy, la cadena de noticias Rain TV y el periódico Novaya Gazeta, que dirige Dmitry Muratov, quien había dedicado su discurso del Nobel de la Paz a cuatro periodistas asesinados: Ígor Dómnikov, Yuri Schekochijin, Anna Politkóvskaya y Anastasia Babúrova. La película también recoge el momento en el que decidió incluir la medalla recibida en una subasta benéfica a favor de UNICEF para ayudar a los niños de la guerra de Ucrania, que alcanzó una cifra récord de 103,5 millones de dólares. 

El título del documental proviene de un dicho según el cual "los perros ladran, pero la caravana sigue adelante", al que se refiere Dmitry Muratov: "El gobierno habla con sarcasmo de los periodistas que ladran, pero no tienen ningún efecto… Pero la frase tiene un sentido opuesto. La caravana avanza porque los perros ladran… Sí, gruñimos y mordemos. Somos el antídoto contra la tiranía". Que la película no incluya los nombres de los responsables de la co-dirección, fotografía, montaje y sonido entre otros indica la peligrosidad que supone una producción de estas características. Con acceso a reuniones internas de algunos de los medios de comunicación e instituciones afectados por la ley de agentes extranjeros, ofrece una perspectiva muy clara de la presión ejercida por el gobierno a través del Tribunal Supremo. En la ONG Memorial vemos cómo consiguen salvar y mantener escondidos buena parte de sus archivos antes de que sus oficinas sean invadidas por agentes de policía que requisan lo poco que queda en su interior, dejando en las paredes pintada la letra Z, un símbolo propagandístico que se utiliza en Rusia como muestra de apoyo a la intervención en Ucrania. Mientras en Rain TV se despiden de la audiencia en su última emisión, forzados a cesar sus actividades, las reuniones en el periódico Novaya Gazeta reflejan diferentes puntos de vista sobre la decisión a tomar después de haber sido considerados agentes extranjeros: unos optan por seguir publicando manteniendo su línea editorial hasta que sean clausurados, mientras otros están a favor de cesar la publicación antes de que la presión acabe afectando directamente a los periodistas, que pueden llegar a ser condenados a penas de prisión. Y ya se sabe que de las cárceles rusas no hay garantías de salir vivo, sobre todo si se trata de opositores a Putin. Of caravan and the dogs es principalmente la crónica de una batalla perdida por la libertad de expresión, una película que refleja el miedo del gobierno de Vladimir Putin a las voces opositoras, especialmente en torno a la invasión de Ucrania, pero también la existencia de unos sectores en Rusia que son capaces de arriesgar la libertad para reflejar la verdad. Mostrando las incertidumbres personales a las que se enfrentan los periodistas que asisten al desmantelamiento de su libertad de expresión, si es que alguna vez la ha habido bajo el régimen de Putin, también supone la constatación de una resistencia permanente que es imposible de dilapidar mediante leyes draconianas. Aunque las voces de protesta acaben sonando desde el extranjero. Mientras se dirige en coche hacia el aeropuerto, el subdirector de Novaya Gazeta, Kirill Martynov afirma: "Moscú es muy bonito. Se puede vivir aquí". Pero en el caso de muchos periodistas rusos se han visto obligados a huir del país. 

Britain's forgotten prisoners

Martin Read

Reino Unido 2024 | Debates | ★☆


El eterno debate sobre cuál es la función del sistema penitenciario, si se trata de un castigo o de una forma de rehabilitación, parece encontrarse claramente expuesto a partir de determinadas decisiones políticas que suponen condenas de por vida. En el documental Any given day (Margaret Byrne, 2021), ganador de una Mención Especial en Hot Docs '22, se mostraba la vida de tres habitantes de Chicago que participaban en un programa de libertad condicional dentro de un sistema carcelario que en Estados Unidos muchas veces reemplaza a la atención de salud mental. Ellos son pioneros en las llamadas "probation", condenas de suspenso, por las que alguien que ha cometido un delito menor puede recibir una suspensión de su condena por un período determinado en libertad vigilada. En la práctica, la violación de esta probatoria, sin embargo, puede llevar a la cárcel por más tiempo que la condena que se hubiera cumplido por el delito. Algo parecido instauró el Partido Laborista en Inglaterra y Gales en 2003, un sistema denominado Prisión para Protección Pública (IPP) que estaba diseñado para personas que cometían delitos leves pero eran consideradas como un potencial peligro público. Tras cumplir una pena mínima, quedaban en una libertad vigilada sin límite de tiempo, que les devolvía a prisión si se producían infracciones menores como llegar tarde a una cita con el supervisor o consumir drogas. Teniendo en cuenta que muchos de estos presos eran adictos, acabó convirtiéndose en una condena sine die por la que algunos permanecen desde hace casi veinte años saliendo y entrando en prisión sin haber cometido delitos. Tras la declaración del Tribunal Europeo de Derechos Humanos que consideraba el IPP como una infracción del derecho a la libertad, ésta fue abolida en 2012, pero no con carácter retroactivo, de manera que hoy en día casi 3.000 personas permanecen en prisión cumpliendo una sentencia IPP sin fecha de liberación, y se considera que el 96% ya hubierancumplido la sentencia mínima por el delito que cometieron, mientras que 650 han permanecido 10 años más en prisión de lo que les hubiera correspondido . 

Durante siete años, el director Martin Read ha seguido a algunas de estas personas atrapadas en un sistema que les impide regresar a una vida normal: Shaun Lloyd fue detenido por robar un teléfono móvil en la calle y condenado a dos años y seis meses, pero acabó cumpliendo nueve años. Liberado en 2014, ha sido reclamado en cuatro ocasiones por infracciones menores de la IPP, permaneciendo cuatro años más en prisión y todavía cumpliendo condena. Nicolle Clark fue sentenciada a 18 meses de cárcel por un robo con agravantes, pero sirvió cuatro años antes de tener libertad vigilada. En 2019 fue devuelta a prisión por hacer un viaje a Marruecos sin avisar a su supervisor, y ha sido liberada en 2023, pero todavía en libertad vigilada. Greggor fue sentenciado a cuatro años por un robo en la calle, pero después de fugarse en 2022, cumplió diecinueve años más en prisión. Nicholas Waszczuk fue sentenciado a tres años por una pelea callejera, pero la junta de libertad condicional rechazaba continuamente su salida de prisión, permaneciendo diecisiete años en la cárcel. Puede parecer sorprendente la descripción de estos casos, pero lo cierto es que la IPP se ha convertido en un sistema tan retorcido que acaba siendo un círculo vicioso para los condenados. La única solución sería que los presos recibieran una nueva sentencia acorde con sus delitos, que en su mayor parte no cumplirían porque ya la han sobrepasado con creces, pero a pesar de que Dominic Raab, el Secretario de Justicia del Partido Conservador calificó la IPP como "una mancha en el sistema judicial", ni éste ni el Partido Laborista están a favor de aprobar las nuevas sentencias. 

Fuera de las experiencias de los presos, Britain's forgotten prisoners (Martin Read, 2024) ofrece otros puntos de vista muy destacados: por un lado, el arrepentimiento del ex Ministro del Interior David Blunkett, responsable de instaurar el sistema IPP, al que califica como "una parte perversa del sistema judicial penal". Y por otro lado, la fortaleza de Shirley Debono, la madre de Shaun Lloyd, que considera la situación de su hijo incluso más dolorosa que haber perdido a su hija, fallecida hace unos años. Ella ha venido luchando por reclamar los derechos de los presos incluidos en el IPP, y fue la primera a la que el director Martin Read estuvo acompañando durante la producción de una película que provoca impotencia y que transmite una sensación de inquietud. Algunos de estos condenados, como Greggor, no han conseguido la ayuda psicológica que necesita por su estado mental, mientras la justicia le convierte en un prisionero permanente. El ex-juez del Tribunal Penal Nicholas Cooke, considera que "estar encerrado sin saber cuándo vas a ser liberado provoca graves problemas psicológicos. Sus vidas acaban arruinadas". De hecho, se han producido más de 90 suicidios entre los presos IPP, y más de doscientos han acabado en hospitales psiquiátricos de alta seguridad. Britain's forgotten prisoners es una película dura que retrata un sistema retorcido en el que la justicia acaba obstaculizando las posibilidades de rehabilitación de un grupo de presos envueltos en un círculo vicioso de entradas y salidas de la cárcel. Y es una demostración del cinismo de unas decisiones políticas que tratan de maquillar su incapacidad para ofrecer soluciones claras. 

A move

Elahe Esmaili

Reino Unido, Irán 2024 | Short Films Competition | ★☆

Visions du Réel '24: Premio Juventud Mejor Cortometraje

Huesca '24: Premio Danzante Mejor Documental


Se puede hacer política de muchas maneras diferentes, y la directora Elahe Esmaili (1990, Irán) lo demuestra en este cortometraje en el que aborda de una manera reflexiva la controversia en torno al hiyab dentro de la sociedad iraní que ha provocado víctimas y un movimiento denominado Women-Life-Freedom que nació en 2022 tras la muerte de Jina Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años que fue asesinada bajo custodia tras ser arrestada por usar el hiyab de forma inadecuada. A pesar de la repercusión internacional de estas protestas a favor de la libertad, el gobierno iraní instauró de nuevo la policía moral el pasado mes de mayo, aprovechando que la atención en la zona está puesta en el ataque de Israel a Palestina. A move (Elahe Esmaili, 2024) afronta este tema desde la perspectiva de la propia familia de la directora, aprovechando una mudanza que supone un cambio, y una reunión familiar para celebrar el fin del Ramadán. El cortometraje ganador en el pasado Festival de Huesca ofrece una mirada a diferentes generaciones de mujeres dentro de la familia de Elahe Ismaili, que suponen distintos puntos de vista sobre la obligatoriedad de cubrirse la cabeza. Mientras en una conversación con sus hermanas, una de ellas relata una experiencia dolorosa que tuvo con su padre cuando era niña, la actitud de la propia directora es la de no llevar el hiyab en la celebración, una postura criticada por su madre como una falta de respeto a los hombres que forman el núcleo familiar. Al plantear esta cuestión de una manera tan transparente, el cortometraje no necesita discursos porque muestra una actitud de rebeldía que atraviesa directamente el entorno familiar y la manera en que, sobre todo las mujeres, se enfrentan a la presencia de otras mujeres que deciden no utilizar el velo. 

Al comienzo de la película se producen algunos momentos de tensión, que son aliviados por la propia Elahe Esmaili, cuando su madre y alguna de sus hermanas tratan de convencerla para que no resulte provocativa frente a los hombres de su familia. Pero en general las discusiones y los titubeos se producen de esa manera relajada que implica encontrarse alrededor de personas familiares, aunque también resulta evidente que no hay posturas radicales, quizás algunas miradas furtivas, pero sin provocar confrontaciones muy dramáticas. Son significativos algunos planos como el que muestra a una parte de la familia realizando la oración mientras otros miembros que no participan de ella se encuentran apartados, una separación que refleja claramente la división dentro del entorno familiar entre las posturas más tradicionales y las menos religiosas. Si la presencia de las cámaras ha influido en la actitud de los hombres más relajada y despreocupada en relación con el velo es algo difícil de valorar, pero tampoco es un factor decisivo. La directora, que reside en Londres, proviene de una familia que parece evidente que no adopta una postura radical, aunque su madre quizás sea la más preocupada por las consecuencias del acto de rebeldía de su hija. Por el contrario, se producen debates tranquilos que permiten la exposición de diferentes posicionamientos respecto al hiyab, incluso entre sus propias hermanas. En algunos momentos, parece que los miembros más ortodoxos del entorno familiar consideran que no llevar el velo puede llegar a ser una actitud casi contagiosa, pero lo cierto es que en la reunión se detecta cómo las generaciones más jóvenes tienen una posición más relajada sobre usarlo o no dependiendo del momento. El hiyab se convierte así en un acto de libertad, en una rebeldía frente a la prohibición. Y la última escena del cortometraje representa de una manera tan sutil como clara de qué manera el cambio supone el primer paso hacia la emancipación.

Nota adicional 7 de julio: La victoria del líder reformista Masoud Pezeshkian en las elecciones de Irán incorpora una promesa de relajar la aplicación del velo obligatorio en Irán. 

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Películas mencionadas:

Joshua: Teenager vs. Superpower se puede ver en Netflix.





26 junio, 2024

Sheffield '24 - Parte 6: Palestina/Ucrania

Como reflecciones de las realidades, el lema adoptado en esta edición, Sheffield Doc Fest ha incluido en su programación algunas películas que tratan directa o indirectamente los dos conflictos internacionales sobre los que se presta mayor atención: la guerra de Ucrania y los bombardeos de Israel a los territorios palestinos, mostrando una variada representación de cómo la memoria ha ido moldeando el estado actual de estos dos enfrentamientos. Pero también como reflejo de una actualidad en la que la búsqueda de pruebas para juzgar los crímenes de guerra, el regreso de los ucranianos a sus hogares y los efectos del trauma en una familia acaban creando un mosaico amplio sobre las consecuencias de la guerra, de cualquier guerra.

Three promises

Yousef Srouji

Palestina, Estados Unidos, Líbano 2023 | People & Community | ★☆

Doc Point Helsinki '24: Mejor Documental Internacional


La necesidad de capturar la experiencia personal está reflejada a través de las grabaciones que Suha Khamis, la madre del director, realizó durante los bombardeos de Israel sobre territorios palestinos en la Segunda Intifada que comenzó en el año 2000, como respuesta a la visita del primer ministro Ariel Sharon a la Explanada de las Mezquitas en Jerusalén, un acto que se consideró como una provocación. Pero las imágenes de esta película se centran en el interior del hogar familiar en Cisjordania, unas grabaciones que la madre de Yousef Srouji decidió no compartir durante un largo período de tiempo, pero que después de ser descubiertos por el director en 2017, componen este documental que provoca la emoción de la realidad capturada sin adiciones. Transmitiendo cómo los continuos bombardeos y la tensión constante acabaron afectando psicológicamente a la familia. Mientras vemos grabaciones de celebraciones que transmiten una momentánea felicidad, escuchamos  una conversación entre hijo y madre en la que ella se muestra sincera: "Creo que todos sabemos que la intifada nos cambió. Provocó un vacío emocional y psicológico. Nos volvimos agresivos e impacientes con los demás. Pasamos de ser una familia a ser cuatro personas individuales". El título de la película, Three promises (Yusef Srouji, 2023), se refiere a las tres promesas que realizó Suha durante los momentos más intensos de los bombardeos, cuando "negoció" con Dios que en el caso de que sobrevivieran, acabarían marchándose de Cisjordania. Pero estas promesas, al menos dos de ellas, nunca se cumplieron, como una necesidad natural de no abandonar el hogar ni romper la unidad familiar que podría provocar el desplazamiento. Buena parte de las imágenes se desarrollan cuando Suha y su marido Ramzi, junto a sus dos hijos Dima y Yousef, se encuentran refugiados mientras se producen los bombardeos nocturnos. Dima expresa el miedo a través de sus lágrimas y Yusef se mantiene más sereno, contagiado por la tranquilidad que transmite su padre Ramzi, en una escena que graba Suha de manera casi obsesiva. Quizás también como una especie de pantalla que la separa de la realidad, lo que expresa Ramzi cuando muestra su cansancio: "Deja de grabar, no estamos en un escenario". 

El material familiar es utilizado de una forma no cronológica, pero mostrando la evolución de unos años en los que el ruido de las bombas y disparos se acabó convirtiendo en normalidad, la vida cotidiana de la guerra, la tensión constante de los conflictos. Poco a poco, los apoyos emocionales también van desapareciendo, como cuando los vecinos han dejado su apartamento, con Dima y Yousef recorriendo los pasillos vacíos de lo que fue un hogar. La película captura esta existencia desgarrada por las consecuencias de la guerra, que acaba afectando a ellos mismos cuando acaban pasando un tiempo en una escuela abandonada de los Salesianos en Belén. Pero en la narración sobrevuela la pregunta de por qué Suha decidió no cumplir sus promesas en cada momento, quizás con una leve esperanza de que sus vidas podrían regresar a una cierta normalidad. Three promises es una película, en este sentido, profundamente emocional a pesar de que en realidad no muestra escenas de violencia directa, pero refleja de una manera sutil la efervescencia de un trauma que terminará siendo permanente. Quizás la recuperación de estas imágenes y la edición precisa de Mahdokht Mahmoudabadi, que también es co-guionista, son una manera de exorcizar esos traumas. La tercera promesa fue finalmente cumplida y la familia se mudó a Qatar durante un tiempo para después trasladarse a Estados Unidos, donde Yousef Srouji desarrolló su carrera como cineasta. En los minutos finales cuentan que decidieron regresar a Cisjordania, como una especie de atracción hacia el hogar que posiblemente es la misma que evitó que la madre abandonara los territorios palestinos mucho antes. Porque, efectivamente, la familia ha terminado dividiéndose entre diferentes países, reflejando los temores de una madre que quiso al menos recoger los momentos familiares en los que permanecieron unidos.  

Life is beautiful

Mohamed Jabaly

Noruega, Qatar, Palestina 2023 | Journeys | ☆☆

IDFA '24: Mejor Dirección


El pasado 28 de mayo, Noruega fue uno de los tres países, junto a España e Irlanda, que hizo un reconocimiento oficial del Estado de Palestina, admitiendo como palestinos los territorios de Jerusalén Este, Cisjordania y la Franja de Gaza que Israel ocupó tras la denominada guerra de los Seis Días, en el año 1967, y que todavía controla. Cuando el director de cine Mohamed Jabaly (1990, Palestina) quedó atrapado en Noruega en 2016 debido al cierre de fronteras en Gaza tras una de las escaladas del conflicto, la falta de reconocimiento de Palestina como Estado en aquel momento fue uno de los obstáculos para que pudiera conseguir una visa de permanencia en el país nórdico. Lo que condujo a una odisea que ha durado siete años para tratar de contrarrestar las sucesivas negativas por parte de la UDI (Dirección de Inmigración) y posteriormente de la UNE (Junta de Apelaciones de Inmigración), lo que se muestra en el documental de optimista título Life is beautiful (Mohamed Jabaly, 2023), que ha recibido entre otros el premio a la Mejor Dirección en el pasado festival IDFA. Su paso por una de las muestras de documentales más destacadas también estuvo rodeada de polémica después de que varios cineastas palestinos decidieran retirar sus películas, cuando la directora artística del festival condenó una protesta pro-palestina que utilizaba el lema "Del río al mar, Palestina será libre", que ha sido asumido por el grupo terrorista Hamás. Sin embargo, Mohamed Jabaly decidió mantener su película en el concurso oficial, argumentando que su principal objetivo era contar historias y ser escuchado en medio de la destrucción. Aunque la película se terminó antes de que se produjera el ataque terrorista de Hamás del 7 de octubre de 2023 y la posterior respuesta militar de Israel destruyendo el territorio de Gaza, las consecuencias trascienden sus imágenes. Aboud, uno de los amigos de Mohamed Jabaly que rodó las últimas escenas de la película, murió asesinado el pasado mes de abril por un ataque israelí mientras esperaba ayuda humanitaria. 

Mohamed Jabaly cuenta su historia en segunda persona, dirigiéndose a su madre, que falleció en 2022, como una especie de carta personal de despedida, lo que proporciona un carácter intimista a las reflexiones que ofrece a lo largo del documental. Como muestra de las contradicciones de la política exterior de Noruega, aunque en aquel momento no había reconocido el Estado palestino, se había establecido un acuerdo de hermanamiento entre las ciudades de Gaza y Trømso, lo que condujo a que el director del festival de cortometrajes The Nordic Youth Film Festival (NUFF), Hermann Greuel, le invitara a pasar un mes en esta ciudad noruega. Pero el cierre de fronteras obligó a Jabaly a solicitar una visa de permanencia cuyo primer intento fue fructífero, consiguiendo una visa temporal, pero posteriormente se encontró con sucesivas negativas por parte de la administración noruega. Por un lado, Mohamed Jabaly no quería solicitar asilo porque eso supondría renunciar a su identidad como palestino, al no ser reconocido por Noruega, y por otro lado, las autoridades tampoco reconocían su trabajo como cineasta, que podría haberle proporcionado una autorización por trabajo, al no contar con estudios cinematográficos. Mezclando el relato del presente con su propia trayectoria personal, Jabaly cuenta que comenzó a practicar con cámaras de video cuando era joven, formándose de manera autodidacta junto a sus amigos. El montaje de Erland Edenholm y Anne Fabini hace un buen trabajo al resumir en 90 minutos tanto material de grabaciones. Y de hecho acabó llevando una cámara constantemente para reflejar su trabajo como voluntario en una ambulancia durante la escalada del conflicto en 2014, lo que dio como resultado la película Ambulance/Gaza (Mohamed Jabaly, 2016), que tuvo una trayectoria en festivales internacionales como Sheffield Doc Fest. 

Curiosamente, mientras su documental viajaba por distintos países, él estaba atrapado en Noruega dentro de un proceso burocrático que le impedía salir al exterior. Pero a pesar de la situación complicada y su único contacto con su familia a través de videollamadas con mala conexión, Mohamed Jabaly transmite constantemente una actitud optimista, que se refleja en las imágenes del comienzo, en las que tiene su primer contacto con unos esquíes. La película transmite una humanidad especial a través de la manera en que este incipiente director palestino es acogido por el entorno de Hermann Greuel, que comparte con él su pasado como emigrante, de origen alemán, mientras que su esposa es estadounidense. Pero la historia de Mohamed trasciende a los medios de comunicación y comienza a recibir la solidaridad del mundo artístico de Noruega, aunque también se hacen notar algunas muestras de esa xenofobia y racismo latentes en un país que ha llevado a la extrema derecha al gobierno en varias ocasiones. Una repercusión que Hermann Greuel sugiere que puede haber sido el detonante para que la UNE presione a la policía de Trømso para obligar al director a abandonar el país. Con un largo historial de decisiones muy controvertidas y algunas reconocidas violaciones de la ley de privacidad, la UDI y la UNE gestionan la política de inmigración de Noruega, y actualmente sí priorizan las solicitudes de asilo por parte de residentes en Palestina e Israel, en un cambio de criterio bastante significativo. Este carácter humano y optimista de la película solo tiene algunos momentos de pesimismo, como cuando Mohamed Jabaly viaja a Londres, recibiendo un reconocimiento que no encuentra en el país que él considera su segundo hogar: "Londres me acogió y me reconoció como cineasta, al contrario que la administración de Noruega". Pero también contrarresta cierta superficialidad, haciendo que Life is beautiful sea interesante como experiencia personal pero que profundiza poco en las consecuencias del conflicto o en las cuestiones de identidad que se plantean al principio.

Kilometre

Hanna Tykha

Ucrania 2024 | First Feature Competition  | ★☆


El regreso a Ucrania se convierte en uno de los temas principales de esta película que ofrece una experiencia profundamente inmersiva en el conflicto iniciado por la invasión rusa. Cuando estalla la guerra, el artista Roman Liubyi se encontraba en Londres participando en una exposición, pero su deseo de regresar con su familia pasa a un primer plano frente a otros amigos que parecen tratar de justificar de una manera personal su decisión de permanecer en Inglaterra: "Yo tengo a mi mujer y a mis hijos aquí". Mezclando imágenes de familias ucranianas refugiadas en las estaciones de metro de Kiev, con la ebullición del metro de Londres, la película contrapone dos realidades totalmente diferentes. Con las comunicaciones cada vez más difíciles en Ucrania, Roman solo se comunica con su familia a través del chat, pero ni siquiera les dice que tiene la intención de volver a su país. Roman Liubyi ha dirigido él mismo algunas aproximaciones a la guerra más de la invasión rusa, como War note (2020) y más recientemente Iron butterflies (Roman Liubyi, Mila Zhluktenko, 2023), un trabajo de investigación sobre el derribo del avión de Malaysia Airlines sobre Ucrania en 2014, que fue seleccionado en el Festival de Sundance, y participó en la película One day in Ukraine (Volodymyr Tykhyy, 2022). En suelo ucraniano, se incorpora a la Unidad de Reconocimiento Aéreo, una unidad del ejército que utiliza drones para tratar de localizar los movimientos del ejército ruso, y que sufre ataques precisamente de drones enemigos que tratan de impedir su cometido. La cámara en el pecho de Roman Liubyi ofrece un punto de vista en primera persona que a veces transmite la sensación de uno de esos videojuegos de guerra, pero que una vez que traspasa el impacto inicial acaba convirtiéndose en un punto de vista especialmente realista de la guerra, transmitiendo una tensión y una sensación de peligro constante, como en una secuencia en la que Roman y un compañero tratan de evitar ser localizados por la fuerza aérea rusa que parece haberlos designado como objetivos. La incertidumbre de la conversación entre ambos, uno de ellos transmitiendo su incredulidad de que los rusos pierdan el tiempo con dos soldados aislados, es una representación muy humana de la tensión del conflicto. A lo largo de las conversaciones entre el grupo de soldados, se mencionan ataques recientes y muertes cercanas. 

Kilometre (Hanna Tykha, 2024) captura especialmente bien el conflicto en tierra, pero también ofrece amplias tomas aéreas en las que se refleja la destrucción que ha dejado el ejército a su paso, mientras algunas secuencias están cargadas de suspense, como cuando un dron sigue desde un plano cenital el trayecto de un tanque ruso cuyo objetivo no parece claro. Durante los dos primeros meses del conflicto, los rusos trataron de tomar la ciudad de kiev pero terminaron replegándose, intensificando los bombardeos y los ataques contra ciudades como Irpín. Uno de los principales objetivos estratégicos de los rusos en su avance hacia Kiev era el aeropuerto Hostómel, donde las continuas ocupaciones rusas y recuperaciones ucranianas durante desde finales de febrero de 2022 hasta el 1 de abril, en el que Ucrania declaró el aeropuerto como libre de invasores. Entre el relato de las acciones de guerra, Roman Liubyi trata de recorrer los kilómetros que quedan para reunirse con su familia, constatando conforme se acerca que su ciudad ha sufrido algunos de los ataques más duros. Los planos cenitales de los drones muestran la escasa distancia que les separa, pero a pie de tierra el camino es complicado y peligroso. El contraste que muestra el director Hanna Tykha (1995, Kiev) entre la visión en tercera persona y el punto en vista en primera persona refleja de manera clarificadora la diferente percepción que se tiene de la guerra de Ucrania vista desde fuera y la que es experimentada desde dentro. 

The cranes call

Laura Warner

Estados Unidos, Ucrania, Francia, Holanda, Alemania 2024 | Rebellions | ★☆


Que este documental esté construido con el tono de un thriller de ficción no debe resultar extraño, dadas las ramificaciones que tiene dentro de los ambientes de Hollywood, desde la productora fundada por Hillary Clinton hasta la fundación dirigida por George Clooney. Hidden Lights Production fue creada por la periodista Chelsea Clinton y su madre para producir largometrajes documentales que han tenido impacto en festivales internacionales como Lyra (Allison Millar, 2022), premiada en Docsbarcelona y Sheffield, o In the shadow of Beirut (Garry Keane, Stephen Gerard Kelly, 2023), presentada por Irlanda como su representante para el Oscar. Por su parte, la Fundación Clooney para la Justicia fue fundada en 2016 por la activista y abogada Amal Clooney y su marido, el actor George Clooney, para perseguir el abuso de los derechos humanos en países en conflicto. Su trabajo en Ucrania se convierte en el foco principal de The cranes call (Laura Warner, 2024), una historia que adquiere una tonalidad de género de suspense al acompañar a la activista de derechos humanos Anya Neistat en sus investigaciones sobre los crímenes de guerra que el ejército ruso ha cometido durante la invasión. Recogiendo testimonios y pruebas sobre torturas, agresiones sexuales o bombardeos de la población civil, el trabajo de Anya supone a veces una carrera contrarreloj para que las pruebas de estos hechos no desaparezcan entre el caos de la guerra. Pero sobre todo se centra en un caso concreto que involucra a un batallón ruso cuyo oficial es conocido por perpetrar todo tipo de actos de violencia extrema contra la población civil, como asesinatos entre quienes se encontraban refugiados de los bombardeos. Con la ayuda de Solomiia Stasiv, una joven ucraniana que comenzó siendo intérprete para acabar involucrándose directamente como investigadora, ambas forman un equipo que parecería sacado de un thriller político de ficción si la realidad no fuera tan evidente. 

Rodada en su mayor parte por la directora Laura Warner, productora de la miniserie Vendetta: Verdades, mentiras y la mafia (Netflix, 2021), la película muestra la complejidad de unas investigaciones que tienen como principal objetivo recabar suficientes datos y testimonios como para reclamar una jurisdicción universal para poder procesar a los culpables, aunque en este caso se encuentren amparados bajo la protección rusa. Y ciertamente el sentido de impunidad que transmiten las acciones de estos perpetradores se refleja cuando Anya y Solomiia llegan a las ruinas de uno de sus centros de operación, en los que han dejado atrás todo tipo de documentación que realmente sirven para reconstruir sus movimientos y situarles en los lugares donde tuvieron lugar estos crímenes de guerra. Aún así, las dificultades para conseguir justicia parecen bastante obvias, aunque las promesas a una de las víctimas de abusos sexuales puede reflejar demasiada confianza. Mientras se desplazan en un tren por el interior de Ucrania, las protagonistas reciben la noticia de bombardeos cercanos y el tren se detiene, así que deciden bajar y tratar de llegar a su destino por sus propios medios, creando una sensación de suspense que muestra la incertidumbre del momento. El comienzo de la guerra de Ucrania lleva a Solomiia a tomar la decisión de regresar con su familia, a pesar del ofrecimiento de Anya de utilizar los medios de la fundación para sacarla del país. The cranes call consigue que no parezca artificial la estrecha colaboración entre ambas protagonistas, que se desarrolla casi como si se tratara de una buddy movie, aunque la decisión de establecer un tono de thriller, con un montaje de Martin Kayser-Landwehr que a veces puede resultar demasiado efectista, pueda perjudicar a la película en su valor documental. También interviene Amal Clooney en la sede de la fundación, ofreciendo un acceso especial a las reuniones en las que se toman decisiones sobre qué casos tienen el suficiente peso como para merecer seguir profundizando en su investigación. Pero la película nunca se siente como un vehículo promocional, sino como una constatación muy sólida sobre la necesidad de perseguir con todas sus consecuencias los crímenes cometidos al amparo de los conflictos armados. 

Witnesses: Captivity that kills

Maryna Roshchyna, Tetiana Symon

Ucrania 2024 | Memories | ☆☆


Ukraine Archive War (UWA) fue fundado en 2022 por miembros de la ONG Docudays, que ha venido dirigiendo el festival Docudays UA, el único de cine sobre derechos humanos que se celebra en Ucrania, y de la organización británica Infoscope, que desarrolla e implementa soluciones tecnológicas para el archivo y análisis de datos. Se trata de una plataforma colaborativa que intenta preservar un archivo digital de materiales relacionados con la invasión rusa en Ucrania, teniendo como objetivo almacenar el contenido audiovisual que se ha ido generando a lo largo del conflicto, cuyo uso puede ser relevante en posteriores investigaciones judiciales sobre crímenes de guerra. El sistema de archivo cuenta con protocolos de ciberseguridad que impiden el acceso no controlado y además tiene varias copias almacenadas en diferentes espacios digitales, en el caso de que alguna de ellas se vea comprometida. Los materiales audiovisuales y testimonios pueden ser aportados directamente a través de la página web del Ukraine Archive War y posteriormente son analizados y etiquetados para su almacenamiento. De esta labor ha surgido el documental Witnesses. Captivity that kills (Maryna Roshchyna, Tetiana Symon, 2024), que trata de ofrecer a través de testimonios directos un relato fidedigno de los acontecimientos ocurridos alrededor de la planta siderúrgica Azovstal, a las afueras de Mariupol, la ciudad que sufrió el mayor acoso y destrucción por parte del ejército ruso al comienzo de la guerra. Los bombardeos provocaron que más de 900 soldados del regimiento Azov se rindieran y fueran hechos prisioneros por parte de los rusos. Dos de estos soldados, Kostiantyn Kozhekin y Gennadiy Sukharnikov, prestan su testimonio en primera persona sobre unos acontecimientos que se relatan de forma cronológica y de manera bastante aséptica, desde el primer asedio a través de constantes bombardeos en abril de 2022 hasta la rendición posterior en el mes de mayo.

A lo largo de los meses se han producido varios intercambios de prisioneros entre Rusia y Ucrania, pero solo 225 de los que pertenecían al regimiento Azov han sido liberados por los rusos, indicándose que en la actualidad las organizaciones de derechos humanos calculan que existen unos 10.000 prisioneros ucranianos. En realidad, los testimonios de los dos soldados no relatan un trato violento por parte de los rusos, pero sí la falta de alimento y la ausencia de ayuda sanitaria. Sin embargo, como indica el título haciendo referencia a una "cautividad que mata", el hecho más sorprendente fue la explosión que se produjo el 22 de julio de 2022, destruyendo parte de la prisión operada por Rusia en Molodizhne, cerca de Olenivka, en la región de Donetsk, donde se encontraba el regimiento Azov. Se calcula que entre 50 y 60 personas murieron en este ataque que las autoridades rusas se apresuraron a adjudicar al ejército ucraniano como un atentado contra los prisioneros para evitar que colaboraran con sus captores. Lo cierto es que, aunque se produjo una retransmisión en la televisión oficial rusa, las autoridades negaron el acceso a la zona a la prensa extranjera, lo que levanta muchas sospechas. Por parte ucraniana se negó su responsabilidad en la explosión y se apuntó que fue un ataque de Rusia para aliviar la masificación de la prisión y encubrir las torturas y ejecuciones que se estaban produciendo. En este sentido, los testimonios más sobrecogedores son los de dos madres y la esposa de soldados cautivos. Hanna Kisilishyna, madre de Oleksii Kisilyshin, muestra su incertidumbre ante las informaciones contradictorias: "Quiero pensar que la versión ucraniana es la verdadera". Maria Alekseevych se casó de forma remota con el soldado Serhiy Alekseevych, porque él se encontraba en la guerra, mientras que Iryna Kozyreva, madre de Yaroslav Kozyrev, afirma que "mi hijo sobrevivió al ataque, pero no lo creí hasta que lo vi en la televisión rusa. A veces me siento muy mal. Te agarras a ciertas cosas, tratando de mantenerte firme. Compré a plazos un sofá que no podía pagar para que mi hijo tuviera un lugar donde dormir cuando regresara". 

Aunque a veces utilizan recursos de pantalla fragmentada que pueden distraer al espectador, las directoras realizan un trabajo sutil de recolección de los testimonios e imágenes de archivo impactantes, como uno de los bombardeos rusos contra la planta Azovstal, transmitiendo con las imágenes estáticas la sensación de tiempo detenido que viven los familiares que esperan tener noticias de sus hijos, maridos o hermanos. La película comienza y termina con grupos de estos familiares manifestándose con pancartas en las calles de Kiev, pidiendo la liberación de los prisioneros del regimiento Azov y también una explicación real sobre quienes fueron los responsables de la explosión que se produjo en la prisión. Una respuesta que sin duda tardará en llegar. 

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Películas mencionadas:

War note se puede ver en dafilms.com
Lyra se puede ver en Filmin.