26 abril, 2010

Mumblecore 2ª parte: Imitadores en España

Se estrena en Filmin.es Todo está en el aire, propuesta española que recoge los tics del cine mumblecore, pero sin definirse acertadamente.

Resulta curioso que, como apuntábamos en la 1ª parte de esta serie de posts dedicados al cine "hecho con cuatro perras", mientras los principales representantes de esta generación de autores independientes no quieren ni oir hablar de la etiqueta a la que les somete el término mumblecore, en España esta definición se convierte en estrategia de marketing para promocionar el estreno en internet de "la primera película mumblecore española". De forma que Todo está en el aire, escrita y dirigida por David Ciurana y Ángel Penalva, asume su condición de imitación sin pudor, y se revela como tal con todas las consecuencias. Algo parecido ocurrió con las películas dogma "españolas" como Érase otra vez, Días de boda o El desenlace, todas firmadas por el inefable Juan Pinzás y que exhibían sin ridículo el certificado que las acreditaba como Dogma. Afortunadamente, la generación mumblecore no tiene tan poca vergüenza como Lars von Trier y su equipo, y aquí no se gestionan certificados a base de talonario.

Lo que sí parece es que los autores de Todo está en el aire han recogido algunos de los elementos más definitorios del cine que han desarrollado jóvenes directores como Joe Swanberg o Andrew Bujalski para construir una historia "de historias" que nos acerca a las vidas en pareja de varios personajes. Ya comentábamos que las películas mumblecore tienen sus virtudes, pero también sus defectos, al estar sostenidas en un soporte tan frágil como los diálogos, desprovistas de otro tipo de elementos técnicos. Y ahí es donde se nota la agilidad descriptiva (Bujalski) o la capacidad de síntesis (Swanberg). Personalmente no encuentro nada de esto en Todo está en el aire y casi me resultan más cercanos los personajes de Nights and weekends (2008) o de Buscando un beso a medianoche (2009) que estos treintañeros apáticos reflejo supuesto de otros tantos jóvenes españoles.

Todo está en el aire es una película que trata de acercarse a la naturalidad a través de ese trabajo de improvisación que caracteriza al "bedhead cinema", pero los actores aquí no parecen tener la capacidad suficiente como hacernos creer la "realidad" de sus personajes. Y desde luego Adriá Collado no acaba de resultar convincente, como tampoco lo era en Aislados, de David Marqués, donde exploraba parecido registro. Hay sólo algunos guiños al cine al que imitan que resultan divertidos, como ese comienzo follando como marca ineludible de la casa, reflejo de una generación algo perdida pero llena de ansias por vivir. 

En todo caso, y aunque ésta no se trate de una propuesta lograda, ya hemos comentado que resulta estimulante que otro tipo de cine tenga por fin estas vías de exhibición que, lejos de ser alternativas, suponen el futuro de la distribución cinematográfica. Y que permiten a los aficionados acceder a títulos inéditos cuya trayectoria en los circuitos traidicionales sería escasa. 

Todo está en el aire se estrenó el 22 de abril en Filmin

19 abril, 2010

Manolete en París

El 31 de marzo se estrenó en París Manolete de Menno Meyjes, con Adrien Brody y Penélope Cruz como protagonistas. Tenía noticias no muy buenas y ese estreno por sorpresa hacía que esperase lo peor. Fui a un cine en los Campos Eliseos, la sala era pequeña y los espectadores, en su mayoría, teníamos un cierto aire español y una cierta edad… Afortunadamente la pantalla era grande y el silencio de rigor.

Les comentaba en mi “papel” sobre los premios Goya y Cesar, cómo pienso que estamos ante un cambio sustancial en el Cine. De cómo la nueva tercera dimensión es percibida como una liberación que va mas allá del planeta Pandora, del País de las Maravillas, o del Olimpo de los Titanes. Que abandonamos al héroe marginado, paralizado o encarcelado para abrirnos a universos paralelos donde “sentir” (no pensar) las mismas historias de amor y muerte. El Cine ha sufrido giros más bruscos y definitivos que éste (la llegada del sonoro, la banalizacion del color, la influencia del cómic), pero nunca estuvieron tan claramente trazadas las dos vías irreconciliables: la diversión y el arte narrativo. En la narración el espacio que se abre es interior, el héroe libra su batalla para que ganemos perspectiva moral o vital, que es nuestra lucha cotidiana. En la diversión aparcamos nuestro vehiculo (que aún pagamos a plazos) y nos embarcamos para irnos, lo más lejos mejor.

Manolete es un film anterior a las 3-D. Busca contar una historia y olvida la diversión. Nos acerca a Manolete, no nos transporta a su “país”. Este Manolete, ni siquiera ha tenido la oportunidad de encontrar plaza en España (problemas legales de producción impiden por el momento su estreno). No importa, hacía tiempo que no teníamos una película española invisible en nuestro país y recorriendo las carteleras extranjeras. Por lo demás, es un film más que apreciable y merece comentario.

Los años cuarenta en un país atrasado y triste. Imágenes documentales de Manolete en blanco y negro… El cine se empeña en rodar biografías de artistas como si de vida de santo se tratara. Debe ser porque el arte es la religión de nuestro tiempo. En general a estas películas les pasa como a los cuadros piadosos del Renacimiento: demasiados bellos ropajes para personaje tan humilde. Si la razón de este disparate era la ofrenda, que cuanto más costasen pinturas y artista, más valía, en las películas de época la ambientación es la ofrenda del productor para que creamos en su fidelidad, por no decir en su feligresía. No es éste el caso, de la vida y milagros del torero vamos a ver poco y la ambientación tiene un marcado toque Matisse: figuras aplastadas contra fondos planos de colores abigarrados. 

La España de los cuarenta era pobre y en blanco y negro… y la película, sorprendentemente, se despliega como el sueño en technicolor de un turista interesado de barrera de sol. 

Apenas hay anécdota. El encuentro entre Guadalupe y Manolo, la relación que mantuvieron y su trágico final, están apenas dramatizados. Son cuadros de un ballet que busca su dramaturgia en un continuo ir y venir en el tiempo, desde el desenlace final. Como si el sentido que las imágenes invocara no fuera otro que la muerte anunciada. La estructura del film es la de un rito en el que cada participante (y no personaje),ocupa su sitio, cada objeto su función, cada color su significado. Colores saturados: rojos, amarillos albero, turquesa, negros… Proximidad (en el plano) de la concurrencia: como un coro trágico que acompaña y alienta al héroe en el cumplimiento de su misión.

El nudo del conflicto que se juega en la arena: nacer de la muerte o perderse en ella, tiene su reflejo en el lecho amoroso: perderse en el amor o encontrarse siempre de este lado. Tanto  uno como otro son fantasmas primitivos, trágicos, que remontan de nuestros recuerdos inconscientes más antiguos: la intima relación con el deseo de la madre. Ese “mamita” que separara definitivamente a nuestros dos protagonistas y que casa tan bien con la lorquiana España franquista. Nada que objetar sobre ese acercamiento prudente a una realidad histórica que no era el objeto de la obra. Ni tampoco sobre la evocación de la pareja tutelar de nuestros héroes (que bien podría dar para otra película): Ava Gardner y Luís Miguel Dominguín. Pero esa…¡es otra historia!



Menno Meyjes cree en lo que cuenta y en cómo lo cuenta. Ese sueño en barrera de sol es luminoso y trágico y así avanza su film, no más pretencioso que cualquier otro, un poco más seco quizás.

Pero hay más: Adrien Brody y Penélope Cruz, héroes trágicos de esta historia verdadera de los años oscuros. Como decíamos, no son personajes, son cuerpos que evocan otros cuerpos enterrados en nuestra memoria y que, como ese parecido milagroso de Adrien Brody y Manolete, su trabajo consiste en hacernos sentir lo que fue y se perdió: esa carne vibrante deseosa y deseada, esa mirada triste de hombre perdido entre tantos misterios, ese silencio opaco que la belleza disimula. Nunca vi a Penélope tan “guapa” ni a Adrien Brody tan “tierno” (y por dios que estos términos dan miedo sin las comillas), pero es así… La pareja funciona como evocación de otras parejas míticas, como… digamos, debió funcionar en la imaginación de King Vidor, Gina y Tyrone como Salomón y la reina de Saba.


 Juan José Calero del Toro

03 abril, 2010

Mumblecore (Cine hecho con cuatro perras) 1ª Parte: (Joe Swanberg)

Los grandes estudios "amenazan" con dejar a España sin ediciones en DVD de sus películas debido al alto índice de descargas y a la flexible legislación española. Pues que les den porculo. En Estados Unidos se hace otro tipo de cine menos costoso y no por ello menos atractivo.

Empeñados en dejar claro que nos suda la p@#~ lo que hagan las Warner, Fox, Sony y demás multinacionales, nos acercamos a ese otro cine que también se desarrolla en Estados Unidos, mal que les pese a estos adoradores del monopolio. Un reportaje manipulador de Los Angeles Times afirma que en España la "piratería" forma parte de nuestra cultura, como "los toros". Lo que obvia el reportero es que, simplemente, en España descargar y compartir películas no es ilegal. Pero tanto los periódicos yanquis al servicio de las multinacionales como éstas mismas no quieren reconocer que son ellos los que están "al margen de la ley", ya que iniciativas como la que ponen en marcha Sony o Microsoft con sus plataformas Playstation 3 o Xbox, por ejemplo, de bloquear a usuarios que descargan (comparten sin ánimo de lucro) juegos o material sí que son ilegales.

En todo caso, lo que está claro es que si las multinacionales cumplen su amenaza (que no la van a cumplir, ya que España sigue siendo uno de sus mercados más rentables), al menos dejarán abierta la puerta para que podamos conocer ese otro cine que con sus campañas atronadoras (fuegos artificiales para vender mierda) fagocitan. 

Una de las iniciativas más interesantes en el cine independiente que se hace en Estados Unidos (el de verdad, no el que se vende en Sundance) es el denominado "Mumblecore", aunque sus principales representantes huyen de la palabreja como demonios. O lo que es los mismo, cine nacido de la revolución de la cámara digital que se hace con cuatro personajes, tres localizaciones, mucha improvisación y una narrativa leve pero efectiva. Joe Swanberg, Andrew Bujalski o Aaron Katz son algunos de los principales nombres de esta tendencia que nació en los años noventa, y que tiene en común, aparte del estilo, la juventud de unos cineastas que se acercan precisamente a personajes que representan a una generación desinhibida pero al mismo tiempo confundida. 

Joe Swanberg (n. 1981) acaba de estrenar su última película, Alexander the last, que dicen que es su película más madura y además apunta una cierta tendencia a saltar a la primera división del cine independiente (aquí también hay clases), el que se acerca a una estética más comercial y se aparta de la naturalidad del amateurismo. No en vano, apadrina esta película Noah Baumbach, nombre singular del "cine independiente-comercial" en cuya filmografía como guionista están las últimas películas de Wes Anderson y que recientemente presentó como director Greenberg, con el nada "indi" Ben Stiller como protagonista. 

Alexander the last, sin embargo, mantiene aún esa estética de "pasaba por aquí y me encontré a estos dos hablando" que marca esta tendencia de cine barato. Y tiene como interés adicional el hecho de estar construida sobre la base de escenas que están creadas desde un notable trabajo de improvisación. De ahí que el guión aparece con material adicional que firman los propios actores. Como de costumbre, la película habla de relaciones de pareja un tanto peculiares, del amor y el sexo, de sentimientos contradictorios... Y posiblemente sí está entre lo más elaborado de su director, guionista, director de fotografía, montador y productor, quizás porque se pierde menos en la búsqueda de ciertos resortes más o menos provocadores y se centra en una historia simple y clara. 

El término "mumblecore" dicen que surgió cuando un técnico de sonido que trabajaba en una película de Andrew Bujalski comentó que los actores siempre estaban "murmurando" ("mumbler"). Y a partir de ahí se quedó la descripción de cine "de murmullos" que por otro lado define bastante bien el carácter intimista de la mayor parte de las historias. Pero sus directores no quieren saber nada de esta definición como movimiento cinematográfico. También se le ha denominado "bedhead cinema" ("cine de cama") porque de hecho sus protagonistas se llevan casi todo el tiempo en la cama (hablando o follando) y "slackavates" (una referencia al cine de John Cassavetes pero protagonizado por "holgazanes"). Y desde luego es éste el referente más claro del estilo de este movimiento generacional. 

Joe Swanberg tiene ya una filmografía formada por seis películas y una serie para internet. Su primer largometraje, Kissing on the mouth (2005) tenía ya ese estilo que ha marcado su cine y cuya historia se acerca a una serie de jóvenes veinteañeros que viven con naturalidad sus experiencias sentimentales y sexuales. Hay en esta primera etapa una tendencia a la provocación más o menos gratuita (en una escena,  Joe Swanberg se masturba explícitamente delante de la cámara) que posteriormente se irá eliminando por resultar intrascendentes al margen de su carácter puramente provocativo. 

Pero es a partir de la serie Young american bodies (2006) y LOL (2006) cuando comienzan a forjarse los elementos principales de su cine, especialmente gracias a la presencia de la actriz y guionista Greta Gerwig, cuya naturalidad delante de la pantalla es fundamental para seguir sin cansancio estas historias de leves resortes narrativos.  

Hanna takes the stairs (2007) es posiblemente una de las mejores películas de Joe Swanberg. Aunque pueda cansar a algunos espectadores el estilo "talk, talk, talk" de este cine basado en los diálogos a dos, sin duda esta cinta contiene algunas de las escenas más logradas de este movimiento generacional. 

Esta tendencia continúa en Nights and weekends (2008), de nuevo con Joe Swanberg y Greta Gerwig como pareja protagonista (y también compartiendo dirección), que contiene un desarrollo de personajes más elaborado, aunque mantiene su estilo "improvisado".

Dedicada al cine más convencional, a Greta Gerwig la hemos podido ver últimamente en títulos como The house of the devil (2009) y pronto en Greenberg (2009), por lo que en cierto modo ha dicho adiós a su etapa "mumblecore", provocando también una nueva línea de estilo en Joe Swanberg con su último estreno, Alexander the last

Movimiento generacional o simplemente hacer cine sin dinero, lo cierto es que esta estética visual muestra con mayor acierto y sinceridad que otros intentos hollywoodienses las complejidades de una juventud que se acerca con timidez al mundo profesional. Joe Swanberg no es de los directores de concepto visual más elaborado, pero sí ha encontrado una fórmula de contar historias que, a pesar de sus vaivenes, logra identificar a sus personajes con el espectador. Ni qué decir tiene que la distribución en España ha pasado de largo por este movimiento, y sólo en contadas ocasiones hemos tenido la oportunidad de acceder a estos títulos en circuitos comerciales.